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Montevideo Antiguo - Libros III y IV (Tomo II reedición 1957)

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MONTEVIDEO !>N11GUO<br />

recogida a la mdl'chanla de los padrinazgos en la<br />

Matriz, San Francisco y capilla del Cordón. Jugar a<br />

los cobres, desplumarse los vintenes de la venta de<br />

la leche era una mala costumbre, y suerte fue les<br />

faltasen los cobres para seguirla. Sí, pero quedaban<br />

los realitos en plata para la taba. Que se perseguía<br />

como contrario a las buenas costumbres. Si hubiese<br />

sido la ruleta gruesa, las apuestas gordas de las carreras<br />

y otras yerbas por el estilo, habría sido otro<br />

cantar. La moral en acción; pero los muchachos de<br />

aquel tiempo no conocían esos primores. Efectos de<br />

la ignorancia.<br />

El cobre se fue. Abundaban las amarillas, que ya<br />

no había por qué enterrarlas en botijas por los moros,<br />

y valían 20 y 21 pesos; y abundaban los patacones,<br />

y las paracas y las monedas de plata de uno y<br />

dos reales, pero faltaba por completo con qué dar<br />

el vuelto menudo, y hasta para la limosna a los<br />

pobres.<br />

Los tenderos y pulperos que acostumbraban destinar<br />

algunos reales en cobre para la limosna los<br />

sábados, tuvieron que suprimirla con gran pena de<br />

los limosneros, que en vez del vinrén recibían un<br />

"perdone por Días. hermano", no hay cobres. Y<br />

gracias si en lugar de él, les daba el pulpero una<br />

vela.<br />

¿Qué hacer? Apelar a los cinquiños de Buenos<br />

Aires, formando 4 un vintén; pero como eran pocos,<br />

no llenaban la necesidad del cambio menudo.<br />

Dicen que la necesidad es madre de la industria.<br />

La de los tenderos y pulperos inventó las señes de<br />

!atila y de cuero, para dar el vuelto a los marchantes.<br />

Cada uno era monedero; pero como las tales<br />

señ«: no se recibían sino en las mismas casas de<br />

[ 119]

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