Historia natural y discurso idiosincrásico del Nuevo Mundo - Spanish
Historia natural y discurso idiosincrásico del Nuevo Mundo - Spanish
Historia natural y discurso idiosincrásico del Nuevo Mundo - Spanish
You also want an ePaper? Increase the reach of your titles
YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.
The Colorado Review of Hispanic Studies | Vol. 7, Fall 2009 | pages 151–167<br />
<strong>Historia</strong> <strong>natural</strong> y <strong>discurso</strong> <strong>idiosincrásico</strong><br />
<strong>del</strong> <strong>Nuevo</strong> <strong>Mundo</strong>: Los Problemas y secretos<br />
maravillosos de las Indias, <strong>del</strong> médico<br />
novohispano Juan de Cárdenas<br />
Domingo Ledezma, Wheaton College<br />
I.<br />
Quien pasare a<strong>del</strong>ante y llegare a entender las causas <strong>natural</strong>es de los<br />
efectos, terná el ejercicio de buena filosofía.<br />
—José de Acosta, <strong>Historia</strong> <strong>natural</strong> y moral de las Indias<br />
En 1612 el teólogo dominico Juan de la Puente con la publicación en Madrid<br />
de su Tomo Primero de la Conveniencia de las dos Monarquías Católicas, la<br />
de la Iglesia Romana y la <strong>del</strong> Imperio Español, sentaba la tesis de la influencia<br />
negativa <strong>del</strong> cielo y de las constelaciones <strong>del</strong> <strong>Nuevo</strong> <strong>Mundo</strong> sobre los indios<br />
y los españoles allí nacidos. Su teoría cuestionaba el <strong>discurso</strong> edénico americano<br />
y afirmaba una visión pesimista de las colonias y de sus habitantes:<br />
“Influye el cielo de la América, inconstancia, lascivia y mentira: vicios propios<br />
de los indios, y la constelación los hará propios de los españoles que<br />
allá se criaren y nacieren” (363). El teólogo dominico, a través de enrevesadas<br />
interpretaciones bíblicas y astrológicas, minimizaba la imagen promisoria<br />
y providencial <strong>del</strong> <strong>Nuevo</strong> <strong>Mundo</strong>, y hacía de sus habitantes seres<br />
ineptos para nobles propósitos debido a los efectos perniciosos <strong>del</strong> clima y<br />
de los elementos. Su tratado es la obra de un mitógrafo interesado en probar<br />
que la gloria de la corona española no se derivaba de su poder político<br />
y de sus posesiones coloniales sino de los orígenes sagrados de su Iglesia y<br />
Monarquía. 1 El dominico nunca viajó al <strong>Nuevo</strong> <strong>Mundo</strong>, ni tampoco parece<br />
haber prestado importancia a las crónicas e historias que daban cuenta de<br />
los beneficios y maravillas <strong>del</strong> mundo <strong>natural</strong> americano. Para entonces<br />
dos obras sobre el <strong>Nuevo</strong> <strong>Mundo</strong>, para citar dos ejemplos representativos, la<br />
De la Natural <strong>Historia</strong> de las Indias (Toledo 1526), de Fernández de Oviedo,<br />
y la <strong>Historia</strong> Natural y Moral de las Indias (Sevilla, 1590) de José de Acosta,<br />
151
152<br />
Domingo Ledezma<br />
habían tenido amplia recepción, incluso con varias ediciones y traducciones.<br />
Sin embargo es evidente que para la tesis <strong>del</strong> teólogo dominico estas<br />
obras no tenían relevancia. Menos la habría tenido entonces, si acaso la conociera,<br />
la obra de un desconocido médico novohispano llamado Juan de<br />
Cárdenas (1563–1609) quien, en su Primera Parte de los Problemas y Secretos<br />
Maravillosos de las Indias (México, 1591), había sustentado la tesis contraria<br />
al indagar y resolver “la causa de ser todos los españoles nacidos en las<br />
Indias por la mayor parte de ingenio vivo, trascendido y <strong>del</strong>icado” (159). 2<br />
El determinismo astrológico y su manifestación en los efectos perniciosos<br />
<strong>del</strong> clima, expuestos por Juan de la Puente, fueron los argumentos<br />
substanciales en la creación de un <strong>discurso</strong> derogatorio <strong>del</strong> Edén americano.<br />
3 Los razonamientos <strong>del</strong> teólogo dominico y los de Juan de Cárdenas<br />
ejemplifican dos mo<strong>del</strong>os de representación <strong>del</strong> <strong>Nuevo</strong> <strong>Mundo</strong>. El primero,<br />
sustentado en vagos principios astrológicos, dicta una pauta, orientada<br />
por los prejuicios y la descalificación, que alimenta la hegemonía colonial<br />
metropolitana. El segundo, siguiendo el metódico mo<strong>del</strong>o de las disquisiciones<br />
escolástica, construye un <strong>discurso</strong> apologético e <strong>idiosincrásico</strong> que<br />
esboza los rasgos de una identidad criolla americana (Brading 298).<br />
El <strong>discurso</strong> de Cárdenas es también un intento de llenar un vacío intelectual<br />
en el que la la exuberancia <strong>del</strong> mundo <strong>natural</strong> americano y sus<br />
noticias curiosas contrasta con una carencia de escritores que analicen y<br />
organicen ese conocimiento desde una perspectiva americana:<br />
Se puede con justa razón lamentar toda esta indiana tierra, de que sobrándole<br />
materia, y copia de extrañas y excelentes grandezas, le falta quien las<br />
predique, y saque a luz, de que no tendrá Asia, África y Europa, que quejarse,<br />
pues tiene y ha tenido más escritores que de ellas escriban, que cosas<br />
que poderse escribir. (10)<br />
La queja de Cárdenas resalta la dicotomía abundancia/carencia no en<br />
el plano de la oposición binaria prodigalidad de la tierra versus escasez.<br />
Enfatiza, más bien, una dicotomía paradójica: mientras en el Viejo <strong>Mundo</strong><br />
abundan los escritores, no hay allá tantos y nuevos misterios como los hay<br />
en América donde, en cambio, falta quien de ellos escriba. 4 Para Cárdenas,<br />
la difusión <strong>del</strong> conocimiento de las bondades y secretos <strong>del</strong> mundo <strong>natural</strong><br />
americano era la tarea urgente de los letrados indianos. Así, en la formulación<br />
de su <strong>discurso</strong>, introduce la idea <strong>del</strong> <strong>Nuevo</strong> <strong>Mundo</strong> como un continente<br />
cuya realidad inconmensurable y causa secreta de sus maravillas no<br />
están todavía registradas en el código de la escritura. Pero, como explicaremos<br />
en detalle más a<strong>del</strong>ante, Cárdenas echa de menos un tipo de escritor<br />
en particular, aquél que dé “razón y causa” (4) de la variedad y fenómenos<br />
de la <strong>natural</strong>eza americana.<br />
En este ensayo discutiré cómo Juan de Cárdenas en su libro Problemas y<br />
Secretos Maravillosos de las Indias, a través de la formulación de un <strong>discurso</strong><br />
promisorio y apologético de la <strong>natural</strong>eza americana esboza un mo<strong>del</strong>o
<strong>Historia</strong> <strong>natural</strong> y <strong>discurso</strong> <strong>idiosincrásico</strong> <strong>del</strong> <strong>Nuevo</strong> <strong>Mundo</strong> 153<br />
cognoscitivo <strong>idiosincrásico</strong> de lo americano, propio de una intelectualidad<br />
criolla naciente. Su <strong>discurso</strong> intelectual sirve de base para la tesis que<br />
postula al <strong>Nuevo</strong> <strong>Mundo</strong> como el lugar privilegiado para que los españoles<br />
americanos alcancen glorias iguales y superiores a la de sus pares europeos.<br />
II. Problemas y Secretos Maravillosos de las Indias:<br />
Un Ensayo de Buena Filosofía<br />
Juan de Cárdenas escribió Problemas y Secretos Maravillosos de las Indias<br />
en 1589 cuando tenía 26 años; acababa entonces de obtener la licenciatura<br />
en medicina y se preparaba para recibir el título de doctor el año sucesivo. 5<br />
Con la publicación de su obra en 1591, el joven Cárdenas simultáneamente<br />
coronaba una carrera excepcional en la Academia y se iniciaba en las letras<br />
novohispanas, testimoniando la formación intelectual que había recibido<br />
en las tierras de la Nueva España. 6<br />
Cárdenas, aunque médico de profesión y, al final de su vida, catedrático<br />
en la Facultad de Medicina de la Universidad de México, publicó únicamente<br />
este libro que, como afirma García Icazbalceta, “no es propiamente<br />
un tratado de Medicina, sino una recopilación de Cuestiones Naturales”<br />
(236). En efecto, Cárdenas, además de caracterizar su obra como historia<br />
