A LA ESCUCHA DE LA MUJER DE HOY - Teléfono de la Esperanza

nº 219 I SEPTIEMBRE - OCTUBRE 2007 I A FONDO
Carmen Oliver: “El día
que un hombre pueda decir
‘me quedo de amo de casa’,
y nadie se escandalice,
habremos dado
un gran paso”
porque hace propias las necesidades de los
demás, y monta su mundo en torno a ello.
TM: Los porcentajes más altos de mujeres
que manifiestan en las llamadas crisis del
proyecto vital se corresponden con las solteras
y las separadas, quizá porque los proyectos
femeninos incluyen a otros: pareja, hijos.
CO: En el trabajo con mujeres, cuando les
dices “ocupa tu tiempo libre en ti misma”,
la respuesta es que no saben o se sienten
culpables si lo hacen.
LLG: ¿Cuáles son los costes para las mujeres
de olvidarse de la necesidad propia?
NM: Una insatisfacción absoluta. La sensación,
que yo he experimentado personalmente,
de sentirse perchero. A veces, las mujeres
buscamos sentirnos necesarias dejando que
los demás se ‘cuelguen’ de nosotras.
MCS: El problema es que, la mayor parte de
las veces, lo hacemos sin ser conscientes de
ello, por lo que perdemos la capacidad de
poner límites.
CO: Y el riesgo es sentir que no tienes una
vida propia.
Disfrute y autonomía
MR: Creo que las mujeres asumimos
demasiadas responsabilidades y no nos
dejamos disfrutar plenamente. Un hombre
sale solo a tomarse una copa a las 2 de la
madrugada, sin problemas. Podemos poner
otros ejemplos como ir al teatro, cine y demás
actividades culturales. Las mujeres solemos
salir acompañadas de la pareja o de amigas,
a los hombres no les importa ir solos.
LLG: ¿Somos menos autónomas?
MCS: Pienso que no. En mi caso, que soy viuda,
lo relaciono con cierta comodidad en casa y el
gusto por actividades como la lectura.
NM: Para mí la diversión está relacionada con
compartir, compartir el gusto de tomarme
una cerveza con alguien o ver una película
juntos.
CO: Yo creo que la clave es tener la capacidad
de elegir lo que deseo hacer.
LLG: Sin hacernos trampas ni autoengañarnos.
CO: Claro, y volvemos a la educación recibida.
A las mujeres se nos ha educado para el
ámbito privado, para estar en casa y decirnos a
nosotras mismas “¡qué bien estoy en casa!”
(Risas y revuelo general).
CO: Nos pesa todavía el mandato que dice
que tenemos que quedarnos en casa cuando
nuestros maridos no están. A veces, las
madres se dedican a recordárselo a las hijas
con frases como “¿qué pintas tú por la calle a
tal hora?”, “¿qué necesidad tienes de salir?”…
LLG: Tenemos que aprender a diferenciar estos
mandatos de nuestra propia necesidad.
(Asentimiento general).
NM: Y no disfrazarla, perder el miedo.
MCS: Cuando decidí salir sola por primera
vez, tenía la tira de años, y el lugar que
elegí fue una procesión de Semana Santa.
Fue un reto, quería comprobar qué pasaba.
Me lo pasé fenomenal porque iba a mi ritmo.
Aprendí a elegir, aún a costa de que la gente