seccion primera. departamento de relaciones esteriores. - Biblioteca ...

DEL
SECRETARIO DE LO INTERIOR
y
RELACIONES ESTERTORES
DE LOS
AL
CONGRESO FEDERAL
DE
BOGOTA.
I l\I P R E N T A D E L A N A C I O N.
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ADVERTENCIA.
Esta Esposicion es la presentada por el Secreta- '
rio de lo Interior i Relaciones Esteriores en cumplimien-
to del deber que le impone el inciso 17 del artículo 66 de
la Constitucion federal. Debe advertirse que en la manera
de tratar las cuestiones relativas al Brasil i en algunos de
los conceptos que, al tratarlas, se espresan, no está de
acuerdo el Presidente de la U nion.
El Secretario de lo Interior i Relaciones Esteriores,
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C. MARTIN.

La Providencia me permite que con la satisfaccion que produce
el éxito completo en todos los negocios humanos, pueda
hoi dirijiros respetuosamente este informe, en cumplimiento de
uno de los deberes constitucionales que tengo, en el honroso puesto
a que me llamó la. confianza del Presidente de la Union.
En efecto, solamente motivos de patriótica satisfaccion he­
mos tenido los a.utores de la trascendental i peligrosa evolucion
de mayo. De ello os convencereis por las noticias i datos que
contiene el siguiente informe i al conocer el curso i estado de los
negocios públicos i la direccion que llevan para su final desenlace.
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IV ':r.IEMORIA
SECCION PRIMERA.
DEPARTAMENTO DE RELACIONES ESTER IO RES .
ESTADO DE NUESTRAS RELACIONES.
La Union Colombiana se halla en paz i en la mejor intelijencia
con las demas naciones. Cult.ivar solícitamente las relaciones
esteTiores, ha sido una de las atenciones preferentes del
Poder Ejecutivo federal.
Fácil de cumplir encontró tan grata tarea. La práctica de
la honradez i de 1n. franqueza en el cultivo de nuestra amistad
internacional, nos ha hecho llegar al mas alto grado de cordialidad
i confianza en las relaciones que mantenemos con los Gobiernos
que se han puesto en ma'3 estrecho contacto con el nuestro.
Sin duda a este sencillo medio de obtener consideraciones
de los demas pueblos, a la probidad de propósitos, revelada en
nuestros actos, i a la leal ejecucion de las leyes en la administracion
de los asuntos interiores del pais, debe el Poder Ejecutivo
haber recibido l!ltimamente los mas satisfactorios testimonios de
estimacion i respeto por parte de los representantes de las naciones
que nos observan i cuya amistad fecundamos.
Cnmplir relijiosamente los deberes que Colombia tiene para
con las otras naciones ; ser tan celosa de sus fueros como rf.\spetuosa
al derecho ajeno; esquivar las indignas aunque a veces seductoras
aventuras políticas; conservar la paz interior bajo el reinado
de las leyes, i esperar tranquilamente el desarrollo natmal
de los inmensos jérmenes de prosperidad con que la naturaleza
nos dotó, son los ünicos, peró fructíferos, medios de que puede
valerse una sociedad poco numerosa i relativamente débil, para
conservar con honra el puesto que con heroismo alcanzó en la
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DE LO INTERIOR 1 RELACIONES ESTERIORES.
familia de los pueblos, i llegar a ser una gran nacion en el porvenir
de América. Dominada por estas convicciones ha obrado
la Administracion actual, i los resultados de su política no se han
dejado esperar.
Desde los primeros dias de su existencia contó con la mas
sincera cooperacion por parte de las Legaciones estranjeras acreditadas
en esta capital. Los ilustrados diplomáticos que las sirven,
unieron sus v-oces a la voz de felicitacion i aplauso con que la
opinion nacional ·saludó el advenimiento de la actual Administracion
colombiana a la direccion de los negocios del país. Uno
de esos respetables represeutantes de adelantadas civilizaciones,
llevó su benevolencia hasta espresar en la nota de reconocimiento
del Gobierno que acababa de inaugurarse, su persuasion de
que la Legacion a su cargo hallaría cerca del nuevo Secretario de
Relaciones Esteriores "una acojicla a la que ya no estaba habituada."
Posterior i constantemente, el espíritu conciliador i justiciero,
la elevacion ele miras i la amistosa cordi ::tlidad de nuestros
honorables húespecles, le han ofrecido a la AJ.ministracion ejecutiva
facilidades para corresponder debidamente a la simpatía
con que por ellos fué recibida.
Por causas que adelante mencionaré, habia llegado a hacerse
difícil i eml1arazos:1. la continuacion de nuestras relaciones con
Venezuela, los Estados U nidos de América, Ing 1aterra i Francia,
e íbamos a. ser envueltos en una gravísima complicacion internacional
con la U u ion Americana i tal vez con España, a consecuencia
del convenio secreto celebrado en 28 de agosto de 1866,
por Plenipotenciarios colombianos con el Representante de la Reptíblica
del Perú en esta ciudad; pero al favor de las circunstancias
espresaclas, hemos logrado que desaparezcan todas las
causas de mala intelijencia para con los Gobiernos ele aquellas
naciones: el enfriamiento en nuestro trato con ellos se ha cam
biado en cordialidad, i el porvenir que se presentaba azaroso, se
nos ofrece h()i tranquilo i prometedor.
Ademas de las Legaciones que estaban acreditadas cerca
del Gobierno en la época de vuestra última reunion, tenemos en
la actualidad entre nosotros, un :Ministro Plenipotenciario del
Imperio del Brasil i un Ministro residente de los Estados Unidos
de América.
