Tubulopatías - sepeap
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<strong>Tubulopatías</strong><br />
INTRODUCCIÓN<br />
Resumen<br />
Palabras clave<br />
Abstract<br />
Key words<br />
Las tubulopatías se definen como las<br />
alteraciones de la función tubular renal<br />
sin afectación del filtrado. La complejidad<br />
y multiplicidad de las funciones tubulares<br />
renales que afectan a los electrolitos,<br />
minerales y solutos orgánicos explican<br />
la variabilidad clínica de las tubulopatías.<br />
Bajo la denominación general de tubulopatías<br />
puede agruparse un cierto nú-<br />
D. González-Lamuño, M. García Fuentes<br />
Unidad de Nefrología-Metabolismo Infantil. Servicio de Pediatría.<br />
Hospital Universitario Marqués de Valdecilla. Universidad de Cantabria. Santander<br />
Las tubulopatías agrupan un número importante de entidades que tienen en común la disfunción<br />
tubular renal, y que se traducen generalmente en la alteración de la reabsorción de uno o varios<br />
elementos, determinantes de las manifestaciones clínicas. Las anomalías en el transporte tubular<br />
pueden ser primarias o aparecer como consecuencia de otras alteraciones. Estas tubulopatías<br />
secundarias son las más habituales, presentándose en pacientes de cualquier grupo de edad<br />
en el curso de enfermedades generales o de malformaciones congénitas de las vías urinarias, o<br />
son los síntomas de enfermedades renales adquiridas. Las tubulopatías primarias tienen, sin<br />
embargo, un carácter hereditario o congénito, lo cual explica que los primeros síntomas sean<br />
generalmente precoces y que, por tanto, su diagnóstico concierna esencialmente al pediatra. A<br />
lo largo de los últimos años, ha podido identificarse la base molecular de un número cada vez<br />
mayor de tubulopatías primarias debidas a mutaciones en uno o varios transportadores o<br />
canales, que han permitido conocer los mecanismos fisiopatológicos de las tubulopatías. En<br />
este capítulo, describimos los aspectos clínicos más relevantes de las tubulopatías primarias<br />
desde un punto de vista de localización topográfica de los transportadores tubulares afectados.<br />
En un último apartado, se resumen las claves y la pruebas diagnósticas de enfermedad tubular.<br />
Túbulo renal; <strong>Tubulopatías</strong> hereditarias.<br />
TUBULOPATHIES<br />
Tubulopathies comprise an important group of diseases with renal tubular dysfunctions that<br />
alters the reabsorption of one or more substances and lead to different clinical presentations.<br />
Anomalies in tubular transport can be primary, or more often secondary to other general<br />
diseases, congenital urinary tract malformations, as symptoms of acquired renal disorders. Most<br />
often inherited tubular transport disorders have precocious presentation being paediatricians<br />
responsible of the diagnosis. In the past decade remarkable progress have been made in our<br />
understanding of the molecular pathogenesis of hereditary tubulopathies and the fundamental<br />
molecular physiology of renal tubular transport processes. In this chapter we describe the most<br />
relevant primary tubulopathies under a topographic view of the tubular channels or transporters<br />
affected. Finally we resume some clinical and biochemical diagnosis clues.<br />
Kidney tubules; Inherited tubulopathies.<br />
Pediatr Integral 2005;IX(5):363-378.<br />
mero de entidades clínicas muy diversas<br />
en cuanto a sus manifestaciones, cuyo<br />
común denominador es el de presentar<br />
una alteración de la función tubular renal,<br />
sin apenas alteración de la filtración<br />
glomerular, y que se traduce en la alteración<br />
en la reabsorción urinaria de uno o<br />
varios elementos. La complejidad y multiplicidad<br />
de las funciones tubulares de<br />
reabsorción y de excreción explica el gran<br />
número de enfermedades o alteraciones<br />
que pueden incluirse dentro de este mar-<br />
co. En los últimos años, se han registrado<br />
progresos muy importantes en el conocimiento<br />
de estas afecciones, gracias a<br />
la identificación de los genes cuyas mutaciones<br />
se encuentran implicadas en las<br />
tubulopatías primarias.<br />
Las células del túbulo renal realizan<br />
múltiples y complejas funciones mediante<br />
procesos de reabsorción y secreción estrechamente<br />
regulados, transformando<br />
el ultrafiltrado glomerular en la orina, y contribuyendo<br />
al mantenimiento de la home- 363
FIGURA 1.<br />
Defectos<br />
tubulares más<br />
significativos<br />
364<br />
T<br />
ú<br />
b<br />
u l<br />
o<br />
p r<br />
o xi<br />
m al<br />
N efrona<br />
d istal<br />
Síndrome<br />
de Fanconi<br />
Enfermedad<br />
de Hartnup<br />
Síndrome de Liddle<br />
(Pseudohiperaldosteronismo)<br />
Diabetes insípida<br />
nefrogénica<br />
ostasis del medio interno. Las alteraciones<br />
tubulares pueden tener manifestaciones<br />
tan variadas desde un punto de vista clínico-analítico<br />
como son: alteraciones por<br />
desequilibrio en el balance osmótico (p.<br />
ej.: diabetes insípida nefrogénica); defectos<br />
en la regulación ácido-básica (p.<br />
ej.; acidosis tubular distal); alteraciones<br />
en la homeostasis del volumen del líquido<br />
extracelular (p. ej.: nefropatías con pérdida<br />
de sal); y defectos en el metabolismo<br />
mineral (p. ej.: fosfaturia primaria).<br />
PO4<br />
Glucosa<br />
Aminoácidos<br />
HCO3Na<br />
Ácido úrico<br />
Glutamina<br />
Asparragina<br />
Histidina<br />
Serina<br />
Treonina<br />
Triptófano<br />
Fenilalanina<br />
Tirosina<br />
Na +<br />
H2O<br />
ClNa<br />
H +<br />
Na +<br />
Desde un punto de vista fisiopatológico,<br />
las tubulopatías podrían englobarse<br />
en diferentes categorías de acuerdo a<br />
que predominen trastornos en los mecanismos<br />
de reabsorción tubular, en la secreción<br />
o en los mecanismos de transporte<br />
hormonodependientes (falta de respuesta<br />
celular a una hormona determinada).<br />
Cuando las disfunciones tubulares<br />
afectan a anomalías puntuales del sistema<br />
de transporte tubular, se consideran<br />
simples; mientras que, se agrupan bajo<br />
K<br />
H<br />
Glucosa<br />
PO4<br />
Cistina<br />
Ornitina<br />
Lisina<br />
Arginina<br />
HCO3Na<br />
Depósito<br />
de cistina<br />
Glucosuria renal<br />
Diabetes fosfática<br />
Cistinuria<br />
Acidosis tubular renal<br />
tipo 2 ATR<br />
Cistinosis<br />
Síndrome de Bartter<br />
Acidosis tubular renal tipo 1<br />
(síndrome de Albright)<br />
Pseudohipoaldosteronismo<br />
el término de tubulopatías complejas cuando<br />
está afectado el transporte tubular<br />
de varias sustancias (p. ej.: síndrome de<br />
Fanconi). En cada caso, la función del<br />
segmento de la nefrona más afectado determina<br />
las manifestaciones clínicas del<br />
síndrome (Fig. 1).<br />
Aunque las anomalías primarias del<br />
transporte tubular tienen en general un carácter<br />
congénito y se les reconoce un carácter<br />
hereditario, la mayoría de las alteraciones<br />
tubulares renales son secunda-
ias a mecanismos tóxicos o surgen en el<br />
curso de diferentes enfermedades generales<br />
(p. ej.: malnutrición o deficiencia<br />
de vitamina D); malformaciones congénitas<br />
de las vías urinarias (p. ej.: uropatías<br />
obstructivas o enfermedades quísticas<br />
renales); o en el contexto enfermedades<br />
renales adquiridas (p. ej.: nefritis<br />
intersticial crónica o lupus eritematoso<br />
diseminado), manifestándose en pacientes<br />
de cualquier grupo de edad. En el caso<br />
de las tubulopatías primarias o congénitas,<br />
los primeros síntomas son generalmente<br />
precoces y su diagnóstico concierne<br />
esencialmente al pediatra (Tabla I).<br />
La identificación de defectos moleculares<br />
específicos en el grupo de tubulopatías<br />
primarias ha permitido profundizar<br />
en la fisiología tubular y en la patogénesis<br />
de las diferentes tubulopatías, y previsiblemente<br />
permitirá el diseño de futuras estrategias<br />
terapéuticas específicas. En este<br />
capítulo, revisamos las tubulopatías más<br />
significativas en cada uno de los diferentes<br />
segmentos tubulares, con especial referencia<br />
a los defectos moleculares específicos<br />
identificados hasta la fecha.<br />
FISIOLOGÍA TUBULAR<br />
El filtrado glomerular sufre importantes<br />
transformaciones mediadas por<br />
las células tubulares, que lo reducen en<br />
cantidad hasta alcanzar la diuresis habitual.<br />
El transporte renal de una substancia<br />
podría resumirse en un proceso de filtración<br />
glomerular seguido de una reabsorción<br />
y/o secreción tubular. Básicamente, el<br />
filtrado glomerular se diferencia del plasma<br />
en que carece de proteínas de muy alto peso<br />
molecular, o de las sustancias de bajo<br />
peso molecular ligadas a las proteínas. Este<br />
filtrado sufre importantes transformaciones<br />
mediadas por las células tubulares, que<br />
lo reducen en cantidad hasta alcanzar la<br />
diuresis habitual. A medida que el filtrado<br />
pasa por los túbulos, diversas sustancias<br />
se reabsorben y se secretan de forma selectiva<br />
hasta constituir la orina definitiva.<br />
A nivel del túbulo proximal, se absorben<br />
un 60-80% del agua y sodio filtrados,<br />
así como prácticamente la totalidad de glucosa,<br />
aminoácidos, proteínas de bajo peso<br />
molecular, potasio, citratos y bicarbonato.<br />
Alrededor del 90% del bicarbonato,<br />
principal amortiguador del pH sanguíneo,<br />
se reabsorbe indirectamente en el túbulo<br />
proximal en el intercambio de sodio e hidrógeno.<br />
También, se reabsorben en esta<br />
porción del túbulo los ácidos orgánicos y<br />
elevados porcentajes del fósforo filtrado.<br />
A nivel del asa de Henle, se reabsorbe<br />
aproximadamente un 25% del ClNa filtrado<br />
y también tiene lugar la absorción<br />
de bicarbonato, cantidades importantes<br />
de calcio y magnesio, así como la secreción<br />
de potasio. En la rama descendente<br />
de Henle, se produce un proceso de<br />
concentración urinaria por reabsorción del<br />
15% del agua filtrada, mientras que el asa<br />
ascendente es impermeable al agua.<br />
El túbulo distal regula el equilibrio final<br />
de agua y ácido básico, reabsorbiéndose<br />
el 7% del agua filtrada, además de sodio y<br />
cloro. En este segmento, se secreta característicamente<br />
el potasio y los hidrogeniones.<br />
Aunque la capacidad de reabsorción<br />
de los segmentos distales es limitada, funcionalmente<br />
es a este nivel donde tienen lugar<br />
las modificaciones últimas en la calidad<br />
y cantidad de la orina emitida. Las modificaciones<br />
de la orina que acontecen en la<br />
nefrona distal y túbulo colector dependen<br />
del estado de hidratación del individuo, excretándose<br />
orina diluida en situaciones<br />
de hiperhidratación, y orina escasa y concentrada<br />
en situaciones de deshidratación<br />
por estímulo de la reabsorción de agua mediada<br />
por la hormona antidiurética.<br />
DEFECTOS EN EL TÚBULO PROXIMAL<br />
En el túbulo proximal se absorben el<br />
60-80% del agua y sodio filtrados, y prácticamente<br />
la totalidad de: glucosa, aminoácidos,<br />
proteínas de bajo peso molecular,<br />
potasio, citratos, los ácidos orgánicos<br />
y elevados porcentajes del fósforo<br />
filtrado. El 90% del bicarbonato se reabsorbe<br />
indirectamente en el intercambio<br />
de sodio e hidrógeno.<br />
Diabetes fosfática o raquitismo<br />
hipofosfatémico ligado<br />
al cromosoma X<br />
La diabetes fosfática es una forma<br />
de raquitismo hipofosfatémico debido a<br />
una reducción de la reabsorción tubular<br />
