Estado, nación y nacionalidad en la Argentina, 1887 ... - Imago Mundi

Alejandro Falco
cruzada y conmocionada por las «cuestiones» inmigratoria,
social, nacional, y política, 6 problemas que
abre el proceso de modernización y de desarrollo capitalista
disparado en el 80 7 por esa misma clase.
Trataremos de leer entonces la construcción «desde
arriba» del acervo simbólico nacional como un proceso
de doble finalidad:
De homogeneización de masas inmigratorias con
tradiciones diversas. 8
De control y prevención de un conflicto social
emergente, en donde sin prisa pero sin pausa, el
extranjero inmigrante pasa del campo virtuoso
en el que lo habían depositado los intelectua-
destinado a beneficiar y ampliar sus propios intereses, pero,
al mismo tiempo, susceptible de permitir y estimular el desarrollo
y la mejora de la situación de un conjunto más amplio
de sectores sociales. De este modo se puede crear un relativo
consenso en torno a las metas societarias más generales, lo que
no implica, por supuesto, la ausencia de conflictos». Sidicaro,
R., en su obra La política mirada desde arriba. Las ideas del
diario La Nación 1909-1989, Ed. Sudamericana, Buenos Aires,
1993, p. 48, siguiendo los lineamientos de Alain Touraine
en su obra Production de la societé, Seuil, París, 1973.
6 Lejos están de ser estas «cuestiones» compartimentos
estancos. Al contrario, su impacto está dado, por lo menos
en el imaginario que campea entre los sectores dirigentes, por
la mutua vinculación, situación en donde residiría su peligrosidad,
a punto tal de considerar la elite que su lugar en esa
sociedad tan cambiante, sufre un amenazante estado de alcázar
sitiado, por turbas que todo lo pueblan, y nuevos ricos
sin abolengo ni pasado. No en vano, a la piqueta de Torcuato
de Alvear, que abre los bulevares en la aldeana Buenos Aires,
le sigue por detrás la figura de Vicente F. López, historiador,
político e irreprochable integrante de una de las familias «fundadoras»
de la patria, resignificando e inventando un pasado
para esa ciudad devastada y construida a nuevo por el Municipio
del recién federalizado puerto. Para más detalles de este
proceso, véase Aliata, F., «Ciudad o aldea. La construcción
de la historia urbana del Buenos Aires anterior a Caseros»,
Entrepasados N o 3, Buenos Aires, 1992. Son también jugosos
los comentarios de Lucio V. López en La gran aldea (1884).
7 La bibliografía que da cuenta de este proceso es abundante,
y entre otros textos podemos destacar: Gallo, E. y
Cortés Conde, R., Argentina: La República Conservadora,
Paidós, Buenos Aires, 1972; Ferrer, A. La economía argentina,
FCE, Buenos Aires, 1985; Ortiz, R., Historia económica
argentina, Plus Ultra, Buenos Aires, 1978; Sabato, J.; La clase
dominante argentina. Formación y características, Imago
Mundi, Buenos Aires, 1992; Ferrari y Gallo (comp.), Argentina,
del Ochenta al Centenario, Sudamericana, Buenos Aires,
1979; Pucciarelli, A. El capitalismo agrario pampeano, Hyspamérica,
Buenos Aires, 1986. Rapoport, M. Historia económica
y social argentina. Macchi, Buenos Aires, 2000. Para
datos sobre inmigración en el período véase Germani, G., Política
y sociedad en una época de transición, Paidós, Buenos
Aires, 1962.
8 En líneas generales, la identidad de los inmigrantes estaba
mucho más asociada al ámbito regional, que a una nacionalidad
concreta, reconocible y filiable a un estado-nación,
lo que dio lugar a que, no sin ironía, se afirmara, que para la
época «Italia es un invento de los italianos de la Argentina».