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V

VI MEMORIA
Las tendencias i ambiciones i el carácter politico que se atribuian
al jefe de la anterior Administraeion colombiana, las in vasiones
del territorio de Venezuela que hace poco mas de un año
tuvieron lugar con jentes enganchadas en nuestros Estados fronterizos,
las repetidas colisiones de intereses colombianos i venezolanos
que de años atras han ocurrido con motivo de las guerras
civiles de los dos paises i del contacto del comercio de ámbos
en la especial situacion relativa de sus territorios, i los enormes
gravámenes que el Gobierno de Venezuela hacia pesar sobre
nuestro comercio de tránsito por los rios comunes a las dos naciones,
despertaron temores i desconfianzas siempre funestas entre
pueblos limítrofes
Tal estado de cosas; b conveniencia de llevar a cabo la
obra, tantas veces iniciada inútilmente, de :fijar con precision
nuestros límites territoriales con los ·Estados U nidos de Venezuela;
la utilidad que resultaría de estnblecer una liga aduanera
entre los dos paises ; la necesidad de hacer reconocer por estipulaciones
es presas nuestro derecho al tránsito libre por el Orinoco
i el Zulia i de asegurarnos ln. neutralidad de las aguas de
estos rios, i el deber de patrocinar las justas reclamaciones que
muchos de nuestros conciudadanos tienen contra el Tesoro venezolano,
movieron al Poder Ejecutivo a acreditar en Carácas una
Legacion de primera clase a cargo de un distinguidisimo colombiano.
Las instrucciones que se le dieron sobre todos los negocios
mencionados, fruto de un detenido i laborioso estudio de
. nuestros derechos i nuestros intereses i de los intereses i los derechos
de Venezuela, merecieron la mas honrosa aprobacion del
Senado en vuestras ú.ltimas sesiones. Aun no conoce el Poder
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VIII
MEMORIA
Es anómalo·el estado de nuestras relaciones con el Ecuador.
El tratado de Pinzaquí, de 30 de diciembre de 1863 i su adicio­
nal de 1. 0 de enero de 1864,que pusieron fin a la guerra de aquel
año, fueron sometidos al Congreso colombiano; pero el Congre­
so aun no ha resuelto cosa alguna sobre ellos. No obstante, el
Gobierno del Ecuador los aprobó i promulgó como lei ecuatoriana.
Puede creerse por algunos que la guerra de 1863 puso término
a los tratados anteriores a ella celebrados entre los dos paises,
i por otros pue

DE LO INTERIOR I RELACIONES ESTERIORES. IX
Sinembargo de lo dicho, nuestra buena intelijencia con la
República del Ecuador, restablecida no ha mucho tiempo, se
conserva cultivada con esmero por nuestro Cónsul jeneral que
reside en· Guayaquil.
Puede decirse que la guerra que sostenían, desde 1866, las
Repüblicas del Perú, Bolivia, Ecuador i Chile contra España,
ha concluido gloriosamente para nuestras hermanas del Pacífico.
Parece indudable que, de hecho, han entrado los belijerantes en
una tregua indefinida.
En la época mas cruda de la guerra, en junio de 1866, la
Administracion colombiana de entónces, declaró i publicó solemnemente
que los Estados Unidos de Colombia observarían estric­
ta neutralidacl en esa contienda contra España. Se dieron públi­
camente instrucciones a los Gobiernos de los Estados federales,
sobre la manera como debían hacer cumplir los deberes que nos
imponía la posicion de neutrales que asumíamos.
Exi tia en aquella época en esta ciudad un Enviado Estraordinario
i Ministro Plenipotenciario del Perú, i hacia poco tiempo
que se había retirado de entre nosotros otro Enviado de Chile.
Ambos habia.n venido con el fin

X
MEMORU
Mas, posteriormente i sin embargo de la reciente proclama­
cion de la neutralidad colombiana, el Poder Ejecutivo de la Union
celebró con el Plenipotenciario del Perú el convenio secreto de
28 de agosto de 1866, que todos conocemos ya. Por él se estipuló
que el Perú cedia todos los derechos que tenia adquiridos en los
Estados Unidos de América i en Europa, a diversos elementos i
buques de guerra de que aquel no podia disponer; que le cedería
igualmente los fondos que tenia adelanta

::1..'11 MEMORIA
Allí ha permanecido observado constantemente por una fragata
española que se ha limitado a vijilarlo, no obstante la resonancia
que este negocio ha tenido en América i Europa, sin duda
por respeto a las aguas neutrales en que se halla.
Al desconocer la validez del convenio, se propuso el Poder
Ejecutivo consultar, en cuanto fuera. posible, los intereses del Perú
i evitarle embarazos en atencion a la guerra en que se , hallaba
envuelto: consideró equitativo devolverle el vapor de guerra que
había venido a nuestros puertos en virtud de dicho convenio, si
era posible conciliar su devolucion con los procedimientos que la
salvacion de la honra nacional nos aconsejaba adoptar. El señor
Ministro del Perú me espresó, en julio último, su resistencia a
recibirlo en una bahía colombiana. Por nota de 16 de diciembre
pasado le dije que en cualquier tiempo podría sacarlo de nuestras
aguas previa noti:ficacion espresa a los ajentes españoles, de
que ese buque no es colombiano.
La lectura de la larga correspondencia seguida por este
Departamento con la Legacion peruana, os convencerá de que
el Perú no intentará, por falta de fundamentos, reclamacion
alguna a causa del memorado desconocimiento del convenio de
28 de agosto. Tengo conviccion profunda de que el contenido
de la nota que dirijí a la Legucion en 11 de diciembre cí.ltimo,
es incontrovel'tible. Creo que ella pondrá fin a este negocio.
El acto del espresado desconocimiento, nos evitó las com­
plicaciones internacionales en que la ejecucion del tratado secreto
nos habría envuelto, i acató todos los derechos que ella habría
vulnerado,
Se salvó tambien la honra nacional. Al aprobar las Cámaras
lejislativas, en sus 1Utimas sesiones, los procederes de la actual
Administracion, i al condenar el Senado de la Rep1íblica, previas
las solemnidades de un célebre juicio, al Majistrado desleal
a las instituciones patria , declararon que la nacion colombiana
era inocente e irresponsable de los hechos criminosos ejecutados
por ese Majistrado.
