Tablas de Sangre de José Rivera Indarte - Spanish
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The Colorado Review of Hispanic Studies | Vol. 4, Fall 2006 | pages 189–204<br />
Proferir lo inaudito:<br />
<strong>Tablas</strong> <strong>de</strong> <strong>Sangre</strong> <strong>de</strong> <strong>José</strong> <strong>Rivera</strong> <strong>Indarte</strong><br />
Lelia Area, Universidad Nacional <strong>de</strong> Rosario-Fundación<br />
<strong>de</strong>l Gran Rosario<br />
Rosas fue lo que el pueblo argentino quiso que fuese.<br />
— Antonio Zinny, Historia <strong>de</strong> los gobernadores <strong>de</strong> las provincias argentinas<br />
Que la historia hubiera copiado a la historia ya era suficientemente<br />
pasmoso; que la historia copie a la literatura es inconcebible.<br />
I. Preliminar<br />
—Jorge Luis Borges, “Tema <strong>de</strong>l Traidor y <strong>de</strong>l Héroe”<br />
El movimiento <strong>de</strong> in<strong>de</strong>pen<strong>de</strong>ncia hispanoamericano, lejos <strong>de</strong> conducir a<br />
la organización <strong>de</strong> estados in<strong>de</strong>pendientes, instaló a las nuevas naciones<br />
en un estado <strong>de</strong> guerra, producto <strong>de</strong> la imposibilidad <strong>de</strong> consolidar algún<br />
tipo <strong>de</strong> proyecto hegemónico por parte <strong>de</strong> las facciones en pugna. Esta reducción<br />
a guerra se dio, no sólo, en el campo <strong>de</strong> batalla sino que—como<br />
es posible <strong>de</strong> pensar—se proyectó al mismo espacio discursivo, haciendo<br />
que la palabra se constituyese en un arma más para la eliminación <strong>de</strong>l ene-<br />
migo. “Tomando ora la pluma ora la espada”, <strong>de</strong> acuerdo a una tradición<br />
hispánica <strong>de</strong> largo arraigo, el li<strong>de</strong>razgo político se materializó entonces<br />
a través <strong>de</strong> una profusa productividad discursiva que, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> nuestra<br />
perspectiva actual, llena los intersticios <strong>de</strong> la acción militar y da sentido a<br />
los avatares <strong>de</strong> la lucha.<br />
En este contexto, el lenguaje fue una herramienta fundamental para convencer<br />
<strong>de</strong> la verdad <strong>de</strong> una realidad que—paradójicamente—no para todos<br />
era ni tan real ni tan verda<strong>de</strong>ra. Sería posible <strong>de</strong>cir, entonces, que las naciones<br />
surgen <strong>de</strong>s<strong>de</strong> la ciudad escrituraria que postuló Ángel Rama en La ciudad<br />
letrada (1984); aunque sólo algunos lo supieran. Los caudillos, y a su modo<br />
también los escritores, lucharon para concretar una in<strong>de</strong>pen<strong>de</strong>ncia que no<br />
todos <strong>de</strong>seaban. Así, el lenguaje no solamente se limita a <strong>de</strong>marcar una reali-<br />
189
190<br />
Leila Area<br />
dad, sino que se convierte en un acto <strong>de</strong> po<strong>de</strong>r en la medida en que tanto persigue<br />
crear la realidad cuanto imponer una nación don<strong>de</strong> algunos creen que<br />
no existe, enterando a los <strong>de</strong>más por el mismo acto <strong>de</strong> la palabra todopo<strong>de</strong>-<br />
rosa. De esta suerte, la palabra escrita en América, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> la Conquista en<br />
a<strong>de</strong>lante, sería un instrumento <strong>de</strong> po<strong>de</strong>r al servicio <strong>de</strong> las clases dominantes,<br />
ya se llamaran españolas, criollas, “siervas” o “liberales” (D’Alessandro).<br />
Es precisamente en este marco que me interesa evocar la polémica<br />
sentencia <strong>de</strong> David Viñas cuando planteaba que “la literatura argentina<br />
[comenzaba] con [Juan Manuel <strong>de</strong>] Rosas” (Literatura Argentina 4) para<br />
situarla simbólicamente “en una librería facciosa” don<strong>de</strong> se funda, en 1837,<br />
el Salón Literario; percibido como el lugar <strong>de</strong> convocatoria a partir <strong>de</strong>l cual<br />
se armaron las fronteras intelectuales <strong>de</strong> una generación política que produce<br />
y se produce <strong>de</strong>s<strong>de</strong> lo literario. Una generación fundada como una escena<br />
<strong>de</strong> lucha <strong>de</strong> polarida<strong>de</strong>s antitéticas <strong>de</strong>s<strong>de</strong> don<strong>de</strong> inscribe un territorio<br />
escindido, <strong>de</strong>sgarrado en el que el escritor—el letrado—cumple un papel<br />
<strong>de</strong> <strong>de</strong>sconcierto político que, al mismo tiempo, produce una revolución<br />
cultural.<br />
Aclaremos un poco esta afirmación. En 1837 hace dos años que Juan<br />
Manuel <strong>de</strong> Rosas ha llegado por segunda vez al po<strong>de</strong>r, en este caso como el<br />
indiscutido jefe <strong>de</strong> su provincia <strong>de</strong> Buenos Aires y <strong>de</strong> la facción fe<strong>de</strong>ral en<br />
un <strong>de</strong>sunido país. Su victoria se aparece a todos como un hecho irreversi-<br />
ble y <strong>de</strong>stinado a gravitar durante décadas sobre la vida <strong>de</strong> una nación<br />
en formación. Es entonces cuando un grupo <strong>de</strong> jóvenes provenientes <strong>de</strong><br />
las elites letradas <strong>de</strong> Buenos Aires y el Interior se <strong>de</strong>claran <strong>de</strong>stinados a<br />
tomar el relevo <strong>de</strong> la clase política que ha guiado al país <strong>de</strong>s<strong>de</strong> la revolución<br />
<strong>de</strong> In<strong>de</strong>pen<strong>de</strong>ncia hasta el fracaso <strong>de</strong>l intento <strong>de</strong> organización unitaria <strong>de</strong><br />
1824–1827; fracaso evi<strong>de</strong>nte, si se evalúa el triunfo en el país y en Buenos<br />
Aires <strong>de</strong> los “amenazantes” jefes fe<strong>de</strong>rales. Frente a ese grupo unitario rele-<br />
gado por el paso <strong>de</strong>l tiempo y aniquilado por el fracaso, se erige un nuevo<br />
grupo que se auto<strong>de</strong>fine como la Nueva Generación. 1 Si ese fracaso unitario<br />
pue<strong>de</strong> ser ubicado en el fatigado espacio <strong>de</strong> supervivencia <strong>de</strong>l Iluminismo,<br />
la Nueva Generación se coloca bajo el signo <strong>de</strong>l Romanticismo y por lo<br />
tanto se consi<strong>de</strong>ra mejor preparada para asumir la función directiva.<br />
En este marco, la i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> la soberanía letrada, justificada por la pose-<br />
sión exclusiva <strong>de</strong>l sistema <strong>de</strong> i<strong>de</strong>as <strong>de</strong> cuya aplicación <strong>de</strong>pendiera el cuerpo<br />
político (y no sólo político) <strong>de</strong> la nación explica el entusiasmo con que la<br />
Nueva Generación asume <strong>de</strong> Victor Cousin el principio <strong>de</strong> la soberanía <strong>de</strong> la<br />
razón. Esteban Echeverría convertiría esta convicción en doctrina cuando<br />
en 1838 escribe el Credo <strong>de</strong> la Joven Generación. De esta suerte, la avasalladora<br />
pretensión <strong>de</strong> constituirse en guías <strong>de</strong>l nuevo país (y su justificación<br />
por la posesión <strong>de</strong> un salvador sistema <strong>de</strong> i<strong>de</strong>as que no llega a <strong>de</strong>finirse con<br />
precisión) estuvo <strong>de</strong>stinada a alcanzar indudable influencia (aunque no<br />
evi<strong>de</strong>nte en lo inmediato). Here<strong>de</strong>ra <strong>de</strong> ella era la i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> acción y enfrenta-
Proferir lo inaudito 191<br />
miento políticos, las que para encontrar su justificación, <strong>de</strong>bieron plante-<br />
arse como imposición a una Argentina que en treinta años <strong>de</strong> revolución no<br />
había encontrado su forma.<br />
En 1837 la Nueva Generación se percibe a sí misma como la única guía<br />
