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XII<br />
LA CONSTITLCION<br />
0 FL<br />
<strong>ANO</strong> <strong>DOCE</strong><br />
MEMOjUAS DE U' CRoLLo<br />
Z4<br />
l2I3
ff.,<br />
I<br />
memorable fué aquella, y cligna de ser estudiada en<br />
todos sus detalles por hombres dotados de verdadero<br />
instinto filosófico.<br />
For mi desgracia, y habindoruC negado ci cielo tan<br />
precisa cualidad de Un buen historiador, pucs ya dije y repito<br />
ahora, que un pobre hijo del pueblo soy sin instrucciófl alguna, no<br />
Puedo hacer estudin semejante, y debo en consccuenCia limitarme<br />
a rcferjr ]as cOsa- t v como fueron, sin quitarles ni añadiries cosa<br />
algu na.<br />
Por lo tal-lt()<br />
1a ivento, ni casi en lo que refiero empleo pa la-<br />
bras mias, y antes bien las tomo de aquellos que, testigos de los<br />
hechos, los describieron como sabian ó podian. En esto estriba, sin<br />
To.o 1<br />
'54
1226 Epiodios HisIóricos !l4x'cjnos<br />
duda, ci mrito que mis narraciones puedan tenor, y asi es tarnbién<br />
como, andando ci tiempo, quizás puedan servir de algo a quiene<br />
con niavores talentos se ocupen de nuestra historia. Forniadas estan<br />
estas páginas, con lo quo tirios y troyanos han dicho on papeics y<br />
libros quo, con un afãn superior a lo fatigoso de Ia tarea, he rebuscado<br />
y Icido, dejando a cada uno de los elementos quo forman ci<br />
rnosaico (IC mi obra, su lugar propio, bueno 6 malo, justo ó iiijusto.<br />
AlIá mis buenos y constantcs lectores se formar1in por sL<br />
propios juicio de Ia época, sobre Ia base de los hechos quo refirienao<br />
vengo con una imparcialidad que nadie seriarnente podrá<br />
disputarme.<br />
Entro, pues, en materia, tcnicndo como sienlprc i Ia vista, ]as<br />
inestimables rnemorias de mi padre; no era éstc Dios, y ojahi lo<br />
hubicra sido, pues aun Ic podrIa estrechar entre mis amantcs brazos;<br />
no era Dios, repito, y no pudo por tanto hallarse on todos<br />
lados A la vez, Si bien, como las personas estudiosas liabrán ol)servado,<br />
casi ningtn suceso, no clir importante, pero ni aun de escasa<br />
monta, dejó cscapirsele ni se cxcusó de referirle on tin ordeii casi<br />
estrechamente cronológico. Pero si bien no pudo estar en tLlas<br />
partes, on todas ellas tuvo amigos que Ic rcfirieran los sucesos, 6 de<br />
relaciones de otros los tomó, sin creer jamás quo pudiera litbcr<br />
hecho mal on ello, pues, corno rnás de una vcz me dijo, on obr;t dc<br />
historia no puede existir más originalidad quo Ia quo estribe cii la<br />
manera de referir los sucesos ó on ci modo de apreciarlos. Testio<br />
fui de muchos, estuve en no pocos, y como los vi los refiero; ni sá<br />
ni me he metido en más.<br />
V dice en ci folio quo consultando estoy: La verdad es qu fli<br />
insurgentes ni realistas podIamos darnos cuenta de cómo esttbafl<br />
pasando las cosas; ni los unos ni los otros podiamos Ilarnarnos 'crdadero<br />
partido y ninguno de Los dos tenia fuerza Iara sobreponrse<br />
at otro; vencidos unas veces, vencedores otias, Ia situación do los<br />
combatientes variaba poco 6 nada; todo fué obra del acaso: estaba<br />
prdxima a sonar Ia hora de nuestra independencia, y la mi!iqtina<br />
del gran reloj de los destinos de los pueblos, roarchaba por si ni'S.<br />
ma y sin irapulso ajcno. Ahjados conio nos tenIa la administracifl<br />
colonial de los asuntos de gobierno, ni podiarnos on ellos t..1101<br />
práctica ni probabilidades de sabei-nos constituir en nación: qU<br />
será de nosotros?,—nos preguntabamos,—y después de niucl
La Constü:cic,i del Aio Doce<br />
pensarlo nos respondIamos: c pues, quicn sabe, Dios dirái, y<br />
eguiamos luchando y dejábamos para mañana ci pensar en mañana.<br />
Esta y no otra ha sido la causa de nuestras interminables luchas<br />
civiles: éramos un pueblo niño, no sablamos teneriios en pie, ni<br />
nuestras piernas tenlan fuerza para ello; pero qucrIamos andar, y<br />
nos sucedi6 lo quo a los niños abandonados a si mismos: hemos<br />
liegado a la juventud recibiendo golpes on todas partes, cubierto<br />
de cicatrices ci cuerpo y con todas nuestras heridas mat curadas.<br />
Pero, qué nos importa? 4ya mejorarán esto nuestros nictos> ,—nos<br />
declamos, y continuábamos echando lena a aquella hoguera quo<br />
ardia con fuego espantoso.—Si, ci gobierno colonial se hundIa por<br />
si rnismo; era una momia quo, contra la costurnhre de las momias,<br />
habia entrado on descomposición. Dios hahia pasado sobre ella<br />
• pronunciando sus terribics palabras: 'y en polvo to convertirás, y<br />
en polvo se convertla sin quo irnpedirlo pudiesen los realistas ni<br />
apresurarlo los insurgentes: por cso duró tanto como duró nuestra<br />
lucha, y por eso parecia unas vcces quo todo habia acabado, y las<br />
otras se levantaba ci caido con nuevas y mIs terribles fuerzas. En<br />
resultado, ni los realistas sabian dcfenderse ii nosotros atacar; por<br />
eso nunca tuvimos plan, ni los unos nos ayu&ibarnos a los otros.<br />
Nuestro grande hombre, nuestro hombre sin rival entre nosotros, y<br />
con solo iguales entre los extranos, nuestro DON JosÉ MARtA MO.<br />
RELOS, en tin, pudo haber hecho por sI solo nuestra independencia,<br />
y Si no Ia hizo, fué porque los demas insurgentes no se la dejaron<br />
hacer: la fatalidad le fué privando poco zt poco de sus criaturas, de<br />
todos aquellos heroes quo él hizo brotar v quo fueron como los<br />
SatIitcs del astro grandioso de su alma, y cuando esto sucedió, la<br />
pequenez de los demds se sobrcpuso a su grandeza, y a él dejaron<br />
rnorir y ehos se acogieron al induito.<br />
Pero no querarnos adelantarnos a los sucesos, y enterérnonos de<br />
la siguiente carta que sin firma se encuentra on copia cntre los papeles<br />
de mi padre.<br />
No he podido, por más quo he hecho, averiguar quin fud su<br />
autor; pero personas entendidas a ]as cuales he consultado, supo<br />
llcn que ci original estuvo escrito por D. Lucas Alamdn: posible<br />
es, pues la carta procedia de España, y en ella estaba por aquellos<br />
dias D. Lucas, r de sus noticias hizo uso, y casi con las misrnas<br />
Palabras, on la hjstorja quo escribió ruás tarde. Dice ast:
I 228 /i,sIi ::cs<br />
(No ha sido grande a la verdad Ia diferencia quo entre estos v<br />
esos pueblos he encontrado; hijos legitimos de ellos, conservamos<br />
todos sus vicios y ligerezas polIticas. La pasión general es aqul<br />
como allá la del deseo de mandar y figurar, y basta reunir a dos<br />
hombres para que surjan la lucha y ci desacuerdo; figurate tCt b<br />
que habra pasado en estas farnosas Cortcs quo, aunquc abiertas en<br />
Ia isla de Leon, Ilevan nonibre do ]as de Cádiz, porquc en este<br />
puerto celebran sus sesiones; forrnaIronse do ciento dos diputados,<br />
de los cuales veintiocho representaban a America y Filipinas con<br />
caráctcr de suplentcs, niicntras iban liegando los propietarios imrnbrados<br />
por ]as colonias. Muy luego a.surnieron todo ci poder, dindose<br />
hasta ci tItuio do Majestad, todas cuyas prerrogativas tornaron<br />
pot su simple y omnIrnoda voluntad: no tardaron ni ci tiempo que<br />
en contártelo erupico, en dividirse en dos fracciones ó partidos, to.<br />
mándose ci uno ci titulo de liberal y dando al contrario ci de s'rvii:<br />
los ameriäanos rnantuvidronse indcpendientes y se inclinaron<br />
siempre del lado do su propio interés, decidiendo las votaciones<br />
por su masa, con c1lo causando a Espana males quo largo ticrupo<br />
larnentará. FuC uno de sus primeros actos solicitar do las Cortes ci<br />
aurnento de diputados arnericanos y ci .sobreseirnicnto en todas las<br />
causas do infidencia; y aunque a lo primero no so accediO, si Sc<br />
obsequió la segunda parte de la petición con un induito general<br />
quo a nadie fuC mIs ütil quo al dCbil y avariento Iturrigaray,<br />
quien inmediatamente se acogid a éi. Lucharon dcspuCs sin trcgua<br />
ni descanso para lievar adelante once proposiciones quo presentaron<br />
en la sesidn del 16 do Diciembre de r8io, relativas a una total<br />
igualdad de la America y de Espana en cuanto a represcntación<br />
nacional, libertad industrial y comercial, supresidn de toda especie<br />
de estancos, opcidn a todos los empicos politicos, eclesiásticos y<br />
militares, quo deberian repartirse por mitad entre europcos y crioilos,<br />
y ci restabiecimiento do los jesuitas. La discusidn de estasproposiciones<br />
fu acalorada y abundaron en ella los incidentes rná5<br />
curiosos: diputado hubo, y lo fué el peruano D. José de Mejla, quo<br />
peroró do rodillas para mejor conmover los ánimos. Los españoles<br />
de esta peninsula tienen por nosotros los mexicanos rnarcada prodilección,<br />
y a ella debimos quo ci primer presidente americano do<br />
aquellas Cortes fuese ci Dr. D. Antonio Joaquin Perez, diputado<br />
por Pucl)la y cinouigo ic su catedra: : fo:ni tarni_dir, iar:c dc
W-<br />
La Constiluciôn del Aüo Dc'cc<br />
1229<br />
cornisiófl encargada de firmar y presentar ci proyecto de Constitucion<br />
de la monarquia espaflola. Este Perez se hizo notar por su<br />
palabra fácii y florida y por su genio conciliador, pero sus cornpatriotas<br />
le acusaron de dcsvelarse por su interds personal más bien<br />
que por ci de su nacidn: clistinguidronse tarnbin ci dc Tlaxcala,<br />
D. José Miguel Gurid y Alcocer, lor sus muchos y varios conocimientos<br />
y su elocuencia nerviosa: ci de Zacatecas, Gordoa, por<br />
veraz y sincero; ci de Mexico, 1). José de Bcye y Cisneros, hombre<br />
franco y muy adicto a Ia revolucidn. Pero ci cardctcr quc desde<br />
entonces se dió a conocer por su superioridad, fuC el del Dr. Don<br />
Miguel Ramos Arizpe, cura de la villa de I3orb6n en Nuevo Santander,<br />
y diputado por las provincias internas de Oriente. Aunque<br />
clCrigo y doctor en teologIa, nada parece Arizpe menos que eclesizistiCo,<br />
y de Cl rnisrno suck clecir criticando ci caráctcr remiso y<br />
frio dc sus paisanos, que Cl no es mcxicano sino comanche, y por<br />
este nonibre se Ic conoce familiarrnente en las Cortes: su nariz<br />
pequena, redonda y hundida, apenas forma en su rostro una proniinencia<br />
bastante a sustentar unos antcojos redondos, que cuando<br />
no cubrcn dos ojos pequefios y centellantes, están suspendidos<br />
sobre las cejas i-tiny pobladas y ncgras: su rotro es casi circular, y<br />
toma una singular aniniacidn segün ]as altcraciones rnuy frecuentes<br />
y vivas de su espIritu; su cuerpo es pequeño, grueso y dc fuerte<br />
musculacion; cuando habla, sus movirnientos rnds parccen atlCti-<br />
Cos quc oratorios: viste dcscuidadarucnte, en especial cuando usa<br />
el traje eclesjjstjco, que se Ic despega; dotado de pcnctrante viveza<br />
y de un conocimiento profundo de los hombres, su tacto para estiniarlos<br />
en su justo valor, es admirable. No hace gala de orador Y<br />
Ic faltan para ello cualidades, pero rnaneja Con maestria la intriga<br />
Politica y su influjo CS poderoso. 0 amigo ó enemigo: para Cl no<br />
hay tCrrnjno rnedio, y es franco y desprendido en extremo. Los<br />
diputados mexicanos han dejado también buena farna conio periodistas,<br />
pero en este punto a todos se sobreiuso ci Dr. D. Servando<br />
Teresa Mier, natural de Monterey, y famoso por su sermon sobre<br />
la \'irgcn de Guadalupe que le atrajo la persecuciOn del clero y Ic<br />
Vaiio ser desterrado a Espatla, cuya Real Academia de la Historia<br />
Ca4Ific6 rnuy ventajosamente el sermon citado. Puesto en libertad,<br />
rcorrI6Ita1ia se secularizó en Roma y regresó a Madrid, donde<br />
el Principede Ia Paz le puso preso y Ic encerrO en una casa de co-
230 Episodios His Ióricos Mexicanos<br />
rrección de Sevilla, por una sátira que cscribió en defensa d Me.<br />
xico, contra ci autor de un libro titulado Viajero Universal: 10gr6<br />
fugarse y pasar i Portugal: volvió a España caando 6sta se<br />
levantó contra los franceses; sirvid como capellán en ci reginiiento<br />
de Voluntarios de Valencia, y hecho prisioncro fué conducido a<br />
Francia; se les escapó a sus guardianes, y a pie y en la mayor miscna,<br />
entró otra vez en Espafia y se prcsentó a la Regencia de Cidiz,<br />
que acordó se le concecliese una prebenda en Mexico: no espJro,<br />
no obstante, a obtenerla, y unidndose a los diputados americanos<br />
comcnzó a ser su principal campeón en la prensa; de pronto, salió<br />
de Cadiz y se trasiadó a Londres, rncrced a un sueldo quc Iturrigaray<br />
le asignó pat-a que Ic dcfendiese contra Jos ataques del editor<br />
Cancelada, y en aqueila capital cornenzó a escribir su historia de<br />
Ia Revolucidn de Nueva España, notable por su estilo elegant: V<br />
su fuego y valentia. Discutian en las Cortes la nueva Constitucin,<br />
cuando se recibió en Cádiz la represcntación del consulado de .\1Cxico<br />
contra las concesiones hechas a la America v pidiendo que<br />
los cspañoies residentes en Nueva Espana estuvieran también representados<br />
en las Cortes: exaltãronse los americanos con ]as ex<br />
presiones injuriosas que ci escrito contenIa, exigieron el castigo de<br />
los frmantes, que eran D. Diego de Agreda, conde de Casa Agreda,<br />
prior, y los cónsules D. Francisco Chavarri v D. Lorenzo Noriega,<br />
y el incidente concluyô echandose tierra al asunto.<br />
No concluye la carta en ci punto con que ha terrninado ci cap1<br />
tulo anterior, antes bien contintia del siguiente rnodo:<br />
Han hecho nuestros diputados cuanto humanamente les ha sid<br />
posible para hacer triunfar Jo que ellos han creIdo intcrCs de s<br />
patria. Débese en justicia confesar que los diputados de estas Cot<br />
tes, tanto europeos como amenicanos, han hcho gala de los ma<br />
nobles descos de Ia prosperidad y engrandecimiento de Ia naciófl<br />
Extraviados por briliantes teorias, descaminados por falta de e-p<br />
riencia y manejo de los negocios, entrando en circunstancias rnu<br />
diffciles en una camera enteramente dcsconocida en Espafla, pa<br />
sando del gobierno más absoluto a los ensanches de una libcrta(<br />
II
La Co:,slilucidu del Aio Doce<br />
sin limitcs, habrán cornetido errores ravIsimos sin duda, pero<br />
nunca por pincpioS 1prav1uis.<br />
ni yr co.1ici rinc intreses.<br />
,Los efcc (L: Ii 111C\1 C. it.n 1L 111 1> uw un Ct<br />
peninsula pi-oclarnada v jurada ci i j de Marzo de 18 i', han (IC ser<br />
perjudiciales at orden en nuestro pals. Cierto es que se ha establecido<br />
en uno de los primeros articulos, Ia igual representación<br />
de las colonias y las provincias curopeas; pero por una preocupacion<br />
contra las rnczclas de sangre africana, han quedado exccptua<br />
dos dc esta igualdad los mulatos clue forman gran parte de nucstro<br />
pueblo, v con especialidad el ejército que en esas provincias mantkne<br />
v Se hace matar por ci gobierno espanol. Ramos Arizpe y<br />
Alcocer se han esforzaclo en combatir tan odiosa distinción de<br />
raza, pero vanos ban sido sus esfuerzos. A pesar dc esta exclusion,<br />
ci nümero cle representantes de Ia Amrica es muy grande, y parece<br />
que no se ha pensado en Los gastos, molestias y clificultades de los<br />
viajes clue debcrán hacer cada dos años, pues este es el tiemJ)O qUC<br />
cada Congreso ó Cortes deben durar. La Constitución ha perjudicado<br />
a Los indios, pucs en cambia del derecho de votar CIUC se les<br />
ha concedido, se les obliga at serviclo rnilitar de qe estaban exentos,<br />
at pago dc contribucioncs generates y particulares, se Ics priva<br />
del regimen pecu!iar de parcialidades y rephIicas, se extinguen<br />
Sus cajas de comunidad, y en vez de sus justicias especiales se Ics<br />
Somete a la jurisdicciOn ordinaria; en una palabra, cesan para elios<br />
lag leycs de Indias y se quiere gobernarlos como al resto de Los espafioles.<br />
Ahora, comb La Constitucidn no habia de autoridades<br />
Superiores en las provincias ni de organizaciOn de las de ultrarnar,<br />
toda la laboriosa máquina de la administraciOn de Indias debe<br />
Venir a tierra, desaparecer ci tltulo y autoridad de' los vireycs, pues<br />
tdas las provincias se gobcrnardn por rnedio de jefes politicos que<br />
habrán de entenderse dircctarnente con el ministro de Ia Goberflack,n<br />
de ultramar, empleo acahado de crear en sustitución del<br />
Tfllnisterio universal de Indias. Tiene todo esto clue ser muy per-<br />
Judicial at donij,ijo de España en America, presa die la revoluciOn;<br />
lOS triunfos de ]as tropas reales han podido reprimirla ó contcnerla,<br />
nias ci germen existe y volverá a desarrollarse en prcsentánclose<br />
la ocasjOn. Se está pasando aün por una terrible prueba, pero<br />
a ella Ilati resistido las instituciones creadas por Ia con quista, con-<br />
1.
252 Lpi:' II:i<br />
servadas y mejoradas por tres si-los de experiencia: a ellas ckbe d<br />
Gobierno ci respeto quc goza, la obediencia que ha encontraclo en<br />
las tropas, los recursos quo saca de la riqueza y prosperidad d quo<br />
ci pals ha liegado. Sin embargo, este momento do crisis es ci<br />
que ]as Cortes reunidas en Cádiz han escogido para echar por tierra<br />
esas misrnas instituciones cuya soiidez acaba de prol)arse, cuva<br />
estabilidad ha podido resistir a tan recios vaivenes, y para socavar<br />
esa autoridad cuyo respeto ha podido conservarse en tan desliecha<br />
tormenta y defenderse a si misma y a Ia corona, sin más tropas ni<br />
recursos quo los que Ic suministra ci paIS.<br />
Hasta aqul ilega la carta que se cree ser do D. Lucas Alarnan,<br />
pues ya dije que casi con ]as mismas palabras constan en su His.<br />
toria los anteriores juicios y apreciaciones.<br />
A sus ültimas imneas siguen otras de mano de mi padre comba<br />
tiendo y desbaratando inuchas de esas opiniones; pero no las transcribo<br />
aqul porquc se hace en ellas referencia a sucesos quo ann no<br />
he relatado a mis lectores, y por nada quicro salirme del oz-den<br />
natural de los acontecimientos.<br />
Tres dfas despus do ejecutado en Mexico D. Leonardo Bravo,<br />
se prcsentó al Sr. Morelos en Tehuacan, ci secrctario do la antigua<br />
Junta, D. Antonio i3asiiio Zarnbrano, enviado especial do Rayon<br />
quc, temeroso de todo ci mundo, quiso tener Un espia a! Iauo del<br />
gran caudilio, con el pretexto de comnunicarle noticias y tenor razOfl<br />
do las suyas. Veremos mds adelante los desagrados quo Zarubrano<br />
buscó al Sr. Morelos.<br />
Hallándose en Huichapan, celebró Rayon ci se-undo aniver-arlO<br />
del 16 de Septiembre de i8io, con función do iglesia, salvas, musicas,<br />
repiques é ilu minaciones.<br />
El 19 de aquel mes do 1812, D. Pedro Culostino Negrete, entrO<br />
con sus realistas en TancItaro sin lograr encontrar alli a VerduscO,<br />
en cuya busca liabIa ido. Segdn los acuerdos do la Junta do Suilte<br />
pec, tornados a! disolverse, Verdusco operaba en la provinca de<br />
Michoacan, habiéndoselc unido ci Dr. Velasco en ciase de secrcta<br />
rio: de Uruapan donde se habIa situado Ic hizo salir la derrota que<br />
en ]as lomas del Caivario, cerca do Pdzcuaro, dió ci teniente cor o<br />
-nel D. Antonio Linares al Sr. Velasco: paso despuds a Apat;dng°<br />
y de alli a TancItaro, fortificándose por üitimo en -las barrancas do<br />
Araparicuaro.
La Consii!ucidn del 45o Doce 1 233<br />
El 21 ci capitan D. Manuel Pardo, con algunos infantes de<br />
Nueva Espafla y dragoncs de Mxko, dcsbarató una gran reunion<br />
de insurgent,-,,; quo Ic salieron al encuentro on su carnino de<br />
Otumba a Apart.<br />
El 29 D. Ignacio RayOn celcbrO con gran solemnidad ci santo<br />
de D. Miguel 1-lidalgo, y sobre ello dice el diario del secretarjo del<br />
presidente de Ja Junta, Jo quc sigue:<br />
cEn este dia se celebraron los años del serenIsimo señor don<br />
Miguel Hidalgo y Costilla, con una solcninc rnisa de gracias, i Ia<br />
quo asisti S. 1. con su escoita y olicialidad y un inmenso concurso;<br />
prcdicó ci Sr. Dr. Brigadier D. Francisco Lorcnzo de<br />
\ Teiasco un sermOn lieno dc unciOn y dc tcrnura, hizo salvas Ia<br />
artilicria de 1-Juichapan y Ia infanterIa de Ziticuaro; on Ia serenata<br />
tocó Ia müsica piezas dc mucho gusto, y las colgaduras d iluminaciOn<br />
de las calics on Ia nochc, reaizaron ci briilo do una funciOn<br />
dictada por ci reconociniicnto y Ia gratitud dignisima do su ilustrc,<br />
inmortai y bencmdrito objeto. S. E. visitó las fortificaciones del<br />
iligar y pasO revista z. la tropa quo Ia guarnecia, acompanado por<br />
D. Jost Maria Villagran, Ilarnaclo Cliito, cI quien desde Tlapujahua<br />
hahia expedido ci dcspaclio do rnariscai de êampo, asi como ci do<br />
tenicnte general a su padre D. Juiiin, quo permanecia en Zirnapan<br />
Y sus inrnecljacjoncs.<br />
________<br />
III<br />
Rcducido Vencgas a dar publicidaci a Ia ConstituciOn dc Ia<br />
monarquia cspaflola, expedida ci I() de Marzo dc 1812 por las<br />
Cortes Constituyentes dc Cadiz, previno quo so proclamase on<br />
Mexi 0 y se hi riora con las c'nsiguientcs solernnidades.<br />
He aqui cOnlo la (5t a'c! C'/ic,-n (kscri!):) :tn iIlas solemfles<br />
fiestas:<br />
'Preejo ci band dI :)c !()I- ' V COflUifliCWi') (IC o:Icic, a.<br />
flor Ifltendcnte Corregidor dC esta nobilisima ciudad, c resolviO<br />
Publicar La antevIspera tin edicto quo previniese A los vecinos las<br />
cOlg aduras de las calles v Ia iluminación nocturna, como se veriuicO<br />
con empeno, anianeciendo ci miércoles 30 de Septiembre cubiertos<br />
e Cur osos tapices todo los bac,ncs v casas, cspccaImentc en<br />
T0MO I
234<br />
Epiodios Hislöricos Mcxiano<br />
las callcs del Arzobispado, Santa Teresa, Escalerilias y Erupcclradub,<br />
hasta las Casas Consisloriales, que era la carrcra senalada<br />
del paseo de la tarde para la pubiicación en tres tabiados que se,<br />
previnieron al efecto.<br />
A ]as ocho dc Ia mañana del Wa 30, se congregaron en ci Salon<br />
dc Acuerdos del Real l'aiacio, ci Excrno. Sr. Virey, Real Audiencia,<br />
Real y Pontificia Universidad, Proto Medicato y demds auto-'<br />
ridades poifticas y militates, tribunales, prelados, religiosos, corporaciones,<br />
nobleza y vecinos distinguidos, é inmediatamente se<br />
procedid zl Ia lcctura do la Constitucidri, qu cornenz6 a las ocho<br />
y cuarto y concluvó a las diez de la mañana, hera en que ci Exce<br />
lcntsimo sc'ior Vircy, con ci Real Acuerdo presto ci juramcnto<br />
quo previenc la Real Orden, a cuyo efecto so colocO una mesa<br />
decentemente adornada con los Santos Evangelios y una irnagen<br />
de Jesucristo crucificado, delante del rctrato do nuestro católico<br />
Monarca que bajo dosel so hallaha en la cahecera del salOn.<br />
Al tiempo do concluir ci formulaio r<br />
del juramento solemne,<br />
fué anunciado este acto con una majestuosa salva de artillcria y<br />
repiquc general de campanas a vuclo en todos los templos de la<br />
capital.<br />
x.Inmediatamcnte sc dirigiO S. E. a pie con toda Ia corte al ternplo<br />
metropolitano para ofrecer allI ci sacriuicio do gracias al Señor<br />
Dios de los Ejércitos y Suprerno Legislador de los hombres. En el<br />
cementcrio de dicho teniplo se habIa tendido una compafiIa de<br />
granaderos del corncrcio para hacer los honores a S. E. El interior<br />
de la Santa Igiesia so habia iluminado completarnente en todas SUS<br />
naves y tabernáculo, colocando una escogida orquesta sobre Un<br />
balaustrado quo se figurO en la parte superior del coro. El CahildO<br />
eclesiástico salió a recjbir a la corte en medio de un extraordinariO<br />
concurso do todas ciases que acudió a este augusto acto. Ccicbrá<br />
ci Santo Sacrificio ci Sr. Arcediano de la misma Santa Iglesia, Y<br />
pasado ci evangelio dijo una pequeña oración congratulándosc COfl<br />
el pueblo de las felicidades que derramaba sobre nosotros ci gran<br />
objeto do aquella solernnidad, y exhortando a las autoridadcs i SU<br />
debido cumplimiento, como base fundamental de la paz y tranqLd<br />
lidad de estos dominios.<br />
En el principio, intermedio y fin del Santo Sacrificio, que CO:<br />
menzO a las diez y cuarto y concluyd con un solemne Te Dcii;;? a
[I.<br />
-r<br />
I<br />
;_.- ;<br />
-:
U'<br />
La Conslilucwu del Aio /)oce<br />
1237<br />
las doce, hicieron sus respectivas salvas las companIas dc granaderos,<br />
precedidas de artiilerIa, en que maniobraban la Brigada de<br />
patriotas, voluntarios de Fernando VII, y concluIdo todo se volvid<br />
Ia comitiva a pie para ci Real Palacio i dejar a S. E. y volvcr a<br />
juntarse ;i las dos de la tarde.<br />
A esta hora se reunieron las tropas, sin servir de embarazo la<br />
copiosa iluvia que duró rnás de una hora, y todos forrnaron una<br />
linca dc circunvalación desde las Casas Consistoriales, Portal de las<br />
Flores, frente de Ia Catedral, Empcdradillo y Parian, cogienclo en<br />
rncdio la Plaza de Arrnas v fachada principal del Palacio Real.<br />
.Esta Ilnea la formaban varias divisioucs de los reirnicntos de<br />
infanteria de Nueva Espana, Tlaxcala, Patriotas de San Luis, batalldn<br />
Arnericano, dragones de Espana, Tulancingo y escuadrones<br />
Urbano y de patriotas. El gran cIrculo de La Plaza dc Armas lo<br />
guarneclan los tres batallones de patriotas y regirniento Urbano<br />
del comercio.<br />
'En ci centro de dicha Plaza, junto a la cstatua ecuestre, se<br />
habja construido un hermoso tablado de bastante extension sobre<br />
una base dc dos varas y media de aitura, Igurando un gran salon<br />
todo entapizado de damasco y adornado con vistosas cornucopias.<br />
En ci centro dcl arco principal se hallaba ci retrato del Re)' con<br />
SU respectiva guardia de alabarderos , y en ci frontis del are(-) on<br />
libro liguraclo Con L 1 ni :<br />
LA 1{IS1)Ii\<br />
Otros dos tablados igualrnentc adornados Sc habian construIdo<br />
Oportunarnente en las Casas Consistoriales y Palacio Arzobispal, en<br />
CUVOS dos puntos se habian sefialado los adornos y tapices de ]as<br />
calles, hacicndo ci todo con la anchurosa plaza y ci vistoso ernpa-<br />
Vesado de las torres de la Catedral, la perspectiva mds grandiosa y<br />
sublime que ptido presentar a tin numerosisimo concurso de todas<br />
Clases que l!enaba la extension y ocupaba los halcones y azotcas<br />
de la circunferencia<br />
"A las tres de la tarde salió de las Casas Consistorialcs con su<br />
respectiva escolta la excelentisima y nobilisina Ciudad bajo de<br />
fliazas y con sus cuati-o reyes de armas, prccedida del señor intendnt<br />
Corregidor, quien se dirigio al palacio para rccibir del
L/':siz Ilit;r:cc<br />
Excmo. Sr. Virey ci ejemplar de Ia Constitución quc se Itaba de<br />
publicar: alil se habfan rcunido ya los Tribunales y Cuerpos Politicos<br />
y rnilitarcs, Repüblicas de naturales, nobleza y vecinos dis.<br />
tinguidos que salieron inmediatarnente prccedidos por S. E. din.<br />
gidndose a su tablado de la plaza dc Armas.<br />
Este paso fuc anunciario por las rnüsicas militares, redoble de<br />
cajas y una estrcpitosa arrnonia dc trompetas y clai-ines on todo<br />
los ingulos de la plaza, que llarnó la atención dc aquel inniensG<br />
con curso para oir la respetable voz dc la Icy, pronunciada in mediatarnente<br />
por un Heraido que con alta voz leyó la Constitución,<br />
luego que S. E. y dermis comitiva se colocaron on sus asiuntos.<br />
Concluidala lectura i ]as cuatro y media, so soicmnizó este acto<br />
con universal aclamación, saiva general de arti!lerIa, repii j ucs y<br />
fuego graneado, tanto de tropa de Ia Ilnea como de la quc guarnecla<br />
ci cIrculo de la plaza, durando esto como dicz rninutos v formando<br />
un sublime estruendo continuado quo llcnó Jos espIritus do Un ardor<br />
inexplicable y exaltd ci noble regocijo do la lealtad americana.<br />
' Entrctanto ci Excmo. Sr. Virey, arrebatado de una particular<br />
satisfacción y cornplacencia, sorprendió los alborozos y aclarnaclones<br />
del pueblo arrojandole considerable porcidn de dincr' haciendo<br />
lo rnismo los Sres. Togados y concluyendo ci acto con los<br />
vivas mzIs enérgicos rnezclados con Ia ruidosa salva que expflcó en<br />
aquclios momcntos ci rcgocijo pdhlico por ci sublime objeto quo<br />
ocupaba los corazones.<br />
'En seguicla se retiró S. E. al Palacio Real i donde Ic acompañô<br />
la nobilIsima ciudad, voivindosc dsta con ci resto del acornaiamiento,<br />
escoltada por una conipanIa de granaderos do la Corna Y<br />
otra dc caballerla dc patriotas, at Palacio Arzobispal para rcpLtir Ia<br />
cerernonia como se vcrificó, coricluyendo con los vivas del ublo<br />
y un repique general y tirIndosc dinero a los concurrentcs.<br />
De alP se voivió la comitiva on medlo de un inmenso concursG<br />
por las expresadas calles de Santa Teresa, Escalerillas y Ernperlra<br />
dub, hasta las casas de Cabildo, doncle despuds do leIda la C<br />
tución por la nobilIsima ciudad, se tiró dincro al pueblo, v de all'<br />
volvió el acompafiarnicnto al Real Palacio donde ci IntendefltC<br />
Corregidor dió cuenta at Excmo. Sr. Vircy de estar concluIda Ia<br />
publicaczdn de la Constitucidn.<br />
A ]as oraciories .se rcpitió ci repique general, y retirada las
W___,<br />
La Co,,stiIucin del Año Doce<br />
1239<br />
tropas a sus cuarteles, siguió Ia iiuniinación de toda la ciudad;<br />
.distinguiáronsc extraorclinariamente on ci primor y briliantez, ci<br />
Real Paiacio, las casas de Cabildo, ci Palacio Arzobispal y sus respectivos<br />
tablados, las torres de Ia Catedral y las de otros templos<br />
proporcional mcntc.<br />
Fué tamhién particular ci adorno d iiuminación de la casa del<br />
Estado, cuartel de los patriotas dc cabailerIa, cuya portada se<br />
adorn,*) con un arco triunfal, colocado en su ángulo superior Un<br />
so] ilotante todo ilumiiiado, como asimismo ci arco pequefio que<br />
en ci balcón principal del cuartel hacIa una brillante y vistosa<br />
perspectiva.<br />
Tanto en cste punto como on los dichos tablados, haba mtisicas<br />
militares quc lienaban dc regoCijo a los concurrentes.<br />
Asirnismo so distinguió la casa del Sr. Arccdiano iluminada y<br />
adornada con varias alusiones a!egóricas propias del caso.<br />
La compat'Iia del teatro previno tres funciones escogidas, siendo<br />
la rnejor Ia de aqueila noche a quo asistió el Virey on medio de una<br />
concurrenc ia mu)' lucida, tern-iinando asi estc dIa glorioso que ha<br />
señalado Ia poca de nuestra descada libertad.<br />
En ]as dos coiumnas del arco triunfal levantado pt los cscu.drones<br />
de cabalicria, distinguiéndose ci dc Fernando VII, babia<br />
dos grandes n I :tl 1 v sus c ntros s: vr
2.10 /.tt-It'. A1,xian..<br />
Sobre ci arco quo estas colurnnas sostcnIan, se vicrou pint:da<br />
las armas del Congreso, cuya dcscripción es Ia siguiente:<br />
El Congrcso Nacional, rcprescntado por una matrona, ocupa<br />
el centro (-let escudo con varios atributos, tales como ci de Ia sabjdurIa,<br />
significado por Ia antorcha quo ilumina ci libro de Ia. Constitución,<br />
on ci que se lee:<br />
LA SOBERANfA RESIDE EN LA NACIN<br />
ci de Ia fortaleza, por una columna, y ci dc Ia justicia por una<br />
espada on Ia diestra, con la quo ronipc las cadenas dci despotismo,<br />
gcnio rnalhcchor quo en Ia iigura de tin rnanccho yacc derrocado<br />
y dcsrnascarado, quedando atiri on poder del Aguila in1peria tin<br />
trozo de cadena, como signo de quo aun no desiste die Ia intuncin<br />
de dorninar: pero hu .yc con ratero vucio ri otras nacioncs nicuos<br />
valerosas quo Ia espanola, quo so halla rcsticlta i vencer ó mrir,<br />
palabras grabadas alrcdedor dc Ia alcgorIa quc está sostenida do<br />
un lado por ci Castillo y Leon, y del otro por las colurnn;t dcl<br />
H&cules truncadas, quo con dos globos at pie culazados, signilican<br />
Ia uniOn inseparable do los dos niundos. i-vc de rcniite i<br />
toda Ia obra Ia corona, signo dc sobcranIa quc r il: cti la<br />
cfl 1j<br />
IV<br />
Inclinada hacia ci suclo Ia frente, melancOlico, triste v pensativo,<br />
un hornbre conio (IC treinta años on hIbito (IC novicio Ckl<br />
Serninario conciliar, atravesaba a Ia oración dc Ia tarde dc dia<br />
prinicro do Octubre de mil ochocientos doce, una dc ]as calk de<br />
Mxico algo distante dc ]as del ccntro.<br />
Abstraldo on sus propios pensaniicntos, casi no cscucho en 105<br />
prirneros instantes zi una rnujer quo por su trajc dcnotaba scr ufla<br />
criada.<br />
-Padre, padrecito, - rcpetIa tsta; - por arnor do Dios<br />
che me.<br />
—; Qud desca usted, hermana? - prcguntó ci novicio dctcnifl csc6_i<br />
dose.