Concluido el asunto del tratado secreto de 28 de agosto de
1866, ningun otro episodio embaraza la continuacion de nuestras
amistosas relaciones con cada una de las Repúblicas del Pacífico.
Aun no se han canjeado los tmtados concluidos ültimarnen·
©Biblioteca Nacional de Colombia

XVI
migos, pronto cesará la necesidad de que las otras naciones americanas,
desembarazadas de atenciones recientes, vuelvan eficazmente
sus miradas i lleven su accion a las riberas del Plata.
Los Estados ele la América-Central, que parece han entrado
en una vía de verdadera prosperidad, se comunican pocas veces,
a causa de la irregularidad de los medios de comunicacion, pero
en todas circunstancias, cordialmente con nosotros.
Costa-Rica no pierde ocasion de probarnos, no sus simpatías,
sino su decidido afecto a la Union Colombiana. Aun no hemos
celebrado i para todo caso es conveniente celebrar, en oportunidad,
nuestro tratado de límites con ella.
La República de Méjico se ostenta hoi, desangrada paro
ejemplar i gloriosa, despues de su victoria contra las ambiciones
europeas que se concitaron contra ella.
Sus jenerosos esfuerzos i su espléndido triunfo, aprovechan a
la América entera porque disipan dudas i destruyen pensamientos
probables de futuros proyectos europeos.
Algunos de los últimos documentos oficiales de su Gobierno,
nos revelan especiales simpatías despertadas en favor del pueblo
colombiano, por nuestras débiles manifestaciones de vehemente
adhesion i de esperanza, hechas durante su segunda guerra de
independencia. N o tenemos en su territorio sino un Cónsul de
Colombia que nos representa dignamente en aquel pais.
La grande i poderosa República, que con su prosperidad i
engrandecimiento hace ante el mundo la apolojía de sus instituciones,
que son las nuestras, es el pais a que debemos mayores
testimonios de amistad.
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E LO INTERIOR I RELACIONES ESTERIORES. XVIí
Diferentes episodios han ocurrido en los {J.ltimos aiios, en
los cuales nos ha dado pruebas de In rectítucl ele su poHtica i de
la justicia i elevacion de pensamiento que determinan sus actos.
El Gobierno americano tiene ardiente fé en la república,
se esfuerza en facilitar a las ajitadas naciones ele sur-améüca, la
práctica ele ella por los medios a su alcance, les ofrece el apoyo
de sus simpatías i de sus buenos oficios i sin ducb aceDt:1 i des·
empeña el papel que la Providencia le ha dado colocándola al
frente de la familia americana.
Indigna i cleslen]mente habríamos retril.mido la sincera amis·
tad ele los Estados Unidos de América, si hubiera subsistiuo i
producido todos sus efectos previstos, el convenio secreto celebrado
con el Perú en 28 ele agosto de 1866.
Desconocida la validez de aquel convenio, era debido i preciso
desagraviar al Gobierno Americano, con esplicuciones francas
i espontáneas, por la salida de Nueva York del vapor de
guerra reputado colombiano, al favor de nuestra bandera i nuestro
nombre.
El :36 de julio último tuvo lugar ln. presentacion oficial del H.
Sr. J en eral Peter J. Sullivan como Ministro Resiclente de los Estados
Unidos de América cerca del Gol)ierno colornhiano. Imuediatamente
clespues fué llamado al Despacho de Relaciones Esterlores
ymra la conferencia de 1. 0 de agosto siguiente, cuyo protocolo
hallareis entre los documentos anexos a este juformc. Su
lectura os impondrá de que en ella me propuse dar al nfiui>tro,
pleno conocimiento de los hechos que habían tenido lug:1.r con
relacional Perú i por consecuencia del convenio secreto, nhsteniénclome
cuidadosamente de sujerirle determinada iutelijencia
de aquel pacto i de hacer inculpaciones a funcionarios nacionales.
Previendo que ]a salida de la bahía de Nueva York clel citado
vapor ele guerra, podria ser considerada por el Gohierno
amerjcano como una violacion de las leyes ele neutralidad de los
Estados Unidos, manifesté al Ministro que el Gobierno colombiano
se proponía hacerlo vol-ver a aquel puerto para que allí
fuera devuelto u un ajente del Perú, si era posible que lo convoyara
un buque ele guerra americano, con el fin de impedir enalquiera
de distintos acontecimientos que podían suced¿r]e en hs
circunstancias de entónces. Juzgué que no podía pensarse qua
2
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DE LO INTERIOR I REL.A.OIONES ESTERIORES.
Tan e\iltraño principio, así entendido, no podia ni puede ser
nunca aceptado por el Gobierno colombiano.
Todas las Naciones americanas que dependían de a metrópoli
espaíiola, han admitido como base para sus arregloH ele límites,
el u&i possidetis de 1810; es decir, las demarcaciones fijadas
para las U.istintas porciones del territorio americano, por actos
válidos, por leyes, por derecho del antiguo Soberano comun cuya
fuerza todas reconocen. A ninguna de ellas se le ha ocurrido en
ocasion alguna, rechazar una céclub u órden del monarca español
sobre límites, pretendiendo que no obstante sus disposiciones,
el Gobierno de un antiguo Virreinato o CapitanÍit jenern1 usurpó
porciones territoriales adjudicadas a una seccion vecina.
K o puede entenderse ele otra manera el principio del uti
possidetis ele 1810. Si se entendiera como quiere aplicarlo el Gobierno
del imperio, ni Colombia, ni el Brasil, ni ninguna nacion
de América podría creerse dueilo ele inmensos territorios desiertos
que jamas ha podido ni en muchos afios podrá ocupar o poseer
realmente de hecho, Raro es el Estado americano que no
cuenta comprendidos en los linderos de sa territorio, enormes,
despo lJlaclas i al parecer olvidadas porciones de terreno que, sinembargo,
tiene por suyas por estar encerradas en los límites antiguos
de bs grandes secciones territoriales de la colonia.
