Colección de documentos inéditos papa la historia de España

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se estos nublados, tenían dispusicion para ser muy con-
formes amigos, y que le tornaba á decir que eíi lodo l
general me creyese á mí, y que en lo particular desto
de Escobcdo, que yo tenia por certísimo que V. ni. no
solo no se metería en eso; pero que me aseguraba el
ánimo que V. m. le defendería en cuanto como mbris*
tro le fuese posible, y que en este particular no hablaba
yo como hombre informado ni hablado de V. m., porque
jamás en las pláticas que á propósito de lo que he dicho
habían pasado entre V. m. y mí, me había V. m. dicho
palabra ni yo imaginádola, y que me parece imposible
ó casi, que, si por alguna via hubiese llegado á noticia
de V. m. que él estaba sospechoso desto, me hubiese
V. m. dejado de decir algo en ello, pues esto no tocaría
al ministerio de su oficio de V. m., y que pues V. m. no
me lo había dicho, que creyese que con verdad naide le
podría haber dicho nada. Díjome á este apretón que él
se determinaba á decirme algo, para que yo me desen-
gañase y á él no le tuviese por demasiado sospechoso, y
que supiese qae pegona á quien V. m. habia hablado
en esto, se lo habia venido á decir á él. Y metióse más
adentro y contóme una historia que dice que pasó entre
V. m. y sus huéspedes, muy escandalosa para mí por
cierto, no respeto de la culpa que pongo á V. m. ni á
ellos, porque tuvo y tuvieron oidos, sino respeto de la
propusicion que él dice que hizo Escobedo de tres pun-
tos que yo no quiero referir en papel por escrito ,
por-
que me parecen para desear no habellos oído. Repáreme
un poco, y conforme á la plática, le pude decir que
me dijese qué sabia él que habia V. m. hecho después
de la propusicion; porque aunque yo, como tan servidor
y amigo de V. m., no quisiera que tal V. ni. hubiese