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Antônio Silvino, el otro “gobernador del sertão” - Spanish

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The Colorado Review of Hispanic Studies | Vol. 4, Fall 2006 | pages 35–48<br />

<strong>Antônio</strong> <strong>Silvino</strong>, <strong>el</strong> <strong>otro</strong><br />

<strong>“gobernador</strong> d<strong>el</strong> <strong>sertão”</strong><br />

Nina Gerassi-Navarro, Tufts University<br />

El dos de diciembre de 1914 <strong>el</strong> Jornal do Recife, bajo <strong>el</strong> titular de<br />

“Odysséa de um bandido”, anunciaba en primera plana la espectacular<br />

captura d<strong>el</strong> notorio criminal d<strong>el</strong> sertão <strong>Antônio</strong> <strong>Silvino</strong>, conocido como “<strong>el</strong><br />

rifle de oro” y “<strong>el</strong> gobernador d<strong>el</strong> <strong>sertão”</strong>. Este hecho cerraba un importante<br />

capítulo d<strong>el</strong> bandidaje en <strong>el</strong> nordeste brasilero y supuestamente liberaba<br />

la región de uno de los bandidos más terribles de la historia cuyo mero<br />

nombre “incitaba <strong>el</strong> terror” (aún no había aparecido en acción <strong>el</strong> más notorio<br />

de todos los bandidos brasileros: Lampião). El despliegue de fotos que<br />

acompañaba <strong>el</strong> artículo debería permitir visualizar, según sugería su título<br />

“hechos y crímenes”, algunas de las cru<strong>el</strong>dades cometidas por <strong>el</strong> bandido<br />

así como los hechos que llevaron a su captura (ver figura 1).<br />

En vez de <strong>el</strong>lo, figuraba en <strong>el</strong> centro una foto de <strong>Antônio</strong> <strong>Silvino</strong>, des-<br />

pojado de sombrero y con la cabeza agachada. Alrededor de <strong>el</strong>la se desplegaban<br />

cuatro fotos más: una d<strong>el</strong> comandante de policía, otra d<strong>el</strong> sargento,<br />

una de todo <strong>el</strong> grupo de captura incluido su comandante y por último una<br />

foto de <strong>Silvino</strong> con la espalda descubierta luciendo la herida que atravesó<br />

su pulmón derecho, herida que facilitaría su captura. Más que los hechos y<br />

crímenes, la composición fotográfica rev<strong>el</strong>a la ambigüedad que permeó la<br />

historia d<strong>el</strong> bandidaje en <strong>el</strong> sertão desde fines d<strong>el</strong> siglo XIX hasta alrededor<br />

de 1940. Con excepción d<strong>el</strong> comandante (alférez Teóphanes Ferraz Torres),<br />

quien aparece retratado de tres cuartos de perfil, erguido y mirada firme, los<br />

soldados son indistinguibles, vistiendo a la usanza d<strong>el</strong> cangaceiro (camisa<br />

abierta, sombrero de ala ancha doblada hacia arriba, rifle y pañu<strong>el</strong>o). 1<br />

Esta composición de imágenes ilustra la compleja y larga r<strong>el</strong>ación que<br />

mantuvo <strong>el</strong> bandidaje en <strong>el</strong> sertão con <strong>el</strong> estado, en la que <strong>el</strong> cangaceiro<br />

fue parte de un sistema establecido de gobierno y a la vez se destacó como<br />

fuerza antagónica contra ese mismo sistema. Ya sea a través de su mitificación<br />

en los poemas de cord<strong>el</strong> o en los diarios que documentan sus hazañas,<br />

la figura d<strong>el</strong> bandido articula las contradicciones de un sistema legal<br />

que se mantuvo al margen d<strong>el</strong> mod<strong>el</strong>o hegemónico de modernización durante<br />

casi medio siglo en Brasil.<br />

35


36<br />

El nordeste brasilero<br />

es una región<br />

extensa y diversa en<br />

términos geográficos<br />

que abarca numerosos<br />

estados. 2 Pero lo que<br />

típicamente se conoce<br />

como <strong>el</strong> sertão nordestino<br />

es la región entre<br />

<strong>el</strong> valle d<strong>el</strong> río Cariri<br />

y <strong>el</strong> río San Francisco.<br />

Allí se expande una<br />

vasta zona semiárida,<br />

de su<strong>el</strong>o arcilloso, con<br />

una “naturaleza torturada”<br />

donde la flora<br />

raquítica es duramente<br />

golpeada por extensas<br />

sequías (algunas duran<br />

más de dos años, como<br />

las de 1834 y 1877) y lluvias<br />

impredecibles. La<br />

vegetación consiste en<br />

un pasto ralo, poblado<br />

de cactus y pequeños<br />

arbustos espinosos, la<br />

caatinga, que se expanden<br />

ahogándolo todo.<br />

Nina Gerassi-Navarro<br />

Figura 1: Prisión de <strong>Antônio</strong> <strong>Silvino</strong><br />

Como lo describiera Euclides Da Cunha en su extraordinario estudio sobre<br />

la guerra de Canudos, en <strong>el</strong> sertão “se esterilizan los aires abrasadores;<br />

se petrifica <strong>el</strong> su<strong>el</strong>o, agrietándose, requemando; brama <strong>el</strong> noreste en los<br />

yermos y, como un silicio desgarrador, la caatinga extiende sobre la tierra<br />

su maraña espinosa” (da Cunha 52). Esta es la zona que Gustavo Barroso<br />

denominó <strong>el</strong> “habitat d<strong>el</strong> bandidaje” (1). 3<br />

Casi todos los estudios históricos y etnográficos sobre <strong>el</strong> sertão subrayan<br />

la íntima conexión que existe entre <strong>el</strong> bandido y su medio ambiente. “El<br />

clima d<strong>el</strong> sertão tiene la culpa máxima de producir <strong>el</strong> cangaceiro” afirmará<br />

Barroso (20), como si la naturaleza dura e indómita fuera la que volviera<br />

al habitante violento e incivilizado. 4 La historia d<strong>el</strong> sertão es sin duda una<br />

historia de sufrimiento, plagada de reb<strong>el</strong>iones y enfrentamientos políticos<br />

y r<strong>el</strong>igiosos, donde rigió <strong>el</strong> latifundio y las pugnas entre coron<strong>el</strong>es (jefes locales),<br />

y donde la extrema pobreza se impuso a la gran mayoría. En O Outro<br />

Nordeste, Djacir Menezes sintetiza las características d<strong>el</strong> habitante d<strong>el</strong> sertão