Tal principio, a í comprendido, ni aun podría prncticarse
porque jamas llegarían a ponerse ele acuerdo las naciones ele
América, sobre qué debiera entenderse por verdadera posesion
de hecho i sobre que estension de territorio debía considerarse
poseida por un país, al reedeclor de la choza de uno ele los naturales
ele este o del caserio fundado por nacionales suyos, en las
desiertas rejiones de nuestro inmenso continente.
Admitir la posesion ele hecho cqmo fuente del derecho contra
el derecho, seria sancionar los resultados de la usurpacion i
el despojo entre las naciones; seria declarar indisputable el derecho
de conquista franca i arriesgada, puesto que se aceptaban
los efectos del fraude lento en su accion, seguro i solapado. Si
tal fuera nuestro principio i la mi..Tim.a de las naciones de América,
en vez de procurar la cele1)l'acion ele tratados de límites,
deberíamos esforzarnos en ocupar lentamente, aunque sin títulos
algunos, las solitarias comarcas ele nuestros vecinos limítrofes a
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XXI

DE LO INTERIOR 1 RELA.CIO!'-i'ES ESTERIORES. XXIII
Los portugueses basaban sus pretenciones en la bula del Papa
Martina V. que clabn. a Portugal el dominio Je 1a India que buscaban
sus na>egantes costeando el Africa Occidental; i los españoles
basaban las suyas en su título de descubridores i primeros
ocupantes,
Las dos Cortes acordaron someter la discordia a la clecision
del Papa Alejandro VI. (1493), quien fijó como línea divisoria
de los respectivos dominios, el meridiano ele las Azor s; i adjudicó
a España las tierras descubiertas al Oriente de esta línea, i
u Portugal las que quedaron al Occidente.
Un siglo mas tarde revivieron los portugueses sus pretensio­
nes, i al fin se celebró en 1504: el tratado ele Tordesillas, en el
cual se estableció una línea que llamaron " meridiano de demarcacion"
i que fijaron trescientas setenb leguas al Occidente de
las islas de Cabo-verde.
A medida que las colonias americanas crecían en importancia,
reaparecían los desacuerdos i pretensiones de las dos metrópolis,
i se hacia sentir mas la necesidad de fijar "sobre el terreno," la
línea divisoria de los respectivos dominios. Con tal motivo se celebraron
despues ele muchos otros pactos i años mas tarde, los tratados
de Madrid, en 13 de enero ele 17 50, i de San Ildefonso, en 1. 0
de octubre de 1777,que deben considerarse hoi como regla i único
fundamento p::ira la demarcacion de nuestros límites con el Brasil.
Antes de ver sus estipulaciones, conviene fijar la utencion
en ]a. vijencia de aque1los tratados que son el punto de partida i
que no cumple en la actua1idacl el Gobierno brasilero, alegando
las razones siguientes:
I. Que tales tratados no han sido cumplillos nunca;
JI. Qne su cumplimiento ocasionaría inconvenientes;
III. Que siendo pactos complejos, su cumplimiento en la par­
te favorable para Colombia,implicaria la. obligacion de llevarlos
a efecto en la. onerosa ;
IV. Que contienen estipulaciones diametralmente opuestas
a nuestras instituciones, cual es la que autoriza para recbmar la
estradicion de los esclavos prófugos ;
V. Que la guerra ocurrida entre España i Portugal en 1801,
puso fin a los tratados ele 17 50 i 177'7, lo mismo que a los demas;
convenios celebrados entre aquelllas potencias ántes de la guerra
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DE LO INTERIOR I RELACIONES ESTERIOHES.
XXV
sus artículos; pues si, como se ha el icho, In. falta Je cumplimien­
to de uno o algunos de estos, no lleva consigo b cnclucidad de los
otros, con rnzon tanto mayor cuando se trata de reciprocidad de
ventajas referentes a una institucion que en ámhos paises ha desaparecido.
Prohibido el tráfico de escla>os en el Brasil i declarados
libres los que entren en su territorio e decreto de 7 de noviembre
de 1831 ), i abolida la esclavitud en Colom1Jia, aiJnella
estipulacion, en todo caso, temlria que consiJemr-e iJ,subsisten­
te por sustraccion ele materia.
V. Como la mas séria ele las ohjeciones, se alega la guerra
ocurrida entre España i Portugal en 1801,

XXVI AfEliiORIA
i 21, dan a los tratados el carácter de indefinidos i permanentes,
estipulándose espresamente que en ningun tiempo i con ningun
fundamento, ni con pretesto de lesion, pretenderían la Espana ni
el Portugal otro resarcimiento de sus mutuos derechos. En ellos
se dijo terminante, que [i.unque la demarcacion sobre el terreno no
se llevase a cabo, esto no perjuclicaria a la validez i vijencia del
tratado, EL QUE QUEDARÁ SIRVIENDO DE REGLA PERPETUA E INAL·
TERABLE P..A.RA LJ.. DEMARC.ACION TERRITORIAL i que, .AUN EN O.A.SO
DE GUERRA, los respectivos territorios en la América se conside­
raran como territorio neutral; i que todo lo acordado será de
perpetuo VIGOR ENTRE L.A.S DOS coRoNAS, AUN EN CASO DE
GUERRA, I DURANTE I DESPUES DE ELLA, SIX QUE SEA PRECISO
REV .ALIDARLOS,
Pero si estas estipulaciones no se consideraren todavía sufi­
cientes, baste recordar que a la terminacion de aquella guerra se
celebró el tratado de paz de Badajoz, en 6 de junio de 1801,
que restableció la situacion respectiva de las dos coronas al mis­
mo pié que tenían ántes de la guerra; que en él se renovaron i
ratificaron todos los tratados que subsistían entre E pana i Portugal,
i mui especialmante el de alianza, garantía i comercio concluido
en el Pardo el 1. 0 de marzo de 1778 i confirmado en Ma­
drid con accesion del Gobierno frances el15 de julio de 1783;
i que en este se ratifican, con marcada espeeialidad, los tratados
de 1750 i 1777.
