ANO DOCE

1250 Episodios His!dricos Mexicauo
--He oIdo, por ejemplo, que la gente descontentadiza dice que
aunque se han publicado los inclultos generates otorgados por las
Cortes, at visitar ci virey las cárceles ha dejado libres a toda clase
de reos a quienes ci indulto alcanza, menos a los que son del crimen
(IC insurrección.
—Eso he sabido yo también,—observó D. Martin.
—Averiguaremos to que haya de cierto en eso; pero a fe de Sstenes,
creo, Sr. D. Buenaventura, que todo ello no ban de ser mas
quc rumores infundados.
—Todo puede ser, Sr. D. Sóstenes.
—Todo debe serb, porque, amigo, no hay gente rnás quiscui-
Ilosa que los periodistas y politicos de encrucijada.
—A propósito de periodistas: saben ustedes que vamos a tnur
libertad de imprenta?
—La han decretado as Cortes, es cierto, pero ya verán usiedes
como aqul no se pone en ejercicio,—dijo D. Martin.
—Por quti no ha de ponerse?
—I'orquc ci decreto de las Cortes es de fecha nacla menos quc
de io de Noviembre de iSro; estamos en 1812, ) Cl',-:,) -:,,to
basta para probar mi dicho.
—Varnos a cuentas, mi querido yerno,—dijo D. S6stcncs—;qué
es to quc sobre tibet-tad de imprenta dispusieron las Cortes
—Dispusieron que en cada provincia haya una Junta de censura
compuesta de cinco individuos, dos de los cuales deben ser eciesiásticos;
esta Junta entenderá en las denuncias que de imprcsos
revolucionarios Ic hagan )as autoridades; estas Juntas provinciales
de censura tienen una suprema que dcbc residir cerca del Gobicrno,
y a la cual en caso de sentencia pueden apelar los imprescs
y escritores.
—Muy bien, mi querido yet-no; asI to dijo la Gacaa, tiencs uria
excelente memoria; prosigamos ahora: existe en Mexico esa
Junta?
—Si, existe.
—Bien: ;quiénes fueron nombrados para formarla?
—El arcediano D. José Mariano Beristain, D. José Maria Fagoaga,
ci canónigo D. Pedro Fonte, ci regentc de la Audiencia
D. Guillermo f.t1irre Vl (l()t
d San Sal vad or.
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