La Co,:slituciôn del Año Doce<br />
—Que por Dios y su Santa Madre la Santisima Virgen, tenga la<br />
bondadde seguirme.<br />
—A dônde y para qué?<br />
—Para confesar y ayudar a bien morir a mi pobre senora!—dijo<br />
tristemente Ia criada, vertiendo Ilanto y sollpzando con arnargura.<br />
El novicio obscrvó conrnovido:<br />
—No soy sacerdote todavIa, buena mujer: dirijase a la parroquia<br />
más proxirna.<br />
—No la hay, seflor, sino a mucha distancia de aqul, y mi señora<br />
se muere.<br />
—Pero, hija mIa, de nada puedo yo servirle, pues carezco de las<br />
órdcnes...<br />
—Señor, ci caso es grave, mnuy grave; sIrvasc acompañarrne, yea<br />
a mi pobre señora, y estése a su lado mientras voy a la parroquia<br />
rnás cercana.<br />
—Sea asI,—contestó el novicio;—pero no tarde, pues yo no<br />
puedo administrar a la sñora los Cxltirnos sacramentos.<br />
El hombre y la mujer retrocedieron unas cien varas, deteniéndose<br />
ante una casa de bucn aspecto en la que penetraron.<br />
Pocos instantes después, ci novicio se encontraba en una peque-<br />
1a pero elegante habitación, y at lado de una cama en Ia que entre<br />
rica batista y espléndida coicha de seda, suspiraba una mujer joven<br />
soberanamente hermosa.<br />
El novicio creyó que aquclia mujer no le era desconocida, pero<br />
Su mernoria le fué rebeide, y la situación no era propia para p0nerse<br />
d discurrir.<br />
La criada Se acercó at lecho, y dirigiéndose a su señora, le dijo:<br />
—Animo, nina, esto no será nada: y aquI tiene usted un sacerdote<br />
que la consolara con sus santas palabras.<br />
La señora abrió sus ojos como si dcspertase de un sueñO, )' fi<br />
.jandose en ci novicio que con la caheza inclinada sobre su pecho,<br />
perrnanecia a los pies del regio iecho, dijo con dulcIsirna voz:<br />
—Padre, acérquese usted.<br />
—Nina,--dijo a su vez la criada;—voy a salir, no tardaré, voy<br />
nada rnás 6 la farmacja próxirna; me lievo la have.<br />
La dama y ci novicio quedaron solos.<br />
El ultirno se acercó y tornó asiento ccrca del lecho; Ia nina COtflerizo<br />
asi:<br />
TOMO!<br />
241
:242 Episodios Histôricos Mexicanos<br />
—Padre, dfgame usted que Dios podrá ai.in escucharme, necesito<br />
oIrselo decir a un sacerdote.<br />
—Si, hija rnla, si; Dios escucha siempre a sus criaturas por pecadoras<br />
que hayan sido.<br />
—Aun a ml me escuchará?—preguntó la dama.<br />
—Por qud no, hija mia?<br />
—; Ay!—cxclarnó con profundo dolor la dama;—es usted, padre,<br />
el primer sacerdote quo me lo dice.<br />
—Usted delira, hija mia; no puede haber sacerdote que no le<br />
haya dicho a usted lo misn-io.<br />
—;No, no, no le hay que me lo haya dicho!—contcstó con terror<br />
Ia dama.<br />
—;Imposiblc!<br />
—No, no Cs imposible, y me espanta que usted vaya d hacer lo<br />
mismo que cilos, en cuanto sepa mu crimen.<br />
—Diga usted, hija rnia, pucs con sorpresa Ia escucho.<br />
—Soy, padre rob, una rnujer la ms dcsvcnturada de todas: ani<br />
y ful victima de nil amor; murió ci objeto de dl y más Ic arno athi<br />
quc Si vivo estuviese. Mi fidelidad a aquella pasión avasaliadora<br />
me lIevó a Un claustro: crci en los primeros instantes que en Ia<br />
santa casa de Dios habia encontrado ml consuelo y mu paz; muchos<br />
sacerdotes acudieron entonces a ml; les descubrl todo nil<br />
pasado, les hice ver la inmensidad do mis riquezas, perdonaron<br />
mis faltas y roe exigieron que renunciando a todo humano esplendor<br />
cediese at clero mi capital; Jes manifesté que deseaba conservane<br />
para reparar con él los males sin cuento que ci hornbrc quc<br />
amé habla causado en la tierra, y esto no mcrccid la aprobacidn de<br />
aquellos sacerdotes que, perdón, padre mb, estaban sin duda dominados<br />
por sórdida avaricia: mi ceida fué desde entonces una circel<br />
que conciuyó por hacérseme insufrible; no pude soportar aquci suplicio,<br />
y libre, pues no liabia an profesado, sail del convento y me<br />
restitui a mi casa. Desde entonces so desató sobre nil una tremcnda<br />
persecucion; me encuentro aislada, horriblemente aislada, ii aLIfl<br />
criados me es dable toner: los unos han sido asesinados, los otrOS<br />
han huido con terror, porque dicen que hay espantos en mu casa<br />
solo he podido conservar a Ia liel mujer quo ha traldo a usted aqul.<br />
—Hija rnIa,—observó el novicio,—todo es extrano é inexplicable<br />
en cuanto usted me dice.
La Conslifucton del Am.i Doec<br />
1243<br />
—Lo creo, puesto que aqul ha venido usted.<br />
—;Por qud no habia de haber venido?<br />
—Porque ningün sacerdote se atreve a venir.<br />
—No comprendo.<br />
—Los unos dicen cjue esta casa csti maldita: los otros manifiestan<br />
francamente su miedo a. los esantos.<br />
—Los sacerdotes de Dios, creen en patraflas semejantes?<br />
—No sd, padre, si lo creen, ó si al dar esta respqesta obedecen<br />
a. órdenes superiores.<br />
—;AquI existe una infamial—dijo el novicio con irreprimible<br />
exaltación.<br />
- —Si, padre mb, si existe; pero yo no puedo combatirla.<br />
—Hija mba, yo ayudard a. iisted a. ello,—agregó con voz resuelta<br />
ci novicio.<br />
—Gracias, Dios mbo,—exclamó la darna con profundo reconocimiento,<br />
y añadiendo dcspués:—es usted extranjero, padre?<br />
—No, señora; por qu me lo pregunta usted?<br />
—Porque viendo la resistericia de todo sacerdote a. venir a. mi casa,<br />
habia vo encargado a. ml flel criada que hicicra venir a. mi<br />
casa al piint- s:i::idotc cxtrancr '. fiiin<br />
viese.<br />
—Pues ni, nua, n 5)V ni - in :i i : '': si m<br />
plemente un novicio mexicano que algo cutiendc de esa cnfcrrnedad<br />
del alma que usted padcce, porque, como usted lo pretendió,<br />
yo tarnbié,i pretendo encontrar a. ella alivio en la religion, a. Ia<br />
Cual me consagro.<br />
—iLuego usted no s saccrdotc—cxclarnó con amarga sorpresa<br />
la dama.<br />
—No In sos- aim, scñora, pero rnimtras Ilego a ser sacerdote,<br />
SOY un hombre v un caballero, con ci cual puede usted contar en<br />
medio de Ia soledad en quc dice usted hallarse.<br />
—Yo hubicra querido un sacerdote, pucs aunque no terno a Ia<br />
muerte, su proximidad me espanta, y creo en esa religion que solo<br />
a ml niega sus auxilios.<br />
—Señora, yo me encargo de que no Ic falte a. usted ese sa-<br />
Cerdote<br />
-Quin es usted entonces, que tal puede ofrccer?<br />
—SOY, señora, un hombre cualquiera, pero acostumbrado estoy
1244 Episodios Hislôricos Mexicauos<br />
a luchar contra toda clase de obstIculos, y ninguno me arredrar<br />
si vencindole puedo tranquilizar a usted.<br />
—Ah!—dijo la darna Iijándose en ci rostro del novicio;—la voz<br />
de usted trae a mi rnernoria no sé qud grato recuerdo dc algua<br />
amigo; en la fisonomia de usted distingo rasgos que no me son<br />
desconocidos.<br />
—Sefora,----observó a su vez el novicio,—otro tanto, y COfl ]as<br />
mismas palabras, pudiera yo haber dicho a usted, y a fin dc aclarar<br />
este misterio 6 dar cuerpo á-nuestra rnutua simpatla, dire a usted'<br />
mi nombre.<br />
—Cuái es?<br />
—Anastasio do Ochoa y Acuña.<br />
—jCielos!—exclamó Ia dama,— yo soy su desventurada amig.<br />
Remedios!<br />
Necesito decir aqui algunas palabras mias: aquellos de mis constantes<br />
lectores que vengan siguiendo mi relación desde los prime-.<br />
ros EPISODIOS, no necesitan exphcación; elios saben bien quicn fu<br />
Remedios; deben, Jos quo en tat caso no se encuentren, rccorrer<br />
los tonios anteriores y en ellos verán que Remedios fuC la victirna<br />
de tin famoso capitán esparlol de tropas realistas, que con ci nombre<br />
de Garcia Alonso figuro mucho en la corte de los vircyes -<br />
Iturrigaray, Garibay y Lizana, y murió en Guadalajara despucs de<br />
la bataila del Puente de Calderón, y por tanto durante el gobicrno<br />
de Venegas.<br />
Remedios, siendo prometida csposa de D. Joaquin Fernandez<br />
Lizardi, fuC robada por Garcia Alonso, at cual amó con pasion<br />
avasallaclora; abandonada por éi, le siguió durante mucho ticmp<br />
pretendiendo en vano encontrarie, y en las anteriores partes dc mi<br />
narración, describimos extensamente sus expediciones, en las cuales<br />
Ia acornpafid D. Joaquin, y por su amistad con éste, trató i don<br />
Anastasio que amaba a su vez a otra victima dc Garcia Alonso, a<br />
Ia bella Guadalupe.<br />
Muerto D. Miguel Hidalgo, Guadalupe, quo pasaba por hiia<br />
suya, mnurió tambkn do dolor en Guanajuato, y Remedios so tr.,;<br />
iadó a Mexico con intención do profesar en algiin convento, S -<br />
gun ii D. Joaquin habIaselo dicho, quitiindole toda esperanza de<br />
que fuese correspondido ci amor loco que aquel hombre la C0fl<br />
sagraba.
-,<br />
La Conslilución del ATho Docc 1245<br />
D. Anastasio, que habIa idolatrado a Guadalupe, juró consa<br />
grarse a Ia carrera eclesiástica; Lizardi desempefiaba ci empico de<br />
teniente de Justicia en ci Real de Tasco, cuando on él entró en los<br />
prirneros dias de Enero de mil ochocientos doce ci Sr. Morelos, y<br />
acusado de haber entregado a éste las arrnas y municiones que on<br />
ci mineral habla, fué conducido preso a Mexico, pero se le dejó en<br />
libertaci por no habCrsele podido probar quo Ia entrega hubiese sido<br />
espontánea: asI lo han dicho otros antes que yo.<br />
D. Anastasio era, si no reali.sta, sI al menos neutral: D. Joaquin,<br />
por ci contrario, era amigo de la revolución, y Ia sirvió, como yerenios,<br />
cuanto dable le fué: desde ci dia quo a Mexico so Ic condujo<br />
preso, no habla vuelto a salir de l.<br />
AsI es quo la Providencia iba zI reunir de nuevo en la capital, a<br />
D. Joaquin, D. Anastasio, y a la herniosa Remedios, que, scgin<br />
hemos dicho, se conservaba tan beila como siempre lo habia sido.<br />
Desde estos sucesos quo son-icramente he recordado, hasta la<br />
Cpoca en quo otros nuevos van a desarrollarse, habIan pasado cerca<br />
de catorce nieses.<br />
V<br />
QuiCn hubira crcido on aquclios dias quo la Constitución del<br />
año doce, con todo y las lihertades quo a los sdbditos espaoles<br />
acordaba, no iba i scr:ir sino para acrecentar la lucha de indcpendencja?<br />
Nadic lo luiiicrt creiI : no siendo asI, no se la hubiese jurado<br />
COft muchsimo mayor y entusiasta aplauso quo a todos los reyes<br />
juntos.<br />
Aquello fuC un delirio: tal es la verdad.<br />
Q UC lo digan si no, y si acaso viven, los quo hayan asistido a la<br />
Solerune jura quo ci domin go 5 de Octubre hizo ci pueblo de Me-<br />
XICO de ser fiel y guardar la Constitucidn. Esta jura se hizo a la vez<br />
Cfl todas ]as parroquias de Ia capital, asistiendo a cada una de ellas<br />
'in SCor regidor. Volvicron a repetirse las milsicas é iiuminacio-<br />
, Y en Ia noche hubo en el Teatro una lucida furición de repre-<br />
Cfl tado, canto y baile, y la entrada fud gratis para el pueblo.<br />
Siguier05 a estas juras las de todos los Tribunales, oficinas,
I 246 Episodios Hisdricos Mxicwos<br />
comunidades, religiosos de uno y otro sexo, y cuerpos del eér.<br />
cito, dando esto motivo a una dilatada serie de festividad:s, entr<br />
]as cuales se hizo notar Ia quo en el Ejido celcbrd ci batall6n pri<br />
mero Arnericano, en un gran salOn expresamente levantad parac<br />
objeto. Vecina al salon, levantaba tambiOri sus descarnados brazos<br />
la espeluznantc horca, extcndiéndolos en el cspaczo, corno buscando<br />
ella también su parte en ci festin; la alegre soldadcsca se<br />
irrito con aqucilas rnudas arnenazas, y vitoreando a Espaia, ;i virev<br />
y a la libertad, derribO Ia horca con general aplauso y regocijo.<br />
Espanoles europeos y espanoles arnericanos fraternizaron en<br />
estos dIas con espontaneidad v entusiasrno, y en la gran comida<br />
ofrccida al ejOrcito, ci arcediano I3cristain, que en todas partes<br />
gustaba do lucir sus irnprovisados brindis, tuvo una cxcclente<br />
ocurrencia, y fué la de hacer que se abrazaran un soldado mexicanO<br />
de los dragones de España, y otro español del bataiiOn Arncricano,<br />
teniendo en la niano ci uno, una copa de vino bianco, y ci otrode<br />
tinto: asI abrazados, ambos rnezciaron su vino, y dcspus lo<br />
bebieron, gritando: .;Viva Ia union de arnbas Españas!:.<br />
—Todo esto es sublime, amigo mIo,—decia en la botica de don<br />
Cieofás Madana ci respetable y opuiento D. SOstenes dc Pantoja,.<br />
transfigurándose ante su yerno D. Martin Cabrera, y ci cxcelefltC<br />
D. Buenaventura del Valle, comandante retirado de las tropas d.<br />
capitán general do Guatemala.<br />
—Espana se ha regenerado, seflores, iviva España regeneradadijo<br />
D. Buenaventura.<br />
—1Y Amrica hermana!—añadjó D. SOstenes.<br />
Madana estaba también contentIsimo, y tanto, que quitando de<br />
un armazón do la rebotica unos dos ó tres enormes tarros de U11<br />
guentos y pomadas descubriO un par de botelias de lo rico, V tta<br />
yendo unas copas, entre viva y viva se despacharon cada UI10<br />
medio cuartilio de un supremo Jerez.<br />
La conversaciOn adquiriO animaciOn y brIos nuevos, y los CU3<br />
tro buenos camaradas dedicáronse a Ia entretenida tarea de todas<br />
las épocas y de todos los pueblos espanoles: ya habrán adiviflado<br />
mis lectores qué tarea fué esa: la de arregiary componer el 1nd0<br />
teóricamente.<br />
Poco a poco Ia conversaciórt fué recobrando su tono natural '<br />
reposado, y ilegó su vez Ei la secciOn de noticias.
U<br />
C<br />
j
La ( ,:Ii(:eci,: del .4jo f)occ 1249<br />
—He visto,—dijo D. Martin,—la kipida de marmot que debe colocarse<br />
en la fachada de las Casas Consistoriales.<br />
_-V qué dice esa lápida?<br />
—Dice con letras de oro: Plaza de Ia Constitución.<br />
—Ah! si, ese cs ci nornbre quc en adelante iicvará la Plaza de<br />
Armas.<br />
—Justo, v en todas ]as plazas principales de todas las poblaciones<br />
espanolas se pondrá una lápida sernejante.<br />
—Por dccrcto tambhn de las Cortes Constituyentes, todos los<br />
establecimientos püblicos, como Ia Aduana, Casa de Moneda, etcétera,<br />
etc., se dcnominarin nacionafes en vez dc reales.<br />
—SI, porquc la sobcrania reside actualrncnte en ci Congreso que<br />
represcuta A la Nación.<br />
—Por c-so ruientras ci pueblo sube, todts sus autoridades bajan<br />
en cuanto a la extcnsi6n de sus atrihucioncs.<br />
—La Audiencia se rcducirá por esta causa a sus funciones judiciales,<br />
dejando do Ilarnarse ci Real Acucrdo, pUCS ya no será ci<br />
Consejo del virey.<br />
—Van tarnhidn a cesar todos los juzgados priviicgiados.<br />
—Exacto, y ]as Diputaciones provinciales serán las verdaderas<br />
adminjstradoras do !os intcrcses comunales, cesando las particulares<br />
do ciertos ramos de obras püblicas.<br />
—Quedan tarnbién suprimidos los Tribunales especiales de justicia.<br />
—Justarne nte, y la administración de Tribunales ordinarios.<br />
—Entonces, la Junta de seguriclad qucdará suprimida?<br />
—Si, sefior, quc to c1ueda.<br />
--Maio!<br />
—Por qué?<br />
—Porque los revolucionarios van a auscritarse con ello.<br />
— Toma! toma acaso cree usted que la revolución va a durar<br />
mucho ya?<br />
—I-Ioml)rc qukn sabc.<br />
—Lo sahe cualquicra, amigo D. Buenaventura.<br />
—No soy yo tan confiado como usted, mi señor de Pantoja.<br />
—Pero hombre, en qué se funda usted?<br />
—En lo quo he oido.<br />
—V varnos a ver, ;qtié ha oIclo usted?<br />
157
1250 Episodios His!dricos Mexicauo<br />
--He oIdo, por ejemplo, que la gente descontentadiza dice que<br />
aunque se han publicado los inclultos generates otorgados por las<br />
Cortes, at visitar ci virey las cárceles ha dejado libres a toda clase<br />
de reos a quienes ci indulto alcanza, menos a los que son del crimen<br />
(IC insurrección.<br />
—Eso he sabido yo también,—observó D. Martin.<br />
—Averiguaremos to que haya de cierto en eso; pero a fe de Sstenes,<br />
creo, Sr. D. Buenaventura, que todo ello no ban de ser mas<br />
quc rumores infundados.<br />
—Todo puede ser, Sr. D. Sóstenes.<br />
—Todo debe serb, porque, amigo, no hay gente rnás quiscui-<br />
Ilosa que los periodistas y politicos de encrucijada.<br />
—A propósito de periodistas: saben ustedes que vamos a tnur<br />
libertad de imprenta?<br />
—La han decretado as Cortes, es cierto, pero ya verán usiedes<br />
como aqul no se pone en ejercicio,—dijo D. Martin.<br />
—Por quti no ha de ponerse?<br />
—I'orquc ci decreto de las Cortes es de fecha nacla menos quc<br />
de io de Noviembre de iSro; estamos en 1812, ) Cl',-:,) -:,,to<br />
basta para probar mi dicho.<br />
—Varnos a cuentas, mi querido yerno,—dijo D. S6stcncs—;qué<br />
es to quc sobre tibet-tad de imprenta dispusieron las Cortes<br />
—Dispusieron que en cada provincia haya una Junta de censura<br />
compuesta de cinco individuos, dos de los cuales deben ser eciesiásticos;<br />
esta Junta entenderá en las denuncias que de imprcsos<br />
revolucionarios Ic hagan )as autoridades; estas Juntas provinciales<br />
de censura tienen una suprema que dcbc residir cerca del Gobicrno,<br />
y a la cual en caso de sentencia pueden apelar los imprescs<br />
y escritores.<br />
—Muy bien, mi querido yet-no; asI to dijo la Gacaa, tiencs uria<br />
excelente memoria; prosigamos ahora: existe en Mexico esa<br />
Junta?<br />
—Si, existe.<br />
—Bien: ;quiénes fueron nombrados para formarla?<br />
—El arcediano D. José Mariano Beristain, D. José Maria Fagoaga,<br />
ci canónigo D. Pedro Fonte, ci regentc de la Audiencia<br />
D. Guillermo f.t1irre Vl (l()t<br />
d San Sal vad or.<br />
D. :\'u-fi.ii J ' O Uii))-) FcrinfcZ
W_<br />
La Consiituci,s del ,4i7o Dore<br />
—Magnilico: ahora bien, cuando liego ci nombramiento de la<br />
Junta censora, dóndc estaba el regente de la Audiencia D. Gui-<br />
Ilermo Aguirre?<br />
—Hahia muerto.<br />
—;Córno, entonces, quicres que ci vircy hubiese puesto en ejercicio<br />
una Junta que descie antes de recihir su nornl)rarniento habIa<br />
perdido uno de sus miembros?<br />
—Mi senor do Pantoja tiene muchisima razón,—exciarnó contentisimo<br />
D. Buenaventura.<br />
—No niego que la tenga hasta cierto punto.<br />
—Cómo hasta cicrto punto?<br />
—Me cxplicaré: cierto es quo Aguirre habla muerto, pero ci virey<br />
pudo haber puesto en cjorcicio Ia Junta sin perjuicio de.<br />
—El vircy no podia liacor mis quo to que hizo, y fué comunicar<br />
ci caso ; la Regencia y pediric instrucciones.<br />
—Va; pero la Regencia no se ocupa do nombrar ci sucesor de<br />
Aguirre y sin libertad do irnprenta seguimos.<br />
—Yo Ic aseguro que varnos zi tenerla rnuy pronto.<br />
—Dios sabe.<br />
—No so y V y lo csti ifin: :1<br />
Virey.<br />
—Eso Cs )tr:.<br />
—Sin st(.) vu no liubiera asegurado cos: aluna.<br />
—:Pero córno ha sido eso?<br />
—Segun parcce, nuestro diputado por Coahuila en las Cortes<br />
de Cidiz, D. Miguel Ramos Arizpe, noticioso do quo en Mexico<br />
no Sc habla pucsto en vigor ci decreto respectivo, promovió que so<br />
pidiese informe a la Regencia sobre los motivos que hubiese habido<br />
Para ello: de dicho informe resultó, quo, aunque en Marzo de mu<br />
Ochocientos once ci virey habia comunicado Ia muerte do Aguirre,<br />
ningun pas,) so hahIa d:&do para reempiazaric hasta aquella fecha,<br />
Enero del aflo actual. Las Cortes determinaron entonces nombrar<br />
parala vacante at oidor D. Pedro de la Puente, y asI Se to ha co-<br />
1fluntcado at vircy la Regencia, por ordon do 6 do Enero üitimo,<br />
recibida en MCxico at mismo tiempo quo La Constitución, pues tamestuvo<br />
detenida en Veracruz y vino en uno de los cuarenta<br />
Y dos cajones de corrcspondencia enviados por D. Ciriaco del<br />
Llano_ En vista do la referida orden v de quo la Constituci6n es-<br />
1251
I 252 Efi isodios His!óricos Mcxicanos<br />
tablece la libertad de la prensa, los fiscales han opinado (JUC no<br />
puede ningn tribunal suspender la ejecución de las leyes, y la de<br />
imprenta será publicada uno de estos dIas.<br />
— i Sabe Dios to que nos va a venir encima!—cxclamó rnclancó.<br />
licarnente D. Buenaventura, que no podia ver ni pintados a los periodistas.<br />
—No es usted el ünico cue cspera dc esa libertad mãs danos que<br />
bienes.<br />
—Lo se, mi señor de Pantoja, lo sd; y me consta que qucriendo<br />
el virey ilustrarse en la cuestidn, pidió su parecer a los prelados<br />
eclesidsticos y jefes seculares de Jas provincias.<br />
—Es cierto, y to hizo porquc los tres fiscaics de la Audiencia<br />
opinaron que en ci estado dc rcvoiución del pals senI en extremo<br />
perj udicial.<br />
—Fucron del niismo sentir los obispos de Puebla, Vallatlolid,.<br />
Guadalajara, Yucatin y Monterey; ci cabildo metropolitano de<br />
Mexico, y los intendentes de Oaxaca, Sari Luis, Guanajuato, Vucatin<br />
y Zacatecas y ci comandante general de Nueva Galicia. S610<br />
fueron favorables a la iibertad de imprenta ci obispo de Oaxaca y<br />
los intendentes de Guadalajara, Veracruz y Valladolid.<br />
—Pocos fucron en pro, muchos en contra.<br />
—Pero la orden de la Regencia ha sentenciado en favor de aqué-<br />
Ilos, y cualesquiera que sun resultados scan, tendrernos en i\1cxico<br />
libertad de imprenta.<br />
—Pues Dios nos saque con bien.<br />
—Asi sea,—contestó D. Sóstenes, clando, at tornar su sombrero,<br />
la seftal de que Ia agradable tertulia habfa terminado.<br />
V I<br />
Unidos por los cstrechos lazos de esa santa amistad quc nace Y -.<br />
crece en los dIas venturosos de la juventud, D. Anastasio v D. Joaquin<br />
no hablan dejado de verse y tratarse siempre que las circuflS<br />
tancias ics reunian en una misma población.<br />
El encuentro casual de Ochoa con la hermosa Remedios privO<br />
A los dos amigos dc verse durante dos dias: el novicio no qUISO
La Constifuciôu del ,lüo Doce 1253<br />
dejar la casa do nuestra heroIna hasta quo hubo desaparecido ci<br />
peligro quo tanto alarmó a la buena criada de la dama.<br />
En cuanto pudo hacerlo, buscó on su casa a D. Joaquin, y por<br />
fortuna Jo encontró.<br />
—Bien vcnido, señor semi-padrc,—dijo Lizardi, saludándoie con<br />
buen humor.<br />
—Dios sea contigo.<br />
—Y contigo tarnbién, mi buen Anastasio, pues quizáS más quo<br />
yo Jo neccsites.<br />
—Por qué Jo crecs?<br />
—Porque un joven novicio que, comb tü, se pierde durante dos<br />
dias, de modo y manera quo es imposibic descubrir su paradero,<br />
da lugar a suponer quo no sabe muy bleD resistir a las famosas tentacioncs<br />
dc quc San Antonio fué vIctima.<br />
—Cuán distante cstás de la verdadi<br />
—Quiere decir tu negativa, quo to importa guarciar secrcto; bien,<br />
no insisto, y paso A decirte algo do mucha irnportancia.<br />
—Habla pues.<br />
—;Vamnos a toner una absoluta libertad de imprenta, amigo miot<br />
—exclarnó D. Joaquin, con franco rcgOCiJO.<br />
—Sie?npre con la niisma mania de buscar el pcligro, porque, Jo<br />
do), por clerto, vas a escribir y publicar algün papcl.<br />
—Lo has acertado, y se titLllará El Pensador Mexicczno.<br />
—jPobre amigo mb!<br />
—Qu6 to inspira esa compasion hacia mI?<br />
-ru demencia.<br />
— Dcmnencja es ci amar a mi patr1a<br />
No, sino el creer en la buena fc de nfl enemigO politico.<br />
Comprendo; como vo, imaginas quo esta libertad do imprcnta<br />
Clue las Cortes espanolas imponen al virey contra la voluntad<br />
de 65te y do la casj totaljdad do los altos dignatarios civiles y edo-<br />
SIStJc, Va a ser ilusoria o servir quizás para descubrir ii los enetfllgos<br />
do la admjnjstracjón colonial.<br />
-Si, Joaquin, si, no Jo dudes; csa libertad es imposible entre<br />
!lOSotros<br />
Por qué?<br />
–Porque nuestro pueblo no estã acosturobrado a la libcrtad, y do<br />
todo alucilo quo no s ha ejercitado Y Cs hueno, se abusa por una
1254 Episodios Hist6ricos Mexicanos<br />
explicable fatalidad. Vosotros abusaréis y sera necesario inipcdir<br />
vuestros abusos; sobrevcndrá Ia reacción, y todas las reacciunes<br />
son terribles y sangrientas.<br />
—Quizás tienes razdn, hermano mb; pero qué Ic hens de<br />
hacer? Nos hallamos en la mitad de una pendiente, y es preciso<br />
dejarse resbalar pot ella: podremos despcnarnos; pero, Anastasio,<br />
nii buen Anastasio, ;qu6 me puede iniportar a nil el despeñarrne?<br />
- Herman o mb I<br />
—Cuerpo sin alma soy, árbol sin savia, torrente sin caucc, spiritu<br />
sin fe, vida sin esperanza, !qu6 vale para mb una existencia que<br />
no tengo interés alguno en conservar?<br />
—Tan inütil la crees?<br />
—No, si tal Ia creyera,, quizás, quizás hubiera encontrado ':oce<br />
supremo en desprenderme de ella!<br />
—jEres un irnpio!—observó D. Anastasio con cariflosa rccon-<br />
VCflCiófl.<br />
—Y tu un alma inocente, y estos tiempos indignos de ella: p0bre<br />
y bucn Anastasio, tan pequeno ercs, que en tus propios ufrimientos<br />
te recreas: pequcno, si, amigo mb, sin que al decirl ' pre.<br />
tenda lastirnarte: al poner Dios en nuestro ser un fino intint0<br />
para adivinar la dicha, puso también, como ldgica consecuencii, Cl<br />
deseo de poscerla; y ctiando ci Hado, el Destino, cse algo quc fl1C<br />
jor quo Hado y Destino deberia Ilamarse Injusticia, nos irnile,<br />
dificulta, estorha ci logro de nuestra aspiración, debemos contra 61<br />
rebelarnos y contra él protestar, como ci héroe que desde Ia tierra<br />
amenazaba al cielo con SUS punos cerrados.<br />
—Es más cristiana la resignación.<br />
—La resignación es una confcsión de impotencia, y Ia impotefli<br />
cia moral Lin rebajamiento del alma. El hombre debe ser sicmpfe<br />
en Ia vida, ci romano sentenciado a mont entre las fauces dc las<br />
fieras: su salvación era imposible, pero luchaba con ellas: rela<br />
aquel pueblo, bárbaro en medio de su civilización, de sus initilc5<br />
esfuerzos, pero ni esto amedrentaba al sentenciado quc, redoblandO<br />
su ini.itil lucha contra la fiera, parecia decirles: 'no pucdo dcft1<br />
derme de vuestra fuerza y brutalidad, pero si puedo probaros ClUe<br />
soy menos cobarde que vosotros; he sucumbido, pero Sill doblC<br />
garme ni aun ante lo imposibie.<br />
—Tü estás loco, hermano mb, td deliz-as, y al alejarte d.. Dios,<br />
te privas del ünico consuelo de la desgracia.
W'__ La Consii/ució,z del -1io Doce 1255<br />
—No, te ecjuivocas; yo no he renegado de esa santa religion a la<br />
cual tü consagras los restos de tu alma lacerada por esa impalpable<br />
injusticia qua otros ilarnan fatalidad; lo ünico que hago, as no<br />
exponerme a qua ci angel del monte de lo Olivos i-nc conteste<br />
pie es imposible apartar de mis labios ci cáiiz de la amargura.<br />
—Pobre amigo mbl tan grancle as ci desierto de tu alma.<br />
—Tan grande, si, quc la esperanza se asornó a éi, y al apreciar<br />
a la simple vista su extensiOn enorme, huyO sin atreverse a atravesarlo;<br />
los mismos recuerdos, ese pan del espIritu an la hora del<br />
hambre, se pierden an éi y desaparecen y se bor ran dejando an las<br />
heridas por ]as cualcs se abrcn puerta, un dolor tal, qua ci de la<br />
mucrte no podr;i hacerse sensible al qua Ic padezca.<br />
—Desventui-ado de ti! SI, desventurado, porque no hay desventura<br />
mayor pie ci olvidar.<br />
—Si, pero esa desventura as Ia puerta de una dicha niuy material,<br />
pero dicha al fin.<br />
—;Cuái es ella?<br />
—La insensibilidad: ci hombre quo la alcanza cornpleta as la<br />
roca en mitad de los mares: las olas qua levantan las tormcntas de<br />
la vida so rompen en espumas contra ella, qua permanece fija,<br />
firme, fuerte an ci centro de la movilidad, del combate y de Ia<br />
lucha inUtjlcs.<br />
—Pero esto no impidc quo toda esa fljeza, firmeza v fortaleza<br />
Vneleri en fragmentos al choque de un rayo, qua para las aimas urnpasihies,<br />
puede ser, por ejemplo, ci nombre de una mujer, ci de<br />
una Remedios, verbigracia.<br />
Llzai-dj Se puso en pie como agitado por una conmoción eke.<br />
t nca; sus ojos rcdondeáronse por el asombro, y sus manos cruzát<br />
onse sobre su corazOn, qua daha interrnitentes )7 fuertes golpes an<br />
]as parades del pecho.<br />
-Tiencs razOn,—dijo con tarda y arnortiguada voz,—hermano<br />
rue has hecho mucho daflo!<br />
sabe,—contestó Ochoa,—que te amo, no obstante, con<br />
Odo ci arucir do una fraternal amistad.<br />
e -Lo cr00, y rnás me lo hubieras probado clavándome un punai<br />
fl "te corazón cuya agonia has renovado.<br />
Luego ViVe aim ese corazOn?<br />
creo quo sI.
I 26 Episodios Históricos Mexicanos<br />
—Aun podemos salvarle cntonces.<br />
Lizardi, retorciéndose más cada vez de terrible dolor. ' :xclamó:<br />
—Algo tienes que decirme, y si es asl, duo, pero duo protto!<br />
—Remedios necesita de ti.<br />
—Acaso va a morir y quiere Ia perdonc ci daño que ha h-ho?<br />
—Acaso si.<br />
—Vé entonces a decirla quc si tuvc valor para ver morir su alma<br />
en los brazos de i-ni esperanza, no Ia tengo, sin duda alguna, para<br />
ver volar su espiritu a donde ci mio no podrá seguirlc.<br />
—No, nada ternas; su espIritu se niega a abandonar un cuerpo<br />
tan soberanamcntc bcrmoso.<br />
Lizardi se apartó con supersticioso temor de su amigo, quien Ic<br />
dijo sonricndo:<br />
—Recóbratc, i-ni querido fiiósofo, y ten por seguro que yo soy<br />
quien te hablo, y no ci tcntador espiritu, del cual, al verme cntrar,<br />
juzgaste poseIclo al pobre novicio.<br />
—Anastasio; si de nil te burias, Ia burla es cruel.<br />
—Joaquin, yo no me he burlado jamás de los que padecen. -<br />
—Entonces... -<br />
—Va lo he dicho; Remedios neccsita de ti. -<br />
—;Dónde, Anastasio, dóndc?<br />
—En ci centro del circulo en quc la ha encerrado una infam.<br />
viflania.<br />
—Explicate.<br />
—Voy a hacerlo.<br />
—Di.<br />
—Necesito ernpezar por ci principio.<br />
—Acaba.<br />
—Peor para tu IilosoIIa si demuestras miedo a los niuertos.<br />
—Anastasio, hermano mb, liabla por Dios.<br />
—Aun despus de mucrto, Garcia Alonso ha seguido martiizando<br />
t su victima.<br />
—Todavia Ic ama!—excianió con dolor Lizardi.<br />
—No es eso. -<br />
—Qué entonces?<br />
—Nuestro cruel enenigo, quc a nadie quizás amó como zi RcfliC<br />
dios, por rnás que tanto daflo Ia hizo, adivinando sin duda quc 12
WLa Conslilución del Aiio Doce 1257<br />
rnuerte poclrIa, corno pudo, sorprenderle, dictó en forma legal su<br />
testamento, en principios de mil ochocientos once, lcgando toda<br />
su jnnicnsa fortuna a Remedios.<br />
—;Y quc?<br />
—Esa fortuna atrajo a Remedios una innoble persecución, y la<br />
infeliz no tiene quien saivarla pueda, si a ello te niegas td.<br />
—Luego tü!...<br />
—Poco ó nada puedo hacer.<br />
—Explicate.<br />
D. Anasta-io refirió entonces a su amigo todas las circunstancias<br />
de su encuentro con la hermosa mujer, y las conversaciones<br />
que con ella sostuvo: c,mo todo esto mis lectores lo saben ya,<br />
creo ocioso d iniitil repetirlo.<br />
1-lecha su relación, D. Anastasio continud diciendo:<br />
—En cuanto me convenci de quc ningün peligro corrIa su vida,<br />
sali de la casa, me dirigi al Arzobispado, habh en con mis amigos<br />
y supe que una aita dignidad eclesiástica...<br />
—E1 Arzohispo quizás?<br />
—No: ci Sr. Bergosa, Arzobispo electo de Máxico, se encuentra<br />
aüit en Oaxaca, y nada tiene que ver en esta inicua trama.<br />
—Qukn, entonces?. -.<br />
—Incitil pregunta; no puedo decirlo: bástete saber que una poderosa<br />
influencia protege, no a los enemigos dc esa hermosa mu-<br />
Jet, pues su bondad no puede tenerlos, pero si a los avarientos que<br />
acechan su fortuna, so pretexto de que en Garcia Alonso hubo<br />
dos personalidades, la del ternible capitán y la del trcmcndo fran-<br />
Ciscano. Este dohk individuo, en quien fueron distintivo de su<br />
Superjorjdad la astucia y ci talento, no d(---j6 testirnonio alguno que<br />
Pueda Set utilizado en contra de Remedios, y la t:rama consiste en<br />
imponerse, con auxilio de las más groseras preocupaciones, a su<br />
COnc1ncia.. La obediencia a que los canones me obligan, no podrâ<br />
I kvarme a ser yo partIcipe de esta infamia; pero tampoco me con-<br />
Viene combatjrla Solo estás, pues, para defender a Remedios, pero<br />
e juzgo bastante para ello.<br />
-No habiendo en todo esto sino una djfIcil cuestión de intere-<br />
Tflt deljcadeza estorbará mis acciones.<br />
rd0 lo he previsto: Remedios nada sabe en cuanto a la paron<br />
que tu vas a tornar en este asunto: su ñl criada Choic es<br />
TOMO I<br />
I1.