renal de fosfato con normocalcemia y niveles<br />
normales de paratohormona.<br />
• Antecedentes perinatales de riesgo:<br />
prematuridad, polihidramnios, bajo<br />
peso natal<br />
• Cuadro general: astenia, malestar,<br />
irritabilidad<br />
• Avidez por el agua, deshidratación<br />
• Poliuria-polidipsia<br />
• Síntomas digestivos: anorexia,<br />
vómitos, dificultad para la<br />
alimentación<br />
• Infección urinaria<br />
• Tetania, raquitismo<br />
• Anomalías oculares y/o hipoacusia<br />
• Retraso ponderoestatural<br />
• Alteraciones electrolíticas<br />
• Alteraciones en el equilibrio<br />
ácido-base<br />
• Litiasis renal y/o nefrocalcinosis<br />
Este cuadro clínico bien definido, se<br />
caracteriza por retraso de crecimiento, deformidades<br />
de las extremidades inferiores,<br />
cráneo y cara, dentición retrasada y<br />
lesiones radiológicas de raquitismo. Los<br />
pacientes presentan hipofosfatemia, debida<br />
a una reducción de la reabsorción<br />
tubular renal de fosfato, normocalcemia<br />
con hipocalciuria, niveles normales de PTH<br />
y valores inadecuadamente “normales” o<br />
reducidos de calcitriol. Esta enfermedad<br />
se transmite a través de una herencia dominante<br />
ligada al cromosoma X, aunque<br />
pueden existir formas esporádicas. Recientemente,<br />
se ha asociado esta enfermedad<br />
con una mutación en el gen PHEX,<br />
localizado en la región Xp22.1, que codifica<br />
para una endopeptidasa, resultando<br />
un defecto en la degradación de la hormona<br />
polipeptídica fosfatonina, reguladora<br />
del metabolismo fosfocálcico.<br />
El tratamiento obliga a un aporte precoz<br />
de fosfatos neutros por vía oral y calcitriol<br />
durante las etapas de crecimiento,<br />
vigilando la sobredosificación, que se manifestará<br />
como: hipercalcemia, nefrocalcionosis<br />
e hiperparatiroidismo secundario.<br />
Glucosuria renal<br />
La glucosuria renal es una entidad<br />
no patológica de excreción urinaria persistente<br />
de glucosa en presencia de cifras<br />
normales de glucemia.<br />
TABLA I.<br />
Manifestaciones<br />
clínicas de las<br />
tubulopatías<br />
primarias<br />
La glucosuria renal o diabetes renal<br />
de la glucosa se define como una excre- 365
366<br />
ción urinaria persistente de glucosa en<br />
presencia de cifras normales de glucemia<br />
y, por tanto, cantidades normales de glucosa<br />
filtrada. El único signo que manifiesta<br />
es bioquímico, que a veces se observa<br />
únicamente después de las comidas, sin<br />
ningún otro síntoma tubular.<br />
Es una enfermedad benigna, relativamente<br />
frecuente (incidencia 1/500 nacimientos),<br />
debida a un defecto específico<br />
en el túbulo proximal, asociada a diferentes<br />
patrones hereditarios. Se describen<br />
dos tipos de glucosuria renal: el<br />
tipo A, que se caracteriza por una disminución<br />
de la reabsorción de glucosa, y el<br />
tipo B, en el que la reabsorción de glucosa<br />
se altera poco. De hecho, parece<br />
existir una continuidad entre ambos tipos<br />
que, por otro lado, pueden observarse en<br />
una misma familia. Se ignora aún cuáles<br />
son los genes y las proteínas que intervienen<br />
en esta alteración. Un gen candidato<br />
posible de esta alteración es el cotransportador<br />
SGLT-2, localizado en<br />
16p11.2-p12, que transporta una molécula<br />
de sodio y una molécula de glucosa<br />
en el lado epitelial de la célula tubular<br />
proximal.<br />
La glucosuria renal no se acompaña<br />
de un mayor riesgo de presentar diabetes<br />
mellitus y no requiere tratamiento, siendo,<br />
por tanto, una anomalía cuya gravedad<br />
se limita a un diagnóstico erróneo de<br />
diabetes sacarina y, por ende, a tratamientos<br />
intempestivos. Antes de confirmar<br />
el diagnóstico de glucosuria renal,<br />
debe tenerse en cuenta que la orina contiene<br />
65 mg/L de glucosa como promedio<br />
y que esta cantidad es mucho mayor en<br />
los prematuros, en quienes se pueden observar<br />
concentraciones de hasta 1,50 g/L.<br />
Defectos en la reabsorción de<br />
aminoácidos. Aminoaciduria<br />
La excreción anormal de aminoácidos<br />
puede aparecer como un defecto<br />
aislado de la función de reabsorción del<br />
túbulo proximal, siendo la cistinuria la<br />
entidad más frecuente, causante de hasta<br />
un 8% de las litiasis renales.<br />
La excreción anormal de aminoácidos<br />
puede aparecer como un defecto aislado<br />
de la función de reabsorción del túbulo<br />
proximal. Este mecanismo es similar<br />
al de la glucosa, es decir, que implica<br />
un sistema de transporte específico para<br />
cada uno de los grupos de aminoácidos<br />
(básicos, neutros o ácidos). En el niño<br />
normal, la aminoaciduria es muy baja,<br />
apareciendo ocasionalmente mínimas<br />
cantidades de glicina y de histidina. Además<br />
de los defectos de reabsorción tubular,<br />
la hiperaminoaciduria puede tener<br />
un origen prerrenal, en caso de enfermedad<br />
del metabolismo de aminoácidos<br />
específicos.<br />
De los numerosos trastornos tubulares<br />
manifestados como una aminoaciduria,<br />
el más significativo es la cistinuria, que<br />
se debe a un fallo de la reabsorción de<br />
los aminoácidos dibásicos.<br />
Cistinuria<br />
Constituye el tipo más frecuente de<br />
anomalía del transporte específico de los<br />
aminoácidos, con una incidencia estimada<br />
de 1/7.000 a 1/15.000 nacimientos.<br />
Este trastorno hereditario tiene en general<br />
un carácter autosómico recesivo, y afecta<br />
al transporte tubular renal e intestinal<br />
de los aminoácidos dibásicos.<br />
La cistinuria se caracteriza por una<br />
excreción urinaria excesiva de cistina, lisina,<br />
arginina y ornitina. El mecanismo<br />
patogénico de esta entidad es un defecto<br />
en el transporte transepitelial de los<br />
aminoácidos, tanto en el túbulo proximal<br />
como en el intestino delgado, existiendo<br />
diferentes fenotipos de acuerdo al grado<br />
de aminoaciduria. El tipo I, que es la más<br />
frecuente, deriva de mutaciones en el gen<br />
que codifica para un transportador de<br />
aminoácidos básicos de gran afinidad<br />
(rBAT) localizado en el cromosoma 2p, y<br />
se manifiesta únicamente en los homocigotos.<br />
En las cistinurias de tipo II y III,<br />
asociadas a mutaciones en un gen situado<br />
en 19q13.1 que parece codificar<br />
una subunidad específica del transportador<br />
rBAT, los individuos heterocigotos<br />
muestran diferentes grados de hiperexcreción<br />
de cistina y de aminoácidos dibásicos<br />
en la orina.<br />
La cistina se distingue por su muy baja<br />
solubilidad en los límites normales del<br />
pH urinario, de 4,5 a 7,0; lo cual, condiciona<br />
la formación de cálculos renales,<br />
cuya característica fundamental es la de<br />
ser poco radiopacos, salvo que contengan<br />
sales cálcicas. La litiasis suele manifestarse<br />
clínicamente en casi todos los ho-<br />
mocigotos; mientras que, en los heterocigotos<br />
cistinúricos, su severidad depende<br />
de la cantidad de cistina excretada. Se<br />
estima que, aproximadamente, entre el<br />
1 y 8% de todas las urolitiasis resultan de<br />
una cistinuria, siendo esta frecuencia mayor<br />
en los niños.<br />
La base del diagnóstico de esta tubulopatía<br />
es la comprobación de una cistinuria<br />
excesiva mediante la reacción del<br />
nitroprusiato en orina (test de Brand) o mediante<br />
una cromatografía de los aminoácidos<br />
urinarios, demostrándose la presencia<br />
excesiva de aminoácidos básicos.<br />
En el caso de litiasis, el análisis de los cálculos<br />
demuestra la presencia de cristales<br />
de cistina, cristales planos y hexagonales,<br />
conteniendo en muchos casos sales<br />
de calcio, sobre todo si existe sobreinfección<br />
bacteriana.<br />
En los individuos con cistinuria, debe<br />
prescribirse un tratamiento preventivo de<br />
la litiasis renal, que consiste en mantener<br />
un volumen urinario elevado y una orina<br />
alcalina. El pH urinario debe mantenerse<br />
por encima de 7,5 mediante la administración<br />
de bicarbonato de sodio y citrato<br />
de sodio más acetazolamida a la hora<br />
de acostarse, con objeto de asegurar<br />
una orina alcalina durante la noche. En<br />
casos refractarios, puede ser necesario<br />
emplear una dieta baja en metionina (precursor<br />
de la cistina) y, si fuera preciso, se<br />
administraría D-penicilamina, que forma<br />
un complejo soluble con la cistina. A largo<br />
plazo, este fármaco puede condicionar<br />
complicaciones diversas (manifestaciones<br />
alérgicas, glomerulonefritis extramembranosa,<br />
etc.), por lo que su administración<br />
se limita a las formas más graves.<br />
También, se han empleado contra<br />
esta enfermedad dos derivados azufrados<br />
que parecen causar menos efectos<br />
secundarios que la D-penicilamina: la<br />
N-acetil D-penicilamina y la alfa mercaptopropionil<br />
glicina.<br />
Aminoaciduria dibásica con intolerancia<br />
a la lisina y a las proteínas<br />
Esta rara afección, que resultaría de<br />
una deficiencia del transportador de los<br />
aminoácidos dibásicos: arginina, ornitina<br />
y lisina, se caracteriza por una excreción<br />
urinaria excesiva de estos aminoácidos,<br />
fundamentalmente lisina, sin aumento de<br />
la cistinuria y pobre absorción intestinal
de aminoácidos dibásicos. Desde el punto<br />
de vista clínico, se diferencian: el tipo<br />
I, que muchas veces se describe asociado<br />
con un retraso mental aislado, y el tipo<br />
II, en el que existe una intolerancia a<br />
las proteínas alimentarias, cuya ingesta<br />
excesiva causa hiperamoniemia con episodios<br />
de coma. Otros síntomas que se<br />
observan en el tipo II son: diarrea, retraso<br />
del desarrollo ponderoestatural y hepatomegalia.<br />
Enfermedad de Hartnup<br />
Se trata de una enfermedad infrecuente,<br />
su incidencia es de 1/20.000, transmitida<br />
según el modo autosómico recesivo,<br />
que resulta de un defecto de transporte<br />
de los aminoácidos neutros en el tubo<br />
digestivo y en el túbulo renal. Los síntomas<br />
clínicos dependen únicamente de<br />
la alteración intestinal y se trata de signos<br />
de pelagra y de alteraciones neurológicas<br />
intermitentes (movimientos anormales y<br />
crisis de ataxia). Estos síntomas resultan<br />
de la disminución de la absorción intestinal<br />
de triptófano, el cual es transformado<br />
por las bacterias en derivados indólicos<br />
que son tóxicos para el sistema nervioso;<br />
al mismo tiempo, sobreviene una<br />
carencia de nicotinamida, que en situaciones<br />
normales se elabora parcialmente<br />
a partir del triptófano alimentario.<br />
La detección de la alteración tubular<br />
ayuda a confirmar el diagnóstico, ya que<br />
en estos enfermos es sencilla la identificación<br />
de la aminoaciduria excesiva (glutamina,<br />
asparragina, histidina, serina, treonina,<br />
fenilalanina, tirosina y triptófano).<br />
La única manifestación renal que se observa<br />
es la aminoaciduria, que es permanente<br />
y definitiva, siendo la función renal<br />
normal. El pronóstico es bueno, con el tratamiento<br />
basado en la administración de<br />
nicotinamida.<br />
Otras aminoacidurias elementales<br />
Se han descrito: cistinurias aislada, lisinurias,<br />
acidurias dicarboxílicas (aspartato<br />
y glutamato), histidinurias e iminoglicinurias<br />
(prolina, hidroxiprolina y glicina).<br />
En la mayoría de los casos, se trata de<br />
anomalías asintomáticas, excepto la cistinuria<br />
que causa litiasis, y algunas formas<br />