<strong>natural</strong> (9), manifiesta en ella un propósito que rebasa el ejercicio práctico<br />
y terapéutico de su oficio, y que se inscribe en la tradición de los tratados<br />
enciclopédicos, característicos <strong>del</strong> espíritu humanista, interesados en la indagación<br />
de enigmas y en la divulgación de los más variados conocimientos<br />
curiosos o eruditos. Bajo este contexto, Cárdenas define el objetivo de<br />
su libro como el de “dar crédito a las maravillas, y ocultos secretos que con<br />
tanto testimonio de verdad, y aun dando razón bastante de todo, podemos<br />
escribir de este nuevo mundo de las Indias” (10).<br />
Cárdenas tituló su obra Primera Parte de los Problemas y Secretos<br />
Maravillosos de las Indias, pues consideraba la publicación de una segunda<br />
parte “que sirva solo de tratar grandezas <strong>del</strong> Perú, y esta Dios mediante<br />
saldrá muy en breve a luz” (6), sin embargo, no se conoce de ella ninguna<br />
versión impresa o manuscrita. Por otra parte, García Icazbalceta refiere una<br />
noticia, recogida por los bibliógrafos Nicolás Antonio y José Beristáin, que<br />
hace de Cárdenas autor de un libro titulado: Del Chocolate, que provechos<br />
haga, y si es bebida saludable o no, que se habría publicado en México en 1609;<br />
pero no confirma su veracidad pues afirma no haber visto tal obra (401).<br />
El libro de los Problemas y Secretos Maravillosos de las Indias, como he<br />
señalado, lo concibió el joven Cárdenas como una historia <strong>natural</strong>. Sin embargo,<br />
por plantear los tópicos de estudio bajo la forma de preguntas sobre<br />
específicos “problemas”, no es posible identificar su estilo y estructura<br />
con un antecedente clásico <strong>del</strong> género como la Naturalis <strong>Historia</strong> de Plinio,<br />
ni con ninguna otra historia <strong>natural</strong> europea o americana <strong>del</strong> siglo xvi. 7
154<br />
Domingo Ledezma<br />
El libro está dividido en tres partes. La primera trata “<strong>del</strong> sitio, temple y<br />
constelación” de las provincias de las Indias; la segunda sobre los metales y<br />
minerales <strong>del</strong> <strong>Nuevo</strong> <strong>Mundo</strong>; y también de las particularidades de nuevas<br />
plantas y alimentos como el cacao, el maíz, el chile, las tunas y el tabaco;<br />
y la tercera parte trata “de las propiedades y cualidades de los hombres y<br />
animales nacidos en las Indias” (1).<br />
Para ensayar las soluciones de los enigmas planteados por las maravillas,<br />
curiosidades y secretos de la <strong>natural</strong>eza <strong>del</strong> <strong>Nuevo</strong> <strong>Mundo</strong>, Cárdenas<br />
sigue el método tradicional de los ejercicios y disputas escolásticas, ajeno a<br />
las historias <strong>natural</strong>es de Plinio o de Fernández de Oviedo, con su procedimiento<br />
de preguntas y respuestas (disputatio quæstionis), esquematizadas<br />
en un formulismo característico: planteamiento <strong>del</strong> problema, identificación<br />
de las causas, cita de los autores, deducción lógica, premisa de resolución<br />
y corolario. En cada pregunta Cárdenas plantea un problema para<br />
luego postular, con sus argumentos en contra y a favor, posibles demostraciones<br />
especulativas. Por ejemplo, al preguntarse “¿Por qué causa sucede<br />
en las Indias temblar tan a menudo la tierra?” (61), primero enuncia una<br />
a una las respuestas potenciales: “atribuyen algunos a los vientos fuertes,<br />
y muy ordinarios que siempre corren por estos reinos de Occidente” (62),<br />
para finalmente refutarlas. Declara entonces, según su criterio, la forma de<br />
resolución <strong>del</strong> problema: “En dos cosas me parece que consiste la solución<br />
y respuesta de esta duda. La primera es en declarar la sentencia <strong>del</strong> filósofo<br />
acerca de los terremotos, y la segunda en declarar las cualidades, y condiciones<br />
que esta indiana tierra tiene” (63). En algunos argumentos, como<br />
este, la cita de Aristóteles o, según el caso, de Hipócrates y Galeno, sirve de<br />
base para desplegar su propia o lo que presenta como la genuina explicación:<br />
Pues digo agora que como el indiano abismo es cavernoso, y la parte superficial<br />
de la tierra muy densa y apretada sucede que los vapores [...] muchas<br />
veces no pueden salir afuera, por cuanto con mucha facilidad se cierran<br />
y aprietan los poros de la tierra, [...] y a esta causa, buscando salida y respiradero,<br />
hacen muchas veces temblar y estremecer la tierra, y con esto se<br />
responde al problema. (64)<br />
En general, vemos que Cárdenas emplea un método analítico que parte<br />
de los efectos de una acción, o la manifestación sensible de un fenómeno, y<br />
trata de descubrir y explicar las causas y principios con los cuales tal fenómeno<br />
está vinculado. 8 Cárdenas, aún siguiendo las nociones <strong>del</strong> saber tradicional,<br />
presenta su obra no como un repertorio o recreación de la ciencia<br />
<strong>natural</strong> de la tradición clásica, sino como la exposición razonada de los<br />
novedosos y desconocidos conocimientos que él se precia de tener de la<br />
tierra indiana.<br />
El <strong>discurso</strong> de Cárdenas sigue, en general, este mo<strong>del</strong>o regulado. Cada<br />
premisa y proposición deriva en una consecuencia lógica que debe conducir<br />
a una resolución incuestionable <strong>del</strong> problema estudiado. Es precisa-
<strong>Historia</strong> <strong>natural</strong> y <strong>discurso</strong> <strong>idiosincrásico</strong> <strong>del</strong> <strong>Nuevo</strong> <strong>Mundo</strong> 155<br />
mente este formulismo retórico el que constriñe a Cárdenas, en algunos<br />
casos, a insertar tediosas y previsible derivaciones deductivas que hacen<br />
que la resolución de los ‘problemas’ carezca de espontaneidad. 9<br />
Cárdenas disculpaba su obra de ser prolífica y redundante en las respuestas<br />
de los problemas planteados, bajo el argumento de que ella era el<br />
producto <strong>del</strong> razonamiento de un “hombre mozo”, y de que la escribía para<br />
un público no “letrado”. Pero tal vez, sean las limitaciones metódicas de<br />
los ejercicios escoláticos la causa que lleva a Cárdenas a divagar y repetir<br />
una y otra vez sus explicaciones, y que hace que su estilo sea, en ocasiones,<br />
reiterativo, laberíntico y carente de amenidad.<br />
Cárdenas, razonando sobre el método de su historia <strong>natural</strong>, distingue<br />
el objetivo de su libro como el de “dar solución y causa de estos tan prodigiosos<br />
efectos, que más en las Indias que en otra parte <strong>del</strong> mundo suceden”<br />
(62). Es para este propósito que Cárdenas también reclama un tipo especial<br />
de escritor, es decir, aquel que pueda indagar la causa de los efectos de los<br />
fenómenos y curiosidades de la <strong>natural</strong>eza de las Indias: pues, se muestra<br />
convencido de que la ignorancia de tales secretos y maravillas se debe a la<br />
“falta (según entiendo) de escritores, que saquen y desentierren <strong>del</strong> abismo<br />
<strong>del</strong> olvido, tan peregrinos y excelentes efectos, como todas estas occidentales<br />
provincias en si contienen y encierran” (10). José de Acosta, por su parte,<br />
en la enunciación de los propósitos de su libro, coincide con Cárdenas en<br />
deplorar la misma carencia de escritores que den “razón y causa” de lo por<br />
ellos tratado:<br />
Del <strong>Nuevo</strong> <strong>Mundo</strong> e Indias Occidentales han escrito muchos autores diversos<br />
libros y relaciones, en que dan noticias de las cosas nuevas y extrañas,<br />
que en aquellas partes se han descubierto, y de los hechos y sucesos de los<br />
españoles que las han conquistado y poblado. Mas hasta agora no he visto<br />
autor que trate de declarar las causas y razón de tales novedades y extrañezas<br />
de la <strong>natural</strong>eza, ni que haga <strong>discurso</strong> e inquisición en esta parte.<br />
(Acosta 7)<br />
Se trataba, para ambos autores, de una ausencia de escritores que impedía<br />
la comprensión <strong>del</strong> <strong>Nuevo</strong> <strong>Mundo</strong> desde una perspectiva local, y<br />
dentro de la aproximación de estudio autorizada por el contexto intelectual<br />
de la escolástica. Según esto, lo que daba autoridad a un escritor y su<br />
