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Tablas de Sangre de José Rivera Indarte - Spanish

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194<br />

Leila Area<br />

Recor<strong>de</strong>mos que esa juventud, entre otras cuestiones, buscaba instalar<br />

un lenguaje-otro (sic) que les otorgara la propiedad imaginaria <strong>de</strong> la letra<br />

americana. Des<strong>de</strong> esta perspectiva se producían<br />

las manifestaciones <strong>de</strong> hispanofobia, la acentuación <strong>de</strong> escenografías<br />

propias y el manejo <strong>de</strong>l idioma con libertad, comodidad, <strong>de</strong>senfado y hasta<br />

arbitrariedad: en una proporción cualitativamente significante. Recién con<br />

los hombres <strong>de</strong>l 37 las palabras coaguladas en la inmovilidad <strong>de</strong> la colonia<br />

empiezan a vibrar, crujen, giran sobre sí mismas impregnándose <strong>de</strong> un<br />

humus renovado y adquiriendo otra transparencia, peso y <strong>de</strong>nsidad, o se<br />

resquebrajan y parecen licuarse <strong>de</strong>splazándose ágiles, con nuevas aristas,<br />

en insólitas alianzas o a través <strong>de</strong> prolongadas y maduras cariocinesis<br />

(Viñas, Literatura argentina 8–9).<br />

No obstante, esa hispanofobia <strong>de</strong> la juventud universitaria no contagiaría<br />

a <strong>Rivera</strong> <strong>Indarte</strong>, quién como joven estudiante componía diarios manus-<br />

critos, en verso y prosa, don<strong>de</strong> apostrofaba dura y sarcásticamente a sus<br />

maestros y condiscípulos mientras <strong>de</strong>fendía y exaltaba a España. Vicente<br />

Fi<strong>de</strong>l López, en su “Autobiografía. Primeros años. Escuela y Universidad.<br />

Maestros y compañeros <strong>de</strong> estudios”, nos lo retrata <strong>de</strong> esta manera:<br />

Había en aquella clase 86 alumnos. El profesor no se sentaba, andaba <strong>de</strong><br />

uno a otro extremo, enseñando y vigilando. Había algunos <strong>de</strong> todas marcas,<br />

y mucho guarangaje por las grescas <strong>de</strong> los partidos. Solía aparecer<br />

por allí <strong>Rivera</strong> <strong>Indarte</strong> vendiendo un periódico manuscrito suyo, lleno <strong>de</strong><br />

calumnias e insultos a profesores y estudiantes. Tendría entonces 16 ó 18<br />

años. Cuando los injuriados lo pillaban, lo molían a palos y moquetes: y<br />

cuando huía, lo corríamos en tropel. Hubo vez que, no pudiendo escapar,<br />

se metió en la playa con el agua a la rodilla; mientras que <strong>de</strong> lo seco lo<br />

lapidábamos; yo era <strong>de</strong> los chicos, figuraba en el montón; los jefes que<br />

hacían justicia eran los gran<strong>de</strong>s: Rufino Varela, Eguía y muchos otros.<br />

Des<strong>de</strong> entonces este <strong>Rivera</strong> <strong>Indarte</strong>—un canalla, cobar<strong>de</strong>, ratero, bajo,<br />

husmeante y humil<strong>de</strong> en apariencia, como un ratón cuya cueva nadie<br />

sabía—tenía mucho talento y un alma <strong>de</strong> lo más vil que pueda imaginarse.<br />

El retrato que Saldías hace <strong>de</strong> él es exactísimo (López, Evocaciones<br />

Históricas 29–30).<br />

Repudiado y castigado por sus compañeros, finalmente expulsado <strong>de</strong> las<br />

aulas universitarias, se ausentaría <strong>de</strong>l país por corto tiempo; a su vuelta, reingresa<br />

en la universidad, reanudando la actividad <strong>de</strong> su pluma. Más tar<strong>de</strong>,<br />

en 1835 transformado “convenientemente” en fanático rosista, escribió el<br />

“Himno <strong>de</strong> los Restauradores” 5 :<br />

[Coro] / Alza ¡oh, Patria!, tu frente abatida, / De esperanza la aurora lució;<br />

/ Tu adalid valeroso ha jurado / Restaurarte a tu antiguo esplendor. / 1 / ¡Oh,<br />

gran Rosas! Tu pueblo quisiera / Mil laureles poner a tus pies; / Mas el gozo<br />

no pue<strong>de</strong> avenirse / Con el luto y tristeza que ves. / ¡Aguilar y Latorre no<br />

existen! / Villafañe, el invicto, murió; / Y a tu vida tal vez amenaza / De

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