Antonio <strong>Silvino</strong> 37<br />

según un binomio social: fanatismo y cangaço (19). Estos son los dos ejes<br />

que, según Menezes, explican los movimientos milenaristas que plagaron la<br />

región así como <strong>el</strong> bandidaje que la acosó. Conductas primitivas condicionadas<br />

por factores geográficos. Son, a la vez, los dos polos de reacción que<br />

posee <strong>el</strong> sertanejo ante las injusticias sociales y naturales: <strong>el</strong> fanático que<br />

procura conjurar los males a través de los procesos mágico-animistas de sus<br />

antepasados y <strong>el</strong> bandido que reacciona violentamente a través d<strong>el</strong> crimen<br />

ante una injusticia. Dos formas de supervivencia ante la hostilidad circundante.<br />

Entre los ejemplos más conocidos de los movimientos mesiánicos: <strong>el</strong><br />

de Antonio Cons<strong>el</strong>heiro en Canudos (fundada en 1893 y destruida en 1897), 5<br />

y <strong>el</strong> d<strong>el</strong> padre Cícero (1844–1934), intendente de Juazeiro do Norte; y entre<br />

los bandidos: Jesuíno Brilhante (1844–1879), <strong>Antônio</strong> <strong>Silvino</strong> (1875–1944),<br />

Lampião (1898–1938) y Corisco (muerto en 1940).<br />

Durante la colonia <strong>el</strong> nordeste fue una importante fuente económica<br />

gracias a los ingenios y la cría de ganado. Las haciendas se fueron expan-<br />

diendo tierra adentro con la ayuda de las sesmarias, entregándose a aqu<strong>el</strong>las<br />

familias que pudieran proteger la tierra y utilizarla para la cría de ganado a<br />

cambio de su lealtad a la Corona. 6 Eventualmente se convirtieron en latifundios<br />

cuyo poder llegó a competir con <strong>el</strong> de los dueños de los ingenios en<br />

<strong>el</strong> litoral. 7 El sistema de gobierno en estos latifundios era un sistema feudal.<br />

El propietario mantenía esclavos, sirvientes, familiares, dándoles comida y<br />

protección a cambio d<strong>el</strong> servicio que los demás le proveían. Esto fue <strong>el</strong> origen<br />

de lo que se conocería como coron<strong>el</strong>ismo, cuyo apogeo en <strong>el</strong> nordeste<br />

coincidió con <strong>el</strong> inicio d<strong>el</strong> proceso de modernización d<strong>el</strong> Brasil. También<br />

aseguraría una división de clase muy marcada entre una mayoría sumamente<br />

empobrecida y dependiente, y una oligarquía terrateniente que con<br />

<strong>el</strong> paso d<strong>el</strong> tiempo iría consolidando un enorme poder. El coron<strong>el</strong>ismo se<br />

inicia durante <strong>el</strong> imperio cuando los hacendados se vu<strong>el</strong>ven jefes políticos<br />

al encargarse de las milicias regionales. Son los responsables de administrar<br />

la región (demasiado distante para la Corona): aseguran <strong>el</strong> orden y la<br />

implementación de la ley. Por su lealtad, la Corona les otorgó un carácter<br />

jurídico a su gobierno, lo cual terminó por afianzar su poder (Machado 32).<br />

El título de coron<strong>el</strong> les quedó de cuando pasaron a ser parte de la Guardia<br />

Nacional. 8 Simultáneamente para asegurar y mantener su poder <strong>el</strong> coron<strong>el</strong><br />

contrataba vaqueros, jagunços para que defendieran su territorio, ya sea<br />

arando la tierra o matando sus enemigos. 9 Bajo este sistema, <strong>el</strong> coron<strong>el</strong> pasó<br />

a nombrar funcionarios públicos, d<strong>el</strong>egados e inclusive jueces; mientras, la<br />

autoridad estatal colaboraba para que esta situación continuara, de allí que<br />

surgieran disparidades extremas entre lo legal e ilegal. Bajo <strong>el</strong> coron<strong>el</strong>ismo,<br />

en <strong>el</strong> sertão, la ley de gobierno se reducía a ser amigo o enemigo d<strong>el</strong> coron<strong>el</strong>.<br />

La sequía de 1877–1879 tuvo un rol importante en <strong>el</strong> resquebrajamiento<br />

d<strong>el</strong> orden d<strong>el</strong> sertão y la aparición de la violencia como forma instrumental<br />

de poder. A pesar de haberse introducido <strong>el</strong> cebú, especie más resistente y


38<br />

Nina Gerassi-Navarro<br />

adaptable a la región, <strong>el</strong> ganado sufrió enormemente. 10 El sertanejo pasó<br />

hambre, dejó de recibir protección, perdió la posibilidad d<strong>el</strong> usufructo de<br />

la tierra, y pasó a estar cada vez más supeditado a la voluntad d<strong>el</strong> coron<strong>el</strong>.<br />

Para muchos, estos <strong>el</strong>ementos, junto con la falta de educación fueron lo que<br />

promovió tanto <strong>el</strong> mesianismo como <strong>el</strong> surgimiento d<strong>el</strong> cangaceiro. 11 Por<br />

otra parte, la caída d<strong>el</strong> imperio (1889) y la creación de la Nueva República<br />

fueron afianzando una división social que fue conceptualizada en los tér-<br />

minos (importados d<strong>el</strong> ámbito hispanoamericano) de civilización y barbarie.<br />

Mientras <strong>el</strong> país se reconstituía con un gobierno federal y republicano<br />

bajo una nueva constitución, la aristocracia rural quedaba aislada y<br />

rápidamente desplazada por los centros urbanos. Las haciendas d<strong>el</strong> norte<br />

comenzaron a dividirse por disputas y cuestiones de herencia, dejando a<br />

la mayoría de los habitantes atrapados entre las p<strong>el</strong>eas. Ya <strong>el</strong> traslado de la<br />

capital de Salvador de Bahía a Rio de Janeiro en 1763 había anunciado de alguna<br />

manera <strong>el</strong> cambio que se avecinaba. Una vez consolidada la República<br />

los cambios fueron aún más drásticos. Las reformas políticas se realizaron<br />

para promover los productos brasileros en <strong>el</strong> mercado internacional. La<br />

sustitución d<strong>el</strong> azúcar por <strong>el</strong> café como producto de exportación ayudó<br />

a transferir <strong>el</strong> centro económico d<strong>el</strong> país al sur, hacia San Pablo, Rio de<br />

