Tablas de Sangre de José Rivera Indarte - Spanish
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Leila Area<br />
Recor<strong>de</strong>mos que esa juventud, entre otras cuestiones, buscaba instalar<br />
un lenguaje-otro (sic) que les otorgara la propiedad imaginaria <strong>de</strong> la letra<br />
americana. Des<strong>de</strong> esta perspectiva se producían<br />
las manifestaciones <strong>de</strong> hispanofobia, la acentuación <strong>de</strong> escenografías<br />
propias y el manejo <strong>de</strong>l idioma con libertad, comodidad, <strong>de</strong>senfado y hasta<br />
arbitrariedad: en una proporción cualitativamente significante. Recién con<br />
los hombres <strong>de</strong>l 37 las palabras coaguladas en la inmovilidad <strong>de</strong> la colonia<br />
empiezan a vibrar, crujen, giran sobre sí mismas impregnándose <strong>de</strong> un<br />
humus renovado y adquiriendo otra transparencia, peso y <strong>de</strong>nsidad, o se<br />
resquebrajan y parecen licuarse <strong>de</strong>splazándose ágiles, con nuevas aristas,<br />
en insólitas alianzas o a través <strong>de</strong> prolongadas y maduras cariocinesis<br />
(Viñas, Literatura argentina 8–9).<br />
No obstante, esa hispanofobia <strong>de</strong> la juventud universitaria no contagiaría<br />
a <strong>Rivera</strong> <strong>Indarte</strong>, quién como joven estudiante componía diarios manus-<br />
critos, en verso y prosa, don<strong>de</strong> apostrofaba dura y sarcásticamente a sus<br />
maestros y condiscípulos mientras <strong>de</strong>fendía y exaltaba a España. Vicente<br />
Fi<strong>de</strong>l López, en su “Autobiografía. Primeros años. Escuela y Universidad.<br />
Maestros y compañeros <strong>de</strong> estudios”, nos lo retrata <strong>de</strong> esta manera:<br />
Había en aquella clase 86 alumnos. El profesor no se sentaba, andaba <strong>de</strong><br />
uno a otro extremo, enseñando y vigilando. Había algunos <strong>de</strong> todas marcas,<br />
y mucho guarangaje por las grescas <strong>de</strong> los partidos. Solía aparecer<br />
por allí <strong>Rivera</strong> <strong>Indarte</strong> vendiendo un periódico manuscrito suyo, lleno <strong>de</strong><br />
calumnias e insultos a profesores y estudiantes. Tendría entonces 16 ó 18<br />
años. Cuando los injuriados lo pillaban, lo molían a palos y moquetes: y<br />
cuando huía, lo corríamos en tropel. Hubo vez que, no pudiendo escapar,<br />
se metió en la playa con el agua a la rodilla; mientras que <strong>de</strong> lo seco lo<br />
lapidábamos; yo era <strong>de</strong> los chicos, figuraba en el montón; los jefes que<br />
hacían justicia eran los gran<strong>de</strong>s: Rufino Varela, Eguía y muchos otros.<br />
Des<strong>de</strong> entonces este <strong>Rivera</strong> <strong>Indarte</strong>—un canalla, cobar<strong>de</strong>, ratero, bajo,<br />
husmeante y humil<strong>de</strong> en apariencia, como un ratón cuya cueva nadie<br />
sabía—tenía mucho talento y un alma <strong>de</strong> lo más vil que pueda imaginarse.<br />
El retrato que Saldías hace <strong>de</strong> él es exactísimo (López, Evocaciones<br />
Históricas 29–30).<br />
Repudiado y castigado por sus compañeros, finalmente expulsado <strong>de</strong> las<br />
aulas universitarias, se ausentaría <strong>de</strong>l país por corto tiempo; a su vuelta, reingresa<br />
en la universidad, reanudando la actividad <strong>de</strong> su pluma. Más tar<strong>de</strong>,<br />
en 1835 transformado “convenientemente” en fanático rosista, escribió el<br />
“Himno <strong>de</strong> los Restauradores” 5 :<br />
[Coro] / Alza ¡oh, Patria!, tu frente abatida, / De esperanza la aurora lució;<br />
/ Tu adalid valeroso ha jurado / Restaurarte a tu antiguo esplendor. / 1 / ¡Oh,<br />
gran Rosas! Tu pueblo quisiera / Mil laureles poner a tus pies; / Mas el gozo<br />
no pue<strong>de</strong> avenirse / Con el luto y tristeza que ves. / ¡Aguilar y Latorre no<br />
existen! / Villafañe, el invicto, murió; / Y a tu vida tal vez amenaza / De