de histidinuria asociada a alteraciones cerebrales.<br />
Habitualmente, la aminoaciduria<br />
es únicamente un signo para el diag-<br />
nóstico, y generalmente la alteración se<br />
localiza en la mucosa intestinal.<br />
Hipouricemia renal congénita<br />
La hipouricemia aislada de origen<br />
renal puede pasar clínicamente desapercibida<br />
o asociada a otras entidades<br />
clínicas.<br />
Esta anomalía de carácter hereditario<br />
puede ser absolutamente latente o acompañarse<br />
de litiasis, con sus síntomas clínicos<br />
habituales. Fuera de la hipouricemia<br />
y del aumento importante de la depuración<br />
de ácido úrico, no se observan alteraciones<br />
renales, excepto algunos casos que<br />
cursan con hipercalciuria y osteoporosis.<br />
Existen muchas otras alteraciones que<br />
pueden acompañarse de hipouricemia de<br />
origen renal, principalmente el síndrome<br />
de Fanconi, cualquiera sea su causa, y la<br />
secreción inapropiada de hormona antidiurética<br />
(ADH). La hipouricemia también<br />
puede ser prerrenal, como en los casos<br />
de xantinuria, de deficiencia de adenina<br />
fosforribosil transferasa o, en ciertos casos,<br />
tras la administración de alopurinol.<br />
Raquitismo vitamina D dependiente<br />
tipo I<br />
El raquitismo vitamina D dependiente<br />
tipo I es una rara forma de raquitismo debida<br />
a un defecto de producción de calcitriol.<br />
En este raro cuadro, existe un déficit<br />
en la producción de calcitriol debido a un<br />
defecto en la actividad de la 25-hidroxivitamina<br />
D 1-alfa-hidroxilasa a nivel tubular<br />
proximal renal. Ésta es una enzima mitocondrial<br />
ligada al citocromo P450, de la<br />
que se han descrito mutaciones en el gen<br />
que se expresa selectivamente en el túbulo<br />
contorneado proximal renal.<br />
Acidosis tubular renal proximal (tipo II<br />
o tipo III)<br />
La acidosis tubular renal proximal se<br />
manifiesta como una acidosis metabólica<br />
hiperclorémica con incapacidad de<br />
acidificar la orina por debajo de un pH<br />
de 5,5 y excreción de bicarbonato en orina<br />
elevada.<br />
La acidosis tubular renal (ATR) es un<br />
síndrome clínico de acidosis metabólica<br />
hiperclorémica debido a una incapacidad<br />
de acidificar normalmente la orina. Existen<br />
diferentes mecanismos causales de<br />
acidosis metabólica de origen tubular, así<br />
como varias clasificaciones fisiopatológicas.<br />
La alteración funcional característica<br />
de las acidosis proximales es un defecto<br />
de la reabsorción de bicarbonatos que<br />
provoca una excreción fraccionada superior<br />
al 15% cuando existen niveles plasmáticos<br />
de 22 mmol/L en el lactante y 26<br />
mmol/L en el adulto, originando un descenso<br />
mantenido del bicarbonato plasmático.<br />
El gap urinario es negativo (Cl – ><br />
Na + + K + ) y la excreción de bicarbonato<br />
en orina elevada. Tras la corrección de la<br />
bicarbonatemia, puede comprobarse que<br />
los mecanismos de acidificación del túbulo<br />
distal funcionan normalmente, con<br />
capacidad de disminuir el pH urinario a<br />
menos de 5,5 (la excreción de iones H + ,<br />
y en particular la de los iones NH4 + se encuentra<br />
conservada).<br />
Existen diferentes afecciones que pueden<br />
causar una acidosis proximal, tratándose<br />
en la mayoría de los casos de un síndrome<br />
de insuficiencia tubular compleja<br />
(síndrome de Fanconi), siendo la cistinosis<br />
la causa principal de este síndrome.<br />
En la mayoría de los casos, se manifiesta<br />
como una acidosis severa raramente acompañada<br />
de nefrocalcinosis, ya que la citraturia<br />
se conserva; en cambio, el raquitismo<br />
es frecuente y resulta, al menos<br />
en parte, de la pérdida de fósforo. Asimismo,<br />
se han señalado casos de pérdida<br />
aislada de bicarbonato en lactantes<br />
que presentan retraso de la curva de crecimiento.<br />
Esta alteración puede resultar<br />
de una falta de maduración tubular y no<br />
suele persistir más allá de los primeros<br />
años de vida. Un tipo de acidosis proximal<br />
grave y letal resulta de una deficiencia<br />
de la anhidrasa carbónica de tipo II,<br />
asociándose a osteoporosis y calcificaciones<br />
cerebrales. El déficit enzimático<br />
puede detectarse en los glóbulos rojos y<br />
el trasplante de médula ósea puede hacer<br />
posible la supervivencia del enfermo.<br />
Desde el punto de vista terapéutico,<br />
por lo general, la pérdida proximal de bicarbonato<br />
es tan importante que se requiere<br />
la administración de altas dosis de<br />
bicarbonato (de 5 a 20 mmol/kg/día) con<br />
el fin de mantener una bicarbonatemia de<br />
por lo menos 20 mmol/L, lo cual es a ve- 367
368<br />
ces difícil de lograr. La importancia de la<br />
carga sódica puede causar otros problemas,<br />
principalmente poliuria, en cuyo caso<br />
las cifras de 18 a 20 mmol/L se deben<br />
considerar como satisfactorias. La administración<br />
de indometacina o de un diurético<br />
tiacídico puede ayudar a equilibrar<br />
la pérdida de bicarbonato.<br />
Disfunción tubular múltiple<br />
o síndrome de Fanconi<br />
(De Toni-Debré-Fanconi)<br />
En la disfunción tubular proximal compleja<br />
se produce una pérdida renal de<br />
fósforo, bicarbonato, sodio, potasio, aminoácidos<br />
y glucosa, manifestándose con<br />
poliuria, acidosis hiperclorémica, deshidratación,<br />
hipopotasemia, debilidad muscular,<br />
raquitismo y falta de medro.<br />
Engloba cualquier disfunción tubular<br />
proximal compleja, completa o parcial, debida<br />
a la alteración de alguno de los procesos<br />
metabólicos tubulares. En este síndrome,<br />
se produce una pérdida renal de<br />
fósforo, bicarbonato, sodio, potasio, aminoácidos<br />
y glucosa; por lo que, el cuadro<br />
clínico básico incluye: poliuria, acidosis<br />
hiperclorémica, deshidratación, hipopotasemia,<br />
debilidad muscular, glucosuria,<br />
hipofosfatemia, raquitismo resistente a la<br />
vitamina D u osteomalacia y falta de medro.<br />
Puede ser idiopático, pero con frecuencia<br />
es secundario a enfermedades<br />
genéticas que debutan en la primera infancia,<br />
siendo la evolución variable dependiendo<br />
de la etiología subyacente.<br />
Además del tratamiento específico de cada<br />
entidad, las medidas incluyen: las sales<br />
de fosfato y metabolitos activos de la<br />
vitamina D, bicarbonato (o citrato) sódico<br />
o potásico, suplementos de potasio y diuréticos<br />
tiacídicos.<br />
Enfermedades metabólicas<br />
Ciertas enfermedades del metabolismo<br />
pueden cursar con una tubulopatía<br />
compleja que, en la mayoría de los casos,<br />
se acompaña de otros síntomas clínicos,<br />
lo cual hace posible evocar su diagnóstico.<br />
Raramente, se trata de una insuficiencia<br />
tubular tan severa como la que se observa<br />
en la cistinosis y, habitualmente, las<br />
alteraciones tubulares son reversibles (p.<br />
ej.: tras la supresión de la galactosa o de<br />
la fructosa alimentaria en la galactosemia<br />
e intolerancia a la fructosa respectivamente).<br />
La enfermedad de Wilson causa<br />
secundariamente una tubulopatía compleja,<br />
pero predominan los signos neurológicos<br />
y/o hepáticos. Estos síntomas pueden<br />
incluir aminoaciduria neutra, glucosuria,<br />
hipofosforemia e hipercalciuria, atenuados<br />
mediante la administración de<br />
agentes alquilantes del cobre. La glucogenosis<br />
hepato-renal de tipo Bickel Fanconi<br />
y la tirosina también pueden causar<br />
un síndrome de De Toni-Debré-Fanconi.<br />
Más recientemente, se ha señalado que<br />
las citopatías mitocondriales con deficiencia<br />
de una enzima de la cadena respiratoria<br />
pueden causar tubulopatía proximal. En<br />
estos casos, los signos extrarrenales orientan<br />
el diagnóstico (afección neurológica o<br />
muscular, afección pancreática, hemática<br />
o cardiaca), pero en ciertos casos el síndrome<br />
tubular predomina o bien inaugura<br />
la enfermedad. El diagnóstico se orienta<br />
al descubrir un aumento de la relación lactato/piruvato,<br />
pero este signo puede faltar<br />
y el único examen que confirma el diagnóstico<br />
es la detección del defecto en la<br />
cadena respiratoria mitocondrial tras biopsia<br />
muscular o renal. Las formas más comunes<br />
se deben a alteraciones de los genes<br />
reguladores del complejo III y del complejo<br />
IV (citocromo-C-oxidasa).<br />
Nefritis con anticuerpos antimembrana<br />
basal tubular<br />
Se han descrito algunos casos de glomerulonefritis<br />
con síndrome de insuficiencia<br />
tubular proximal y anticuerpos antitubulares<br />
circulantes. En estos casos, el estudio<br />
por inmunofluorescencia es útil para comprobar<br />
la existencia de una fijación lineal<br />
de anticuerpos a lo largo de las membranas<br />
basales tubulares. Esta nefropatía se<br />
acompaña frecuentemente de una glomerulonefritis<br />
extramembranosa.<br />
Intoxicaciones<br />
Ciertos agentes tóxicos pueden causar<br />
lesiones tubulares proximales y provocar<br />
un síndrome de De Toni-Debré-Fanconi.<br />
Tal es el caso de las tetraciclinas caducadas,<br />
del ácido valproico, de ciertos<br />
antibióticos (gentamicina, cefalotina, etc.),<br />
de ciertos metales (cadmio, uranio, etc.)<br />
u otras sustancias (lisol, ácido maleico,<br />
salicilatos, óxido de tributileno, etc.).<br />
Carencias vitamínicas<br />
Se trata esencialmente del raquitismo<br />
carencial. La avitaminosis D causa una tubulopatía<br />
poco severa que cursa con hiperaminoaciduria<br />
generalizada y acidosis<br />
por disminución del umbral de reabsorción<br />
de bicarbonatos. Se ha evocado<br />
el hiperparatiroidismo como parte de la<br />
sintomatología. Los síntomas de raquitismo<br />
carencial pueden provocar confusión<br />
para el diagnóstico diferencial de otras<br />
enfermedades tubulares que también cursan<br />
con raquitismo u osteomalacia.<br />
Causas diversas<br />
Pueden citarse ciertos síndromes nefróticos<br />
graves corticorresistentes y el mieloma<br />
múltiple. También, se han descrito<br />
casos de síndrome de De Toni-Debré-Fanconi<br />
en pacientes que eliminan grandes<br />
cantidades de cadenas ligeras en la orina<br />
y que no presentan otros síntomas de<br />
mieloma, como si estas proteínas “intoxicaran”<br />
el túbulo proximal; de hecho, se<br />
trata de una patología que se ha descrito<br />
únicamente en los adultos.<br />
Síndrome de De Toni-Debré-Fanconi<br />
idiopático<br />
La detección de signos de insuficiencia<br />
tubular como glucosuria, aminoaciduria,<br />
hipofosfatemia, debe motivar la búsqueda<br />
minuciosa de diferentes etiologías.<br />
Una vez eliminado el diagnóstico de cistinosis<br />
y de las otras causas, que se han<br />
mencionado, el caso puede definirse como<br />
idiopático. Es probable que anteriormente<br />
un cierto número de estos casos<br />
idiopáticos fueran de hecho citopatías mitocondriales;<br />
ya que, éstas se conocen<br />
desde hace poco como causa de tubulopatía.<br />
La edad de inicio de la enfermedad<br />
es variable, muchas veces desde la primera<br />
infancia, pero también mucho más<br />
tarde, hacia los 30 años de edad. Los síntomas<br />
clínicos son esencialmente de tipo<br />
óseo; en los niños, se observa raquitismo<br />
y retraso del crecimiento, y en los adultos,<br />
osteomalacia con dolores óseos, dificultades<br />
para la marcha y, a nivel radiológico,<br />
disminución generalizada de la densidad<br />
ósea, aplastamiento vertebral, y<br />
pseudo fracturas. Desde el punto de vista<br />
paraclínico, se han observado signos<br />
de insuficiencia tubular proximal, que en<br />