obra no era el catálogo de hechos y datos novedosos sobre los que escribía,<br />
sino la reflexión filosófica bajo la cual presentaba ese nuevo conocimiento.<br />
De allí que Acosta insista en señalar que “los que han escrito de Indias<br />
Occidentales, no han hecho profesión de tanta filosofía” (7). Pero esta confianza<br />
absoluta en las herramientas de una dialéctica capaz de encontrar<br />
las causas finales de todos los efectos, creaba una ilusión de objetividad al<br />
<strong>discurso</strong>, bajo la cual, inesperadamente, se hallaban sesgadas las potencialidades<br />
literarias e imaginativas de los textos producidos. 10
156<br />
Domingo Ledezma<br />
III. De la retórica escolástica a la apología de la <strong>natural</strong>eza<br />
Cuando el método de la filosofía <strong>natural</strong> neoaristotélica no conduce a desentrañar<br />
los misterios maravillosos de las Indias, Cárdenas recurre a un<br />
tipo de explicaciones que, sin negar su procedimiento escolástico, proveen<br />
respuestas que bordean los límites de lo fantasioso. Como marco conceptual<br />
de fondo en su <strong>discurso</strong> apologético de las Indias, Cárdenas presenta,<br />
por ejemplo, la idea <strong>del</strong> <strong>Nuevo</strong> <strong>Mundo</strong> como remembranza <strong>del</strong> Paraíso<br />
terrenal, partiendo de preter<strong>natural</strong>es argumentaciones astrológicas. No<br />
recurre exclusivamente a los clásicos motivos de la tópica literaria para elogiar<br />
como lugar edénico el mundo <strong>natural</strong> indiano, sino que apela a ejemplos<br />
concretos de una <strong>natural</strong>eza novedosa y exuberante, consecuencias<br />
de las benéficas influencias celestiales manifestadas en América. Son estos<br />
datos precisos de la <strong>natural</strong>eza indiana los que le permiten sostener una<br />
percepción maravillosa y apologética <strong>del</strong> <strong>Nuevo</strong> <strong>Mundo</strong>.<br />
En el capítulo tercero de la primera parte <strong>del</strong> libro, donde discute sobre<br />
la causa de haber en las Indias tantas cavernas, Cárdenas sostiene una serie<br />
de premisas que lo conducen, basado en los influjos celestiales, al argumento<br />
<strong>del</strong> locus paradisi en el <strong>Nuevo</strong> <strong>Mundo</strong>. Recurriendo nuevamente a<br />
la reiterada teoría aristotélica de las exhalaciones, afirma que éstas son la<br />
causa de la abundancia y variedad de los minerales, así como <strong>del</strong> origen<br />
de la diversidad y calidad de los vientos de la tórrida zona: “De suerte que<br />
tanto cuanto son más en cantidad estas exhalaciones en las Indias, tanto<br />
son más los dichos vientos y minerales” (20). Su consideración lo conduce<br />
a una inferencia que lo desembaraza de la rigidez de la retórica escolástica<br />
y le permite una digresión intuitiva e imaginaria. Como las exhalaciones<br />
tienen su origen en el celestial influjo <strong>del</strong> sol y de los demás astros, dice, y<br />
por estar la “torridazona” en una situación privilegiada, tienen los cielos<br />
americanos “más fuerza de influir sobre esta tierra que sobre otra alguna,<br />
por estar el zodíaco derechamente sobre las Indias” (20). Esta presuposición<br />
le permitirá sostener, a lo largo de toda la obra, que es el predominio<br />
de las constelaciones <strong>del</strong> <strong>Nuevo</strong> <strong>Mundo</strong> el que ocasiona la temperancia <strong>del</strong><br />
clima, la abundancia de minerales y recursos, y una <strong>natural</strong>eza pródiga y<br />
fecunda que confirma de manera concreta la imaginería edénica de los lugares<br />
apacibles y abundantes.<br />
Cárdenas evita en su elogio de la <strong>natural</strong>eza los reiterados motivos de<br />
la Edad de Oro, lo cual lo previene de construir una figuración idealizada<br />
<strong>del</strong> paisaje americano. Cuando menciona la probable ubicación <strong>del</strong> Paraíso<br />
terrenal en la zona tórrida americana, legitima la tesis no con los conocidos<br />
tópicos áureos usados por Colón, Pedro Mártir, Las Casas y José de Acosta,<br />
sino con el argumento, tomado de la astrología judiciaria, de las benéficas<br />
influencias celestiales que el <strong>Nuevo</strong> <strong>Mundo</strong> recibe:
<strong>Historia</strong> <strong>natural</strong> y <strong>discurso</strong> <strong>idiosincrásico</strong> <strong>del</strong> <strong>Nuevo</strong> <strong>Mundo</strong> 157<br />
De suerte que tanto abunda más en todo esta occidental tierra, cuanto es<br />
más feliz y copioso el influjo de los astros y signos <strong>del</strong> cielo, por donde yo<br />
no me admiro de que muchos autores afirmasen que el Paraíso terrenal está<br />
dentro de la torridazona, supuesto que no hay sitio de tierra en el mundo,<br />
que más de lleno en lleno (como dicen) goce de las dichas influencias <strong>del</strong><br />
cielo. (20)<br />
A pesar de que Cárdenas menciona incidentalmente el reiterado tema<br />
<strong>del</strong> Paraíso, y que tal vez lo utilice como un recurso discursivo para subrayar<br />
su elogio <strong>del</strong> temple y <strong>natural</strong>eza de las Indias, ciertamente consideraba<br />
legítima la tesis de la zona equinoccial como lugar probable <strong>del</strong> Paraíso<br />
terrenal. El fundamento de tal suposición está respaldado, en este caso,<br />
por una certeza irrebatible para la época, el influjo de las constelaciones.<br />
Cárdenas compartía la creencia corriente que estimaba que por virtud de<br />
una causalidad celestial, cuyo designio estaría más allá <strong>del</strong> razonamiento<br />
humano, era factible fuese conferida a un individuo o región una cualidad<br />
privilegiada o maravillosa. 11 Las consideraciones astrológicas le sirven de<br />
explicación de base para inferir influencias providenciales y divinas que no<br />
pueden probarse a través <strong>del</strong> formulismo dialéctico.<br />
Una prueba fehaciente de las benéficas influencias celestiales y de la<br />
idiosincrasia edénica <strong>del</strong> <strong>Nuevo</strong> <strong>Mundo</strong>, la encuentra Cárdenas en las propiedades<br />
maravillosas de las plantas, hierbas y frutos americanos. Tales<br />
propiedades son el argumento privilegiado con que Cárdenas demuestra<br />
las bondades maravillosas <strong>del</strong> mundo indiano, y sobre la cual construye<br />
su <strong>discurso</strong> apologético de la <strong>natural</strong>eza indiana. La apología de las Indias<br />
se presenta así como una idea sólida que brota espontáneamente en el <strong>discurso</strong><br />
de Cárdenas, y bajo la cual parece sostenerse toda la argumentación<br />
de su libro. Los insólitos productos americanos proveen a las Indias de una<br />
superioridad implícita sobre otras regiones, como lo sugiere Cárdenas en el<br />
siguiente ejemplo donde compara las plantas y frutos de España con las <strong>del</strong><br />
<strong>Nuevo</strong> <strong>Mundo</strong>:<br />
Y así vemos que son todas las plantas de España tiernas y <strong>del</strong>icadas, a causa<br />
de ser domésticas y no agrestes como las de la tierra [indiana]: y advierta<br />
el lector y considere la providencia de Dios, y el cuidado que siempre tuvo<br />
y tiene, en regalar estas extrañas y bárbaras naciones, pues les viste y enriquece<br />
estos campos de frutas y mantenimientos que en tanto son mejores<br />
y más sabrosos, en cuanto menos se cultivan y benefician, lo que no tienen<br />
las de España. (38)<br />
De la diferencia entre el mundo <strong>natural</strong> americano y europeo se desprende<br />
el elogio de una <strong>natural</strong>eza primigenia frente a otra cultivada y<br />
cuidada. Las plantas españolas son <strong>del</strong>icadas, por lo que requieren de un<br />
cuidado especial para que produzcan y se reproduzcan satisfactoriamente,<br />
mientras las <strong>del</strong> <strong>Nuevo</strong> <strong>Mundo</strong>, por ser silvestres, no requieren de cuidados<br />
y producen con <strong>natural</strong> prodigalidad. En este caso la reminiscencia edénica
158<br />
Domingo Ledezma<br />
surge <strong>del</strong> contraste entre la <strong>natural</strong>eza de España y la de la tierra indiana.<br />
En América ni siquiera es imperativo el trabajo <strong>del</strong> hombre pues por providencia<br />