Janeiro y Minas Gerais. Se construyeron y renovaron puertos y ciudades.<br />

Junto con las oleadas de inmigrantes, las ciudades vieron surgir los símbolos<br />

de la modernización: edificios nuevos, calles anchas bordeadas de cafés<br />

(como la avenida Beira Mar en Rio), teatros y parques. La reterritoriali-<br />

zación d<strong>el</strong> país fue dramática. Y con estos cambios llegaron nuevos valores<br />

culturales regidos por la expansión capitalista. El norte quedó r<strong>el</strong>egado a<br />

la periferia, la barbarie, atrapado en sus luchas territoriales. A pesar de la<br />

modernización, se mantuvo un pacto entre <strong>el</strong> Estado y los coron<strong>el</strong>es de no<br />

intervenir en las luchas de poder, volviéndose estas sumamente violentas<br />

(Chiavenato). 12 Para <strong>el</strong> sertanejo la República representó <strong>el</strong> fin de un modo<br />

de vida que conocía, de allí que lo identificara con “<strong>el</strong> orden social d<strong>el</strong><br />

diablo” y que lo resistiera (Souza-Martins 20).<br />

Al volverse más difícil la vida en <strong>el</strong> sertão, comenzaron a surgir bandas<br />

de cangaceiros independientes en diferentes estados d<strong>el</strong> nordeste, libres d<strong>el</strong><br />

control de los coron<strong>el</strong>es. 13 Al principio las bandas asaltaban haciendas para<br />

conseguir comida y a veces para vengarse de alguna injusticia. Las prime-<br />

ras bandas eran conocidas por <strong>el</strong> nombre de su jefe: Jesuíno Brilhante,<br />

<strong>Silvino</strong> Aires. A principios d<strong>el</strong> siglo XX apareció <strong>Antônio</strong> <strong>Silvino</strong>, apodado<br />

<strong>el</strong> <strong>“gobernador</strong> d<strong>el</strong> <strong>sertão”</strong> quien, además de robar haciendas y vengarse de<br />

injusticias cometidas, repartía parte de lo que saqueaba a los pobres, lo cual<br />

le dio un lugar especial en la percepción popular (Ferraz 36). Pero la partici-<br />

pación en <strong>el</strong> sistema político se debe a que los cangaceiros también fueron<br />

adoptados o protegidos por los coron<strong>el</strong>es; no eran pagados por los coron<strong>el</strong>es<br />

pero si recibían favores, como <strong>el</strong> permiso para actuar en ciertas áreas y la


Antonio <strong>Silvino</strong> 39<br />

posibilidad de refugiarse en determinadas haciendas donde por lo general<br />

recibían armas y municiones. Sin embargo, sus objetivos eran inmediatos.<br />

No puede decirse que tuvieran una conciencia social aún cuando hubiera<br />

excepciones como la de <strong>Silvino</strong> en cuanto a su conducta (Hobsbawm).<br />

Como grupo, los cangaceiros no buscaban reivindicaciones políticas ni sociales,<br />

ni luchaban por la posesión de la tierra. De hecho, como afirma Júlio<br />

Chiavenato: “El cangaço no representaba una verdadera amenaza al latifundio:<br />

los cangaceiros no pretendían la tierra, no luchaban por la igualdad social.<br />

Eran reb<strong>el</strong>des que buscaban en <strong>el</strong> crimen una supervivencia más fácil,<br />

imposible de conseguir a través d<strong>el</strong> trabajo [. . .] Eran la opción racional, si<br />

es que se puede usar esa palabra, para <strong>el</strong> latifundio amenazado por la miseria<br />

d<strong>el</strong> pueblo” (17). En este sentido <strong>el</strong> cangaceiro y su criminalidad pueden<br />

verse como parte d<strong>el</strong> sistema instituido, una extensión d<strong>el</strong> coron<strong>el</strong>ismo,<br />

que en su momento tuvo un poder legal, aún cuando ese poder fuera cuestionable.<br />

De allí que se pueda decir que <strong>el</strong> lugar que ocupa <strong>el</strong> cangaceiro con<br />

respecto a la ley es oblicuo. Por un lado <strong>el</strong> cangaceiro está fuera de la ley y<br />

desde la posición d<strong>el</strong> estado es sin duda un criminal. Pero su criminalidad<br />

se complica en la medida en que no se opone necesariamente a las leyes sino<br />

a la ineficiencia d<strong>el</strong> sistema legal. Las leyes no protegen a todos por igual<br />

sino a algunos, dependiendo de sus alianzas políticas. Y aquí es donde <strong>el</strong><br />

resistir al estado se vu<strong>el</strong>ve un acto político. En este sentido <strong>el</strong> cangaceiro se<br />

vu<strong>el</strong>ve criminal por tomar las leyes en sus manos de forma independiente,<br />

ya no sólo bajo <strong>el</strong> escudo d<strong>el</strong> coron<strong>el</strong>.<br />

La conceptualización d<strong>el</strong> poder político está circunscrita al Estado, o sea<br />

a las instituciones o personas que ejercen <strong>el</strong> poder en su nombre. De esta<br />

manera <strong>el</strong> Estado surge como <strong>el</strong> único con capacidad de ejercer la violencia<br />

en nombre de un derecho institucionalizado en la sociedad, en nombre de<br />

la justicia. La ley es un simple instrumento de poder (Foucault 141). Es la<br />

fuerza que autoriza que se pueda matar en su nombre. El cangaceiro no; por<br />

lo menos no oficialmente. Pero los dos están íntimamente vinculados. El<br />

tener un puesto oficial de cualquier tipo o <strong>el</strong> querer reivindicar un derecho<br />

propio inmediatamente expone al individuo al crimen, justamente por la<br />

arbitrariedad d<strong>el</strong> sistema legal. De allí que afirme Gustavo Barroso con res-<br />

pecto al padre de <strong>Antônio</strong> <strong>Silvino</strong>, quien tuvo un puesto oficial “No sertão,<br />

do criminoso à autoridade e desta áqu<strong>el</strong>e a distância é nenhuma. Eis por que<br />

se pode afirmar que, assumindo o posto que o governo lhe confio, deu o pai<br />

de <strong>Antônio</strong> <strong>Silvino</strong> o primeiro passo para o crime” (en Souto Maior 30).<br />

El paso de sertanejo a cangaceiro no es <strong>el</strong> resultado de una decisión organizada.<br />

Por lo general <strong>el</strong> proceso se inicia con una venganza. Ante un<br />

acto de injusticia que podría ser la expropiación de su tierra, una acusación<br />

infundada o una ofensa personal o a algún familiar, <strong>el</strong> sertanejo toma la<br />

ley en sus manos. Vengada la ofensa, se retira tierra adentro y entra por lo<br />

general en una banda de cangaceiros, quienes a su vez le ofrecen protección


40<br />

Nina Gerassi-Navarro<br />

y una forma alternativa de supervivencia (Souza-Martins 39). La historia<br />

de <strong>Antônio</strong> <strong>Silvino</strong> es un buen ejemplo d<strong>el</strong> proceso y aparece r<strong>el</strong>atado en<br />

numerosos poemas de cord<strong>el</strong>. A historia de <strong>Antônio</strong> <strong>Silvino</strong> publicado en<br />

