dormitorio, lugar don<strong>de</strong> nos encontramos con nosotros mismos, don<strong>de</strong> fluyen las lágrimas que escon<strong>de</strong>mos durante <strong>el</strong> día. Las marchas <strong>de</strong> la vida se manifiestan en trenes, buses, aviones, motos, según <strong>el</strong> modo usual <strong>de</strong> transporte d<strong>el</strong> durmiente, vehículos que pue<strong>de</strong>n <strong>de</strong>tenerse, estr<strong>el</strong>larse, <strong>el</strong>evarse, avanzar sin problemas, etc. En algunos <strong>sueños</strong> se <strong>de</strong>stacan claramente los colores, objeto <strong>de</strong> reflexión y <strong>de</strong> tentativas <strong>de</strong> interpretación, y cargados <strong>de</strong> significados diferentes en todas las culturas; una ban<strong>de</strong>ra roja pue<strong>de</strong> representar tanto una nación, una carnicería, como una actitud revolucionaria, una fiesta o un <strong>de</strong>sastre. El rojo es <strong>el</strong> color d<strong>el</strong> fuego y <strong>de</strong> la sangre, suavizado es <strong>el</strong> color d<strong>el</strong> amor y <strong>de</strong> la cordialidad; <strong>el</strong> ver<strong>de</strong> recuerda la naturaleza o la primavera en países estacionales; <strong>el</strong> azul, representa d<strong>el</strong> ci<strong>el</strong>o y lo asociado con él, se halla ligado a nuestras vivencias espirituales; <strong>el</strong> negro, es <strong>de</strong> la oscuridad, <strong>el</strong> luto y las tinieblas. El agua es vida, pero se torna p<strong>el</strong>igrosa cuando rebasa sus lin<strong>de</strong>ros, y ahoga al soñador cuando éste se halla en p<strong>el</strong>igro <strong>de</strong> ser <strong>de</strong>sbordado por algo, por un trabajo que no ha concluido y que <strong>de</strong>be entregar, o por un problema que no sabe cómo resolver Su opuesto, <strong>el</strong> fuego es un símbolo tremendamente rico que no alcanzaríamos a esbozar en pocos párrafos. El paisaje d<strong>el</strong> sueño estará <strong>de</strong>sierto cuando no hallamos solución a nuestros problemas o nos sentimos solos e impotentes frente a las circunstancias adversas, o estará nutrido, p<strong>el</strong>igroso, conocido, <strong>de</strong>sconocido según nuestra situación inconsciente. Soñar con paisajes memorables d<strong>el</strong> pasado dan indicios <strong>de</strong> regresión, <strong>de</strong> querer volver a esas etapas d<strong>el</strong> <strong>de</strong>sarrollo, mientras que las pesadillas en esos paisajes significarían <strong>el</strong> temor <strong>de</strong> repetir ciertas experiencias pasadas. En épocas <strong>de</strong> extremo apuro, cuando ya <strong>de</strong>sesperamos <strong>de</strong> no ver una salida, soñamos con carreteras o caminos interminables; cuando <strong>el</strong> inconsciente no ha acabado <strong>de</strong> trazarse un seguro camino, éste es construido en <strong>sueños</strong> y hasta <strong>el</strong> soñador trabaja en él; cuando hay algo inconsciente qué aclarar, no es raro que <strong>el</strong> camino sea trazado en medio d<strong>el</strong> enmarañado bosque y al final se encuentre un acogedor lugar. O aparecen barreras sugiriéndonos que falta solucionar problemas que no queremos consi<strong>de</strong>rar. Falta ver a quiénes representan las figuras que nos acompañan en <strong>el</strong> camino. <strong>Los</strong> <strong>sueños</strong> <strong>de</strong> p<strong>el</strong>igro nos señalan dón<strong>de</strong> resi<strong>de</strong>n, aunque no pue<strong>de</strong>n ser tomados al pie <strong>de</strong> la letra, y menos aún enten<strong>de</strong>rlos como pronósticos, sino como temores. <strong>Los</strong> <strong>sueños</strong> <strong>de</strong> muerte son <strong>de</strong> una infinita variedad. Pue<strong>de</strong> ocurrir que <strong>de</strong> pronto vayamos vestidos <strong>de</strong> luto y <strong>de</strong>bemos preguntarnos entonces a porqué nuestro interior está ahora <strong>de</strong> du<strong>el</strong>o. O muere alguien <strong>de</strong> nuestro mundo circundante y vale preguntamos si un amor o una amistad han muerto y tal vez no queremos darnos por enterados. Y para concluir esta mínima visión sobre <strong>el</strong> arte <strong>de</strong> la interpretación onírica, los numerosos <strong>sueños</strong> <strong>de</strong> muerte <strong>de</strong>muestran cuan profundamente viven <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> nosotros las vivencias d<strong>el</strong> morir, <strong>de</strong> la <strong>de</strong>spedida, <strong>de</strong> la pérdida. La muerte es un fenómeno primigenio, arquetípico, frente al cual hay que conducirse dignamente. Cuando en los <strong>sueños</strong> se respiran los vientos <strong>de</strong> la muerte, <strong>de</strong>be entonces <strong>el</strong> soñador peguntarse sobre su conciencia <strong>de</strong> este evento a fin <strong>de</strong> adquirir una paz interior, y reconocer que la muerte es parte <strong>de</strong> la vida y que, pese a su tenebrosidad, es quizás una puerta a lo <strong>de</strong>sconocido... como lo es <strong>el</strong> acto <strong>de</strong> dormir.
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