divina los campos se visten de frutos y de sustento.<br />
El tratamiento <strong>del</strong> tema apologético en el <strong>discurso</strong> de Cárdenas suele<br />
ir acompañado de una mayor libertad estilística. Las evidencias con que<br />
sustenta su <strong>discurso</strong> laudatorio le resultan tan categóricas que, dejando de<br />
lado las especulaciones artificiales y las controversias elementales, su lenguaje<br />
gana claridad expositiva. Las argumentaciones encomiásticas se sostienen<br />
no en una precisa disposición de premisas discursivas, seguidas de<br />
sus inferencias lógicas, sino en una convicción tangible para la cual no es<br />
necesaria construir un preciso mecanismo retórico. El estilo deja de estar<br />
sometido a la rigurosidad dialéctica y se apropia de una <strong>natural</strong> fluidez. En<br />
tales casos Cárdenas acorta la distancia estilística <strong>del</strong> lenguaje formal, y<br />
confiere al <strong>discurso</strong> un tono emotivo que distinguirá los momentos en que<br />
el tema apologético y maravilloso se salga de los cauces de la disquisición<br />
dialéctica y adquiera su propio brillo en el <strong>discurso</strong>.<br />
El tono laudatorio y emotivo <strong>del</strong> <strong>discurso</strong> es notorio cuando se ocupa de<br />
las cualidades y efectos medicinales de algunas plantas americanas, como<br />
el tabaco, el cacao, las especias y el maíz. La relación de sus propiedades y<br />
efectos curativos, va acompañada de un elogio entusiasta y espontáneo que<br />
nace de la observación y reflexión cuidada que Cárdenas ha hecho sobre<br />
ellas. El extenso razonamiento médico de Cárdenas sobre las propiedades<br />
<strong>del</strong> tabaco, chocolate y el maíz, puede justificarse como un alegato defensivo<br />
que, desde una perspectiva local, presenta ante las controversias y opiniones<br />
varias que los productos americanos habían provocado entre médicos y<br />
<strong>natural</strong>istas europeos. Ello explicaría el carácter prescriptivo que Cárdenas<br />
le imprime a su <strong>discurso</strong>, y su desestimación <strong>del</strong> parecer contrario que los<br />
médicos españoles pudieran tener sobre sus efectos y propiedades.<br />
Un caso particular es el tabaco, o picietl en lengua náhuatl, cuyo impacto<br />
inicial fue controvertido. Mientras algunos despreciaban y consideraban<br />
su uso como un hábito disoluto, la costumbre de fumar se extendió<br />
rápidamente, certificada por los poderes terapéuticos que se le atribuían.<br />
Cárdenas, por su parte, exalta la planta como un don <strong>del</strong> cielo:<br />
La excelente y famosa planta <strong>del</strong> Piciete, famosa digo, pues su nombre es ya<br />
celebrado, así por las Españas, como por este <strong>Nuevo</strong> <strong>Mundo</strong> de las Indias,<br />
comienza desde su nacimiento, a mostrar sus virtudes y grandezas, pues<br />
naciendo de una semilla menor que la <strong>del</strong> grano de la mostaza, crece tanto<br />
que olvidada de su <strong>natural</strong>eza, se levanta y encumbra sobre las demás yerbas<br />
y plantas hortenses. (145)<br />
Cárdenas ensalza al tabaco, presentando su nacimiento como verdadera<br />
revelación <strong>natural</strong>: de diminuta y desconocida semilla, menor que la mostaza,<br />
la hace sobresalir sobre las demás plantas. La fluidez <strong>del</strong> estilo, alejada<br />
de la árida argumentación silogística, nos deja ver la imagen de la planta
<strong>Historia</strong> <strong>natural</strong> y <strong>discurso</strong> <strong>idiosincrásico</strong> <strong>del</strong> <strong>Nuevo</strong> <strong>Mundo</strong> 159<br />
alzándose, literal y figuradamente, sobre las otras <strong>del</strong> jardín americano. A<br />
partir de este preámbulo laudatorio, Cárdenas despliega los argumentos<br />
que convierten al tabaco, según sus razones, en la “yerba más santa y medicinal”<br />
(147) que haya criado la <strong>natural</strong>eza.<br />
Maravillado de su poder narcótico, Cárdenas considera al tabaco una<br />
verdadera panacea contra todas las enfermedades y, asimismo, al hábito de<br />
fumar como “el más extraño modo de medicina que en toda el arte médica<br />
jamás se imagina” (147). Poseído por el asombro atribuye el origen de este<br />
hábito, no a al discernimiento de los <strong>natural</strong>es, sino a una prodigiosa intervención<br />
preter<strong>natural</strong>: “Cuando me pongo a imaginar quien haya sido<br />
el inventor de chupar este humo [...] sospecho que algún ángel lo aconsejó<br />
a los indios, o algún demonio que sea ángel [...], porque nos libra de tantas<br />
enfermedades que verdaderamente parece medicina de ángeles” (148).<br />
Los argumentos de Cárdenas pueden parecer artificiales y fútiles, pero con<br />
ellos quería persuadir de cómo el tabaco servía de equilibrio y cura ante<br />
“los infinitos males que de la humedad de la tierra provienen a los hombres<br />
en las Indias” (149). Demostraba así, como la misma <strong>natural</strong>eza <strong>del</strong> <strong>Nuevo</strong><br />
<strong>Mundo</strong> compensaba los desequilibrios que la habitación en la zona tórrida<br />
podría ocasionar.<br />
La percepción encomiástica <strong>del</strong> tabaco hecha por Cárdenas contrasta<br />
con la parquedad o indiferencia que Acosta, quien remite a Monardes,<br />
muestra hacia el mismo: “planta asaz común, pero de raras virtudes” (306).<br />
También se contrapone a la denigración con que Fernández de Oviedo, en<br />
su <strong>Historia</strong> general y <strong>natural</strong> de las Indias (1535), se había referido al hábito<br />
de fumar: “Usaban los indios de esta isla, entre otro sus vicios, uno muy<br />
malo, que es tomar unas ahumadas, que ellos llaman tabaco, para salir de<br />
sentido. [...]. Yo no puedo pensar que placer se saca de tal acto” (116). Con<br />
su método de indagación, Cárdenas logra superar y rebatir los prejuicios<br />
con que la planta <strong>del</strong> tabaco fue acogida inicialmente en Europa. Justifica<br />
su uso, desligándolo <strong>del</strong> contexto de las costumbres y prácticas exóticas<br />
de gente bárbara, y lo sanciona con su autoridad médica y su experiencia<br />
directa.<br />
En los tres capítulos que dedica al cacao y a la admirable bebida <strong>del</strong> chocolate,<br />
Cárdenas logra mostrar cómo sus elogios de las plantas americanas<br />
son producto de un conocimiento, basado en la reflexión e indagación de<br />
sus propiedades, y no en una impresión extasiada por lo desconocido, o en<br />
una concepción apriorística que de antemano condenaba o exaltaba la utilización<br />
de una nueva especie botánica. Cárdenas, ganado por el <strong>discurso</strong><br />
apologético de la <strong>natural</strong>eza indiana, considera al cacao, sabiéndolo usar,<br />
beneficioso, y ve en el chocolate una “preciosa y medicinal bebida” (101),<br />
sin que mencione, como era usual, que su color y aspecto podían inducir<br />
repugnancia. Cree que las opiniones contrarias al cacao y al chocolate nacen<br />
<strong>del</strong> desconocimiento de sus propiedades, y por ello se propone “dar
160<br />
Domingo Ledezma<br />
aviso y noticia a todos, <strong>del</strong> modo que deban guardar en usarle, sin perjuicio<br />
de su salud” (98).<br />
Haciendo gala de una artificiosa argumentación médica, Cárdenas explica<br />
de qué componente <strong>del</strong> cacao pueden originarse sus efectos negativos.<br />
Deduce una conclusión previsible: el cacao debe pasar un proceso de<br />
cocción para anular cualquier efecto contrario. También puede mejorarse<br />
si se le agregan algunas especias usadas por los indígenas: “tostado e incorporado<br />
con especies calientes, como se mezcla en el chocolate, hace grandísimo<br />
provecho en todo” (98). A partir de tales argumentos, sustentados<br />
en la autoridad <strong>del</strong> <strong>discurso</strong> médico, Cárdenas no encuentra impedimentos<br />
para destacar la grandeza <strong>del</strong> chocolate y de las especias americanas que a<br />
él se añaden:<br />
[Esta bebida] juzgo por tan importante y necesaria para la salud <strong>del</strong> hombre<br />
en las Indias, que si se sabe usar cómodamente, es mantenimiento<br />
admirable de bueno, y por tal lo tengan todos los que habitan en este <strong>Nuevo</strong><br />