VI. Por muí re petable que sea la opinion de los jeógrafos
que se citan, entre aquellos pareceres i las e tipul::tciones termi­
nantes de los tratados, no pnecle haber vacilacion. AL1emas, estas
opiniones bien estudiadas, no nos son contrarias ni inconciliables
con los tratados.
El J en eral Codazzi al formar la carta de Venezuela i señalar
en ella los límites de una manera favoTn.ble al Imperio, hace constar
''que es únicamente para que se conozca hasta qué punto llegan las
pretensiones de los brasileros." :M:as tarde, al formar la Carta de
Colombia, traza tambien la línea de los límites que pretende el
Brasil i sobre ella pone estas palabras: ''ten-itorio que ha usur­
pado i retiene el Imperio del Brasil."
Con respecto a Humboldt, debe tenerse en cuenta que él,
tanto en la línea divisoria que fija, como en la parte relativa a
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MEMORIA
Gobierno cstó puntualmente instruido de la situacion verdadera i LOS
DERECHOS DE SUS LDUTES."
Como se -ve, mm aceptando la o;)inion de Humboldt, i pres·
cindiemlo del te.1..--to ele los tratados, como lo quieren los hrasileros,
la línea que el sabio vi::tjero reconoce como justa, no solo consagra
nuestros derechos en la parte del territorio a que se refiere, sino
que varias poblaciones hoi brasileras, c1uedarian comprendidas en
el territorio colombiano.
VII. En cambio de los tratados que contienen estipulacio­
nes concluyentes, el Gobierno brasilero pretende tomar como
punto de partida para fijar los límites de su imperio, el 'ltti
pos.sidetis de hecho de 1810.
Aunque supérflua, que da ya consignada en este informe, una
refutacion séria del intento de confundir o sustituir el principio
que consulta la equidad, i que es el mas conciliaclor a que las
nuevas 11aciones de América pudieron apelar, con el uti possidetis
de hecho sin otro oríjen que la usnrpacion. Entre las naciones
americanas que dependían de la misma metrópoli, los límites de
cada una de ellas habían sido fijados por el soberano comun, de
manera. que existían actos válidos, que las nuevas nacionalidades
reconocían, dejando a salvo rectificar sus fronteras a virtud de
tratados que exijiera el interes ele Jos paises respectivos. Pero
los límites entre Coloro l)ia. i el Brasil, que nunca estuvieron sujetas
al mismo soberano, no pueJ.en fijarse sino por los actos convencioDales
de las antiguas metrópolis: estos no pueden ser otros
que los tratados de 1750 i 1777.
No se concibe el deseo que manifiesta el Imperio brasilero
de celebrar un trataJ.o ele límites, desde el momento en que
sostiene el principio mencionado i cree que la posesion de hecho
constituye derecho de soberanía; estaria. por clemas un tratado,
puesto que profesa tr.l doctrina i ya retiene el territorio ajeno.
Raro tratado seria aquel en que partiendo de la posesion

XXX MEMORIA
alto de la cordillera de montes que median entre el rio Orinoco i el
Marañon o de las Amazonas; i siga por la cumbre de estos montes al
oriente, hasta donde se cstiende el dominio de una i otra monarquía."
..
I el artículo 14 del mismo tratado dice :
"S. 11:. F. cede para siempre a la corona de España todo lo que
por parte del Portugal se halle ocupado, o que por cualquier título o
derecho pneda pertenecerle, en cualquiera parte de todo el teneno que
corre desde la boca occidental del Y apurá o Caquetá i queda en medio
entre el mismo rio i el Marañon o Amazonas; i toda la navegacion del
rio Iza (o Putumayo) i todo lo que se sigue desde este último rio al occidente,
con el pueblo de San Cristoval i otro cualquiera que por parte
del Portugal se hubiere fundado en aquel espacio de tieTras."
Por líltimo, el artículo 20 del tratado de 1777 dice:
"S. M. F. por sí i a nombre de sus herederos i sucesores cede i
traspasa a S. M. C. todo el derecho i POSESION que la corona de Portugal
PUDIERA TENER o ALEGAR sobre cualesquiera terrenos o navegaciones
de ríos que, por la línea divisoria señalada en el mismo tratado quedaren
a favor de la corona de España; como, por ejemplo, lo q ne esta
corona se reserv-aba en la banda del rio Marañan comprendida desde el
punto en que el Y avarí desemboca en él, i en que el dicho Marañan
diVlde las posesiones de las dos coronas, hasta la boca mas oecidental
del Yapnrá o Oaquetá."
Estos tres i otros muchos artículos de los tratados mencionados,
determinan con perfecta precision los límites de los dos p!lises
hasta la boca mas occidental del Caquetá, i en vista de ellos
nunca se nos podrá negar, como línea divisoria, el curso del Amazonas
hasta dicha boca.
En las instrucciones dadas por el Conde de Florida Blanca,
Ministro español i signatario del acto de 1777, para la ejecucion
de este, se leen las siguientes palabras:
"Recomendamos a los comisionados que lleven a ejecucion esta.
línea divisoria, que sigan en toda ella las direcciones de los montes o de
los rios, donde los hubiere a propósito, í que las vertientes de dichos
rios i sus nacimientos sirvan de marco a uno i otro dominio, donde se
pudiere ejecutar así, para que los rios que nacieren en un dominio, i corrieren
hácia 'l (como el Pntnmayo i el Caquetá) queden desde su nacimiento
a faYor de aquel dominio."