política (posible) <strong>de</strong> la nación. Pero . . . está Rosas. Rosas que representa el<br />
único—y último—obstáculo para el advenimiento <strong>de</strong> una etapa utópica<br />
<strong>de</strong> paz y progreso. Adolfo Prieto <strong>de</strong>finió claramente este momento <strong>de</strong> la<br />
historia argentina como<br />
un verda<strong>de</strong>ro trauma <strong>de</strong> la conciencia colectiva, un golpe que escindió a la<br />
sociedad en réprobos y elegidos, con<strong>de</strong>nando a los dos sectores a la mutua<br />
recriminación, [situación que] la literatura <strong>de</strong> esos años agigantó y volvió<br />
más espesa la sustancia <strong>de</strong> un conflicto típicamente maniqueo, y la literatura<br />
posterior, <strong>de</strong>sgajada <strong>de</strong> las bases históricas y sociales que le dieron origen<br />
continuó, sin embargo, reviviendo en la conciencia colectiva las viejas<br />
tensiones <strong>de</strong>l conflicto. Réprobos y elegidos otra vez. Réprobos reducidos<br />
al silencio y a la postergación sistemática. Elegidos que poseen la verdad<br />
única y la dirección exclusiva <strong>de</strong>l proceso social (Prieto 37).<br />
La figura <strong>de</strong>monizada <strong>de</strong> Juan Manuel <strong>de</strong> Rosas se diseñaría a través <strong>de</strong><br />
los tonos <strong>de</strong> una biblioteca facciosa 2 cuya función patrimonial fue exponer<br />
<strong>de</strong>s<strong>de</strong> sus anaqueles los “ejemplares” constitutivos <strong>de</strong> un canon beligerante<br />
y organizador <strong>de</strong> una memoria resentida y rencorosa <strong>de</strong> nación. Esta memoria<br />
se constituye a partir <strong>de</strong> un proceso <strong>de</strong> novelización, cuya pretensión<br />
habría sido armar—en el doble sentido <strong>de</strong>l término—el modo <strong>de</strong> leer<br />
agónico <strong>de</strong>l Gran Antagonista 3 <strong>de</strong> su época. Gran Antagonista como efecto<br />
<strong>de</strong> un montaje cuyas trazas imaginarias se entrecruzan, inficionan y contaminan<br />
<strong>de</strong> auctoritas pública y privada mientras construyen ese modo <strong>de</strong><br />
leer maniqueo y tautológico, a la vez, llamado Rosas.<br />
Así, la figura <strong>de</strong> Juan Manuel <strong>de</strong> Rosas aparece en el imaginario <strong>de</strong>l siglo<br />
XIX como una representación encarnada en el nombre contaminante tanto<br />
<strong>de</strong>l cuerpo político como <strong>de</strong>l corpus literario <strong>de</strong> un canon faccioso, conservatorio<br />
y traductor <strong>de</strong> los tonos rencorosos y resentidos con que la violencia<br />
política se inscribió en el espacio literario. En nuestro caso, resulta más<br />
que interesante constatar cómo esta afirmación se ve resignificada, curiosamente,<br />
<strong>de</strong>s<strong>de</strong> las brillantes evaluaciones <strong>de</strong> un historiador como Emilio<br />
Ravignani, cuando afirma que:<br />
De Rosas pue<strong>de</strong> <strong>de</strong>cirse lo que el historiador Albert Vandal dijera <strong>de</strong><br />
Bonaparte: “la leyenda precedió a su historia.” Fue <strong>de</strong> entre todos los<br />
personajes <strong>de</strong>l período anterior a la organización nacional y <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> la<br />
categoría <strong>de</strong> los llamados caudillos—a nuestro juicio, también ha sido un<br />
hombre <strong>de</strong> gobierno—el más adulado a la par que el más odiado y el más<br />
combatido; característica que ha trascendido hasta nuestra época no sólo<br />
al género histórico, sino también a la novela, al melodrama y a la conciencia<br />
popular. Casi se diría que el conocimiento <strong>de</strong> Rosas es algo así como<br />
una roja noticia <strong>de</strong> corte policial (Inferencias 13, énfasis nuestro).
192<br />
Leila Area<br />
Avanzando, entonces, un poco más digamos que existe un Rosas que ha<br />
sido menos historiado que novelado y esa novelización ha sido contagiada<br />
con todos los tonos <strong>de</strong> los (malos y buenos) folletines <strong>de</strong>l siglo XIX. 4 Como<br />
alguna vez se dijera, otros hombres públicos odiados y mal<strong>de</strong>cidos han<br />
tenido la fortuna <strong>de</strong> no merecer en tan alto grado la atención preferente <strong>de</strong><br />
las comadres <strong>de</strong> ambos sexos, amantes <strong>de</strong> explicarlo todo por la “[¿] por<br />
qué lo eliminaste? Es citafístula” (Pereyra, Rosas y Thiers).<br />
Digamos que ese relato carnal al que he <strong>de</strong>nominado—en otras ocasiones—la<br />
novela argentina <strong>de</strong> Juan Manuel <strong>de</strong> Rosas (Area, “Escritura<br />
y política”) se ha instalado en el espacio imaginario <strong>de</strong> la historia patria<br />
como gesto narrativo—agónicamente narrativo—al tiempo que ha ocupado—y<br />
preocupado—a gran parte <strong>de</strong> los escritores argentinos <strong>de</strong> dos (o<br />
tal vez ¿tres?) siglos. Escritores que siguen incorporando tonos y temas<br />
a los anaqueles <strong>de</strong> esa biblioteca facciosa armada como emblema <strong>de</strong> un<br />
modo <strong>de</strong> leer el proyecto <strong>de</strong> construcción <strong>de</strong> la nación argentina. Novela,<br />
finalmente, entendida como proyecto político a partir <strong>de</strong>l cual “emergiera”<br />
una figura <strong>de</strong> nación como producto <strong>de</strong> invenciones político-culturales,<br />
escenario <strong>de</strong> un conjunto <strong>de</strong> lazos sociales mo<strong>de</strong>rnos y regulados entre los<br />
habitantes <strong>de</strong> un corpus territorial. Así, el territorio patrio sería visto (y<br />
sentido) como un libro en el que habría <strong>de</strong> inscribirse con letra agónica la<br />
narración imaginaria <strong>de</strong> un proyecto <strong>de</strong> nación, una tabula rasa que, una<br />
vez cincelada, portaría todas las marcas necesarias para lograr el mitificado<br />
progreso mientras construye una imagen <strong>de</strong> sociedad secreta enfrentada a<br />
su Otro paradigmático. Como alguna vez afirmara Esteban Echeverría,<br />
estando Buenos Aires sentada a orillas <strong>de</strong>l gran<strong>de</strong> estuario <strong>de</strong>l Plata, era<br />
natural que allí se sintiese un movimiento intelectual paralelo al que sostienen<br />
los proscriptos argentinos fuera <strong>de</strong> Buenos Aires, porque en Buenos<br />
Aires hay inteligencias como en cualquiera región <strong>de</strong>l mundo. Esto era indudable,<br />
al menos en otro tiempo. Pero ha sucedido, que así como Rosas ha<br />
hecho una fe<strong>de</strong>ración y una dictadura a su modo, se ha formado también<br />
en ese Buenos Aires una literatura <strong>de</strong> Rosas, y las inteligencias <strong>de</strong>ben seguir<br />
el impulso que Rosas quiera darles y moverse en la órbita que les trace. […]<br />
Ese movimiento tiene dos modos <strong>de</strong> ser: uno latente, impalpable, invisible,<br />
como el calórico y la electricidad, otro tangible, apreciable como las<br />
evoluciones <strong>de</strong> un planeta. Es claro que yo no puedo hablar <strong>de</strong>l primero<br />
[…] el segundo quedará caracterizado por el movimiento intelectual <strong>de</strong><br />
Buenos Aires. […] Pues bien: la fuerza engendradora <strong>de</strong> ese movimiento<br />
en Buenos Aires, proce<strong>de</strong> <strong>de</strong> una sola inteligencia, y esa inteligencia es la <strong>de</strong><br />
Rosas, porque así como es dueño <strong>de</strong> la hacienda, honra y vida <strong>de</strong> todos los<br />
argentinos, es dueño <strong>de</strong> todas las inteligencias y ninguna piensa y se mueve<br />
sin su beneplácito, o más bien Rosas resume y representa todas, porque<br />
Rosas es el gran Pan, el gran Todo <strong>de</strong> los panteístas (Echeverría, “Literatura<br />