1258 Episodios Hislóricos Mexica,:os<br />
Ia ünica a quien he puesto al tanto do ello: csta misma noche iris<br />
A verla con ella conversaras, y después...<br />
—Después yo sabre to quo debo hacer.<br />
—Soguro estoy do quo será to ruejor.<br />
—PondrC mi empeno en ello.<br />
—Bien, cornienza I obscurecer: to dejo y... hasta mañana.<br />
—Hasta mañana, hermano nib.<br />
Al salk Ochoa do Ia casa do Lizardi, un caballero so desprendió<br />
de uno do los zaguanes próximos y Ic dctuvo fingiendo un encuentro<br />
casual.<br />
—V.ya usted con Dios, senorpoeta,—ieclijo tcndiéndole la mano.<br />
—Salud, Sr. D. Alvaro de Cervera,—contestó Ochoa.<br />
—EQuC tat ci amigo Lizardi?<br />
—Estudiando conio sicmpre.<br />
—Habrá usted venido a cornunicarle aigün fantástico poema de -<br />
duendes y aparecidos.<br />
—Por qué do ducndes y aparecidos?<br />
—Porque so susurra por ahi quo ha pasado usted dos dias on la<br />
casa rnaldita, morada dc Ia antigua aniante del famoso embaticador<br />
Garcia Alonso.<br />
—;QuC quiere usted decirme con eso?—preguntó Ochoa irritado.<br />
—Nada, eminente poeta, nada, como no sea quo no se fie usted<br />
mucho on la eficacia de los exorcismos para ahuyentar A los duendes<br />
do la casa ma!dita.<br />
_\Taya, estd usted do brorna, mi Sr. D. Alvaro, y yo voy deprisa.<br />
—Pties no quiero detencrie, senor novicio; vaya usted con Dios.<br />
—Y do usted no so aparte,—respondió Ochoa prosiguiendo sU<br />
cam in 0.<br />
D. Alvaro marchó tambiCn en dirección opuesta, pero echando<br />
una mirada sobre la casa do Lizardi, dijo para SI:<br />
—I'obrcs de vosotros Si OS mezciáis on este asunto: Os apl;tstaré<br />
como a ladrones que han sorprendido la caja donde oculto mis<br />
tesoros: redoblarC mi vigilancia y mi persecución.<br />
VII<br />
Eran enteraniente ciortas las noticias quo corrIan sobre el asunto<br />
de la libertad do imprenta. El lunes, 5 de aquel mes de Octubre,
-<br />
La Constituiôi del Año Dace<br />
prestaron juramento en presencia del virey los individuos que dobian<br />
compofler la Junta do censura, segün ci acuerdo y los nonibramientOs<br />
do la Regencia.<br />
Como rios desbordados do su cauce, las imprentas do D. Juan<br />
Bautista Arizpe, de D. Manuel Antonio Valdés, de D. Mariano Ontiveros,<br />
de D . a Maria Fernández de Jáuregui y otras do las do aquci<br />
tiempo, en la capital, dieron salida a una multitud de periodiquilbs<br />
y papeles pobrernente impresos y no admirablemente escritos.<br />
Los vendedores anibulanteS do esta pequeña prensa, ensordecian<br />
a quienes por ci portal de Mercaderes transitaban, gritando pocos<br />
dias después de acordada la libertad:<br />
;La Gaceta!<br />
;Et Pen sador extraordiflario!<br />
;E 1ucuetilio!<br />
;El Papel nuevo de aliora!<br />
;El Diana!<br />
iEl 1/er dadeno ilustrador!<br />
El Aristarca!<br />
j El /'z/opatro!<br />
;El Yuguetón!<br />
1E1 1/jndjcador del C/era!<br />
1E1 Perico de la Ciudad!<br />
E1 Sastre elogiador de la nina juguetona!<br />
El Amigo de la Patnia!<br />
(El Censor extraordinanio!<br />
Y otros muchos más quo por no cansar a mis lectores no cito.<br />
Aqucilo fii una fiebre: unos a los otros papeles so hacian una guerra<br />
feroz; estos en chabacano estilo, aquellos con instiltantes provoca-<br />
Clones, algunos con mesura, pocos con talento, y para quo de exagerado<br />
no se me tache, copio aquI un parrafito, que andando los<br />
años escribió en su Cuadro 1-list6nico D. Carlos Maria Bustamante,<br />
quo presto vamos a ver tomando parte activa en ci caml)O insurgente.<br />
Sesenta y tres dIas,—dice Bustarnante,—duró la libertad<br />
de Imprenta aljron muchos papeluchos en este corto<br />
espacio do tiempo, pero ciertaniente indecenteS en la mayor parte<br />
Y dabn muv mal cobro en Europa do la literatura mexicana.'<br />
Bustarnante fué de los prirneros en saltar a la palestra, redactaudo<br />
El 7ugwetillo, que empezaba ad:<br />
1259
26o<br />
Episodios Históricos Mexicanos<br />
'Conque podemos hablar?... ëEstamos seguros? pregunto doña<br />
Rodriguez a D. Quijote en aqucila visita nocturna, que tan cara le<br />
saiió por ci capricho ck la duquesa, y en que teniió el bucri Hidalgo<br />
que peligrase su virginidad, preservada en la yenta a rnerced<br />
de La vigilancia del arriero sobre Maritornes?... pues a ello Dios me<br />
gule y la pcña de Francia, y la trinidad de Gaeta, y beso mi p6.<br />
nola, como las indias ci primer mcdio de ]as peras que venden.?<br />
D. Joaquin Fernández Lizardi sacó tanibién a luz su Penidor<br />
lifexicano, de cuyo primer nümero dice Bustamantc en El Yiue.<br />
tillo lo siguiente:<br />
Dirijome ahora a cierto Pensador /lTxicin quc se lbs ha pre.<br />
sentado hoy de patitas en Mexico... buenos dias, cara hermosa,<br />
saludamos a usted con ci angel: de cuIndo acá Ic ha venicio en<br />
gana pensar sore diverms materias y pensar bien? Cuidado,<br />
que ci que mucho habia, etc., somos unos pobretes, limitados, y<br />
apenas podemos acertar en una cosa: los omniscios como Lcil'nits<br />
son ay es raras en ci mundo: ha empezado usted bien, aunque pudo<br />
omnitir toda la historia de Witiza y D. Rodrigo: en una foja de papci<br />
pudo decirlo todo: ya sabemos ]as ventajas de la libertad de<br />
irn prent, y ci uso moderado quo debe haccrsc de ella; pero adelante,<br />
siga usted, a quien no pedimos más sino que desemprie el<br />
epIgrafe de su obra, y no hará poco, sin ira, odio, øasibn ni<br />
lidad: quo Cste sea ci carácter de sus pensamientos: déjernc dar<br />
estos COnSejos, pues los viejos reganones estamos autorizaclos para<br />
grunir a todos; do algo nos ha de servir tener Ia cabeza comno us<br />
nabo.<br />
No es mi ánimo cansar a mis lectores reproduciendo aquI, como -<br />
pudiera hacerlo, otros muchos párrafos de los periOdicos de aquelbs<br />
dIas; Iero bicn pueden creer que no se engañarán, pensando<br />
de aquel curioso perIodo do nuestro periodisnao nacional, lo quo<br />
pensó y dejó escrito Bustamante en ci ya citado párrafo de su<br />
dro PIistório.<br />
Limitada es mi inteiigencia y escasa mi instrucción, ningunas<br />
mis cualidades de critico; pero no se necesita haber estudiado en<br />
academias para juzgar por ]as muestras ci estado lamentable en que<br />
se hailaban en aquellos dIas en Nueva Espana las bellas letras.<br />
Ni en prosa ni en verso producian nuestros ingenios cosa algufla<br />
estimable: creo haberlo ya probado más de una vez, y remito a
, .^ ( :fu: i; 201<br />
Jos que aun no se hailen convencidos a los papeles y periódicos de<br />
aquel tiempo. No puedo poner en duda que las intenciones fuesen<br />
buenas; pero no en todo, V en litcratura mucho menos, bastan ]as<br />
buenas intenciones.<br />
Ni podia ser do otro modo: la administración colonial no dejó<br />
d2 poner trabas a la i!ustración de los criolios: los historiadores<br />
más parcidcs, Jos ms entusiastas por aquel imperfecto regimen,<br />
convienen cii las lirnitaciones a que estaban sujetos en las AmCricas<br />
el pensamiento y la instrucción. No es querer mal a nadie ni ser<br />
mat patriota decir la verdad, y yo me cornplazco en haberia dicho<br />
en mis humildos Jibros; y Jo hago asi, porque si Dios quiere que<br />
algo vivan, bueno será que conste que alguien rindió tributo a esa<br />
verdad, que es la mis pcligrosa de ]as virtucles, por ser en ella tan<br />
fuerte la iuz que irradia, comb dbiies para resistirla ]as pupilas de<br />
Jos niochuelos del patriotismo.<br />
La libertad es la atmósfera del pensamiento: faltó en Mexico<br />
esa libertad y faltaron los Ingenios: solo, pues, huho copleros en<br />
aquella dilatada época, mereciendo dnicamente ser exceptuados<br />
AlarcOn v Sot Juana, siendo aquCi ci poeta dramático espanol de<br />
mas flosófico instinto, ci quo usó un cstilo más sencillo, más claro<br />
Y mu adecuado Ia jntencjdn moral del drama, V Csta un verdadero<br />
prodigio de ingenio, algun tanto obscurecido por su alambicado<br />
discret0o, como antes que yo dijo un gran escritor cspanol. Que<br />
Otros nombres de poetas criollos han ilegado hasta nosotros, ropetidos<br />
por todos los labis, como repetidos son Jos de AlarcOn y<br />
Sr Juana DejCmonos de cuentos y tonterIas; quien consagra ci<br />
Thrito de los grandes escritores es ci pübiico y no los eruditos:<br />
todo5 distinguimos Ia presencia del sol sin necesidad del auxilio<br />
de los astrononios; si hubieran existido grandes poetas criollos,<br />
habrianse senalado comb los dos tantas veces citados, cuyos talentos<br />
fueron tales que pudieron veneer todos los obstáculos de la<br />
educacion del tiempo y de la distancia.<br />
ContravCndonos ahora a la época de acciOn de mis EPisoDIos<br />
encorl<br />
traremos A los poetas de Nueva España agrupados en lo que<br />
° Ilan cArcadja \iexjcana,: cuáies fueron los frutos de esta<br />
Lastima da leer sus composiciones en ci Diana dc<br />
&r,0, de las cuales algunas he dado a conocer a mis lectores. Ni<br />
POd<br />
ia ser de otro modo sienclo conio fuC imitaciOn Ia mexicana de
1262 Episodios Hisicricos Mcxicanos<br />
la Arcadia fundada en Roma por Crescimbeni en mil setecientog<br />
noventa: ci objeto de la de Roma fué poner coto a los extravio<br />
del gusto, cmas no hizo en verdad, dice ci ya citado critico espafbi,<br />
sino trocar el dciirio por ci fastidio y desarrollar ridIcularnen.<br />
te la moda pastoral, quc, hija degenerada de la imaginación de<br />
Sannazaro, quo habIa dado a la Arcadia griega forma ideal, produjo<br />
tanta insulsez y arnaneramiento en la poesIa: sus emblemas,<br />
usos acadérnicos y tareas poéticas, todo tenIa un carácter por<br />
demás risible y candoroso; estaban contagiados del espiritu dc afec.<br />
tación y de artificio que habia corrornpido las letras, y da de<br />
ello rnanificsto testirnonio la pueril prescripción de designar i los<br />
arcades con nombres mds ó rnenos griegos, a veces en sumo<br />
grado extravagantcs, con lo cual so daban por alistados entre los<br />
pastores de Arcadia: ci arnartelamiento y Ia insipidez fueron sus<br />
distintivos: plaga de poetas pastoriles que se inspiraban en su ga.<br />
binete sin ver mds cielo ni más campo que Ia pared ó el tejado de<br />
la casa vecinas.<br />
Este mismo pésimo gusto domino en Espana, y trasunto de él<br />
fué ci que reinó entre nosotros; pero aunque escasa, hahia aft mayor<br />
libertad, y de entre ci poivo do la ruina de las letras del siglo<br />
de oro • alzdronse con asombro general é inrnarcesibie gloria los<br />
Jovelianos, los Cienfuegos, los Quintanas, en fin, por no dctcnernos<br />
en cucstiones ajenas hasta cierto punto al carácter dc estOS<br />
mis pequenos libros.<br />
Dóndc cstdn en nuestra historia literatia Jos nombres quc poda<br />
mos oponer a aquellos ilustres nombres<br />
VIII<br />
Dias después de estos sucesos, la simpatica ciudad de Telivacafl<br />
de las Granadas, convertida por el Sr. Morelos en su cuartel eC<br />
ral, presentaba un desusado aspecto do anii-nación y activid:d. El<br />
dIa era frIo y desagradable: el impetuoso viento forrnaba cnrru<br />
torbellinos que arrastraban de uiio a otro lado gruesas coiumfl<br />
del fatal polvo bianco quo cubre enteramente las cercanIas.<br />
—Molineros parecIamos, —me decIa el compadre Mascarilla<br />
contarme estos sucesos.
La Consiiiuciôn del Aüo Doce 1263<br />
_Y qué rnotivaba aquella animación y actividad? - Ic pregunte<br />
yo.<br />
—Poca cosa, muchacho: el general babia dado orden de ponerse<br />
en marcha para ir a buscar an ci carnpo 2i los realistas, ya qua<br />
ellos no hahian tenido a bien ir a encontrarnos an Tehuacan. Pero<br />
Jo qua yo puedo asegurarte es qua todos estábamos seclientos de<br />
sangre y de vcnganza.<br />
—Pues _11.16 habia pasado?<br />
—Una cksgracia, muchacho; una gran desgracia qua habla<br />
arrancado muchas iágrimas a nuestros hijos.<br />
—Y vamos a ver, ;quién era capaz de hacer Ilorar a ustedes?<br />
—Un vaIicnt tI Un UiU (Jlj Uc ]I;1nitrsU ti<br />
va1ient,.<br />
—D. Ni,:U 1•D, U(<br />
—No, gracias a Dios; V. Nicolas estaba hueno y continuaba en<br />
la proviucia de Vcracruz triunfando an todas partes, más qua por<br />
su valor y talento rnflitar, ior si gencrosidad sin ejemplo y su alma<br />
de gigarite.<br />
—Ouién CfltUI1CCS<br />
—El hombre por nosotros Ilorado, aquel cuya muerte querIamos<br />
vengar, habIa sido tin mulato, nil simple arriero, un hombre<br />
Slfl ifl Strucción, pero un valiente y un gran militar, comb todos los<br />
hombres J los cuales formó all Sr. Morelos.<br />
—Quién an fin?<br />
—El coronet 1). Valerio Trujano.<br />
— EI heroico defensor de Tehuacan?<br />
—El mnismo.<br />
— Pues qué le paso?<br />
—Lo üitimo qua puede pasarle a tin hombre.<br />
se murió.<br />
--;Peoi- todavfa!<br />
—No comprendo.<br />
—Que le mataron: Si, muchacho; nlorirse de una enfermedad<br />
que Dio s envIa, malo es, pero en fin, Dios Jo manda y no hay melode<br />
000nerse; pero eso de qua a UTI hombre, fuerte, sano roust0<br />
y valiente Ic peguen un balazo çomo i un venado y lo dejen<br />
tendjdo en tirrt -'. ' n)'UI2 ci.<br />
Ciencia
Oft LI<br />
126.1 Episodjos Hisiórjcos Mexicanos<br />
—Pero, compadre, —observe yo: —despuCs de todo, nad:, más<br />
natural-que quien a las guerras Se lauza muera de un balazo.<br />
—Es verdad, pero Cs una diablura, lo repito: ci coronet D. Va.<br />
ierio Trujano no debia haber muerto: era Un valinte nos<br />
hacia mucha falta.<br />
—Pot eso misrno Ic rnatarian los reaiistas.<br />
—Ellos fueron quienes le mataron, y al comae! D. Saturnino<br />
Samaniego, comandante de la division de vanguardia del Eircito<br />
del Sur, fu6 zi quien le otorgO el diablo esta fortuna. Por orden del<br />
Sr. Morelos, Trujano saud do Tehuacan Cl 4 do Octubre on busca<br />
do vIveres, y con sus cuatrocientos hombres hizo noche en ul Ran.<br />
cho de la Virgen, cntre Tiacotepec y Tepeaca, camino de Tehua•<br />
can a Puebla. Samaniego, que contaba con buena tropa y c haliaba<br />
en Tepeaca, dejO ésta alas dos do Ia madrugada di 5 y<br />
sorprendid a Trujano, cuyos centinelas habIanse doimido. Ti-ujano<br />
se hizo fuerte on Ia casa del Rancho v comcnzd a rechazn y con<br />
dxito a los realistas, pero éstos incendiaron Los dcpdsitos ck rrasa<br />
del Rancho, y el pestilente y sofocante humo obligd a los indcpendientes<br />
a salir de sus parapetos. Trujano so puso imprudentc:-icnte<br />
a su cabeza y rccibjó dos balazos quo le tendieron n-iuerto. Simaniego,<br />
que habia quedado mat herido de una pierna, temienlo Ia<br />
proximidad de Jos insurgentes quo acudIan on auxi!io de Tujano,<br />
so rotirO do Tepcaca: recogido por nosotros ci cadaver del viente<br />
Trujano, se Ic hicieron, por disposicion del Sr. Morelos, sO1;mnc3<br />
honras finebres; pero ya lo dije, lo más grande y conm.vedor<br />
fué ci espectáculo do pattico duelo que todos dirnos derrarnando<br />
ii torrentes nuestras lágrimas. Unos dIas despuds, ci 13 de Octubre,<br />
ci Sr. Morelos nos hizo salir con gran reserva de Teh:n:an,<br />
y todos creirnos que de algo muy importante se trataba, pues -<br />
Cl misrno so puso al frente de ]as fuerzas. Supirnos despus que<br />
ci objeto era recoger on la hacienda de Ozumba, no mu y di-tante<br />
de Nopalucan, ciento diez barras de plata que Osorno habia trna<br />
do en Pachuca y destinádolas a gastos del ejCrcito: por surucstO<br />
quo de ello nos enteramos ünicamente cuando las hubimos<br />
gido: tan grande fuC la reserva con que, como ya dije, procedió<br />
ci Sr. Morelos.<br />
—No les vendrIan mal a ustedes las tales barras.<br />
—Ya lo creo quo no, piies tan escasos de dinero andábamos que
La Consiitucidn d4 Aio Doce 1265<br />
hacia tiempo quo ninguno recibIamos ni siquicra una parte de<br />
nuestro pcqueño haber.<br />
—Pero D. Ignacio Rayon qué hacla mientras tanto?<br />
—Dcspués te lo dire: escucha ahora y no me interrumpas con<br />
tus preguntas.<br />
—T)iga usted, compadrc.<br />
—Nos disponamos ;i regresar Tchuacan, cuando recibimos<br />
Ift,<br />
-j'- -'-'<br />
,- '•, ..<br />
,<br />
-<br />
en In maiiana del iS de Octubre...<br />
aviso de que D. Ciriaco del Llano, noticioso do nuestro paso por<br />
San Andrs Chaichicomula, disponia jugarnos una mala partida<br />
CChándo0 5 encjna a D. Rosendo Porlier y al coronel D. Luis del<br />
Aguila, y entreteniCndonos por este medio, hacer pasar sin peligro<br />
un COflOy detenido en Amozoque. Atento, ante todo, a no<br />
Perder ]as ciento djez barras do plata quo habIarnos recogido de<br />
Os orno, no habia entrado en los planes del Sr. Morelos atacar a<br />
OS rcalist pero ci conocjmjcuto de la importancia del convoy nos<br />
IZo Caer en la tcntación do apoderarnos de él, y en Ia mañana del<br />
£8 de Octubre cargamos sobre Ia retaguardia rea!ista poco dcspués<br />
quo hubo pasad p- j 5atrj() L - : t: d Chiana. Nada<br />
loMo I
•<br />
mcnos quc D. Hermenegildo Galeana fué quien se encargó de di-.<br />
rigir ci ataquc; pero los realistas anduvieron listos, y nos olmsie-.<br />
ron tan vigorosa resistencia, que nada conseguirnos, y mientras ci<br />
tenicntc coronci D. Pedro Otero, con su batailón de Guanajuato y<br />
doscientos caballos introdujo en nuestras filas el desorden, D. Luis<br />
del Aguila apresurO la marcha del convoy, tomando con dl ci camino<br />
de Ojo de Agua. Tuvimos nosotros alguna p6rdida de cnte,<br />
y los rcalistas nos mataron de un caonazo al cura Tapia, cot-onel<br />
de un regimiento insurgente: sin intentar ninguna otra acciOn que<br />
pudiera haber puesto en riesgo nuestras barras de plata, reçresarnos<br />
en buen orden a Tehuacan. Ahora me toca decirte alj de<br />
D. Ignacio Rayon. Despuds de haberse asegurado en 1-luicliapan<br />
de la obediencia de C7iit' Villagrán, resolviO atacar a D. Rafael<br />
Casasola que hacia rnuchos daños a la revolución con sus rcalistas<br />
y patriotas desde su cuartel general de lxmiquilpan: salió ci 1 5 de<br />
Octubre contra este rico pueblo, y IlegO ante di ci mismo dIa iS en<br />
que nosotros nos batirnos con el teniente coronel Aguila: oupó<br />
con su tropa ci cerro de la Media Luna quc domina a IxrniIuiipan,<br />
y rcchazó victoriosamente a Casasola que quiso desa!>jarlO<br />
de aquella importantc iosiciOn: desde ella, y después de estc tiiufl<br />
fo, intimó rendición a CasasoUi; pero dste Ic contestó con arrZaflcia<br />
que jamas consideraria como beligerantes a bandidos y rebcdes;<br />
Rayon atacó entonces a Ixrniquiipan ci 19, y a punto estaba de<br />
tornarla, cuando ci Chito Viilagrán se retirO con sus fuerzas aban<br />
donándole traidoramente, pues no podia ver :1 Rayon, al cual ;tborrccIa<br />
como a todo representante del orden y la autoridad. El ;)rcsi<br />
dente dc la Junta tuvo ciue retirarse a Huichapan, y Caaol3<br />
atribuyó a rniiagro la salvación de Ixmiquilpan, hasta cuya plaza<br />
habIa casi entrado ci valiente coronel Lobato, quien siendo abO<br />
del regimiento dc Tres Villas, fud hecho prisionero por Ravn eP<br />
Ziticuaro, en cuya dpoca tornó partido por los insurgentcs, y ieS<br />
fud muy ütil organizando d instruyendo a sus .tropas. Cuando de<br />
regreso en Huichapan D. Ignacio pretendió reprender<br />
por su infame comportarniento, ci Cliito se dcclarO contra 1 Y<br />
quiso ponerie preso, y le hubiera asesinado tal vez sin la presefl<br />
de ánimo del Presidente que arengO a sus tropas y obligO i huir a<br />
las Viliagranes, de las cuales dijo ci secretario de RayOn en sit W3<br />
rio, quc: reran airnas ncras que con su lihertinaje, arbitrid
W,<br />
La Co,,sli1scin del Ailo Doce<br />
1267<br />
y excesos hablan asolado aquelios coritornos, estimando ci rompimiento<br />
por tin favor especial del cielo, atendido ci estado de las<br />
cosas, las vejaciones que sufrIa Ia jurisdicción y las ningunas ven•<br />
tajas en Ia causa comfln, para que aquelios n1aihcchOrcs expiasen<br />
por fin sus delitos, quc habIan sido el cscándalo de Ia época. No<br />
fué tampoco muy afortunado ci otro niienibro dc Ia Junta, D. José<br />
Sixto Verdusco, at cual D. Pedro Celestino Negrete, que le hamaba<br />
el cabecilla doctor, derrotó ci dIa 26 de Octubre en Uruapan,<br />
de donde escapó rcfugiändosc en Ia hacienda de Taretan, propiedad<br />
de los frailes agustinos.<br />
OWN*<br />
Ix<br />
Era ernpresa punto menos que irnposiblc cortar at compadre<br />
Mascarilla Ia palabra una 'ez quc ha tomaba: dejle pues hablar<br />
basta quc quiso buenamente terminar, segén consta en ci final del<br />
anterior capItulo.<br />
No tardó mucho en proseguir diciendo to siguiente:<br />
—Pero, quién habrá que pueda hacer caso de cosa alguna de<br />
aquellos dIas, que no hubiese estado dirigida po ci Sr. Morcios?<br />
;Válgarne Dios! iY cómo quisiera ser, no hombre burdo 6 ignorante<br />
que apenas .sabc hablar en mal castellano, sino todo uno de esos<br />
Señores ictrados que n-ianejan ci habla de Cervantes como SUS Pinceles<br />
Ufl Murillo! Pero, ;quid! jsi no puedo por más que hago!<br />
Dispénsenme, plies, y contdntense con entenderme siquiera, ya que<br />
desputs de todo no estaria bien que un pobre palurdo habtase tan<br />
'amid0 y tan pulido como un senor. El dia era feo y frIo como ya<br />
dije antes, pero ci general habta dado Ia orden de que todo ci mundo<br />
Cstuviera listo para marchar inmediatamente, y como ci tiempo era<br />
escaso y rigurosa Ia disciphina, todos andábamos listos, de aqui pat-a<br />
aila, y con ci movimiento y Ia actividad ninguno sentiamos ci frIo.<br />
Pore! pronto, v aun despuds de algun tiempo de marcha, nadic supo<br />
a donde nos diriglamos, pero en Ia madrugada del dIa 28 ci aire<br />
flOs trajo los ricos aromas de los platanares y cafetales de Orizaba.<br />
A las ocho de la mañana del jueves 29, nuestro ejército saludó a<br />
a potica ciudad desde ia Garita del Molino, y los pabeilones mdc-<br />
Pendientes ondearon jominantcs en ci cerro del Calvario.<br />
I
1 268 Episodios Hisióricos Mexicanos<br />
Una sección insui-gcnte habiase apoderado del Tngenio, punto<br />
poco distante do Orizaba, y cierrotado a una pequena guarllición y<br />
una fuerza de cincuenta hombrs quo de la ciudacl saiió en su<br />
a u xii io.<br />
No so ignoraba, pUCS, nuestra proximidad, y asi fué quo al descubi-irnos,<br />
ci coronci D. José Antonio Andrade quo rnandaha en Ia<br />
plaza, nos rccihid a caflonazos, quo nuestros artilleros contestaron<br />
con acierto y violencia, dirigidos por el Padre Bar-era.<br />
AuclIo fud rnuy reñido, rnuchacho; a n-il me tocó estar con don<br />
Hermenegildo on la Garita do la Angostura, y mi caballo, pues<br />
solo cot-no jinete mc permitla combatir i-ni pierna de palo, par aba<br />
las orejas y ensanchaba las narices asombrado del estrépito dc Ia<br />
fusilerla y de ]as voces do guerra; pero los realistas de Ia Angostura<br />
parecian hechos do bronco y rcsistlan nuestro ernpuje sin retroceder<br />
un solo paso por más quo los acribillaba a rnctrailazos la batena<br />
de Tiachichilco: ábrensc de pronto, y disparados como una bala<br />
caen sobre no.sotros como unos cicn cabailos: pero tampoco nosotros<br />
sabemos retroceder, y los falta cspacio para movcrsc, y uno<br />
tras otro caen todos 6 rnucrtos ó prisioneros: la gente so desprende<br />
entonces sobre la trinchera y Ia toma al arma blanca: quicrcn efltonces<br />
retirarse los defensores, y ti-as clios nos lanzamos con tal<br />
precipitaciOn quo con ellos nos confundimos y les es de todo punto<br />
imposible levantar ci puente arriniado sobre ci foso, y a Jas voceS<br />
do iadelante, americanos! quc D. 1-lermenegildo repite, danlo él<br />
ci ejemplo, iicgamos a Ia plaza donde so encuentra el grueso do la<br />
guarniciOn quo nos hace ut-i fuego espantoso. Sobrevienc Un momento<br />
do duda y vacilaciOn, porque ante ci hcroIsrno do los dcfcn<br />
sores se estreila ci heroIsmo inclependiente. Pero ci Sr. M reloS<br />
domina ci carnpo de acción con su vista de águila: truena so vOZ<br />
las Ordcnes, y ci ejército so divide en tres columnas, de dos du lac<br />
cuales so encargan D. Antonio y D. Pablo Galeana: una y otra SC<br />
incrustan, por asI decir, on ]as calles do la poblaciOn, y distinui<br />
mos al fin, ebrio do valor y cntusiasnio, al coronel Andrade, afl<br />
zando vivas a Espafla y al Roy on Ia calie Real, defendida por dos<br />
trincheras levantadas on el puente do la Borda y en la igksia de<br />
Doores: ante nucstro vigoroso enipuje, Andrade so ye obligadO a<br />
retroceder, porn In lace en bticn orden v Ilev:indosc sus ca:oflCs<br />
1 t ) F1 L ) 1 11 -1 'I
W_<br />
La Conslifucton dl Ano Doce<br />
1 269<br />
filas: atravesamOS asi toda Orizaba y vamos a salir al liano de Escarnela,<br />
y mientras de frente continuarnos avanzando sobre la divi.<br />
sión realista, 6sta se ye de pronto hábilmente flanqucada por nuestra<br />
cahailcrIa: Orizaba queda por los insurgentcs y lo anuncian asi<br />
los alegrcs repiques de las campanas, sin que Andrade nos consienta<br />
dejar de combatir, defcndiéndosc conio un Icon, y retrocediendo<br />
siempre hacia ci carnino de COrdoba, sin quc sus realistas<br />
olviden ni un solo instante la disciplina. D. 1-Jermenegildo Ice<br />
entonces clararncntc las intencioncs de Andrade y marcha con su<br />
caballeria a situarse en ci cerro del Cacalote; pero ci jefe de las<br />
tropas reales ni por CSO Sc intimida, antes bien con desusado brlo<br />
torna tarnbién aquelias alturas, se abre paso por rncdio de nuestras<br />
filas y torna con rapidcz ci camino deseado, continuando en su<br />
persccuciOn nucstras partidas, hasta que un ayudante del general<br />
]as alcanza y da Ia orden de retroceder.<br />
se cscapO?<br />
—Si, corno escapan los valicntes, salvando una buena parte de<br />
sus fuerzas v con ci cuerpo acribiliado de heridas.<br />
—;Notabic acciOn! .—cxclarnd yo cntusiasrnado con la relación.<br />
—V tanto que si: rue acuci-do que al cncontrarse ci Sr. Morelos<br />
Y I). Hermenegildo, se entablO ci siguiente diálogo:<br />
Sr. Morelos, bravo gackufti;z es este Andrade.<br />
—Valiente a carta cabal, Sr. Galeana.<br />
—Una de ]as veces en quc estuve con di al habla le dije: Andrade,<br />
flndase usted y k devuelvo a su hijo Martin que tcncmos prisionero<br />
desde Ia derrota que dió Bravo a Labaqui.<br />
—Pero se ncgó.<br />
—Justo, y me contestd:—Gracias, Sr. Gaicana; pero ahora debo<br />
olvidarme uc que soy padre y recordar que soy vasailo del Rey y<br />
CO0 tal defetideric lasta morir.—Páscsc a nosotros y scrá nuestro<br />
arnIgo, dije yo, y contcstó dI:—No puedo, D. Hermencgiido,<br />
no Puedo, ni al precio de esa amistad que me ofrece y quc espero no<br />
vide si al fin quedo derrotado.<br />
-Crea usted, Galeana, que hubicra sentido mucho que huhiéra-<br />
OS hecho prisioncro a Andrade.<br />
-Por qud, mi general?<br />
Porq Ue no Ic habrIa fusjlado, y esto hubicra sido sentar un mal<br />
PrCCecC .<br />
e. iOS realistas nos han aliorcaclo a nuestro bucn D. Leo-
1270 Ejisodios His!,Sricos Mexicanos<br />
nardo, y no debemos perdonar a ninguno que caiga en nuestroA<br />
manos.<br />
—Mi general, gusto da combatir contra valientes como Andrade,<br />
y estas victorias bien reflidas son las que satisfacen.<br />
—SI, Pero hemos sufrido gi-andes pérdidas.<br />
—Es claro; pero qué remedio si no hemos luchado con co<br />
bard es?<br />
Pudieran repetirse estas ültimas palabras, continuó diciendo<br />
compadre Mascarilla, a los que al escribir sobre esta torna de Onzaba,<br />
nos han venido saliendo con que los insurgentes solo tuvi<br />
mos cinco muertos y veinte heridos: solo parece que quisicron dar<br />
a entender que los realistas clisparaban sobre nosotros bolas de<br />
miga de pant<br />
—Compadre,-----lc dije yo at ver su enojado semblante,—no tome<br />
la cosa tan a lo serio.<br />
—Cómo no he de tomarla? Critican con razón a la Gacda por,<br />
lo que micnte at dar noticia de los muertos realistas en acciOn de<br />
guerra, ;y haccn ellos otro tanto cuando hablan de los indepndien<br />
tes? Digan to que dijeren, nosotros perdimos en Orizaba m;is de<br />
doscientos hombres entre muertos y heridos: de los realistas mu<br />
rieron mas dc cien é hicimos como trescientos prisioneros que en<br />
su mayor parte se nos incorporaroti y sirvieron fielmente.<br />
—For supu.esto que algOn fusilamiento habria.<br />
—Si, por desgracia.<br />
—; Cuãntos?<br />
—No lo sé zi punto fijo, Pero algunos oficiales fueron pasados p°<br />
las armas, i pesar de los ruegos y buenos oficios de los VCC1fl0<br />
princi pales.<br />
—Y por qué tanta severidad?<br />
—Porque el general querIa vengar la muerte de D. Lonard0<br />
Bravo, cumpliendo inflexiblemente las duras le es de la<br />
l'or cierto que entre los fusilados estuvo un jovcn realista l!ama<br />
Santa Maria, quc, hecho prisionero en San Agustin del Palmar,<br />
se Ic pusiera at servicio de la causa insurgente, y a los pocos d1<br />
se fu-6 y volviO at campo realista. Cuentan de cl quc estaba P<br />
casarse con una bella señorita de Orizaba, Ia cual, al saber la P<br />
sion de su novio, prescntó a! Sr. Morelos un memorial j)i(jj__'rdole<br />
!L V1,1A V lbr1J r()mij(,: :Lfi: c'.Sr. q
_.1.<br />
La Couslitucion del Año Doce<br />
odiaba las traiciones, lcyó ci memorial y en su margen cscribió<br />
como acuerdo: escoja otro nov10 mds decente. Pero todo esto no<br />
pasa de ser Lin rumor sin fundamento conocido, pues at menos a<br />
ml no me consta que tat cosa haya pasado.<br />
El botin quc en Orizaha recogiô ci Sr. Morelos fu6 rnuy importante,<br />
y sobre todo privó at gobierno virreinal de la percepciott do<br />
mu), cuantiosos recursos, por efecto do la orden quo dictó para que<br />
fuese qut.mado ci tabaco quo existla en los almacenes do la villa.<br />
Segün cálculo del misnio general Morelos, ci valor de estc tabaco<br />
ascendia a catorcc millones.<br />
ONOW"<br />
x<br />
Obtenido por el general ci logro de su proposito, que foe privar<br />
at gobierno cnemigo do los pingües productos del estanco del<br />
tabaco, doterrnjnó volver a Tehuacan dejando uria corta guarnición<br />
en Orizaba en la que solo perrnaneció cuarcnta horas.<br />
Emprendid, pues, su vuelta ël sábado 3 r de Octubre, niarchando<br />
£Ofl cierta rapidez a fin de saivar to mu pronto posibie ci Puente<br />
Colorado, en ci cual se bifurca ci camino en dos rarnales, uno que<br />
Va a Tehuacan y ci otro quo desciende suavemente hasta Ixtapa, en<br />
la cual se encontraba ci teniente coronet D. Luis del Aguiia con<br />
sus realjstas. No eran vanas ]as precauCiOflcs del Sr. Morelos, pues<br />
flotjcj0so ci jefe espanol do Jos sucesos do Orizaba, saiió violentamente<br />
en so socorro y llegó ci dia i .° do Novienibre a las cumbres<br />
de Acuitzingo, a tiempo quo también comcnzaban a pasarlas las<br />
Vanguard ias insurgentes.<br />
Habria deseado ci Sr. Morelos evitar este cncuentro quo no<br />
entraha en sus planes y aun podia estorbarlos grandemente. pero<br />
Preciso to fud hacer frentc a Ia division de Aguila compuesta do mil<br />
dosciento5 Cincuenta hombres.<br />
Forrnd en consecuencia sus tropas en dos lineas y enIiló ci<br />
Camino real con sus once piezas de artillerla, ordenando quo asi los<br />
agajes que coiiducian ci botln hecho en Orizaba como ci resto de<br />
Sus gentcs, tomase duraute Ia aCCiófl v a la deshilada ci camino<br />
de Tehuacati<br />
A.guila dividiO a las suyas en dos columnas y avanzd resuelta-<br />
1271
Episodios HisIáricos Mexicanos<br />
rnente sin detenersc ante el fuego de las piezas, tras de ]as cualesse<br />
tendIa la prirnera lInea insurgente: esta lInea se rcplegó sobre Aa<br />
segunda a la voz de mando de D. Flcrrnenegiido sin odupars en<br />
retirar la artillerla quc cayó en podcr de Aguila.<br />
Los dragones de éste hubieron de cejar ante la resistencia que<br />
encontraron, y otro tanto hizo ci cscuadrdn dc Puebla a CUyU frente<br />
iba D. Manuel Flon, hijo del conde dc la Caclena: por una v Otl<br />
parte la lucha fué tremenda, y cuando por haber sido ya cjccftadaS<br />
las órdencs del Sr. Morelos, la linea protectora insurgente se prO<br />
nunciO en retirada, ci dcsbandarnicnto fué tan grande quo D. He'menegildo<br />