<strong>Mundo</strong> de las Indias, no obstante que médicos de España, sin saber y escudriñar<br />
lo que es, de todo punto lo reprueban. (101)<br />
Para Cárdenas los efectos medicinales y nutritivos <strong>del</strong> chocolate son tan<br />
evidentes que bastan para refutar cualquier opinión negativa de la ciencia<br />
médica europea. Bajo su autoridad facultativa lo prescribe como sano remedio<br />
para los males que los habitantes de las Indias pudieran sufrir.<br />
El chocolate, al igual que el tabaco, ocasionó inicialmente entre los cronistas<br />
europeos prudente rechazo o entusiasta aceptación. Por ejemplo,<br />
Fernández de Oviedo, sin reprobarlo, no deja de mostrar cierta aprensión<br />
en la descripción de tan oscura bebida:<br />
Ello a la vista de los cristianos parece, y es, mucha suciedad; mas a aquellas<br />
gentes, ni les parece asqueroso ni mal hecho, ni cosa inútil, porque con<br />
aquello se sostienen mucho, y les quita la sed y el hambre [...] Y así lo beben,<br />
y parece que bebe hombre zurrapas, y por tanto parece asqueroso al que no<br />
lo ha bebido. Mas al que lo usa, parécele bien, y es de buen sabor y sanísimo<br />
brebaje. (270)<br />
Como en casi todas las descripciones iniciales <strong>del</strong> chocolate, se insiste<br />
aquí en la impresión de suciedad que el color y la viscosidad de la bebida<br />
causaban entre los españoles. Fernández de Oviedo expresa esta percepción,<br />
describiendo la costumbre como un hábito indígena que inevitablemente<br />
sugería una aborrecible imagen excrementicia: “de la una y otra<br />
manera es sucia vista” (270). Sin embargo, no deja de acotar, aunque escuetamente,<br />
su función alimenticia y su agradable sabor.<br />
Aunque Acosta, como ya hemos apuntado, se propone estudiar las causas<br />
de los efectos de la <strong>natural</strong>eza indiana, al tratar de la planta <strong>del</strong> cacao se<br />
refiere a ella superficial y desdeñosamente, denominándola planta “de no<br />
poca superstición” (285). Tratando <strong>del</strong> chocolate, no muestra el prudente<br />
escrúpulo de Fernández de Oviedo sino una verdadera aversión a la bebida:
<strong>Historia</strong> <strong>natural</strong> y <strong>discurso</strong> <strong>idiosincrásico</strong> <strong>del</strong> <strong>Nuevo</strong> <strong>Mundo</strong> 161<br />
“El principal beneficio de este cacao es un brebaje que hacen que llaman<br />
chocolate, que es cosa loca lo que en aquella tierra le precian, y algunos que<br />
no están hechos a él les hace asco; porque tiene una espuma arriba y un<br />
borbollón como de heces, que cierto es menester mucho crédito para pasar<br />
con ello” (285). Ya la propia denominación de brebaje imprime el carácter<br />
peyorativo con que Acosta describe el chocolate, sin que falte tampoco la<br />
equiparación escatológica como recurso denigratorio de la bebida. Por ello,<br />
según su parecer, estimar tal uso no es más que un gusto irracional. Acosta<br />
no se detiene, tampoco, a indagar las propiedades y utilidades <strong>del</strong> chocolate,<br />
ni se muestra convencido de su provecho, pues al referirse sucintamente<br />
a su uso medicinal, lo reseña irónicamente: “y dicen que es pectoral<br />
y para el estómago, y contra el catarro. Sea lo que mandaren, que en efecto<br />
los que no se han creado con esta opinión, no le apetecen” (285). Acosta no<br />
pudo vencer las resistencias que el chocolate producía como primera impresión,<br />
y tampoco pudo, por tanto, estudiar sus beneficios y comprender<br />
su popularidad entre <strong>natural</strong>es y españoles.<br />
Cárdenas se diferencia también de aquellos cronistas que celebraban<br />
la bebida <strong>del</strong> chocolate, porque con su razonamiento postula la creación<br />
de un saber <strong>idiosincrásico</strong>, basado en la comprensión y reflexión sobre los<br />
productos y usos locales. Con ello pretendía, sin duda, generar un conocimiento<br />
útil, en especial, a los habitantes <strong>del</strong> <strong>Nuevo</strong> <strong>Mundo</strong>: “Digo otra vez<br />
que en tierra ninguna de las <strong>del</strong> mundo es más necesario el chocolate, que<br />
en esta de las Indias, porque como es húmeda y dejativa, andan los cuerpos<br />
y estómagos llenos de flemas, y superflua humedad, la cual con el chocolate<br />
se cuece, y convierte en sangre, lo que no hace el vino” (107).<br />
Cárdenas reitera enfáticamente que cualquier apreciación de las propiedades<br />
médicas <strong>del</strong> chocolate fuera de su contexto <strong>natural</strong>, estará sujeta a<br />
equívocos e interpretaciones infundadas. Y repitiendo su misma consideración<br />
sobre el tabaco, presenta al chocolate como un producto que, siendo<br />
<strong>natural</strong> <strong>del</strong> <strong>Nuevo</strong> <strong>Mundo</strong>, corrige los efectos contrarios que la propia <strong>natural</strong>eza<br />
americana podía ocasionar; algo imposible de lograr, por ejemplo,<br />
con un producto europeo como el vino. Con su conclusión, el joven<br />
Cárdenas fomenta la creación de un conocimiento médico local y, basado<br />
en éste, se siente con la autoridad para prescribir una posología acorde con<br />
las características de la tierra indiana.<br />
Cuando era posible, los cronistas comparaban los productos de la <strong>natural</strong>eza<br />
americana con otros europeos que se les asemejaban, bien en su<br />
aspecto o utilidad. Y aunque se apreciaran las virtudes de los productos<br />
americanos, casi nunca o en ningún caso se les consideraba superiores a sus<br />
pares europeos. Un caso ilustrativo de este aspecto es el de la apreciación<br />
<strong>del</strong> maíz <strong>del</strong> <strong>Nuevo</strong> <strong>Mundo</strong> frente a otros cereales conocidos en Europa.<br />
Fernández de Oviedo, por ejemplo, habla favorablemente <strong>del</strong> beneficio <strong>del</strong><br />
maíz y <strong>del</strong> pan que de él se prepara, pero concluye afirmando que este ce-
162<br />
Domingo Ledezma<br />
real no es más que el mijo de la India, ya referido por Plinio, con lo cual<br />
disminuye el impacto de su novedad e importancia (229). Acosta, por su<br />
parte, rechaza la tal similitud <strong>del</strong> maíz con el mijo, y sin dejar de concederle<br />
especial valor lo sitúa en segundo lugar después <strong>del</strong> trigo: “A este orbe dio<br />
el trigo, que es el principal sustento de los hombres; a aquel de Indias dio<br />
el maíz, que tras el trigo tiene el segundo lugar para sustento de hombres y<br />
animales” (267).<br />
La visión de Cárdenas es completamente opuesta. En su claro propósito<br />
apologético de la <strong>natural</strong>eza <strong>del</strong> <strong>Nuevo</strong> <strong>Mundo</strong>, considera los productos<br />
americanos superiores a cualquier otro de los ya conocidos en el mundo. 12<br />
Para él, el maíz excede en calidad nutritiva y medicinal a otros cereales<br />
como el trigo y la cebada: “El maíz es una de las semillas que con mejor<br />
título deben ser estimadas en el mundo, y esto por muchas razones y causas”<br />
(127). Además de sobresalir en la facilidad de su siembra, en la brevedad<br />
con que se reproduce, en la abundancia de su cosecha, en los diversos<br />
modos de comerlo, se obtiene de él un excelente pan “que junto con ser de<br />
suyo tan bueno y de tanto sustento, es tan fácil y barato de sazonar” (127),<br />
declarando implícitamente así, al pan de maíz, como un sustituto americano<br />
<strong>del</strong> pan de trigo.<br />
Cárdenas considera las opiniones de los herbolarios europeos sobre el<br />
cereal americano completamente infundadas (128). Por ello siente la necesidad<br />
de declarar la calidad y virtudes <strong>del</strong> maíz basándose en el conocimiento<br />
directo que de él tiene. Al igual que Fernández de Oviedo y Acosta,<br />
apela a su experiencia primaria como uno de los recursos argumentativos<br />
para rebatir las opiniones de quienes sin visitar el <strong>Nuevo</strong> <strong>Mundo</strong> intentaban<br />
sentar cátedra sobre acontecimientos y productos <strong>natural</strong>es de<br />
América. Tal experiencia y su <strong>discurso</strong> médico le dan, también en el caso<br />
<strong>del</strong> maíz, la autoridad para declarar sin ambages que “no hay bondad que<br />