mazorquera” 210–211).<br />
Des<strong>de</strong> ese contexto bélico causado por el fracaso <strong>de</strong>l proyecto hispanoamericano,<br />
la representación—Rosas aparece como el horizonte posible a
Proferir lo inaudito 193<br />
partir <strong>de</strong>l cual la nación pue<strong>de</strong> pensarse, ya sea <strong>de</strong>s<strong>de</strong> la adscripción a su<br />
figura o <strong>de</strong>s<strong>de</strong> su rechazo. Como alguna vez planteara Nicolás Shumway,<br />
[…] otro factor <strong>de</strong> la ecuación argentina que suele pasarse por alto en las<br />
historias económicas, sociales y políticas: la peculiar mentalidad divisoria<br />
creada por los intelectuales <strong>de</strong>l país en el siglo XIX, en la que se enmarcó<br />
la primera i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> la Argentina. Este legado i<strong>de</strong>ológico es en algún sentido<br />
una mitología <strong>de</strong> la exclusión antes que una i<strong>de</strong>a nacional unificadora, una<br />
receta para la división antes que un pluralismo <strong>de</strong> consenso. El fracaso en<br />
la creación <strong>de</strong> un marco i<strong>de</strong>ológico para la unión ayudó a producir lo que<br />
Ernesto Sábato ha llamado “una sociedad <strong>de</strong> opositores”, tan interesada<br />
en humillar al otro como en <strong>de</strong>sarrollar una nación viable unida por el<br />
consenso y el compromiso. (Shumway 12, énfasis nuestro)<br />
Será, en verdad, una nación que se percibe <strong>de</strong>s<strong>de</strong> la exacerbación <strong>de</strong> una<br />
teatralidad expuesta a la mirada y fundada sobre la materialidad <strong>de</strong>l cuerpo<br />
político consi<strong>de</strong>rado a partir <strong>de</strong> una doble perspectiva: carga (im)pulsiva<br />
y carga textual. Pero también construida <strong>de</strong>s<strong>de</strong> y con una memoria renco-<br />
rosa y ritual que insiste y persiste en un relato opositor y diferencial don<strong>de</strong><br />
se construye y <strong>de</strong>struye sistemáticamente el montaje figurado <strong>de</strong> un pater<br />
patrias con tonalida<strong>de</strong>s <strong>de</strong> extremas—y hasta inauditas; un montaje semiopolítico<br />
<strong>de</strong> tal sonoridad que fuera la razón directa <strong>de</strong> la producción <strong>de</strong> uno<br />
<strong>de</strong> los momentos <strong>de</strong> mayor expansión intelectual <strong>de</strong> la historia argentina. Un<br />
relato carnal, en síntesis, que hasta logra en un golpe <strong>de</strong> sincronía materializarse<br />
como mito <strong>de</strong> origen en la furibunda y paradojal escritura <strong>de</strong> <strong>José</strong> <strong>Rivera</strong><br />
<strong>Indarte</strong> cuyo discurso durante este período llegó a in<strong>de</strong>pendizarse, cobrando<br />
cuerpo y contraponiéndose incluso en versiones y perversiones <strong>de</strong> las facciones<br />
en pugna. Versiones entendidas como la puesta en escena <strong>de</strong> modos <strong>de</strong><br />
ver, que siempre implican modos <strong>de</strong> leer lo real; instaladas <strong>de</strong>s<strong>de</strong> la imagen <strong>de</strong><br />
una figura veritatis, es <strong>de</strong>cir, <strong>de</strong> una figura <strong>de</strong> la verdad, <strong>de</strong> un montaje, ellas<br />
vehicularon un sistema <strong>de</strong> creencias don<strong>de</strong> la voz <strong>de</strong> la(s) facción(es) verdad<br />
aparecerá siempre como un intento <strong>de</strong> ro<strong>de</strong>ar <strong>de</strong>s<strong>de</strong> ángulos diversos una<br />
totalidad que, por <strong>de</strong>finición, no podía ser nombrada por completo.<br />
II. El ma/l/ogrado <strong>Rivera</strong> <strong>Indarte</strong><br />
¡Yo no tengo amigos! Todos ellos son mis enemigos.<br />
—<strong>José</strong> <strong>Rivera</strong> <strong>Indarte</strong> en Vicente Fi<strong>de</strong>l López, Evocaciones Históricas<br />
Ahora bien, ¿quién había sido ese <strong>José</strong> <strong>Rivera</strong> <strong>Indarte</strong> en el marco <strong>de</strong> la letra<br />
facciosa que novelizara la figura <strong>de</strong>l Gran Antagonista? Panfletario <strong>de</strong> violentas<br />
pasiones, <strong>Rivera</strong> <strong>Indarte</strong> (1814–1845) curiosamente había atravesado<br />
la Biblioteca como acérrimo rosista en una primera época <strong>de</strong> su existencia.<br />
Será en este marco que los relatos <strong>de</strong> época lo ubiquen enfrentado—y<br />
enfrentándose—a los Jóvenes <strong>de</strong> Mayo por medio <strong>de</strong> la prosa y el verso, <strong>de</strong>l<br />
periódico y <strong>de</strong>l libelo.
194<br />
Leila Area<br />
Recor<strong>de</strong>mos que esa juventud, entre otras cuestiones, buscaba instalar<br />
un lenguaje-otro (sic) que les otorgara la propiedad imaginaria <strong>de</strong> la letra<br />
americana. Des<strong>de</strong> esta perspectiva se producían<br />
las manifestaciones <strong>de</strong> hispanofobia, la acentuación <strong>de</strong> escenografías<br />
propias y el manejo <strong>de</strong>l idioma con libertad, comodidad, <strong>de</strong>senfado y hasta<br />
arbitrariedad: en una proporción cualitativamente significante. Recién con<br />
los hombres <strong>de</strong>l 37 las palabras coaguladas en la inmovilidad <strong>de</strong> la colonia<br />
empiezan a vibrar, crujen, giran sobre sí mismas impregnándose <strong>de</strong> un<br />
humus renovado y adquiriendo otra transparencia, peso y <strong>de</strong>nsidad, o se<br />
resquebrajan y parecen licuarse <strong>de</strong>splazándose ágiles, con nuevas aristas,<br />
en insólitas alianzas o a través <strong>de</strong> prolongadas y maduras cariocinesis<br />
(Viñas, Literatura argentina 8–9).<br />
No obstante, esa hispanofobia <strong>de</strong> la juventud universitaria no contagiaría<br />
a <strong>Rivera</strong> <strong>Indarte</strong>, quién como joven estudiante componía diarios manus-<br />
critos, en verso y prosa, don<strong>de</strong> apostrofaba dura y sarcásticamente a sus<br />
maestros y condiscípulos mientras <strong>de</strong>fendía y exaltaba a España. Vicente<br />
Fi<strong>de</strong>l López, en su “Autobiografía. Primeros años. Escuela y Universidad.<br />
Maestros y compañeros <strong>de</strong> estudios”, nos lo retrata <strong>de</strong> esta manera:<br />
Había en aquella clase 86 alumnos. El profesor no se sentaba, andaba <strong>de</strong><br />
uno a otro extremo, enseñando y vigilando. Había algunos <strong>de</strong> todas marcas,<br />
y mucho guarangaje por las grescas <strong>de</strong> los partidos. Solía aparecer<br />
por allí <strong>Rivera</strong> <strong>Indarte</strong> vendiendo un periódico manuscrito suyo, lleno <strong>de</strong><br />
calumnias e insultos a profesores y estudiantes. Tendría entonces 16 ó 18<br />
años. Cuando los injuriados lo pillaban, lo molían a palos y moquetes: y<br />
cuando huía, lo corríamos en tropel. Hubo vez que, no pudiendo escapar,<br />
se metió en la playa con el agua a la rodilla; mientras que <strong>de</strong> lo seco lo<br />
lapidábamos; yo era <strong>de</strong> los chicos, figuraba en el montón; los jefes que<br />
hacían justicia eran los gran<strong>de</strong>s: Rufino Varela, Eguía y muchos otros.<br />
Des<strong>de</strong> entonces este <strong>Rivera</strong> <strong>Indarte</strong>—un canalla, cobar<strong>de</strong>, ratero, bajo,<br />
husmeante y humil<strong>de</strong> en apariencia, como un ratón cuya cueva nadie<br />
sabía—tenía mucho talento y un alma <strong>de</strong> lo más vil que pueda imaginarse.<br />
El retrato que Saldías hace <strong>de</strong> él es exactísimo (López, Evocaciones<br />
Históricas 29–30).<br />
Repudiado y castigado por sus compañeros, finalmente expulsado <strong>de</strong> las<br />
aulas universitarias, se ausentaría <strong>de</strong>l país por corto tiempo; a su vuelta, reingresa<br />