muchos casos es total. Histológicamente,
existen pocas características propias del<br />
síndrome de De Toni-Debré-Fanconi idiopático,<br />
salvo una atrofia de la parte inicial<br />
del túbulo proximal, denominada en cuello<br />
de cisne. Habitualmente, la evolución<br />
es benigna, sin que exista evolución hacia<br />
la insuficiencia renal terminal, aunque<br />
se han descrito varias excepciones.<br />
Síndrome oculocerebrorrenal de Lowe<br />
El síndrome de Lowe se caracteriza<br />
por la existencia de una encefalopatía severa<br />
asociada a retraso del desarrollo mental,<br />
hipotonía, arreflexia, afección ocular,<br />
con catarata congénita y glaucoma, y afección<br />
tubular proximal compleja (síndrome<br />
Fanconi). El diagnóstico de esta enfermedad<br />
se facilita por la facies particular<br />
que la caracteriza.<br />
Se trata de una enfermedad genética<br />
recesiva ligada al sexo, que afecta principalmente<br />
a los varones, que altera un<br />
gen que codifica para una proteína semejante<br />
al inositol fosfato-5 fosfatasa. Al<br />
parecer, las madres transmisoras sufren<br />
de alteraciones oculares infraclínicas.<br />
La tubulopatía ocupa un segundo plano,<br />
ya que, por regla general, no causa<br />
complicaciones graves, excepto acidosis<br />
inconstante y/o raquitismo sensible a la vitamina<br />
D. Existe aminoaciduria global más<br />
o menos acentuada y, en la mayoría de<br />
los casos, pérdida de fosfatos. La glucosuria<br />
es más rara, pero la proteinuria tubular<br />
es constante. Frecuentemente, existe<br />
alteración de la acidificación de la orina,<br />
por lo general de tipo proximal.<br />
La evolución es grave, principalmente<br />
a causa de la encefalopatía. La función<br />
glomerular se modifica poco, pero se han<br />
descrito casos de insuficiencia renal. El<br />
estudio anatómico de los riñones muestra<br />
atrofia tubular y, a veces, fibrosis intersticial.<br />
En un caso, el estudio infraestructural<br />
mostró la existencia de lesiones mitocondriales<br />
y un engrosamiento de las<br />
membranas basales.<br />
Cistinosis<br />
La cistinosis es un error congénito<br />
del metabolismo caracterizado por una<br />
elevación del contenido intracelular de<br />
cistina libre que se acumula específicamente<br />
en el interior de los lisosomas, que<br />
en los niños es causa de insuficiencia tubular<br />
proximal grave y completa.<br />
La cistinosis se trata de un error congénito<br />
del metabolismo, heredado de modo<br />
autosómico recesivo, caracterizado por<br />
una elevación del contenido intracelular<br />
de cistina libre, que se acumula específicamente<br />
en el interior de los lisosomas.<br />
El resultado es una acumulación de cistina<br />
en forma de cristales en la mayoría de<br />
los tejidos del organismo. En los niños, esta<br />
patología causa insuficiencia tubular<br />
proximal grave y completa; mientras que,<br />
en el adulto es una forma benigna. Aunque<br />
todavía no se conoce con certeza el<br />
mecanismo íntimo que causa la acumulación<br />
de cistina, se sabe que dicha acumulación<br />
tiene lugar en el lisosoma y que,<br />
en todo caso, no resulta de una incorporación<br />
celular excesiva de cistina, sino de<br />
una expulsión insuficiente a nivel del lisosoma.<br />
Estudios de clonación posicional<br />
han permitido localizar el gen causal en<br />
el brazo corto del cromosoma 17. El gen<br />
implicado codifica la síntesis de una proteína<br />
que se denomina cistinosina y tiene<br />
características de una proteína de membrana<br />
lisosomal.<br />
Desde el punto de vista clínico, los signos<br />
iniciales se observan alrededor del<br />
sexto mes de vida y, habitualmente, son<br />
poco específicos: vómitos, anorexia, sed<br />
constante, inestabilidad térmica y sobre<br />
todo, retraso del crecimiento, que provoca<br />
enanismo e hipotrofia grave. Frecuentemente,<br />
sobreviene raquitismo severo a<br />
pesar de un tratamiento preventivo adecuado.<br />
El pelo es por lo general rubio cenizo<br />
y los tegumentos muy pálidos. A veces,<br />
sobreviene depleción de carnitina de<br />
origen renal, lo cual puede agravar el mal<br />
estado general de estos pacientes.<br />
Inicialmente, los síntomas renales son<br />
muy variables, pudiendo observarse alteración<br />
importante de todas las funciones<br />
de reabsorción tubular desde el primer<br />
examen. En muchos casos, los primeros<br />
signos son proteinuria y glucosuria. El cuadro<br />
completo asocia: glucosuria normoglucémica,<br />
aminoaciduria generalizada,<br />
diabetes fosfatada con hipofosfatemia, hipouricemia,<br />
pérdida de sodio y de potasio,<br />
acidosis hiperclorémica con pérdida<br />
de bicarbonatos, alteración importante de<br />
la concentración de la orina y proteinuria<br />
de tipo tubular.<br />
La filtración glomerular es normal al<br />
principio; cuando se detecta una eleva-<br />
ción de la nitrogenemia, resulta de una insuficiencia<br />
renal funcional por deshidratación,<br />
de una acidosis severa o de pérdida<br />
de sodio. Las lesiones tubulares renales<br />
son precoces e importantes, observándose<br />
imágenes tubulares atróficas o<br />
dilatadas. A veces, se pueden visualizar<br />
los cristales de cistina a nivel del tejido intersticial,<br />
extra o intracelular. En las fases<br />
más avanzadas, se observan riñones<br />
atróficos y esclerosados. El examen histológico<br />
muestra una nefropatía tubulointersticial<br />
severa con hialinización glomerular<br />
y lesiones vasculares importantes.<br />
Cuando se sospecha clínicamente<br />
la enfermedad, el diagnóstico se concreta<br />
si se descubren depósitos córneos y<br />
una retinopatía particular en el examen de<br />
fondo de ojo con una lámpara de triple<br />
haz de luz. El diagnóstico se confirma por<br />
medio de la cuantificación de cistina en<br />
los leucocitos, observándose cifras de<br />
hasta 50 ó 100 veces mayores de lo normal.<br />
Esta anomalía existe en el feto, lo cual<br />
hace posible efectuar el diagnóstico in<br />
utero, por medio de un estudio bioquímico<br />
del trofoblasto o, en su defecto, más<br />
tardíamente, por medio de cultivos de células<br />
amnióticas que se toman por amniocentesis.<br />
Esta enfermedad puede afectar otros<br />
órganos además del riñón, como son: ojo,<br />
tiroides, páncreas, hígado, bazo, músculos<br />
y cerebro.<br />
El tratamiento de la cistinosis se basa<br />
en la cisteamina, una sustancia que se<br />
combina con la cistina intracelular, impidiendo<br />
así su acumulación, siendo eficaz<br />
si se inicia precozmente. La cisteamina<br />
no tiene efecto sobre el síndrome tubular,<br />
por lo que debe instaurarse un tratamiento<br />
sintomático de las alteraciones hidroelectrolíticas,<br />
que comprende fundamentalmente:<br />
la compensación de la acidosis<br />
mediante bicarbonato de sodio y el control<br />
de la hipotasemia mediante suplementos<br />
de potasio. La compensación de<br />
las pérdidas de fósforo es igualmente útil,<br />
pero la administración de fósforo a menudo<br />
causa vómitos, por lo cual debe considerarse<br />
satisfactoria una cuantificación<br />
relativamente baja de fosforemia. Los metabolitos<br />
activos de la vitamina D3 deben<br />
prescribirse en dosis de 0,1 a 0,5 µg/día<br />
y adaptarse según los datos clínicos y paraclínicos.<br />
369
370<br />
La prescripción de indometacina en dosis<br />
de 3 mg/kg/día en dos tomas limita, en<br />
la mayoría de los casos, la poliuria y las pérdidas<br />
urinarias de sodio y potasio. Esta prescripción<br />
facilita el control del equilibrio hidroelectrolítico<br />
y puede tener un efecto beneficioso<br />
sobre el crecimiento. En algunos<br />
casos, se ha empleado hormona de crecimiento<br />
recombinante para tratar el retraso<br />
del crecimiento con buenos resultados.<br />
En los casos que evolucionan hacia<br />
la insuficiencia renal terminal, la diálisis<br />
y el trasplante renal representan una posibilidad<br />
bastante exitosa de supervivencia.<br />
El riñón trasplantado no enferma, porque<br />
se trata de una alteración del metabolismo<br />
intracelular y la viabilidad del injerto<br />
habitualmente es mejor que en otras<br />
enfermedades renales.<br />
Otros tipos de cistinosis<br />
La cistinosis juvenil, cuyos primeros<br />
síntomas aparecen más tardíamente (entre<br />
los 10 y 20 años de edad), se manifiesta<br />
a través de signos tubulares menos<br />
severos y proteinuria que puede ser importante,<br />
lo cual puede hacer evocar erróneamente<br />
una nefropatía glomerular. Más<br />
tarde, la enfermedad evoluciona hacia la<br />
insuficiencia renal. En cambio, la cistinosis<br />
del adulto es totalmente latente desde<br />
el punto de vista clínico y se descubre fortuitamente<br />
al hacer un examen de la córnea,<br />
en la que se observan cristales de<br />
cistina.<br />
En cada uno de los tres tipos de cistinosis,<br />
se observan cifras diferentes de<br />
cistina intraleucocítica. Al parecer, se trata<br />
de enfermedades diferentes, pero esta<br />
hipótesis no ha sido confirmada por los<br />
estudios in vitro; en efecto, el defecto metabólico<br />
de la cistinosis infantil no se corrige<br />
al fusionar células infantiles con células<br />
juveniles o del adulto.<br />
Nefrolitiasis hipercalciúrica ligada al<br />
cromosoma X<br />
Esta entidad clínica debida a defectos<br />
en canales de cloro condiciona<br />
una disfunción tubular proximal manifestada<br />
como proteinuria de bajo peso<br />
molecular, sin acidosis metabólica, hipercalciuria<br />
y litiasis o nefrocalcinosis.<br />
Este cuadro incluye cuatro entidades<br />
clínicas que tienen en común la presen-<br />
cia de mutaciones en una región localizada<br />
en el cromosoma X en la que se localiza<br />
el gen ClC-5, un miembro de la familia<br />
ClC de canales de cloro dependientes<br />
de voltaje. La herencia es recesiva ligada<br />
al cromosoma X, por lo que se observa<br />
únicamente en varones. Defectos de este<br />
canal podrían limitar la capacidad de<br />
acidificación endosomal, originando una<br />
reabsorción anormal de proteínas. Además,<br />
podrían causar una reabsorción anormal<br />
de otros solutos si se alterase el reciclaje<br />
de las proteínas de la membrana.<br />
Los pacientes presentan anomalías<br />
de la función tubular proximal (especialmente,<br />
proteinuria de bajo peso molecular,<br />
pero sin acidosis metabólica), hipercalciuria<br />
y litiasis o nefrocalcinosis. Las<br />
cuatro entidades clínicas que tienen en<br />
común mutaciones en el gen ClCN5 son:<br />
la nefrolitiasis con insuficiencia renal de<br />
herencia recesiva ligada al X (EE.UU.); la<br />
enfermedad de Dent (Inglaterra); el raquitismo<br />
hipofosfatémico de herencia recesiva<br />
ligada al X (Italia); y la proteinuria<br />
de bajo peso molecular con hipercalciuria<br />
y nefrocalcinosis (Japón).<br />
TUBULOPATÍAS LOCALIZADAS EN<br />
EL ASA DE HENLE<br />
En el asa de Henle, se reabsorbe un<br />
25% del ClNa filtrado, cantidades importantes<br />
de bicarbonato, calcio y magnesio,<br />
así como la secreción de potasio.<br />
En la rama descendente de Henle, se<br />
produce un proceso de concentración<br />
urinaria por reabsorción del 15% del agua<br />
filtrada, mientras que el asa ascendente<br />
es impermeable al agua.<br />
Síndrome de Bartter<br />
El síndrome de Bartter es una tubulopatía<br />
heredada con carácter autosómico<br />
recesivo, caracterizada por una alcalosis<br />
metabólica, hipoclorémica e hipokaliémica,<br />
debida a una pérdida salina<br />
que condiciona una reducción de volumen,<br />
