ANO DOCE

La Consiiluciôn del Aüo Dccc
cuando no podia suponer quien fuese, se vuelven hoy en contra
nila, y tales son esas asechauzas, amigos mIos, quesólo Dios, al
cual pot vez primera en mi vida estoy invocando, que solo Dios,
repito, puede ayudarrne a conjurarlas; si en dos dias no lo consigo,
ml hija está perdida.
—Pero qué ha hccho usted, desventurado?—exclatnO Lizardi entre
compasivO y colérico.
—He demostrado que mi hija infeliz es una sacrilega maga y
una horrible envenenadoral
—1lnfelizl iqu6 es lo que usted ha hecho!—exclamO iracundo
Lizardi.
—Anoche mismo el Santo Oficio, mientras yo entretenia a Remedios,
se presentó en su casa y desenterró los Cristos, que yo mismo
habia enterrado en las habitaciones del piso bajo de su casa,
y recogiO los filtros, venenos, huesos, cráneos y mil ridiculos objetos
que hice introducir en su casa para motivar la acusación, y
perderla conio quizás Ia he perdido.
—;Ohl ; miserable! —gritO Lizardi yendo a arrojarse sobre don
Alvaro.
Este se irguiO con la soberbia que Ic era caracteristica, y cogiendo
con manos de hierro los punos de Lizardi, y rechazdndole
con violencia, exclamó
- iAlto ahil i vive el cielol no he venido aqul a oir recriminacioiies
que nadie con más energia que yo mismo me hago puede hacerme;
jucz de ml mismo soy y a ml mismo me basto; lo que
ahora importa es salvar a mi hija; para esto vine a ustedes, no me
Obliguen a privarrne de su avuda irritando ml cOlera, porquejurO a
Dios, y sabre cumplir mi iurirnflt'. ijue rnatarc a ustecles conlO
a perros.
Al decir csto, los ojos dc D Alvro aflzal)an ray os de terrible
Colera y tremendo enojo.
OR xv
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Rotnpiendo por todo tradicional respeto, y sin detenerse a pen-
Sar que su loco regocijo iba a soidar de nuevo ]as viejas cadenas,
ci Partido crjollo no se contuvo en las manifestaciones de contento