Estado, nación y nacionalidad en la Argentina, 1887 ... - Imago Mundi

Alejandro Falco
3. El retorno de lo hispano. ¿Qué será un
argentino?
«La tradición es la historia de los países que no
tienen historia» 36
«La inmigración cosmopolita tiende a deformarnos
el idioma con aportes generalmente perniciosos,
dada la condición inferior de aquella. Y eso es muy
grave, pues por ahí se empieza la desintegración de
la patria. La leyenda de la torre de Babel es bien
significativa al respecto». 37
«La plebe ultramarina, que a semejanza de los
mendigos ingratos nos armaba escándalo en el zaguán,
solemnes tremebundos, inmunes con la representación
parlamentaria, así se vinieron. La ralea
mayoritaria paladeo un instante el quimérico pregusto
de manchar un escritor a quien nunca habían
tentado las lujurias del sufragio universal». 38
Luego de la caída de Rosas en 1852, los intelectuales
de la organización nacional se abocaron a la
tarea de definir las características que debía portar
el «argentino». Haciendo gala de una profesión de
fe sólo pensable en los marcos de hombres educados
en el liberalismo pre 1848 (el de la generación
de 1837), pensarán al argentino como un ser europeo
transplantado en América, replicante en estas
venturosas tierras de los valores de la civilización,
término articulado como la autoconciencia de occidente.
39 La libertad, la igualdad, la fraternidad, y
una devoción casi calvinista por la acumulación y
el trabajo fecundo y productivo eran las cualidades
de este nuevo habitante del desierto que se pretende
vergel. Claro que este reservorio de virtudes argentinas
portadas en individuos aún inasibles, era más
antes descriptos, llamada El viaje de mi hermano Alexis al
país de la utopía campesina. Aquí aparece delineado un mundo
de aldeas rurales campesinas autosostenidas, con ciudades
con poca población, y nula industrialización, inaugurando temáticas
que serán propias de los variopintos revisionismos y
populismos, en el crítico mundo de entreguerras. Sin dudas el
nacionalsocialismo alemán, a pesar de sus políticas industrialistas
y su aceitada relación con los grandes industriales de la
época (Krupp, Mercedes Benz, Siemmens), se abocó a trabajar
estos temas, asociando la pureza racial al ámbito pastoral,
construcción simbólica que tuvo como correlato el auxilio y el
subsidio estatal a los pequeños productores. De igual forma,
la dictadura del General Franco en España, inventó su razón
de ser en la Castilla medieval y solariega ( «tierra de hombres
libres», en el verbo del Generalísimo), que a través de su
héroe el Cid Campeador, comienza la expulsión del infiel y
la reconquista del territorio patrio, tal como el caudillo con
los rojos en el siglo XX. Véase Sarlo, B., op. cit., y Vilar,
P., «Economía campesina», en Iniciación al vocabulario de la
historia. Crítica, Barcelona, 1982.
36 Joaquín V. Gonzalez, citado por Arrieta, R., Historia
de la literatura argentina. Peuser, Buenos Aires, 1959.
37 Lugones, L., Didactica, Buenos Aires, 1910.
38 Lugones, L., El payador, Buenos Aires, 1913.
39 Elías, N. El proceso civilizatorio, UNAM, México, 1985.
una expresión de deseos, que una realidad concreta.
No en vano, tanto las Bases de Alberdi, como la
propia Constitución, parecen dirigirse a individuos
por arribar, a ciudadanos por construir, no a quienes
realmente pueblan el inasible territorio de ese
entonces. 40
Estas características civilizadas de lo que un argentino
debe portar serán puestas en cuestión hacia
fin de siglo, cuando el gentilicio sea llenado por otros
contenidos. Otras virtudes entrarán en tensión y/o
componenda con el viejo inventario. Lo argentino será
insuflado de tradición, de revalorización del gaucho,
del interior (la patria vieja y heroica de poetas
y guerreros), en el criollismo, en la desbarbarización
del pasado federal y provinciano. 41
Lo particular del proceso es que ambas maneras
de entender lo argentino, cruzaran y serán muchas
veces portadas, en esta etapa, por los mismos intelectuales.
Es decir que veremos figuras que por un
lado serán firmes defensoras de los valores de la modernización,
y que por otro empiezan a transitar por
la senda de la recuperación de una «esencia nacional»
perdida en ese proceso.
40 Svampa, M., op. cit.
41 Ya desde Ramos Mejía, y siguiendo por Ernesto Quesada
y Adolfo Saldías, se instala una nueva forma de mirar y entender
a Rosas, los caudillos federales, y las guerras civiles, alejada
de los clamores demonizantes de Mitre y Vicente López
(pero recuperando cierta comprensión que Alberdi esbozará
en La Argentina a 35 años de su revolución de Mayo) que de
alguna forma abrirá los causes para fenómenos de diversa índole:
el de la Nueva Escuela Histórica, y el de la construcción
revisionista del contrapanteón heroico, que daría cuenta de los
verdaderos héroes nacionales, deliberadamente ocultos a los
argentinos por fuerzas antinacionales. Esta operación tendrá
sus frutos tardíamente, en los años 60, cuando las problemáticas
instaladas por el revisionismo, y el peronismo, sean dos de
las puertas más transitadas para entrar al problema de entender
la Argentina. No en vano Halperín Donghi afirmaba, con
la lucidez ácida que lo caracteriza, que son estos años en los
que el revisionismo se termina de instalar hegemónicamente
como el sentido común histórico de los argentinos. También
esta visión conspirativa de la realidad, tendrá larga salud en
el vínculo que establecen política, historia y memoria, siendo
la conspiración antinacional, un argumento discursivo permanente
en figuras de derecha e izquierda. Véase Quatrocchi –
Woisson, D., Los males de la memoria. Emecé, Buenos Aires,
1997 Neiburg, F., La invención del peronismo. Losada, Buenos
Aires, 1998, y Szusterman, C., Frondizi. Emecé, Buenos
Aires, 1998.
8 Imago Mundi, (4 de marzo de 2008 21:55) — www.serviciosesenciales.com.ar