que secundariamente estimula el<br />
eje renina-angiotensina-aldosterona. Puede<br />
manifestarse en diferentes etapas de<br />
la edad pediátrica.<br />
Es una tubulopatía heredada con carácter<br />
autosómico recesivo, caracterizada<br />
por una alcalosis metabólica, hipoka-<br />
liemia, hiperaldosteronismo, presión arterial<br />
normal o ligeramente disminuida, hiperprostaglandinismo<br />
e hiperplasia del<br />
aparato yuxtaglomerular. La patogenia de<br />
este síndrome se conoce a partir de la<br />
identificación de tres defectos genéticos<br />
que afectan la reabsorción de ClNa y la<br />
excreción de potasio a nivel de la porción<br />
gruesa del asa ascendente de Henle. Como<br />
consecuencia, se produce una pérdida<br />
salina distal con reducción de volumen<br />
e hipercalciuria que, secundariamente,<br />
estimulan el eje renina-angiotensina-aldosterona,<br />
cuya hiperactividad es responsable<br />
del resto de las características<br />
del síndrome.<br />
En el síndrome de Bartter neonatal se<br />
han identificado mutaciones en el gen BSC,<br />
situado en el cromosoma 15, que codifica<br />
para el cotransportador luminal Na-K-<br />
2Cl sensible a bumetanida (Bartter neonatal<br />
tipo I) y en la región 11q24-25, que<br />
codifica la síntesis del canal renal de potasio<br />
ROMK (recicla el potasio desde el<br />
interior de la célula hacia la luz tubular)<br />
que es necesario para mantener el funcionamiento<br />
del cotransportador antes<br />
mencionado (Bartter neonatal tipo II). Existe<br />
otro tipo de síndrome de Bartter neonatal<br />
que se asocia a sordera nerviosa y<br />
que depende de mutaciones de un gen,<br />
aún desconocido, situado en 1p31. En<br />
el síndrome de Bartter “clásico” (tipo III)<br />
se han identificado mutaciones en el gen<br />
ClC-kb situado en 1p36 codificador de un<br />
canal renal de cloro.<br />
Desde el punto de vista clínico y de<br />
acuerdo a la edad de inicio de la enfermedad,<br />
se pueden distinguir por lo menos<br />
dos grupos de enfermos. En el primero,<br />
ésta aparece durante la infancia,<br />
y en el segundo, durante la edad adulta.<br />
En los niños, los primeros síntomas sobrevienen<br />
precozmente, por lo general en<br />
el transcurso del primer año de vida, y<br />
consisten en alteraciones digestivas, anorexia,<br />
poliuria, polidipsia y, sobre, todo retraso<br />
del crecimiento. Pueden existir accesos<br />
de parálisis hipopotasémica, así como<br />
crisis de tetania. A veces, existe una<br />
facies particular, con frente abombada y<br />
cara triangular. Con frecuencia se observa<br />
necesidad de ingerir sal en exceso. Cabe<br />
señalar que, en algunos casos, la afección<br />
es latente y que la hipopotasemia se<br />
descubre con motivo de un examen sis-
temático. Las formas prenatales debutan<br />
a partir de la semana 22-24 de gestación,<br />
y terminan en un nacimiento prematuro,<br />
observándose poliuria importante con<br />
pérdida de sodio y potasio, alcalosis metabólica,<br />
hipercalciuria y alteraciones graves<br />
del crecimiento. En el adulto, la enfermedad<br />
se manifiesta a través de astenia<br />
o signos musculares de origen hipopotasémico;<br />
no obstante se puede tratar<br />
de una enfermedad latente, que se descubre<br />
al hacer exámenes fortuitos.<br />
El diagnóstico se evoca al detectarse<br />
hipopotasemia (por lo general entre 1<br />
y 2 mEq/L), mientras que la excreción urinaria<br />
de potasio puede llegar a 2 ó 3<br />
mEq/kg/día o aún más. En todos los casos,<br />
existe alcalosis metabólica. Por lo general,<br />
existe disminución del sodio sanguíneo<br />
(alrededor de 130 mEq/L). Frecuentemente,<br />
se observa hiperuricemia<br />
e hipomagnesemia con pérdida urinaria<br />
de magnesio en muchos casos. Asimismo,<br />
se han señalado casos que cursan con hipercalciuria,<br />
pudiendo provocar nefrocalcinosis,<br />
y casos en los que existe hipocalciuria.<br />
Se pueden observar otros síntomas<br />
tubulares: alteración de la concentración,<br />
proteinuria tubular, limitación de la<br />
excreción o reabsorción tubular máxima<br />
del ácido paraaminohipúrico y limitación<br />
de las cifras de reabsorción de fosfatos.<br />
Estos síntomas dependen en parte de la<br />
hipopotasemia crónica, pero el tratamiento<br />
de la hipomagnesemia puede ayudar a<br />
corregir la disminución de potasio.<br />
De forma característica, en este síndrome<br />
existe una excreción urinaria elevada<br />
de prostaglandinas E2 y F1α, que<br />
se normalizan tras la administración de un<br />
inhibidor de sintetasas. También, se sabe<br />
que existe un aumento de la calicreína y<br />
de la bradiquinina, probablemente como<br />
respuesta antagónica a los efectos vasopresores<br />
de la angiotensina II.<br />
En la biopsia renal, se observa hipertrofia<br />
e hiperplasia de las estructuras yuxtaglomerulares,<br />
que son anormalmente visibles<br />
en la mayoría de los glomérulos.<br />
También, se observa con frecuencia la<br />
existencia de numerosos glomérulos pequeños,<br />
muy densos y de aspecto inmaduro,<br />
principalmente a nivel de la cápsula.<br />
La evolución a largo plazo depende<br />
probablemente de la calidad del tratamiento.<br />
Ciertos casos, que presentan to-<br />
dos los síntomas de la enfermedad desde<br />
el principio, evolucionan progresivamente<br />
hacia la insuficiencia renal terminal;<br />
en estos casos, aparece una hiperpotasemia<br />
que debe vigilarse rigurosamente,<br />
ya que estos pacientes reciben un<br />
suplemento de potasio. La enfermedad<br />
no recidiva después de un trasplante renal.<br />
El tratamiento consiste en la administración<br />
permanente de un suplemento de<br />
potasio en forma de ClK, que puede llegar<br />
a ser de 10 ó 20 mEq/kg/día para normalizar<br />
la potasemia y corregir la depleción<br />
de potasio. Esto es difícil de realizar<br />
en la mayoría de los casos o sólo se<br />
logra de manera transitoria. A veces, el<br />
equilibrio puede mejorar añadiendo espironolactona<br />
o amiloride.<br />
Desde el punto de vista terapéutico,<br />
el adelanto mayor ha sido la prescripción<br />
de inhibidores de las PG-sintetasas. En la<br />
mayoría de los niños que sufren de un retraso<br />
del desarrollo pondo estatural, la administración<br />
de indometacina en dosis de<br />
2 a 3 mg/kg/día tiene un efecto positivo<br />
espectacular sobre el crecimiento, observándose<br />
además mejoría de los signos<br />
paraclínicos, pero la potasemia no se normaliza<br />
por completo en todos los casos.<br />
Se ha propuesto la administración de inhibidores<br />
de la enzima de conversión asociados<br />
con un diurético que no provoque<br />
pérdida de potasio.<br />
Síndrome de Gitelman<br />
El síndrome de Gitelman es una variante<br />
del síndrome de Bartter con hipomagnesemia<br />
e hipocalciuria que se manifiesta<br />
más tardíamente como retraso<br />
de crecimiento y crisis de tetania.<br />
El síndrome de Gitelman o de hipokaliemia-hipomagnesemia<br />
familiar es una<br />
variante del síndrome de Bartter, que comprende<br />
además de una alcalosis hipopotasémica<br />
de aparición, en general, más<br />
tardía, crisis de tetania; el retraso de la<br />
curva estatural se manifiesta después de<br />
los 5 ó 6 años de edad. Desde el punto<br />
de vista paraclínico, los elementos diferenciales<br />
son la hipocalciuria (relación molar<br />
calcio/creatinina < 0,20) y la hipomagnesemia<br />
(< 0,75 mmol/L).<br />
Se trata de una tubulopatía autosómica<br />
recesiva, con pérdida salina distal que<br />
es producida por mutaciones del gen que<br />
codifica la síntesis del cotransportador<br />
NaCl del túbulo contorneado distal, sensible<br />
a tiacidas. Cursa con datos clínicos<br />
similares pero de menor intensidad a<br />
los del síndrome de Bartter; caracterizándose<br />
por la mayor frecuencia de hipomagnesemia,<br />
incluso sintomática, e hipocalciuria.<br />
Los mecanismos de concentración<br />
y dilución se alteran poco. El tratamiento<br />
consiste en la administración de<br />
suplementos orales de magnesio y de potasio,<br />
reservando la indometacina o los<br />
diuréticos ahorradores de potasio a los<br />
casos más refractarios.<br />
Hipomagnesemia familiar con<br />
hipercalciuria y nefrocalcinosis<br />
La hipomagnesemia familiar persistente<br />
por pérdida renal de magnesio, no<br />
se corrige con la administración de este<br />
ión y condiciona una nefrocalcinosis<br />
progresiva con deterioro de la función<br />
renal.<br />
Es una enfermedad autosómica recesiva<br />
en la que los pacientes afectos<br />
muestran una hipomagnesemia persistente<br />
por pérdida renal de magnesio, que<br />
no se corrige con la administración de este<br />
ión. Junto a ello, existe una hipercalciuria<br />
que no responde a la administración<br />
de diuréticos tiazídicos. Se observa<br />
una nefrocalcinosis progresiva y, en<br />
paralelo, un deterioro de la función renal,<br />
que lleva a la mayoría de los pacientes a<br />
una situación de insuficiencia renal terminal.<br />
El cuadro clínico se acompaña de<br />
anomalías oculares (nistagmus, miopía<br />
grave, corioretinitis) y electroencefalográficas.<br />
Estudios recientes de biología molecular<br />
han establecido que esta enfermedad<br />
está causada por mutaciones en un<br />
segmento del cromosoma 3 que codifica<br />
una proteína de acusada similitud con<br />
la familia de las claudinas, la paracelulina-1<br />
(PCLN). Esta proteína regula la reabsorción<br />
paracelular de calcio y magnesio,<br />
probablemente formando un poro<br />
o canal paracelular que permite el paso<br />
de estos cationes movidos por gradientes<br />
electroquímicos. Las mutaciones en el<br />
gen PCLN conducirían a una imposibilidad<br />
para la reabsorción tubular adecuada<br />
de magnesio. 371
372<br />
ALTERACIONES EN LA NEFRONA<br />
DISTAL<br />
El túbulo distal regula el equilibrio final<br />
de agua y ácido básico. Las modificaciones<br />
de la orina que acontecen en<br />
la nefrona distal y túbulo colector dependen<br />
del estado de hidratación del individuo<br />
y de la acción de la hormona antidiurética.<br />
Síndrome de Liddle (pseudo<br />
hiperaldosteronismo)<br />
El síndrome de Liddle es una alteración<br />
tubular distal con reabsorción excesiva<br />
de sodio independiente de la acción<br />
de los mineralocorticoides, manifestada<br />
como hipertensión arterial, hipopotasemia<br />
y alcalosis metabólica, con<br />
niveles plasmáticos de aldosterona y renina<br />
muy reducidos (“pseudohiperaldosteronismo”).<br />
Esta enfermedad ha sido descrita en<br />
varias familias y parece resultar de una<br />
anomalía transmitida genéticamente según<br />
el modo autosómico recesivo. Está<br />
causada por alteraciones genéticas del<br />
canal epitelial del sodio de la membrana<br />
luminal del túbulo colector, que originan<br />
hiperfunción de este canal con el<br />
consiguiente aumento de la absorción<br />
de Na y de la secreción de K. La sintomatología<br />
incluye hipertensión arterial<br />
volumen dependiente, hipopotasemia<br />
importante y alcalosis metabólica. Los<br />
niveles plasmáticos de aldosterona y renina<br />
se encuentran muy reducidos<br />
(“pseudohiperaldosteronismo”) y la excreción<br />
urinaria de aldosterona pobre<br />
o nula. Se trata de una alteración tubular<br />
distal caracterizada por una reabsorción<br />
excesiva de sodio que no depende<br />
de la acción de los mineralocorticoides<br />
y que no se modifica con los medicamentos<br />
antagonistas de la aldosterona<br />
(espironolactona). El tratamiento se<br />