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DE LO INTERIOR 1 RELACIONE!! ESTERIORES.
demas rios que se le junten i se acerquen mas al rumbo del norte, hasta
encontrar lo alto de la cordillera de montes, que median entre el río
Orinoco i el Maraño·n.o de las Amazonas, i siguiera por la cumbre de
estos montes al oriente, hasta donde se estienda el dominio de uua i otra
monarquía."
Siguió el articulo previniendo que se eubriesen los establecimientos
de una i otra nacion, i especialmente los que tenian
los portugueses a las orillas del Yupurá i Río-negro, como taro­
bien la comunicacion o canal de que se servian entre estos rios,
i que se enderezase despues la línea cuanto se pudiese hácia el
norte.
En el artículo 12 del último tratado de 1777, se dijo:
"Continuará ]a frontera subiendo aguas arriba de dicha boca mas
occidental del Yapurá i por en medio de este rio hasta aquel punto en
que puedan quedar cubiertos los establecimientos de portugueses de las
orillas de dicho rio Yapurá i del Negro, como tambien la comunicacion
de que se servían los mismos portugueses entre estos dos ríos, al tiempo
de celebrarse el tratado de 1750, conforme al sentido literal de él i de
su artículo 9.o"
En vista de estos acuerdos se ocmren precisamente las si­
guientes refl.ecciones :
La Subiendo el Yapurá i el rio de los Enganos no es po­
sible encontrar lo alto de la cordillera de montes que médian
entre el Orinoco i el Marañon: aun siguiendo hasta las cabece­
ras del Y apurá i de los Engaños, no se encuentran sino las cum­
bres que separan las aguas que van al Marañan o Amazonas, de
las que vierten al Magdalena, mas no al Orinoco ;
2.a Los establecimientos portugueses en 17 50, no alcan·
zaban ni a Loreto, cerca de la boca del Cababuri en el Río­
negro: así lo demuestra el mapa que trajo el Virei del Perú don
José Fernando Abascal i Sousa, en el que aparece delineado el
viaje de don José Solano, quien, como ajente español, pacificó
las tribus de Rio-negro, hasta el caudal de Corocubí, cerca del
Cababuri;
3."' La comunicacion que tenían ent6nces los portugueses,
resulta del mismo mapa: desde el Y apurá entraban por la la­
guna de Cumapí, i por ella al río Yurubasí, que desagua en el
Rio negro, mucho mas abajo del Cababuri.
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DE LO INTERIOR I RELACIONES ESTERIORES.
XXXIX
Establece que la navegacion de los afluentes del Amazonas,
en las partes en que una sola orilla de ellos pertenece al Brasil,
t, queda pendiente de arreglo previo con los otros Estados ribe­
reños, sobre los límites respectivos i reglamentos :fismi.les i de
policía." Tales disposiciones parece que mas bien cierran el Amazonas
a las naciones americanas de su vecindad occidental, porque
subordinan la navegacion de los afluentes del gran rio a los tratados
que el Brasil celebre con ellas, tratados en los cuales procuraría
el Gobierno imperial exijir en fijacion de límites, lo que
ofreciera, como concesion suya, en libertad :fluviaL
Finalmente, el decreto citado dice que abre seis rios a la
navegacion de todas las naciones: el Amazonas, el Rio-Negro, el
Madeira, el Tapajoz, el Tocantin i el San Francisco; pero analizada
esta disposieion se halla que efectivamente no se hace lo que
anuncia el decreto, porque abre el San Francisco desde el mar
hasta la villa de Penedo que está a pocos pasos del mar, el Tocantin
hasta Oametá que se halla a un paso ele la embocadura
del Tocantin, el Tapajoz hasta Santa?Yrn que se encuentra a un
paso del Amazonas que recibe sus aguas, el :M:adeira hasta Bor­
ba que dista mui pocas leguas ele su desembocadura, i el Rio-Ne­
gro hasta Manáos que está situada casi sobre el Ama.zonas i en
la misma embocadura en que empieza la anunciada franquicia.
Resulta, pues, que no se abre sino la navegacion del Amazonas
porque el decreto no comprende sino unas cuantas millas de los
a:fluentes nombrados, en su curso medio de tr€scientas leguas. Estos
afluentes, cuyo curso, de norte a sur i vice-versa 1 comprende
distintas latitudes que pueden cambiar sus varios productos i
acojer bien a las razas europeas, son los llamados a dar animacien
al Amazonas que corre, en toda su estension,de este a oeste,
bajo la línea equinoccial.
Las observaciones anteriores i la consicleracion de que el
Brasil nada dice respecto de navegacion de los afluentes brasileros
del Plata, ni ele otros graneles rios que posee; la de que el
artículo 11 del tratado ele la triple alianza, tiende a convertir en
privilejio de los aliados ribereños la navegacion de los tributarios
ele aquel importantísimo rio, que en la actualidad son por
todos navegables, i la de la difícil situacion moral en que la gue­
rra que sostiene contra el Paraguai ha colocado al Brosil en Amé-
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DE LO INTERIOR I RELACIOlmS ESTERIORES. XLI
derecho de t:meladas en nuestros puertos, los buques de las naciones
con las cuales no teniamos vijentes convenciones de correos,
i a presentar las balijas que condujeran: a las respectivas admi­
nistraciones colombianas del ramo. Se fundó para espedirlo, en
que había constancia de que el Gobierno de su Majestad Británica
había dedarado fenecida la antigua convencion postal entre
Colombia i la Gran Bretaña, i en que, por consiguiente, habían
quedado insubsistentes las esenciones pactadas en dicha convencion
en favor de los buques ingleses que hicieran el servicio de
correos. Se esceptuaron de las disposiciones de aquel decreto,
los buques de la línea francesa de San N azario i los de las naciones
con las cuales existieran convenciones de correos i tratados
especiales sobre garantía del Istmo de Panamá.
