Illich Ivan - La sociedad desescolarizada.rtf - Mundo Libertario
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3. RITUALIZACIÓN DEL PROGRESO<br />
El mito de los valores institucionalizados, 59<br />
El mito de la medición de los valores, 60<br />
El mito de los valores envasados, 61<br />
El mito del progreso que se perpetúa a sí mismo, 63<br />
El juego ritual y la nueva religión mundial, 65<br />
El reino venidero: la universalización de las expectativas, 67<br />
<strong>La</strong> nueva alienación, 68<br />
<strong>La</strong> potencialidad revolucionaria de la desescolarización, 70<br />
El graduado en una universidad ha sido escolarizado para cumplir un servicio selectivo entre los<br />
ricos del mundo. Sean cuales fueren sus afirmaciones de solidaridad con el Tercer <strong>Mundo</strong>, cada<br />
estadunidense que ha conseguido su título universitario ha tenido una educación que cuesta una<br />
cantidad cinco veces mayor que los ingresos medios de toda una vida de media humanidad. A un<br />
estudiante latinoamericano se le introduce en esta exclusiva fraternidad acordándole para su<br />
educación un gasto por lo menos 350 veces mayor que el de sus conciudadanos de clase media.<br />
Salvo muy raras excepciones, el graduado universitario de un país pobre se siente más a gusto<br />
con sus colegas norteamericanos o europeos que con sus compatriotas no escolarizados, y a<br />
todos los estudiantes se les somete a un proceso académico que les hace sentirse felices sólo en<br />
compañía de otros consumidores de los productos de la máquina educativa.<br />
<strong>La</strong> universidad moderna confiere el privilegio de disentir a aquellos que han sido comprobados y<br />
clasificados como fabricantes de dinero o detentadores de poder en potencia. A nadie se le<br />
conceden fondos provenientes de impuestos para que tengan así tiempo libre para autoeducarse o<br />
el derecho de educar a otros, a menos que al mismo tiempo puedan certificarse sus logros. <strong>La</strong>s<br />
escuelas eligen para cada nivel superior sucesivo a aquellos que en las primeras etapas del juego<br />
hayan demostrado ser buenos riesgos1 para el orden establecido. Al tener un monopolio sobre los<br />
recursos para el aprendizaje y sobre la inverstidura de los papeles por desempeñar en la<br />
<strong>sociedad</strong>, la universidad invita a sus filas al descubridor y al disidente en potencia. Un grado<br />
siempre deja su indeleble marbete con el precio en el currículum de su consumidor. Los grandes<br />
universitarios diplomados encajan sólo en un mundo que pone un marbete con el precio de sus<br />
cabezas dándoles así el poder de definir el nivel de esperanzas en su <strong>sociedad</strong>. En cada país, el<br />
monto que consume el graduado universitario fija la pauta para todos los demás; si fueran gente<br />
civilizada con trabajo o cesantes habrán de aspirar al estilo de vida de los graduados<br />
universitarios.<br />
De este modo, la universidad tiene por efecto el imponer normas de consumo en el trabajo o en el<br />
hogar, y lo hace en todo el mundo y bajo todos los sistemas políticos. Cuanto menos graduados<br />
universitarios hay en un país, tanto más sirven de modelo para el resto de la población sus<br />
ilustradas exigencias. <strong>La</strong> brecha entre el consumo de un graduado universitario y el de un<br />
ciudadano corriente es incluso más ancha en Rusia, China y Algeria que en los Estados Unidos.<br />
Los coches, los viajes en avión y los manetófonos confieren una distinción más notoria en un país<br />
socialista en donde únicamente un título, y no tan sólo el dinero, pueden procurarlos.<br />
<strong>La</strong> capacidad de la universidad para fijar de consumo es algo nuevo. En muchos países la<br />
universidad adquirió este poder sólo en la década del setenta, conforme la ilusión de acceso parejo<br />
a la educación pública comenzó a difundirse. Antes de entonces la universidad protegía la libertad<br />
de expresión de un individuo pero no convertía automáticamente su conocimiento en riqueza.