1907 por Francisco das Chagas Baptista, quien junto con Leandro Gómez<br />

de Barros fueron los dos poetas más exitosos en publicitar la historia de<br />

<strong>Silvino</strong> articula claramente la evolución de sertanejo a cangaceiro:<br />

Como ninguem ignora,<br />

Na minha patria natal<br />

Ser cangaceiro é a coisa<br />

Mais commum e natural;<br />

Por isto herdei de meu pae<br />

Esse costume brutal. . .<br />

Até os vinte e um annos<br />

Vivi calmo e sosegado,<br />

Desfructando a mocidade<br />

Como un sertanejo honrado<br />

Porém nessa edade o crime<br />

Quiz me fazer desgraçado.<br />

No anno mil oitocentos<br />

E noventa e seis (lembrado<br />

Inda estou), em Janeiro<br />

Meu pae foi assassinado,<br />

Por José Ramos da Silva<br />

E um subd<strong>el</strong>egado.<br />

O José Ramos foi preso<br />

E p’ra casa de Detenção<br />

Da capital do Estado<br />

Desceu escoltado, então<br />

Ficou o subd<strong>el</strong>egado<br />

Sem a menor punição (2–3).<br />

El padre de <strong>Silvino</strong> era d<strong>el</strong>egado con fama de valiente por haber matado<br />

a un pistolero que intentó matarlo. Por avatares de la política, pierde su<br />

lugar de privilegio y <strong>el</strong> coron<strong>el</strong> Luiz <strong>Antônio</strong> lo manda arrestar. El padre<br />

de <strong>Silvino</strong> resiste y Desiderio Ramos lo mata. 14 Si bien Ramos es procesado,<br />

lo absu<strong>el</strong>ven. El abogado de la familia de <strong>Silvino</strong> ap<strong>el</strong>a la sentencia y los<br />

acusados vu<strong>el</strong>ven a la casa de detención de Recife. Al ser trasladados, los<br />

presos logran escapar “tranquilamente” (Souto Maior 31). <strong>Silvino</strong>, cuyo<br />

verdadero nombre era Manu<strong>el</strong> Baptista de Moraes (1875–1944), natural de<br />

Pernambuco, decide entonces vengar la muerte de su padre y asume su destino.<br />

Como en la mayoría de los poemas, la historia es r<strong>el</strong>atada por <strong>el</strong> mismo


Antonio <strong>Silvino</strong> 41<br />

<strong>Silvino</strong>, su voz siempre presente. <strong>Silvino</strong> no lo encuentra a José Ramos pero<br />

mata a un sobrino suyo y a un subd<strong>el</strong>egado que lo acompañaba:<br />

Manu<strong>el</strong> Ramos Cabaceiro,<br />

De José Ramos sobrinno,<br />

S’tava junto a João Rosa;<br />

Encontrei-os n’um caminho,<br />

Matei a ambos só para<br />

Manu<strong>el</strong> não morrer sozinho (Chagas 3–4).<br />

Cometido <strong>el</strong> crimen, <strong>Silvino</strong> y su hermano se unen a la banda de <strong>Silvino</strong><br />

Aires, hijo de una poderosa familia, los Cavalcanti de la sierra de Texeira en<br />

Paraiba. Al morir Aires, <strong>Silvino</strong> asume <strong>el</strong> liderazgo de la banda tomando <strong>el</strong><br />

nombre de <strong>Antônio</strong> <strong>Silvino</strong> en honor a su “padrino” <strong>Silvino</strong> Aires. <strong>Silvino</strong><br />

no tiene opciones; si quiere vengar la muerte de su padre sabe lo que le espera<br />

(“Eu abraçei a má sorte” dirá <strong>el</strong> poema, 4). La explicación que ofrece<br />

<strong>el</strong> poema es por un lado correcto históricamente pero a la vez introduce <strong>el</strong><br />

humor y astucia que caracteriza <strong>el</strong> retrato de los bandidos en los folletos,<br />

por lo cual <strong>el</strong> r<strong>el</strong>ato de sus aventuras se vu<strong>el</strong>ve tan entretenido. Este es <strong>el</strong><br />

aspecto más distintivo d<strong>el</strong> cord<strong>el</strong> en su r<strong>el</strong>ato de los crímenes o “proezas”<br />

de <strong>Silvino</strong>: <strong>el</strong> entretenimiento. Por otra parte <strong>Silvino</strong> es consciente de su<br />

imagen pública y <strong>el</strong> cord<strong>el</strong> lo ayuda a publicitarla. Dice respetar a las mujeres,<br />

sólo roba para no morir de hambre, y no hiere a quien no lo hiere; en<br />

otras palabras se presenta como un hombre con sentido de justicia:<br />

Saibam todos que não sou<br />

Como dizem tão malvado!<br />

Se aos meus inimigos,<br />

Eu tenho assassinado,<br />

E’ porque <strong>el</strong>les me offendem<br />

A matal-os sou obrigado (Chagas 4).<br />

La actuación de <strong>Silvino</strong> por <strong>otro</strong> lado aparece justificada en un artículo publicado<br />

en <strong>el</strong> Diario de Pernambuco. En dicho artículo, titulado “<strong>Antônio</strong><br />

<strong>Silvino</strong>: notas curiosas”, <strong>el</strong> periodista analiza <strong>el</strong> origen d<strong>el</strong> bandidaje.<br />

Siguiendo la racionalización d<strong>el</strong> determinismo social, destaca las condiciones<br />

climáticas (un invierno de vegetación abundante y un verano que lo seca<br />

todo) como <strong>el</strong> factor clave que afecta al sertanejo, quien tiene un alma dócil e<br />

ingenua pero que es llevado a impulsos violentos. Subraya que esa docilidad:<br />

será facilmente levada p<strong>el</strong>as conquistas da civilização, no dia em que as<br />

locomotivas apitarem por entre as suas serras e as escolas de ensino primario<br />

e profissional fizeram a educação do povo, como <strong>el</strong>a debe ser feita.<br />

Emquanto isto não suceda, de tempos em tempos, apparecerão nos sertões<br />

esses bandidos famosos, que zombam do poder publico e são protegidos<br />

largamene p<strong>el</strong>o povo. É o caso de <strong>Antônio</strong> <strong>Silvino</strong> (Diario de Pernambuco,<br />

12 de junio, 1910, primera sección).


