Unidad III Oszlak-O´Donnell - Mabel Thwaites Rey
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Lecturas sobre el Estado y las políticas públicas:<br />
Para la comunidad del desarrollo, los años 80 fueron también de vacilación y búsqueda de<br />
nuevos paradigmas. A finales de los 70, las estrategias de desarrollo estadocéntricas (tanto las<br />
fundadas en el estructuralismo de Prebisch-Singer como en la teoría de la modernización de<br />
Rostow, en la teoría de la dependencia o, simplemente, en el marxismo) habían perdido gran<br />
parte de su anterior crédito intelectual y político. Todavía se mantendrían unos años en base a<br />
las poderosas coaliciones de intereses creados. Pero intelectualmente estaban derrotadas.<br />
Especialmente tras su demostrada incapacidad para entender y adaptarse a las crisis y los cambios<br />
iniciados en los 70. Era la oportunidad para la derecha liberal neoclásica, más comúnmente<br />
reconocida como neoliberalismo.<br />
Tomando pie en la Escuela de Chicago, ya en los 60, una nómina importante de economistas<br />
(Jagdish Bhagwati, V.K. Ramaswami, H.G. Johnson, Bela Balassa, W.M. Corden y Anne<br />
Krueger), atacaron frontalmente los supuestos teóricos del estructuralismo y la teoría de la<br />
dependencia, entonces claramente hegemónicos. Sin embargo, su influencia sólo comenzó a<br />
ser notoria en los 70. Ya en los 80, el neoliberalismo había ganado la hegemonía intelectual y<br />
práctica 8 . La teoría y la política económica neoclásicas proveyeron el fundamento intelectual y<br />
los contenidos de políticas incorporadas a los programas de ajuste estructural.<br />
Por lo general los programas de ajuste estructural han incluido elementos tales como la austeridad<br />
fiscal, la política antiinflacionaria, la privatización de las empresas estatales, la liberalización<br />
comercial, la devaluación monetaria y la desregulación general de la economía, principalmente<br />
de los mercados financiero y laboral. Estos programas han pretendido también atraer<br />
inversiones extranjeras, incrementar la libertad de los empresarios y de los inversores, mejorar<br />
los incentivos pecuniarios y la competencia, reducir los costes, procurar la estabilidad macroeconómica,<br />
reducir cuantitativamente al Estado y reducir también su intervención en la economía.<br />
En el modelo de desarrollo vislumbrado el papel del Estado es a veces importante pero<br />
complementario y de acompañamiento: los nuevos héroes del desarrollo económico ya no son<br />
los políticos ni los funcionarios, sino los empresarios y managers del sector privado; el estado<br />
es sospechoso incluso como actor principal del desarrollo social: las organizaciones no gubernamentales<br />
(a veces autoproclamándose como los únicos verdaderos representantes de la<br />
sociedad civil) se afirmarán como los nuevos héroes de la acción social antiburocrática 9 .<br />
Pero ya han transcurrido diez años de reformas estructurales y procede hacer balance. El<br />
Banco Interamericano de Desarrollo lo ha hecho en su Informe de Progreso Económico y<br />
Social de 1997. Sus conclusiones son interesantes a nuestros efectos: en primer lugar, se constata<br />
que las reformas estructurales, a pesar de su magnitud, no han producido en términos<br />
generales un desempeño económico y social satisfactorio en la región. En segundo lugar, se<br />
señala que, de mantenerse simplemente las pautas de políticas económicas actuales, la región<br />
podría crecer sólo a una tasa del 4%, obviamente insuficiente para ir cerrando la brecha del<br />
desarrollo. En tercer lugar, se indica que, de completarse y profundizarse las reformas estructurales<br />
emprendidas, la región no superaría un crecimiento del 5’5%. Finalmente, se concluye<br />
que, para crecer a tasas similares a las de Asia Oriental -superiores al 7%-, e ir superando<br />
a la vez la desigualdad y la brecha del desarrollo, habría que realizar, entre otras, dos<br />
inversiones principales: 1) en capital humano mediante el inmediato incremento de la escolarización<br />
básica de cinco a nueve años, y 2) en reformar radicalmente el sistema institucional<br />
del Estado.<br />
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