desear se pueda en un mantenimiento que todo junto no se halle en esta<br />
preciosa semilla <strong>del</strong> maíz” (128). Su alabanza de las propiedades <strong>del</strong> maíz es<br />
un ejemplo notorio <strong>del</strong> tono encomiástico con que los productos americanos<br />
ganan, en Problemas y Secretos Maravillosos, un puesto sobresaliente en<br />
el saber botánico y culinario de entonces.<br />
Cárdenas en Problemas y Secretos Maravillosos de las Indias no expone<br />
una visión idealizada de la <strong>natural</strong>eza americana. Sus argumentos apologéticos<br />
<strong>del</strong> <strong>Nuevo</strong> <strong>Mundo</strong> se sustentan en una realidad objetiva e incuestionable.<br />
Los novedosos productos americanos, por ejemplo, exceden en<br />
calidad y virtudes médicas y nutritivas, y el influjo de las constelaciones<br />
americanas es el propicio para que los habitantes europeos de las Indias<br />
Occidentales gocen de los beneficios de la nueva tierra.<br />
La prodigalidad de la tierra americana y su influjo benéfico se ve reflejado,<br />
según Cárdenas, en la presencia de españoles criollos de “lindos ingenios<br />
que todos a una mano [se] muestran en estas escuelas de las Indias”
<strong>Historia</strong> <strong>natural</strong> y <strong>discurso</strong> <strong>idiosincrásico</strong> <strong>del</strong> <strong>Nuevo</strong> <strong>Mundo</strong> 163<br />
(160), y en la superior agudeza de éstos frente a sus pares peninsulares.<br />
Pero, al mismo tiempo que insinúa la idea de las Indias Occidentales como<br />
la patria ideal para que los hijos de España acentúen sus cualidades e ilustren<br />
la cultura con la agudeza de su ingenio, Cárdenas se lamenta de las<br />
carencias y limitaciones, no de <strong>natural</strong>eza sino de gobierno, a las que se<br />
ven sometidos en la tierra indiana, “donde si el premio de sus trabajos no<br />
les faltase, serían monstruos de la <strong>natural</strong>eza” (160). Con lo cual, la virtud<br />
e inteligencia de los criollos se revela aún más loable, pues pese a la falta de<br />
estímulos logran perseverar en el cultivo y la búsqueda <strong>del</strong> conocimiento.<br />
La exaltación que hace Cárdenas de la inteligencia criolla, tal vez agradecido<br />
de la educación que recibió en Nueva España, es un argumento notorio<br />
de su <strong>discurso</strong> apologético de las Indias, el cual en ocasiones puede<br />
parecer hiperbólico:<br />
Hay gente nacida en Indias, que no sólo en su vivo y <strong>del</strong>icado entendimiento,<br />
pero que también en peso, constancia y perseverancia, se pueden<br />
aventajar a otras naciones <strong>del</strong> mundo, como podríamos ver discurriendo<br />
y entrando en particular, por ilustres y generosas casas de muchos, cuyos<br />
famosos descendientes ilustran y hermosean este <strong>Nuevo</strong> <strong>Mundo</strong> de las<br />
Indias. (163)<br />
El criollo, según él, se encuentra en medio de una <strong>natural</strong>eza próspera<br />
y bendecida, a su favor, por el influjo de las constelaciones. Es el ambiente<br />
propicio, entonces, para que surjan los más altos ingenios, y broten los frutos<br />
de sus trabajos, “para resplandecer y señalarse en todas las universidades<br />
<strong>del</strong> mundo” (163). El conocimiento de las causas de las maravillas de<br />
esa <strong>natural</strong>eza privilegiada era también, en sí mismo, un fruto de la inteligencia<br />
cultivada en la Nueva España, tierra que Cárdenas, aun sin olvidar<br />
su “dulce y querida patria Constantina”, ya no consideraba ajena sino también<br />
suya: “mía propia la puedo con razón llamar” (154).<br />
IV. Conclusión: apología de la <strong>natural</strong>eza y <strong>discurso</strong><br />
<strong>idiosincrásico</strong> americano<br />
En las últimas décadas <strong>del</strong> siglo xvi se había operado ya en la Nueva España<br />
lo que Peggy Liss denomina la metamorfosis de la mentalidad conquistadora<br />
“into the spirit of criollismo” (114). Cárdenas concibe y escribe su libro<br />
en tal ambiente, en el que la posesión de la tierra indiana por la nueva generación<br />
españoles americanos comenzaba a prefigurar un sentimiento de<br />
alabanza e identificación con ella. La idea de una Nueva España indiana se<br />
había ido sedimentando y haciéndose más que un ideal una realidad tangible.<br />
Con el libro de Cárdenas se hacía evidente la manifestación innegable<br />
de lo que sería una identidad criolla americana, definida por Brading<br />
como “a collective consciousness that separated Spaniards born in the<br />
New World from their European ancestors and cousins” (293). Problemas
164<br />
Domingo Ledezma<br />
y Secretos Maravillosos de las Indias es un fruto de esta conciencia criolla,<br />
manifestada en las páginas <strong>del</strong> libro a través de los motivos laudatorios de<br />
la historia <strong>natural</strong> apologética. Como una manera de abarcar la realidad<br />
heterogénea y novedosa de la <strong>natural</strong>eza americana, Cárdenas construye<br />
un mo<strong>del</strong>o híbrido de conocimiento—historia <strong>natural</strong>, argumentación escolástica,<br />
libro de maravillas– que desajusta las convenciones genéricas en<br />
su intento de hallar explicaciones “filosóficas” a los misteriosos secretos de<br />
la <strong>natural</strong>eza indiana. Muestra una visión de América que no es la encarnación<br />
fiel de un <strong>discurso</strong> europeo, sino una creación idiosincrásica que<br />
manifiesta las complejidades cognoscitivas que las novedades y maravillas<br />
de la <strong>natural</strong>eza producían en los españoles americanos<br />
Evitando la idealización de la <strong>natural</strong>eza, Cárdenas configura el mundo<br />
<strong>natural</strong> americano como un Paraíso de abundancia y buen temple, pero<br />
cercado de misterios y peligros: “Pues si en el mundo hubo sierpes y culebras<br />
¿Dónde las pudo haber mayores que en esta tierra de las Indias?” (10).<br />
Cárdenas ejemplifica a lo largo de su obra el así llamado tópico americano<br />
de la abundancia. 13 Ésta se manifiesta no sólo en la prodigalidad de recursos<br />
sino en la abundancia de noticias, de secretos y portentos, con la desgraciada<br />
carencia, según Cárdenas, de escritores y libros que puedan cubrir la<br />
vastedad de sus misterios: “Pues yerbas, frutas, pescados, y animales ¿Qué<br />
libros serían bastante para poderlo todo poner en suma?” (10). Ese mundo<br />
<strong>natural</strong> contrastante, de apacible habitación y de acechanzas y secretos, es el<br />
que los criollos logran ganar y dominar, esta vez con las armas <strong>del</strong> ingenio y<br />
la agudeza, y los beneficios providenciales de los influjos celestes.<br />
Cárdenas se a<strong>del</strong>anta a las consideraciones peyorativas que pudieran<br />
hacerse de las tierras americanas, y a su probable influencia nefasta en los<br />
españoles nacidos y criados en las Indias. Para él, las argumentaciones negativas<br />
sobre el <strong>Nuevo</strong> <strong>Mundo</strong> nacen <strong>del</strong> desconocimiento y de la carencia<br />
de una experiencia directa de sus maravillosos fenómenos. Por ello se lamenta<br />
de la falta de escritores que con “buena filosofía” puedan, como él se<br />
lo ha propuesto, “predicar y sacar a la luz las misteriosas grandezas de esta<br />
fértil, grandiosa y opulenta tierra” (76). Su insistencia en buscar la causa de<br />
los efectos de la <strong>natural</strong>eza, sitúa su libro en el campo de la historia <strong>natural</strong><br />
hermenéutica: aquel tipo de obra, como la de Acosta, concebida como un<br />
intento de producir un conocimiento fidedigno a partir de la observación y<br />
la reflexión. Visto en este contexto los Problemas y Secretos Maravillosos se<br />
diferencian radicalmente de la aproximación de un Fernández de Oviedo<br />
quien al afirmar, en su <strong>Historia</strong> General y Natural, que “ni quiero tampoco<br />
ponerme a conjeturar de qué proceden los efectos de las novedades que<br />
recuento, porque ni soy tan filósofo para comprenderlos, ni me quiero detener<br />
en argumentos” (ii, 77), se muestra más apegado a la tradicional relación<br />
de noticias que a la formulación de un pensamiento <strong>idiosincrásico</strong> de<br />
lo americano.