basa en la administración de un inhibidor<br />
distal del sodio, como el triamtireno,<br />
y de un suplemento de potasio que a largo<br />
plazo es eficaz contra esta enfermedad.<br />
El diagnóstico diferencial de este síndrome<br />
es la deficiencia en β-Ol deshidrogenasa<br />
suprarrenal, que provoca un cuadro<br />
clínico similar.<br />
Acidosis tubular distal primitiva o de<br />
tipo I (acidosis tubular distal de Butler<br />
y Albright)<br />
La forma de acidosis tubular más comúnmente<br />
observada en los niños, que<br />
son incapaces de disminuir el pH urinario<br />
por debajo de 5,5, a pesar de la situación<br />
de acidosis metabólica sistémica,<br />
siendo la precocidad y severidad<br />
clínicas variables.<br />
Es la forma más comúnmente observada<br />
en los niños y fue descrita por Butler<br />
y Albright. En el niño, este cuadro es<br />
debido a un defecto aislado primario de<br />
los mecanismos de acidificación tubular,<br />
por lo que el paciente es incapaz de disminuir<br />
el pH urinario por debajo de 5,5,<br />
a pesar de la situación de acidosis metabólica<br />
sistémica, siendo la precocidad y<br />
severidad clínicas variables. En las formas<br />
más graves, los síntomas se manifiestan<br />
desde las primeras semanas o meses de<br />
vida en forma de vómitos y de interrupción<br />
del desarrollo pondoestatural.<br />
En el niño, la acidosis tubular renal distal<br />
(ATR distal) adopta casi siempre un carácter<br />
primario. La forma aislada es frecuentemente<br />
esporádica, aunque en algunos<br />
casos parece responder a una herencia<br />
autosómica dominante. Esta forma<br />
dominante depende de mutaciones de un<br />
gen codificador del recambiador de aniones<br />
en células del túbulo colector cortical,<br />
el denominado AE1. El bicarbonato, formado<br />
intracelularmente por la acción de<br />
la anhidrasa carbónica intracitoplásmica,<br />
abandona la célula mediante un mecanismo<br />
de transporte eléctricamente neutro<br />
facilitado por dicho recambiador.<br />
La forma asociada a sordera nerviosa<br />
presenta un carácter familiar y se transmite<br />
por herencia autosómica recesiva.<br />
Estudios recientes han demostrado que<br />
esta tubulopatía depende de mutaciones<br />
de un gen que codifica una H + -ATPasa<br />
vacuolar, presente en la membrana luminal<br />
de las células intercaladas de la nefrona<br />
distal. Este gen también se expresa<br />
en cóclea y saco endolinfático, por lo que<br />
puede deducirse que la homeostasis del<br />
pH del líquido endolinfático es muy importante<br />
para alcanzar una audición normal.<br />
Se describe también una asociación<br />
con la osteopetrosis autosómica recesiva<br />
debida a un defecto genético situado en<br />
el gen codificador de la anhidrasa carbónica<br />
tipo II. Estos niños presentan también<br />
calcificaciones cerebrales y ocasionalmente<br />
retraso mental.<br />
El diagnóstico se evoca ante la existencia<br />
de una acidosis metabólica asociada<br />
a orina insuficientemente ácida, cuyo<br />
pH habitualmente es superior a 6,5 ó<br />
7. Por otro lado, existe hipercalciuria, hipocitraturia<br />
y, en muchos casos, hipopotasemia<br />
y alteraciones de la concentración<br />
de la orina. Dado que la acidosis constituye<br />
un freno para el proceso de crecimiento<br />
por exceso de catabolismo, frecuentemente<br />
se observa un retraso de<br />
la curva de peso y estatura, que puede<br />
llegar a ser muy severo si no se administra<br />
un tratamiento. En estos casos puede<br />
asociarse un raquitismo con osteomalacia<br />
grave que puede curarse con dosis<br />
fisiológicas de vitamina D, siempre y<br />
cuando se controle la acidosis. La nefrocalcinosis<br />
medular, fácilmente visible en<br />
la ecografía, es un síntoma frecuente, aun<br />
en las formas tratadas precozmente. Se<br />
debe tener cuidado de no administrar dosis<br />
excesivas de bicarbonato, ya que puede<br />
provocar nefrocalcinosis y litiasis.<br />
La enfermedad puede revelarse más<br />
tardíamente, durante la adolescencia o la<br />
edad adulta, a través de una litiasis o nefrocalcinosis<br />
o de dolores óseos y/o articulares<br />
que resultan de la osteomalacia.<br />
También, puede manifestarse a través de<br />
una parálisis hipopotasémica. La acidosis<br />
no siempre es importante en estos casos.<br />
La asociación a una sordera congénita<br />
es relativamente frecuente aunque<br />
puede manifestarse tardíamente.<br />
La aplicación de un tratamiento regular<br />
y bien controlado permite un crecimiento<br />
prácticamente normal, siendo la<br />
estatura definitiva prácticamente normal,<br />
excepto en ciertos casos en los que el<br />
diagnóstico se establece después de los<br />
3 ó 5 años de edad y que se acompañan<br />
de lesiones óseas severas. Generalmente,<br />
la nefrocalcinosis persiste sin cambios<br />
a pesar de un tratamiento adecuado.<br />
Si no se administra un tratamiento, esta<br />
complicación puede agravarse, habiéndose<br />
señalado casos de insuficiencia renal<br />
después de 15 ó 20 años de evolución.<br />
El objetivo del tratamiento es normalizar<br />
la bicarbonatemia (21 mmol/L en<br />
los lactantes y 23 mmol/L en los niños ma-
yores). También, se debe disminuir la calciuria<br />
a menos de 4 ó 5 mg/kg/día y eventualmente<br />
mantener la potasemia en, por<br />
lo menos, 3,5 mmol/L. Estos tres objetivos<br />
pueden lograrse ajustando convenientemente<br />
la administración de bicarbonato<br />
de sodio y de potasio. Al principio, pueden<br />
necesitarse dosis de 5 a 10 mEq/kg/día<br />
en los lactantes, que podrán posteriormente<br />
disminuirse a 2 ó 3 mEq/kg/día. Estas<br />
dosis deben repartirse regularmente<br />
durante 24 horas.<br />
Otras acidosis tubulares distales con<br />
hipopotasemia<br />
Existen numerosas afecciones cuyo<br />
mecanismo es similar al de la acidosis de<br />
Butler y Albright, que pueden acompañarse<br />
de acidosis tubular distal. Algunas<br />
de las alteraciones distales pueden asociarse<br />
a alteraciones proximales dando<br />
lugar a cuadros complejos. En este grupo<br />
se puede mencionar la osteoporosis,<br />
las citopatías mitocondriales, las nefropatías<br />
tóxicas a la anfotericina B y diversas<br />
nefropatías intersticiales autoinmunes<br />
con o sin hiperglobulinemia.<br />
Acidosis tubulares distales con<br />
hiperpotasemia (tipo 4)<br />
En esta forma de acidosis tubular<br />
distal con hiperpotasemia, se pierde la<br />
capacidad de acidificación urinaria por<br />
hipoaldosteronismo, por resistencia tubular<br />
a la acción de la aldosterona, o por<br />
anomalías complejas de las funciones<br />
distales.<br />
Este tipo de acidosis tubular distal<br />
acompañado de hiperpotasemia habitualmente<br />
se observa en pacientes adultos.<br />
En estas afecciones se pierde la capacidad<br />
de acidificación urinaria, bien por<br />
estados de hipoaldosteronismo o de resistencia<br />
tubular a la acción de la aldosterona<br />
que cursan con un déficit en la producción<br />
de amonio, o bien se producen<br />
anomalías complejas del conjunto de las<br />
funciones distales con insuficiencia de reabsorción<br />
de sodio y alteración del voltaje<br />
entre la luz tubular y el lado basal de<br />
las células.<br />
En los casos en que la amoniuria es<br />
insuficiente durante la acidosis, el pH de<br />
la orina puede eventualmente disminuir<br />
hasta los límites normales. La hiperpota-<br />
semia, cuyo mecanismo es variable, tiene<br />
una función de inhibidor de la amoniogénesis.<br />
En estos casos, se pueden<br />
encontrar todo tipo de deficiencias de mineralocorticoides<br />
y mucho más raramente,<br />
en los niños, un síndrome de hiporreninismo<br />
con hipoaldosteronismo, que se<br />
ha descrito principalmente en casos de<br />
nefropatías tubulointersticiales. En esta<br />
categoría, también se incluyen las alteraciones<br />
que causan ciertos tratamientos,<br />
como la ciclosporina o los antiinflamatorios<br />
no esteroideos.<br />
El defecto del voltaje se observa en<br />
las nefropatías obstructivas, en caso de<br />
tratamiento con amiloride, así como en una<br />
alteración particular llamada cortocircuito<br />
del cloro, en la que la acidosis resulta<br />
de un aumento primario de la reabsorción<br />
del cloro.<br />
Pseudohipoaldosteronismo tipo 1<br />
La presencia de vómitos y síntomas<br />
clínicos y electrolíticos de deshidratación,<br />
retraso de crecimiento, pérdida salina<br />
renal, hiponatremia, hipercaliemia y<br />
acidosis metabólica evocan una insuficiencia<br />
de mineralocorticoides.<br />
El pseudohipoaldosteronismo es un<br />
síndrome muy raro que habitualmente se<br />
manifiesta desde los primeros días o semanas<br />
de vida y que, en principio, afecta<br />
únicamente a los varones, caracterizado<br />
por deshidratación, retraso de crecimiento,<br />
pérdida salina renal, hiponatremia,<br />
hipercaliemia y acidosis metabólica.<br />
Los síntomas clínicos y electrolíticos<br />
evocan una insuficiencia de mineralocorticoides<br />
acompañada de vómitos. La<br />
disminución sódica y/o la hiperpotasemia<br />
pueden ser letales si no se administra<br />
un tratamiento apropiado. El diagnóstico<br />
de seudohipoaldosteronismo se<br />
basa en el hallazgo de una pérdida urinaria<br />
de sodio asociada a cifras elevadas<br />
de renina y aldosterona o de sus derivados<br />
metabólicos en la orina de niños<br />
cuyos riñones son morfológicamente normales<br />
y que no presentan otros síntomas<br />
renales.<br />
Existe una forma clínica dominante de<br />
expresión renal, causada por alteraciones<br />
del receptor de mineralocorticoides a nivel<br />
tubular y otra forma recesiva, más grave,<br />
con aparente resistencia a la acción<br />
de los mineralocorticoides en riñón, colon,<br />
glándulas sudoríparas y salivales, que<br />
se debe a distintas alteraciones del canal<br />
epitelial de sodio.<br />
El tratamiento comprende la administración<br />
de dosis elevadas de sodio (dosis<br />
de 10 a 20 mEq/kg/día y a veces más) y,<br />
en caso de hiperpotasemia, de una resina<br />
de intercambio iónico. La vigilancia de<br />
los niveles de aldosterona plasmática puede<br />
ayudar a guiar este tratamiento. Esta<br />
alteración es severa al principio de la vida<br />
pero se atenúa con el tiempo; no obstante,<br />
se trata de una afección persistente.<br />
Defectos en la absorción de agua.<br />
Diabetes insípida nefrogénica familiar<br />
La falta de capacidad para resorber<br />
agua condiciona una poliuria y polidipsia,<br />
con volúmenes urinarios diarios próximos<br />
a los 12 litros y osmolaridad y densidad<br />
urinarias bajas.<br />
Esta entidad, transmitida en la mayoría<br />
de las familias por herencia recesiva<br />
ligada al sexo, se caracteriza por una<br />
incapacidad de concentrar la orina, a pesar<br />
de la existencia de niveles circulantes<br />
elevados de hormona antidiurética (o vasopresina)<br />
o de la administración de dosis<br />
elevadas de esta hormona. La falta de<br />
respuesta a la hormona antidiurética es la<br />
clave para diferenciarla de la diabetes insípida<br />
hipofisiaria. Además del estado refractario<br />
congénito hacia la hormona antidiurética,<br />
la uropatía obstructiva, el litio,<br />
el metoxiflurano y la demeclociclina pueden<br />
también volver refractario al túbulo.<br />
Puede estar presente la alteración de la<br />
resorción del agua con los enfermos de<br />
anemia drepanocítica, enfermedad quística<br />
medular, hipopotasemia e hipercalcemia.<br />
Desde el punto de vista patogénico,<br />
está bien establecido que el defecto primario<br />
