Unidad III Oszlak-O´Donnell - Mabel Thwaites Rey
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del bienestar implícitos y derivados de la teoría neoclásica y los enfrenta críticamente con otras aproximaciones alter-<br />
nativas. Finalmente los muros de Jericó del Banco Mundial no han sido insensibles a este clamor: la incorporación por<br />
el Banco del análisis institucional tenía que acarrear el reconocimiento de la institucionalidad informal o capital social.<br />
Ello ya ha producido un primer intento de reconceptualización de la “riqueza de las naciones” mediante la inclusión<br />
de la calidad medioambiental y el capital social medidos a través de una primera e interesante propuesta de indica-<br />
dores (Banco Mundial, 1997b).<br />
5 Una excelente síntesis de la génesis del modelo de sustitución de importaciones, de sus crisis, del retraso en su replan-<br />
teamiento y adaptación y de las líneas maestras del nuevo consenso sobre el desarrollo, es la expuesta por Iglesias (1992).<br />
La exposición de los intentos de adaptación o ajuste heterodoxo ensayados en América Latina, correspondientes con el<br />
no reconocimiento del agotamiento del modelo de desarrollo, y generadores al fin de nuevos procesos hiperinflaciona-<br />
rios, puede encontrarse en Edwards (1995). Desde el punto de vista de la modernización productiva, las implicancias del<br />
modelo de sustitución de importaciones están magníficamente analizadas en el trabajo de Carlota Pérez (1992).<br />
6 La gobernabilidad parece estarse convirtiendo en uno de los temas de nuestro tiempo. En 1975, Crozier, Huntington<br />
y Watanuki presentaron a la Comisión Trilateral un informe sobre la “gobernabilidad de las democracias”. Su tesis era<br />
que Estados Unidos, Europa y Japón enfrentaban serios problemas de gobernabilidad por la brecha creciente entre<br />
unas demandas sociales fragmentadas y en expansión y unos gobiernos cada vez más faltos de recursos financieros,<br />
de autoridad y de los marcos institucionales y de las capacidades exigidas por el nuevo tipo de acción colectiva. Para<br />
conjurar los riesgos de ingobernabilidad proponían diferentes líneas de cambio a nivel institucional, de capacidades<br />
de gobernación, de modelos mentales en relación a lo colectivo y de actitudes individuales.<br />
Por lo que a la República Federal Alemana se refiere, Renate Mayntz (1987 y 1993) ha sistematizado la literatura pro-<br />
ducida desde 1975 sobre el diagnóstico y las soluciones propuestas a los “fallos de gobernación”. Para hacerlo, ela-<br />
bora un marco conceptual, que a partir de ciertos referentes angloamericanos, distingue entre “governing”, “governan-<br />
ce” y “governability”, de modo muy cercano al que adoptamos en este trabajo.<br />
En el mundo hispánico la “gobernabilidad” se ha convertido en un tema importante tanto a nivel político como inte-<br />
lectual. La Cumbre Iberoamericana de Santiago de Chile y Valparaíso (noviembre de 1996) y la de noviembre de 1997<br />
en Venezuela se centran en la problemática de la “gobernabilidad democrática”. Uno de los primeros impulsores polí-<br />
ticos e intelectuales ha sido el Presidente Julio María Sanguinetti (1994). A destacar las aportaciones realizadas al tema<br />
por Bresser Pereira (1996), Fernández Feingold (1996), Prats (1996), Sagasti (1996), Sobhan (1996, donde se contiene,<br />
además, una cuidadosa presentación de la literatura producida por los organismos multilaterales de cooperación) y<br />
Tomasini (1992, 1993, 1996).<br />
7 La Cumbre Iberoamericana de noviembre de 1996, “Gobernabilidad para una Democracia Eficiente y participativa”,<br />
avanzó sensiblemente en la caracterización de la gobernabilidad democrática; distinguió entre las dimensiones socio-<br />
económica, política e internacional de ésta; planteó la necesidad del fortalecimiento institucional, de la descentraliza-<br />
ción, y de la reforma de la administración pública. La Cumbre llamó a los gobiernos y a las poblaciones a enfrentar<br />
los desafíos de la gobernabilidad y a fortalecer la cooperación política a estos efectos.<br />
8 El Banco Mundial que durante los 70 se había aplicado a la lucha contra la pobreza en base a su aproximación de<br />
“necesidades básicas”, en los 80 adoptó decididamente la aproximación neoclásica. En vez de invertir en proyectos<br />
específicos, el Banco empezó a procurar préstamos a los Gobiernos con dificultades en sus balanzas de pago a con-<br />
dición de que esos gobiernos acordaran poner en práctica políticas de ajuste estructural. Esta tendencia se acentuó<br />
con el nombramiento de A. W. Clausen para la presidencia del Banco en 1981, fecha desde la que el Banco comen-<br />
zó a incorporar la “nueva política económica” a su estrategia. Entretanto, el Fondo Monetario Internacional, que por<br />
naturaleza abogaba siempre políticas fiscales restrictivas, comenzó a ganar influencia en la medida en que más y más<br />
gobiernos acudían a él en busca de financiamiento. A lo largo de los 80, el Banco Mundial y el Fondo Monetario<br />
Internacional fueron imponiendo a un número creciente de gobiernos las recetas neoclásicas para el desarrollo<br />
(Rapley, 1996: 69). Es preciso reconocer, sin embargo, que incluso en sus años más doctrinarios, el Banco Mundial no<br />
se convirtió nunca en un bloque monolítico neoliberal (Mosley y otros, 1991: 24).<br />
Retomando el debate de ayer para fortalecer el actual<br />
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