42<br />

Nina Gerassi-Navarro<br />

<strong>Silvino</strong>, entonces, es un producto no de la barbarie individual sino de la<br />

barbarie regional, nacional. La responsabilidad de sus actos yace en <strong>el</strong><br />

Estado que no cumple con su mandato de “civilizar”, que también debería<br />

entenderse como “proteger”, a su población. Las acciones de los bandidos<br />

en este sentido son la visualización de la ausencia de ley, la falla de las instituciones<br />

gubernamentales. Si bien los crímenes de los bandidos pueden<br />

ser actos de venganza no puede decirse que sean actos de justicia popular<br />

(Foucault). Eric Hobsbawm los definió como “bandidos sociales”, “reb<strong>el</strong>des<br />

primitivos” cuyas acciones servían para limitar <strong>el</strong> poder de la <strong>el</strong>ite rural<br />

o vengar a las víctimas, y su propósito era “perseguir la defensa o restauración<br />

d<strong>el</strong> orden tradicional de las cosas ‘tal como deberían ser’ (lo que, en las<br />

sociedades tradicionales, quiere decir tal como se cree que habían sido en<br />

un pasado real o mítico)” (42). Hobsbawm cataloga los cangaceiros como<br />

vengadores heroicos, capaces de incitar un terrible pánico en la población.<br />

No son bandidos nobles a la Robin Hood, porque cometen crímenes indiscriminadamente<br />

y son “antojadizos”, pero afirma que <strong>el</strong>los se ven como defensores<br />

d<strong>el</strong> bien. Lo curioso es que Hobsbawm se basa fundamentalmente<br />

en los folletos de cord<strong>el</strong>, o sea en un retrato ficticio de los bandidos que, si<br />

bien parte de la realidad de los hechos, no se propone ofrecer un análisis<br />

histórico de sus acciones y de hecho juega con <strong>el</strong>las. 15<br />

Las contradicciones d<strong>el</strong> lugar que ocupa <strong>Silvino</strong> con respecto a la legalidad<br />

se reflejan claramente en <strong>el</strong> artículo que narra su captura, donde<br />

<strong>Silvino</strong> oscila entre ser <strong>el</strong> objeto capturado y ser <strong>el</strong> sujeto d<strong>el</strong> r<strong>el</strong>ato. Bajo <strong>el</strong><br />

subtítulo de “<strong>Antônio</strong> <strong>Silvino</strong> faz rev<strong>el</strong>ações importantes” <strong>Silvino</strong>, casi al<br />

igual que en <strong>el</strong> cord<strong>el</strong>, enumera una lista de crímenes cometidos (asesinatos,<br />

quemas, robos y “<strong>otro</strong>s servicios”). Pero cuando <strong>el</strong> periodista le pide<br />

que narre su primer asesinato <strong>Silvino</strong> le responde—como muchas veces lo<br />

haría posteriormente—que no quiere hablar más. A <strong>Silvino</strong> le gusta contar<br />

sus hazañas y lo hace con gran humor y perspicacia, pero siempre siguiendo<br />

su propio criterio que es lo que lo vu<strong>el</strong>ve entretenido. Cuando <strong>el</strong> periodista<br />

le pregunta su edad le responde que tiene trescientos años y, ante la perplejidad<br />

d<strong>el</strong> entrevistador, aclara “E’ que eu tinha os dias muito compridos”<br />

(Jornal de Recife, 2 de diciembre, 1914, primera página). Con gran astucia<br />

<strong>Antônio</strong> <strong>Silvino</strong> mantiene <strong>el</strong> control de su narración y entretiene a su público;<br />

no deja que nadie cuente su historia. Sus crímenes son presentados<br />

como “proezas”, implícitamente aludiendo a su valor, son una aventura. El<br />

subtexto subraya su valentía, heroicidad y viveza; así es como se lo ve en la<br />

cultura popular y lo retratan los poemas de cord<strong>el</strong>. 16<br />

Volviendo a la noticia de su captura, <strong>el</strong> retrato verbal está en clara tensión<br />

con <strong>el</strong> visual reproduciendo <strong>el</strong> conflicto que rodea la clasificación d<strong>el</strong><br />

bandido. Teóphanes Ferraz Torres, <strong>el</strong> comandante de policía que logra capturarlo<br />

y que será condecorado y promovido a teniente, es <strong>el</strong> héroe regional.<br />

Ferraz Torres, <strong>el</strong> joven (tiene apenas 20 años) “audaz y brioso alférez”, se


Antonio <strong>Silvino</strong> 43<br />

convierte en <strong>el</strong> símbolo triunfal de la ley, al vencer al “Mussolini sertanejo”.<br />

El general Dantas Barreto, gobernador d<strong>el</strong> Estado, publicita eufóricamente<br />

la victoria y llegan f<strong>el</strong>icitaciones de todos los estados vecinos. Al describir<br />

las acciones de Ferraz Torres, <strong>Silvino</strong> es retratado como una “terrible fiera<br />

humana”. Pero las declaraciones d<strong>el</strong> alférez son comedidas, sobrias, enmarcadas<br />

por <strong>el</strong> r<strong>el</strong>ato de <strong>Silvino</strong> que ocupa la mayor parte d<strong>el</strong> artículo. 17<br />

En cierta forma en <strong>el</strong> texto la imagen de derrota identificada con <strong>Silvino</strong> se<br />

diluye. Hay sin duda una fascinación con <strong>el</strong> bandido. <strong>Silvino</strong> es <strong>el</strong> capitán;<br />

Ferraz Torres es sólo un subteniente. <strong>Silvino</strong> es la historia, y es contada<br />

según sus parámetros. Al observar las fotos d<strong>el</strong> artículo, los dos retratos<br />

––<strong>el</strong> de Teóphanes y <strong>el</strong> de <strong>Silvino</strong>— son los que se destacan d<strong>el</strong> resto, reproduciendo<br />

la tensión textual entre lalegalidad y lo ilegal. Las dos imágenes<br />

son las únicas que aparecen en forma ovalada, <strong>el</strong> de Teóphanes pareciera<br />

tener un marco de verdad, como si fuera una reproducción de un retrato<br />

oficial, mientras que <strong>el</strong> de <strong>Silvino</strong> carece de marco y pareciera ser recortada<br />

de una foto mayor (su mano derecha se extiende más allá d<strong>el</strong> marco). Las<br />

dos fotos se tocan y ambas figuras aparecen de medio cuerpo, aunque la de<br />

<strong>Silvino</strong> llega hasta la cadera. En la foto de la extrema izquierda <strong>el</strong> alférez,<br />

afeitado y serio, se destaca por su porte erguido y su uniforme impecable,<br />

kepis incluido. Mira a la lontananza como si nada ni nadie pudiera perturbar<br />

su determinación. A su lado, pero en <strong>el</strong> centro, aparece <strong>Silvino</strong>, ligeramente<br />

encorvado (dicen que ese era su andar), mirando desde un ángulo<br />

inferior hacia la cámara, los ojos casi escondidos, la mirada apenas distinguible.<br />

