A LA ESCUCHA DE LA MUJER DE HOY - Teléfono de la Esperanza

nº 219 I SEPTIEMBRE - OCTUBRE 2007 I A FONDO
DE MECER LA CUNA A REGIR EL MUNDO
Decía Lope de Vega que “poner freno a la mujer es poner límite al mar”. Si él o cualquiera de sus
contemporáneos levantara la cabeza no se creería la libertad, el prestigio, la autonomía y capacidad
profesional que han ido adquiriendo muchas mujeres en el mundo de hoy: desde jefas de Estado a soldados
y policías; desde ingenieras y empresarias a directoras de editoriales, banqueras y artistas.
“En España –ha dicho Soledad Becerril- la situación de la mujer ha cambiado muchísimo, hasta el punto de
que ha sido posiblemente el mayor cambio en los últimos 25 años. Hemos pasado de la absoluta desigualdad
hasta la casi plena equiparación. Y la mujer ha tenido un papel muy importante en este aspecto, aunque aún
hay muchas cosas por hacer. Dos temas destacables son, por un lado, los malos tratos: es importante que
se consideren delitos de verdad, no problemas de carácter doméstico; y, por otro lado, la importancia de
compatibilizar el papel de la mujer en el trabajo y como madre de familia, lo cual es duro porque significa que
la mujer acaba teniendo el doble o triple de trabajo que el hombre”.
Pero además no todo el mundo es Occidente. Si comparamos esta situación con la de, por ejemplo, Afganistán,
el abismo es atroz: Durante el régimen talibán, sólo alrededor del 3% de las niñas recibieron alguna forma
de enseñanza primaria. Las malas condiciones sanitarias y la malnutrición hicieron del embarazo y el parto
situaciones excepcionalmente peligrosas para las mujeres afganas. En mayo de 2001, los talibanes prohibieron
por decreto que las mujeres condujeran automóviles. Su reclusión en los hogares constituía un verdadero
encarcelamiento. Si se consideraba que la aparición en público de una mujer contradecía los edictos de los
talibanes, éstos la hostigaban o la sometían a castigos físicos.
Algo que no ha pasado del todo. Bastaría, como símbolo, citar el caso de la ablación o el dato facilitado
por la UNFPA (Fondo de Población de las Naciones Unidas), que alerta de que cada minuto una
madre pierde la vida en el parto o por complicaciones del embarazo. Una tragedia que se traduce en
529.000 muertes anuales.
En este número de AVIVIR nos centramos en la mujer española, respondiendo al eslogan del Día de la
Escucha de este año: “A la escucha de mujer”. ¿Qué tiene ella que decirnos en este momento? ¿Qué rostro
nos ofrece desde el otro lado del hilo telefónico? ¿Qué se ha hecho? ¿Qué queda por hacer?
Hay muchas reivindicaciones feministas por responder y una gran tarea aún por llevar a cabo. Aunque
en cierta medida siempre fue verdad aquella frase de Wallace, “la mano que mece la cuna es la mano que
rige el mundo”, por el gran influjo que siempre tuvo la mujer detrás del hombre, ha sonado la hora de que
ocupe el primer plano que con pleno derecho le corresponde.
Eso sí, para ello no tiene por qué dejar de ser mujer. Una monja contemplativa, Sor Isabel de la Trinidad, decía
recientemente: “Tengo la impresión de que la mujer suele desconocer el papel que está llamada a desempeñar
desde su feminidad. Cuando hablamos de mujer, hablamos de un ser dotado de exquisita sensibilidad para la
atención del otro, lugar de descanso, unión y pista de lanzamiento, creado para darse, espacio cálido que se
constituye en hogar allí donde llega su influencia y especialmente dotado para la comunión. ¿El papel de la
mujer, ahora y siempre? Hacer de la Humanidad una familia; del mundo, un hogar”.
Un hermoso cometido que no tendría por qué estar reñido con su independencia, autonomía y plena
realización cultural y profesional.
Pedro Miguel Lamet