La ejecucion del decreto en Cartajena, causó aconteci­
mientos en alto grado desagradables que pudieron comprometer
nuestras buenas relaciones con la Gran Bretaña, orijinados en la
precipitacion o celo ignorante de algunos ajentes ingleses.
El26 de febrero del año último, llegó a la bahía de Carta­
jena la fragata de Guerra "Doris," de la armada inglesa, enviada
a aquel puerto por el Jefe de la escuadra de S. M. Británica
estacionada en Jamaica, con motivo de haberle informado el
Cónsul ingles en Cartajena, que algunas malas británicas se habían
tomado i abierto allí por funcionarios locales colombianos
i de haberse quejado algunos de los Capitanes de los vapores de
la mala real, de que se les exijia el derecho de toneladas.
Pretendieron, el Cónsul ingles i el Capitan de la "Doris,"
que se suspendiera en Cartajena la ejecucion del decreto sobre
toneladas, que se asegurara que no se volverían a tomar por los
funcionarios naeionales las baliJas de la mala real i que los Capitanes
de buques ingleses tendrian libre acceso a sus Cónsules,
i que se dieran esplicaciones satisfactorias sobre los hechos ejecutados
ántes.
Para lograr estas pretensiones, quisieron valerse de la fuer-
za de la ''Doris" como medio coercitivo,'i con ella i por 6rden del
· ·a 1 · 1 "C 1 b' "
Ca pitan de la fragata, fué aetem o e vapor nacwna o om 1a,
que se hallaba casualmente en la bahía de Cartajena.
Al tener noticia el Poder Ejecutivo federal de tales hechos,
obró con la enerjía debida, en vindicacion de la honra nacional·
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DE LO INTERIOR I RELACIONES ESTERIORES.
l'econocer al nuevo Gobierno del Estado, conforme a las prescripciones
de la lei vijente, "sobre órden público," de 16 de abril
del año pasado.
Entendidas desapasionadamente las disposiciones de
aquella lei, no se puede dejar de convenir en que quiere que no ·
reconozca el Gobierno federal al Gobierno de un Estado que
smja de una conmocion armada, sino cuando existan dos circunstancias:
que el nuevo Gobierno se organice conforme a los principios
de la Constitucion nacional i que sea reconocida su autoridad
en todo el territorio del Estado. Entender de otra manera
las disposiciones citadas i creer que basta el primero ele estos
dos requisitos para el objeto espresado, seria admitir la posibili­
dad de que se organizaran dos o tres Gobiernos, conforme a di­
chos principios, en el territorio del Estado conmovido, i que el
Poder Ejecutivo debía, en tal caso, reconocer a todos o a uno
solo de ellos, conforme a la leí, aunque no gobernara sino un
Distrito parroquial.
El Poder Ejecutivo se propone hacer lo úni\!o que en la
actualidad le es posible en favor del Tolima: ayudar a dar, en
cuanto legalmente pueda hacerlo, fuerza moral al propósito de
organizar i encaminar cuanto ántes, pacíficftmente, a esa ajitada
seccion de la Repliblica.
I II.
N_o cree el Poder Ejecutivo que sea constitucional, ni
conforme con las doctrinas de la ciencia, ni de buenos resultados
parala marcha pacífica i próspera del país, la citada lei de 16
de abril último, "sobre órden público."
La Constitucion establece que sea base de union entre
los Estados, la garantía, por parte del Gobierno jeneral, de los
derechos individuales que tienen, por ella, todos los habitantes i
trarrseuntes de los Estados Unidos de Colombia. No puede concebirse
que las instituciones impongan al Gobierno federal el
deber de garantizar la efectividad de los derechos individuales,
i que las leyes le prescriban que aunque todos esos derechos sean
'Violados en una seccion del territorio nacional abrasada por la
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LV

LVI MEMORIA
guerra civil, deba permanecer inactivo no obstante que el Gobierno
de esa seccion, su ajente natural, le declare que es impotente
para hacer efectivos los derechos individuales, i le pida,
con tal fin, el apoyo de su prestijio i de la. fuerza de la nacion
que garantiza esos derechos.
Si en plena paz se violan, por la fuerza p1íblica o de los
particulares, las garantías ele los ciudadanos, sin que el Gobierno
del Estado en que esto suceda impida tal viobcion, el Gobierno
federal podria reclamar de él que cumpliera con sus deberes
constitucionales; pero durante la gnerrn, que es la v1olacion de
todos los derechos, seria irrisorio que el Gobierno federal exijiera
de gobernantes impotentes para hacerse ol1edecer, que hicieran
respetar derechos que ellos mismos tenían que violar a cada
paso, en fuerza de la necesidad de defenderse. Sinembargo, esto
es lo que sucede conforme a la lei de órden p1lblico, i el Gobierno
nacional que representa la soberanía transeunte, que dirije
las relaciones esteriores i que ofrece a los estranjeros que vengan
al país las garantías de la Constitncion, tiene que permanecer
frio espectador de una lucha ci>il contra un Hobierno lejítimo
que le picle ausilio, i contestar con la prescindencia que le impone
la lei, a las reclamaciones ele los Gobiernos estranjeros que le piden
la proteccion ofrecida para que no despojen, aprisionen o
maten a sus súbditos. Que esto suceda, no ha podido quererlo
la Constitucion federal.
Es incomprensible que haya un pais en el mumlo que pueda
hallarse abrasado por la guerra en toda su esten ion, i cuyo
Gobierno, sinembargo, deba permanecer tranquilo i decir sériamente
que reina la paz nacional i se conserva el órclen pliblico
federal en su territorio, porque son guerras intestinas de
Estados las que conculcan todo derecho i toda garantía de nacionales
i estranjeros. De sf'guro que organizacion de tales efectos1
no fué la que quiso darse a los Estados Unidos de Colombia.
Con razon, podría decirse, las naciones civilizadas juzgan absurdos
nueiltros sistemas políticos.
