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Historia natural y discurso idiosincrásico del Nuevo Mundo - Spanish

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160<br />

Domingo Ledezma<br />

aviso y noticia a todos, <strong>del</strong> modo que deban guardar en usarle, sin perjuicio<br />

de su salud” (98).<br />

Haciendo gala de una artificiosa argumentación médica, Cárdenas explica<br />

de qué componente <strong>del</strong> cacao pueden originarse sus efectos negativos.<br />

Deduce una conclusión previsible: el cacao debe pasar un proceso de<br />

cocción para anular cualquier efecto contrario. También puede mejorarse<br />

si se le agregan algunas especias usadas por los indígenas: “tostado e incorporado<br />

con especies calientes, como se mezcla en el chocolate, hace grandísimo<br />

provecho en todo” (98). A partir de tales argumentos, sustentados<br />

en la autoridad <strong>del</strong> <strong>discurso</strong> médico, Cárdenas no encuentra impedimentos<br />

para destacar la grandeza <strong>del</strong> chocolate y de las especias americanas que a<br />

él se añaden:<br />

[Esta bebida] juzgo por tan importante y necesaria para la salud <strong>del</strong> hombre<br />

en las Indias, que si se sabe usar cómodamente, es mantenimiento<br />

admirable de bueno, y por tal lo tengan todos los que habitan en este <strong>Nuevo</strong><br />

<strong>Mundo</strong> de las Indias, no obstante que médicos de España, sin saber y escudriñar<br />

lo que es, de todo punto lo reprueban. (101)<br />

Para Cárdenas los efectos medicinales y nutritivos <strong>del</strong> chocolate son tan<br />

evidentes que bastan para refutar cualquier opinión negativa de la ciencia<br />

médica europea. Bajo su autoridad facultativa lo prescribe como sano remedio<br />

para los males que los habitantes de las Indias pudieran sufrir.<br />

El chocolate, al igual que el tabaco, ocasionó inicialmente entre los cronistas<br />

europeos prudente rechazo o entusiasta aceptación. Por ejemplo,<br />

Fernández de Oviedo, sin reprobarlo, no deja de mostrar cierta aprensión<br />

en la descripción de tan oscura bebida:<br />

Ello a la vista de los cristianos parece, y es, mucha suciedad; mas a aquellas<br />

gentes, ni les parece asqueroso ni mal hecho, ni cosa inútil, porque con<br />

aquello se sostienen mucho, y les quita la sed y el hambre [...] Y así lo beben,<br />

y parece que bebe hombre zurrapas, y por tanto parece asqueroso al que no<br />

lo ha bebido. Mas al que lo usa, parécele bien, y es de buen sabor y sanísimo<br />

brebaje. (270)<br />

Como en casi todas las descripciones iniciales <strong>del</strong> chocolate, se insiste<br />

aquí en la impresión de suciedad que el color y la viscosidad de la bebida<br />

causaban entre los españoles. Fernández de Oviedo expresa esta percepción,<br />

describiendo la costumbre como un hábito indígena que inevitablemente<br />

sugería una aborrecible imagen excrementicia: “de la una y otra<br />

manera es sucia vista” (270). Sin embargo, no deja de acotar, aunque escuetamente,<br />

su función alimenticia y su agradable sabor.<br />

Aunque Acosta, como ya hemos apuntado, se propone estudiar las causas<br />

de los efectos de la <strong>natural</strong>eza indiana, al tratar de la planta <strong>del</strong> cacao se<br />

refiere a ella superficial y desdeñosamente, denominándola planta “de no<br />

poca superstición” (285). Tratando <strong>del</strong> chocolate, no muestra el prudente<br />

escrúpulo de Fernández de Oviedo sino una verdadera aversión a la bebida:

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