Para más datos véase Devoto F. y Rosoli, G. La inmigración
italiana en la Argentina, Biblos, Buenos Aires, 1985.
les del periodo posterior a Caseros, (en especial
Sarmiento y Alberdi) a otro teñido de violencia
social, mezquindad y avaricia. Desde este lugar,
la nacionalización de los extranjeros operaría
todavía en estos años, para muchos voceros
de la elite, 9 como un baño laudal que regenera
y provee de las virtudes propias de una tierra
«condenada» a la movilidad social ascendente,
en donde la conflictividad obrera de la vieja Europa
no tiene razón de ser ni sustento. 10
9 Las posiciones que surgen dentro de esta elite en relación
a que hacer con esta conflictividad, en definitiva originada en
la contradicción entre capital y trabajo, redimensionada por
las restricciones políticas del orden conservador, de una ciudadanía
restrictiva, lejos están de ser unívocas. Es así que se
encuentran posiciones de tinte reformista, que asumen estas
contingencias como propias e inherentes del proceso modernizador
y proponen la temprana intervención estatal para morigerar
el enfrentamiento (Joaquín V. González con su Ley de
Trabajo de 1904, o el naciente PDP, en su plataforma para las
elecciones presidenciales de 1916), con otras (expresadas en
la Ley de Residencia de 1902, la de Defensa social, de 1910, y
en la posterior Liga Patriótica formada a la vera de los acontecimientos
de la Semana Trágica) que conformarán imágenes
conspirativas y paranoicas de tal conflictividad, proponiendo
la represión abierta. Ambas miradas no fueron antagónicas,
siendo muchos políticos e intelectuales, como el caso del anteriormente
nombrado Joaquín V. González, o el mismo Carlos
Pellegrini, partidarios de una mezcla que tuviera dosis de las
dos recetas. También estas diversas interpretaciones ante la
crisis, pueden leerse como señales de fisura dentro de esta
misma clase, fisuras que no son ajenas a la política roquista,
y a la revolución del 90. Véase Sidicaro, R., op. cit. y Zimmelman,
E., Los liberales reformistas, Sudamericana, Buenos
Aires, 1995.
10 La literatura sigue siendo una fuente inagotable para
leer estos procesos. En la sangre (1887), de Eugenio Cambaceres
y La Bolsa (1891) de Julián Martel, (seudónimo de
José Miró, periodista del diario La Nación, en donde la novela
apareció por entregas) si bien bastante previas al Centenario,
pero dentro del periodo trazado, son buenos ejemplos de este
pronto cambio de clima en relación al inmigrante. Hacia
la década de 1920 Don Segundo Sombra (1926), de Ricardo
Güiraldes, marcaría el definitivo retorno del gaucho virtuoso
y noble, pereciente a manos de la modernización irreversible,
recuerdo heroico de una mítica edad dorada de la campaña.
Véase Sarlo B. Buenos Aires, una modernidad periférica,
Nueva Visión, Buenos Aires, 1988. Es notable, que este proceso
de resignificación devaluatoria del inmigrante por un lado,
y revalorización gauchesca por otro, expulse de la operación
al Juan Moreira de Eduardo Gutiérrez. Gaucho criminoso y
marginal, arrojado al limbo del sistema por la persecución de
la tropa y las malas artes de un gringo dueño de un almacén
de ramos generales, su historia apareció en forma de folletín
entre 1879 y 1880, siendo un éxito entre las clases populares,
especialmente las de origen inmigratorio, siendo comentario
jocoso de la «gente bien» de Buenos Aires esos italianos
que se vestían a lo Moreira, con bombacha y chiripá, reelaborando
en los carnavales la dramatización que los Podestá
hacían en el circo Es expulsado tempranamente por Gálvez
de la operación nacionalizante, acusado de portar lo peor de
la facciosidad revolucionaria de la Argentina anterior al 80, y
penalizado por la criminología de Ingenieros, que encuentra
en él, con lente lombrosiana, la características morfológicas
2 Imago Mundi, (4 de marzo de 2008 21:55) — www.serviciosesenciales.com.ar