liegó a encontrarsc solo, rodeado de enemigos q1c 1e<br />
mataron su caballo y quedo casi an su poder; pero ci tcrrcno di11C11<br />
v escabroso dc ]as curnbrcs vino en su auxilio, y perdiéndoelS<br />
entre los matorraics, la suerte Ic deparó un grucso tronco hucco '<br />
un afioso alcornoque y aiII se ocultó, sin qua iii sospecharlo 1)Udi
W_- F La Co,:stitucidn de! Aim Doce 1273<br />
ran los rcalistas qua por muerto lo dieron, celebrando la errdnea<br />
creencia con ilimitadas muestras dc regocijo.<br />
Todo ci resto de aquel dIa permanecid oculto en su providencial<br />
escondite aquel htroe quc fud mientras vivió ci brazo derccho de<br />
su general, quien se entregd sin reserva a una honda pena, cuando<br />
at pasar rcvista a su gente en ci pueblo de Chapulco, scñalado de<br />
anternano por punto de reunion, se encontrO sin su valiente Galeana:<br />
ci tenior de su muertc 6 de su prisidn fué general, y en cruel<br />
angustia se paso toda la noche sin qua D. Hcrrncnegiido apareciese:<br />
ai fud, que at presettarse entre sus amigos al siguiente dIa<br />
at héroc fué recihido con indecibie entusiasmo; sin detcnersc más<br />
los insurgentes se pusieron en marcha y entraron en Tehuacan at<br />
miSmo clia 2 de Noviembre, an cuya fecha comunicó ci Sr. Morelos<br />
a Ra y On los sucesos que habian tenido iugar, feticitindosc de<br />
qua con la querna del tabaco de Orizaba habIa disminuldo en siete<br />
años, to rnenos, la duración probable de Ia guerra.<br />
En la noche del misrno dia en qua ci Sr. Morelos saud de Onzaba,<br />
D. Agustin Iturbide atacO ]as famosas fortifIcaciones levantadas<br />
por Liceaga en Iaisia a quo did su nombrc en Ia laguna de<br />
\urira. Hizo Iturbide precedcr a cstc ataque dicz y nueve escaraifluzas<br />
6 pcqueias acciones de guerra, que dieron por resuitado Ia<br />
destrucciOn ó dispersion de diversas partidas dependientes dc Liceaga,<br />
nombrado por Ia Junta, corno ya dije, general an jefe de las<br />
provincias del Norte, con asiento principal en la dc Guanajuato.<br />
Si bicu Liceaga consideró, 6 a lo rnenos lo dijo, corno inexpugnable<br />
su isla an cuanto vj6 encima de ella a Iturbide la abandonó,<br />
enconlendando Ia defensa de ella at padre D. José Mariano RamIrez<br />
con doscjentos hombres: de este RamIrez ha dicho D. Carlos<br />
I3Ustamantc, que era admirable par un fear una Suitarma y<br />
diertir a las damns, pero incapaz como niiiitar.<br />
El exit0 del ataque fud to que esperaba Iturbide, que estaba<br />
ent onces de fortuna, v aunque la gente de la isla opuso alguna<br />
TeSis tencia fuC poca é insuficicnte a impedir qua fuese ci primero<br />
an asaitar i ia isla ci sargento de la corona Juan Espinosa con diez<br />
sol dados de su cuerpo. A los prirneros disparos se incendió y voló<br />
el dep5s ito de pOlvora de la isla, y los oclo cañones quc la defen-<br />
'nfl CStUvieron mal v flojarncnte dirigidos. Iturhide creyó innece-<br />
Sfla SU !)resencia, V coni J mand i c!L)!tW D. Vi nte EndC-<br />
To,,0
1274 Episodios Hislóricos MCXICLIHO$<br />
rica, y entre tste y D. Gaspar Lopez, comandante de los realista<br />
de Silao, tomaron Ia isia, acercandose a ella an balsas y canoas, sin<br />
qua ninguno de los defensores escapase, pucs los qua no murieron á<br />
balazos 6 quedaron prisioneros, perecieron ahogados en la laguna.<br />
Iturbide hizo fusilar an Irapuato at Padre Ramirez, coronti y.<br />
comandantc de la isla; a D. José Maria Santa Cruz, mayor de<br />
plaza; a D. Ramón Moreno, comanclante de artilierla; at inglés<br />
Nelson, ingeniero director de la-r; fortificaciones, y a otro jefe y<br />
ccicsizIstico nombrado D. Felipe Amador.<br />
Rcfiritndose a los cnernigos quc an ci ataque perccieron, bicir<br />
muertos por los realistas ó ahogados an la laguna, y dando por<br />
hecho qua i los infiernos habrian descendido, dijo Iturbide on tin<br />
parte: t1Miscrabies! icilos habrmn conocido su error en aquel ltiar<br />
terrible en quc no podrán remediarlo! jQuizá su catastrofe triste ser<br />
virá de escarmiento a to ,-, qua están athi an disposiciOn de salvarsc!<br />
Iturbide encomcndó at teniente coronet graduado D. Jost Maria<br />
Montes, at fusilaruicuto de los clemás prisioneros y la dcstrucciOn<br />
de ]as fortificaciones de la isia Liceaga.<br />
Contando ya at Sr. Morelos con los elementos qua Sin dud<br />
habIasc propuesto reunir, dcterminO ponerse an marcha sobre<br />
Oaxaca, y sair dc Tchuacan donde Ic habia proporcionado scrio<br />
disgustos at mariscal D. Ignacio Martinez, nombrado visitador por<br />
D. Ignacio Rayon ó tat vcz su cspIa, corno algunos historiadres<br />
El hecho Cs, que an una carta del Sr. Morelos at Presidente<br />
de la Junta, fechada an ichuacan, at caudillo llama<br />
tlnez orgulloso, venal, discolo y arrogante, añadiendo: cyo j or tni<br />
parte aseguro a V. E. con toia la sincericlad do que soy capaz, que<br />
para nil y cuantos to conocen y sahen de él, no hay hombre rnás<br />
detestable, ni puedo menos qua sorprenderme at ver su credencrtl'<br />
an otro pIrrafo ascgura cque la tropa y ci pueblo estaban dispuest0<br />
I sacriflcarlc y dare muerte, y pide se haga con at tat Martinez<br />
nfl castigo ejemplar pot traidor, asesino y ladrOn, considerandO<br />
como UU delito sostener con mando a un hombre tan criminal cOfl<br />
penjuiclo de la reputación de la causa insurgente.<br />
Por disposición del Sr. Morelos, D. Mariano Matamoros abafl<br />
donO I Izicar y se trasladó I Tehuacan at frente de mil quinientoS<br />
hombres bien armados y organizados, y to niisrno hizo D. Miguel<br />
Bravo con dos mil mistecos: unidas estas fuerzas I ]as que existlan
La Co,jslt/uclou del 4nQ Doce<br />
en Tehuacatl, el gran caudillo se encontrd con tin cjrcito de chico<br />
mii hombres, con armas su6cientes y cuarenta cañones de todos<br />
calibres, y el domingo S de Octubre de mil ochocientos doce salió<br />
de Tehuacan ocultando cuidadosamente el fin de su expedición,<br />
y dando antes bicn a entender tan pronto quc .marcharIa sobre<br />
Oaxaca, como que se dirigla al Sur, como que atacaria a Puebla.<br />
El i i del mismo rnes, estuvo D. Nicolás Bravo At punto de apoderarse<br />
de Jalapa, a la cual atacó con todas sus fuerzas Liesde 1a3 dos<br />
a ]as ciiez de la maIana: ci coronci D. Francisco Hcvia, comandante<br />
del rerimicnto dc Castilla, estuvo en gran peligro de scr niucrto por<br />
tin mulato, a quien detuvo, scgün cuentan, meti6ndo1e por la boca<br />
ci baston que Ilevaba en la niano, dando asi lugar a que Un soldado<br />
lo matase: dice Alamán, que la causa de este incidente fA6 quc<br />
Hevia, hombre de mucho valor pero fácil de montar en cólcra, no<br />
ikvaba nunca espada en acción de guerra, descie que en un arrebato<br />
dió muerte con ella a uno de sus -o1dados que hula. D. Nicolas<br />
se vió obligado a retirarse y fué a ocupar ci puente del Rey,<br />
cuya posiciOn Ic permitla interceptar ci camino de Veracruz a la<br />
capital: clueño de aquI punto, no impidió ci paso dc los cfectos<br />
comerciales ni muclio nienos Sc apodero de clios, pucs jaimis saqueó<br />
i nadie ni perrnitió que los suyos saqu case ii, pero si establedo<br />
ci cobro de ciertos derechos dc tránsito, haciéndose pagar una<br />
pequea cantidad por bulto, sacando por este mcdio ]as arnias necesari3s<br />
para mantener sus tropas y sufragar los gastos de la guerra.<br />
Abanclonado Izücar por D. Mariano Matamoros, dcstacó contra<br />
aquefla poblaciOn D. Ciriaco del Llano al comandante Bracho,<br />
quien ci dia 14 cntrd en ella encontrándola casi desierta y dcstruIdas<br />
sus fortificaciones.<br />
Lo mismo sucedió con Tehuacan, que sin resistencia tornó don<br />
Lois del Aguila ci dIa 21, pucs ci padre Sanchez, encargado de su<br />
Custodia, la abandonó al acercarSe los rczdistas.<br />
-<br />
XI<br />
1275<br />
Lejos sc estaba en Mexico de la, verdad, nor lo que hacia a la po-<br />
Sitiva situación de los beligerantes.<br />
Segn los partes de Aguila, ci Sr. Morcios habia sido completa-
270 Episodios HLctö yjcos Mexicanos<br />
monte derrotado en ]as curnbres de Acultzingo y muerto ci tern ible<br />
D. Hermenegildo: qué habIa pues quo temer Cierto es que los<br />
amigos do la revoluciôn en Ia capital, negaban quo todo esto fuese<br />
verdad; pero ;quiSn habia de dar fe A aquellos indepen client es teó.<br />
ricos?<br />
Aparte do esto, naclie se ocupaba lor aqucilos dIas, en Ia Ciudad,<br />
do otra cosa que do las reformas introducidas por la Constitución<br />
espanola, y do la lihertad do imprenta sobre todo. Siempre ha<br />
habido entre nosotros mIs escritores que personas quo leerlos<br />
quieran, pero en aquellos dIas no nos habiamos convencido aim n do<br />
Clio, y por eso nos parcció más asonibroso. Ello es positivo, corno<br />
dijo D. Carlos Bustarnante, que casi todos aqueltos escritos cfueron<br />
indecentes en su mayor parte, y daban rnuy mal cobro en Europa<br />
do la literatura rnexicana; pero quidn habia de pararse en pintas<br />
para decir lo quo rnejor Ic acomodase?<br />
Personas hubo, no obstante, quo condenaran la ligereza y estupidcz<br />
con quo toda ciase do cuestiones se trataron, usando J)ara<br />
Clio un lenguaje tabernario y rico en insultos y diatribas; pero<br />
nadie hizo caso do aqucllas censuras, que por lo mismo quo tran<br />
justas y racionales, fucron mal recibidas por aquellos eruditos i Ia<br />
violeta, groscros charlatanes é inmunclos rebuscadores do chismes<br />
y miserias.<br />
Aquelios nccios periodistas, tenIan la soberbia do su ignorancia<br />
é inutilidad.<br />
Los papeles publicaban epigramas y letrillas contra los enernigos<br />
de los periodistas imbeciles, y de ellas entresacamos la siuicnte,<br />
que no es ni mucho menos la peor, y vid Ia iuz en ci Diarlo.<br />
Dice asj:<br />
De los f'eriodjsfas<br />
lil'ranos, Seizor,<br />
a los que f,:t,no<br />
iurbio €1 coradn.<br />
A los que juramos<br />
a Napoleon,<br />
siendo ahora patriotas<br />
de especulaciOn.
- -<br />
I<br />
La Constilucidu del Aüo Doce 1277<br />
A los clue hernos hecho<br />
un sordo bolsôn,<br />
robando vilmente<br />
a nuestra nación.<br />
A los que adquirimos<br />
grande elevación,<br />
por nuestras mujeres<br />
dadas a Un bribón.<br />
A los que vivimos<br />
a fuer del error,<br />
de los que la industria<br />
han por devoción.<br />
A los clue de grados<br />
nos llcnó el favor,<br />
por ricos en vicios<br />
pohres en valor.<br />
A los traticantes<br />
que sin Icy de Dios,<br />
dábamos empleos<br />
al mejor postor.<br />
Y a todos aquellos<br />
del viejo compló,<br />
que hacen5 dos palos<br />
frances y español.<br />
De los periodistas<br />
libranos, Señor,<br />
i los que tenernos<br />
ttsrbio ci coraou.<br />
A estos dsahogos contestaban los contrarios con versos de no<br />
Iflenos bella literatura, corno los siguientes, ue tomo tambin de<br />
109 perjódjcos de la época:<br />
Qie cada uno sea quien fuere<br />
escriba 10 que sintiere<br />
aunque sea un disparalorum:<br />
bo,:oru,n.
I 278 Epio-1tos Hi ^ l,;ricos<br />
Pero que no se contente<br />
con escribir lo que siente,<br />
sino con desvergonoruisz:<br />
,u.aloyu,n.<br />
Pero no siempre la cética pokrnica recurria a los insultos, sino<br />
que con gravedad sentcnciosa se escriblan y daban a luz dcirnas<br />
más pasables: véase un ejemplo:<br />
La libertad de escribir<br />
tiene a muchos disgustados,<br />
los que estan muy em peilados<br />
en que se hag:i su pri ir i r.<br />
A un finchado Ic ol decir<br />
que de hablar la intrepidez<br />
pasaba de avilantez<br />
ser crirninalidad,<br />
y era porque la verdad<br />
arnargaba su altivcz.<br />
El abuso, lo rcpito, era grande, y ]as personas juiciosas y a mantes<br />
de su pals, comprendieron que aquello venclrIa a dar contraproducentes<br />
rcultados. En la situación anórnala del pals, no podia<br />
convenir al Gobierno la libertad de irnprcnta, y no dejaria, por lo<br />
tanto, de aprovechar Ia primera ocasión que se Ic presentasc para<br />
suprirnir aquella libertaci.<br />
Muchos eran los que asI lo pedian, y poderosas influencias SC<br />
interesaban en etlo; pero ann habia en aquel tiernpo respeto i las<br />
leycs, y no quiso declararse abiertarnente contra ellas.<br />
Un escritor se encargá de moderar el encono de los enernigos de<br />
Ia imprenta, publicando en ci Diarlo la dcima siguiente:<br />
A pesar de Ia objeción<br />
que oponga la envidia osada,<br />
merece ser aclamada<br />
la sabia Constitución.<br />
Pues en una situacidn,<br />
como ésta tan turbulent.'<br />
pede ofrecerles gran<br />
a las personas quejosa<br />
que descubra muchas<br />
Ia libertad de la impreL.<br />
Pero todo esto fu6 nada comparado con los trastornos y :nit2<br />
don a que diO lugar el cumplimiento de las prescripciones di Tfr
Ow&f--<br />
--<br />
La Constiluci5n del Ailo Dccc 1279<br />
tub 6.° de La Constitución quc trataba del gobierno interior de las<br />
provincias y pueblos. Dicho titubo disponla la, supresión de Los<br />
antiguos Ayuntamicntos forrnados por regidores perpetuos cuyos<br />
oficios eran vendibles y renunciabies y en cuyas atribuciones estaba<br />
et nombramiento de alcaldes; los nuevos Ayuntamicntos dcbIan ser<br />
de elección popular y su duración de un solo aflo.<br />
Acatando to dispuesto en ci citado titulo, el virey publicó un<br />
bando ci viernes 27 de Noviembre designando ci domingo 29 Para<br />
el nombramiento de electores encargados do designar los regiclores<br />
del año proximo.<br />
Positiva novedad era aquella si se tienc en cuenta que la legisla.<br />
cion de Indias disponIa quc no fucse permitida reunion de cualquicra<br />
especie ni aun teniendo carácter religioso, sin prcvia aprobaciOn<br />
do sus estatutos por ci rey y prelado respectivo, y sin<br />
hallarse presente en sus juntas algun ministro real nombrado por ci<br />
vircy presidente 6 gobernador.<br />
Pero la Constitución echaba por tierra las vicjas leyes y no habia<br />
otro reniedio sino acatarla cicgamcnte.<br />
Con rnotjvo dc estas ciecciones D. Carlos Maria. Bustamante<br />
publicó como suplernento a su periOdico El Yziguetillo, ci siguiente<br />
papel:<br />
cPUEiLo MEJIC<strong>ANO</strong>, OIDME:<br />
'Mañana vais a elegir a los que han de formar ci cuerpo municipal<br />
que ha de ocuparse seriamente de vuestra felicidad. Mañana vais a<br />
elitrar en ci goce de una pare de vuestra Iibei-tad y cornenzaréis<br />
a probar to que es ser /Thre satjsfaccj6n que no disfrutaron vuestros<br />
mayores aherrojados en ci fango inmundo de La esciavitud; mirad<br />
que el gran negocio que tenéis entre manos, es sin duda de mucha<br />
nflportancja . Guardaos dc dar entrada a las pasiones; buscad en los<br />
quo han do ser vuestro apoyo ci dcsinterOs, la incorruptibilidad y la<br />
sabiduria: quo estén penetrados do, un amor entrañabie hacia vos;<br />
acordaos que escrito esta por fruto de la experiencia do los sigbos,<br />
quo ci puebloque anhela por su dicha, jamáse engafia en Iaelec-<br />
Clófl de los que pueden proporcionársela. No es ci oro, la conde-<br />
CoraciOn, ni la briUantez exterior quo insuLta at pobre, la quo constitue<br />
ci mrito, pues acaso en el humibde zapatero estãn de asiento<br />
las Virtudes; buscadlas y mostrad vuestro juicio y profunda medi-
I 280 Episodios Hislôricos Mxica,,os<br />
tación en sefialar con el dedo al que nicrczca gobernaros; sobrc<br />
todo sed moderados, y huid del espIritu de sedición, intriga Y<br />
tido, para que sefis feliz y os congratuiéis en vuestra acL<br />
eiección.<br />
Mexico 28 de Novierubre de 18r2.--E/ censor de Anteqii ?<br />
Este titulo do ci censor de Antequcra fuC ci pseudónimo ccii que<br />
firnió sus Publicaciones D. Carlos Maria Bustamante.<br />
XII<br />
Algün lector podrá creer que en lo que va a scguir me h propuesto<br />
retratar uiia elección de nuestros presentes tiempos. Pero<br />
juro por mi inima que tal no es mi intención, y Ics invito, si de<br />
eflo quicren convencerse, a registrar los papeles y las historias que<br />
sobre Mexico so hayan escrito V publicado. Si semejanza aiguna se<br />
encuentra, no a mi so debe, sino a que pueblo somos en cuya<br />
naturakza se arraigan y hacen perdurabics los vicios.<br />
Catorce cran ]as parroquias en que estaba entonces diviiido<br />
T1Cxico, y veinticinco los electores que sus vecinos deblan nonibrar<br />
segthi el siguiente orden:<br />
Sagrario: cuatro electores. San Mzg-ut'/, Santa Catarina i/'rtir,<br />
Santa Veracruz, San •osé, Santa Cruz, San Sehostjdu,Sezn.<br />
Pablo, Saito del Agua, dos cada una; Santa Ana, Santa ii/aria,<br />
Acatfan, La Pa/ma, San Antonio de las Jinertas: uno cada iilia.<br />
Pero pongamos los sucesos en acción, en<br />
mente, dándoies do tal niodo mayor interés<br />
Nos hallamos en ci café dc/a Cruz de Illee:<br />
frente por frente del Espiritu Santo.<br />
Todo es en éi bullicio, griterla y desusada anirnación; las bodegas<br />
del dueflo del estabiccimiento parecen haberse convertido en<br />
fzIbricas de moneda, quo en gruesas cantidacles se deposita en ci<br />
cajon del mostrador; ci nacirniento a la práctica de los nuevo dcrechos<br />
politicos, recibe ahundante bautismo do generoso viiO<br />
Baco es ci dios do Ia polltica.<br />
Muchas Son ]as personas por nosotros conocidas que tomafl<br />
asiento en derredor do aquellas mesas de madera, cuva tabia cC
Fw-<br />
y fantástiCOs mãrmoles la mayor parte de aquellos parroquianos<br />
bebe puros los licores; algunos se hacen servir un jarofte, at cual<br />
atribuyen la facultad de despejar la cabeza, haciendo imposible la<br />
ernbriaguez; compónese esta bebida de un vaso de más que regular<br />
taniano Ileno por mitad de café sin azücar y aguardiente catalán<br />
TodQ .onoI huUkio...<br />
-" 1<br />
Salpicado de pimienta. Nuestro amigo D. -Martin Cabrera es uno<br />
de los que mayores elogios hacen de la bebida susodicha, cuya<br />
excelencia para despejar la cabeza, son en efecto tales que no ha<br />
echado de ver clue su suegro D. Sóstenes de Pantoja le arroja, desde<br />
Otra mesa no muy distante, miradas de esa que los poetas supoflea<br />
tan terribles como un rayo; más de cuatro veces D. Sóstenes<br />
ha querido saltar sobre su yerno, no habiéndolo hecho, gracias a<br />
que en todas ellas se to ha impedido el indiferente, pacifico y moderador<br />
farmacéutjco D. CLeofzs Madana.<br />
roMo I<br />
T.i1
1382 Episodios HisI6ricos Mexicanos<br />
- Calma, mi senor de Pantoja! No vava usted a mostrarse más<br />
realista qua at rev; véaio usted: a cuatro mesas de distancia se halla<br />
D. Alvaro do Cervera qua está engordando su bolsillo con ]as prodigalidades<br />
do Venegas; a él más quo a nadie interesa qua esto no<br />
perjudique a Ia causa real y, mirelG tistcd, sonrIe tranquilo, casi<br />
indiferente, corno diciendo: sois unos gritoncs y toda vucstra<br />
pólvora so va an salvas.<br />
—Amigo D. Cleo fãs,—rcspontic ci dc Pantoja:—bien sé yo qua<br />
as Lin corazon do oro, y qua to quo diciendo esti, ci vino<br />
y no su cerebro so to dicta, pero ni asI me agrada escucharic to<br />
que Ic escuchamos: soy partidario de Ia Constitucidn desde el<br />
niornento en qua Ia Constitución as Icy; creo qua las autoriclades<br />
dehen poner todo su empcño en cumplirla fielmente; pero ya que<br />
Sc ha cometido ci error de considerar posible qua un pueblo esciavo<br />
se rija por instituciones libres, quienes vemos at mat debemos 1:r0curar<br />
su remcdio.<br />
—Procurar seria eso,—observó Madana;—cl torrentc se ha desbordado<br />
y no as obra do un minuto cncauzarie de nuevo.<br />
—Pero mientras más minutos se pierdan, mayorcs serán la<br />
dificul tades.<br />
—Señor do Pantoja, Ia fuerza de los torrentes está an Ia union de<br />
las lIquidas columnas quo Ic fornian; si ese torrente se desborda,<br />
cierto as qua invadirá las comarcas próximas A él; pero sus aguas so<br />
cstancarán an los misrnos torrenos anegados v éstos Ia ahsorbc:in.<br />
—Va, sI, pero todo to destruirán an ci primer momento.<br />
—Pues déjese pasar cse primer momento y to demás se har:i pOf<br />
si mismo.<br />
—Puede usted toner razón, señor Madana; pero quién pucde<br />
dejar de quejarse y condolerse de esos primeros dafios? ;cOrno<br />
resignarse a ver quo entre nosotros precede at abuso at uso?<br />
—Déjelos usted correr, qua ellos so despeflarán.<br />
—No, yo no puedo recordar an calma to qua a esos locos hernOs<br />
escuchado.<br />
—Varnos, mi sailor D. Sóstenes, quo la cosa no as para tanto.<br />
—Eso dice usted, sailor Madana.<br />
—Eso repetiré, si usted to quiere.<br />
—Pero se ha fijado usted an que han dicho qua su votacidil Ia<br />
han hecho por medio do innumerabies papeletas todas igualeS,
La Constitución dl Aiio Doce<br />
1283<br />
que en clias se ha procurado que todos los nombres inscritos scan<br />
sin excepción de americanos con exclusion de espafioles?<br />
—Pero venga usted a razones, mi señor de Pantoja: ;acaso no<br />
han hecho cosa semej ante los europcos formando sus listas con<br />
espafloles sin otros americanos que aquellos cuya adhesion les<br />
consta de un rnodo induclabic?<br />
_\ra , pero siendo superior al de europeos ci ncirnero de amencanos,<br />
ci tniunfo seth suyo.<br />
—:Pero qué remedio tiene eso?<br />
—Le tenia, señor Madana, le tenia.<br />
—;Cuál?<br />
—Haber exigido a los votantes que cornprobasen si cran ó no<br />
ciudadanos, va que la Constitución prescribe quc no son ciudadanos<br />
espafloles los habidos o reputados por originarios de Africa,<br />
es decir, mulatos.<br />
—Pero señor de Pantc'ja, Ilevar adelante esa disposición hubiera<br />
equivalido a privar del voto a la gran mayorIa de las castas, al sinnürnero<br />
de rnulatos que forrnan las tres cuartas partes de nuestro<br />
pueblo.<br />
—La ley es Icy, y icy es la Constitución quc asI lo disponc: O<br />
debemos aceptarla por aquello que nos conviene y rechazarla por<br />
lo contrario? Deseng2ifiese usted, senor Madana; no solo no se ha<br />
hecho la susodjcha comprobación, sino quC, corno acabarnos de<br />
oirlo decir, los mismos individuos han votado en difercntes sec-<br />
CiOfles dc las parroquias; los candidatos han comprado a sus dcctores;<br />
a los mozos de esquina se les ha pagado jara que repartieran<br />
las listas dispuestas de anteniiano y Con ellas han votado infinidad<br />
de gentes, sin saber ni leer los nombres que contienen ni conocer<br />
a las personas por las cuales han sufragado: el nümero de votos<br />
ha sido en algunas seccioncs superior al de los votantes y se ha<br />
Cohechado zi los casilleros para que hicieran desaparecer las papeletas<br />
de los candidatos enernigOS; todo ha sido desorden y confu-<br />
SIOfl, los insultos y los golpes han rnenudeado y todo se ha echado<br />
a la broma j la chacota y a la nsa.<br />
Aqu liegaba D. Sóstencs, cuando las puertas vidrieras del café<br />
de la Cruz de Malta se abnieron con estrépito y violencia, y un<br />
hombre apareciO en su dintel, y dando algunos pasos en Ia sala,<br />
dio en voz aita:
i Epzec1:os H:shrzos<br />
—Amigos y señores: en este mornento que son las ocho y media<br />
de Ia noche, se ha concludo la coinputación de votos; ci partido<br />
criollo, que tarnbin sabe arnar al Rey y a España, ha obtenido un<br />
compieto triunfo, queriendo demostrar que es injusta la desconfianza<br />
que so tienc de nuestra fideiidad: ni un solo europco fiura<br />
en lista de Jos electores; senores, iviva Espana! iviva la America:<br />
La voz de , Viva la America! fuC repetida cien vcces con inmcnso<br />
entusiasmo y La manifestación tomó Proporciones imponcutes<br />
cuando so notó que los vivas y exciamaciones eran contestados en<br />
Ia parte exterior del café: los concurrentes todos se lanzaron i las<br />
puertas atropeilándose Jos unos a los otros: Ia calie del Espiritu<br />
Santo estaba ocupada por una multitud ebria de gozo y aicrja:<br />
cuando ci que dió la noticia del triunfo a los parroquianos de la<br />
Cruz do Malta, sa prcsentó a la muchedumbre, niii bocas ritaron:<br />
—Viva Lizardi!<br />
—Viva ci pensador Mexicano!<br />
El habIa sido, en efecto, ci entusiasta notiñcador de la victoria.<br />
Aquella masa do gente cornenzó al fin a moverse en dirección de<br />
Ia plaza, gritando vivas a la Constitución, a Espana, al virey - : Ia<br />
America: al pasar por la esquina de la Profesa, un grupo se hizo<br />
abrir la puerta del campanario de la iglesia ycomenzó un repique,<br />
al cual unieron bien pronto los ecos de sus sonoras Ienguas de<br />
bronce ]as campanas de Ia Catedral, y rnuv luego también las<br />
de todas las parroquias y demás templos do la ciudad.<br />
Los demás grupos se dirigieron al palacio a aclamar al vircv, y<br />
con grandes gritos Ic pidieron que hiciese sacar a la plaza Ia artillerIa<br />
para hacer saivas: a esto no accedió ci virev, pero no por eso<br />
decavó ci entusiasmo, y por primera yea en Ia capital se vió interrumpido<br />
ci silencio de la noche por una rnanifestación espontinca<br />
y popular.<br />
Aquello duró varias horas hasta que ci virey cnvid a su secrctario<br />
a las iglesias para hacer cesar los repiques é invitar a las gentes<br />
a rccogcrse en sus casas.<br />
Todo ci mundo obcdeció sin oposición de ningtin gCnero, v aI<br />
siguiente dIa las calies recobraron su extraña animación, prertitándose<br />
ci pueblo vestido de fiesta y volviendo a ensordecer OS
F-<br />
Lj CenstzluetYn d,-1,4 " ,) L1ec,<br />
de gracias y se canto ci Te Deum con asistencia de los respectivos<br />
clectores, que fueron colocados en ci presbiterio.<br />
A nuevos y no vistos transportes de entusiasmo se entregó con<br />
este rnotivO ci pueblo, y asI fué que al salir de la rnisa del Sagrario,<br />
D. Jacobo Villa Urrutia, alcaide de corte de la audiencia de Mexico<br />
y uno de Jos cuatro ciectores nombrados por la parroquia, en<br />
cuanto hubo entrado en su coche, la muititud desunciO las mulas y<br />
estiró a brazo ci carruaje hasta conducirle a su casa habitación:<br />
otro grupo de entusiastas hizo poco más ó menos lo mismo con<br />
D. Carlos Maria l3ustamante, nombrado elector por la parroquia<br />
de San Miguel: pero dije mat, más hicieron, pues el grupo de sus<br />
amigos, viendo que D. Carlos se dirigia i pie a la iglesia, se apOderO<br />
del primer coche que haiiO y en Cl le hizo entrar y Ic condujo<br />
entre ruidosas aclamaciones.<br />
La manifestación Ile-6 a tomar tales creces, que ci virey ilegO a<br />
temer un alzamjcnto v mantuvo acuarteladas las tropas C hizo fijar<br />
en las esquinas unos cartelones, ordenando al pueblo que se retirase<br />
de las calles, so pena de que las patrulias hicieran uso de las<br />
armas si encontrasen la más leve resistencia.<br />
No hubo de ello necesidad; ci pueblo quiso dar ejemplo de prudencia<br />
y moderaciOn, y la ciudad recobrO su tranquilidad antes de<br />
caer la noche.<br />
ko., Venegas no habia temido vanamente que aquelta manifestación<br />
pudiera haber degenerado en un movimicnto peligroso.<br />
Nada es tan comun como ci abuso de la lihertad en Jos pueblos<br />
no acostumbrados ni educados para ejercerla; nada tampoco tan<br />
general corno ci desprecio con quc las autoridades basadas en la<br />
traicidn, yen a los poderes nuevos y populares.<br />
Buena dernostracjOn de ello fué lo que a referir voy y sucedid ci<br />
dia 3 de Dicjcrnbre siguiente.<br />
Cc-lebra la Iglesia en tat fecha de todos Jos aflos a San Francisco<br />
Javier: fuC nor lo tanto en aquel de mil ochocientos doce ci santo<br />
ddirey D Francisco Javier \Tenegas.<br />
Si despus y bajo ci imperio ab3oluto de la Repübiica hemos<br />
IS
if<br />
visto y aun seguimos viendo, que la adulacióii y ci servilismo no<br />
olvidan felicitar en su santo al gobernante, no parccerá extraüo<br />
que en aquella atrasada época, otro tanto se hiciese dc lo nnsrno.<br />
Entre las distintas corporaciones que acudieron a felicitar al<br />
virey en su palacio, se le ocurrió presentarse at grupo de los nuevos<br />
electores.<br />
Venegas, que en clios veIa una reunion legal de enemios de<br />
España, y Ia causa y motivo de las manifestaciones tumultuarias<br />
de los dlas anteriores, los recibió con desabriniiento y patentes<br />
reservas, sin cuidarse de si podrIa disgustarles y ofenderics, corno<br />
asI sucediO en efecto.<br />
La noticia corriO en breve por la ciudad, y europeos y ;imcricanos<br />
la comentaron con palabras en que respectivamente unos<br />
a los otros se ofendieron.<br />
Dc los elcctores fué, quien menos gala de prudencia hi:;-,<br />
la parroquia de Acatlán D. Francisco Galicia, antiguo gobcrnador<br />
de la parcialidad de indios de San Juan.<br />
Galicia anduvo enseñando zi cuantos Ia quisieron ver, una carta<br />
dirigida a D. Ignacio RayOn en Ia que Ic referia los incidcntcs de<br />
Ia elección des6gurándolos con mil incxactas especies, cornu por<br />
ejemplo, las dc que ci pueblo habla acianiado abiertamente a Ia<br />
Junta y pedido 12 muerte de los espafloles: afladió que contaba COP<br />
catorce mil indios insurgentes dentro de la capital con los cuales<br />
no se habIa echado sobre Venegas por tenerlos desarmados: pero<br />
que si RayOn queria con sus ejércitos acercarse a Ia ciudad, éJ, al<br />
frente de sus indios, se presentarla al virey haciéndole creer que<br />
era amigo suyo y pidiéndolc armas para defenderle, logrado lo<br />
cual, ]as volveria contra los espanoles abriendo a la Junta lag<br />
puertas de la capital.<br />
No crean mis lectores que es dicha carta una suposiciOn mia:<br />
existiO realmente, y Rayon la recibió y comunicO a Verdusco y la<br />
encontraron los realistas en ci equipaje de este Oltimo en una de<br />
las derrotas que con repeticiOn extrafla sufriO ci bueno y no afor<br />
tunado Doctor.<br />
Pero no fué D. Francisco Galicia quien proporcionO a Veneg35.<br />
el suspirado pretexto para dar un golpe terrible a Ia libertad, aCOt<br />
dada por Ia Constitución. Cü pole esta rnalandanza I D. Joaquin<br />
F'.tnL: f:::!:,
_'I<br />
La Consiituciôn dcl Aiio Doce 1287<br />
dIa 3 de Diciembrc, artIculo en ci cual, en son de franqueza, dijo<br />
at virey nuestro amigo: cEs V. E. un miserable mortal, un hombre<br />
corno todos y un itomo despreciable a Ia faz del Todopoderoso,<br />
y V. E. ha errado por consiguiente por la necesidad de oir ci<br />
ajeno dictamen, pues las mas sanas intenciones ]as suele torccr la<br />
malicia, la ignorancia y la lisonja.<br />
Grande fu6 ci escándalo que dicho artIculo produjo, máxime por<br />
haber tocado en él la cuestión referente at bando del 25 de Junio,<br />
por ci cual quito Venegas at ciero las inniunidades que habIan<br />
proporcionado no despreciables garantIas de seguridad y defensa a<br />
los ecIesiIsticos quc abrazaban ci partido de la insurrección.<br />
Ochoa, unido a Lizardi por verdadero cariño fraternal, se apresuró<br />
a presentarse en casa dc su amigo.<br />
—Te has tr:iI —lu dl ) al entrar;—y has perdido a todos los<br />
tuvos.<br />
—Asustadizü- mi vida, i-ni buen Anastasio,—contestó<br />
cariflosanicute Lizardi.<br />
—No es Un vano ternor ci que aqul me trae, mi buen amigo.<br />
—Qué es, pues, to que pasa?<br />
—Que ha irritado grandemente at virey ci lenguaje irrespctuoso<br />
que has empleado para dirigiric la palabra.<br />
—Pues qué, acaso ci virey habla olvidado quc en su elevada<br />
autoridad no ha dejado de ser un simple mortal como nosotros?<br />
Acaso ha tornado a rnai que haciéndole yo la justicia de creerle<br />
Sano y recto en sus intenciones, haya atribuido sus errores a la<br />
pertidia de sus consejeros?<br />
—La verdad, amigo Joaquin, bfende siempre a los poderosos.<br />
- ;y tiene aiguien Ia culpa de que la verdad sea superior a<br />
todo?<br />
—No disertemos, Joaquin: no es a eso a lo que he venido.<br />
— A qué entonces?<br />
—A decirte que ci virey ha hecho reunir ci Real Acuerdo: de<br />
esta reunion saldrá, asi lo creo, aigo que puede serte pci-judicial,<br />
algo que sea un peligro para ti...<br />
peligro para rni!—repitió con arnargo desdén Lizardi,qoé<br />
puede irnportarrne eso?<br />
- Pobre amigo nfo - observO con profunda pena ci buen<br />
choa;n0 has podido aün voiver a amar esta vida?