en la universidad, reanudando la actividad <strong>de</strong> su pluma. Más tar<strong>de</strong>,<br />
en 1835 transformado “convenientemente” en fanático rosista, escribió el<br />
“Himno <strong>de</strong> los Restauradores” 5 :<br />
[Coro] / Alza ¡oh, Patria!, tu frente abatida, / De esperanza la aurora lució;<br />
/ Tu adalid valeroso ha jurado / Restaurarte a tu antiguo esplendor. / 1 / ¡Oh,<br />
gran Rosas! Tu pueblo quisiera / Mil laureles poner a tus pies; / Mas el gozo<br />
no pue<strong>de</strong> avenirse / Con el luto y tristeza que ves. / ¡Aguilar y Latorre no<br />
existen! / Villafañe, el invicto, murió; / Y a tu vida tal vez amenaza / De
Proferir lo inaudito 195<br />
un malvado el cuchillo feroz. / [Coro] / 2 / De discordia la llama espantosa<br />
/ Al país amenaza abrasar. / Y al audaz <strong>de</strong>magogo se mira / La orgullosa<br />
cerviz levantar. / ¿No los véis [sic], como ledos conspiran? / ¿Cual aguzan<br />
su oculto puñal? / ¿Cual meditan la ruina y escarnio / Del intrépido y buen<br />
fe<strong>de</strong>ral? / [Coro] / 3 / Esa horda <strong>de</strong> infames ¿qué quiere? / <strong>Sangre</strong> y luto<br />
preten<strong>de</strong>: ¡qué horror! / Empañar nuestras nobles hazañas / Y cubrirnos<br />
<strong>de</strong> eterno baldón. / ¡Ah, cobar<strong>de</strong>s!, temblad, es en vano / Agotéis vuestra<br />
saña y rencor, / Que el gran Rosas presi<strong>de</strong> a su pueblo, / Y el <strong>de</strong>stino obe<strong>de</strong>ce<br />
a su voz.. / [Coro] / 4 / ¡Asesinos <strong>de</strong> Ortiz y Quiroga! / De los hombres<br />
vergüenza y borrón, / A la tumba bajad presurosos, / De los libres temed el<br />
furor. / Esos mismos que en Márquez vencieron, / En San Luis, Tucumán<br />
y Chacón, / Con la sangre traidora han jurado / De venganza inscribir el<br />
padrón. / [Coro] / 5 / Del po<strong>de</strong>r la Gran Suma revistes, / A la patria tú <strong>de</strong>bes<br />
salvar; / ¡Que a tu vista respire el honrado / Y al perverso se mire temblar! /<br />
La ignorancia persigue inflexible, / Al talento procura animar / Y ojalá que<br />
tu nombre en la historia / Una página ocupe inmortal! (<strong>Rivera</strong> <strong>Indarte</strong>,<br />
“Himno a los Restauradores” 52–53).<br />
Tamaña apología, sin embargo, no lo protegería <strong>de</strong> ser encarcelado poco<br />
<strong>de</strong>spués. Se lo acusaba <strong>de</strong> haber perpetrado hurtos en la biblioteca <strong>de</strong> la<br />
universidad (sic) así como <strong>de</strong>l robo <strong>de</strong> la corona <strong>de</strong> la Virgen <strong>de</strong> la Merced.<br />
Rosas no lo <strong>de</strong>fien<strong>de</strong> ni exculpa, 6 y <strong>Rivera</strong> <strong>Indarte</strong> comienza a relacionarse<br />
con emigrados unitarios en la Banda Oriental. En un interesante y curioso<br />
“Estudios sobre la vida y escritos <strong>de</strong> D. <strong>José</strong> <strong>Rivera</strong> <strong>Indarte</strong>”, Bartolomé<br />
Mitre narra este pasaje <strong>de</strong> la siguiente manera:<br />
La provi<strong>de</strong>ncia lo había <strong>de</strong>stinado a una experiencia fructífera, pero<br />
penosa. El hálito <strong>de</strong> la <strong>de</strong>sgracia disipó <strong>de</strong> su mente las nubes que la oscurecían<br />
y <strong>de</strong>s<strong>de</strong> entonces empezó para él una nueva vida moral e intelectual:<br />
como Saulo postrado en tierra oyó la voz <strong>de</strong> su Dios que lo llamaba al buen<br />
camino. Aquí comienza otro hombre y otra existencia. Esta regeneración es<br />
un fenómeno que prueba la energía <strong>de</strong> su voluntad, que <strong>de</strong>s<strong>de</strong> entonces<br />
aplicó con todo su po<strong>de</strong>r al bien <strong>de</strong> su patria y al <strong>de</strong>sarrollo y cultivo <strong>de</strong> sus<br />
bellas faculta<strong>de</strong>s. En la obscuridad <strong>de</strong> la prisión, lloró y meditó: entonces<br />
tuvo por primera vez la inspiración <strong>de</strong> su genio poético. Todo lo que hasta<br />
allí había escrito en esta línea eran versos sin unción, sin i<strong>de</strong>as ni poesía.<br />
[…] Le acompañaban dos amigos <strong>de</strong>l infortunio: la Biblia y el Dante. […]<br />
En la cárcel <strong>de</strong> Buenos Aires, y en el Pontón, adon<strong>de</strong> pasó <strong>de</strong>spués, se<br />
perfeccionó en el latín, francés e italiano, hizo un estudio <strong>de</strong>tenido <strong>de</strong> estas<br />
literaturas y se entregó a la lectura y la meditación <strong>de</strong> obras serias que<br />
nutrieron su cabeza y maduraron su espíritu. Las i<strong>de</strong>as religiosas se arrai-<br />
garon po<strong>de</strong>rosamente en él, y la voz <strong>de</strong>l crucificado <strong>de</strong>spertó las i<strong>de</strong>as y<br />
sentimientos generosos que dormitaban en el fondo <strong>de</strong> su alma. Sus<br />
creencias le acompañaron al sepulcro (Mitre 387–389, énfasis nuestro).
196<br />
Leila Area<br />
Re-generado, 7 cuando recupera la libertad, viaja por los Estados Unidos<br />
y Brasil, se radica en Montevi<strong>de</strong>o don<strong>de</strong> <strong>de</strong>s<strong>de</strong> El Nacional inicia una violenta<br />
campaña contra el Restaurador. Campaña que contraponía versiones<br />
unitarias a versiones fe<strong>de</strong>rales, dado que según los unitarios se había ido<br />
a Montevi<strong>de</strong>o asqueado por las tropelías <strong>de</strong>l rosismo al tiempo que según<br />
las versiones fe<strong>de</strong>rales <strong>de</strong>bió escapar <strong>de</strong> Buenos Aires procesado por estafa<br />
y falsificación <strong>de</strong> documentos.<br />
En el marco <strong>de</strong> esta escena divergente, los emigrados formarían un<br />
grupo compacto, con lugares propios <strong>de</strong> reunión: inquietos, orgullosos, los<br />
argentinos se integraron a la vida <strong>de</strong> la ciudad participando activamente en<br />
la política oriental <strong>de</strong>s<strong>de</strong> don<strong>de</strong> preparaban las expediciones contra Rosas.<br />
En este or<strong>de</strong>n <strong>de</strong> cosas digamos, entonces, que fue a partir <strong>de</strong> la caída <strong>de</strong><br />
Lavalle que había comenzado el largo exilio para los letrados <strong>de</strong> la facción<br />
unitaria. Así, los Agüero, <strong>de</strong>l Carril, Varela y Pico formarían el núcleo inicial<br />
al que se le irían incorporando nuevos miembros a medida que se afianzaba<br />
el po<strong>de</strong>r <strong>de</strong> Rosas. Del grupo primigenio, Florencio Varela, mezcla<br />
<strong>de</strong> tutor, censor y amigo <strong>de</strong> los jóvenes que se le reunirán en el <strong>de</strong>stierro diez<br />
años <strong>de</strong>spués, será un punto central en la actividad política <strong>de</strong> los argentinos<br />
que combaten contra Rosas. De esta suerte, llegados los días <strong>de</strong>l sitio<br />
<strong>de</strong> Montevi<strong>de</strong>o, tomarían las armas en <strong>de</strong>fensa <strong>de</strong> su ciudad adoptiva: 500<br />
hombres formarían la Legión Argentina. Y también tomarían la pluma para<br />
que la Biblioteca comience a ser oída y leída con una mirada estrábica.<br />
Des<strong>de</strong> la otra orilla <strong>de</strong>l pacto <strong>de</strong> lectura, el periódico aparecería ante los<br />
ojos <strong>de</strong> sus lectores como una “forma extrema” <strong>de</strong>l libro, un libro vendido<br />
en gran escala. Será precisamente en este marco que, Montevi<strong>de</strong>o—dice<br />
Rodó—funda una cultura <strong>de</strong>s<strong>de</strong> una doble inmigración <strong>de</strong> escritores y se<br />
convierte en uno <strong>de</strong> los centros literarios más interesantes <strong>de</strong> la América<br />
Española. Se publica en las mismas revistas, se participa <strong>de</strong> los mismos concursos,<br />
estigmatizan los mismos enemigos. Como dijera Adolfo Saldías,<br />