se sitúa a nivel de los receptores renales<br />
V2, que son los que median la acción<br />
de la hormona antidiurética. El gen<br />
codificador de esta proteína se sitúa en<br />
Xq28 y en él se han podido identificar más<br />
de 60 defectos moleculares distintos. Las<br />
diferentes alteraciones moleculares parecen<br />
originar al menos tres fenotipos distintos,<br />
que afectan la capacidad de ligamiento,<br />
el transporte intracelular y la bio- 373
374<br />
TABLA II.<br />
Excrección<br />
urinaria de<br />
diferentes<br />
sustancias<br />
TABLA III.<br />
Índices urinarios<br />
de utilidad en la<br />
práctica clínica<br />
• Calciuria: mg/kg/24 horas = UCa mg/dl<br />
x dl orina en 24 horas/kg peso.<br />
Valores normales: 2,15 +/- 1,31<br />
mg/kg/día (se considera hipercalciuria<br />
cuando supera 4 mg/kg/día)<br />
• Magnesiuria: mg/kg/24 horas = UMg<br />
mg/dl x dl orina en 24 horas/kg peso.<br />
Valores normales: 1,6 +/- 0,8<br />
mg/kg/día<br />
• Glucosuria: habitualmente no se<br />
detecta en orina excepto si la<br />
glucemia es > 180 mg/dl<br />
• Proteinuria: mg/m 2 /hora = Uproteínas<br />
mg/dl x dl orina hora/m 2 SC<br />
(superficie corporal). Valores<br />
normales < 4 mg/m 2 /hora<br />
• Uácido úrico/UCr (mg/mg): normal 0,4-0,8<br />
• UCa/UCr (mg/mg) normal < 0,2<br />
(en lactantes hasta 0,4 y en<br />
prematuros hasta 0,8)<br />
• UMg/UCr (mg/mg) normal 0,08 +/- 0,04<br />
• UPO4/UCr (mg/mg) normal hasta 1<br />
• Uproteínas/UCr (mg/mg): normal hasta 0,3<br />
(0,5 en lactantes). Un valor de 0,2<br />
equivale a 4 mg/ m 2/hora y un valor<br />
> 2, a 40 mg/m 2/hora, rango nefrótico<br />
síntesis o degradación del receptor V2.<br />
Existen otras formas de diabetes insípida<br />
nefrogénica mucho menos frecuentes, que<br />
se heredan de forma autosómica recesiva<br />
o dominante y que dependen de mutaciones<br />
del gen codificador de la llamada<br />
acuoporina-2, localizado en la región<br />
12q13. Estudios funcionales han demostrado<br />
que las proteínas codificadas por<br />
dicho gen defectuoso no pueden funcionar<br />
como canales acuosos, ya que son incapaces<br />
de incorporarse a la membrana<br />
celular.<br />
Los síntomas se relacionan con la falta<br />
de capacidad para reabsorber agua,<br />
lo que da como resultado poliuria y polidipsia.<br />
Los volúmenes urinarios diarios se<br />
aproximan a los 12 litros y la osmolaridad<br />
y la densidad son bajas. Frecuentemente,<br />
ocurre retraso mental, vejiga atónica e<br />
hidronefrosis.<br />
El tratamiento consiste primariamente<br />
en una adecuada ingestión de agua.<br />
La clorotiacida puede paliar la diabetes;<br />
su mecanismo de acción se desconoce,<br />
pero el medicamento puede actuar por<br />
aumento de la resorción isosmótica en<br />
el segmento proximal del túbulo, secundario<br />
a la contracción volémica.<br />
DIAGNÓSTICO DE SOSPECHA DE LA<br />
ENFERMEDAD TUBULAR RENAL<br />
La disfunción de los túbulos renales<br />
puede tener múltiples manifestaciones<br />
clínicas, que reflejan las muchas funciones<br />
reguladoras de los distintos segmentos<br />
de la nefrona. Una correcta interpretación<br />
de la anamnesis, exploración<br />
y analítica elemental debería ser suficiente<br />
para establecer una sospecha<br />
clínica de tubulopatía.<br />
La disfunción de los túbulos renales<br />
puede tener múltiples manifestaciones clínicas,<br />
que reflejan las muchas funciones<br />
reguladoras de los distintos segmentos<br />
de la nefrona. El diagnóstico preciso de<br />
una tubulopatía puede requerir exámenes<br />
complementarios de cierta complejidad<br />
(pruebas funcionales renales); sin embargo,<br />
una correcta interpretación de la<br />
anamnesis, exploración y analítica elemental<br />
debería ser suficiente para establecer<br />
una sospecha clínica. El volumen<br />
de orina (diuresis), el pH urinario en relación<br />
al sanguíneo y la composición de<br />
las sustancias contenidas en solución sufrirá<br />
modificaciones en sus respectivas<br />
concentraciones.<br />
Orientación diagnóstica<br />
En la evaluación de un paciente en<br />
quien se sospeche una tubulopatía, el esquema<br />
diagnóstico se basa en una adecuada<br />
anamnesis en la que se recojan posibles<br />
antecedentes familiares de enfermedad<br />
tubular y/o consanguinidad, y los<br />
antecedentes obstétricos y neonatales.<br />
Antes de sospechar una tubulopatía, se<br />
descartarán anomalías estructurales de la<br />
vía urinaria (hipoplasia-displasia renal, uropatías<br />
severas) o nefropatías con descenso<br />
del filtrado glomerular (insuficiencia<br />
renal crónica, nefronoptisis), en las que<br />
está reducida la capacidad de concentración<br />
urinaria. Es determinante documentar<br />
el desarrollo ponderoestatural y<br />
una detallada historia dietética, con síntomas<br />
sugestivos de avidez por determinados<br />
alimentos, valorando la ingesta de<br />
líquidos y diuresis.<br />
En la exploración física, debe recogerse<br />
una completa exploración general<br />
y por aparatos (raquitismo y órganos de<br />
los sentidos), presión arterial, crecimiento,<br />
desarrollo y estado nutricional y esta-<br />
do de hidratación. Asimismo, debe recogerse<br />
la administración de fármacos capaces<br />
de alterar la función tubular y la de<br />
enfermedades concomitantes. La aparición<br />
de edemas, macrohematuria, lesiones<br />
cutáneas de vasculitis u oliguria (diuresis<br />
< 500 ml/24 horas/1,73 m 2 ; en lactantes<br />
< 1 ml/kg/hora) orienta hacia anomalías<br />
de la función glomerular más que<br />
a alteraciones tubulares. Debe procederse<br />
a una exploración rutinaria de la orina,<br />
que incluye la inspección ocular, el análisis<br />
mediante tiras reactivas y un estudio<br />
del sedimento urinario. La hematuria<br />
macroscópica, los cilindros, la proteinuria<br />
en rango nefrótico (> 40 mg/m 2 /hora,<br />
o índice urinario proteínas/creatinina<br />
(mg/mg) > 2) sugieren patología glomerular.<br />
En todos los grupos de edad, las manifestaciones<br />
clínicas más destacables<br />
son los síntomas de deshidratación, astenia,<br />
anorexia y avidez por el agua, o cualquier<br />
alteración hidroelectrolítica o del<br />
equilibrio ácido base no justificada. Asimismo,<br />
debe considerarse la presencia<br />
de una tubulopatía ante cuadros de litiasis<br />
renal bilateral y/o recidivante. Una litiasis<br />
no radioopaca nos debe hacer pensar<br />
en la posibilidad de una cistinuria, una<br />
hematuria no filiada obligaría a descartar<br />
una hipercalciuria. En estos últimos supuestos,<br />
deberían realizarse unos exámenes<br />
complementarios concretos como<br />
el test de Brand o la cuantificación de la<br />
calciuria. La presencia de glucosuria obligaría<br />
a la determinación de la glucemia,<br />
que si es normal orientaría al diagnóstico<br />
de una glucosuria renal.<br />
En otros casos, el diagnóstico puede<br />
representar más dificultades. Cuadros<br />
clínicos con graves problemas de desarrollo,<br />
poliuria, episodios repetidos de deshidratación,<br />
etc., deben hacer sospechar<br />
la posibilidad de una tubulopatía compleja.<br />
En estos casos, el defecto funcional del<br />
túbulo provoca alteraciones del medio interno<br />
que se refleja en alteraciones electrolíticas<br />
y del equilibrio ácido-base. Pueden<br />
existir también marcadas alteraciones<br />
del metabolismo calcio-fósforo como<br />
ocurre en el síndrome de Fanconi.<br />
Es frecuente que las tubulopatías complejas<br />
se manifiesten en los niños coincidiendo<br />
con cuadros intercurrentes de gastroenteritis,<br />
que descompensan el inesta-
le equilibrio del medio interno que presentan<br />
estos enfermos. Esta coincidencia<br />
pude ser causa de confusión al atribuir las<br />
alteraciones electrolíticas al proceso intercurrente.<br />
Sin embargo, si se piensa en<br />
la posibilidad de que exista de base una<br />
tubulopatía, la circunstancia de que se<br />
presenta asociada a un proceso agudo<br />
puede facilitar el diagnóstico, ya que ello<br />
representa una situación de sobrecarga<br />
para el riñón que facilita la identificación<br />
de la deficiencia funcional de la tubulopatía<br />
concomitante.<br />
En las tubulopatías complejas, la valoración<br />
conjunta de los iones y osmolaridad<br />
en plasma y orina obtenidos simultáneamente,<br />
así como la gasometría plasmática<br />
y el pH urinario, puede ser de gran<br />
ayuda para el diagnóstico. Así, por ejemplo,<br />
si un lactante varón presenta una deshidratación<br />
hipernatrémica con hiperosmolaridad<br />
plasmática y mantiene una diuresis<br />
abundante con orinas hipotónicas,<br />
se puede afirmar que el riñón no está funcionando<br />
adecuadamente, ya que debería<br />
estar ahorrando agua para corregir<br />
la deshidratación, pudiendo tratarse<br />
de una diabetes insípida nefrogénica. También,<br />
a modo de ejemplo, ante una marcada<br />
hipopotasemia con hipercalciuria<br />
debemos pensar que el túbulo renal no es<br />
capaz de reabsorber el potasio necesario<br />
para mantener la caliemia, como ocurre<br />
en el síndrome de Fanconi y en el síndrome<br />
de Bartter.<br />
Excreción de solutos urinarios,<br />
cocientes urinarios y excreción<br />
fraccional<br />
La diuresis se considera uno de los<br />
datos clínicos más importantes para valorar<br />
la función tubular renal. El volumen<br />
normal de orina oscila de 30 a 60 ml los<br />
primeros dos días de vida, aumentando<br />
progresivamente hasta los 500 ml al final<br />
de la lactancia. En el preescolar y escolar<br />
la diuresis varía de 500 a 1.200 ml/24<br />
h, y en los adultos entre 1.000 y 1.600 ml/24<br />
h. El volumen de diuresis puede variar dependiendo<br />
de distintos mecanismos adaptativos,<br />
de la ingesta y de las pérdidas por<br />
sudor y pulmones.<br />
La poliuria (diuresis > 2.000 ml/24 horas/1,73<br />
m 2 ) por un déficit de la concentración<br />
urinaria se asocia con episodios<br />
de deshidratación y reducción del volu-<br />
men extracelular con/sin pérdida salina<br />
(avidez por el agua, apetencia salada y/o<br />
hipotensión arterial).<br />
La determinación de la excreción de<br />
determinadas sustancias en orina de 24<br />
horas resulta de utilidad para el diagnóstico<br />
de las tubulopatías, siendo necesario<br />
antes de interpretar como patológico la<br />
eliminación urinaria de determinado soluto,<br />
conocer la situación del balance corporal<br />
del mismo. Estas determinaciones,<br />
no obstante, presentan dificultades especialmente<br />
en los lactantes, ya que es<br />
necesario obtener orina minutada de 24<br />
horas (Tabla II).<br />
Dado que la concentración de una<br />
determinada sustancia en una muestra<br />
aislada de orina puede ser orientativa de<br />
su posible pérdida renal, para obviar la<br />
dificultad que pude implicar la recogida<br />
minutada de orina, en los niños se suelen<br />
utilizar cocientes urinarios que relacionan<br />
la concentración de la sustancia<br />
que se desea explorar con la concentración<br />
de la creatinina (Tabla III). Conviene<br />
que los cocientes urinarios se determinen<br />
en la segunda orina de la mañana,<br />
debiendo encontrarse el paciente<br />
en ayunas. En los lactantes los cocientes<br />
urinarios son mayores que en<br />
otros grupos de edad debido a que durante<br />
los primeros meses de vida la eliminación<br />
de creatinina es menor. En el<br />
caso de que se constate la alteración de<br />
un cociente urinario, conviene confirmar<br />
el hallazgo mediante cuantificación de la<br />
eliminación de la sustancia en orina de<br />
