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Unidad III Oszlak-O´Donnell - Mabel Thwaites Rey

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Retomando el debate de ayer para fortalecer el actual<br />

rirse al proceso político subyacente a dichas administraciones y sin contemplar la necesidad de su eventual reforma.<br />

Aunque las reformas administrativas pueden iniciarse desde el ejecutivo o en forma tecnocrática, sólo se consolidarán<br />

si alcanzan un apoyo político y social suficiente. Los reformadores administrativos no están exentos de la necesidad<br />

de construir las bases políticas y sociales de los cambios propuestos.<br />

15 El profesor Caiden, al hacer balance de cuatro décadas de reforma administrativa, llegaba a la conclusión de que “nin-<br />

guna reforma administrativa podrá suplir la ausencia de una verdadera reforma institucional” (Caiden, 1991: 48). Las<br />

razones por las que la vieja reforma administrativa se mantuvo a nivel meramente instrumental y tecnocrático están<br />

bien identificadas. Una síntesis de la literatura latinoamericana sobre el tema se incluye en Prats (1997).<br />

16 Hace tiempo que venimos insistiendo en la necesidad de separar debidamente los conceptos de institución y de organi-<br />

zación a los efectos de un planteamiento mejor fundado de la reforma del estado (1995 Y 1997b). Para una aplicación de<br />

las consecuencias de la distinción al ámbito específico de la reforma de la función pública puede verse Prats (1997a).<br />

17 Si seguimos con el ejemplo anterior de la Aduana, ésta, como institución, no es un conjunto concreto de edificios,<br />

empleados, recursos financieros y técnicos, puestos a disposición de la autoridad para cumplir determinados objeti-<br />

vos. La Aduana-institución es el sistema normativo que, a partir del régimen vigente de comercio exterior, confía el<br />

control del tráfico internacional de mercancías a determinado grupo de funcionarios, estructura las relaciones de éstos<br />

con el poder político, establece las normas relacionales entre la organización aduanera y los empresarios y profesio-<br />

nales implicados en el tráfico. Es decir, la institución aduanera estructura el juego entre los diferentes actores -organi-<br />

zaciones o individuos-implicados en la importación y exportación de mercancías. Dicho juego no es sólo formal o<br />

legal. También puede haber actores informales -organizaciones de contrabando, grupos criminales con las conexiones<br />

más diversas, funcionarios y políticos corruptos...- que pueden haber estructurado un juego o institucionalidad infor-<br />

mal, a veces complementario y a veces en contradicción con la institucionalidad formal, pero tan importante como<br />

ésta como determinante del sistema de incentivos de los actores.<br />

18 Por seguir con el ejemplo de la Aduana, proponemos al lector que eche un vistazo a la forma en que Domingo Cavallo<br />

se planteó la reforma de la Aduana argentina y cómo y porqué sólo tuvo un éxito parcial. Allí hay todo un verdade-<br />

ro caso de las implicaciones de una reforma del estado cuando se hace en clave institucional. Fácilmente se puede<br />

contrastar con lo que resultaría de una aproximación meramente instrumental (Cavallo, 1997).<br />

19 La distinción que acabamos de proponer entre instituciones y organizaciones coincide con la formulada por la escue-<br />

la neoinstitucionalista de Douglas C. North (1989), aunque sus mejores fundamentos conceptuales están en la distin-<br />

ción establecida por Hayek entre “cosmos” y “taxis”, es decir, entre el orden social espontáneo y sus correspondien-<br />

tes sistemas normativos, por un lado, y el orden de las organizaciones y su correspondiente sistema normativo, por<br />

otro (Hayek, tomo I, capítulos 1 y 2). Para una exposición más pluridisciplinar y comprensiva de una diversidad de<br />

escuelas institucionalistas puede verse la obra de Scott (1995).<br />

20 Toda la obra de North es una excelente exposición del tema aquí indicado. Una visión más panorámica y sintética del<br />

programa de investigación del neoinstitucionalismo actual puede encontrarse en Eggertsson et al. (1996: 6-24). Este<br />

último trabajo podría haber inspirado el gráfico 2.1. del Banco Mundial (1997: 34), aunque informamos al lector que<br />

otros gráficos más completos pueden encontrarse en el excelente trabajo de Eggertsson. Dichos gráficos no sólo mues-<br />

tran la correlación existente entre instituciones y desempeño económico o riqueza, sino entre instituciones y organi-<br />

zaciones, así como la dinámica del cambio de la institucionalidad formal.<br />

21 El Banco Mundial se ha acercado así a la posición previamente defendida por una serie de autores, conforme a los<br />

cuales, hoy, la gobernación (“governing”) no consiste fundamentalmente en proveer bienes o servicios sino en crear<br />

el modelo o pautas de interacción entre los diversos actores intervinientes en el proceso político-administrativo<br />

(Kooiman, 1993: 275-282), o aquellos otros para los que las capacidades principales de gobernación (es decir, las de<br />

formulación de políticas públicas y de gestión o gerencia pública) sólo pueden separarse de las correspondientes en<br />

las organizaciones privadas por su referencia a la “governance” entendida como institucionalidad o sistema de articu-<br />

lación interorganizativa (Metcalfe, 1993: 185-196), o aquellos otros que indican que el problema hoy no es más o<br />

menos gobierno, sino mejor “governance”, es decir, mejor articulación del “proceso colectivo, a través del cual cada<br />

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