Con el mismo fin que El Constitucional, La Revista, Muera Rozas, El<br />
Brittania, y otros papeles más o menos efímeros, había surgido El<br />
Nacional. Este último diario era en la época á que ha llegado el órgano<br />
oficial <strong>de</strong> la revolución contra el gobierno <strong>de</strong> Rozas, y con<strong>de</strong>nsaba en tal<br />
carácter así la representación <strong>de</strong> los emigrados unitarios como <strong>de</strong>l gobierno<br />
y partido <strong>de</strong> <strong>Rivera</strong>. Redactábalo don <strong>José</strong> <strong>Rivera</strong> <strong>Indarte</strong> [en quién] se<br />
realizaba el hecho <strong>de</strong> que los que reaccionan ruidosamente contra su propio<br />
credo, llegan á ser los sectarios más esforzados <strong>de</strong>l nuevo credo que adoptan<br />
y, por consiguiente, los enemigos más implacables <strong>de</strong>l que abandonaron.<br />
Habíase operado en él algo <strong>de</strong> la transfiguración <strong>de</strong>l hombre y <strong>de</strong> la serpiente<br />
á que se refiere Dante, y que glosa Macaulay para explicarla á los partidos<br />
tradicionales <strong>de</strong> la Gran Bretaña. Todo lo que él con<strong>de</strong>nó y escarneció en<br />
obsequio y al servicio <strong>de</strong>l partido fe<strong>de</strong>ral y <strong>de</strong> Rozas, fue lo mismo que engran<strong>de</strong>ció<br />
y exaltó <strong>de</strong>spués en obsequio y al servicio <strong>de</strong>l partido unitario para
Proferir lo inaudito 197<br />
combatir á aquéllos. Antes había presentado á Rozas como el primero <strong>de</strong> los<br />
argentinos, á los unitarios como parricidas y causante <strong>de</strong> las calamida<strong>de</strong>s<br />
<strong>de</strong> la patria. Después presentó ante los ojos atónitos las escenas cada vez<br />
más animadas <strong>de</strong> un drama <strong>de</strong> crímenes y <strong>de</strong> horrores, cuyo protagonista<br />
abominable era Rozas, y cuyas víctimas inmoladas inocentes eran los unitarios.<br />
El mismo drama transformado por el fanatismo que movía la maquinaria.<br />
La cabeza <strong>de</strong> la serpiente <strong>de</strong>l Dante, que reemplazó la <strong>de</strong>l hombre<br />
(Saldías 32–33, énfasis nuestro).<br />
No puedo <strong>de</strong>jar <strong>de</strong> reflexionar, al menos por un instante, en la figura—<br />
siempre amenazante para la cultura <strong>de</strong> Occi<strong>de</strong>nte—<strong>de</strong>l converso; figura <strong>de</strong><br />
lectura canónica si la hay, en la medida en que persigue agonísticamente<br />
mirarse en el espejo <strong>de</strong> la luci<strong>de</strong>z. En este sentido, la luci<strong>de</strong>z <strong>de</strong>l converso<br />
radica en su adaptación a la realidad, en su radical comprensión <strong>de</strong>l momento<br />
histórico, en su peculiar percepción acerca <strong>de</strong> dón<strong>de</strong> se ubica el<br />
Otro <strong>de</strong> la auctoritas. Digamos que el converso entona siempre una especie<br />
<strong>de</strong> doxología <strong>de</strong>l po<strong>de</strong>r, consagrando al yo como único criterio <strong>de</strong> valor;<br />
<strong>de</strong> esta suerte, la ejemplaridad <strong>de</strong> la figura <strong>de</strong>l converso está en su propia<br />
trayectoria, y su luci<strong>de</strong>z nace <strong>de</strong>l atento examen <strong>de</strong> la realidad, <strong>de</strong>l <strong>de</strong>sciframiento<br />
preciso <strong>de</strong>l mundo.<br />
Es sabido que el converso tien<strong>de</strong> a plantarse in extremis, presumiendo<br />
<strong>de</strong> su nueva fe, mientras <strong>de</strong>moniza a sus antiguos adláteres, si bien no hace<br />
esto por especial maldad, sino por necesidad, por discernimiento: <strong>de</strong>sea,<br />
necesita, hacerse perdonar sus orígenes; quiere olvidar su pasado, le urge<br />
borrarlo: esa es la luci<strong>de</strong>z <strong>de</strong>l converso. De alguna manera, necesita justificar—y<br />
justificarse—tanto la huída como el cruce <strong>de</strong> fronteras.<br />
Tal vez—y sólo tal vez—sea ésta una <strong>de</strong> las razones para que Esteban<br />
Echeverría sólo haya podido—o querido—observar que “[e]l malogrado<br />
don <strong>José</strong> <strong>Rivera</strong> <strong>Indarte</strong> hizo con constancia indomable cinco años <strong>de</strong><br />
guerra al tirano <strong>de</strong> su patria. Sólo la muerte pudo arrancar <strong>de</strong> su mano la<br />
enérgica pluma con que el Nacional acusaba ante el mundo al exterminador<br />
<strong>de</strong> los argentinos. La Europa lo oyó aunque tar<strong>de</strong>, cuando caía exánime<br />
bajo el peso <strong>de</strong> las fatigas, como al pie <strong>de</strong> sus ban<strong>de</strong>ras el valiente soldado”<br />
(Echeverría, “Instrucciones” 85, énfasis nuestro).<br />
III. Es acción santa matar a Rosas<br />
La literatura trabaja la política como conspiración, como guerra.<br />
—Ricardo Piglia, Crítica y Ficción.<br />
Muy dichosos nos reputaríamos si este escrito moviese el corazón <strong>de</strong><br />
algún fuerte, que hundiendo un puñal libertador en el pecho <strong>de</strong> Rosas,<br />
restituyese al Río <strong>de</strong> la Plata su perdida ventura y librase a la América<br />
y a la humanidad en general <strong>de</strong>l gran<strong>de</strong> escándalo que la <strong>de</strong>shonra.<br />
—<strong>Rivera</strong> <strong>Indarte</strong>, <strong>Tablas</strong> <strong>de</strong> sangre
198<br />
Leila Area<br />
El tema <strong>de</strong> las fronteras, que es el <strong>de</strong> los espacios y que es el <strong>de</strong> la i<strong>de</strong>ntidad,<br />
ocupó distintos niveles <strong>de</strong>l discurso letrado <strong>de</strong>l siglo XIX: <strong>de</strong>finir quiénes<br />
somos, <strong>de</strong>finiendo también quiénes no somos o no queremos ser. En este<br />
contexto, la metáfora a-tópica <strong>de</strong> la peregrinación o el exilio arman una<br />
<strong>de</strong>nsidad narrativa fuerte en los jóvenes <strong>de</strong>l 37; <strong>de</strong>nsidad que, sin embargo,<br />
no <strong>de</strong>ja <strong>de</strong> insistir en el vacío—extraño e inquietante—que la figura <strong>de</strong>l<br />
pater Rosas imprime y exhibe <strong>de</strong>s<strong>de</strong> su escritura, <strong>de</strong>sbordándola.<br />
Recor<strong>de</strong>mos que, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> la perspectiva freudiana, lo extraño inquie-<br />
tante—es <strong>de</strong>cir, lo siniestro—aparece siempre que se pier<strong>de</strong> la distancia<br />
a la que, normalmente, se mantiene el objeto, porque el espacio pier<strong>de</strong> su<br />
dimensión habitual. Y en la vida cotidiana, coexisten momentos en que<br />
parece que lo siniestro se aleja, pero cada vez que resurge, anuncia una<br />
enajenación progresiva <strong>de</strong> los sujetos que intentan que su percepción permanezca<br />
fiel al objeto que otrora fuera familiar. Así, en esta alternancia, se<br />
insinúa la dinámica entremezclada <strong>de</strong>l recuerdo y <strong>de</strong>l olvido. Entonces, en<br />
medio <strong>de</strong>l hueco negro <strong>de</strong>l <strong>de</strong>salojo, inmersos en lo siniestro <strong>de</strong> lo innominado,<br />
<strong>de</strong> la amenaza <strong>de</strong>s<strong>de</strong> la sombra que se materializa cotidianamente,<br />
sin dar la cara, el afuera comienza a confundirse con el a<strong>de</strong>ntro y la actividad<br />
perceptiva se mo<strong>de</strong>la cada vez más en la experiencia <strong>de</strong>l espejo, en au-<br />
sencia <strong>de</strong> otro que responda, que no se escamotee y regrese a su oscuridad<br />
pavorosa, la proyección <strong>de</strong> los sujetos intenta reconstruirse en su realidad.<br />
Pero, con una torsión más <strong>de</strong>l espiral siniestro, lo que es proyectado vuelve<br />