Es tan metafísica la cliferenci:a. que se hace entre el llamado
órden pliblico federal i el órclen p1lblico particular de un
Estado, como rara la :ficcion de que el Estado cuyo Gobierno es
vencido por una faccion aTmada, deja de pertenecer temporal-
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DE LO INTERIOR I RELAUTONES ESTERIORES. LIX
empleados respecto de los negocios nacionales, de que no consideran
que estos negocios son sino un aditamento a su encargo
principal, de sus aptitudes enjeneral escasas i de la dificultad de
comunicacion de los funcionarios federales con ellos. Esas malas
consecuencias cesarían o se disminuirían considerablemente, si las
leyes dieran jurisdiccion i facultades para todos los negocios de
justicia federal, solo a los Tribunales i ajentes fiscales superiores
de los Estados.
Sabido es que casi toda la lejislacion civil i penal del país
es incongruente en nuestro actual sistema político. La conviccion
de que no es posible variarlo, conviccion fundada en la bondad
de él o en otras consideraciones, debiera promover el estudio, la
prAparacion i la sancion de Códigos armónicos con el sistema
que nos rije. Para esto, sin duda es necesario que el Congreso
arbitre medios especiales.
Concluido el gran juicio contra el ultimo Presidente de
la Union, tuvo su cumplimiento el decreto lejis1ativo de 17 de
noviembre pasado sobre indulto por los delitos de traicion i
rebelion i los cometidos con motivo del convenio secreto cele­
brado con el Pení en 28 de agosto de 18G6. El Presidente con­
denado aceptó el indulto con la condicion de permanecer tres
años fuera del territorio de la Hepública, i desde el mes de
diciembre ültimo salió de él. Ningnn otro acusado, con escepcion
de los señores l\fajistrados de la Corte Suprema federal, José
Araújo i Juan Manuel Pérez, ocurrió a declarar que no aceptaba
]a gracia concedida i que se sometia al fallo judicial, haciendo
uso del derecho que le dejó la lei. Se cortaron, pues, toG.os los
procedimientos iniciados por aquellos delitos.
Hallareis el luminoso informe respectivo del señor Pro·
.curador jeneral, adjunto a la presente esposicion.
INSTRUCCION PUBLICA.
Años hacia que se había perdido hasta la tradicion de la
manera de hacer formalmente estudios profesionales en el país.
El último Congreso federal tuvo la feliz idea de restablecerlos,
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LXVI
Nuestros arehivos nacionales, inclusive el del Vireinato,
son tan importantes como uhnmlantes en documentos 1Ítiles. :El
tt'it i)ajo de arreglarlos es inmenso, del icado i penoso. El exito
del decreto espedillo al efecto, clepenJia

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LEGAU!ON DEL PERU.
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LEGAUION DEL BRASIL.
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DE LOS ESTADOS UNIDOS DE AMERIUA.
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NOTA.-En la correspondencia anterior no figura la cam·
biada. sobre asuntos importantes que aun están pendientes.
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DEL PROCURADOR JENERAL. 77
"Acusar ante el Senado, a prevencion de la Cámara de Representantes,
a los · funcionarios justiciables por esta corporacion."
¿ Qué quiere decir esto? Que el Procurador debe acusar a virtud
de órden de la Cámara de Representantes? O que la atribucion de acusar
ante el Senado es pTeventiva de la Cámara i del Procurador?
A parte de esta duda, a que da lugar la redaccion del artículo, presenta
esta disposicion el inconveniente de que ni la Constitucion, ni la
leí orgánica del Poder judicial, dan al Senado la atribucion de conocer
en las causas de responsabilidad a virtud de acusacion del Procurador;
i como ningun funcionario ni corporacion puede ejercer atribuciones
que eapresamente no se le hayan conferido, ya se ha presentado el caso
de que el Senado rehuse da.r curso a una acusacion intentada por el
Procurador.
Seria conveniente que, o se derogase el inciso mencionado o se re­
dactase de una manera que no dejase duda alguna sobre su verdadero
sentido. En este último caso, debería reformarse la atribncion 2.a del
artículo 3. 0 de la lei orgánica del Poder judicial de la Union, disponiendo
qne el Senado pueda conocer de las causas de responsabilidad
contra el Presidente de los Estados U nidos, los Secretarios de Estado i
los Majistrados de la Corte Suprema federal, por delitos cometidos en
el desempeño de sus funciones, a virtud de acusacion del Procurador
jeneral.
A lo espuesto se reduce todo cuanto puedo informaros sobre el cur­
so de la admínistracion de justicia durante el año de 1867. Reconozco,
ciudadano Presidente, la insuficiencia de tal informe ; pero, como ántes
os lo he dicho, espero qne la disimulareis, considerando que no he teni­
do ni el tiempo ni los datos necesarios para daróslo mas estenso i minucioso.
Bogotá, enero 10 de 1868.
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¡
99 INFORUE DEL BIBLIOTECARIO NACIONAL.
i Será desacertado solicitar del próximo Congreso que vote una pequeña
cantidad para la adquisicion de nuevos libros? Si esto se consiguiera,
i si en lugar de votar en una sola vez una suma considerable, ee
apropiai·an mil pesos en carla año para enriquecer la Btblioteca, se haría
un gran bien comprado con un pequeño sacrificio pecuniario, qne
en mui poco disminuiría las entradas del Erario.
La reconocida ilustracion de los seííores Senadores i Representantes
no me permite dudar . de que esta idea tenga bnena acojida; tanto mas
cuanto que mucho podrémos esperar para lo fu turo, cuando un Congreso
en vez de votar miles de pesos para la compra de fusiles de aguja
para mejorar nuest1·os parques, vote cientos para enriquecer la Biblioteca
de la nacion.
Respetuosamente someto estas indicaciones a la consideracion de
usted, i doi punto al presente iaforme.
Señor Secretario.
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