Su camisa blanca de cu<strong>el</strong>lo abierto, faja y chaqueta abierta parecen<br />

cuidadas pero sin resaltar. Su porte no es la de un ser triunfante, de grandes<br />

proezas; más bien parece empequeñecido, vencido, las manos colgando a<br />

su lado, como si no supiera qué hacer con <strong>el</strong>las, como si no supiera cómo<br />

verse a sí mismo. Es la presa capturada. Esta imagen contrasta con aqu<strong>el</strong>la<br />

que a menudo circulaba en la portada de los folletos de cord<strong>el</strong> de Chagas<br />

Baptista y Gomes de Barros, en la que <strong>Silvino</strong> aparece erguido, con sombrero<br />

y su estimado Winchester. La de Ferraz Torres es una foto posada, la<br />

de <strong>Silvino</strong> es una foto que le imponen, <strong>el</strong>iminándole sus objetos preciados<br />

(rifle, sombrero y anillos).<br />

Esta tensión entre imagen y texto reproduce la tensión que existió entre<br />

<strong>el</strong> retrato d<strong>el</strong> bandido que promovió <strong>el</strong> Estado y la forma en que la cultura<br />

popular lo retrató. Con sólo ojear los títulos de la enorme cantidad de poemas<br />

de cord<strong>el</strong> que circularon en su momento sobre bandidos (y que aún<br />

circulan), 18 resulta evidente para la cultura popular que los bandidos están<br />

lejos de la imagen brutal y marginal que presenta <strong>el</strong> Estado.<br />

Lo curioso es que su retrato de figura heroica no pertenece únicamente<br />

al mundo recreado por <strong>el</strong> cord<strong>el</strong>. Los periódicos reproducen hasta cierto<br />

punto la misma imagen. El caso de <strong>Silvino</strong> es llamativo. Si bien los titulares<br />

que informan sobre los acosos de <strong>Silvino</strong> pocas veces lo presentan como un


44<br />

Nina Gerassi-Navarro<br />

criminal (“Ultimas noticias” “Nuevas proezas” “Notas curiosas”), los diarios<br />

no romantizan sus crímenes. Abundan las referencias a sus estragos y se<br />

documentan sus “horribles escenas salvajes” y sus “bárbaros procedimientos”.<br />

En Caruarú, por ejemplo, mata animales indiscriminadamente, quema<br />

doscientas bolsas de algodón y treinta cargas de algodón en rama (Diario de<br />

Pernambuco, 11 de enero 1907, primera sección). En sus recorridos asalta los<br />

habitantes de la región exigiéndoles dinero y comida para su banda, ataca<br />

destacamentos militares, <strong>el</strong> correo, y numerosas veces la compañía inglesa<br />

ferroviaria Great Western. 19 Algunos periodistas se irritan con <strong>Silvino</strong> y lo<br />

encuentran una figura lamentable, sobre todo luego de ser encarc<strong>el</strong>ado. El<br />

periodista Carlos Dias Fernandes en <strong>el</strong> Jornal do Recife afirma:<br />

A minha entrevista com <strong>Silvino</strong> foi antes uma vastíssima decepção. O<br />

legendario facinora de tantas proezas sanguinarias a que zambou por tão<br />

dilatados annos das diligencias heroicas e obstinadas do poder publico, o<br />

duende sinistro dos ermos sertanejos, o ladrão rural, o pseudo amigo dos<br />

pobres o capataz aguerrido das s<strong>el</strong>vas, não passa de ser um criminoso vulgar<br />

[…] é um covarde e um analgesico, de mãos femeninas e molles, com<br />

dedos frageis […] (citado en Barroso 271–273).<br />

Pero la mayoría de los periodistas, aún reconociendo y documentando<br />

sus crímenes rev<strong>el</strong>an un deslumbramiento por su figura. Sus acciones no<br />

son predecibles. Luego de varios asaltos y liberar a unos cuantos presos en<br />

la ciudad de Pilar, estado de Paraíba, <strong>Silvino</strong> “Ao sair distribuiu com os<br />

pobres que estacionavam em frente à casa do d<strong>el</strong>egado, mais de 200,000<br />

en dinheiro e grande cantidade de fazendas. Os populares entusiasmados<br />

com tamaña liberalidade victoriaram-no calorosamente” (Diario de<br />

Pernambuco, 5 de marzo 1907, primera sección). En <strong>el</strong> artículo ya citado que<br />

analizara la situación d<strong>el</strong> bandidaje, <strong>el</strong> periodista reproduce una anécdota<br />

contada por un int<strong>el</strong>igente caballero, llegado de Paraíba quien se entrevistó<br />

con <strong>el</strong> bandido. Lo describe a <strong>Silvino</strong> de buen humor, lleno de anillos.<br />

Ante la pregunta d<strong>el</strong> informante de lo que más le gusta d<strong>el</strong> mundo <strong>Silvino</strong><br />

responde “las flores”. Y la sorpresa continúa al mostrarle al informante su<br />

archivo de cartas y recortes de periódico sobre <strong>el</strong> presidente de Paraíba. La<br />

nota cierra con una afirmación de <strong>Silvino</strong> quien se despide d<strong>el</strong> viajero (y de<br />

sus lectores) diciendo: “‘Veja que não sou tão ruim como se diz’” (Diario de<br />

Pernambuco, 12 de junio, 1910, primera sección)<br />

Los periodistas parecen seducidos por la perspicacia de <strong>Silvino</strong> y a<br />

menudo sus crónicas se asemejan a los poemas de cord<strong>el</strong> en la medida en<br />

que repiten los mensajes d<strong>el</strong> mismo <strong>Silvino</strong>. En una nota que describe un<br />

asalto en <strong>el</strong> estado de Paraíba, al final <strong>el</strong> corresponsal agrega bajo la entrada<br />

de “Nota interesante”: “Esse bandido mostra actualmente a quem queira<br />

vêr p<strong>el</strong>as estradas, uma peia de couro cru, enfeitada de fitas multicôres,<br />

dizendo que a tem para acoitar gente grande, porque para os pequeños tem<br />

bala” (Diario de Pernambuco, 28 de marzo, 1906, primera sección).


