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!:d:,s II: .r;cs<br />
encuentro fatal en la calle y a la puerta misma de su casa: estc encuentro<br />
fué el del negro Carlos Cuarto, quc en tales estrechcces le<br />
puso, qua ci antiguo Centellas saiv6 la vida solo an fucrza de promesas,<br />
cuya garantIa de cumplirniento apoyó descubriendo al feroz<br />
negro la historia de Remedios, é iuvitándole a tornar an ella 'cnganza<br />
de D. Alvaro.<br />
El negro Carlos no se dejO convencer por los ofrecimientos de<br />
amistad de McjIa. y despus de amarrarle como a un fardo, Ic encerrO<br />
en su propia casa, dirigiendose después a la de Remedios.<br />
Pero su alma no era tan negra como su rostro, y en ci carnino<br />
pcnso qua ninguna culpa tenIa aquella infeliz niujer de las infamias<br />
de su padre, y cambiando do intenciones, so dirigiO a la casa<br />
de su amo el conde de Orizaba, casado, corno no ignoramos, con<br />
la hermosa marquesa de Cervera. Enteró a uno y a otra de Jo qua<br />
acababa do saber, y aquel digno matrirnonio rnandO poner uno de<br />
sus coches y fué a la casa de Remedios, se hizo recibir por ella, Ia<br />
enterO de los riesgos que corria, la brindO con su protecci5n y<br />
afecto, y Remedios aceptO y Sc trasladO aquella misma noche a la<br />
morada de Jos condes.<br />
Contento de su obra, Carlos volvió a la casa de MejIa, Ic cntcró<br />
de lo sucedido y le voIviO su libertad, prornetiéndole clavaric Un<br />
pufial an la garganta en ci instante an que tuviese noticia dc qua<br />
algun daflo intentara hacerle.<br />
XXIV<br />
Ante tan inesperado y gran fracaso, MejIa pensó en qua su mejor<br />
aliado podia ser ci mismo D. Alvaro.<br />
Nada, sin embargo, podia hacer hasta la mañana siguiente: pero<br />
an cuanto amaneció se puso an marcha para el palacio.<br />
Venegas era hombre que se levantaba mu temprano: no esperO<br />
mucho MejIa para ser recibido.<br />
Algo tuvo que luchar, pero ci virey Ic concedió al fin una ordefl<br />
para poner an libertad a D. Alvaro.