TAXI 143 - Institut Metropolità del Taxi
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<strong>Taxi</strong>Lleure<br />
Despiste<br />
Acababa de llegar al aeropuerto con<br />
un cliente holandés de avanzada<br />
edad. Le bajé las maletas y viendo lo<br />
difícil que se le hacía al hombre arrastrarlas,<br />
le hice señas a uno de los<br />
guardias de seguridad para que le<br />
ayudaran a buscar un carrito.<br />
Me metí en el coche, cogí pasaje y me<br />
dirigí hacia la plaça de Catalunya. Al<br />
arrancar, me rascó mucho la primera,<br />
pero no hice caso; a veces si se va<br />
deprisa puede suceder, pero también<br />
me pasó con la tercera. “¡Vaya!”,<br />
pensé, “tendré que llevar a revisar el<br />
cambio, esto no me lo hacía”.<br />
Y como a mí estas rascadas no me gusta<br />
oírlas y pensé que al pasaje tampoco,<br />
encendí la radio y puse una casette. El<br />
Fari nos iba a animar. ¿El Fari? Nada de<br />
eso... Alejandro Sanz. Vaya, mi hija ya me<br />
había vuelto a cambiar las cintas; busqué<br />
en la guantera y nada. Vaya, no me había<br />
dejado nada “decente” para escuchar, la<br />
niña ésta. ¡No te fastidia! ¡Cuando llegue a<br />
casa me va a oír! ¡Mira que dejarme sin mi<br />
Manolo Escobar!<br />
Dejé al pasajero en el hotel y allí mismo<br />
se me subió otro que me indicó que lo<br />
llevara a la Estación de Sants. Bajé<br />
para meterle la maleta en el maletero,<br />
cuando, al ir a cerrar la puerta, vi una<br />
señora raya que cruzaba la puerta y se<br />
perdía por el alerón de cola. ¡La madre<br />
que...! “Esto me lo han hecho ahora,<br />
porque antes no lo tenía.”<br />
Arranqué, puse el aire acondicionado,<br />
porque ya apretaba bastante el calor y<br />
nada, ¡tampoco funcionaba! “¡Jo!, hoy<br />
no es mi día.” De pronto vi que detrás<br />
de mí se situaba una moto de la Urbana,<br />
haciéndome señas con el brazo.<br />
“Vaya, ¿qué querrá éste ahora?”,<br />
pensé. Pero como el pasajero me apremiaba<br />
porque se le hacía tarde, no hice<br />
demasiado caso <strong>del</strong> urbano, además la<br />
moto se paró.<br />
Pero al mirar por el retrovisor, me fijé en<br />
que el urbano en cuestión sacaba la<br />
radio y se ponía a hablar, señalando en<br />
mi dirección. No habíamos recorrido ni<br />
un kilómetro, cuando vi que un coche<br />
de la Urbana se colocaba a mi lado,<br />
haciendo gestos tan contundentes que<br />
ambos, pasajero y yo, estábamos ac...<br />
El que conducía nos indicó que parásemos<br />
en el arcén, y el de al lado, con la<br />
ventanilla abierta, nos decía con una<br />
voz tan potente que no dejaba lugar a<br />
dudas... No pueden continuar... pare de<br />
inmediato”.<br />
Se lo pueden imaginar... Vaya si paré,<br />
cualquiera no lo hacía. Pero me costó<br />
un montón porque los frenos no me<br />
respondían.<br />
Pisé a fondo y se clavaron las ruedas,<br />
que se arrastraron fregando por el<br />
suelo al menos cincuenta metros, hasta<br />
pararse a un palmo <strong>del</strong> policía. “¡Cómo<br />
tengo las pastillas de freno!”, pensé.<br />
“No tendré más remedio que hacerle<br />
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<strong>TAXI</strong> - 58<br />
per Maribel Silva<br />
una revisión total y a fondo a este<br />
coche; no creía yo que estuviera tan<br />
mal...”<br />
“¿Qué?”, me dice el poli, “¿adónde va<br />
tan deprisa?” “A la... la... estación.”<br />
“¿Conque a la estación, eh?” “A ver,<br />
baje <strong>del</strong> taxi. Venga, abra el maletero.<br />
¿Y esas maletas?” “Son <strong>del</strong> señor”,<br />
respondí yo señalando al pasajero.<br />
“Venga, muéstreme su licencia y su<br />
carné.” Busco en la guantera, seguido<br />
muy de cerca por el policía, le entrego<br />
lo que me pedía, se los mira, mira el<br />
coche, y me dice: “Esta licencia no es<br />
la que está conduciendo ni éste carné<br />
es suyo.” Yo no sabía a qué se refería,<br />
estaba despistadísimo. “A ver, ¿de<br />
dónde ha sacado este coche?” “¿Este<br />
coche?, pues es mío.”<br />
En esas estaba cuando se acerca un<br />
compañero, Luis, diciéndome: “Manolo,<br />
que te llevaste mi coche, ¡leche! Toma,<br />
ahí tienes las llaves <strong>del</strong> tuyo..., yo pensaba<br />
que me lo habían robado y di parte<br />
a la Metropolitana y a la Urbana.”<br />
¡Válgame Dios! Se me aclararon en un<br />
segundo todas las averías. Claro, con<br />
razón no me funcionaba nada. “Luis”,<br />
le dije, “mañana sin falta lleva tu coche<br />
a revisar, y por favor, tío, cuando salgas<br />
a estirar las piernas, saca las llaves <strong>del</strong><br />
contacto”.