a su lugar <strong>de</strong> origen y lo siniestro confun<strong>de</strong>, hasta hacer dudar acerca <strong>de</strong> si<br />
lo exterior es realmente lo exterior.<br />
Entre rumores, susurros y versiones se asiste a una multiplicación <strong>de</strong> lo<br />
mismo, que a veces se manifiesta como extraño, a veces como familiar en el<br />
seno <strong>de</strong> una realidad afectiva—y afectada—don<strong>de</strong> todo se repite in<strong>de</strong>finidamente<br />
a<strong>de</strong>ntro y afuera, y don<strong>de</strong> el tiempo gira sobre sí mismo, se anula<br />
y finalmente se reduce al espacio. Un espacio <strong>de</strong>limitado por la frontera<br />
<strong>de</strong>l recuerdo y aquella <strong>de</strong>l olvido; estrategia multiplicadora <strong>de</strong> lo siniestro<br />
que se convierte en una matriz pantanosa <strong>de</strong> toda posibilidad <strong>de</strong> memoria,<br />
en este caso, <strong>de</strong> una memoria que insiste y persiste como sentimiento<br />
re-sentido. 8<br />
Dicen que dicen … que en ocasión <strong>de</strong> que Florencio Varela programara<br />
su viaje a Inglaterra para pedir a los ingleses que intervinieran con las armas<br />
en el Río <strong>de</strong> la Plata, <strong>de</strong>bía acompañar la solicitud con “argumentos” para<br />
incentivar a las potencias europeas dado que éstas necesitaban “motivaciones”<br />
para justificar (?) su intervención. Así fue como, en 1843, Varela encarga<br />
la confección <strong>de</strong> un inventario <strong>de</strong> “atrocida<strong>de</strong>s atribuibles al Restaurador”<br />
a <strong>José</strong> <strong>Rivera</strong> <strong>Indarte</strong>—quién convertido al Romanticismo y transformado<br />
en mortal enemigo <strong>de</strong> Rosas—era la pluma más indicada para llevar a cabo<br />
la tarea, ya que su escritura había adquirido la fogosidad necesaria como<br />
para poner en escena toda la escala tonal <strong>de</strong> la animadversión. 9
Proferir lo inaudito 199<br />
Así, Rosas y sus opositores sería el primero <strong>de</strong> los gran<strong>de</strong>s textos propagandísticos<br />
escritos contra Rosas. Publicado inicialmente como una<br />
serie <strong>de</strong> artículos periodísticos, su lectura se difundió <strong>de</strong> tal manera que<br />
po<strong>de</strong>mos, sin lugar a dudas, figurar el impacto que <strong>de</strong>be haber tenido en<br />
diversos lectores influyentes europeos. Sin embargo, será precisamente el<br />
apéndice <strong>Tablas</strong> <strong>de</strong> <strong>Sangre</strong>. “Es acción santa matar a Rosas” el texto que<br />
inscriba tanto la aberración <strong>de</strong>moníaca <strong>de</strong>l pater-Rosas cuanto el nombre<br />
<strong>de</strong> autor <strong>de</strong> <strong>Rivera</strong> <strong>Indarte</strong> más allá <strong>de</strong> las fronteras patrias.<br />
Será <strong>de</strong>s<strong>de</strong> <strong>Tablas</strong> <strong>de</strong> sangre don<strong>de</strong> la época se enfrenta a una enumera-<br />
ción <strong>de</strong>splegada en forma monstruosamente or<strong>de</strong>nada—valga el oxímoron—<strong>de</strong><br />
los crímenes cometidos por el Restaurador <strong>de</strong> las Leyes en los catorce<br />
primeros años <strong>de</strong> su gobierno; es una acusación formidable e ingeniosa,<br />
trazada, en cuanto a su disposición escenográfica, a la manera <strong>de</strong> un<br />
implacable y gélido diccionario don<strong>de</strong> resuenan todos los tonos atribuibles<br />
a un registro maldito mientras se formula un siniestro balance a través<br />
<strong>de</strong>l cual se fija el número <strong>de</strong> víctimas en más <strong>de</strong> veinte mil, para el lapso<br />
analizado. 10 A manera <strong>de</strong> conclusión a su <strong>Tablas</strong>—si bien paradójicamente,<br />
se podría también consi<strong>de</strong>rarla como el repetido mito <strong>de</strong> origen <strong>de</strong> una<br />
narrativa fundacional que aún hoy no ha (a)callado ni sus temas ni sus<br />
tonos—dice:<br />
Le cuestan al Río <strong>de</strong> la Plata los gobiernos <strong>de</strong> Rosas, por los cálculos más<br />
bajos, “¡veintidós mil y treinta habitantes!!” los más activos e inteligentes<br />
<strong>de</strong> la población, muertos a veneno, lanza, fuego y cuchillo sin formación<br />
<strong>de</strong> causa, por el capricho <strong>de</strong> un solo hombre, y casi todos privados <strong>de</strong> los<br />
consuelos temporales y religiosos con que la civilización ro<strong>de</strong>a el lecho <strong>de</strong>l<br />
moribundo. La emigración <strong>de</strong> las familias argentinas que han huído [sic]<br />
<strong>de</strong> los gobiernos <strong>de</strong> los gobiernos <strong>de</strong> Rosas y se han asilado en la República<br />
Oriental, en el Brasil, en Chile, Perú y Bolivia, no baja <strong>de</strong> treinta mil personas<br />
¡Qué administraciones tan caras las <strong>de</strong> Rosas! ¡Qué precio tan subido<br />
cuesta a Buenos Aires la suma <strong>de</strong>l po<strong>de</strong>r público, la mas-horca y el placer<br />
<strong>de</strong> estar gobernado por Rosas!!!!! (<strong>Tablas</strong> <strong>de</strong> sangre 90).<br />
Sin embargo, mayor resonancia tendría para la época el “Apéndice”<br />
adjunto a <strong>Tablas</strong> <strong>de</strong> sangre: un escrito <strong>de</strong> setenta y cinco páginas titulado<br />
“Es acción santa matar a Rosas” don<strong>de</strong> el lector se enfrenta a un ensayo<br />
que une filosofía y clásica erudición al tiempo que ofrece una apología <strong>de</strong>l<br />
tiranicidio. 11 Como afirma Alberto Palcos, “ ‘Es acción santa matar a Rosas’<br />
viene a ser como el corolario a la espantosa orgía <strong>de</strong> asesinatos y persecuciones<br />
<strong>de</strong>cretados por el déspota y <strong>de</strong>nunciada por el autor con pluma más<br />
filosa y envenenada que el puñal que incitaba a esgrimir contra D. Juan<br />
Manuel” ( “Introducción” 8).<br />
Es precisamente en este marco que <strong>de</strong>seo retomar lo afirmado más<br />
arriba cuando proponía pensar la figura <strong>de</strong> Juan Manuel <strong>de</strong> Rosas como emblema<br />
<strong>de</strong> una biblioteca facciosa, cuya función patrimonial fuera exponer
200<br />
Leila Area<br />
<strong>de</strong>s<strong>de</strong> sus anaqueles los “ejemplares” constitutivos <strong>de</strong> un canon beligerante<br />
y organizador <strong>de</strong> una memoria resentida y rencorosa <strong>de</strong> nación. Porque, si<br />
como afirmaba David Viñas “la literatura argentina comienza con Rosas”<br />
digamos que ésta es una literatura que extien<strong>de</strong> su judicatura hasta fijar—<br />
para su lectura—una ejemplaridad inaudita y que, por ello mismo, funda<br />
los modos <strong>de</strong> leer la nación argentina. Así, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> este primer ejemplar la ardiente<br />
apología <strong>de</strong>l tiranicidio se apoya en un <strong>de</strong>spliegue <strong>de</strong> erudición poco<br />
común en estos casos. <strong>Rivera</strong> <strong>Indarte</strong> ce<strong>de</strong> la palabra a tratadistas prestigiosos,<br />
graves historiadores, austeros moralistas, jurisconsultos <strong>de</strong> nota y<br />
con fruición los <strong>de</strong>ja hablar. Intercala en esa escenográfica <strong>de</strong> opiniones<br />
autorizadas, citas <strong>de</strong> libros sagrados y <strong>de</strong> conocidos doctores <strong>de</strong> la Iglesia,<br />
con el propósito ostensible <strong>de</strong> contagiar su escritura <strong>de</strong> santidad (asumo<br />
el oxímoron). Al mismo tiempo, obliga al lector a interrogarse acerca <strong>de</strong><br />
si el escritor <strong>de</strong> tamaña exorbitancia habría estado alertado que estaba invitando<br />
a la propia hija <strong>de</strong> Rosas 12 a atentar contra la vida <strong>de</strong> su padre o<br />
que, en pasajes inflamados <strong>de</strong> salvaje elocuencia, llamaba “ilustre” y hasta<br />