Antonio <strong>Silvino</strong> 45<br />

La evidente ambigüedad entre la imagen d<strong>el</strong> bandido como criminal<br />

y héroe apunta a un conflicto interno mucho mayor: <strong>el</strong> lugar de la ley en<br />

<strong>el</strong> sertão. Tanto la cultura oficial como la popular identifican a <strong>Silvino</strong>,<br />

Lampião y muchos <strong>otro</strong>s como bandidos p<strong>el</strong>igrosos. Según la ley d<strong>el</strong> estado<br />

sus crímenes son graves y merecen castigo; para la cultura popular<br />

sus crímenes son tan condenables como lo es la falta de justicia y <strong>el</strong> abuso<br />

de poder por parte d<strong>el</strong> estado. Los actos de los bandidos son heroicos en la<br />

medida en que ayudan a completar <strong>el</strong> retrato d<strong>el</strong> sertão. Su heroísmo está<br />

en <strong>el</strong> desafío; de allí que <strong>el</strong> r<strong>el</strong>atar dichos hechos como entretenimiento y<br />

memoria de un pasado heroico pueda leerse como una resistencia al poder<br />

hegemónico.<br />

<strong>Silvino</strong> fue condenado a 239 años y ocho meses de prisión. Pero en 1937,<br />

luego de más de veinte años en la cárc<strong>el</strong>, fue liberado por un indulto decretado<br />

por <strong>el</strong> presidente Getulio Vargas. Pidió indemnización fue enviado<br />

a trabajar en la rodoviaria Rio-Bahía, hasta que volvió al nordeste donde<br />

murió. Durante un tiempo <strong>Silvino</strong>, vanidoso y místico, siguió contando<br />

sus aventuras, pero ya quizás por estar más envejecido, sus r<strong>el</strong>atos no resultaron<br />

tan atractivos. Y sobre todo porque unos años después de su encarc<strong>el</strong>amiento<br />

Virgulino Ferreira da Silva, Lampião, <strong>el</strong> rey d<strong>el</strong> cangaço habría<br />

de entrar en acción. 20<br />

La historia de bandidos sigue fascinando a lectores, poetas, historia-<br />

dores e investigadores de todo tipo. Es quizás por la ambivalencia que subyace<br />

en su figura donde las reglas claras legitimadas por la ley son cuestionadas<br />

y donde se evidencia la arbitrariedad d<strong>el</strong> sistema. Por otra parte desde<br />

<strong>el</strong> momento en que se traza la d<strong>el</strong>imitación entre lo legal e ilegal, la historia<br />

de un bandido como <strong>Antônio</strong> <strong>Silvino</strong> ilustra hasta donde la ilegalidad y<br />

legalidad están interr<strong>el</strong>acionadas. Desde que se impone la ley, la resistencia<br />

surge como parte integral de su campo, y esto es lo que su r<strong>el</strong>ato refleja tan<br />

claramente. El momento de mayor fascinación es sin duda <strong>el</strong> encuentro<br />

de las dos fuerzas, los dos lados de la historia, cuando las miradas se encuentran<br />

como en las fotos de su captura. Una vez que <strong>el</strong> bandido ha sido<br />

controlado por la ley, que su campo de acción ha sido reducido, su historia<br />

deja de seducir. El momento d<strong>el</strong> conflicto es lo que más importa. Por <strong>el</strong>lo,<br />

<strong>el</strong> r<strong>el</strong>ato d<strong>el</strong> encuentro final reproduce esta tensión entre lo legal y lo ilegal<br />

como parte de un todo mayor.<br />

Quizás ésta sea la mejor explicación de la vigencia d<strong>el</strong> cord<strong>el</strong>: saber<br />

captar esa ambivalencia de la legalidad. El cord<strong>el</strong> al igual que la figura<br />

d<strong>el</strong> bandido recorre ambos campos para enfrentarlos y hacerlos dialogar.<br />

Como dijera Octavio Ianni en Enigmas de la modernidad-mundo: “Todo<br />

viaje tiene <strong>el</strong> objetivo de rebasar las fronteras, tanto disolviéndolas como<br />

recreándolas. Al mismo tiempo que d<strong>el</strong>imita diferencias, singularidades<br />

o alteridades, también d<strong>el</strong>imita semejanzas, continuidades, resonancias.<br />

Tanto singulariza como universaliza” (13). La historia de <strong>Antônio</strong> <strong>Silvino</strong>


46<br />

Nina Gerassi-Navarro<br />

reproduce ese viaje territorial entre la legalidad oficial y aqu<strong>el</strong>la legalidad<br />

alternativa que sólo puede existir junto al mismo sistema oficial.<br />

Notas<br />

1 Los cangaceiros llevaban sombrero de ala ancha doblada hacia arriba. Lampião modificaría la<br />

vestimenta con su sombrero sumamente decorado y sus rifles cruzados que recuerdan los<br />

clásicos bandidos mexicanos.<br />

2 El Nordeste comprende los estados de Bahía, Alagoas, Sergipe, Pernambuco, Paraíba, Rio Grande<br />

do Norte, Ceará, Piauí y Maranhão. Geográficamente la región se divide en cuatro subregiones<br />

(medio norte, la zona da mata, <strong>el</strong> agreste y <strong>el</strong> sertão) siendo la d<strong>el</strong> sertão la mas extensa y<br />

sufrida. Entre la región amazónica y <strong>el</strong> sertão se encuentra la zona medio norte, de clima menos<br />

brutal, cuya vegetación se caracteriza por cocoteros y palmeras. La zona de la mata, de clima<br />

húmedo, se extiende desde Rio Grande do Norte al sur d<strong>el</strong> estado de Bahía; es la zona costera,<br />

conocida por sus playas espectaculares y su fértil vegetación dónde abundan las plantaciones de<br />

caña de azúcar. La zona d<strong>el</strong> agreste es <strong>el</strong> área de transición entre la zona de la mata y <strong>el</strong> sertão.<br />

Esta región también es r<strong>el</strong>ativamente fértil con minifundios y producción lechera. Con una mirada<br />

más positiva, Souza Barros distingue dos tipos de nordeste y señala que inclusive en <strong>el</strong> nordeste<br />

seco ”la naturaleza no fue tan madrastra” ya que se encuentran plantas “que valen más de un<br />

patrimonio económico” como <strong>el</strong> agave, babçu, carnaúba, maniçoba etcétera (44). Todas las<br />

traducciones que no tengan aclaración son mías. Las citas de los poemas de cord<strong>el</strong> y de los<br />

diarios se mantienen en <strong>el</strong> original.<br />

3 Mario Souto Maior, en su biografía sobre <strong>Antônio</strong> <strong>Silvino</strong> reproduce <strong>el</strong> mismo juicio (25).<br />