<strong>Historia</strong> <strong>natural</strong> y <strong>discurso</strong> <strong>idiosincrásico</strong> <strong>del</strong> <strong>Nuevo</strong> <strong>Mundo</strong> 165<br />
Notas<br />
1 El tratado de Juan de la Puente debe verse dentro de una tradición de interpretación bíblica de<br />
carácter especulativo y fantasioso que trataba de exaltar los orígenes de la nobleza castellana, así<br />
como comprender la realidad física y cultural <strong>del</strong> <strong>Nuevo</strong> <strong>Mundo</strong> dentro de las coordenadas <strong>del</strong><br />
dogma y de la revelación religiosa. Sus antecedentes inmediatos son las obras <strong>del</strong> falso Beroso,<br />
publicadas en 1498 por el dominico Jacobo Annius de Viterbo; las Antiquitatum Iudicarum (1572)<br />
<strong>del</strong> erudito bíblico Benito Arias Montano, y los Orígenes de los Indios <strong>del</strong> <strong>Nuevo</strong> <strong>Mundo</strong> (1607), <strong>del</strong><br />
también dominico Gregorio García. Véase el artículo de James Romm, “Biblical History and the<br />
Americas: The Legend of Solomon’s Ophir, 1492–1591”, en el que se encuentra un análisis detallado<br />
sobre las interpretaciones espurias <strong>del</strong> texto bíblico y su impacto en el conocimiento <strong>del</strong><br />
<strong>Nuevo</strong> <strong>Mundo</strong>.<br />
2 Para las diferentes ediciones <strong>del</strong> libro de Cárdenas veáse la bibliografía; en este ensayo cito de la<br />
edición <strong>del</strong> Museo de Arqueología e <strong>Historia</strong>.<br />
3 En contra de esa corriente de pensamiento, y en la misma tradición intelectual de Cárdenas, se<br />
encuentra la obra de Enrico Martínez (1555-1632) Reportorio de los Tiempos e <strong>Historia</strong> Natural de la<br />
Nueva España (1606), donde su autor afirma que “como el temperamento de esta Nueva España<br />
sea más caliente que frío, síguese ser acomodado para producir buenos ingenios. [...] Ayuda<br />
también a esto la riqueza, abundancia y fertilidad de este reino” (178). Una opinión parecida,<br />
refutando el determinismo astrológico contrario a los españoles nacidos en Nueva España, expuso<br />
más tarde Diegos Cisneros en su Sitio, Naturaleza y Propiedades de la Ciudad de México (1618),<br />
donde sostiene que los criollos son “de su <strong>natural</strong>eza animosos, atrevidos, agudos, y en todas las<br />
ciencias y artes muy perfectos, de ánimo inquieto, amigos de su parecer, sufridores de trabajos y<br />
de robusta complexión y <strong>natural</strong>eza” (113). Igualmente, Antonio de la Calancha (1584–1645) en<br />
su Coronica Moralizada <strong>del</strong> Orden de San Augustin en el Perú (1639) retoma los motivos edénicos al<br />
afirmar que no le sorprende que se haya identificado el <strong>Nuevo</strong> <strong>Mundo</strong> con el lugar donde fuera<br />
plantado el jardín <strong>del</strong> Edén. Basándose también en la benignidad <strong>del</strong> clima de los reinos <strong>del</strong> Perú,<br />
concluye con un elogio de la agudeza e ingenio de los españoles que allí nacen y se crían (Brading<br />
330).<br />
4 No creo que sea posible entender la “carencia de escritores” como una simple fórmula retórica,<br />
que sería asimilable a los tópicos <strong>del</strong> exordio estudiados por Curtius (131-36). Más bien, Cárdenas<br />
la enuncia como un hecho evidente y, por lo tanto, no hay en su afirmación ni intención hiperbólica<br />
o falsa modestia para captar el interés <strong>del</strong> lector.<br />
5 Los noticias biográficas de Juan de Cárdenas antes de que iniciara sus estudios en la Real y<br />
Pontificia Universidad de México son inciertas. Lo poco que se conoce se infiere de los datos que<br />
él mismo reseña en Problemas y Secretos Maravillosos de las Indias. Según éstos, había nacido en<br />
Constantina, “recreación de Sevilla, jardín de España” (153), presumiblemente en el año de 1563,<br />
y siendo muy joven pasó al <strong>Nuevo</strong> <strong>Mundo</strong>. Afirma que tenía 28 años cuando imprime su libro, y<br />
que había vivido la mitad de ellos en las Indias, y la otra mitad en Castilla (76), de lo se infiere que<br />
debía ser un adolescente de 14 años cuando llegó de España, presumiblemente en 1577. Se desconocen<br />
las circunstancias de su viaje y de su arribo a la ciudad de México.<br />
6 Gracias a una declaración autobiográfica sabemos a su llegada a México encontró quien lo “favoreciese<br />
y amparase” (154) en el Colegio de los Jesuitas de San Pedro y San Pablo. Allí recibió<br />
la sólida preparación intelectual que le permitió recibir, presentando examen de suficiencia, el<br />
grado de Bachiller en Artes en la Universidad de México cuando apenas contaba 18 años de edad<br />
y solamente habían transcurrido cuatro años de su arribo. A este respecto Xavier Lozoya, en su<br />
prólogo a su edición de Primera parte de los problemas y secretos maravillosos de las Indias, señala<br />
que el hecho que Cárdenas haya presentado por suficiencia el mencionado examen de Bachiller<br />
“sugiere la existencia de estudios previos o bien la obtención <strong>del</strong> conocimiento fuera <strong>del</strong> ámbito<br />
Universitario” (23). Sin embargo, no menciona la posibilidad de que Cárdenas haya recibido su<br />
formación previa en las aulas de clase para jóvenes, regentadas por religiosos de la Compañía<br />
de Jesús.<br />
7 Además de los estudios introductorios en las ediciones contemporáneas <strong>del</strong> libro de Cárdenas,<br />
Problemas y Secretos ha sido objeto de análisis bajo perspectivas diversas en trabajos académicos<br />
recientes. Cañízares Esguerra ve en el libro de Cárdenas un texto precursor de la fisiología racial<br />
que establece a través de la teoría de las complexiones la superioridad de los criollos españoles
166<br />
Domingo Ledezma<br />
sobre los flemáticos indígenas. Luis Millones Figueroa emparenta el <strong>discurso</strong> <strong>del</strong> libro con una<br />
tradición literaria clásica de libros de preguntas y respuestas: los problemata. Millones distingue<br />
cómo Cárdenas se vale de esta tradición para aplicarla a temas exclusivamente americanos, y<br />
desmitificar así las curiosidades americanas. Yarí Pérez-Marín dedica un capítulo a Problemas y<br />
Secretos en su tesis doctoral, se interesa en particular en el estudio de la epistemología científica<br />
trasatlántica, y ve en el libro de Cárdenas un intento serio de establecer una propuesta y diálogo<br />
“científico” de índole americano con los <strong>natural</strong>istas europeos.<br />
8 El neoaristotelismo <strong>del</strong> siglo xvi, en gran medida repensado por los filósofos jesuitas, logró construir<br />
un método de indagación <strong>del</strong> mundo <strong>natural</strong> que, salvando las inconsistencias doctrinales<br />
y dogmáticas, se interesaba en el estudio de las causas de los fenómenos <strong>natural</strong>es a partir de<br />
sus efectos visibles: “Behind this development was a general conviction that the human mind<br />
can safely reason from effects or symptomata to their hidden causes, and then use such causes,<br />
newly discovered, to structure scientific explanations of the phenomena that had been observed”<br />
(Wallace 207).<br />
9 La teoría de las exhalaciones de Aristóteles, por ejemplo, es una de las nociones que Cárdenas<br />
repite una y otra vez en la primera parte de su libro, convirtiéndola en un lugar común que responde<br />
a todas las interrogantes sobre los fenómenos climáticos. Según esta noción aristotélica,<br />
asimismo como el influjo <strong>del</strong> sol y los planetas penetran hasta el abismo de la tierra para levantar<br />
la humedad en él contenida “así levantan y engendran de la parte más sutil, requemada y adusta de<br />
la tierra cierto género de vapor sequísimo, llamado de los filósofos exhalación” (18).<br />
10 Para un estudio amplio y detallado de las estructuras, motivos y tópica propios de la tradición<br />