24 horas.<br />
Otra posibilidad de estudio de la función<br />
tubular a partir de orina asilada, es<br />
calcular índices de excreción urinaria como<br />
la excreción fraccional (EF) o porcentaje<br />
de excreción fraccionaria, que expresa<br />
la depuración de dicha sustancia referida<br />
a 100 mL de filtrado glomerular, cuya<br />
determinación requiere realizar una extracción<br />
de sangre, pero no precisa la obtención<br />
de una orina minutada. La EF de<br />
una sustancia X sería igual a la concentración<br />
de esta en orina (Xo) dividida por<br />
la concentración en plasma (Xp) por el volumen<br />
por 100 de filtrado. Como quiera<br />
que el vol 100 FG = Crp x Cro x 100,<br />
Xo x Crp x 100<br />
EFx =<br />
Xp x Cro<br />
Cuando el FG es normal, los valores<br />
normales de EF Na (%) son de 0,6 +/- 0,35<br />
y los de EF K (%) de 9,6 +/- 4,0 en niños.<br />
En los lactantes son normales valores un<br />
25% más elevados. El cálculo de la EF Cl<br />
(%) es idéntico y los valores superponibles<br />
a los de la EF Na aunque ligeramente<br />
más elevados. La EF ácido úrico (%)<br />
oscila entre 11 y 17.<br />
A partir del cálculo de la EF podemos<br />
obtener la tasa de reabsorción (TR), que<br />
suele calcularse para ciertas sustancias<br />
como el fosfato (TRP = 100 – EF P%). Los<br />
valores normales del TRP (%) son de 78,7<br />
+/- 8,4 en lactantes y de 92 +/- 4,2 en mayores<br />
de 2 años.<br />
TRP = 1 – EFP% = 1 – [Po] x [Cr]p x 100<br />
[P]p x [Cr]o<br />
Estas determinaciones analíticas, que<br />
no comportan ninguna molestia para el<br />
paciente, ya que no precisan perfusiones<br />
intravenosas ni sondajes vesicales, han<br />
permitido diferenciar entidades muy semejantes,<br />
como es el caso del síndrome<br />
de Bartter y el síndrome de Gitelamn: ambos<br />
presentan hipopotasemia hipercaliúrica<br />
y alcalosis metabólica, diferenciándose<br />
en que esta última entidad presenta<br />
hipocalciuria e hipomagnesemia.<br />
Estimación del hiato aniónico<br />
En la acidosis tubular renal, se observa<br />
acidosis metabólica con hipercloremia e<br />
hiato aniónico ("anión-gap") plasmático<br />
normal [Na- (Cl + bicarbonato)] igual a 12<br />
+/- 2 mEq/L. El diagnóstico diferencial entre<br />
ATR proximal y distal se establece fácilmente<br />
mediante el cálculo del hiato aniónico<br />
en orina (Na + K - Cl) (ver algoritmo<br />
diagnóstico de la acidosis metabólica).<br />
Otras pruebas complementarias<br />
Existen múltiples pruebas funcionales<br />
renales que, mediante sobrecargas específicas<br />
y técnicas de aclaramiento, permiten<br />
analizar la función de las distintas<br />
partes de la nefrona y caracterizar con<br />
precisión los distintos tipos de tubulopatías.<br />
Asimismo, existe la posibilidad de realizar<br />
estudios genéticos específicos para<br />
algunas de las entidades. Una descripción<br />
de estas pruebas sobrepasa la<br />
extensión y objetivo de este trabajo. 375
376<br />
Por último, debe tenerse en cuenta<br />
que las situaciones de insuficiencia glomerular<br />
y las malformaciones y displasias<br />
renales pueden presentar alteraciones<br />
electrolíticas y del equilibrio ácido base<br />
que remedan las que presentan las tubulopatías<br />
primarias. Es por ello conveniente<br />
que, ante sospecha diagnóstica de una<br />
tubulopatía, se determine la urea y creatinina<br />
plasmática para comprobar su normalidad,<br />
debiéndose realizar asimismo<br />
técnicas de imagen para demostrar que<br />
los riñones y el tracto urinario son normales.<br />
En la ecografía renal podrán demostrarse<br />
litiasis y nefrocalcinosis, en las radiografías<br />
óseas las diferentes formas de<br />
raquitismo, y otros estudios podrán identificar<br />
alteraciones sensoriales (audiometría<br />
y examen oftalmológico).<br />
BIBLIOGRAFÍA<br />
Los asteriscos reflejan el interés del artículo a<br />
juicio del autor.<br />
1.*** Ariceta G. <strong>Tubulopatías</strong> en el niño. En:<br />
Delgado A. Protocolos diagnósticos y<br />
terapéuticos nefro-urología pediátrica.<br />
Caso clínico<br />
Niña de tres años derivada para estudio<br />
por posible raquitismo. Creció bien<br />
hasta los cuatro meses (percentil 5-25<br />
para peso y talla), reside en medio rural,<br />
ha recibido vitamina D3 durante el primer<br />
año de vida y está correctamente<br />
vacunada y alimentada. Tiene como antecedente<br />
una hermana muerta a los dos<br />
años de vida, con vómitos y poliuria.<br />
Al examen físico, talla y peso en más<br />
de 2 desviaciones estándar por debajo<br />
España: Asociación Española de Pediatría;<br />
2001. p. 267-78.<br />
Guía práctica y básica para el diagnóstico de<br />
las tubulopatías primarias en el niño. Es un capítulo<br />
de fácil lectura que recoge algunos de<br />
los datos clínicos que deben orientar a la sospecha<br />
clínica de las tubulopatías en la edad<br />
pediátrica. Las tablas del capítulo son una<br />
excelente herramienta de trabajo para el clínico<br />
que debe orientar una tubulopatía en la práctica<br />
habitual.<br />
2.** Rodríguez-Soriano J. New insight into<br />
the pathogenesis of renal tubular acidosis:<br />
from functional to molecular studies.<br />
Pediatr Nephrol 2000; 14: 1121-36.<br />
Renal tubular acidosis: the clinical entity.<br />
J AM Soc Nephrol 2002; 13: 2160-70.<br />
Interesantes artículos de revisión sobre las acidosis<br />
tubulares renales en el que se recoge la<br />
revolución que ha supuesto el conocimiento<br />
de las bases moleculares de algunas formas<br />
de tubulopatías a la hora de explicar el papel<br />
de alguna de las pruebas funcionales renales.<br />
El profesor Rodríguez Soriano es una autoridad<br />
mundial en el estudio de las acidosis tubulares,<br />
habiendo participado en todas las fases<br />
del estudio de las enfermedades tubulares;<br />
desde la etapa de orientación y sospecha<br />
clínica, hasta las fases moleculares pasando<br />
por el desarrollo de estadios funcionales renales.<br />
del percentil 3, ensanchamiento de ambas<br />
muñecas, genu valgo y múltiples caries.<br />
La radiografía de huesos largos se<br />
informa con signos de raquitismo florido.<br />
En la anamnesis, se recoge el dato<br />
de fotofobia muy sintomática, utilizando<br />
con frecuencia gafas de sol y tendencia<br />
a la poliuria (la familia cree que<br />
orina más de 2 litros).<br />
En los estudios bioquímicos destaca<br />
una creatinina de 0,8 mg/dl, ionograma<br />
plasmático Na + 134 mEq/L, K +<br />
3 mEq/L, Cl – 110 mEq/L, fósforo plasmático<br />
de 1,7 mg/dl, calcemia de 6,4<br />
3.*** Rodríguez-Soriano J. <strong>Tubulopatías</strong>. En:<br />
Cruz M. Tratado de Pediatría. Madrid:<br />
ediciones Espax; 2001. p. 1581-92.<br />
Capítulo clásico de las tubulopatías hereditarias<br />
recogiendo aspectos fundamentales de la<br />
sospecha diagnóstica y del tratamiento. La estructura<br />
del capítulo sigue un esquema clásico,<br />
pero escrito por la máxima autoridad de<br />
nuestro país en tubulopatías.<br />
4.** Sayer JA, Pearce SH. Diagnosis and clinical<br />
biochemistry of inherited tubulopathies.<br />
Ann Clin Biochem 2001; 38: 459-<br />
70.<br />
Artículo de revisión sobre el diagnóstico clínico<br />
y bioquímico de las tubulopatías, desde la<br />
fisiología de los canales y proteínas transportadoras<br />
tubulares. Es uno de las mejores revisiones<br />
de las bases moleculares que permiten<br />
orientar el diagnóstico diferencial de las tubulopatías<br />
congénitas.<br />
5.*** Zelikovic I. Molecular pathophysiology<br />
of tubular transport disorders. Pediatr<br />
Nephrol 2001; 16: 919-35.<br />
Artículo básico sobre la fisiología y patología<br />
tubular, desde la perspectiva molecular. Se recogen<br />
las diferentes mutaciones descritas que<br />
identifican las entidades clínicas diferenciales.<br />
Mantiene una estructura clásica basada en los<br />
defectos de acuerdo a la topografía del túbulo<br />
afectada, pero considerando los aspectos moleculares<br />
más novedosos.<br />
mg/dl, con fosfatasa alcalina 197 U.I.<br />
Presenta una acidosis metabólica con<br />
pH 7,30, bicarbonato de 16 mMol/L y<br />
pCO2 de 35.<br />
Orina 2.450 ml en 24 horas, destacando<br />
un pH urinario de 6,90 y densidad<br />
1.005. GAP urinario positivo (Cl > Na+K).<br />
Citoquímica con hematuria +++, glucosuria++<br />
intermitente (con glucemia normal),<br />
aminoaciduria generalizada con<br />
predominio de alanina y glicina, hipercalciuria<br />
(7-12 mg/kg/día). La reabsorción<br />
tubular de fosfatos (RTP) es del 30-<br />
70% (disminuida).
Negativo<br />
(Cl – > Na + + K + )<br />
• Pérdida digestiva de bicarbonato<br />
• Acidosis tubular proximal. Persiste<br />
capacidad de acidificar la orina<br />
(pH < 5,5)<br />
DIAGNÓSTICO DE LA ACIDEMIA DE ORIGEN TUBULAR RENAL<br />
< 40<br />
Acidosis metabólica<br />
Calcular anion gap plasmático<br />
Na + – (Cl – + HCO3 – )<br />
NORMAL<br />
(8-16 mEq/L)<br />
Calcular gap urinario<br />
(Na + + K + ) – Cl –<br />
NORMAL O BAJO<br />
Acidosis tubular distal tipo I<br />
Orina alcalina pH >5,5<br />
ACIDEMIA<br />
pH < 7,35<br />
PCO2<br />
Positivo<br />
(Cl – < Na + + K + )<br />
ACIDOSIS TUBULAR<br />
DISTAL<br />
Potasio en plasma<br />
> 40<br />
Acidosis respiratoria<br />
ELEVADO<br />
Hipoaldosteronismo<br />
Orina ácida pH < 5,5<br />
ELEVADO<br />
(> 16 mEq/L)<br />
SOSPECHAR INGESTA TÓXICA<br />
O ENFERMEDAD METABÓLICA<br />
• Intoxicaciones (AAS)<br />
• Cetoacidosis diabética<br />
• Acidosis láctica<br />
• Aciduria orgánica<br />
• Fracaso renal<br />
ALGORITMO:<br />
DIAGNÓSTICO<br />
DE LA ACIDEMIA<br />
DE ORIGEN<br />
TUBULAR<br />
RENAL<br />
377
ALGORITMO:<br />
DIAGNÓSTICO<br />
DE LA POLIURIA<br />
COMO<br />
MANIFESTACIÓN<br />
DE<br />
TUBULOPATÍA<br />
RENAL<br />
378<br />
DIAGNÓSTICO DE LA POLIURIA COMO MANIFESTACIÓN DE TUBULOPATÍA RENAL<br />
Orina concentrada<br />
(densidad > 1.015)<br />
Diuresis por solutos<br />
Manitol, urea<br />
Síndrome natriurético<br />
Enfermedad quística<br />
medular, síndrome<br />
de Bartter, diuréticos,<br />
recuperación de una<br />
necrosis tubular aguda<br />
OsmU > OsmP (2:1)<br />
Polidipsia primaria o potomanía<br />
Poliuria<br />
> 2.000 mL/24 horas/1,73 m 2<br />
Hª clínica y exploración física<br />
(Polidipsia, polifagia, adelgazamiento<br />
orienta a diabetes mellitus)<br />
Origen elemental y sedimento urinario<br />
Normal Alterado<br />
Orina hipotónica, diuresis<br />
acuosa (densidad < 1.015)<br />
(si hipernatremia = diabetes insípida)<br />
Bioquímica<br />
OsmP y OsmU<br />
OsmU >OsmP<br />
Respuesta adecuada<br />
(OsmU > OsmP 2:1)<br />
Diabetes insípida<br />
central parcial<br />
OsmU < OsmP<br />
1ª orina de la mañana tras<br />
privación de agua 12 horas<br />
OsmU = OsmP (1:1)<br />
Glucosuria<br />
Bioquímica sanguínea<br />
Osmolaridad en sangre<br />
y orina (OsmP y OsmU)<br />
Hiperglucemia<br />
Cetosis<br />
OsmP y OsmU elevadas<br />
Respuesta a vasopresina<br />
Niveles de ADH (unidad especializada)<br />
Respuesta adecuada<br />
(OsmU > OsmP 2:1)<br />
Diabetes insípida<br />
central completa<br />
Tumores del sistema nervios central<br />
Infecciones<br />
Sarcoidosis, leucemia<br />
Cirugía o daño en el SNC, idiopática<br />
Leucocituria, nitritos<br />
Infección urinaria<br />
Normoglucemia<br />
OsmU elevada<br />
Diabetes mellitus Glucosuria renal<br />
Estrés<br />
Síndrome de Fanconi<br />
<strong>Tubulopatías</strong><br />
OsmU < OsmP o no tolera prueba de sed<br />
Ausencia de respuesta<br />
(OsmU < OsmP)<br />
Diabetes insípida nefrogénica<br />
Primaria<br />
Enfermedad renal<br />
Enfermedad sistémica<br />
Fármacos