4 La explicación más típica es la que ofrece Raul Fernandes: “o ambiente propiciava a formação de<br />

criminosos” (23).<br />

5 Canudos se volvió <strong>el</strong> hogar sagrado para la comunidad rural donde sus tradiciones, creencias<br />

y forma de vida podían existir libremente. En la medida que la comunidad prosperó económicamente<br />

y se volvió autosuficiente, resultó una posibilidad viable de vida alternativa para la<br />

población rural. El gobierno respondió atacándolo varias veces sin éxito hasta que en 1897 fue<br />

destruido por un ejército de ocho mil soldados.<br />

6 Las sesmarias se suspenderían en 1822, pero en 1850 la “Ley de Tierras” volvería a instituir un<br />

régimen latifundista, en parte para reemplazar las sesmarias y en parte para prevenir <strong>el</strong> fin de la<br />

esclavitud (1888) y la consecuente suspensión d<strong>el</strong> tráfico de esclavos de Africa, que ya en 1850<br />

estaba bajo presión d<strong>el</strong> gobierno inglés de realizarse.<br />

7 A medida que la ganadería se fue expandiendo los portugueses exigieron que las haciendas de<br />

ganado se mantuvieran a diez leguas de la costa para proteger los ingenios azucareros (Burns 72).<br />

8 La Guardia Nacional fue creada en 1831 por <strong>el</strong> padre Diogo <strong>Antônio</strong> Feijó para garantizar <strong>el</strong><br />

orden público, defender la Constitución, la independencia, la libertad y la integridad nacional. La<br />

ley que legalizaba la creación de la Guardia sustituía viejas ordenanzas y las milicias de las guardias<br />

municipales. La Guardia Nacional duró hasta 1868.<br />

9 A veces los términos cangaceiro, jagunço, bandido o capanga aparecen como sinónimo de bandidos<br />

y en algunos casos como bandido social (Chilcote 220). Cangaceiro su<strong>el</strong>e ser la categoría más<br />

general, pero existen sin embargo diferentes criterios para especificar las diferencias. La diferencia<br />

fundamental entre <strong>el</strong> cangaceiro y <strong>el</strong> jagunço es que <strong>el</strong> primero actúa de forma independiente<br />

mientras que <strong>el</strong> jagunço es pagado.<br />

10 Durante la sequía de 1877–1879 murieron 600 cabezas de ganado y miles de habitantes (Ferraz<br />

36).<br />

11 Véase Machado, Da Cunha. Por <strong>otro</strong> lado no puede decirse que <strong>el</strong> mesianismo haya sido<br />

producto solamente de la región d<strong>el</strong> nordeste. Por ejemplo en Minas Gerais, se destaca <strong>el</strong><br />

movimiento de los campesinos de Malacacheta (1955), e inclusive en épocas más recientes hubo<br />

<strong>otro</strong>s movimientos en Goiás, Paraná, Mato Grosso, Maranhão. Véase Souza-Martins, Pereira de<br />

Queiroz, O mesianismo.


Antonio <strong>Silvino</strong> 47<br />

12 Empobrecidos, muchos habitantes partieron hacia las nuevas urbes, (emblematizados en <strong>el</strong><br />

cuadro “Segunda clase” de Tarsila Amaral), <strong>otro</strong>s partieron hacia los estados de Pará y Amazonas<br />

aprovechando <strong>el</strong> boom d<strong>el</strong> caucho.<br />

13 Con respecto al origen de la palabra cangaceiro circulan numerosas versiones. Una hipótesis<br />

identifica la palabra indígena kang que significa oso, sugiriendo que la palabra se r<strong>el</strong>aciona con<br />

osadía. Cangaceiro también podría provenir de canga, <strong>el</strong> pedazo de madera o yugo colocado<br />

sobre <strong>el</strong> animal o sobre los esclavos negros (Machado 37–38).<br />

14 Según Raul Fernandes fue Desiderio Ramos quien lo mató en <strong>el</strong> intento de arresto (41). Mario<br />

Souto Maior aduce que la familia Ramos tendió una emboscada a Pedro Batistão. En <strong>el</strong> intenso<br />

tiroteo <strong>el</strong> padre de <strong>Silvino</strong> resulto muerto (31).<br />

15 Para un análisis d<strong>el</strong> humor como estrategia de resistencia en los folletos de cord<strong>el</strong> véase<br />

Nina Gerassi-Navarro, “Crímenes literarios”. Con respecto a la fallas d<strong>el</strong> seductor análisis de<br />

Hobsbawn véase en particular Chandler (The Bandit King) y Slatta (“Eric Hobsbawm’s Social<br />

Bandit”).<br />

16 Para un exc<strong>el</strong>ente análisis d<strong>el</strong> retrato de <strong>Silvino</strong> en <strong>el</strong> cord<strong>el</strong> véase Lewin, “Oral Tradition.”<br />

17 De hecho <strong>el</strong> r<strong>el</strong>ato de Ferraz Torres es un breve resumen d<strong>el</strong> informe que entregara a Joaquín<br />

Mauricio Wanderley, jefe de policía de Pernambuco. En dicho informe <strong>el</strong> alférez muestra una<br />

actitud int<strong>el</strong>igente, se presenta como líder hábil, que v<strong>el</strong>a por sus soldados pero les exige a la vez<br />

todo. No toma decisiones bruscas y entiende de estrategia: “Meditei um pouco e estudei qual<br />

a pozição que devia tomar a fim de evitar que o grupo m’o descobrisse com a Força” citado en<br />

Ferraz (122).<br />

18 Para un análisis d<strong>el</strong> cord<strong>el</strong> contemporáneo véase Slater, Stories on a String y Curran, História do<br />

Brazil. Si bien hoy día los folletos de cord<strong>el</strong> incluyen temas mucho más contemporáneos que van<br />

desde nuevas medidas de salud hasta la caída de las torres gem<strong>el</strong>as, se siguen reimprimiendo<br />

poemas que recuentan las aventuras de los bandidos, sobre todo de Lampião.<br />

19 El primer tren en la región fue inaugurado por la compañía inglesa Great Western en 1879. El<br />

tren no sólo llevaba pasajeros sino también transportaba los principales productos de la región:<br />

algodón, azúcar, madera, alcohol y fejão. Cómo símbolo de modernización que desestabilizó la<br />

región, <strong>Silvino</strong> fue particularmente violento con la Great Western, constantemente asaltando los<br />

trenes, sus ingenieros y autoridades. Su queja era que <strong>el</strong> tren pasaba por tierra suya y que debía<br />

recibir una indemnización.<br />

20 La anécdota que se repite es que estando en la cárc<strong>el</strong> le preguntan a <strong>Antônio</strong> <strong>Silvino</strong> qué piensa<br />

de Lampião. “Lampião es un príncipe” dirá una y otra vez” porque vino después de mí y los tiempos<br />

habían cambiado” (Pereira de Queiroz 73).<br />

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