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I-J:? ,::s<br />
esphndidamente rica? Compieta, extraordinaria sorpresa ha sido<br />
para mi. Es necesario no perder tiempo alguno. La hermosa Reniedios<br />
no puede encontrar mala mi figura, que, sin lisonja, creo<br />
tan buena como la mejor. Mis relaciones con gente de pro me<br />
han dado cierto tinte de elegantc cducación, que sin desdoro ni<br />
ajeno ni mb, me permitirá altcrnar con la buena sociedad: cmo<br />
D. Alvaro, me creo capaz todavIa de convertirme en una honrada<br />
persona, y bien pudiera suceder que yo hiciese feliz i Remedios;<br />
pero mi matrimonio con ella debe ser cosa de pocos dIas, y esto<br />
es to dificil; pero si la hija de D. Alvaro ama i su padre, éste, metced<br />
at documento que tan caro ha costado at pobre Lucas, la eonvencerá<br />
de que debe ser mi esposa. Anirno, pUCS, y vamos, en<br />
primer lugar, a visitar a Venegas; ci buen vircy pronto será nuo,<br />
gracias a las notiçis que puedo dare acerca del estado de la<br />
revolucidn en la provincia de \Teracruz.<br />
El capitán Centeilas se arrnO convenientemente, tomó su sombrero<br />
y su capa, y se dirigió at palacio del virey. Algunas palabras<br />
que dijo al secretario de éste, fueron bastante para que Venegas Ic<br />
rccibiera sin ciernora alguna.<br />
Haremos gracia a nuestros lectores de Ia primera parte c1 la<br />
conversacidn, que versó ünicamente sobre asuntos politicos. Don<br />
Ciriaco del Llano habia hecho a Centeilas el hombre de sus confianzas,<br />
y encargandoic de exponer at virey sus planes y con él<br />
discutirios y consultarlos. Por más que parczca raro todo esto, asi<br />
fué la verdad y paso adelante.<br />
—No me era desconocida,—observó ci virey contestando a<br />
Centelias,—la grandeza del alma de D. Nicolás Bravo; por eso<br />
quise pot cuantos medios estuvieron a mi alcance apartarle de Ia<br />
revolución.<br />
—Desgraciadamente, - respondió Centeilas, e! su plicio de su<br />
padre D. Leonardo hard imposible que jamás logremos atracrie a<br />
Ia buena causa: sin embargo, siempre tendremos en él un noble y<br />
leal enemigo que, no solo no abusará, pero ni ernpleará siquiera el<br />
sistema de guerra del resto de los insurgentes, con Jos cualcs qulzás<br />
no tarde mnucho en indisponerse. Por el pronto ci cura Morelos<br />
ha desaprobado el generos perdón que acordó a Jos trescientO<br />
prisioneros europeos, género de venganza soberanamente asorfl<br />
broso y perjudicial a la causa espafiola, porque aquellos trescicil'