El castillo de Acapulco
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I 388 Episodios Histôricos Mexicanos<br />
A Ia tapia, soltó las riendas a su caballo, que mat alimentado por ci<br />
duefio <strong>de</strong> Ia caballeriza, se dió gusto en comerse inmenso nimero <strong>de</strong><br />
tabs tiernos <strong>de</strong>l campo <strong>de</strong> maiz que quedaba frontero a la tapia.<br />
A Ia mitad iban <strong>de</strong> su amorosa conversacidn, cuando Margarita<br />
<strong>de</strong>scubrió <strong>de</strong>trás <strong>de</strong> s( a su padre y a Cristóbal, y dando a Carlos la<br />
voz <strong>de</strong> alarma, nuestro joven salió sobre su retinto golondrino y<br />
dió una escapada en regla, perseguido por Cristóbal que, a Ia entrada<br />
<strong>de</strong>l bosque <strong>de</strong> Chapultepec, y antes <strong>de</strong> que su presa <strong>de</strong>sapa.<br />
reciese entre el foilaje, Ic <strong>de</strong>scerrajó, sin herirle por fortuna, los dos<br />
tiros <strong>de</strong> sus pistolas.<br />
Carlos fué, en consecuencia, quien alarmó a Rosa y a Ia mar.<br />
quesa atravesando a galope tendido el camino que pasaba al pi <strong>de</strong><br />
los ahuehuetes <strong>de</strong> Chapultepec y comenzaba en Ia alberca qu surtIa<br />
al acueducto.<br />
Todo esto lo ignoraba D. Buenaventura, quien ni sospechar podia<br />
que su inocente mentira iba a atraer sobre él graves complicaclones.<br />
La conversación cambió momentáncamente <strong>de</strong> asunto, gracias a<br />
sus esfUerzos para Ilevarla al terreno politico.<br />
—Despus <strong>de</strong> todo,—hablase dicho a sI misrno,—Rosa pue<strong>de</strong><br />
tener razón: no es tan fácil corno parece soltar una mentira y sostenerla<br />
bien. Pero también la tengo yo en sostener que una mentira<br />
pue<strong>de</strong> dar fatales resultados. jQué sucesión <strong>de</strong> embustes no me<br />
he visto yo obligado a ensartar para que no <strong>de</strong>scubriesen que no es<br />
cierto que haya yo montado esta tar<strong>de</strong> a caballol<br />
Mientras se hacIa estas reflexiones, D. Martin, que no le perdia<br />
<strong>de</strong> vista, dijo at con<strong>de</strong>:<br />
—€No observa usted cuán preocupado se encuentra el ex cornandante?<br />
—Cómo no, si ni siquiera trata <strong>de</strong> disimularlo!<br />
—Vea usted, con<strong>de</strong>, si hasta parece que habla solo. -<br />
—Algo extraflo Ic suce<strong>de</strong> hoy a D. Buenaventura.<br />
—Lo mismo creo yo.<br />
—Quë apuesta usted, señor D. Martin, a que ci ex comandante<br />
esta celoso?<br />
—Pudiera set, y la sospecha <strong>de</strong> usted confirma la mia.<br />
—Conque también usted to habla sospechadoil<br />
—Algo más que sospechado.