Colección de documentos inéditos papa la historia de España

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de ánimo apenas puede sufrir, más studio hay para in-
quietarme y turbar mi proceder, con ser osle muy cum-
plido de deseo de hacer á todos bien y no ofender á na-
die. Mucho aprieto es este por cierto, y algunas veces
vengo á decirme: facilis jactara sepalcri. Mi vida es, des-
pués de encomendarme á Dios, estar lo más del dia y
horas de la noche leyendo, scribiendo y oyendo lásti-
mas de todas las siete partes del mundo, y procurando
cuanto en mí es que los que pueden tener remedio por
mi intercesión y ministerio, le consigan. No hago fuer-
za ni violencia á nadie; no ando ni me paseo por mi
placer, y con todo esto es el mundo tan malo que no
quiere olvidarme. Bien sé yo, señor, que el lugar que
tengo, tan fuera de lo que he sabido merescer, es grande
y de gran consideración, y que por él y por otras causas
no se habian de acordar algunos de mí sin ella; pero
no me quiero detener ni embarazar en esto, sino en de-
sear poder decir algún dia: ecce elongavi fugiens et man-
si in soliiudine, y morir para vivir.
Acuérdame V. m. lo que seria á propósito el señor
don Antonio para el estado, como si fuere menester. En
verdad, señor Juan Fernandez, que no lo es; porque no
sé yo en la tierra quien más que yo lo desea, y quizá
no ha ocho horas que incidenter lo toqué en cierta oca-
sión: que hoy he tenido dos muy particulares audien-
cias. Y lo que V. m. toca de la justicia y hacienda son
causas tan llenas de razón y de conveniencia, queá buen
seguro que no se me olviden para las otras ocasiones en
que me hallare. Y puedo decir á V. m. con verdad (como
yo siempre la trato) que solo dos cosas traigo atra-
vesadas en el corazón que me dan cuidado; la una lo que
toca al señor don Antonio, y la otra este pesado y largo