“hombre-Dios” 13 al inédito tiranicida.<br />
No obstante, al proferir lo inaudito su contenido se vacía por exceso;<br />
la fuerza tautológica resulta <strong>de</strong>vastadora dado que disuelve todo intento<br />
<strong>de</strong> fundamentación. Así lo habría leído Esteban Echeverría, quién se resiste<br />
a convertirse en uno <strong>de</strong> sus nuevos con-géneres cuando—al <strong>de</strong>cir <strong>de</strong><br />
Saldías—ensor<strong>de</strong>cido por tal exceso, preten<strong>de</strong> <strong>de</strong>spegarse <strong>de</strong> tal pringue<br />
diciendo:<br />
[¿] Qué doctrina social ha formulado V. en su apostolado <strong>de</strong> cinco años en<br />
El Nacional: qué i<strong>de</strong>a nueva ha emitido, qué importación inteligente nos ha<br />
inoculado, qué poesía original nos ha revelado, qué intuición <strong>de</strong> su genio<br />
nos ha embutido? […]. Apostolado para el pueblo dice V.! Apostolado <strong>de</strong><br />
sangre, <strong>de</strong> difamación, <strong>de</strong> inmundicia […] Hay una doctrina que V. ha<br />
concebido y <strong>de</strong>sarrollado con la erudición más escogida, y esta doctrina<br />
es la más digna <strong>de</strong> su apostolado: el tiranicidio. Pero el pueblo replica<br />
indignado: que venga á matar el muy villano, si tiene corazón <strong>de</strong> asesino;<br />
que venga á santificar con su sangre su doctrina […] Y el padre Mariana<br />
se levanta <strong>de</strong> su tumba gritando: Venga mi doctrina! Fuera ese fárrago <strong>de</strong><br />
erudición que empacha, fuera esa lógica tuerta […] (“Carta <strong>de</strong> Echeverría<br />
en mi archivo” en Saldías 44).<br />
Sin lugar a dudas, <strong>Tablas</strong> <strong>de</strong> sangre y “Es acción santa matar a Rosas”<br />
apuntaron—en su doble sentido—a Juan Manuel <strong>de</strong> Rosas como arquetipo<br />
<strong>de</strong> caudillo, es <strong>de</strong>cir, a la corporeización <strong>de</strong>l paternalismo en la sociedad<br />
rioplatense <strong>de</strong>l siglo XIX, que respondía más al amparo que a la política;<br />
arquetipo que, sin solución <strong>de</strong> continuidad, encarnaba el Restaurador<br />
como pater <strong>de</strong> una nación naciente <strong>de</strong>s<strong>de</strong> y en el conflicto. Como dijera<br />
Alberto Ezcurra Medrano—en un soterrado opúsculo hallado por mí en<br />
alguna olvidada biblioteca:
Proferir lo inaudito 201<br />
<strong>de</strong> todo esto resultó un Rosas gigantesco por su maldad, “un Calígula <strong>de</strong>l<br />
siglo XIX”, es <strong>de</strong>cir, el Rosas terrible que necesitaban los unitarios para justificar<br />
sus <strong>de</strong>rrotas y sus traiciones. […] Como la historia la escribieron los<br />
emigrados que regresaron <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> Caseros, ese Rosas pasó a la posteridad<br />
y <strong>de</strong>s<strong>de</strong> entonces todas las generaciones han aprendido a odiarlo <strong>de</strong>s<strong>de</strong><br />
la escuela. Sólo así se explica que aún perdure en el pueblo el prejuicio,<br />
fruto <strong>de</strong>l manual <strong>de</strong> Grosso y <strong>de</strong> las horripilantes escenas <strong>de</strong> la Mazorca,<br />
conocidas a través <strong>de</strong> Amalia [sic] o <strong>de</strong> alguna recopilación <strong>de</strong> ”diabluras<br />
<strong>de</strong>l Tirano” (Ezcurra Medrano 6)<br />
Para finalizar digamos que, como relato <strong>de</strong> relatos, versiones y perversiones—al<br />
<strong>de</strong>cir <strong>de</strong> Borges—todo ello ha pesado (y sigue pesando) en el<br />
<strong>de</strong>be y el haber <strong>de</strong>l rosismo y, en consecuencia, en la construcción <strong>de</strong> las<br />
polarida<strong>de</strong>s antitéticas, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> todo punto <strong>de</strong> vista oximorónicas, que han<br />
sostenido el montaje y andamiaje <strong>de</strong> la figura biblioteco-lógica-Rosas, en la<br />
escenografía <strong>de</strong> la cultura política argentina.<br />
Notas<br />
1 El grupo se había inaugurado oficialmente en Junio <strong>de</strong> 1837, cuando comenzaron a reunirse en<br />
la librería <strong>de</strong> Marcos Sastre; allí, sus miembros leerían y discutirían obras <strong>de</strong> Victor Cousin,<br />
François Guizot, Eugène Lermenier, Edgar Quinet, Abel-François Villemain, Clau<strong>de</strong>-Henri <strong>de</strong><br />
Rouvroy, Con<strong>de</strong> Saint-Simon, Gaston Leroux, Félicité <strong>de</strong> Lamennais, Giuseppe Mazzini, Alexis<br />
<strong>de</strong> Tocqueville, entre muchos otros. Parte <strong>de</strong> su práctica fue integrar a los tradicionales antagonistas.<br />
Los árbitros culturales <strong>de</strong>l gobierno <strong>de</strong> Rosas, Pedro <strong>de</strong> Angelis y Felipe Senillosa, fueron<br />
calurosamente invitados a sumarse al Salón. Así lo hicieron aunque lo abandonaron rápidamente.<br />
Ya a principios <strong>de</strong> 1838, Rosas había clausurado la librería.<br />
2 Busco articular esta figura <strong>de</strong> Biblioteca con la pretensión <strong>de</strong> instalarla como una figura <strong>de</strong><br />
lectura que opere como referencia <strong>de</strong> esa maravillosa imagen narrativa que alguna vez nos<br />
“regalara” Borges cuando (casi) felizmente concluye que “la Biblioteca perdurará: iluminada,<br />
solitaria, infinita, perfectamente inmóvil, armada <strong>de</strong> volúmenes preciosos, inútil, incorruptible,<br />
secreta. […] Acabo <strong>de</strong> escribir infinita. […] Yo me atrevo a insinuar esta solución <strong>de</strong>l antiguo<br />
problema: La biblioteca es ilimitada y periódica. Si un eterno viajero la atravesara en cualquier<br />
dirección, comprobaría al cabo <strong>de</strong> los siglos que los mismos volúmenes se repiten en el mismo<br />
<strong>de</strong>sor<strong>de</strong>n (que, repetido, sería un or<strong>de</strong>n <strong>de</strong>l Or<strong>de</strong>n).” (“La biblioteca <strong>de</strong> Babel” 470–471). En<br />
este contexto, digamos a<strong>de</strong>más que la ”modalidad” facciosa, a<strong>de</strong>más <strong>de</strong> referir a una acción<br />
beligerante también remite ”a la otra cara” <strong>de</strong> algo).<br />
3 En Tótem y Tabú, Freud expone la i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> Darwin según la cual la forma primordial <strong>de</strong> la<br />
sociedad humana fue la <strong>de</strong> una horda gobernada <strong>de</strong>spóticamente por un macho fuerte. Según<br />
Freud, los hermanos <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> la horda confabularon contra el po<strong>de</strong>r <strong>de</strong>l padre y le asesinaron.<br />
Posteriormente, el sentimiento <strong>de</strong> culpa y el temor a que volviese <strong>de</strong>l más allá dieron origen a la<br />
religión y los sentimientos éticos. Así, la imagen <strong>de</strong> este padre primitivo e hiperfuerte es la que se<br />
reanima en el pensamiento primitivo <strong>de</strong> la masa frente al conductor. Por cierto que esta imagen<br />
aparece también en los mitos y en los sueños. La historia <strong>de</strong> David frente a Goliat ejemplifica una<br />
<strong>de</strong> estas variantes.<br />
4 Jorge <strong>Rivera</strong> sostiene que la novela <strong>de</strong> folletín ocupó con fuerza avasalladora la imaginación <strong>de</strong><br />
los lectores <strong>de</strong>l siglo XIX. Su universo, construido a base <strong>de</strong> falsas i<strong>de</strong>ntida<strong>de</strong>s, reconocimientos<br />
imprevisibles, sustituciones misteriosas y asedios a la inocencia reivindicada, hizo resurgir en<br />
plena revolución industrial, curiosamente amalgamados con elementos <strong>de</strong> la novela burguesa<br />
realista, las fantasías más antiguas <strong>de</strong> la imaginación popular (Antología <strong>de</strong> la novela popular).