t:!88 Episodios Histricos Mexicanos<br />
—No, Anastasio, no,—contcstó Lizardi;—más dura y amarga<br />
me parece cada vez!<br />
—.Y Remedios?<br />
—Remedios no me ama, amigo nna.<br />
—;Ya le has hablado?<br />
—No; me ha faltado el valor.<br />
—Entonces...<br />
—Escüchame, Anastasio: fácil me fué conquistar por entcro la<br />
amistad y adhesion de su fici criada Chole: para ello no tuve qua<br />
emplear ningunas malas artes: esta buena rnujer rue estima jorque<br />
ha visto la buena fe con qua me he declarado el oculto favorecedor<br />
de su señora. En pocos dIas mis confianzas han sido muchas y<br />
grandes con Chole, y pot medio de estas confianzas puedo decir<br />
qua he leid en ci corazán (Ic Rcmcdiís Rcracdi s no puede<br />
amarme.<br />
—Por qu<br />
—Porque Remedios ama a utro.<br />
--Imposible: ella misma te jurO que no seria d hombre aLuno,<br />
ya qua no podrIa borrar de su memoria Ia de Garcia Alonso.<br />
—;Y tü crees al corazón humano capaz de cum p hr iuramcntOS<br />
semejantes?<br />
—Por qué no, si th y yo los hemos cump1ido<br />
—jTd y yo! ;tienes razón! Pero acaso sabemos ni nosctrs flUS<br />
rrios, por quc nos niunblnicni t tu ( biad du )L tH :1 mi<br />
Remedios yo<br />
—;Joaquin :e s preunta<br />
—Esa pregunta es lOgica y natural: pOr nii parte te ascguro que<br />
más de una vez rue he sorprendido con ella misma: si, Anastasio,<br />
por qué amo yo a una mujer qua me olvida por otro, y zion<br />
después de muerto ha continuado amándole?<br />
—Joaquin, no seas injusto con esa mujer: si ella hubicra sido en<br />
efecto esa volubilidad qua tni supones, tiempo hace qua ft habra<br />
hecho su duefio. Pero no as esa mujer una mujer comün: iba<br />
tu esposa, cuartdo seducido por su belleza, Garcia Alonso la hiZO<br />
vIctima de un rapto: su alma, no hecha para el vicio, aceptó ci sacriticio<br />
y ama al autor de su desgracia qua la ofreció hacerla SLI<br />
esposa: no lo quiso la fatalidad y abandonada por él te busci ;l<br />
pero sOlo como un amo. rechz6 tu a!orac pu: azn
1w. La<br />
haher sido para ella Ia felicidad: ci motivo ella to lo dijo francarnentc:<br />
4110 soy digna do ti', to repitid den veces: 4soy una vIctima,<br />
no una criminal; merezco compasión, pero no desprecio: si<br />
aceptase yo tus ofertas podrIas un dia despreciarme, y tu injusticia<br />
me haria desgraciada, y no quiero serlo mis de lo que soy.<br />
—Pero es quo yo no pudiera haber comctidojarnás esa injusticia<br />
v menos después de muerto Garcia Alonso.<br />
—Lo creo, pero la resoiución de Remedios fu6 dictada por la<br />
más noble delicadeza.<br />
--For qué entonces abandona por otto esa rcsolucidn y no<br />
por mi?<br />
—Quizás por eso mismo.<br />
—No comprendo.<br />
—Me explicaré: td ibas a ser su esposo cuando Garcia Alonso Ia<br />
hizo su vIctima, y esta consideración Ia obliga a alejarse de ti.<br />
—Pero si yo be prometi olvidarlo todo...<br />
—En eso precisamente estuvo ci nial.<br />
—Quo eso digas me sorprende.<br />
—No debe sin embargo sorprenderte. Si sus amores con Garcia<br />
Alonso hubieran sido hijos de una volubilidad 6 uii crimen, habrIa<br />
sin duda sido más ó menos inexplicable, pero al fin generoso ci<br />
olvido. No existiendo delito suyo, no nccesitaba tu olvido, y al<br />
prornetét-sebo Ic inferiste una ofensa: su inculpabilidad en ci atropello<br />
de quo W victima, la constituyó, al morir Garcia Alonso, en<br />
su viuda, y en tal estado es la mujer tan respetabbe y digna de consideración<br />
y respcto como antes de sus primeras nupcias; su segundo<br />
marido no tiene rnás derecho racional y legal que ci de<br />
exigir no se le oculte la verdad: precediendo esta decbaración, ci<br />
hombre sahrá si le convienc ó no aceptar Ia mano do una muier,<br />
pero picrde el derecho do rccrirninarla por su pasailo: no ncceita,<br />
pues, olvido.<br />
—Quizas tienes razón, hermano niio,—observ ' Lizardi,—pero la<br />
SOcie dad<br />
—La sociedad puede ejercer su imperio sobre el crimen, nunca<br />
Sobrela desgracia; y ci hombre que no puede hacerse superior a<br />
flJUsticias do la sociedad, no tione det-echo a quejarse del daño<br />
que so le siga. Por eso Remedios, que no contribuyó en modo alguno<br />
al crirnen do Garcia Alonso qu tnc SU conciencia limpia<br />
:<br />
Consiiiuciôn del Año Dccc 1 289<br />
TOMO I 2
I 2?) t:J;o 1:E ' r:c .'Ix:.;:s<br />
de toda niancha, y por lo rnismo piensa como yo picnso, no quiso<br />
aceptar tu adoración, en la cual descubrió algo como un sacriticio<br />
de tu parte. Pero,—añadió Ochoa, cambiando sübitamentc de<br />
tono;—acaso te consta que Remedios ama a otro?<br />
—Si.<br />
—A quién?<br />
—A D. Alvaro de Cervera.<br />
- Imposible!<br />
—Por lo mismo quo debiera ser imposible, puede ser cierto.<br />
—Cómo lo sabes?<br />
—For conducto de la sirvienta de Remedios.<br />
—Pues la sirvienta de Remedios ha mentido!—dijo con severa<br />
é indignada voz D. Alvaro de Cervera, presentándose do improviso<br />
en Ia puerta de la habitación de Lizardi.<br />
XIV<br />
Asombro ilimitado fu6 el que nuestros dos amigos experirncntaron<br />
al ver presentarse a D. Alvaro en aquel lugar; pero este asombro<br />
duró poco, y Lizardi, poseIdo de cólera, ton-16 su espadmu, y<br />
con su hoja desnuda se Ianzó sobre el recién venido.<br />
D. Alvaro no se descuidó, y desenvainando su acero, dió tan soberbio<br />
quite, que ci arma de Lizardi saltó de manos de éste, yendo<br />
a partirse en dos pedazos contra uno de los angulos de Ia sala.<br />
Ripido fué todo esto, y no duró más espacio do tiempo quo el<br />
indispensable para que D. Alvaro dijese:<br />
—Calma, ira de Dios, Sr. Lizardi, que como amigo vengo!<br />
—iComo amigo usted! . . .—exclamó colérico Lizardi.<br />
—Como amigo, Si; y dispuesto a no dejarme interrumpir, aunque<br />
para ello tenga quo cortar a ustedes la lengua.<br />
Lizardi gritó sin poder contenerse:<br />
—Usted, ci cobarde perseguidor do Remedios!<br />
—Perseguidor ayer, si; su padre hoy, su padre, caballeros! —reS<br />
pondió D. Alvaro visiblemente emocionado.<br />
Lizardi y Ochoa no acertaban a salir do su estupor: todo pudiC'<br />
ron habérselo imaginado, menos esto, quc por otra parte, ciertO<br />
debIa ser, pues la verdad se revelaba en la voz do D. Alvaro, quiefl
W_ La Constilucióst del A,io Doct 1291<br />
I<br />
habia dejado de ser ci orgulloso y provocativo cortesano, convertidose<br />
en un hombre grave, rnecurado, respetable casi.<br />
—La relación que acabo de hacer a ustedes,—observó D. Alvaro<br />
volviendo a envainar su acero,—les ha sorprendido, lo cornprendo:<br />
no menos asombrado estoy yo de siceso semejante, y ya<br />
IT<br />
- 4<br />
L<br />
I j 9<br />
1i<br />
Asn,bro iUmitado fué...<br />
que hasta hoy he sido implacable enemigo de ustedes, vengo a solicitar<br />
su amistad, y quizás también su protccción.<br />
Lizardi, que poco a poco habia ido recobrándose, queriendo re-<br />
Sistirse a la evidencia, dijo con cierto reposo a D. Alvaro:<br />
—Temible viene usted siendo para nosotros desde hace algiin<br />
tiempo , Sr. D. Alvaro de Cervera; no obstante esto, me ha visto<br />
Usted luchar con empeño contra sus trazas: si una nueva infamia<br />
6 Supercheria
1292 Episodios Hisiôricos Mexica,:os<br />
—Sr. Lizardi,—dijo D. Alvaro interrumpién dole: —Ios mornntos<br />
son preciosos: en mis enemistades jamás he recurrido d Ia<br />
bajeza, y siempre he atacado de frente y sin disfraz: hãganme<br />
ustedes esta justicia, y escüchenmc con paciencia: no habré de<br />
cansarles mucho, me importa ser breve, porque, lo repito, los<br />
mornentos son preciosos, é importa aprovecharlos.<br />
—Hable usted.<br />
—La arnbición ha sido siempre mi mayor delito, y la fuente de<br />
cuantos en mi vida Ilevo cometido.s: la arnbición es boy quien me<br />
transforma y regenera, poniendo en mis manos la redencidn en<br />
figura de esa hermosa joven, que ustcdcs y yo conocemos con ci<br />
nombre de Remedios: va a serb, si Dios quiere, de todas nuestras<br />
heridas. Escchenme ustedes. Uno x-nenos de Jos afios que Rcrnedios<br />
cuenta, tenla yo de vida cuando en Ia corte de Madrid me<br />
enamoré por prirnera vez en Ia historia de mis arnores, de una dcvada<br />
señora de Ia corte; tenia entonces, como hasta hoy he tenido,<br />
por norma de mi conducta, una voluntad incapaz de retroceder<br />
ante obstácuio alguno, cuaiquiera que ëi fuese. No amortiguó,<br />
piles, mi pasión, la noticia que tuve de que la dama Se habia casado<br />
recientemente con uno de nuestros primeros titulos. Fortuna 6 fatalidad,<br />
la elevada dama correspondió a mi pasión, y durante seis<br />
meses, ful yo su unico duefio, disfrutando de tanta más tranquila<br />
felicidad, cuanto que el marido de la condesa, pues condesa cra,<br />
habia sido enviado a la corte francesa por ci rey de Espafia, con<br />
una importante y delicada misión; lievaba ya en su seno ci fruto iI<br />
nuestros crirninales amores, cuando obscureció ci ciclo de nucstra<br />
delincuente dicha una carta del conde, anunciando su prdxinlu regreso.<br />
Cegãronme mis diez y ocho años, y no queriendo resignarme<br />
ii perder mi hasta entonces tranquila felicidad, y rnenos aün dejar<br />
expuesta a ml victima a la justa venganza de su marido, sin dirselo<br />
a entender a ella lo niás minimo, sail de la corte, esperc al<br />
conde en Valladolid, Ic insulté atrozmente en cuanto le vi, v en<br />
igual y noble duelo Ic arranqué La vida con mi espada.<br />
Fui por cilo reducido a prisión y encerrado en un castillo, en<br />
ci cual, y durante mas de un año que en él permaneci, nada supe<br />
de La pobre condesa. Obtenida nii libertad por influjo de mis padres,<br />
volvf a la corte, y en ella supe que Ia condesa habla pasado a<br />
Mexico al servicio de la vireina. Quise volar a su lado, pLro 10
La 1<br />
impidió mi familia con su severa vigilancia, y, sefores, yo era Jo-<br />
'en y '-Ic buenas prendas; mi primera y sangrienta aventura me<br />
daba cierto barniz interesante; ]as darnas de Madrid eran muchas y<br />
beflas, y no tardé en olvidar a la condesa, y engolfarme en nuevas<br />
y no menos dramáticas aventuras: sin duda mis inclinaciones fueron<br />
muy malas, pues congenié con ci crimen, del cual no pude apartaTMe<br />
por más que serios disgustos me vaiió. Ni es una confesión<br />
Ia que estoy haciendo a ustedes, ni hace ahora al caso el relato de<br />
mis aventuras, ni es para nadie un misterio cámo y pot qué vine<br />
a dar en esta Nueva Espana. No han sdo en ella escasas mis vIctimas,<br />
y Remedios, me horroriza ci pensarlo, debió haber sido una<br />
de tantas; pero más que su belleza y encantos, me sedujo Ia noticia<br />
que tuve de la colosal fortuna de que es dueña: esta fortuna parece<br />
etar principalmcnte formada por bienes que en un dia pertenecieron<br />
al o pulento monasterjo de San Francisco, bienes de que con<br />
suprema habilidad se apoderó ci célebre embaucador Garcia Alonso,<br />
que habiendo arnado zi Remedios con tan insensata corno Cxtrana<br />
pasión, la constituyó, mucho tiempo antes de morir, en su<br />
legitima heredera, constando esto en escrituras que VI) me encargué<br />
de hacer desaparecer apoderándome de ellas. No quicro referir<br />
a ustedes los recursos que para ello puse en juego, resultándome<br />
Casi todos ineficaces y contrap rod ucentes: lo ünico que 1Iegu a lograr,<br />
fué aislar j mj victirna como lo he conseguido fácilmente,<br />
en medjo de esta sociedad ruin y preocupada. Hace algunos dIas<br />
que con mil arteras mafias, he logrado hacerme de confianza en la<br />
Casa de Remedios, y asI es como ha venido a dar a mi poder una<br />
caja que yo crel depósito de las suspiradas escrituras, y que abierta<br />
me ha descubierto el screto de la procedencia de Remedios: en<br />
esa caja encontré una especie de relacidn hecha pot los supuestos<br />
padres de Remedios, en cuya relación dicen éstos que la nina fué<br />
depositada en el zaguán de la casa en que moraban, cuidadosa-<br />
'flente envuelta en ricos panos de los que pendIa una gruesa bolsa<br />
con una fuerte cantidad de oro, y un retrato de mujer encerrado<br />
en Una cajita de cobre perfectamente soldada en su abertura; a la<br />
fllña, at dinero y a la caja misteriosa, acompanaba un papel escrito,<br />
recomendando a la infeliz criatura, y exigiendo a las personas<br />
a las cuaies se recomendaba, que por ningun estilo abriesen la caja<br />
que COntenIa ci retrato de la madre, hasta quc ésta 6 un emisario
1294 Episodios Histiricos Mexicanos<br />
suyo se presentase a reclan-jar a la nina, mostrando otro retrato en<br />
un todo igual: conciuIa el papel prometiendo a aquellos a quiunes<br />
iba dirigido, que anualmente recibirIan para educación y mantenimiento<br />
de la nifia, una suma igual a la contenida en el bolsilic referido:<br />
aflade la relación susodicha que paso un año, y Ia per)na<br />
que debla haber itevado ci prornetido dinero no pareció: sucedió<br />
to mismo en los tres siguientes, y entonces los supuestos padres<br />
abrieron Ia caja de cobre por ver si ella contenia alguna indicacóit<br />
que pudicra series ütii; la caja solo encerraba un rctrato en miaiatura,<br />
y estas palabras: cpues habéis sido indiscretos, silencio, y no<br />
hagáis mayor mi desgracia. Se-tin Ia relacidn que en extracto<br />
traslado a ustcdes, la nina tendria diez años cuando su supuesto<br />
padre murió y continuó la esposa de aquci bravo hombre sirvién<br />
dole de madre: quiso ésta casarla con usted, Sr. Lizardi, pero Ia<br />
joven desapareció: la buena mujer no pudo resistir a este iiitimo<br />
golpe, pues arnaba como hija a Remedios, y sintindose morir, se<br />
dirigiO at franciscano Garcia Alonso, y puso Ia relación susodicha<br />
y el retrato de la dama desconocida, en manos de aquel hornbre<br />
que en su dobie personalidad habia sido ci raptor de Remedios. \<br />
bien, señores, el retrato es éste, véanlo ustedes, y ese retrato es ci<br />
de Ia condesa de la Granja, que tat fué ci nombre de la mujer objeto<br />
de mis primeros amores, que murió, segán he podido averiguar,<br />
a consecuencia del nacimiento de su hija. Remedios es, por<br />
to tanto, hija de la condesa, y por consiguiente hija mnIa.<br />
D. Alvaro dejO de hablar, y en tan difIcil situaciOn ni Lizardi Ili<br />
Ochoa se atrevieron a decir palabra alguna.<br />
D. Alvaro fué ci primero en hablar, y dijo:<br />
—Creo a ustedes bastante generosos para no abandonarme en mi<br />
aflicción.<br />
—0. Alvaro,—contestO Ochoa,—nos tiene usted a sus órdenes.<br />
—A su entera disposiciOn,—añadió Lizardi.<br />
—Gracias, señores; me son ustedes más necesarios de to quo se<br />
imaginan.<br />
—;Que puede usted temer que no haya de vencerlo ci indujo de<br />
que en esta corte goza?<br />
—;Todo, senor Lizardi, todo!<br />
—No comprendo.<br />
—Todas las aschanzas que acumul6 on torno ck jcniedl0&
La Consiiluciôn del Aüo Dccc<br />
cuando no podia suponer quien fuese, se vuelven hoy en contra<br />
nila, y tales son esas asechauzas, amigos mIos, quesólo Dios, al<br />
cual pot vez primera en mi vida estoy invocando, que solo Dios,<br />
repito, puede ayudarrne a conjurarlas; si en dos dias no lo consigo,<br />
ml hija está perdida.<br />
—Pero qué ha hccho usted, desventurado?—exclatnO Lizardi entre<br />
compasivO y colérico.<br />
—He demostrado que mi hija infeliz es una sacrilega maga y<br />
una horrible envenenadoral<br />
—1lnfelizl iqu6 es lo que usted ha hecho!—exclamO iracundo<br />
Lizardi.<br />
—Anoche mismo el Santo Oficio, mientras yo entretenia a Remedios,<br />
se presentó en su casa y desenterró los Cristos, que yo mismo<br />
habia enterrado en las habitaciones del piso bajo de su casa,<br />
y recogiO los filtros, venenos, huesos, cráneos y mil ridiculos objetos<br />
que hice introducir en su casa para motivar la acusación, y<br />
perderla conio quizás Ia he perdido.<br />
—;Ohl ; miserable! —gritO Lizardi yendo a arrojarse sobre don<br />
Alvaro.<br />
Este se irguiO con la soberbia que Ic era caracteristica, y cogiendo<br />
con manos de hierro los punos de Lizardi, y rechazdndole<br />
con violencia, exclamó<br />
- iAlto ahil i vive el cielol no he venido aqul a oir recriminacioiies<br />
que nadie con más energia que yo mismo me hago puede hacerme;<br />
jucz de ml mismo soy y a ml mismo me basto; lo que<br />
ahora importa es salvar a mi hija; para esto vine a ustedes, no me<br />
Obliguen a privarrne de su avuda irritando ml cOlera, porquejurO a<br />
Dios, y sabre cumplir mi iurirnflt'. ijue rnatarc a ustecles conlO<br />
a perros.<br />
Al decir csto, los ojos dc D Alvro aflzal)an ray os de terrible<br />
Colera y tremendo enojo.<br />
OR xv<br />
1295<br />
Rotnpiendo por todo tradicional respeto, y sin detenerse a pen-<br />
Sar que su loco regocijo iba a soidar de nuevo ]as viejas cadenas,<br />
ci Partido crjollo no se contuvo en las manifestaciones de contento
i 296 Episodios Hisidricos Mexicanos<br />
a que no sin sobrada justicia dió origen su triunfo en ]as elccciones.<br />
La noticia del desaire corrido por el virey a los clectores que<br />
acudieron a felicitarle por ci dIa de su santo, no fu6 sino Un mo.<br />
tivo rnás de satisfacción para los insurgentes, pucs claro hahiales<br />
dado a entender Venegas, que la victoria Ic tenla irritado; ci liecho<br />
Cs que ni un solo curopeo consiguió triunfar en ninguna de las<br />
parroq uias.<br />
Con este motjvo ci Diana dt' Jléxica, quc aprovech6 la libertad<br />
de imprenta para insertar en sus páginas la Constitución de los Es.<br />
tados Unidos, dando a entender que i su rnodeIo deberIa ajustarse<br />
la de Ia naciön mexicana una vez constituIda, publicó, firmado por<br />
Anfniso, lo siguiente:<br />
A la portentosa unidad de opinion con que votó Ia Parroquia<br />
del Sagrario a sus electores para ci Ayuntamiento, ci 29 del pasado<br />
Noviembre.<br />
;Salve, voto fe1i, patricio fuego!<br />
;Salve, admirable zøiw,: del mexicano!<br />
;Salve, &omn sentir maravilloso!<br />
Salve. adorada Patria suelo caro<br />
sPorque ya reconoces tus derechr,<br />
Pues a un edicto no ha dos soles Jii<br />
Tu duodécima parte cifra en uno<br />
cinco y medio millares de sufragio.<br />
b;Envidiete la Esparta, ceda Ron,<br />
Troya, Ia Grecia, el mundoL.. qu-<br />
;() hemos volado 5 Atenas este dfa,<br />
0 Mexico en Atenas se ha tornado!<br />
La verdad es que no podia decirse ms en tan dificilcs, :,scurOS<br />
y arnpulosos versos.<br />
Pero no era Venegas hornbre que se parase en pintas, y apoyafl<br />
dose, corno ya se dijo, en Las inconvenientes palabras ve,tidas por<br />
Lizardi en ci Pensador, rcunió al Real Acuerdo, y de lo quc en<br />
paso dará a mis lectorcs idea suficiente el bando que copio zi con'<br />
tinuaciOn, y se publicO ci cinco de Diciembre:<br />
HABIENDOSE notado en ci poco tiempo que lieva d publl<br />
cada la libertad de iniprenta, ci abuso rnás escandaloso hecho de<br />
ella en los periOdicos y demas papeles impresos, hasta un extrcm°<br />
de notable trascendencia contra ci orden p6b1ico, por haherse nla<br />
f.;stiIo n fli\ 1:1 T--
La CousliIuciô,: del Aio Dote i<br />
rivalidad que con lisonja de todos los bien intencionados se habia<br />
casi extinguido, liegando al exceso de haberse dirigido impresos<br />
irrespetuosos v aun injui-iosos a las prirneras autoridades, resolvI<br />
cekbrar Acuerdo Pleno de Señores Ministros de esta Real Audiencia,<br />
con mi asistencia, y an dl fueron conformoes doce de los<br />
trace quc concurrieron, an suspender dicha libertad por ahora y<br />
niientras duren los motivos que precisan a. tomar dicha providencia,<br />
y el otro señor ministro fud de dictamen de qua debIa imponerse<br />
silencio y prohibir que continen 6 salgan nuevos impresos<br />
an punto qua pueda danar la tranquilidad püblica. Y conformándome<br />
con ci voto de los doce referidos señores qua lo dieron unánimes,<br />
he resuelto suspender por ahora la libertad de imprenta y<br />
restabiecer las antiguas leyes y reglamentos que la limitaban,<br />
reservándome ci volver a. restabiccer la libertad constitucional,<br />
luego que hayan cesado las extraordinarias gravIsimas circunstancias<br />
que me han obligado a suspenderla. Y para qua liegue a.<br />
noticia dc todos, mando, etc.<br />
Complemento de este bando fué otro de la misma fecha prohibiendo<br />
ci repicar a vuelo las esquilas de las igiesias, sin permiso<br />
previo y por escrito de la autoridad, y la formación de grupos an<br />
las calies, ambas cosas bajo la pena de diez años de presidio a. los<br />
COntraventores<br />
Fueron causa de qua estas disposiciones se dictasen con cierta<br />
precipitacióii, las noticias qua habIanse recibido de sucesos de<br />
graVisinia importancia.<br />
Hdlos aquI:<br />
Catorce dias de fatigas v cansancio empleó ci ejército del señor<br />
Morelos an atravesar la distancia que separaba a. Tehuacan de Ia<br />
Ciudad de Oaxaca, cuva tomna fud ci objeto de aquelia su misteflosa<br />
expedición. Dc todo tuvieron qua sufrir an aquellos catorce<br />
dias las huestes independientes, y muchos de sus soldados pere-<br />
C ieron, ya por efecto de las inclemencias del tiempo, ya por los de<br />
la necesidad a. que los redujo la escasez de viveres, ya rendidos<br />
Por la fatiga, pues fud preciso conducir a. brazo la artillerla en los<br />
Pa.sos dificiles, ya por fin siendo arrastrados por las corrientes de<br />
111 rIos de Quiotepec, Cuicatian y de las \Tueltas, muy crecidos an<br />
aquel mes de Noviembre.<br />
Pero si hjen ci Sr. Morelos puso a prueba ci sufrirniento y cons-<br />
TOMO I
1298 Episodios flisidricos Mexicanos<br />
tancia de sus tropas at elegir el carnino clue eiigió, su prevision no<br />
fué vana, porque los realistas, no imaginándose que pudicra atreverse<br />
A elegir ci peor carnino, no se cuidaron de guardar los muchos<br />
pasos dificilcs en que abundaba allI la Sierra Madre, v los<br />
insurgentes liegaron sin disparar ni un solo tiro al valle de Etla el<br />
dia 24 de Noviembre, y desde 61 saludaron con gritos de guerra y<br />
esperanza de victoria a la antigua Antequera, a la moderna Oaxaca,<br />
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cuva silueta dibuahas en c1 horizonte, rccortándosc las agujas de<br />
sus torres sobre ci encendido fondo de un cielo iluminado porcl soI<br />
poniente.<br />
La prirnera noticia que de la proxirnidad de los insurgentc tU<br />
vieron los realistas, fué verbs descender de las aituras de San<br />
Juan del Rev y extender sus compactas columnas por ci va!lc en<br />
dirección de Ia ciudad, de Ia cual se desprendieron diferentes gU<br />
n-ilias que, batidas por las avanzadas, vidronse en la precision de<br />
volver a encerrarse dentro de sus fortificaciones. Eran éstas de tal<br />
rtiIii.<br />
';•
W, La Conslj/:icióiz del Ai7o Doce 1299<br />
y muy lejos estaban de poderse liamar inexpugnables. En su direccEdn<br />
habian tornado parte y encontrádose más de una vez en<br />
oposición, los jefes militares y las dignidades eclesiásticas. Aunque<br />
el teniente general Gonzalez Sarabia, fuesc ci jefe superior de<br />
la plaza, nada se hacIa en ella que no se resintiese de la influencia<br />
y prestigio que en aquella levitica ciudad ejercian sus autoridades<br />
eclesiásticas. Su obispo, ci Sr. Bergosa, facilitó la mayor partc del<br />
dinero que las obras exigian, y levantó un regirniento de eclesiásticos<br />
cuyo capitan cornandante fué un religioso espafiol ilarnaclo<br />
Fray Felix, hombre de grandes ingenio y valor, pero a quien fal<br />
taban por razón de su estado los etudios y la práctica indispensables<br />
en asuntos de milicia: de Cl depenclian los regimientos de<br />
frailes, artesanos y vecinos que formaban ci grueso del eCrcito<br />
defensor: las tropas de regulares y patriotas españoles Ilegaban zi.<br />
escaso mrncro, y entre elias se contaban los soldaclos quc ci señor<br />
Morelos puso en fuga al acudir en socorro de Trujano, sitiado en<br />
Fluajapan por D. José Maria de RCguies Villasante, segilu en su<br />
lugar ya dije. Punto ruenos que insignilicante era ci refuerzo que<br />
hahia aportado RCgules a Oaxaca, y poco ánimo podrIan demostrar<br />
en la ocasión, tropas que, como las suyas, habian demostrado<br />
su impotencia, prirnero ante los muros de la heroica Huajapan y<br />
despuCs ante los batalloncs del gran caudillo insurgente: por eSO<br />
Gonzalez Sarabia, hombre valiente, militar honrado y noble y<br />
magnánirno corazón, expuso sin reserva al virey sus tcrnorcs de no<br />
poder salir triunfante de un paso dificil, y sin cesar pedIa refuer-<br />
ZOS, no solo a \Tenegas, sino a cuantos ides realistas puclo hacer<br />
llcgar sus avisos.<br />
Nada consiguiO, no obstante, de los unos ni los otros, y Si no<br />
busco con tiempo una salida a su peligrosa situaciOn rcnunciando<br />
tirnando que ejercia, fud porque a todo se sobrepuso su honor<br />
militar, del cual jamás dejó de ser fiel y celoso guardador.<br />
Pero aun su fatal destino iba a ponerle en un mayor aprietO.<br />
A la muerte del Arzobisoo-virey D. Francisco Javier Lizana,<br />
flombrO la Regencia de Cádiz por su sucesor al obispo de Oaxaca<br />
D. Antonio Bcrgosa y Jordan, cuya noticia fuC celebrada con repiques<br />
y otras manjfestacjones de jtbilo el 25 de Noviembre de<br />
MilOChocientos once, esto es, un aflo antes de la Cpoca cuyos sucesos<br />
relato en este libro. La insurreccidfl de lo que se ilarnaba
300 Episodjos Hisloricos Mexica;zo.<br />
Costa Chica, inquietó a los buenos oaxaquenos que solicitaron del<br />
pastor no los abandonase en aquellas circunstancias y a ello ac.<br />
cedió con cristiana caridad Bergosa. Todo fué bien hasta que<br />
el ejército del Sr. Morelos se presentó a la vista de Ia antigua Antequera.<br />
El Arzobispo electo para la metropolitana, no estirnó:<br />
conveniente aguardar la visita del caudillo insurgente, y pasándose<br />
at convento de Santo Domingo, salió ocultamente en la noche de<br />
I-.<br />
-<br />
:.:.<br />
:<br />
j<br />
... c..i. Ocultamente en la floche<br />
Oaxaca, tomando con sus caudales y familia ci camino de Telniantepec.<br />
Por más reserva con que procuró efectuar su fuga, Ia noticia<br />
corrió rápidamentc por la ciudad, y grande fué ci terror de sus medrosos<br />
habitantes: rnucho debIa ser ci peligro cuando asf los abandonaba<br />
ci hasta entonces fie] pastor: la desmoralización de Jos<br />
ánimos cundió en todas las esferas sociaies, invadiendo aün los más<br />
apartados rincones. Por más que Gonzalez Sarabia hizo, no ConsIguio<br />
moderar ni en lo más mInimo ci pánico terror producido<br />
por la fuga de Bergosa. Las scñoras abandonaron sus hogares, y<br />
con sus hijos y aihajas se trasladaron a los conventos de religiosas,
La Cansfiluciöu del Aüo Dore<br />
en solicitud de un asilo que en aquellos ticrnpos fué sin excepción<br />
respetado: los espafioles ocultaron sus riquezas enterrándoias en<br />
ocuitos parajes 6 arrojándolas en los pozos; las personas más medrosas<br />
rezaban en alta voz pidiendo a Dios misericordia, y los nifibs,<br />
despertados en mitad de sus infantiles sueflos, Iloraban arnargamcnte<br />
y en mil diversos tonos.<br />
El noble, el valiente, ci magnánimo Sarabia, contemplaba aquel<br />
triste cuadro con profundo desaliento: qué podria hacer éi contra<br />
las aguerridas huestes del Sr. Morelos, si toda la ciudad le abandonaba<br />
y en vez de escucharse en sus calles las voces de guerra y<br />
de yen ganza, solo se olan los lamentos de los pusilánimes y los<br />
miedosos?<br />
Porque nada Ic faltase se Ic presentaron Rdguies y Bonavia, comandante<br />
de la brigada de Oaxaca, cxponiéndole la conveniencia<br />
de salir de la ciudad sin aguardar al siguiente dia: fundáhanse en<br />
que, segthi sus noticias, el Sr. Morelos contaba con cnco mu<br />
hombres bien armados y perfectamente dirigidos por los principa-<br />
Iesjefes independientes: ellos en cambio podrian oponerle dos mil<br />
hombres cuando -n as. dos de cuvos tercios los constitu Ian Ia legiOn<br />
cc!esiástica, los regirnientos de artesanos y las compañIas de<br />
indios de Ia Mixteca, que en su totalidad no podIan ser considerados<br />
capaces de defender a Oaxaca: ci resto de ]as tropas se cornponia<br />
de criollos dispuestos pasarse at enCmigO en la primera<br />
OCasiOn: la resistencia era, pues, una terneridad.<br />
Sarabja les contestó:<br />
—En todo caso aun quedarernos nosotros tres.<br />
— Y qué podremos hacer nosotros solos?—preguntó Boriavia.<br />
—Dejarnos rnatar luchando por su Majestad,—contestó resueltarnente<br />
ci teniente general.<br />
Régules y Bonavia se retiraron disgostados y predispuestos contra<br />
su jefe.<br />
—Es una terneridad lo que este hombre intenta,—diio Regules.<br />
va a hacer matar corno a cordero.<br />
—Eso ailá lo veremos, —observO Régules; -yo no soy militar<br />
d<br />
Profesión, y no me creo por lo tanto obligado a hacerme matar<br />
Orno en siervo de la disciplina: si, como es seguro, nos va mal,<br />
figo ya preparado mi escondite y al menos saivaré la piel.<br />
gules, espafiol natural de 'as montafias de Santander, fué co-<br />
1301
1302 Etisodios Hiiôric&s Mexicanos<br />
nociclo siempre corno hombre activo y decidido, pero en Ic absoluto<br />
carecia aün de las rnás ligeras nociones en el arte de la guerra;<br />
favorecido por Ia casualidad triunfó aigunas veces, de rnds 6<br />
rnenos considerables partidas; pero hubo siempre de ser derrotado<br />
por toda fuerza insurgente aun ruedianarnente capaz de habérselas<br />
con los realistas. Cuando ci Sr. Morelos les obligó en 13<br />
dc Julio<br />
a levantar el sitio dc Huajapan, Rdguies se portó bastante mal, y<br />
ci valiente realista Caldelas, antes de morir Como heroicarnente<br />
murid en aquella accicSn, quiso saltar la tapa de los sesos a Rcu.<br />
les, acusándoie de cobarde.<br />
Tal era exacta y fielniente pintada y por primera vez restahiccida<br />
Ia verdad de Jos hechos, la triste situacidn en que Oaxaca se<br />
encontraba en los dias en que fué atacada por el ejrcito del señor<br />
D. José Maria Morelos.<br />
Es nuestra misidn hacer justicia a quien Ia nierece; per cSO<br />
hernos tratado de liacerla a] tunint: cncra! (axaca a Hfor<br />
tu a ado Gonzalez Sarabia<br />
: ':<br />
Radiante de luz y de colores se mosti-6 a insurgentes y realistas<br />
la aurora del rniércoles 25 de Noviembre de mil, ochocientos doce.<br />
El Sr. Morelos, que presentia La victoria que iba a obtener, prO<br />
curd no ensangrentarla, y al efecto dirigio a Sarabia un oñcio<br />
altamente conciliador y respetuoso, intimándole la rendiciOn en ci<br />
término de tres horas, ofreciendo en cambio ]as convcnenteS<br />
garantias a los dcfensores dc Oaxaca.<br />
Quizas hizo mal Sarabia, pero Li nadie did cuenta de til oñCiO,<br />
y atento solo ii sus deberes militares, ni aun se di-n6 contestarie,<br />
puesto que procedIa de jefes que éi consideraba rebeldes y traidores<br />
su rey.<br />
Cuanclo Ia autoridad militar insurgente se presentó en cumPil<br />
miento de su obiigacion a pedir a! Sr. Morelos la orden del d!a, el<br />
caudillo contestd con sublime laconismo:<br />
- ,A acuartelarse en Oaxaca.<br />
La contestaciOn de Sarabia no Ilegd en ci térruino prescrito; el<br />
\J c.'.OS auard toJava atia ilora nias, v ceando sunado,
La Coustitución del ,iño Doce<br />
did la sefial de avance, dividiendo su ejdrcito en seis columnas<br />
cuyo mando y obligacions designd del siguiente modo:<br />
18 Comandante, D. Hermenegildo Galcana: puntos do ataque,<br />
Jos conventOS do Santo Domingo y ci Carmen.<br />
2.' D. Mariano Matamoros, parapeto del Marquesado.<br />
.,a D. i\Ianucl \iicr v Teran v D. Antonio Scsrna . fortin de<br />
la Soledad.<br />
4a Capitán Larios: la Merced.<br />
5.' Coronel Montano: carnino de Tehuantepec.<br />
6a D. Miguel Bravo: su destino acudir en apoyo do la columna<br />
qua le necesitase.<br />
Dc la reserva so encargó ci mismo Sr. Morelos, quien se situd<br />
frente por frente de la Soledad y al aicance de sus fuegos.<br />
A las diez do la mañana los insurgentes cmenzaron su ataque<br />
tocándole el honor de ser el primero an éi A D. Antonio Sesma<br />
con su batalión dc San Lorenzo, formado con los defensores de<br />
Huajapan y titulado de San Lorenzo por ci ruismo Sr. Morelos,<br />
en memoria de que habla sabido resistir a los realistas qua le tuvie-<br />
Ton encerrado an un cIrculo de fueo. A los primeros disparos de<br />
la artillerIa qua con supremo tino dirigia D. Manuel Mier y Terán,<br />
ci tingiado del fortin de la Soledad vino a tierra, y Sesma pudo<br />
hacer avanzar sus tropas cubiertas hasta entonces por los muros<br />
do Ia zanja do defensa: Rguies, qua mandaha ci punto, apenaS<br />
distinguio an las primeras flias los rostros de sus vencedores an<br />
Fluajapan, huyo precipitadamente al interior de la ciudad y sus<br />
soldados mixtecos se rindieron a Sesma. Rdgules arrastró an su<br />
fuga a! coronel Bonavia, encargado de Ia defensa del puente levadizo<br />
quo comunicaba el fortin con la ciudad, qua asi quedo abierta<br />
Pot aquel lado a los asaitantes.<br />
A Ia vez D. Mariano Matamoros, trernolando la bandera negra<br />
concruz roja de su regimiento de San Pedro, se posesioriaba de la<br />
tflnchera del Marquesado, y enalando con sus cafiones la calle del<br />
fl1Smo nombre, abria paso pot ella a sus denodadas tropas.<br />
El bravo D. Hermenegildo fué quien mayor resistencia enCOfl<br />
tro, teniendo qua habdrselas con Ia legion eclesiastica, qua al<br />
mando de su capitán Fray Felix, le hizp un espantoso fuego desde<br />
las torres, vcntas v azotea del convento del Carmen: Matarnoros,Jentr(),.'<br />
1303
1304 Episodios Históricos Mexicanos<br />
derrotados, y los insurgentes solo en el convento de Santo Do.<br />
mingo hicieron trescientos artesanos prisioneros.<br />
Repicaban en senal do triunfo las campanas do los dos susodicho<br />
conventos del Carmen y Santo Domingo, cuando Terdn rcsolvió<br />
avanzar y batir ci edificio llamado ci Juego do Pelota, en ci cual<br />
habianse guarecido los europeos, haciendo desde él Un fuego certero<br />
y terrible: dos veces intentó en vano ci ataque, pues los defensores<br />
no perniitIaii al enernigo ilegar al foso; se presentO entonce<br />
en primera fila un joven durangueno, estudiante que habia sido del<br />
coiegio de San Lidefonso, del cual huyO para lanzarse a la rcv<br />
cion, y arrojando su espada a los espanoies:<br />
—A/ti va mi espada en prendas, —los gritO,—vay por eiIa,—v se<br />
lanzó al foso quc atravesó a nado.<br />
Aquel acto de arrojo fué bien pronto imitado por ]as tropa insurgentes,<br />
y ci Juego de Pelota cayó en poder del heroicojoven cuyo<br />
nombre era D. Felix Fernández; más tarde Ic cambió p' ci de don<br />
Guadalupe Victoria, y fuO ci primer presidente de la Repüblica.<br />
Terán prosiguió sin detenerse hasta el centro niismo do la plaza<br />
y en ella se Ic reunió ci guerrillero Larios, que habIa avanzaclo por<br />
la calle de la Merced sin encontrar casi resistencia.<br />
Gonzalez Sarabia, que observO que todos los puntos do dcfensa<br />
habIan sido cobardemente abandonados, sin quo la resistencia hubiese<br />
merecido este nombre sino en ci Juego de Pelota y en ci Carmen,<br />
determinó entonces abrirse paso por medio de las colurnnaS<br />
enemigas, al frente de su escuadrón de europeos; pero aun dstos Ic<br />
abandonaron, y Sarabia lIegO a verse enteramente solo y tuvo clue<br />
ocultarse en una casa de los suburbios que encontró desierta.<br />
Tres horas escasas después, esto es, a la una do Ia tarde, ci cornbate<br />
habIa concluIclo, y entre vitores y aciarnaciones entraba en<br />
Oaxaca ci Sr. Morelos, que hasta entonces permaneciO frente a la<br />
Soledad, dictando sereno y tranquiio sus drdenes en medio do una<br />
iluvia de balas, ninguna de las cuales se atrevió a hacerle ni el menor<br />
daño.<br />
A las tres, ci general Se sentaba a la mesa que se Ic sirvió en Ia<br />
casa de un europeo apellidado Gutiérrez. A corto rato Ic fuC pre<br />
sentado Rgules, a quien Matamoros aprehendió en el conveflto<br />
del Carmen, oculto en una caja de muerto: se cuenta que IC delato<br />
ci sacristán de aquella iglesia.
Fuese una debilidad extrafia en el carácter y antecedentes del<br />
Sr. Morelos, fuese que en vano hubiera procurado evitarlo, lo<br />
cierto fuë que la torna de Oaxaca se scñaló con escenas horribles<br />
de saqueo y atroces atropellos dc que fueron victima los españoles<br />
y sus casas de comercio que se vieron asaltadas y robadas de Un<br />
modo vergonzoso \ u::ia!1<br />
D. Guadilupe Vc-.<br />
-cdadesca ebria y desorde-<br />
nada.<br />
A los dos clas, i t1it ni:t I ). Antonio Gonzalez Sarabia<br />
fu6 desctbjerto v aprehendido por un soldado, en el momento en<br />
que realizaba su fuga a las doce de la mañana, malamente disfrazado.<br />
Al ser presentado al Sr. Morelos, soiicitó ser tratado con todos<br />
los honores v respetos debjdos a Un noble militar que no habia lie-<br />
Clio rnas que cumplir con su deber- v asI se lo ofrecid ci caudillo.<br />
Tomo I. 10.1
1306 Episodios Histó yicos Mexicanos<br />
Desgraciadarnente, ci auditor nombrado para forrnar!e causa y<br />
cuyo nombre siento ignorar para entregarie al desprecio de mis<br />
conciudadanos, no SUO cumplir con las órdenes del Sr. Morelos,<br />
y tanto trató de rebajar al vencido en ci interrogatorio a que Ic sujetó,<br />
que indignado Sarabia y danclo rienda suelta a la soberbia que<br />
es propia de los caballeros en la desgracia, cornetió la impruclencia<br />
de desatarse en denuestos contra los vencedores, liamd bandidos a<br />
sus jueces y él rnismo dictO con estos actos su sentencia de mu cite.<br />
Püsosele en capilia al mismo tiempo que a RguIes, d intitiles<br />
fueron cuantos csfuerzo hizo ci vecindario para salvar su vida,<br />
por la cuai se ofrecieron gruesas sumas de dincro.<br />
El miércolcs 2 de Diciembre, se levantó en ci Ilano de ]as canteras<br />
un tablado vestido de paños negros, y a las cinco de Ia tarde<br />
Sarabia fud fusilado en t.l: al pie del tablado sufrió también Rguies<br />
igual pena.<br />
El suplicio se verificd en ci mismo lugar en que al principio de<br />
la revolución fueron sacrificados Lopez y Arrnenta, primeras victirnas<br />
de las ideas independientes en Oaxaca.<br />
Fué generalrnente scntida Ia muerte de D. Antonio Gonzalez -<br />
Sarabia, militar por todos conceptos digno de recomendación:<br />
presidente que habia sido de Guatemala, paso a Nueva Espana a<br />
encargarse del mando superior militar, de acuerdo con los preceptos<br />
constitucion ales quc disponIan que los vireyes ejercieran solamente<br />
ci politico. Venegas Ic encargd de la provincia de Oaxaca<br />
en Ia cual tantas creces habia tornado la revolucidn: rnientras eierció<br />
su empleo se hizo qucrer y estimar por Ia discreciOn y moralidad<br />
de todas sus disposiciones, y si más no pudo hacer en dcfensa<br />
de Oaxaca, fué porque ni tuvo elernentos, nLpudo servirle para<br />
nada ci auxilio del estrarnbótico ejército levantado por ci obispo<br />
Bergosa, ejército compuesto de unos cuantos valientes y de una<br />
inmensa mayoria de medrosos y pusilinimes.<br />
Fueron tarnbién fusilados ci cornandante de brigada D. Bernardino<br />
Bonavia, ci capitán D. Nicoiás Aristi, y un muchacho guatemaiteco,<br />
criado de Sarabia: ci delito de este muchacho, a cuya cjecución<br />
no puede caber disculpa, fud ci haber arrancado de una<br />
esquina un bando con Ia firma del Sr. Morelos, con cuya acciO<br />
quiso reveiar ci odio que le inspiraban los ejecutores de Sarabia,<br />
al cual amaba como un padre.
W7, La Constilució,: del Aio Doce 7307<br />
Hicieron los insurgentes con Ia toma de Oaxaca más do cuatrocientos<br />
prisioncros europeos, que fueron puestos en libertad bajo<br />
do fianza, y trcinta de ellos enviados al presidio de Zacatula por<br />
haber parecido peligrosos: además troscientos prisioneros amencanos<br />
que en su mayor parte fueron incorporados a las tropas insurgentes.<br />
Quedaron en poder del Sr. Morelos, sesenta cafiones<br />
y ma de dos mil fusiles, porcion de pertrechos y municiones y<br />
gruesas sumas en dinero, &hajas y zurrones de grana de tin inmenso<br />
valor.<br />
La victoria del Sr. Morelos dcvolvió su libertad a un buen nümero<br />
do prisioneros insurgentes que yacIan olvidados en cruel<br />
abandono en las prisiones de Santo Domingo, muchos de ellos<br />
desde los primeros dias do Ia revolución. Estos infelices, entre los<br />
quo so contaba el padre Talavera, cautivo do Paris en las orillas<br />
del Quetzala, se encontraron en el mis miserable estado, demnacrados,<br />
destruldos, casi desnudos y con largas melenas y barbas; la<br />
vista de aquellos infelices excitó con justicia la general indignación:<br />
por suprema disposición fueron exhumnados los restos do los<br />
patriotas oaxaquefios Ldpez, Armenta, Palacios v Tinoco, y se<br />
los hizo un magnIfico entierro en Ia catedral, guardándose sus restos<br />
en una riqulsima urna.<br />
El Sr. Morelos so ocupó en los siguientes dIas en asuntos referentes<br />
a la administración y buen gobierno do Ia rica provincia<br />
que habIa caIdo en sus manos, y con sus disposiciones demostrd<br />
quo Si comno guerrero no tenla rival entre sus compatriotas, como<br />
hombre do orden y administración era digno de la gloria a que su<br />
talento mnilitar habiale elevado.<br />
WW<br />
XVII<br />
Indecible fué el gozo con quo estas noticias fueron acogidas en<br />
Mexico por Jos amigos do la revolución, y no menos grande ci des -<br />
aliento de los europeos.<br />
Nada no obstante dijo la Gacela de los sucesos de Oaxaca, pues<br />
Co miln suele son en los Gobiernos callar las malas noticias, conlo<br />
81 solo por sus Organos hubieran de saberse.<br />
Tampoco Jos demás papeles dijeron cosa aiguna, ni era posible
I308 Episodios Hishricos Mcxicanos I<br />
que otra cosa hiciesen, pues suprimida la libertad de imprenta y<br />
restabiecidos los antiguos usos, ningiin papel podia publicarsc sin<br />
previa aprobaci6n de la Junta de censura.<br />
Pero a falta de impresos circularon los manuscritos, conteniendo<br />
uno de ellos la siguiente canción, cuya müsica se encargó de compoller,<br />
segün dice Bustarnante, ci sabio profesor D. Mariano Elizaga.<br />
Dice asI Ia letra:<br />
inclito, gran Morelos,<br />
(ras de cuya bandera<br />
los genios de Ia guerra<br />
precipitados van,<br />
Ti't solo has conseguido<br />
Con valerosa mano<br />
del Gohierno (irano<br />
su orgullo dominar.<br />
To a Calleja eclipsaste<br />
su fantistica gloria<br />
que en continua victoria<br />
se creyó perpetuar.<br />
Cuando del lucite Cuautla<br />
te vec, salir ttiunfante<br />
la linea arnenazante<br />
del asedio burlar;<br />
Cuando impávido ernprende<br />
libertar a Huajapa<br />
y al rebelde Chilapa<br />
su traición castigar;<br />
Cuando a Orizaha Ilegas<br />
su rendición consumas<br />
y en seguida desplumas<br />
a Aguila en el Palmar:<br />
Cuando de alli siguiendo<br />
a rnarcha redoblada<br />
tu gloriosa jornada,<br />
vas a Oaxaca a entrar;<br />
Entonces me parece<br />
que la guerrera Palas<br />
te saca entre las balas<br />
en Un arco triunfal,
La Consfilución del 4i7o Doce<br />
Y que en él te conduce<br />
con paso presuroso<br />
1 3 1 templo majestuoso<br />
de la inmortaliclad.<br />
L Luego que te presentas<br />
f<br />
su augusta asamblea<br />
iplaude y vitorea<br />
tu gloria militar,<br />
Anibal y<br />
Alejandro, Scipiôn,<br />
y aun el gran Napoleon<br />
sus laureics te dan.<br />
Al verte exciama Marte:<br />
(Iven, héroe mexicano,<br />
y ml sangrienta mario<br />
con la tuya estrechad:<br />
Mi hijo eres predllecto,<br />
ml inhlujo hoy te predice<br />
que tt'r serás felice,<br />
tu patria 'saivarás.<br />
Si, Morelos invicto,<br />
quién podrá ya estorbarte<br />
plantar ci estandarte<br />
de nuestra libertad?<br />
A Mexico camina,<br />
liega con prontitud<br />
y de la esciavitud<br />
venidnos a sacar.<br />
1309<br />
Como bien podrdn apreciarlo mis lectores, el patriota autor de<br />
esta cancjófl era un detestable poeta, observación quc hago con ci<br />
ÜflICo fin de probar una vez más la justicia de mi opinion acerca de<br />
lOS poetas criolios de la Opoca colonial.<br />
Pero Si el Sr. Morelos no tuvo, como hubiéralo merecido, un<br />
Quintana que hubjese cantado sus hechos segOn sus merecimients,<br />
no por eso sus actos dejaron de ser dignos de Ia admiración de<br />
las edades.<br />
Comprendiendo ci valor de la provincia que acababa de conquistar,<br />
Sc dedicó con talento y sabia solicitud a su buen gobierno<br />
Y adm injstración, Buscó para esto con ernpefto a hombres capaces
1_310 Episodios His! órics Mexicanos<br />
y probos, y los obiigó a cooperar con sus servicios a su obra de<br />
regeneración; I)USO al frente de todo y conio intendente general a<br />
D. José Maria Murguia, persona de altos méritos y gran estadista.<br />
Por su decreto de cinco de Diciembre, nombró los regidores del<br />
nuevo Ayuntarniento de Oaxaca, formado de criolios distinguid:<br />
estableció a la vez lo que llarnó Junta de Protección, encargada dc<br />
Ia policIa y buen gobierno civil, y crcó una Caja Nacional, zi cuyos<br />
miernbros encargó de la custodia y distribución de los caudales<br />
püblicos. Fundó tarnbién un periódico oficial al que dió ci tltulo de<br />
C'orreo Americane del Sur, bajo la dirección del doctor D. Manuel.<br />
de Herrera.<br />
No fueron nienos oportunas y acertadas sus disposicioncs miiitares:<br />
estahieci6 en el convento de la Concepción una gran Macstranza,<br />
a cuyo frente puso a D. Manuel Mier y Terán, oficial Wstin•<br />
guido é inteligente que dió grande impulso zi los trabajos de fundidon<br />
y reforma de arniarnento. Crcáronse tamhin varios regimntos<br />
de infanteria y escuadrones de caballerIa, y Se mantuvo zi las tropas<br />
en constantes ejercicios de instrucción.<br />
Encomendó a varios ilustres jefes la dirección (IC varias cxpcth•<br />
clones encarninadas a ascgurar ci dominio de los insurgentes en<br />
aquella provincia. El Padre Garcia Conde recibió la cornisiui de<br />
marchar en seguimiento del fugitivo obispo Bergosa, y obligarle a<br />
volver a Oaxaca; Pero ci prelado pudo a buen tiempo embaicarse<br />
en Tehuantepec con rumbo a Veracruz. Conde recogió en et caminO<br />
gran cantidad de efectos y zurrones de grana pertenecientes :1 espanoles,<br />
y otro tanto hizo ci teniente coronel D. Vicente Guerrero<br />
con ci cacao y tabaco de igual procedencia: con estos efectos. los<br />
tornados en Ia ciudad, Ia Plata labrada, aihajas y dinero extraIdo de<br />
los conventos, ci intendente de ejército D. Antonio Sesma v Ia Caja<br />
Nacional pudieron contar con recursos, que se hacen subir nada<br />
menos que a la surna de tres millones de pesos.<br />
Notable fué la pornpa de las fiestas con que el Sr. Morelos clè<br />
brO su juramento de obediencia a la Junta que Rayon estableciO en<br />
Zitácuaro en Agosto de mu ochocientos once. Con este rnotivO el<br />
caudillo vistiO por primera vez un rico uniforme de capitán general<br />
que D. Mariano Matamoros Ic regalo, y en la actualidad Sc C0fl<br />
serva en el Museo de artilleria de Madrid.<br />
Toda la ciudad se engaianO y compuso con la misma esplendidez
La Coustitución d1 Aflo Doc'<br />
que habIase usado siempre en las juras de los reves, y se levantaton<br />
en las calles arcos de triunfo haciéndose notable uno de ellos<br />
del cual voy a dar agiguna idea.<br />
En uno de sus lienzos vefase pintada un águila volando entre<br />
rayos y tempestades con esta inscrpción:<br />
IV<br />
NON PAVET AD STREPITUS<br />
OCT A VA<br />
Esa ave que festiva y majestuosa<br />
a quien ni el roismo fuego atemoriZa,<br />
coTta el aire ligera y ambiciosa<br />
sin poder renacer de su ceniza,<br />
soberana se juzga y no reposa<br />
hasta tanto su intento no Is avis.i<br />
que cstà cerca del so], y alli restielve<br />
que at sol vera el sembiante 6 quo no vuelve.<br />
Vejase en otro lienzo a un aguila arnarrada con unos cordeles a<br />
Un nopal; debajo decia:<br />
PRO MORTE LIBERTAS<br />
Detn, oh cazador inadvertido,<br />
4 el dardo de tu tiecha disparada,<br />
que has de quedar sin duda muy corrido<br />
como tu press quede lihertada:<br />
no romps ci cordel poique a su nido<br />
el ave ha de volar precipitada<br />
y sill repe(ira, viendo su suerte:<br />
me diste libertad por darme muerte.<br />
En otros lugars arco ha1b;n acgricos<br />
1311
1_312 Episodios Histôricos Mexicanos<br />
Un águila ensefiando a volar a sus polluelos:<br />
Te remontas con anhejo<br />
y aun dudamos Ia que vemos;<br />
es muy rápido tu vuelo,<br />
pero de ti aprenderemos<br />
para Ilegir ha;ta el cielo.<br />
Un águi!a con una culebra en los pies apretándole ci cuello:<br />
No te aprieto porque quiero<br />
Si no por reflexionar<br />
que en Un apuro tan hero<br />
6 he de mont ö apretar,<br />
quieres que haga lo primero?<br />
Un águila defendiéndoe de un dragon:<br />
Hacerte entender quisiera<br />
lo int'itil de tu desvelo<br />
que eres hera, mas del suelo,<br />
y yo Ia soy de otra esfera.<br />
Ya verás camo ligera<br />
de ti me voy alejando,<br />
to te quedarás Ilorando,<br />
entre tus ayes prohjos<br />
se reirn de ti mis hijos,<br />
su libertad celebnando.<br />
Un águila picándose el pecho y dando a sus hijos de su sangre,<br />
para alimentarlos y un dragon en ademán de querer devorarios<br />
Tan hirana pretension<br />
no podthn lograr tus has,<br />
pues los polhuelos que miras<br />
tienen alta pnotecciOn.<br />
Aun conserva el corazón<br />
caudales de sangre activos<br />
que aunque fueran fugitivos<br />
senia su sed bien saciada,<br />
pues si quedo inanimada<br />
mis hijos volaràn vivos.
i i La Consiilución del Aüo Doce 1313<br />
• XVIII<br />
Aunque sin tantos detalles como acabo do dar, adelantando<br />
algunos dias at relato, Ia corte vireinal tuvo noticia do los graves<br />
sucesos de Oaxaca y dcparó vIctimas a su cólera la suspensiótl de<br />
la libertad do irnprenta. Durante los sesenta y seis dias que aquefla<br />
Iibertadluró, el Gobierno pudo conocer, rnerccd la imprudencia<br />
de los escritores, quines eran sus principales enemigoS en Ia capital,<br />
y sobre ellos cayó implacable su venganza.<br />
Pero an todo pensó Lizardi inenos an el riesgo qua corria, riesgo<br />
tanto mayor cuanto qua su artIculo del Pensador del dIa 5, fu6 el<br />
verdadero pretexto qua para sus manifestaciones de enojo encontró<br />
at virev.<br />
Mas, lo repito, Lizardi olvidó su riesgo propio para no acordarse<br />
sino del qua su adorada Remedios corrIa.<br />
—Por fortuna,—habIa dicho D. Alvaro a Lizardi y Ochoa,—el<br />
principal enernigo de mi hija ha desaparecido, ha muerto quizás.<br />
—Quién fué dl?—preguntó Lizardi.<br />
—Un hombre de ingenio y práctica an ci mal, un sacristán nornbrado<br />
Francisco, antiguo jefe do bandoleros an la isla de Cuba, an<br />
la cual so Ic conocla por el apodo de el capitán Centellas.<br />
—;Que ha sido de ese hombre?<br />
—Cdmplice desde hace algun tiempo an todos mis crImenes,<br />
salió hace algun tiempo an persccucidn de mi compatriota don<br />
Pedro Lafuente, quo se retiraha a Espafia con una gran fortuna quo<br />
habia excitado nuestra ambición. Tango noticia de quo Lafuente<br />
logró embarcarse an Veracruz, y esto y ci no haber regresado<br />
Centellas me hace esperar qua ci sacristán Francisco haya sido<br />
!nuerto al intentar un golpe de mano.<br />
—Sin embargo, no Ic consta a usted qua asi haya sucedido.<br />
—Desgraciadamente no, y esto as lo qua me espanta, porque<br />
ese miserable as temible.<br />
Yo me encargo de dl,—dijo Ochoa.<br />
— Acaso Ic conoce usted?—preguntó D. Alvaro.<br />
—No Ic coflOzco, pero me hatari saber la iglesia en quo sirve<br />
de sacrjstán<br />
TOMO I
1 3 14 Episodios Hist,irkos Mcxica,;os<br />
—Habrernos conseguido la mitad del triunfo si ese hombre no<br />
se nos I)reSez3ta de improviso: ahora bien, usted, Sr. Lizarcli, se<br />
encargará de ser el inruediato guardian de ml hija Remedios, y<br />
para ello va usted a trasladarse en ci acto a su casa, de la cual por<br />
ningin estilo dcbc usted salir: yo voy inmediatamente a habiar con<br />
el vircy y a poner en juego toda mi influencia, todo el ascendicnte<br />
de que gozo sobre su ánimo.<br />
—Senores,—afladió D. Alvaro, disponiéndose a salir,—que Cl<br />
cielo nos ayude.<br />
Pocos momentos despuds, cada uno de nuestros tres amigos<br />
habIa ido a desempcfiar su respectiva misión.<br />
Mientras todo esto sucedIa, un hombre liego a la puerta de Ia<br />
casa de D. Alvaro, se la hizo abrir, y ci portero at verle Ic saludó<br />
diciéndole:<br />
—Salud, capitán Centeilas, bien venido sea usted, tanto rnás<br />
cuanto que mi señor D. Alvaro nos habia dicho ya que en nuestras<br />
oraciones rogáramos at diablo que tratase a usted con consideradon.<br />
—Segtin creo, por muerto me disteis.<br />
—SOlo asI podIamos explicarnos Ia tardanza de la veelta.<br />
—Pues no habéis andado mnuy lejos de la rcaIiJai.<br />
—Sf, ;eh?<br />
—Pero dime, Lucas, ;estI en casa D. AIvare<br />
—No, capitán.<br />
—Pues ;dónde anda<br />
—Sépalo el diaH.<br />
...—;Cómo es eso<br />
....-..-Iesde liace ds has e an ara en casa !11 Wi flI'fl1<br />
—;Hace dos dIas que no Ic vcs<br />
—Es decir, dos dIas completos no, mi capitán: esta mañana vIriO<br />
a casa, trayendo debajo de la capa un buito pequeflo, una caja de<br />
madera apenas de una cuarta en cuadro: me Ia entregd para que la<br />
subiera a sus habitaciones, y aunque la tal caja no pesaba ni media<br />
libya, me pareciO que D. Alvaro se mostraba muy satisfecho de<br />
ella.<br />
—Sabes de dOnde procede esa caja?<br />
—No, mi capitan: sin embargo, pudiera haberla sacado de la caca<br />
de D. 1 Rerne lios. pus ia rnis de quince dais que no hace mas quC
La Constituciôfl del Año /)oce<br />
13 15<br />
visitarla, y antes de anoche me hizo acompafiar!e con un bulto en<br />
que lievaba dos cristos, varios muñecos de madera y yeso, disciplinas,<br />
tenazas, porciófl de frascos de vidrio y qué sd yo cuántas<br />
cosas más.<br />
—Y qué hicisteis con eso?<br />
—No sd to quc D. Alvaro harla, pues at Ilegar a la esquina de la<br />
cafle hizo que le entregase cse buito y me dejd en observación.<br />
obrvac::<br />
—Si.<br />
—Pues qué: va tu encs van perdidndole el rniedo a la casa<br />
maldita?<br />
—Parece quc si, desde que usted dejó de andar pot las azoteas<br />
vestido de fantasma y dando alaridos.<br />
—Y quiénes han sido los valientes?<br />
—Un Sr. Lizardi, periodista y autor de varios papeles, que, la<br />
verdad, hasta a mi m han gustado, porque ha dicho en ellos<br />
muchas cosas buenas y justas.<br />
—Pero, en fin, ;la caja que trajo D. Alyaro qué contenla?<br />
—No to sé, ml capitán.<br />
Ccntellas se puso serio, y tomando con violencia de urt brazo<br />
a Lucas, le dijo:<br />
—Ten presente, que si algo me ocultas, te parto en dos Ia cabeza.<br />
—.\1i capitin,—contestó Lucas;—rne ofende esa desconfianza;<br />
aqul me colocó usted con ci solo fin de espiar a D. Alvaro, y creo<br />
que hasta hoy ningdn motivo he dado...<br />
—Tienes razón, Lucas; pero me extraña quc ya no hayas averiguado<br />
el contenido de esa caja.<br />
—D. Alvaro cerró con have la puerta de su habitación y... pero,<br />
mi capitán, por ci 050 de la cerradura he visto que dejó abierta la<br />
caja sobre su mesa.<br />
—Pronto sabremos entonCes lo que contiene.<br />
—Yo habria fj:-iJ 1i. .rradura, pero esto me habrIa descu-<br />
blerto.<br />
—Tienes razn, fortuna yo conservo la have faisa y<br />
podré abriria.<br />
—Pero a todo esto, mi capitán, ;qué ha sido de usted en tantos<br />
dtas?<br />
—Es largo pat-a contado.
13 16 Episodjos Hisló yicos Mexjca,,øs<br />
—Pero en fin, D. Pedro Lafuente...<br />
—Sc me escapó de entre las rnanos, y lo que es peor lleváu dose<br />
su dincro.<br />
—Cómo fud eso?<br />
—El diablo le favoreció y echo sobre rnh una partida de insugentes<br />
que no me dejaron ni cara en que persignarme.<br />
—Pero ;y la gente dc usted y mi hermano Martin-<br />
-Lucas, pide pot éI al diablo ci mismo favor quc D. Alvaro te<br />
encargó pidieras para mi.<br />
—I-Ia muerto!<br />
—Dc un balazo entre ceja y ceja: fué quien aprovechO ci primer<br />
tiro de los insurgentes.<br />
—iListin-za de muchacho!—exciamO Lucas:—v tan va!icnte<br />
como era: pero en fin, jcóm iirt ML!. H.: i1ji fr<br />
me libré yo quedátidomc aqw.<br />
—A ml me lo debes, Luca.<br />
—Gracias, ml capitan.<br />
—No hay de qué, Lucas: conquc, muchu cuidado: v)y a vu;- :jué<br />
contiene esa caja de que me has hablado.<br />
Un cuarto de hora después, Centellas voivió a la porterla; Lucas<br />
le salió al encuentro preguntándolc:<br />
—;Contiene algo bueno Ia cala?<br />
—No lo sé.<br />
—iCOmo!<br />
—Si, Lucas, no lo sé.<br />
—No cornprcndo.<br />
—En Ia caja solo hay un largo manuscrito referente al uacimiento<br />
de D. Remedios.<br />
—Era hija de alguna gran dama?<br />
—Parece que Si, pero segün ci tal manuscrito, la dama se olvidó<br />
de su hija desde el instante mismo de su nacimiento.<br />
—Para algo, sin embargo, deben servir esos papeles,_observó<br />
Lucas.<br />
—€Por qué lo dices?<br />
—Porque cuando D. Alvaro saiiO de su habitacióri y pasO por Ia<br />
porteria para irse a Ia caile, note que iba profundarnente preocupado.<br />
—No adivino por qué; pero en fin, éI mismo me lo dirá Si a<br />
vuelta se halla aquh.
La Constitucióts dd ,liio Doce<br />
1317<br />
—;Se va usted, capitán?<br />
—Si: acabo de entrr an Mexico y tengo qua justiIcar mi prolongada<br />
ausencia.<br />
—Va se encargará de alto D. Alvaro.<br />
—No Ic necesito: sail con pliegos del viray para D. Ciriaco, y<br />
con sólo dar cuenta de mi comisión, estará concluIdo todo. Queda<br />
con Dios, Lucas.<br />
—Mi rwipitdri, Ci acornpañe a usted: pero...<br />
—EOUC te ocurre?<br />
—Debo decir a D. Alvaro qua ha vuelto usted?<br />
—Si, y qua me espere aqui.<br />
—Está bien.<br />
—Adios, Lucas.<br />
—AdiOs, mi capitán.<br />
0w__<br />
XIX<br />
Va se habia alejado tiempo hacla de la casa at capitán Centellas,<br />
cuando ii ella ikgO D. Alvaro casi at cerrar la noche: nuestro<br />
hombre no vcnla solo: le acornpaaba D. Anastasio de Ochoa.<br />
Cumpiirndo con ci cargo de Centeilas, to primerO qua Lucas<br />
hizo fuC notificarle la Ilegada del sacristán.<br />
D. Alvaro, ii quien los nuvos sucesos habIan hecho perder gran<br />
parte de su aDiomo, no pudo ocultar a Lucas qua Ia liegada de<br />
Centellas ic contrariaba grandemente, y confirrnó at portero an su<br />
SOspecha la terminante orden qua su amo le djó para qua dijera at<br />
sacnstán cuando volvicra, qua no Sc encontraba an la casa.<br />
Pero D. Alvaro ignoraba qua Cl menos qua nadie podia contar<br />
COIl SU portero<br />
IDosgolpes sonaron an la puerta del zaguán.<br />
Lucas abrjó inrnediatamente y Centellas entró, diciendo:<br />
-Me ha sido imposibie ver al virey. Ha ilegado D. Alvaro,<br />
L ucas Ic dijo qua bajara Ia voz.<br />
Aqu tanto mistcrio?—preguntó at sacrist , n;—quC ocurre?<br />
—ID. Alvaro acaba de ilegar con otro caballero.<br />
-Y qué?
1318 Episodios Hisloricos Mexicanos<br />
—Que me ha mandado que si usted venia Ic dijese quc aun no<br />
habi a vuelto.<br />
—Es extraflo.<br />
—Y tanto que si; como quc rue pareclo que no Ic ha hccho<br />
rnucha gracia la vuelia de usted.<br />
—Si, eh?<br />
—Como usted to oye.<br />
—Aqui hay aigo grave.<br />
—Eso supongo yo.<br />
—14 stá bien; trataremos de averiguarlo.<br />
—Qué debemos hacer?<br />
—Tu, Lucas, permanecer en tu porterla como si tat cosa, y sin<br />
decir a nadic quc aqui estoy.<br />
—Asi se hard.<br />
—Lo demás corre por mi cuenta.<br />
Ccntcllas subió las escaleras, y con precaución entró en las habitaciones<br />
de D. Alvaro y Ilegó delante de la puerta de su dcspacho,<br />
que estaba cerrada con have, y püsose a escuchar.<br />
—La sucrte nos Cs contraria, Sr. Ochoa; ci portero acaba de<br />
decirme que el sacristán ha Ilegado a Mexico.<br />
—Mi buen Lucas habia sospechado bien,—dijo Centellas para Si.<br />
—;No dice usted, señor D. Alvaro, que ese hombre Cs Ufl ban<br />
dido?—prcguntó Ochoa.<br />
—Lo es, Si; pero temible.<br />
—No to sabes ti bicn,—pensó Centehlas para sus adcntr. ana<br />
diendo despuCs: —tan tcmible como buen amigo t:v<br />
hasta hoy.<br />
—Entonces,—continuó diciendo Ochoa,—Io mejor<br />
poner preso.<br />
—Después tratarcmos de eso: ocupCmonOs ahora dc mi pobre<br />
Remedios, de mi desventurada hija; yea usteci aqui, Sr. Oclioa, C'<br />
manuscrito de que habI6 a usted y a Lizardi.<br />
—Su hija!—exclamó Centellas para si;—qué nueva invenCión<br />
será ésta? porque de seguro es una invención de ese picaro cxtra0<br />
dinario; no puede cabernie duda en eHo: tat vez todos sus esfuerz°S<br />
y los rubs han sido inütiles para lograr ci fin de apoderarsc dc Ia<br />
cuantiosa herencia del franciscano-capitin Garcia Alonso:<br />
los frallcs, que son ambicinsos, han pretendido abzars a
W. La CousSituciô:I del .,4üo Doce<br />
ya<br />
mundo sin que haya compictado la otra mitad.<br />
Ocupado Ochoa an leer el manuscrito de la buena señora que<br />
habia pasado por madre dc Remedios, el silencio reinaba an el<br />
despacho de D. Alvaro: pudo Centelias, por lo tanto, cntregarsc<br />
descansdamente zi.sus reflexiones, que continuó de esta manera:<br />
—No hay ducla: apostaria mi cabeza a qua lo mismo as Remedios<br />
hija mia quc de .D. Alvaro: es, pues, una invenciôn de dste; p°<br />
cdrno ha podido urdirla? Conozco ci manuscrito que Ochoa Ice<br />
en estos momentos, y nada hay an dl que pueda justificar la supuesta<br />
paternidad de D. Alvaro: Remedios nació an Mexico hace<br />
diez y nueve años: apenas hará un par de ellos qua D. Alvaro vino<br />
a ]as Amdricas: cómo entonces podrá sostener su embuste? Crco<br />
que an esta ocasión mi carnaracla no ha dado pruebas dc mucho<br />
ingenio: necesario Ic seth recurrir a ml, y si tat hace, yo le ayudard<br />
a dernostrar que sdlo él puede haber sido el padre de Remedios;<br />
disparatado as todo esto para fli imaginamflle siquiera que se me<br />
hubicra ocurrido a ml. Pero oigamos: Ochoa ha concluido su<br />
lectura.<br />
—;Desventurada nina!—exciam ó nuestro poeta dejando sobre<br />
la mesa ci nianuscrito.<br />
—Aun podremos hacerla feliz, amigo mb.<br />
— Oui6ra10 Dios!<br />
—Por qué dudarlo! He sido un criminal, no lo niego; perO, por<br />
Supremo favor de la Providencia, mi alma no se ha pervertido;<br />
créalo usted, Sr. Ochoa; desde que la casualidad ha puesto an miS<br />
manos la cave de este secreto, me siento transformado mi pasado<br />
me avergucnza, a ml que hasta hoy no habIa visto an ese pasado<br />
Mis quo una interesante levenda de la vida de un joven atrevido y<br />
emprendedor; arno desde ayer mi existencia como un bien, corno<br />
Llfl TCCUtSO qua an mis manoS pone Dios para hacer an lo que de<br />
,211a me quede, tantos beneflcios como males he causado: 'o sabre<br />
5Cr un buen padre de mi hija; yo me hard respetable y qucrido.<br />
Un para aquellos qua hasta hoy me han visto con horror 6 desprecto:<br />
mi hija me amará también: y si su amigo de usted Uzardi,<br />
1319<br />
dincro, que de derecho les pertenece, y D. Alvaro ha fraguado esta<br />
paternidad para ganarles la partida. i Bravo hombre éste! 1iástima<br />
seth que vaya a torctreme y a declararsc mi enemigo! Ha hecho<br />
la mitad de mi fortuna, y sentiria tenr qua enviar!e al otro
320 Epzsdzos Hs!óricos .'v!ex:cazos<br />
me perdona y ye con piedad, y aun sigue amando i Remedios, le 1<br />
hare su esposo y me crearC una faniilia que sea el prenhio d mi<br />
regeneracidn.<br />
—Todo as posible, D. Alvaro, todo es posible con Ia misericrdia<br />
de Dios; pero no echemos en olvido lo quo tanto nos importa:<br />
necesitamos una franca y leal deciaración del modo v manera con<br />
quo usted procedió al horrible crimen de baber depositaclo en la<br />
casa de Remedios las irnágenes del crucifcado y demás objetos,<br />
cuyo hallazgo tanto la ha comprornetido ante el tribunal de la Inquisicián.<br />
No estarnos ya, gracias a Dios, an la época de los tre.<br />
mendos autos pdbiicos de este tribunal; pero aun dura su pu -ler, v<br />
si no probamos de una manera absoluta la inocencia de Remedios,<br />
ni el rnismo virey podrá impedir quo sea sepultada an los calabozos<br />
de Ia Inquisición.<br />
—Resuelto estoy ai escribir esa dcclaración.<br />
—Pero eso no basta.<br />
—;OuC se necesita además?<br />
—Que otro hombre lasuscriba.<br />
—Cuál?<br />
—El quo ayudó a usted a cometer esa... -<br />
- Esa infamia! lo sé,—dijo D. Alvaro, al ver qua Ochoa se<br />
detenia an calificar su accidn.<br />
—;Qucrrá hacerlo?<br />
—Por qué no?<br />
—Porque esa declaracidn que de usted exige la autoridad ecle<br />
siastica...<br />
—Pudiera con'ertirse cii una arma contra mi, ;no as cierto?<br />
—Lo es.<br />
—Pero dispuesto estoy a todo, y una vez saivada ml hija, no<br />
digo los actuales inquisidores, ci mismo Felipe II si resucitase no<br />
serIa capaz de intimidarme.<br />
—Sin embargo...<br />
—Comprendo sus escrüpulos, Sr. Oclioa: es usted un honl<br />
bre honrado, digno de no figurar an nuestro corrompido clero<br />
actual, y...<br />
—Sr. D. Alvaro, suplico a usted suprirna enojosas calificaciones.<br />
Convengo an qua esta declaración por escrito as enteramente jnne<br />
cesaria: creo, como usted, qua al obligarrne a qua se la exija, SC
La Co,,s1ituciin dI Año Doce<br />
pretenda esgrimir contra usted una arrna peligrosa, pero yo no<br />
debo...<br />
—Confesar que hsI es, no as cierto, Sr. Oclioa<br />
—1). Alvaro...<br />
—Tampoco quiero yo hacer a usted at insulto de juzgarle como<br />
juzgo a quienes a ml le envian; por eso hablo como hablo. Pero to<br />
repito, nada ni nadie me espanta si yo solo debo correr at riesgo.<br />
Pondré, pucs, la declaración tal y como se me exige, si, como<br />
ustd me dice, an carnbio de ella se me han de entregar originates<br />
las diligencias practicadas por at Santo Oficio an la causa de mi hija.<br />
—Asi so hari.<br />
—Entonces.. pero digame ustcd , —preguntó deteniéndose ,qué<br />
objeto puede tenor la firma del hombre qua me acornpanó?<br />
—No debo ocultarlo zI usted, Sr. D. Alvaro.<br />
—Impaciente escucho.<br />
—Esa declaración lo mismo puede perder a usted quo a éi, y p°<br />
salvarse de esa prdida, ci criado de usted hará las revelaciones quc<br />
Sc IC exijan.<br />
—Ignoro qué clase de revelaciones pueden exigirsele, pero<br />
vuelvo a decirlo: salve yo a mi hija, y vengan después contra mi<br />
inferno 6 cielo, juntos oseparados, que no habrán de vencer an<br />
lucha a D. Alvaro de Cervera.<br />
Media hora después la dcclaracidn solicitada habIa quedado cxtcndida,<br />
sin faltarle nj aun at requisito dc la firma del portero Lucas.<br />
A quo sin resistencia spscrihicsen ci papel contribuyó y no poco<br />
el capitin Centeilas, quien mnientras D. Alvaro escribla bajó a la<br />
habitacjn del pertero y le dijo:<br />
—Van a Ilarnarte dentro de unos mornentos para qua firmes un<br />
papel.<br />
— Debo negarme?—preguntó Lucas.<br />
—Todo to c.ntr:-ii:, :na inmediatamente sin cuidarte de más.<br />
—Per.).. -<br />
—Firma y ha1,ris 1io ti, fortuna, yo sd lo qua te digo.<br />
—En usted conto, mi capitan.<br />
—No te-arrepentjrás do etlo, mi buen Lucas.<br />
Centelias volvió rápidamente at mismo lugar desde el quo habIa<br />
e stado siguiendo at diáiogo de D. Alvaro y Ochoa: ëste, cuando<br />
hubo salido at portero, Ic dijo i su !fltC!0cUtT)r<br />
Tomo I<br />
132 1
Hn'i 'iiti 'tn2t g&1ttd: iir-co vmt<br />
£1aø )! e htrflbtr! quc<br />
.-' tin i qnc t ptrtkr . a<br />
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F-.<br />
WWI .ij I<br />
IBIEN MUERTO! EXCLAMO EL SACRISTAN,-<br />
I
I..<br />
La Constitución del Aüo Doce<br />
—Entiendo y no tardar6,—dijo Lucas saliendo inmediatarncnte<br />
de la casa; y an efecto, no tardó, pues unos diez minutos después<br />
volvió con los papeles, qua presentd zt Centellas, dicindole:<br />
—El buen hombre se mostrO más valiente de lo qua suponiamos.<br />
_ .y le has rnucrto?<br />
—No, mi capitán; pero tal golpe Ic di an la nuca, qua creo tardará<br />
rn;is dc una ha en 1vcr en si: ni siquicra neccsit amarrarlc.<br />
—Has hecho l)icn mi l)ucn Lucas: aliora q ueda con Dios, y<br />
hasta mañana.<br />
—Perddn, mi capitan,—observó Lucas detcnicndo a Centellas.<br />
se te ofrece?<br />
—Dijo ustcd qu<br />
c pancl podia prdcrmc, y buetìo scria des-<br />
truirlo.<br />
—1'eni.ndo10 en mis m:tnos.<br />
—Perddn, mi capitan; pero estari mejor an las mias,—dijo Lucas<br />
con ademzin amenazador.<br />
—Sea como tu lo quieres,—contestó Centelias, entregando ci<br />
papel d Lucas: 6ste lo dcsdobló y se accrcó a la luz para leerlo;<br />
pero no habria, sin duda, Ilegado a la segunda linea, cuando sin<br />
decir ni tin jay! siquiera, cayó a plomo sobre sI mismo, atravesado<br />
por ci puñal dc Centelias.<br />
—l3icn muerto!—exclamó at sacristán, y recogiendo ci papel,<br />
salió tranquilamente de la casa de D. Alvaro, cerrando la puerta<br />
tras de si.<br />
xx<br />
Firmemente resuelto a asegurar de una vez para siempre su for.<br />
tuna d a perecer an la demanda, ci sacristz-in Francisco se dirigió<br />
a la casa qua an la calle de la Cerbatana rnantenia destinada a sus<br />
aventuras amorosas r qua quizás por nadie más qua por D. Alvaro<br />
era Conocjda y an ella se vistit) un rico traje de caballero, dando<br />
a toda su persona Un aire de elegancia y distinción qua realzaba su<br />
buena varonil figura.<br />
— lJamás hubiera podido sospechar lo qua acabo de saber! Quidn<br />
me hubiera dicho qua D. Alvaro podria tener una hija hermosa Y<br />
.,t
I-J:? ,::s<br />
esphndidamente rica? Compieta, extraordinaria sorpresa ha sido<br />
para mi. Es necesario no perder tiempo alguno. La hermosa Reniedios<br />
no puede encontrar mala mi figura, que, sin lisonja, creo<br />
tan buena como la mejor. Mis relaciones con gente de pro me<br />
han dado cierto tinte de elegantc cducación, que sin desdoro ni<br />
ajeno ni mb, me permitirá altcrnar con la buena sociedad: cmo<br />
D. Alvaro, me creo capaz todavIa de convertirme en una honrada<br />
persona, y bien pudiera suceder que yo hiciese feliz i Remedios;<br />
pero mi matrimonio con ella debe ser cosa de pocos dIas, y esto<br />
es to dificil; pero si la hija de D. Alvaro ama i su padre, éste, metced<br />
at documento que tan caro ha costado at pobre Lucas, la eonvencerá<br />
de que debe ser mi esposa. Anirno, pUCS, y vamos, en<br />
primer lugar, a visitar a Venegas; ci buen vircy pronto será nuo,<br />
gracias a las notiçis que puedo dare acerca del estado de la<br />
revolucidn en la provincia de \Teracruz.<br />
El capitán Centeilas se arrnO convenientemente, tomó su sombrero<br />
y su capa, y se dirigió at palacio del virey. Algunas palabras<br />
que dijo al secretario de éste, fueron bastante para que Venegas Ic<br />
rccibiera sin ciernora alguna.<br />
Haremos gracia a nuestros lectores de Ia primera parte c1 la<br />
conversacidn, que versó ünicamente sobre asuntos politicos. Don<br />
Ciriaco del Llano habia hecho a Centeilas el hombre de sus confianzas,<br />
y encargandoic de exponer at virey sus planes y con él<br />
discutirios y consultarlos. Por más que parczca raro todo esto, asi<br />
fué la verdad y paso adelante.<br />
—No me era desconocida,—observó ci virey contestando a<br />
Centelias,—la grandeza del alma de D. Nicolás Bravo; por eso<br />
quise pot cuantos medios estuvieron a mi alcance apartarle de Ia<br />
revolución.<br />
—Desgraciadamente, - respondió Centeilas, e! su plicio de su<br />
padre D. Leonardo hard imposible que jamás logremos atracrie a<br />
Ia buena causa: sin embargo, siempre tendremos en él un noble y<br />
leal enemigo que, no solo no abusará, pero ni ernpleará siquiera el<br />
sistema de guerra del resto de los insurgentes, con Jos cualcs qulzás<br />
no tarde mnucho en indisponerse. Por el pronto ci cura Morelos<br />
ha desaprobado el generos perdón que acordó a Jos trescientO<br />
prisioneros europeos, género de venganza soberanamente asorfl<br />
broso y perjudicial a la causa espafiola, porque aquellos trescicil'
La Co,ssttIucsofl del 4,io Doce<br />
tos hombres son at presente sus mis fieles partidarios, y acusan a<br />
V. E. de inhumano y mal padre de los sübditos do S. M., puesto<br />
qua so ncgó a canjearlos por D. Leonardo.<br />
—Flay xi1:ncias poilticas superio?es a toda humana consideradon.<br />
—No lo Il i,, o, pues to cornprendo asI, y sobre todo me basta<br />
quo V. E. lo di-a. Asi so lo dije tarnbién a mis compafieros do desgracM<br />
y fortuna, pucs yo me encontré on ci nümero do los tresckntos;<br />
con ellos debI haber muerto fusilado; como ellos, me salve<br />
gracias a la generosidad de D. Nicolás, y con ellos hubiese perma.<br />
necido si rnás altos intereses, corno to son los de V. E., no me<br />
hubieran obtigado a cumplir Ia misión qua V. E. se sirvió confiarrnc,<br />
y sobre todo no hubiesc exigido imperiosamente mi vuelta<br />
la irnportancia do las noticias quo acabo de comunicar a V. E.<br />
—;Poro está usted bien convencido de la verdad do ellas?<br />
—Sin género alguno do duda.<br />
—Tantas vcces corno usted me to repito, otras tantas mi corazOit<br />
franco y sin doblez me hace creer imposible tan grave falta do<br />
patriotismo.<br />
—Pues no lo dude V. E., todos los europeOS residontes de Veracruz,<br />
son sus enemigos.<br />
—Pero qué motivo les he dado para ello?<br />
Acusan a usted do una fatal inercia.<br />
—Acaso he podido hacer más quc no dar ni un dIa de descanso<br />
a mis tropas?<br />
—Suponen qua at separar V. E. del mando al Sr. Calleja reconoce<br />
motivos...<br />
-iDe envidia! ;no es cierto? ;por qué duda usted en decirlo?<br />
—i'orque se duda siompre en decir lo quo no se cree, y yo no<br />
Creo tat cosa do V. E.<br />
—Gracias, mi fbi amigo.<br />
-t Ah , scnor!—exclamó Centeilas, poniéndose an pie, tomando<br />
una burn ildc actitud, y haciendo demostraciOn de profunda gratitud;v.<br />
E. se digna llamarrne su amigo?<br />
— Por qué no, si asi me to está usted demostrando?<br />
h!efl, bien, sailor; as cierto, lo so y , y lo seré siernpre; por oso<br />
VOY a descubrjrle toda la verdad, aun cuando con ella doba hcrir<br />
a floblez do su alma:<br />
quien pone an pie contra E. estas Y otras<br />
aa
20 /p:i:; F! !r::s<br />
malas voluntades, no es otro que el mismo general Calicia: me<br />
consta que con mu falaces promesas y ofrecimientos, ha rouse.<br />
guido que los espanoles hayan escrito a. las Cortes, a la Regencia, a<br />
]as autoridades todas de la peninsula, pidiendo el relevo de V. E., y<br />
el nonibrarniento de virey para ci Sr. Calleja.<br />
—Imposible! los espIas que mantengo en la casa del general<br />
nada me han dicho, v de esos esplas no puedo dudar, porque<br />
algunos de ellos todo cuanto son me lo deben en lo absoluto, como<br />
por ejemplo D. Alvaro de Cervera.<br />
—V bien, señor, sepa V. E. que D. Alvaro de Cervera Ic vende.<br />
—Irnposihle!<br />
—Dc nada, no obstante, podrá V. E. convencerse mzis fácilmente.<br />
—De qut nTodo?<br />
—Por una extrafia serie de circunstancias, que dl mejor quc yo<br />
explicará a V. E., D. Alvaro acaba de reconocer a. una su hija, ala<br />
cual va a. dar en matrimonio a. D. Joaquin Fernández Lizardi.<br />
—EEl infame libelista que entre todos los escritores clue hafl<br />
abusado de la libertad de irnprenta, se ha distinguido pr los<br />
insultos personales de que me ha hecho blanco en su papel del<br />
Pensador ,iZexicano.<br />
—El mismo, senior; e-gos insultos han obedecido a. tin plan dic<br />
tado pot el Sr. Calleja, y corn unicado a. Lizardi por D. Alvaro:.<br />
ese plan no ha sido otro que el de irritar a. V. E., y obligarle i perder<br />
su prestigio lanzándole a. suspender los efectos liberales de la.<br />
Constitución, a. fin de poder acusar i "\- . E. de haber dado preteXtO<br />
a. que se recrudezca la Iucha, v hacer ver a ]as Cortes e--spafjolas<br />
que aquI no rige ni impera rnzis ley que la voluntad y los capricho5<br />
de V. E. Tengo noticia de todo esto por mis espias, que y tam<br />
bidn los mantengo al lado de D. Alvaro, v i uno de los cuales acaba<br />
de costar Ia vida su adhesion a. mi persona: V. E. puede, Si as1.<br />
lo estima conveniente, convencerse de ello: esta misma noche, fl<br />
hard apenas dos horas, D. Alvaro ha dado muerte a. mi dicho espla<br />
Ilamado Lucas, clavándole un puñal en los rnomentos en que C00<br />
versaba conmigo: yo pude salvarme casi milagrosamente, pero don<br />
Alvaro no me perdonará, v seguro estoy de que en cuanto vCa<br />
V. E. le pedira mu prisiOn, pues no se juzga, y con razón, bastante<br />
fuerte para atacarme frente a frente.
-<br />
La Constii:tcicn c/el Alto Docc 1327<br />
El virey hizo sonar la campanilla de plata de su escribania, y dijo<br />
a su secretariO:<br />
—Trasládese usted inmediatamente a la casa de D. Alvaro de<br />
Cervera, y manihstele que le espero sin pérdida de niomento:<br />
hágase tisted acompaftar por aiguno de los miembros de la Junta<br />
de Seguridad y los necesarios agentes de justicia; y cuando D.. Alvaro<br />
haya salido para el Real Palacio, haga usted entrar en su<br />
casa a Ia autoridad a fin de que levante una información sobre el<br />
asesinatoue me dicen se ha cometido en la morada de D. Alvaro.<br />
Sal-a usted.<br />
—El Sr. D. Ciriaco del Llano, convencido de mis leaks deseos<br />
de servir a S. M., se sirvió extenderme este despacho de capitán<br />
que tengo el honor de poner en manos de V. E., aunque exigidndome<br />
Ic presentara a V. E. pal 1a su superior aprobación.<br />
El virey tomó ci despacho, y despuds de icerlo dijo:<br />
—Es un despacho de capitán a favor de D. Francisco MejIa.<br />
—Ese es ci verdadero nombre del humilde siervo de V. E.<br />
Venegas tornó una piuma v autorizd ci despacho que se Ic pre.<br />
sentaba, diciendo al entregarle a Centellas:<br />
—Ahi le tiene ustcd, señor capitán D. Francisco MejIa; hágase<br />
usted digno de cste honor, y presduteseme usted mañana a las<br />
nueve do ella.<br />
—Gracias, senor.<br />
—Hasta maflana, capitán.<br />
Centelias se incli;i Imni1Crnnt, V a) c a cmaa<br />
Vire in a!<br />
Encontrjn (juse va n a cae, ijo V.L<br />
—E-,td visto, i-ni fortuna coniicnza: adios mi buena sacristia,<br />
'amos ahora j vjsitar a mi futura esposa: la ocasidn es prODiCia,<br />
PUesto que ci rnismo virey se encarga de entretenerme a D. Alvaro.<br />
iPobre D. Alvaro! Cuanta va a ser su sorpresa!<br />
Ow XXI<br />
El Capitan Mejia, como en adelante liamaremos a Centellas, no<br />
f è tan afortunado en la segunda parte de su intriga como habialo<br />
sido en la prirnera, pues cuantos esfucrzos hizo para hablar con
1328 Episodios His tricos Me.'icanos<br />
Remedios aquella rnisma noche, fuci-on de todo punto inutiles:<br />
Lizardi no Ic permitió Ia cntt-ada.<br />
Mejia se retiró diciendo para sus adenti-os:<br />
—Paciencia, mañana estaré libre tarnbin de este escritoizueo.<br />
Asl fué en efecto, pues a las ocho de la mañana del rnarLc 8 de<br />
T)iciemhre, la Junta de Seguridad por si y ante si, y sin detunerse<br />
ante las formalidades estabiecidas para la caiificación de imlI-esos,<br />
redujo a prisión a D. Joaquin Fernandez Lizardi, siguiéndose a<br />
esta otras varias medidas represivas que alarmaron grandemcnte, y<br />
Con razón, a Jos escritores indepcudicntes: respecto de elias, don<br />
Carlos Maria Bustamante, que se consideró comprornetido Con Jos<br />
articulos de su periddico El .7uguetiilo, se ocuitó primero, -- despus<br />
se escapó de Mexico veriflcándosc su fuga ci dIa 3 i de aquel<br />
mes. A tiempo Sc puso en salvo, pues en efecto habIase dictado<br />
Contra iI orden de prisión, y nada hubiCrale servido su calidad de<br />
elector, pues uno de ellos, D. Juan de Dios Martinez, nombrado<br />
por la parroquia de Santa Catarina Mártir, fud encarcelado un UflO<br />
de aqucilos dias por habCrscic descuhierto que Se encontruba en<br />
correspondencia con los insurgentes, y a D. Jacobo Villa irutia,<br />
elector por ci Sagrario, alcaide de corte que habIa sido de Ia<br />
Audiencia de Mxico, se le diá orden de salir inmediatarnente<br />
para Espaa a desempenat- su cargo de Oidoi- de la de Scviliu, para<br />
ci que habIa sido nombrado con rnucha anterioridad, creyCndosele<br />
peligroso en Mexico por sus opiniones un tanto liberales, quo manifestó<br />
en las célebres Juntas convocacias por Iturrigaray, COfllO<br />
dejo dicho en ci primero de mis Eisui tiLu L: ' ; 'CS<br />
la Reina Luisa.<br />
El Diane de Mexico habIase tambin u:t . jniO<br />
nes insurgentes, y su editor D. José Ruiz de Costa, tcmcroso de<br />
lo que sucederle pudiera, suspcndió su publicación; po scgUfl<br />
dijo La Gaceta, habiCndose dignado ci Excmo. Sr. Vire, perfll'<br />
tir la continuación de este periódico, que podia ser ütil, sigUió<br />
publicándose bajo la direccidn del Lic. D. Juan Wericeslao Bar<br />
quera.<br />
La causa de la retirada de Costa del Dianio, fué Ia serc<br />
gustos que Ic ocaciono la publicación dc Ufl epicrania qu<br />
di
La Conslifuciô,: del Aüo Doce<br />
Pobres fueron i campafia<br />
muchos guapos oficialcs:<br />
sin heridas y con reaies<br />
ahora vuelven, no es hazafla?<br />
Y aunque at ver al adversarlo<br />
no muy pocos se escondieron<br />
tras los árboles, 4perdieron<br />
so honor? no, por ci contrario.<br />
1 _329<br />
rande motivo de escztndalo daban todas estas disposiciones<br />
del virey; pero dste no solo no se detuvo ante consideración alguna,<br />
sino que habiéndole preguntado ci Ayuntamiento de aquel afto si<br />
por fin habIan de verifIcarse las elecciones del qua debIa funcionar<br />
segün la Constitución en ci próximo, respondiO que nada Sc inflOvase,<br />
que las elecciones s4 suspendIan, y que el antiguo continuara<br />
hasta nueva orden.<br />
Asi fué como quedO de hecho nuiiflcada Ia ConstituciOn.<br />
No dejarán mis lectores, al enterarse de esto, de sorprenderse de<br />
lo antiguos que entre nosotros son esta ciase de abusos.<br />
Mucha razón tuvo el autor del epigrarna siguiente que lei en El<br />
Diario de Mexico, at decir:<br />
Todos soinos unos locos,<br />
y aunque jarnás to creemos,<br />
solo nos diferenciamos<br />
en un poco rrtas 6 riienos.<br />
Por no baber hecho rnás que alguna ligera referencia a ella, voy<br />
ocuparme, aunque con brevedad, de dar a mis lectores una idea<br />
de la ConstituciOn que tambitn en ci año doce formd D. Ignacio<br />
RayOn. El suceso tiene mds de curioso quc de importante, pues la<br />
tat ConstituciOn no llegó a pasar de un proyecto que. so mismo<br />
autor nombró defectuoso, y aun desistiO de exigir SO publicación.<br />
Tan poco m&jto encontró el Sr. Morelos en el citado proyecto,<br />
que consultado sobre él por D. Ignacio RayOn, no Ic contestO en<br />
ci espacjo de varios meses, y cuando para que lo hiciese lo urgia,<br />
bastarori unas cuantas observaciones del gran caudillo, para hacer<br />
Ver hasta a los cie gos que de ninguna utilidad serfa un Codigo<br />
fraguado tan a la iigera.<br />
TOMO 1
Episodios Hislö yicos Mxicanos<br />
No quiere esto decir que ci proyecto no tuviera ror base muchos<br />
buenos principios: negarlo equivaldria a poner en duda ci talcnto<br />
de D. Ignacio Rayon, y grande y claro lo tuvo este hornb<br />
table.<br />
En dicha Constitucidn, lo misrno que en la española, S -<br />
raba que la soberanIa dirnanaba del pueblo, pero residiendo u la<br />
persona de Fernando VII. A esto contestO ci Sr. Morelos Iitraimente<br />
lo que en seguida copio:<br />
'En cuanto al punto 5•0 de nues&a Constitución, por lo respectivo<br />
a Ia soberanIa del Sr. D. Fernando VII, como es tan piblica<br />
la suerte que le ha cabido a este grandIsimo hombre, es necesario<br />
excluirlo para dar al püblico la ConstituciOn, pues consideraba<br />
indispensable cque se quitase la mascara a la independencias.<br />
Se deciaraba que la religion catdlica serla Onica en la Naci6n,<br />
sin toicrancia de otra alguna, debiendo encargarse de vigilar su lid<br />
observancia un tribunal especialrnente creado para ello: y como<br />
para conseguirlo se estimaba peligrosa Ia apertura de los puertos<br />
al coniercio de todas ]as naciones, ci Sr. Morelos repuso qu la<br />
admisiOn de extranjcros en los puertos se redujese a muy pocos 0<br />
flingunOs, PUCS solo de este moclo podia librarse ci pais de la intriga,<br />
seducciOn y aduiterio de nuestra santa religion: -<br />
Debian desaparecer la esclavitud, la distinción de castas y ci torniento,<br />
y garantizábanse la seguridad personal y la libertad de imprcnta,<br />
pero no en lo relativo A asuntos de religion: creabanse para<br />
premiar a los ciudadanos benernéritos cuatro grandes cruces: de<br />
Guadalupe, de Hidalgo, de Allende y del Aguila, y eran fiestas<br />
nacionales ci 16 de Septiembre, Los santos de Hidalgo Allende y<br />
Cl 12 de Diciembre.<br />
El ejercicio del gobierno estaba encomendado a los siguientes<br />
poderes: ftrimero: Supremo Consejo Nacional Arnericano, com<br />
puesto de cinco vocales, ejerciendo la presidencia ci más antiguo<br />
de elios: renovábase uno cada aflo, y su sucesor Ic eiegIan los cuatro<br />
restantes; segundo: Consejo de Estado compuesto de todos los<br />
oficiales generales de brigadier en adelante, con atribuciones en<br />
asuntos de paz y gucrra: tercero: Congreso de representantCS<br />
nombrado cada tres afios por los Ayuntamientos, encargado de la<br />
aprobaciOn y derogaciOn de leyes; cuarto: el Protector nacioflal,<br />
nombrado por los representantes; sus obligaciones eran propofle
La constiluci6ps del Año Doce<br />
y redactar las ieyes: aprobadas ó no éstas por los representantes,<br />
deblan pasar at Supremo Consejo Nacional, al cual estaba reservada<br />
la decision absoluta, y era por to tanto ci Poder Ejecutivo.<br />
El Sr. Morelos opinó quc ci Consejo de Est-ado se limitase a un<br />
nürnero detcrrninado de generale, y que en vez de un protector<br />
nacional, se nombrasen tantos como obispados huhiese, creãndosc<br />
una quinta autoridad, la de generalIsirno, que deberfa ser vitalicia,<br />
cuyo carácter perderla solo en caso de enfermedad, ineptitud 6<br />
edad mayor de sesenta afios en quien la ejerciese. Pidió también<br />
que el quinto vocal fuese elegido por la provincia de Oaxaca, en<br />
atcncidn a la irnportancia de la provincia üitimamente conquistada<br />
por dl.<br />
Por aquellos dIas ci Sr. Morelos recibió su nombramiento de<br />
cuarto vocal, quc nose le liabia enviado hasta entonces, y con este<br />
motivo se hicieron en Oaxaca grandes demostraciones<br />
1331<br />
dc jübiio,<br />
publicándose en ci periOdico El Correc del Stir ci siguiente clogio<br />
del caudillo:<br />
La virtud y Ia gloria separadas<br />
Andaban en el mundo desva1ids<br />
Viendo sus santas aras profanadas<br />
V sus adoraciones mal lingidas:<br />
J untáronSe, y sus almas inflarnadas<br />
Esta sentenci.i dicen decididas:<br />
O volamos las dos hasta los cielos,<br />
0 vamos aanimar al gran Morelos!<br />
XXII<br />
Regocijábanse los independientes, que en la nuliiicación de Caileja<br />
veian el triunfo de la causa insurgente, de las creces quc<br />
habf a tornado su enemistad con Venegas, cuando dste de sibito y<br />
Sin razOn ostensible, sorprendió a amigos y enemigos con una orden<br />
del dfa aitamente honorifica para Caileja, dándole a reconocer a Ia<br />
guanijcjon como gobernador militar de Mexico y teniente coronel<br />
de los cuerpos realjstas y patriotas de la capital: tuvo lugar este<br />
stIceso el martes 29 de Diciembre dc 1812.<br />
L.
1332 Episodios Hisióricos Mexicanos<br />
Contra la opinion general que estimaba a Venegas y a CaUeja<br />
corno irreconciliables enernigos, ci antiguo jefe del ejército del<br />
Centro adrnitió ci nombramiento, y ci rnitrcoies 7 de Encro de<br />
mil ochocientos trece, en quc Sc celebraba Ia Pascua de los rnilita.<br />
res, ci gobernador militar saliO con toda pompa do la Gran Casa<br />
de Moncada, perteneciente al rnarquc5s del Jaral, y en la cual habi.<br />
taba, y precedido y seguido por todas las mtsicas de Ia guarniciOn<br />
y acornpanado por nuls do cuatrocientos oficiales con brillantes<br />
uniformes, se dirigiO al real palacio a felicitar al virey por ci aflo<br />
nuevo.<br />
Al dIa siguiente so supo que Venegas habIa suprimido Ia terrible<br />
Junta de Seguridad, sustituvéndola una Junta Militar, COmpucsta<br />
de siete oficiales do la rnás alta graduaciOn, I los que debia aso•<br />
ciarse Un juez cclesiástico nombrado por ci Arzobispo. Las atribu.<br />
ciones de esta Junta dcbIan ser ]as mismas que las ejercidas por la<br />
de Seguridad; esto es, entender en todo lo relativo a causas de in•<br />
fidencia. Venegas nornbró presidente do la Junta a D. Flix Maria<br />
Calleja, y cruces se hacIa la gentc tratando deaveriguar ci niotivo<br />
que ci virey pudicra haber tenido para elevar de modo tal, y en<br />
unos cuantos dIas, al rnismo hombre a quien habIa hasta entonces<br />
deniostrado un odio mortal.<br />
—Nadie acierta a darse Ia razOn de todo esto,—decIa D. 13uenaventura<br />
del Valle ii sus tertulianos de la botica del Lic. D. Cleoftis<br />
Madana,—porquc nadie tarnpoco quiere abrir los ojos y vcr.<br />
—Pues, amigo,—observd D. Sóstenes de Pantoja,—yo soy de<br />
los que no so lo explican a pesar de que de par en par abro los.<br />
mjos.<br />
—No me lo diga usted, senor de Pantoja, no me lo diga usted,<br />
porquc no lo creerd.<br />
—Cuando yo se lo digo a usted. . -<br />
—No, mi señor de Pantoja, no lo creeré. Los hombres que, corn()<br />
ustcd, se han formado por sI nlismos una envidiable fortuna, han<br />
sido y son sin rernedio grandes inteligencias capaces de entender<br />
y corn prenderlo todo.<br />
—Mucho agradezco a usted sus lisonjeras expresiones, mi scñOT<br />
D. Buenaventura del Valle, pero eso no obsta para que yo Conti<br />
ndc sin comprender: asI se lo he dicho a mi yemno no hace<br />
mucho.<br />
:<br />
•1
La Consfitución dd 4io Doce<br />
1333<br />
—;Tarnpoco usted está at tanto, mi señor D. Martin Cabrera?<br />
D. Martin nada respondió a la pregunta anterior hecha por don<br />
Buenaventura.<br />
La razón era sencilla: desde ci dia aquel en que, con mnotivo del<br />
nombrarniento de electores para ci Ayuntarniento, D. Sóstenes sorprendió<br />
a D. Martin en ci café de la Cruz de Malta, perorando en<br />
sentido insurgente, ci suegro habia prohibido at yerno tomar La<br />
palabW sin su expreso permiso. Solo después que hubo jurado<br />
acatar religiosamente esta orden rccobró D. Martin su tranquilidad,<br />
pues D. Sóstenes juró a su vez no desheredarie. D.' Beatriz<br />
quiso a su mancra garantizar a su marido contra nuevas tentaciones<br />
y obiig3 a D. Martin a hacer una tanda de ejercicios espirituales,<br />
y de ellos saud nuestro hombre rnás suave que un guante y<br />
más blando que la cera.<br />
—I-labia, hijo mb. habla; to consiento,—le dijo D. SOstenes con<br />
paternal ternura.<br />
—Pues, con lermiso de usted, padre mb, dir6 que rnuy bien<br />
pudiera suceder que si S. E. Se ha dignado sacar at Sr. Calieja del<br />
poivo del olvido, puede ser muy bien que to haya becho..<br />
—Por qué?—preguntó impaciente D. Buenaventura at ver que<br />
D. Martin se detenIa.<br />
—Porquc Ia situación actual .sólo puede afrontarse con buenos y<br />
expertos rniiitares.<br />
— jJ3ravisirno—grit6 D. Buenaventura palmoteando con ci rnás<br />
grande entusiasmo: y después añadió dirigiéndose a D. Sóstenes:<br />
—Entre las cosas admirabies que aparte de su fortuna ha hecho usted,<br />
mi señor de Pantoja, ha sido, y es tal vez la principal, la dec.<br />
Cuni de mi señor D. Martin Cabrera para yerno: es mi señor don<br />
Martin to que puede lianiarse un hombre de talento.<br />
D. SOstcnes que, como sabemos, estaba siempre dispuesto a<br />
ernocloflarse Se regociió con este elogio, y poniéndose en pie<br />
abraz0 con efusión a su verno.<br />
D. Martin tienc muchisima razOn,—continuO diciendo D. Bue-<br />
fl V nt ura,5. .—_ E. debe haberse convencido de que la Nueva Espana -<br />
1nina a su compieta pérdida si no se acude a encomendar su remed10<br />
y Su defensa a miijtares como D. Felix Maria Caileja: mienas<br />
Se Ic ha tenido postergado, la insurreccidn ha tornado creces<br />
flereibles, y ci cura Morelos nos ha puesto las peras a veinticiflCo.
1334 Episodios Hisióricos Mexicanos<br />
—Pero acaso as cierto todo lo qua se cuenta de él?<br />
—CiertIsirno, señor de Pantoja: ese cura as un anticristo.<br />
—Qué disposiciones se han tornado contra él?<br />
—No se sabe nada cierto, pero se presume qua ci Sr. Calleja<br />
marchará sobre él v le hani salir de Oaxaca.<br />
—Si asi fuere...<br />
—No Jo dude usted: y si no ;con qué objeto hizo ci virey salir<br />
para Puebla a principios de Diciembre ültirno, los caudalcs que<br />
estaban depositados an ]as casas de los condu:tors (IC j];tLs don<br />
Diego Peredo y D. Martin Angel de Michaus<br />
—No adivino Jo qua tenga qua ver una cosa con ot ra.<br />
—Mucho, amigo mb, pues so dice quo ci objeto es sitia csos<br />
caudales an Puebla, destinándoios a cubrir los gastos quc caige Ia<br />
expedición sobre Oaxaca.<br />
—Pues, Sr. D. Buenaventura, han enganado a usted: an asuntos<br />
comerciales sabemos mas qua ustedes los cornerciantes: ese convoy,<br />
qua an efecto salió para Puebla, conduce tres millones de pesos de<br />
particulares, y ci dia 2 del actual Enero salió para Veracruz, cscol<br />
tado por ci brigadier Olazábal.<br />
—; El qua perdió otro convoy an Nopalucan ci 26 de Abril del<br />
aflo pasado?<br />
—El mismo.<br />
—Pues a buenas manos to han fiado,—observó D. Cleofás Ma-.<br />
dana.<br />
—Seflor Madan a!—contestó algo serio D. Buenaventura:—IOS<br />
ruilitares no somos infalibles ni estamos obligados a acertaf<br />
siempre.<br />
—Perdone ci señor comandante: no Jo due por tanto.<br />
—Pues con permiso de mi senor padre,—anadió D. Martin,creo<br />
qua todo debe temerse, pues segtn 01 decir al Pensadar...<br />
—;Qué Pensador as ese?<br />
—El Sr. Lizardi, ci escritor.<br />
—Pues qué? anda ya libre?<br />
—Si, sailor, Ic soltaron hace algunos dIas.<br />
—Es cierto,—observó D. Sóstenes,—y me extraña qua no 10<br />
sepa usted. puesto que ha seguido publicando su papel, aunclue<br />
cierto ya en muy diferente tono del qua Ic costó ser encerrad0<br />
an la cárcel.
- -<br />
La Constifucidn dcl Año Doce 1335<br />
—Pues bien, segün rnc ha dicho Lizardi, ci cura Morelos ha sa-<br />
[ido el dia 9 de Oaxaca.<br />
—Para ddnde?<br />
—No se sabe, pero como con el convoy de Oiazábai va para embarcarsc<br />
en Veracruz D. Jacobo Villa Urrutia, y Rayon, segt.n s<br />
dice, piensa iibcrtarie y hacerle tomar parte en ci gobierno, pudiera<br />
ser que el cura Morelos pensara atacar ci convoy.<br />
—Si saben quo ilevan tres ruiliones, no to dudarIa yo.<br />
—1u6s yo me figuro que si ci cura Morelos ha salido de Oaxaca,<br />
es porque teme sin duda que Calleja venga sobre dl.<br />
—Todo pudiera ser, pues segun parece, ci cura, antes de emprender<br />
la rnarcha, dejO ci mando a D. Benito Rocha, quien ha<br />
quedado con mil hombres en la ciudad, é hizo situar en Yanhuit-<br />
Ian a D. Mariano Matarnoros1 con otros mil quinientos, encargándole<br />
de Ia seguridad de las Mixtecas: estas n3cdiclas hacen presumir<br />
que Morelos ha salido de Oaxaca por un espacio de tiempo indcfinido,<br />
con intenciOn tat vez de estar dispuesto d caer sobre Caileja<br />
si éste Ile-a i atacar la ciudad.<br />
—Yo he oido decir que Licca ga, uno de los miembros de la Junta,<br />
se atrevid a atacar a Celaya ci dia 10 de Enero.<br />
—Es ciet-to, pero anaden que ci tcniente don Manuel GOmez Pcdraza<br />
deri-otó at tai Liceaga, quien me parece que para nada bueno<br />
sirve.<br />
—Pues senores,—dijo D. SOstenes que hasta cntonces habIa per-<br />
Tflanecido callado,—cada vez me confirmo más en que los cornerclantes<br />
sornos quienes tenemos mejores noticias; han estado usteds<br />
ci jscutjendo sobre si ci cura Morelos habrá salido de Oaxaca<br />
Con i fltcncioncs de atacar 6 no ci convoy; pues bien, segün yo sd,<br />
Para donde ha saiido ci Sr. Morelos es para Acapulco, V quien se<br />
III encargado de atacar ci convoy no ha sido él, gino D. Nicolá.s<br />
Bravo. Asi to hizo en efecto, el dia 14 de este, batiéndose con las<br />
tropas de Olazãbai en ci Puente del Re)'; pero aunquc nuestros<br />
IISth.s Ilevaron la peor parte, ci convoy se salvO y se encuentra<br />
en Salvo en la fortakza de Perote; pero ci cornercio está alarmado<br />
Y IO Sin razOn se queja de que ci virey no piense en dictar alguria<br />
medida que haga desaparecer el 1-lesgo. Pero ya se ye, como nada<br />
POne él, se entretiene en hacer que se repita ci sern36n politico<br />
rnor.al de l padre Bringas.