literaria en los textos coloniales <strong>del</strong> <strong>Nuevo</strong> <strong>Mundo</strong>, el libro de Enrique Pupo-Walker La Vocación<br />
Literaria <strong>del</strong> Pensamiento Histórico en América, sigue siendo una referencia fundamental.<br />
11 La creencia en los influjos celestiales formaba parte de la epistemología y visión de mundo de la<br />
época. Era difícil, en algunos casos, encontrar una explicación razonada de la causa de fenómenos<br />
extraordinarios que sobrepasaban las manifestaciones habituales de la <strong>natural</strong>eza. En casos semejantes,<br />
se acudía a la astrología, pues se creía que los cielos, los planetas y las estrellas habían<br />
sido creados con el propósito de regular e influir la <strong>natural</strong>eza y así servir de equilibrio a la tierra,<br />
centro <strong>del</strong> universo. Era corriente considerar que cada astro celestial comunicaba, como lo señala<br />
Enrico Martínez en su Reportorio de los Tiempos e <strong>Historia</strong> Natural de la Nueva España, “su virtud a<br />
estas cosas inferiores por medio de movimiento, luz e influencia, siendo toda la máquina celeste<br />
ordenada por el infinito sabio y Divino arquitecto para la producción de todos los efectos <strong>natural</strong>es<br />
que vemos” (6). El estudio <strong>del</strong> influjo de las constelaciones se consideraba entonces una ciencia<br />
<strong>natural</strong> que enseñaba “a saber los efectos que los movimientos, conjunciones y aspectos de<br />
los cuerpos celestes causan en estas cosas inferiores” (10). Se denominaba Astrología Judiciaria<br />
porque cada planeta o conjunción de ellos causaba un efecto particular. De allí que era necesario<br />
saber las cualidades y virtudes específicas de cada planeta para ‘juzgar’ el tipo de efectos que<br />
ocasionaría. Por esta misma causa era una disciplina considerada imperfecta pues “por haber<br />
casi infinitas estrellas cuya virtud se ignora, suelen faltar muchas veces los <strong>discurso</strong>s y reglas de<br />
Astrología” (11), pero aún así gozaba de enorme prestigio en la explicación de efectos maravillosos<br />
y misterios de la <strong>natural</strong>eza.<br />
12 Solo de la miel de las Indias expresa Cárdenas una opinión desfavorable, al considerarla en general<br />
de sabor acre con una mezcla de dulce. Sin embargo, afirma que tal característica se revierte<br />
sometiéndola a cocción, con lo cual “pierde el enfadoso y molesto sabor agrio que consigo tiene”<br />
(134).<br />
13 Se trata de un mo<strong>del</strong>o de representación discursivo usado para dar cuenta de las especificidades<br />
<strong>del</strong> mundo <strong>natural</strong> americano, percibido como pleno de riquezas, secretos y maravillas. Para una<br />
caraterización de esta formulación discursiva en los textos sobre el <strong>Nuevo</strong> <strong>Mundo</strong>, veáse el libro<br />
El <strong>discurso</strong> de la abundancia, de Julio Ortega.<br />
Bibliografía<br />
Acosta, José de. <strong>Historia</strong> Natural y Moral de las Indias, en que se Tratan las Cosas Notables <strong>del</strong> Cielo, y<br />
Elementos, Metales, Plantas y Animales <strong>del</strong>las: y los Ritos, y Ceremonias, Leyes y Gobierno, y Guerras<br />
de los Indios. Edmundo O’Gorman, ed. México: Fondo de Cultura Económica, 1940.
<strong>Historia</strong> <strong>natural</strong> y <strong>discurso</strong> <strong>idiosincrásico</strong> <strong>del</strong> <strong>Nuevo</strong> <strong>Mundo</strong> 167<br />
Brading, David A. The First America: The <strong>Spanish</strong> Monarchy, Creole Patriots, and the Liberal State 1492-<br />
1867. Cambridge y New York: Cambridge University Press, 1991.<br />
Calancha, Antonio de la. Coronica Moralizada <strong>del</strong> Orden de San Augustin en el Peru, con Sucesos Egenplares<br />
en Esta Monarquia. Barcelona: Pedro Lacavalleria, 1639.<br />
Cañizares-Esguerra, Jorge. “New World, New Stars: Patriotic Astrology and the Invention of Indian<br />
and Creole Bodies in Colonial <strong>Spanish</strong> America, 1600-1650.” The American Historical Review<br />
104.1 (1999): 33–68.<br />
Cárdenas, Juan de. Primera Parte de los Problemas y Secretos Marauillosos de las Indias. Compuesto por el<br />
Doctor Iuan de Cardenas Medico. México: Pedro Ocharte, 1591.<br />
——. Primera Parte de los Problemas y Secretos Marauillosos de las Indias. México: Imp. <strong>del</strong> Museo nacional<br />
de arqueología, historia y etnología, 1913.<br />
——. Problemas y Secretos Marauillosos de las Indias. Obra Impresa en Mexico, por Pedro Ocharte, en 1591<br />
y Ahora Editada en Facsímil. Colección de Incunables Americanos, Siglo XVI. Vol. IX. Madrid:<br />
Ediciones Cultura Hispánica, 1945.<br />
——. Problemas y Secretos Maravillosos de las Indias. México: Bibliófilos Mexicanos, 1965.<br />
——. Primera Parte de los Problemas y Secretos Maravillosos de las Indias. Xavier Lozoya, ed. México:<br />
Academia Nacional de Medicina, 1980.<br />
——. Problemas y Secretos Maravillosos de las Indias. Madrid: Alianza Editorial, 1988.<br />
Cisneros, Diego de. Sitio, Naturaleza y Propriedades de la Ciudad de Mexico Aguas y Vientos a que Esta<br />
Suieta, y Tiempos <strong>del</strong> Año: Necessidad de su Conocimiento para el Exercicio de la Medicina, su Incertidumbre<br />
y Difficultad sin el de la Astrologia assi para la Curación como para los Prognosticos. Mexico:<br />
Ioan Blanco de Alcazar, 1618.<br />
——. Sitio, Naturaleza y Propriedades de la Ciudad de México. José Luis Peset Reig, ed. Madrid:<br />
Fundación de ciencias de la salud, 1992.<br />
Curtius, Ernst Robert. Literatura Europea y Edad Media Latina. Margit Frenk Alatorre y Antonio<br />
Alatorre, trad. 2 vols. México: Fondo de Cultura Económica, 1989.<br />
Fernández de Oviedo y Valdés, Gonzalo. Dela Natural Hystoria <strong>del</strong>as Indias. Toledo: 1526.<br />
——. <strong>Historia</strong> General y Natural de las Indias. Biblioteca de Autores Españoles; T. 117–121. Juan Pérez<br />
de Tu<strong>del</strong>a y Bueso, ed. 5 vols. Madrid: Ediciones Atlas, 1959.<br />
García Icazbalceta, Joaquín. Bibliografía Mexicana <strong>del</strong> Siglo XVI. Augustín Millares Carlo, ed. México:<br />
Fondo de Cultura Económica, 1954.<br />
Liss, Peggy K. Mexico under Spain 1521–1556. Chicago: The University of Chicago Press, 1975.<br />
Martínez, Enrico. Reportorio de los Tiempos e <strong>Historia</strong> Natural de Nueva España. México: Secretaria de<br />
Educación Pública, 1948.<br />
Millones Figueroa, Luis. “Indianos Problemas: La <strong>Historia</strong> Natural Del Doctor Juan De Cárdenas.”<br />
Élites Intelectuales y Mo<strong>del</strong>os Colectivos: <strong>Mundo</strong> Ibérico (Siglos XVI-XIX). Mónica Quijada y Jesús<br />
Bustamante, eds. Madrid: Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 2003. 83–100.<br />
Ortega, Julio. El Discurso de la Abundancia. Caracas, Venezuela: Monte Avila Editores, 1992.<br />
Pérez Marín, Yarí. “Curiosos Romancistas”: La Epistemología Europea y La Literatura Médica Novohispana,<br />
1565-1592. Tesis (Ph.D.) Brown University, 2006<br />
Puente, Juan de la. Tomo Primero de la Conveniencia de las Dos Monarquias Católicas, la de la Iglesia<br />
Romana y la <strong>del</strong> Imperio Español, y Defensa de la Precedencia de los Reyes Católicos de España a<br />
Todos los Reyes <strong>del</strong> <strong>Mundo</strong>. Madrid: Imprenta Real, 1612.<br />
Pupo-Walker, Enrique. La Vocación Literaria <strong>del</strong> Pensamiento Histórico en América: Desarrollo de la Prosa<br />
de Ficción, Siglos XVI, XVII, XVIII y XIX. Madrid: Editorial Gredos, 1982.<br />
Romm, James. “Biblical History and the Americas: The Legend of Solomon’s Ophir, 1492–1591.” The<br />
Jews and the Expansion of Europe to the West, 1450–1800. Paolo Bernardini y Norman Fiering,<br />
eds. New York: Berghahn Books, 2001. 27–46.<br />
Wallace, William. “Traditional Natural Philosophy.” The Cambridge History of Renaissance Philosophy.<br />
Charles B. Schmitt, et al, eds. Cambridge [Cambridgeshire]; New York: Cambridge University<br />
Press, 1988. 201–35.