202<br />
Leila Area<br />
5 La composición, publicada en hoja suelta con la efigie <strong>de</strong> Rosas, sale a la venta cuando éste asume<br />
por segunda vez el po<strong>de</strong>r. La música fue compuesta por Esteban Manzini; se estrenó el 13 <strong>de</strong> junio<br />
<strong>de</strong> 1835, en el teatro Coliseo.<br />
6 Las voces partidarias alertan que Rosas habría tenido un sentido estricto <strong>de</strong> la justicia y si bien<br />
había perdonado algunas veces a sus enemigos políticos (el general Paz, los conspiradores <strong>de</strong><br />
1839, el coronel Pedro Díaz, entre otros), no lo hizo con aquéllos acusados <strong>de</strong> <strong>de</strong>litos comunes<br />
y menos tratándose <strong>de</strong> correligionarios o familiares a quienes creía obligados más que otros a<br />
respetar las leyes.<br />
7 Como emblema generacional, la búsqueda <strong>de</strong>l origen involucraba un elemento regenerador; era<br />
la preocupación por hallar lo primigenio, lo que no tenía antece<strong>de</strong>ntes, el tiempo fuerte en que<br />
se fijaban los rasgos <strong>de</strong>l espíritu popular, el que los artistas <strong>de</strong>bían escrutar para plasmarlo en sus<br />
obras, caos que <strong>de</strong>vendría or<strong>de</strong>n por la mediación <strong>de</strong>l logos y que volvería al pueblo, <strong>de</strong>bidamente<br />
compuesto, por una segunda mediación, la que el letrado cumpliría precisamente entre el logos y<br />
el pueblo. Así, la vuelta al origen obligaba, entonces, a una reflexión crítica sobre la historia patria<br />
y, en sentido contrario, era una imposición <strong>de</strong> la misma historia vivida. Los jóvenes <strong>de</strong>l 37 aceptaban<br />
el programa <strong>de</strong> la revolución pero no sus consecuencias históricas; para ellos, aquél había<br />
sido un plan correcto que había <strong>de</strong>generado, por lo que se imponía el tiempo <strong>de</strong> su regeneración<br />
(Matamoro 38).<br />
8 Permítaseme jugar con las posibilida<strong>de</strong>s semánticas <strong>de</strong> ambos significantes como referencia<br />
emblemática al heimlich / unheimlich freudiano.<br />
9 Dice Saldías al respecto: “Después <strong>de</strong> este viaje aparece, no un distinto <strong>Rivera</strong> <strong>Indarte</strong>, que sí<br />
el mismo propagandista fogoso; con la diferencia <strong>de</strong> que en Buenos Aires exaltaba á Rozas y<br />
alar<strong>de</strong>aba <strong>de</strong> fe<strong>de</strong>ral fanático, y en Montevi<strong>de</strong>o comenzó á exaltar al partido unitario alar<strong>de</strong>ando<br />
<strong>de</strong> tal. Sus panegiristas y correligionarios <strong>de</strong> Montevi<strong>de</strong>o <strong>de</strong>cían que esto fue una regeneración<br />
en él. Pero el hecho es que profesó un fanatismo idéntico en ten<strong>de</strong>ncias al que <strong>de</strong>jó <strong>de</strong> profesar y<br />
que siguió siendo el incansable propagandista <strong>de</strong> los odios que <strong>de</strong>sgarraron su patria. Si un tercer<br />
partido hubiese disputado el predominio absoluto en la República, á éste habría pertenecido<br />
<strong>Rivera</strong> <strong>Indarte</strong>, y se habría asimilado estos nuevos rencores para <strong>de</strong>sahogarlos contra el partido<br />
unitario á cuyo servicio se consagró” (Saldías 43-44).<br />
10 Los partidarios <strong>de</strong> Don Juan Manuel, citando el Atlas <strong>de</strong> Londres <strong>de</strong>l 1 <strong>de</strong> marzo <strong>de</strong> 1845, en<br />
artículo reproducido por Emile Girardin en La Presse <strong>de</strong> París, afirman que la casa Lafone & Co.,<br />
concesionaria <strong>de</strong> la aduana <strong>de</strong> Montevi<strong>de</strong>o, habría pagado la macabra nómina a un penique el<br />
cadáver. <strong>Rivera</strong> <strong>Indarte</strong> habría reunido 480 muertes y le atribuyó a Rosas todos los crímenes posibles:<br />
el <strong>de</strong> Quiroga y su comitiva, Heredia, Villafañe, entre otros, mientras <strong>de</strong>nunciaba nombres<br />
repetidos y otros individualizados por las iniciales N. N. Los métodos variaban: fusilamientos, <strong>de</strong>güellos,<br />
envenenamientos. De ser ciertas las imputaciones <strong>de</strong>l rosismo, los 480 cadáveres habrían<br />
reportado dos suculentas libras esterlinas para <strong>Rivera</strong> <strong>Indarte</strong>. Pero la lista no termina allí, ya que<br />
las <strong>Tablas</strong> agregaban 22560 caídos y posibles caídos en todas las batallas y combates habidos en la<br />
Argentina <strong>de</strong>s<strong>de</strong> 1829 en a<strong>de</strong>lante (Rosa, Rosas).<br />
11 Resulta necesario recordar que la figura más importante <strong>de</strong>l <strong>de</strong>lito político es y será, al menos<br />
en la historia <strong>de</strong> Occi<strong>de</strong>nte, la <strong>de</strong>l tiranicidio, es <strong>de</strong>cir, la muerte violenta <strong>de</strong> quien encarna<br />
<strong>de</strong>spóticamente el po<strong>de</strong>r político. Los más representativos doctores <strong>de</strong> la Iglesia, durante la Edad<br />
Media, tales como Santo Tomás y Francisco Suárez, elaboran y preconizan la tesis <strong>de</strong> la licitud<br />
y legitimidad <strong>de</strong> la rebelión contra el tirano, cuando el gobierno se hace intolerable, llegando a<br />
justificar el tiranicidio, consi<strong>de</strong>rado como un <strong>de</strong>recho <strong>de</strong> los pueblos oprimidos por el déspota.<br />
Roma no se había quedado atrás en cuanto al tiranicidio, ya que el asesinato <strong>de</strong> Julio César es el<br />
más importante tiranicidio que registra su historia. Sin embargo, la teoría que sobre el tiranicidio<br />
ha gozado <strong>de</strong> mayor difusión y autoridad es la <strong>de</strong>l jesuita español Padre Juan <strong>de</strong> Mariana, quien<br />
afirmara que el tirano es una bestia feroz, que gobierna a sangre y fuego, que <strong>de</strong>sgarra la patria y<br />
que llega a convertirse en un verda<strong>de</strong>ro enemigo público. No hay duda respecto a la legitimidad<br />
<strong>de</strong>l <strong>de</strong>recho a asesinarlo, <strong>de</strong>recho que pertenece a cualquier ciudadano, sin que <strong>de</strong>ba prece<strong>de</strong>r<br />
a su ejercicio <strong>de</strong>liberación alguna por parte <strong>de</strong> los <strong>de</strong>más. Su doctrina <strong>de</strong>l tiranicidio compren<strong>de</strong><br />
dos hipótesis: cuando el príncipe ocupa el trono sin <strong>de</strong>recho alguno y sin consentimiento <strong>de</strong> los<br />
ciudadanos—y por medio <strong>de</strong> la fuerza y <strong>de</strong> las armas—lícitamente pue<strong>de</strong> llegar a quitársele la<br />
vida y <strong>de</strong>spojarlo <strong>de</strong>l trono, puesto que es enemigo público y oprime al país con todos los males.<br />
La otra posibilidad, se produce cuando el tirano es elevado al trono por consentimiento o por
Proferir lo inaudito 203<br />
<strong>de</strong>recho hereditario, en esa situación se <strong>de</strong>berían tolerar todos sus vicios mientras no llegue a<br />
<strong>de</strong>spojar públicamente todas las leyes <strong>de</strong> la honestidad y <strong>de</strong>l pudor que <strong>de</strong>be observar.<br />
12 “¿No habrá mujer en Buenos Aires bastante heroica para imitar a Judith y a Carlota Corday?<br />
[…] ¡Mujeres <strong>de</strong> Buenos Aires! Si alguna <strong>de</strong> vosotras empren<strong>de</strong> tan santa y gloriosa obra, no se<br />
<strong>de</strong>scui<strong>de</strong> <strong>de</strong> envenenar el hierro que <strong>de</strong>stine a ella en un veneno activo, en tintura <strong>de</strong> cobre, arsénico,<br />
ácido prúsico; entonces una tijera, una aguja, será bastante, y más si la clava en el vientre<br />
<strong>de</strong>l obeso tirano, don<strong>de</strong> la punta libertadora penetrará sin obstáculo como la tienta en el barro<br />
húmedo y fofo. […] ¿De tantas mujeres que insulta y <strong>de</strong>shonra, que penetras hasta él, no habrá<br />
una que asesinándolo quiera hacerse la mujer <strong>de</strong> la patria? ¡Cuán fácil sería esto a las Escurras, las<br />
Aranas, las Aljibeles, las Medranos, las Carretones y tantas otras! La misma infame Manuela se<br />
lavaría <strong>de</strong> su mancha profunda en la sangre <strong>de</strong> su espantoso seductor (<strong>Tablas</strong> <strong>de</strong> sangre 160).<br />
13 “Después que mates a Rosas no correrá ya una lágrima, una sola gota <strong>de</strong> sangre no manchará<br />
estas campañas y ciuda<strong>de</strong>s, cubiertas hoy <strong>de</strong> huesos humanos. La libertad, la dicha, la paz, la prosperidad<br />
se <strong>de</strong>berán sólo a ti, hombre-Dios, a quien estoy mirando, aunque todavía no te conozco<br />
y estás incógnito para el mundo. Bendito una y mil veces será el día en que naciste. La virtud más<br />
pura, el pensamiento <strong>de</strong> Dios moraba en el alma <strong>de</strong> la que te concibió. Un momento te bastará<br />
para cumplir tu gran<strong>de</strong> apostolado, misionero sublime <strong>de</strong> expiación y <strong>de</strong> sangre; pero medítalo<br />
bien para que no te falle. Te queremos salvador y no mártir” (<strong>Tablas</strong> <strong>de</strong> sangre 196).<br />
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