Colección de documentos inéditos papa la historia de España

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y siempre en un continuo cuidado de si por palabra ó
obra se maquina contra el que anda imposibilitado de
defensa, á lo menos de la que á otros estados es lícito.
Y de la condición de los presos y su naturaleza, y de
las pláticas que corren de su parte, no se puede prome-
ter sino lo que el deseo de la venganza pide en ánimos
ambiciosos, inquietos y sentidos, y más si es de muger.
Y el Eclesiástico (1) nos enseña lo que se puede fiar de
enemigos tan vehementes, pues haciendo un discurso lar-
go de la poca seguridad que se puede tener dellos, co-
mienza por estas palabras: "No creas jamás á tu ene-
migo" y acaba con otras no menos graves diciendo: "Si
hallare tiempo y oportunidad, no se hartará de tu san-
gre; y
si te viere en trabajos, el será el primero que los
ayudará:" y dice otras muchas palabras en medio de
mucho encarescimiento, aconsejando que no se íien del.
El mal ejemplo que se seguida de ver que negocios
tan graves se pasen en silencio, y el atrevimiento para
intentar otras cosas los que vieren que se disimula
con estos, y con la opinión de otras tan escandalosas
de que el vulgo está lleno, y en tiempos tan peligrosos
dónde se podría aventurar mucho, es cosa digna de re-
paro, para que no se venga á mayores daños por aflojar
la mano en la justicia, por falta de la cual, dice el Ecle-
siástico (2) que los reinos suelen pasar de unas gentes
en otras, y por las injurias y afrentas que se disimulan.
Persuadiráse también el reino á que los adherentes
y amigos de los presos lo gobiernan todo á su arbitrio,
viendo que han tenido tanta mano, que en la ocasión
(i) Cap. 28.
(3) Cap. 10.