Historia natural y discurso idiosincrásico del Nuevo Mundo - Spanish
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Domingo Ledezma<br />
III. De la retórica escolástica a la apología de la <strong>natural</strong>eza<br />
Cuando el método de la filosofía <strong>natural</strong> neoaristotélica no conduce a desentrañar<br />
los misterios maravillosos de las Indias, Cárdenas recurre a un<br />
tipo de explicaciones que, sin negar su procedimiento escolástico, proveen<br />
respuestas que bordean los límites de lo fantasioso. Como marco conceptual<br />
de fondo en su <strong>discurso</strong> apologético de las Indias, Cárdenas presenta,<br />
por ejemplo, la idea <strong>del</strong> <strong>Nuevo</strong> <strong>Mundo</strong> como remembranza <strong>del</strong> Paraíso<br />
terrenal, partiendo de preter<strong>natural</strong>es argumentaciones astrológicas. No<br />
recurre exclusivamente a los clásicos motivos de la tópica literaria para elogiar<br />
como lugar edénico el mundo <strong>natural</strong> indiano, sino que apela a ejemplos<br />
concretos de una <strong>natural</strong>eza novedosa y exuberante, consecuencias<br />
de las benéficas influencias celestiales manifestadas en América. Son estos<br />
datos precisos de la <strong>natural</strong>eza indiana los que le permiten sostener una<br />
percepción maravillosa y apologética <strong>del</strong> <strong>Nuevo</strong> <strong>Mundo</strong>.<br />
En el capítulo tercero de la primera parte <strong>del</strong> libro, donde discute sobre<br />
la causa de haber en las Indias tantas cavernas, Cárdenas sostiene una serie<br />
de premisas que lo conducen, basado en los influjos celestiales, al argumento<br />
<strong>del</strong> locus paradisi en el <strong>Nuevo</strong> <strong>Mundo</strong>. Recurriendo nuevamente a<br />
la reiterada teoría aristotélica de las exhalaciones, afirma que éstas son la<br />
causa de la abundancia y variedad de los minerales, así como <strong>del</strong> origen<br />
de la diversidad y calidad de los vientos de la tórrida zona: “De suerte que<br />
tanto cuanto son más en cantidad estas exhalaciones en las Indias, tanto<br />
son más los dichos vientos y minerales” (20). Su consideración lo conduce<br />
a una inferencia que lo desembaraza de la rigidez de la retórica escolástica<br />
y le permite una digresión intuitiva e imaginaria. Como las exhalaciones<br />
tienen su origen en el celestial influjo <strong>del</strong> sol y de los demás astros, dice, y<br />
por estar la “torridazona” en una situación privilegiada, tienen los cielos<br />
americanos “más fuerza de influir sobre esta tierra que sobre otra alguna,<br />
por estar el zodíaco derechamente sobre las Indias” (20). Esta presuposición<br />
le permitirá sostener, a lo largo de toda la obra, que es el predominio<br />
de las constelaciones <strong>del</strong> <strong>Nuevo</strong> <strong>Mundo</strong> el que ocasiona la temperancia <strong>del</strong><br />
clima, la abundancia de minerales y recursos, y una <strong>natural</strong>eza pródiga y<br />
fecunda que confirma de manera concreta la imaginería edénica de los lugares<br />
apacibles y abundantes.<br />
Cárdenas evita en su elogio de la <strong>natural</strong>eza los reiterados motivos de<br />
la Edad de Oro, lo cual lo previene de construir una figuración idealizada<br />
<strong>del</strong> paisaje americano. Cuando menciona la probable ubicación <strong>del</strong> Paraíso<br />
terrenal en la zona tórrida americana, legitima la tesis no con los conocidos<br />
tópicos áureos usados por Colón, Pedro Mártir, Las Casas y José de Acosta,<br />
sino con el argumento, tomado de la astrología judiciaria, de las benéficas<br />
influencias celestiales que el <strong>Nuevo</strong> <strong>Mundo</strong> recibe: