ANO DOCE

WLa Conslilución del Aiio Doce 1257
rnuerte poclrIa, corno pudo, sorprenderle, dictó en forma legal su
testamento, en principios de mil ochocientos once, lcgando toda
su jnnicnsa fortuna a Remedios.
—;Y quc?
—Esa fortuna atrajo a Remedios una innoble persecución, y la
infeliz no tiene quien saivarla pueda, si a ello te niegas td.
—Luego tü!...
—Poco ó nada puedo hacer.
—Explicate.
D. Anasta-io refirió entonces a su amigo todas las circunstancias
de su encuentro con la hermosa mujer, y las conversaciones
que con ella sostuvo: c,mo todo esto mis lectores lo saben ya,
creo ocioso d iniitil repetirlo.
1-lecha su relación, D. Anastasio continud diciendo:
—En cuanto me convenci de quc ningün peligro corrIa su vida,
sali de la casa, me dirigi al Arzobispado, habh en con mis amigos
y supe que una aita dignidad eclesiástica...
—E1 Arzohispo quizás?
—No: ci Sr. Bergosa, Arzobispo electo de Máxico, se encuentra
aüit en Oaxaca, y nada tiene que ver en esta inicua trama.
—Qukn, entonces?. -.
—Incitil pregunta; no puedo decirlo: bástete saber que una poderosa
influencia protege, no a los enemigos dc esa hermosa mu-
Jet, pues su bondad no puede tenerlos, pero si a los avarientos que
acechan su fortuna, so pretexto de que en Garcia Alonso hubo
dos personalidades, la del ternible capitán y la del trcmcndo fran-
Ciscano. Este dohk individuo, en quien fueron distintivo de su
Superjorjdad la astucia y ci talento, no d(---j6 testirnonio alguno que
Pueda Set utilizado en contra de Remedios, y la t:rama consiste en
imponerse, con auxilio de las más groseras preocupaciones, a su
COnc1ncia.. La obediencia a que los canones me obligan, no podrâ
I kvarme a ser yo partIcipe de esta infamia; pero tampoco me con-
Viene combatjrla Solo estás, pues, para defender a Remedios, pero
e juzgo bastante para ello.
-No habiendo en todo esto sino una djfIcil cuestión de intere-
Tflt deljcadeza estorbará mis acciones.
rd0 lo he previsto: Remedios nada sabe en cuanto a la paron
que tu vas a tornar en este asunto: su ñl criada Choic es
TOMO I
I1.