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¿PADECE USTED DE INSOMNIO?

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de casa deberla también, haber una diferencia<br />

significativa pues unas tienen la doble jornada y<br />

las otras no. ¿Pero, qué resulta?, que hasta donde<br />

hemos estudiado no hemos encontrado una<br />

diferencia significativa y sólo una tendencia a que,<br />

efectivamente, la doble jornada laboral afecta a la<br />

mujer trabajadora.<br />

Otra alternativa que, a nuestro discernimiento,<br />

pudiera estar presente es la vinculada con el<br />

sentido de la vida. Y para eso indagamos al<br />

respecto, en muchas personas: hombres, mujeres,<br />

jóvenes, viejos, etc. y comenzaron a aparecer una<br />

multitud de interesantes matices. Por ejemplo,<br />

tanto los hombres como las mujeres se proponían<br />

metas, hacían planes, deseaban hacer cosas,<br />

transformar la realidad circundante, viajar, etc.<br />

pero los hombres lo pensaban y lo hadan,<br />

dejando a menudo, a su familia detrás y después<br />

venían a buscarlas. Las mujeres jóvenes por su<br />

parte también lo hacen pero en la mayoría de los<br />

casos, por no decir siempre, lo hacen junto con su<br />

familia, no la dejan atrás para después venir a<br />

buscarlas, no abandonan a sus hijos, a sus<br />

padres, a su pareja, son más gregarias en sus<br />

decisiones y no por eso, menos decididas,<br />

valientes o dispuestas cuando, por ejemplo, el<br />

deber las convoca o una gran motivación las<br />

llama. Ellas han interiorizado mucho más,<br />

sensiblemente, que el hombre el concepto de que<br />

la familia es la célula fundamental de la sociedad<br />

y, por ende consideran con más frecuencia, que el<br />

sentido de su vida es su familia en el sentido más<br />

amplio de la palabra.<br />

Por eso, cuando las condiciones materiales de<br />

la familia se deterioran por equis razones, las<br />

mujeres padecen más que los hombres, pues ellas<br />

por la educación recibida, por su rol maternal, o<br />

quizás por ambas cosas y, seguramente, por otras<br />

muchas más sufren con más pena las limitaciones<br />

y escaseces en comparación con los hombres<br />

pues sufren como individuos, como personas y<br />

sufren la necesidad de los otros, es decir, de la<br />

familia.<br />

Un paradigma que, ilustre, tal vez, el<br />

sentimienta gregario y la trascendencia del<br />

papel de la mujer en el colectivo pudiera verse<br />

en las expresiones de dolor y me refiero al dolor<br />

físico ese que ocurre en presencia de un<br />

padecimiento cualquiera. El hombre,<br />

habitualmente se queja más, soporta menos<br />

callado el dolor, las mujeres en general, se lo<br />

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callan con tal de no preocupar a la familia. En la<br />

Biblia, se insiste reiteradamente, en el dolor del<br />

momento de dar a luz la mujer, y en él se<br />

reconoce la magnitud del momento por sus gritos<br />

y retorcijones. Las mujeres encinta y cercanas de<br />

dar a luz, pueden quizás, sobrevenirles<br />

sufrimiento y angustia como de primeriza, aunque<br />

no sea el primer parto, y gemir, estremecerse y<br />

convulsionar, pero este comportamiento, que no<br />

necesariamente se da siempre, ni en todas las<br />

mujeres, se acepta, se tolera, se autopermite por<br />

ellas para ese momento tan sublime, pero para el<br />

resto de los dolores y/o angustias prima el<br />

silencio, la discreción, la reserva. Por eso, y<br />

muchos otros argumentos más, y a lo mejor más<br />

importantes, creemos que la mujer es más<br />

dispuesta a compartir lo bueno, las<br />

satisfacciones, las alegrías, lo que trae felicidad<br />

al colectivo y no las penas, y, por eso, el dolor<br />

(físico o psíquico) se lo callan, lo aguantan, no lo<br />

comparten.<br />

Por su parte, los hombres al reflexionar sobre el<br />

sentido de su existencia con mayor frecuencia<br />

anteponen: el trabajo, la profesión, el estudio o la<br />

superación, a los intereses de la familia. Aunque en<br />

las explicaciones de las prioridades dadas por ellos,<br />

a los disímiles componentes del sentido de su vida<br />

expresan que estos comportamientos se hacen<br />

también, naturalmente, para lograr un mejor<br />

desenvolvimiento y bienestar familiar.<br />

Sin dudas, existen otras muchas hipótesis<br />

alternativas que pudieran explicar con mayor<br />

profundidad y claridad las discrepancias<br />

encontradas en cuanto al insomnio entre hombres y<br />

mujeres, mas nos parece que las antes referidas<br />

pudieran constituir algunos elementos que debieran<br />

verificarse con el objetivo de hacerlas valederas o<br />

rechazarlas como posibles explicaciones causales.<br />

C. El insomnio y los trastornos psiquiátricos.<br />

Kales et al. (1984) plantean que en su<br />

investigación la mayoría (75 %) de los pacientes<br />

con insomnio, por ellos estudiados, tuvieron una o<br />

más experiencias estresantes alrededor del<br />

momento en que comenzaron a padecer de<br />

insomnio. En medio de las más relevantes se<br />

encuentran el haber perdido una persona<br />

significativa a causa de la muerte o la separación,<br />

cambios en el status laboral o educacional o<br />

problemas de salud.

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