Illich Ivan - La sociedad desescolarizada.rtf - Mundo Libertario
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ienes hechos para países ricos y, al cabo de un tiempo, la tendencia a importar fábricas<br />
anticuadas para producirlos. De todos los "falsos servicios de utilidad pública", la escuela es el<br />
más insidioso. Los sistemas de carreteras producen sólo una demanda de coches. <strong>La</strong>s escuelas<br />
crean una demanda para el conjunto completo de instituciones modernas que llenan el extremo<br />
derecho del espectro. A un hombre que pusiera en duda la necesidad de carreteras se le tacharía<br />
de romántico; al que ponga en tela de juicio la necesidad de escuelas se le ataca de inmediato<br />
como despiadado o como imperialista.<br />
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<strong>La</strong>s escuelas como falsos servicios de utilidad pública<br />
Al igual que las carreteras, las escuelas dan a primera vista, la impresión de estar igualmente<br />
abiertas para todos los interesados. De hecho están abiertas sólo para quienes renueven sin cejar<br />
sus credenciales. Así como las carreteras crean la impresión de que su nivel actual de costes<br />
anuales es necesario para que la gente pueda moverse, así se supone que las escuelas son<br />
indispensables para alcanzar la competencia que exige una <strong>sociedad</strong> que use la tecnología<br />
moderna. Hemos expuesto las autopistas como servicios de utilidad pública espúreos observando<br />
cómo son dependientes de los automóviles privados. <strong>La</strong>s escuelas se fundan en la hipótesis<br />
igualmente espúrea de que el aprendizaje es el resultado de la enseñanza curricular.<br />
<strong>La</strong>s carreteras son las consecuencias del deseo y necesidad de movilizarse que es pervertido<br />
para convertirlo en la demanda de coches privados. <strong>La</strong>s escuelas pervierten la natural inclinación a<br />
desarrollarse y aprender convirtiéndola en la demanda de instrucción. <strong>La</strong> demanda de una<br />
madurez manufacturada es la abnegación mucho mayor de la actividad iniciada por uno mismo que<br />
la demanda de bienes manufacturados. <strong>La</strong>s escuelas no sólo están a la derecha de las escuelas y<br />
los coches; tienen su lugar cerca del extremo del espectro institucional ocupado por los asilos<br />
totales. Incluso los productores de recuentos de cuerpos matan solamente cuerpos. Al hacer que<br />
los hombres abdiquen de la responsabilidad de su propio desarrollo, la escuela conduce a muchos<br />
a una especie de suicidio espiritual. <strong>La</strong>s carreteras las pagan en parte quienes las utilizan, puesto<br />
que los peajes e impuestos al combustible se obtienen sólo de los conductores. <strong>La</strong> escuela, en<br />
cambio, es un sistema perfecto de tributación regresiva, en la que los privilegios cabalgan sobre el<br />
lomo de todo el público pagador. <strong>La</strong> escuela fija un gravamen por cabeza sobre la promoción. El<br />
subconsumo de distancias recorridas por carretera no es nunca tan costoso como el subconsumo<br />
de escolarización. El hombre que no posea un coche en Los Ángeles posiblemente esté casi<br />
inmovilizado, pero si se ingenia de algún modo para llegar a un lugar de trabajo, podrá conseguir y<br />
conservar su empleo. El desertor escolar carece de vía alternativa. El habitante suburbano en su<br />
Lincoln nuevo y su primo campesino que conduce una vieja carcacha obtienen un provecho más o<br />
menos igual de la carretera, aunque el vehículo del uno cueste treinta veces más que el del otro. El<br />
valor de la escolarización de un hombre es función del número de años que ha permanecido en<br />
escuelas y de la carestía de éstas. <strong>La</strong> ley no obliga a conducir y en cambio obliga a ir a la escuela.<br />
El análisis de las instituciones según su actual emplazamiento en un espectro continuo izquierdaderecha<br />
me permite esclarecer mi convicción de que el cambio social fundamental debe comenzar<br />
con un cambio en la conciencia que se tiene de las instituciones y explicar por qué la dimensión de<br />
un futuro viable recae en el rejuvenecimiento del estilo institucional.<br />
Durante la década 1960-70, unas instituciones, nacidas en diversas épocas después de la<br />
Revolución Francesa, llegaron a su vejez; los sistemas de escuelas públicas fundados en la época<br />
de Jefferson o de Atatürk, junto con otras que se iniciaron después de la Segunda Guerra Mundial,<br />
se hicieron todas ellas burocráticas, autojustificantes y manipulativas. Lo mismo les ocurrió a los<br />
sistemas de seguridad social, a los sindicatos, a las principales iglesias y cuerpos diplomáticos, a<br />
la atención de los ancianos y a los servicios fúnebres. Por ejemplo, hoy en día hay un mayor<br />
parecido entre los sistemas escolares de Colombia, Inglaterra, la Unión Soviética y Estados<br />
Unidos, que entre las escuelas de este último de fines del siglo pasado a las de hoy o las de Rusia<br />
en ese tiempo. <strong>La</strong>s escuelas son hoy obligatorias, sin término definido y competitivas. Esa misma<br />
convergencia en el estilo institucional afecta a la atención médica, la comercialización, la<br />
administración de personal y la vida política. Todos estos procesos institucionales tienden a<br />
apilarse en el extremo manipulativo del espectro.<br />
<strong>La</strong> consecuencia de esta convergencia de instituciones es una fusión de burocracias mundiales. El