E/isJ:c J-lLr,-c's .fc.z:a JOs<br />
—Tan notable ha sido?<br />
—Asi se Ic juzga al menos; yo se lo ol pronunciar ci dfa 1 7 en<br />
Ia plazuela de Santo Domingo; duró más de tres horas, y con éi<br />
han dado prinCipio las misiones con las cuales se trata de iriIuir<br />
sobre la opinion pciblica, a la que tanto dao hizo la libcrtad de<br />
imprenta, eriemistándoia con ci Gobierno. S. E. ha qucrido que<br />
dicho sermon se repita ci dia 24 en la colegiata de Nuestra Señora<br />
de Guadalupe, y aun Ic mandO irnprimir y repartir con profusinn.<br />
XXIII<br />
Renunciernos por ahora a seguir la conversaciOn de nuestros<br />
amigos y toniemos pot nuestra cuenita ci relato.<br />
Solo mi desco de no dejar de referir a mis lectores todos y cada<br />
uno de los sucesos de aquelios dias en estricto orden cronoiágico,<br />
puede obligarme a decir algo aquI del infructuoso ataquc intentado<br />
contra Valladolid ci dIa 3' de Enero de 18 1 3 pot ci doctor D. José<br />
Sixto Verduzco. Iiandaba a los realistas de la población el teniente<br />
coronel D. Antonio Linares. Verduzco cmpefió su acciOfl<br />
al frente de seis mil hombres, pertenecientes en su mayor parte<br />
las bandas casi sin instrucción dc algunos cabecillas de Ia rOVifl<br />
cia de Michoacan, y d las tropas aigo rnás disciplinadas y auCrn<br />
das de Mufliz: contaban los insurgentes con veintiUn cañoneS, Y<br />
conducIan puentes levadizos, escalas y parapetos rnovibles cOflS<br />
truidos con sacos de lana. Aunque ci ataque fué rccio y empcñada<br />
la acciOn, Linares, que notO la falta de plan de los asaltantes,<br />
arriesgó ci todo por ci todo en una salida, y Verduzco perdió<br />
aquella funciOn de armas mas de mil hombres, toda su artillerfa,<br />
municiones y trcnes de sitio, y huyO en pi-ecipitada fuga hasta PU<br />
ruándiro, fortificándosc en la hacienda de San Antonio.<br />
D. Ignacio Rayon, que conocia la mala fortuna de Verduzco, Ic<br />
mandó a buen tiempo suspender ci ataquc, indicándoie que acudie1<br />
en su auxilio, como en efecto lo intentO, saliendo ci 28 de Enero<br />
de Tla!pujahua; pero Verduzco, confiando ciegamente en la jCtO<br />
na, no quiso compartirta con l, y premio fué de su imprudefldla<br />
la derrota que he apuntado.<br />
-i
FLa Co,,slituciôn del ,4io Does<br />
llo reprendió con sobrada justicia a Verduzco ci presidente<br />
de la Junta al reunirse con él on Pátzcuaro ci dIa 9 de Febrero:<br />
tres dias después, esto es, ci 12, UflO y otro tuvieron que salir pre<br />
cipitadamente de Pátzcuaro a Ia media noche, por haber tenido<br />
noticia de que una fuerza realista, cuya importancia desconocIan,<br />
habia salklo de Valladolid on su persecución. D. Ignacio cstimó, y<br />
no sin fundamento, que las desmoralizadas huestes de Verduzco no<br />
podrIan ayudar a los suyos a batir a los realistas, enorguliecidos<br />
justaiente con su Ultima victoria.<br />
El 25 de aquci mes de Febrcro tuvo lugar un suceso quo alarm-5<br />
a los insurgentes de Oaxaca y ies obiigó a apercibirse a la defensa<br />
contra un nucvo y no esperado enemigo. Dije on su lugar quo ci<br />
noble y dcsventurado teniente general D. Antonio Gonzalez Sarahia<br />
habia desempeñado, antes qc pasar a Oaxaca, ci empico de Presidente<br />
de Guatemala, on cuyo cargo solo fieles y buenos amigos<br />
se conquistO; al saberse alli su injustificabie y cruel fusilamiento, Ia<br />
irritación de los ánimos fué grande, y tanto ci capitán general de<br />
aquel reino D. José de Bustamante y Guerra, como ci arzobispo<br />
D. Ramdn Casaus, auxiliar quo habia sido del obispado de Oaxaca,<br />
convinieron on vengar la muerte de Sarabia, armando una cxpedicion<br />
cuyo jefe fué ci teniente coronel D. Manuel Darnbrini.<br />
Al frcntc de setecientos hombres, Dambrini paso la raya divisoria<br />
de los reinos de Nueva Espana y Guatemala, y ci 25 de Fcbrcro<br />
batió on Niltepec a! insurgente D. Julián Suárez, a quien hizo fusilar,<br />
asi como a los demás prisioneros, y a un dominico ilamado<br />
Carranza. En cuanto D. Mariano Matamoros lo supo, determinO<br />
sahr al encuentro del jefe guatemalteco.<br />
Dejamos al brigadier Olazábal on gran riesgo de perder en manos<br />
de D. Nicolás Bravo ci convoy destinado a Veracruz: la fortuna<br />
no quiso esta vez serie contraria y iogro cumplir bien su<br />
encargo, y después de muchos dias de fatiga consiguió entrar en<br />
ci Puerto ci 5 de Febrero; de él saliO ci i i, sacando una enorme<br />
cantidad de correspondencia aill detenida desde ci rues de Agosto<br />
anterior, y escoitándoia convenientemente con doscientos dragones<br />
Ia rernitjO ii la capital.<br />
Merced a esta expedicidn de Oiazábal, pudo salir de Veracruz<br />
Para México ci arzobispo electo Sr. Bergosa, que, como sabemos,<br />
'lyo de Oaxaca v se embarcó en Tehuantepec, evitando asI caer<br />
TOMO I<br />
168
338 Episodios His 1ricos Mcxicauos<br />
en manos del Sr. Morelos. A su paso por Puebla hubo do detenerse<br />
para auxiliar en sus üitimos momentos al obispo de aquelia<br />
diocesis D. Manuel Ignacio Gonzalez del Campillo, que falleció<br />
en brazos de Bergosa ci 26 de Febrero. Su muerte fué rnuv sentida<br />
por los realistas, pues aunque inexicano y natural de Puebla,<br />
siempre so mostró enemigo de los insurgentes y favoreció ;i la<br />
causa real con sumas enorrncs y escritos y pastorales contra sus<br />
enemigos.<br />
Los dragones que conducian Ia correspondencia de Espafia enviados<br />
por Olazábal, de Veracruz, continuaron sin detenerse su<br />
martha y entraron con ella en Mexico ci 28, poniéndola inmcdiatamente<br />
en manos de Venegas.<br />
Este hablase dejado influir do un modo casi incomprensible por<br />
ci capitdn D. Francisco Mejia, quo tomó no pequena parte en los<br />
sucesos politicos de aquellos üitimos meses. Sus relaciones con<br />
D. Alvaro y ci conde de Orizaba, y más que todo su carácter resuelto<br />
e intrigante y su amhición sin medida, habianle dado a<br />
conocer Ia cave de muchos de los secretos en que envolvfan sus<br />
planes los enemigos del virey.<br />
'IejIa no ignoi-aba los trabajos emprendidos para desconceptuar<br />
a Veneas en España y conseguir su remoción y el nombramiento<br />
do Calleja para el vireinato: ci antiguo jefe del ejdrcito del centro<br />
habIa auxiliado estas intrigas con su influencia poderosa y movido<br />
por sus resentimientos: ci plan de Mejia fuC desbaratar todos estos<br />
trabajos, incitando al virey a ganarse a Calleja, coimándole de honorcs<br />
y entregándose en sus manos. El efecto fué ci calculado por<br />
aquei hasta entonces obscuro intrigante. Los amigos do Calleja, quo<br />
viei-on a Cste vendido por completo a Venegas, temiendo ser sacri<br />
iicados en aras de aqueula reconciliación, se dcsmoralizaron on lo<br />
absoluto. Calleja so rnostró desde luego poseIdo por la soberbia<br />
que le era caracteristica, y que fundaha, con razón hasta cierto<br />
punto, en la gloria militar adquirida desde los primeros niomentOS<br />
de la rcbeiión. Al verse de sübito elevado por Venegas, pensó que<br />
Cste vefa por fin en él ci hombre necesario, y lisonjeado por tal<br />
crecncia, despreció a sus fieles amigos, considerando conio ufla<br />
debilidad haberse prestado a sus intrigas, cuando su propio merito<br />
habrIa bastado para dare su lugar, como ci virey acababa do<br />
demostrarlo.
W., —I<br />
La Consfituciôfl del ,4üo Doee<br />
El primero de sus amigos de quien debemos ocuparnos es nuestro<br />
D. Alvaro de Cervera.<br />
Recordarán mis lectores que Venegas le hizo ilarnar en virtud de<br />
las acusaciones contra 61 intentadas por ci capitán MejIa.<br />
Todo podia esperar D. Alvaro menos ci reçibimieiito que le hizo<br />
ci virey, ci cual, al veric entrar, sin dignarse siquiera oirlc, rnandó<br />
fuese reducido a prisidn.<br />
Enlia maldecia de su suerte y gritaba pidiendo libertad, no por<br />
él sino por su hija Remedios, cuando a Ia puerta de su calabozo<br />
se presentaron Jos jueces del tribunal de Ia Inquisición, aconipañados<br />
por D. Anastasio de Ochoa, que le acusaba de haber intentado<br />
matarle para recobrar aquella deciaracidn que rindió, sobre haber<br />
sido éi quien depositó en Ia casa de Remedios las imágenes y objetos<br />
quc debian servir para formarle causa como a sacrilega em<br />
baucadora.<br />
D. Alvaro, que ignoraba lo quc a su tiempo supieron mis lectores,<br />
no pudo comprender lo que pasado habla; pero el peligro no<br />
consiguió dominar jamás su rebelde caráctcr, y Jos jueces nada lograron<br />
obtener de éi; v en cámbio, temerosos de las reveiaciones<br />
que D. Alvaro pudiese hacer, y eran en alto grado comprometedoras<br />
para el!os, salicron del calab3zo convencidos de que aquelia<br />
hera no podia ser vcncida sino por cualquiera de éstos dos medios:<br />
o devolveric su libertad 6 hacerle morir en su calabozo: en uno y<br />
en otro caso los frailes franciscanos tendran que desistir de la esperanza<br />
(IC hacerse de La fortuna del difunto Garcia Alonso. Las<br />
Cscenas de desolacjOn y de extermifliO a que Ia continuación de la<br />
guerra habfa a todo el mundo acostumbrado, tenfan endurecidos<br />
a los mejores corazones. La resolución fué, pues, la de asesinar a<br />
D. Alvaro en su calabozo.<br />
MejIa, ijbre entre tanto de D. Alvaro v de Lizardi, que tambin<br />
habla sido reducido a prisión, trató de lievar adelante su plan de<br />
obligar a Remedios a set- su esposa. Nada, no obstante, consiguió<br />
de Ia joven, A Ia cual enterd, hasta donde sus noticias ilegaban, de<br />
lOS lazos que Ia unian a D. Alvaro.<br />
Mejia determjnó entonccs fiar a un golpe de mano su triunfo, y<br />
todo lo preparó para apoderarse a viva fuerza de Remedios y sa-<br />
Carla de Ia ciudad.<br />
La noche en que asi se disponIa a realizarlo, Mejia tuvo Un<br />
1339
!:d:,s II: .r;cs<br />
encuentro fatal en la calle y a la puerta misma de su casa: estc encuentro<br />
fué el del negro Carlos Cuarto, quc en tales estrechcces le<br />
puso, qua ci antiguo Centellas saiv6 la vida solo an fucrza de promesas,<br />
cuya garantIa de cumplirniento apoyó descubriendo al feroz<br />
negro la historia de Remedios, é iuvitándole a tornar an ella 'cnganza<br />
de D. Alvaro.<br />
El negro Carlos no se dejO convencer por los ofrecimientos de<br />
amistad de McjIa. y despus de amarrarle como a un fardo, Ic encerrO<br />
en su propia casa, dirigiendose después a la de Remedios.<br />
Pero su alma no era tan negra como su rostro, y en ci carnino<br />
pcnso qua ninguna culpa tenIa aquella infeliz niujer de las infamias<br />
de su padre, y cambiando do intenciones, so dirigiO a la casa<br />
de su amo el conde de Orizaba, casado, corno no ignoramos, con<br />
la hermosa marquesa de Cervera. Enteró a uno y a otra de Jo qua<br />
acababa do saber, y aquel digno matrirnonio rnandO poner uno de<br />
sus coches y fué a la casa de Remedios, se hizo recibir por ella, Ia<br />
enterO de los riesgos que corria, la brindO con su protecci5n y<br />
afecto, y Remedios aceptO y Sc trasladO aquella misma noche a la<br />
morada de Jos condes.<br />
Contento de su obra, Carlos volvió a la casa de MejIa, Ic cntcró<br />
de lo sucedido y le voIviO su libertad, prornetiéndole clavaric Un<br />
pufial an la garganta en ci instante an que tuviese noticia dc qua<br />
algun daflo intentara hacerle.<br />
XXIV<br />
Ante tan inesperado y gran fracaso, MejIa pensó en qua su mejor<br />
aliado podia ser ci mismo D. Alvaro.<br />
Nada, sin embargo, podia hacer hasta la mañana siguiente: pero<br />
an cuanto amaneció se puso an marcha para el palacio.<br />
Venegas era hombre que se levantaba mu temprano: no esperO<br />
mucho MejIa para ser recibido.<br />
Algo tuvo que luchar, pero ci virey Ic concedió al fin una ordefl<br />
para poner an libertad a D. Alvaro.
L.<br />
Mejia Sc dirigió a Ia prisión y encontró a su hombre en lucha<br />
desesperada con un infame verdugo encargado de dade muerte.<br />
Fué Cl verdugo quien, sin más culpa que ser ci instrurnento de<br />
inicuos jueces, perdió en aquel muro la existencia, pasando de esta<br />
Ia otra vida por la hoja de la esnada del capitri Mejia, quien<br />
Isi;;N.j I<br />
I -<br />
/<br />
y encontro ,u hoa re...<br />
tOTflÔ en sus brazos mar herido v moribundo a D. Alvaro dc<br />
Cervera<br />
Aigunos dIas tardó en reponerse, pero D. Alvaro triunfó de sus<br />
heridas, que no eran en verdad las ünicas iii primeras que habfan<br />
Puesto a prueba su resistencia.<br />
Centellas no le ocultó cuanto habla hecho bueno 6 rualo, justificandose<br />
de lo ültjnio con haber obrado en defensa propia, puesto<br />
que habIa escuchado desde la puerta de la habitación de D. Alvaro,<br />
la floche que éste conversó con Ochoa, que se trataba de ponerie<br />
en prjsjôn Centellas lievó m '-is adelante tOdLV1a sus demostraciones<br />
II.
1 34 2 Episodios Hislórjcos Mxicanos<br />
de amistad para con D. Alvaro y redujo a cenizas en su presncia<br />
la famosa dcclaración de que tanto hemos hablado.<br />
Centellas no dijo en estas confidencias Ia pretension quc tenIa<br />
de ser ci marido de Remedios.<br />
D. Alvaro no quiso que por ningOn estilo se Ic avisase a los condes<br />
ni su estado ni la casa donde residia, que lo fué la de Cetitcilas,<br />
que alil lo condujo por más próxima a la prisiOn de donde habiale<br />
sacado.<br />
D. Alvaro se contentó durante varios dIas con saber que Si hija<br />
se encontraba completarnente en salvo en la casa de la marquesa:<br />
hizo ésta que ci conde tomase noticia dc éi, pero nada pudo a yeriguar.<br />
El mismo dIa en que ya repuesto de sus heridas creyó poder<br />
salir a la calie, ci capitan MejIa, recordándoie to que por 61 habla<br />
hecho, Ic pidió la rnano de Remedios.<br />
D. Alvaro recibiO un golpe terrible en ci corazOn; no pudo<br />
explicarse córno aquel miserable habIa podido considerarse digno<br />
de tiegar a cmparentar con 6L<br />
Grave fué ci altercado, pero D. Alvaro se mantuvo firme cii su<br />
negativa.<br />
—Podria,—dijo,—ccderte toda mi fortuna, aunque mil veces<br />
fuera más considerable de to quc lo es, pero rebajarme hasta considerarte<br />
digno de levantarte hasta mI, jamás.<br />
—Ha sido usted, acaso, mejor que yo?—preguntó Centellas.<br />
—Peor mil veces, sI, no lo niego; peor, si, porque resbaLandO<br />
por la pendiente fatal de mis crlrnenes, descendI hasta ci lodo<br />
corrornpido que a ti te sirvió de cuna: pero pues de alto bajé, sá ci<br />
carnino y desandarle puedo y también volver zi subir: yo he perte<br />
necido aiguna vez a Ia sociedad digna y decente, td jams: ann Cli<br />
ci crirnen existen ]as jerarquias.<br />
—iD. Alvaro!—contestó Centellas,—perdono a usted sus iflSUI<br />
tos, porque espero convencerie.<br />
—Nunca! Primero me matarás, pero aun esto te seth imposible<br />
si no aprovechas estos instantes an que aun me siento y reconozCO<br />
debit: mañana que me hayan sido devueltas mis fuerzas, ni aUP<br />
matarme te será fácil.<br />
—yea usted,—repuso Centellas conteniéndose,—que ahora SO<br />
yo ci fuerte para con ci virey.
PW.'<br />
La ConsiiI:eión del Ano Doc '.343<br />
_-;Y qué puede drserne a mI de eso? Siempre jugué con dobles<br />
barajas; si Venegas se declara mi enernigo, amigo soy de Calleja,<br />
' vosotros, necios, le habis eicvado a lugar del cual ya no consentirá<br />
éI descender.<br />
—Cuanto mds altas las torres y mis nipida su elevación, m'-is<br />
fácil la caIda.<br />
—Vivo estoy,—contest6 con ori.ullo D. Alvaro:—rni cncrgIa no<br />
ha decaIdo; si temible fuf Jasta boy luchando por solo mi ambición,<br />
vencible seré combatiendo por mi hija.<br />
—Me agrada ci reto que usted me hace; a combatir vamos en<br />
campo igual, pot Venegas yo, por Calleja usted; la grandeza de mi<br />
bandera rcilcj:u:i ubt nu. y la intriga cortesana me ievantará hasta<br />
usted.<br />
—ieci(-) ' ;1 iii 1)dices.<br />
—D. Alvaro, aila lo vcrcmos; por el pronto libre tiene usted el<br />
paso: es usted sagrado para mi todo ci tiempo que tarde en salir<br />
de mi casa: fuera de ella nuestra amistad concluye y comienzan<br />
mis asechanzas. Adios, D. Alvaro de Cervera.<br />
D. Alvaro tomó inmediatamente Ia puerta, y desde su dintel<br />
ContestO:<br />
—Capitán Francisco Mejia, adios.<br />
D. Alvaro, en vez de dirigirse a ver a su hija se encaminó a la<br />
casa del general Caileja, y con aigunas dilicuitades, que grande<br />
extrañcza le causaron, iogró set recibido por ci Gobernador militar.<br />
Corta fuO Ia entrevista, pero al salir de ella Ia fisonomIa de don<br />
Alvaro estaba jiurninada po p relámpagos de no contenida cóiera.<br />
Caileja Ic habla recibido detestabiemente.<br />
D. Alvaro se hizo conducir en un carruaje a su casa, entró en SU<br />
habitación, se lIegó a un mueble ricamente incrustado de oro,<br />
nacar y plata, abrió varios' secretos, extrajo de ellos varios docurnentos,<br />
los sujetO con una cinta y se encamind al paiacio, diciendo<br />
Para sf:<br />
—Verernos, señor general, quién vence a quién!<br />
Cuando en paiacio estuvo y consiguió, con rflayOreS dificultades<br />
que las que halló en la que después fué casa de l, emperador, ser<br />
recibido por ci virey, D. Alvaro se juz gó vengado.<br />
Larga fué Ia entrevista, v al salir de ella nuestro caballero Se<br />
inostro rad jante de feiicidad.<br />
1.
El capitán MejIa aguardaba en la nt;tn-iai-i.<br />
D. Alvaro se acercó a éi y ic dijo:<br />
–.–Capitán , la lucha prosigue, pero ah )!a c:n:,o<br />
—;Qué quiere usted decir?<br />
—Que acabo de reconquistar la amistad de S. E. ci virey: que<br />
ningün daflo puede usted hacerme por su medio, y que yea usted<br />
como se deflende de mI, porque niás vale ci seilor Calleja, y, no,<br />
obstante, acabo de derribarle.<br />
—No comprendo: pero ese tono y ese usted empicado a!<br />
hablarme...<br />
—Capitán Centelias aun vive D. Alvaro y aun no dccae nil I<br />
cnergIa.<br />
—;1). Alvaro!...<br />
—Capitán Francisco<br />
Mejia, adis, —contest O D. Alvaro ale-<br />
jándose.<br />
A partir de aquel dia no Sc habló en la ciudad de otra cosa que<br />
de los nuevos disgustos que al decir de las gentes habIan surido<br />
cntrc Venegas y Calieja: se contaba quc ci Ultimo se hallaba 'endido<br />
a los insurgentes y en rclación y tratos con elios. Los amigos<br />
dc la revolucidn, fuesen ciertas tales hablillas 6 fingiéranlo creer<br />
para darse irnportancia, no ocuitaban su contento v satisfacoión,<br />
y los espafioles andaban inquietos y aicbrestados. Afiadiasu que<br />
Venegas estaba dispuesto a encarcelar al jefe realista y aun :i fusilane<br />
corno traidor. No he podido averiguar lo que realmente hubo<br />
en esto; pero si me consta que a fines de Febrero, casi to, los Jos<br />
amigos de Calleja habiansc retirado de 61, y su antigua corte des<br />
aparecido casi por cornp!eto, excepción hecha de toda Ia oficiaii<br />
dad, que continuó rnanteni6ndosele adicta.<br />
xxv<br />
Recordarán mis lectores, que los tertulianos de la botica del<br />
Licenciado en farmacia D. Cieofás Madana, dijeron que D. Joaquin<br />
Fernández Lizardi hahia sido puesto en libertad y hasta continuado<br />
la publicación de El Pensador iWexicano.<br />
La noticia fué cornpietamente cierta: D. Alvaro consiguió de
La Constituiói: del Ai-to Dccc<br />
\Tencgas Ia libertad de su amigo, y le presentó en casa de Ia marquesa<br />
y del condc, que no quisieron que Remedios se apartase de<br />
clios.<br />
La antigua hcroina de nuestra historia, habla aceptado bien ]as<br />
revelaciones relativas i su nacimiento y estimaba aD. Alvaro como<br />
un buen amigo, sin sentir por éi el natural filial cariflo. Esto es<br />
coinprensible y en nada absolutamente puede perjudicar at buen<br />
concepto qua mis 1ectorestienen sin duda de Remedios; Ia pobre<br />
niflhabla amado como a sus padres at honrado matrimonio, at<br />
cual mano desconocida Ia confió en los dias en que vino at mundo.<br />
jamás tuvo queja dc ellos; por su educacion y sustento los vió<br />
desvclarse; paternal cari10 encontrd siempre en ellos; debió, pues,<br />
amarios como a padres, y asi los amó: su corazón habia ya cumplido<br />
con esta dulce, natural y santa obligación; no era, por to<br />
tanto, racional que con respecto a D. Alvaro tratara de imponerse<br />
a Remedios un cariño qua de por si as cspontáneo. La voz de Ia<br />
sangre no es cosa cornprobada, y ci amor de los hijos no se conquista<br />
por ci solo hecho de darles vida, si no se portan sus padres<br />
con cilos como deben portarsc, y voluntariamente ahandonan y<br />
olvidan a estos idolatrados pcdazos del alma.<br />
No obstante ci asiduo y constante trato qua Remedios tenla con<br />
Lizardi, éste no consiguió reconquistar su amor.<br />
—iCuánta as mi desventura!—exclamaba con dulce y melancólieo<br />
accnto D. Joaquin.<br />
—Por qué qucjarse de infortunios que a si mismo se busca el<br />
hombre—..observc, Remcj jos at escuchark.<br />
—Eso dice usted, Remedios!<br />
—Si, amigo mb, ci mejor cia mis arnios: y por qué si este<br />
nornbre cloy a usted, usted no Ic acepta?<br />
—Porque usted, Remdios, ha sido mi sola y dnica pasión; por<br />
que esta pasión es la vida de nil alma, y porque yo no me resigno<br />
aver muerta. mi alma; porque, no to dude usted, Remedios, yo<br />
livo Ia vida de Ia materia, pero no la del espIritu: mi cuerpo se<br />
mantierie cia ]as raices quc Ic fijan en la tierra, no de las ramas quc<br />
acercan at árbol a los cielos. No me quejo de usted, Remedios;<br />
Dios a la fatalidad atravesaron entre usted y yo un hombre que usted<br />
creyd más digno que a ml de ser amado, y aun se conserva<br />
Usted fiel a su memoria, COmO Si quisiesc dcrnostrar que en la vim-<br />
TOMO 1 09<br />
1345
I 546 Episodios Hisióricos Mexicanos<br />
tud no cabe sino una sola forma de arnor. Pero esto mismo rue<br />
dcmuestra que es usted tan digna de set amada por nil, como to<br />
fué en los dIas en que debid haber sido usted mi esposa. Tampoco<br />
es culpa mla no poder dcj aria de amar.<br />
—Crea usted, Joaquin, que aunquc at encuentro de Ochoa con<br />
mi criada, debo la tranquila posición de que disfruto, pues Ia que<br />
sola y aislada se mona, cuenta at presente con una familia, al contemplar<br />
sus irrernediables sufrimientos, pienso que nias valicra que<br />
la casualidad no hubiese vuelto i reunirnos.<br />
—Remedios, no sea usted injusta con la Providencia cluc la<br />
colma de favores.<br />
—No es esa mi intención.<br />
—Lo sé, Remedios; comprendo que tales palabras las dicta csa<br />
amistad quo en su corazón ha reeniplazado at amor; pero nadie<br />
suite con esta renovación de antiguas memorias, como sufro yo,<br />
Remedios, y bendigo no obstante a Ia Providencia que asI lo ha<br />
qucrido. 1Arbol que perece soy, Iero Dios bendiga a la nubc J)aSajera<br />
que vierte sobre i-nI roclo bienhechor! Si, Remedios; tanto<br />
tiempo lie pasado sin poder hablar do ml amor perdido a una persona<br />
quc pudiera comprenderme, qua ci olvido ii que pretcndI<br />
entregar mis dulces memorias me iba ya matando: ci corazón qua<br />
sufre necesita un ceo quo responda a sus quejas. Ese ceo me liabia<br />
faltado hasta boy, porque mi pobre hermano, mi buen Ochoa, no<br />
acertaba ya a comprenderme.<br />
—Y no obstante, bien dcsgraciado ha sido.<br />
—No tanto como yo, sin embargo. La muerte de la infortunada<br />
Guadalupe arrancó de rafz de su corazón toda posible csperanza<br />
muertas de un golpe sus ilusiones, Ochoa no ye ya ci mundo que<br />
Ic rodea; su vista se clava en el cielo con deleite, y cada dia que<br />
transcurre es un paso más quo a ese cielo Ia acerca; su alma SCfl<br />
cilia se recrea en misticos arrobaniicntos, y sus relaciones con Ia<br />
sociedad no Ilegan más allI de to cstrictamcnte preciso para hacer<br />
ci bien que sus semejantes Ic piden. Yo, por ci contrario, tengo la<br />
dulce fortuna de saber que usted existe; mi esplritu, quc percibe<br />
en el concierto de la vida general Ia presencia del de usted, oye a<br />
los labios invisibles de mi deseo pronunciar el nombre de usted;<br />
sobrenatural deleite invade todo i-ni ser, y cuando del suprenlo<br />
goce me doy cuenta, un veto inmenso, tejido con las hebras de
La Consti1ucii del Ai7o Doce<br />
to imposible, nubla mis ojos y en ellos se transforma en lágrimas.<br />
Cuán dignos son de piedad los quc aman sin csperanzal<br />
_Pobre Joaquin! quizcis tiene usted razón; quizás para los dos<br />
hubiese sido una fortuna que yo hubiera muerto!—observó Rex-nedios<br />
con arnargura.<br />
—;Fortuna la muerte de usted!—se apresuró a decir Lizardi:—<br />
no, Remedios, no; cuantos tormentos sufro, y muchos son a la<br />
verdl, tienen una poderosip compcnsaciófl para ml: la de mover<br />
a usted a piedad. Pero, perdOnenic usted, estoy loco y no<br />
ni to que me digo. No, no puede ser Ochoa menos infortunado cjue<br />
yo; ci dolor Ic hizo insensible: la eS1)Craflza de quc la rnuerte habra<br />
de acercarle en otra vida mejor a la quc amándole dejó de existir,<br />
no Ic pci-mite vivir la hurnana, y olvidado dc si mismo ni aun hotar<br />
necesita, y con no hiorar se priva del más duice COnSUCIO de los<br />
atligidos moradores dc éste, que ha sido liamado valle de Iãgrimas.<br />
Arnargas son las mias, pero con clias se riega y de ellas vive 1-a for<br />
de mis recuerdos. i Oh, Remedios mial permita Dios, que precediendo<br />
yo a usted en ci cterno viaje, usted pueda recoger de mis<br />
labios la prueha dc i-ni constancia, i-ni ultima palabra de amor, su<br />
adorado tiombre Remedios...<br />
—Amigo mio,—cxclamó la joven sin poder disfrazar su cmoción<br />
dolorosa;—el santo desinters de esa pasión que a usted mata, hace<br />
de todo punto irnposible nucstra fclicidad.<br />
—Eso dice usted, Remedios-<br />
-Si, Joaquin: yo no puedo amar a usted como usted me ama.<br />
—Remedios<br />
I<br />
—Una primera pasión no- puede ser dignamente correspondida<br />
sino con otra primera pasiófl.<br />
—V usted, Remedios?...<br />
—Vo, Joaquin, no xm acuse usted de cruel.., he amado ya a<br />
otro hombre.<br />
- —;A Garcia Alonso!<br />
—A Garcia Alonso, si: -por qud he de negarlo? Hubo algo más<br />
grande quc ci martirio que aquel honibr me di5: esto mas grande<br />
fue rid dignidad femenil; con todo ci poder innienso de sus seductoras<br />
cualidades, no pudo lograr convertirme en una rnujcr des-<br />
Preciable; quiso ponerme en la senda de la perdición, y en su fatal<br />
pendiente supe yo encastillarme en la virtud. FuI su victima, pero<br />
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1348 Episodios Hisidricos Mexicanos<br />
no su cdmpiice. Cómplice, le hubiera despreciado: vIctima, le amé,<br />
é inocente instrumento de la fatalidad, la fatalidad lo pudo todo,<br />
menos e:wilccernie. Orgullosa de mf misma, aizo la frente porquc<br />
creo poder aizarla, y a ningtn hombre, ni aun I ustel mc ama<br />
tanto, dará yo ci derecho de obligarme I bajarla.<br />
—Pero...<br />
—Por piedad, Joaquin, no prosigamos... esta coiivcrsaciol -<br />
nueva las heridas de rni alma, sin dar alivio ni mucho menos cu jar<br />
las de usted. Por ültirna vez en nucstra vida, hemos hablado de<br />
amor. Ruego a usted, sin embargo, no sea tan injusto connhigo<br />
quc me prive de su amistad; esa arnistad, no pido más, yo pucdo<br />
corresponderla con un cariflo fraternal, grancle, sincero, capaz de<br />
hacerle olvidar que en manos de mi resoiucidn inflexible han<br />
muerto para siempre, para siempre, JoaquIn, sus iiusiones y csc -<br />
ranzas; nada más puede exigirseme, nada rnás puedo dar.<br />
La conversacion se proiongó aün algunos momentos, pasa<br />
los Cu ales Lizardi se despidió de Ia joven y salió de la casa.<br />
Instaiitcs despus, D. Alvaro se prescntó en la sala y dijo i Rmedios:<br />
—Hija mia, nuestro buen amigo Lizardi me ha inspirado cornpasión.<br />
Le creo realmente desgraciado.<br />
—Padre, no me extrafia, pues realrncntc o Cs.<br />
—Pero tii Ic niegas la felicidad.<br />
—En canibio aseguro la de usted, pith—S: nio.<br />
—Qué quiercs decir?<br />
—Que viendo ml infortunacla madre, desde ci ciclo, quc ustcd<br />
ama a su hija, tanto que no la sacrifica a compromisos contraidos<br />
sin mi consentinuento, obtendrá para usted ci perdón quc yo hare<br />
tanto más fadl cuanto que con ml filial cariflo ayudard a la transforrriación<br />
(1 uc cn ci a!ma dc ustcd ha ()t)crad() flu r)rov1lC!cial<br />
encuentr,<br />
Y -<br />
Irtitai triwO. (mc per<br />
grado D. Alvaro, reconquistando, al parecer por entero, la amistad<br />
y favor del virey, el capitán Francisco Mcha nad vari ha<br />
acertar a decidirse por nintmn partido.
Li Conslilución del 4üo Docc<br />
1349<br />
Pero como nada podia esperar de Venegas mientras D. Alvaro<br />
influyese en su ánimo, buscó el modo de introducirse en las antecámaras<br />
de Calleja, y logió irritarie acusando a D. Alvaro de ser<br />
ci autor de las rivalidades nuevamente suscitadas entre los dos antagonistaS.<br />
Calleja, que tenIa sobrados motivos para creerlo asI, concibió<br />
un odio tal contra D. Alvaro, que, segün Mejfa, ofreció at virey,<br />
no solo renunciar los altos 1cargos que desempeñaba, sino tambin<br />
embarcarse para Espafia si D. Alvaro no era condenado a<br />
muerte.<br />
Cuéntase que \Tenegas no quiso acceder a ello, y que esto fuO<br />
causa dc que se acentuase niás y más su disgusto con ci gobernador<br />
militar dc Mtxico.<br />
Cuando de ello se enterd D. Alvaro y lo puso en conocimiento<br />
de Remedios, la pobre nifla suplicO a su padre que, dejando de<br />
combatir con ci destino, realizase sn fortuna y se trasladara a Espana,<br />
por supuesto acOm1)añafldOle ella.<br />
D. Alvaro, cuyo carãcter habIase cambiado por compieto, determinó<br />
seguir ci consejo, y todo Jo dispuso para el viaje, con tanta<br />
mayor facjlidad, cuanto quc pudo dejar encomendados sus asuntos<br />
al conde y a Ia marquesa de Cervera.<br />
Pero en la misma noche que dcbió haber precedido a su salida<br />
de Mexico, el capitán MejIa se presentd en la casa de D. Alvaro,<br />
Y por éste se hizo recibir con insolente orgullo.<br />
—D. Alvaro,—le dijo el antiguo Centellas;—eI disclpuio triunfa<br />
al fin de su maestro. j<br />
—:Qu6 quieres decir, maldito sacristán?—preguntó D. Alvaro.<br />
—Que ó me concede usted la mano de Remedios, 6 hago a usted<br />
ahorcar mañana rnismo.<br />
—Centellas, picnsa bied lo que dices, pues soy aün D. Alvaro<br />
de Cervera, y jamás hombre alguno me ha retado vanamente.<br />
—Tjene usted razón; mi triunfo inc ensoberbece, y no debo,<br />
Pues Voy a ser hijo de ustcd, faltarle al respeto.<br />
iMi hijo! j miserable! cuándo los leoncs han sido padres de las<br />
rastreras Serpientes?<br />
Abreviernos, D. Alvaro: soy amigo de Calleja...<br />
-\' qud me importan a ml tus aiianzas con ese vulgar ambi-<br />
OSo que tiembla y se arrastra a los pies de \Tenegas?
1350 Episodios Históricos A1xicanos<br />
—Señor D. Alvaro, créame usted, ]as circunstancias han cam.<br />
biado.<br />
—1Ah! sI, coniprendo: Ca1leja ha triunfado de la debilidadde<br />
Venegas, y yo soy el precio de su reconciliación?<br />
—No, D. Alvaro.<br />
—:Oué entonces?<br />
—Algo más grave aün.<br />
—;Conciuye, capitán do los demonios!<br />
—Con la correspondencia enviada do Veracruz por OIaz:LhaI, ha<br />
liegado una orden de la Regericia, de iG do *: hvado<br />
a \Tcnegas del vireinato.<br />
—V nombrando a Calleja para suceder1..<br />
—Justaniente.<br />
—Estoy perdido entonces!— - -t . 1va:o.<br />
—No ain,—observó Cente1L-.<br />
—Qué quieres decir?<br />
—Quo D. Felix Calleja no sabi aun la noticia, pues \ ticgaS<br />
ofendido con Ia Regencia y lastimado en su amor :ronio, .t i per.<br />
plejo sobre Ia determinación quo (lobe tornar, v..<br />
—Entoncc ,;:n O1!Y H:<br />
—Intitil af.!1.<br />
—;Por quiET<br />
—Porquc mauana sabrá Calloja la noticia, y hari dn : ustcd<br />
en ci camino antes de quo haya podido Ikgar a Veracruz.<br />
—No me dirigirC a Veracruz; el condo me proporcionar cart3<br />
para los insurgentes, me trasladarC a Oaxaca y de alli sal!rc para<br />
Tehuantepec y podrt embarcarme.<br />
—No se me habIa ocurrido a ml esa salida,—ohserv6 CnteII<br />
con sarcasmo.<br />
—Va to he dicho que aun soy D. Alvaro de Cervera.<br />
—Y yo ci viejo capitán Centellas.<br />
—Que quieres significar?<br />
—Quo usted no huirá, porquo yo lo impedirC;—y al dtcir esto.<br />
antes quo D. Alvaro pudicra impedIrselo, Centellas salió do Ia h<br />
bitación cerrando de golpe la puerta.<br />
Pero no daba ai.n cuatro pasos, cuando se sintió sujoto pOr d<br />
brazos de hierro que Ic derribaron sobre ]as alfombras,<br />
que ci hombre cuyos eran aquellos brazos, le decia:
La Conslilucin del Aüo Doce<br />
__;Maldito sacristán, te tengo prometido hacerte ahorcar y voy<br />
a cumplirte la prornesa!—y ci negro Carlos Cuarto cargo con Mejia,<br />
que rugia de cólera y desesperaciOn, y con 61 bajó de cuatro<br />
en cuatro Jos peldafios de la escalera y se perdiO en las liabitaciones<br />
del piso bajo de la casa.<br />
V aqui conciuye ci presente Episodic', que por titulo ha ilevado<br />
ci de LA CONSTITUCION DEL AO <strong>DOCE</strong>.<br />
I<br />
/<br />
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