naturaleza dominicana - Grupo Leon Jimenes
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FÉLIX SERVIO DUCOUDRAY<br />
¡Y qué muchedumbre de guáyigas! Verdeaban<br />
a veces todo el suelo, desde la raíz inarrancable<br />
prendida entre las peñas.<br />
Ese día me enteré de este secreto de jardinería<br />
casera, que ahora comparto: cuando se siembra por<br />
semilla, la planta tiene entonces la particularidad<br />
—que la hace más decorativa— de crecer con todas<br />
las hojas sin botar ninguna, incluidas las primeras<br />
que le salen al comienzo.<br />
Al pie del bosque de Bayahibe, el cocombro silvestre:<br />
el comestible; pero allí parecen dejárselo al<br />
ganado.<br />
Cuando usted vaya por los bosques del Este,<br />
verá con frecuencia un tronco erecto de color candela,<br />
envuelto en los trapos blancos de la corteza<br />
en harapos. Desde Bayahibe hasta Higüey, dondequiera<br />
que pregunte, los campesinos le darán el<br />
nombre: canelilla.<br />
Y todavía más abundante el guaraguao de la<br />
costa (Bucida buceras), alias gri-gri, que es distinto del<br />
otro, el guaraguao de montaña (Buchenavia capitata):<br />
ambos a dos, aun siendo plantas, con nombres<br />
de ave de rapiña. ¡Vaya usted a saber por qué!<br />
Más adelante, por la orilla azul de la playa, el<br />
cactus de Marcano: una Pereskia. Tronco espinado,<br />
apariencia y porte de arbusto, hojas color verde<br />
botella y bellísima flor rosado-lila. Mediaba agosto,<br />
y por eso aun no tenía el fruto.<br />
Marcano explica:<br />
—Las Pereskias forman un género de cactus que<br />
además de las espinas típicas (que son hojas modificadas)<br />
poseen hojas normales, como las plantas<br />
corrientes, digamos; pero sus flores son las flores<br />
características del cactus.<br />
La de Bayahibe se parece mucho a la Pereskia<br />
portulacifolia, endémica, llamada camelia roja, que<br />
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se da muy abundante por los campos de El Limón<br />
de Jimaní. Pero como todavía no ha podido completarse<br />
el estudio de la de Bayahibe, no tiene<br />
nombre específico. Marcano la encontró hace<br />
varios años. De ahí el nombre que provisionalmente<br />
le doy: la Pereskia de Marcano.<br />
Sería más exacto decir: una de las Pereskias de<br />
Marcano; porque él ha encontrado ya tres Pereskias<br />
distintas en el país.<br />
Bayahibe es poblado de pescadores, con balandros<br />
de faena y velas grises en la caleta; y algunas<br />
yolas escasas que se contaban con los dedos de la<br />
mano.<br />
Atardecía. El sol reverberaba en el mar. Oro de<br />
sal y sol. Por lo que allí podrá decirse: sal si puedes,<br />
o sol si puedes. Y aunque no puedas, sal de todos<br />
modos —y sol— a ver ese rincón costero con mares<br />
de verdor patriótico. (En Bayahibe uno piensa que<br />
el verde debía estar en la bandera…)<br />
Botes de vela y mar: sin preocupación por el<br />
precio del galón de brisa; y con sol al fondo del<br />
ocaso, prietos a contraluz como la costa.<br />
Sus tripulantes son campesinos cogidos —como<br />
peces— en las redes de las faenas del mar, para el<br />
vivir. (Gente de mar vivir).<br />
Seguimos viaje. Acaba el monte enseguida y<br />
empieza el mar de caña. Interminable. Verde también;<br />
pero otro verde. Deligne hablaba de «la gama<br />
riquísima del verde». A éste le falta la exaltación<br />
patriótica del otro.<br />
Y así hasta Higüey, donde después de cena escuché<br />
este diálogo:<br />
—Yo quisiera saber, profesor Marcano, su opinión<br />
acerca de eso que en la parte sur (de Higüey)<br />
le está pasando al ganado.<br />
—¿El derriengue?