MAQUETACION NOVIEMBRE 2001 - Diverdi
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<strong>Diverdi</strong> entrevista: Juan Carlos Rivera<br />
BOLETÍN BOLETÍN DE INFORMACIÓN INFORMACIÓN DISCOGRÁFICA<br />
DISCOGRÁFICA<br />
AÑO X - Nº 98 - <strong>NOVIEMBRE</strong> <strong>2001</strong><br />
c/ELOY GONZALO, 27 • 28010 MADRID • TFNO.: 914 47 77 24 • FAX: 914 47 85 79<br />
e-mail: diverdi@diverdi.com<br />
El disco disco del mes<br />
ENSAYO presenta un gran recital de zarzuela con Carlos Álvarez y la Sinfónica de Galicia<br />
El esplendor del Toledo tridentino, en GLOSSA<br />
El barítono y la tiple<br />
En MYTO, novedades ~Butterfly, con Scotto y Carreras,<br />
y Réquiem verdiano con Corelli~ y reediciones de Gencer<br />
Bianca Bianca e Falliero, Falliero, de Rossini, Rossini, última última propuesta propuesta de OPERA OPERA RARA RARA<br />
Oro alemán, o la Tetralogía al alcance de todos<br />
Final de viaje: el último Albéniz de Esteban Sánchez, en ENSAYO<br />
Cowell y Feldman, dos grandes americanos en COL LEGNO<br />
W&W W&W prosigue prosigue sus reediciones reediciones jazzísticas jazzísticas de JMT<br />
JMT<br />
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(Noviembre <strong>2001</strong>)<br />
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OPERA TRES✺<br />
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ROMOPHONE✺<br />
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SUPRAPHON✺<br />
SYMPHONIA✺<br />
SYMPOSIUM<br />
TESTAMENT✺<br />
TIMPANI✺<br />
WERGO✺<br />
WINTER & WINTER✺<br />
Wagner/Knappertsbusch:<br />
otro Anillo... y van tres<br />
GOLDEN MELODRAM añade a su ya impresionante colección de testimonios wagnerianos,<br />
entre los que brillan con luz propia los ciclos completos que del Anillo<br />
del nibelungo dirigiera Knappertsbusch en 1956 y 1957, una nueva edición de la<br />
monumental tetralogía, en este caso la de 1958. Junto a los ya experimentados Hotter,<br />
Varnay, Windgassen y Greindl, comparecen Leonie Rysanek (sustituyendo a Brouwenstijn<br />
y Nilsson en el papel de Sieglinde) y Jon Vickers (reemplazando a Vinay y Windgassen en<br />
Siegmund). Aunque no podremos, evidentemente, deleitarnos con la imaginativa escenografía<br />
e iluminación de Wieland Wagner, que pasaron a los anales del Festival bayreuthiano,<br />
sí podremos disfrutar de un soberbio sonido monoaural que ha sido reprocesado<br />
con la meticulosidad y el cuidado habituales del sello. Todo ello, claro está, nos lo explicará<br />
como es debido don Ángel–Fernando Mayo en el boletín de diciembre.<br />
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GOLDEN MELODRAM no descansa. Aparte del nuevo Anillo de Knappertsbusch de 1958 que se<br />
anuncia más arriba, nuestro sello wagneriano por excelencia anuncia otro Parsifal del mismo director,<br />
en este caso el que dirigiera en Bayreuth, en 1954, con el reparto habitual en esos años. Vendrán,<br />
asimismo, una Elektra del 71 dirigida por Carlos Kleiber con Martha Mödl, Enriqueta Tarrés y Wolfgang<br />
Windgassen, una Cuarta de Mahler por Klemperer (1956) y un álbum doble en el que Kubelik y Barenboim nos<br />
ofrecen los dos conciertos brahmsianos.<br />
Pero MYTO no se queda atrás. Llegarán un espléndido Aragall con Marton y Pascalis en Tosca<br />
(1977), una Turandot con Nilsson y Di Stefano (1961), uno de los relativamente raros encuentros<br />
entre Sutherland y Cossotto –Norma, 1969, dirigidas por Bonynge–, una primicia de Christa<br />
Ludwig en CD, en el papel de la Ariadna straussiana (1964), y otra novedad en el mismo soporte: Carteri como<br />
Traviata y Valletti en un excelente Alfredo, ambos junto a un magnífico Warren y todos a las órdenes del gran<br />
Monteux (1956).<br />
Y, hablando de voces, más de uno se alegrará de la iniciativa que ha emprendido TESTAMENT para conmemorar<br />
la concesión del premio A Lifetime Achievement de Gramophone a nuestra Victoria de los<br />
Ángeles: el sello británico reedita bajo el título The Fabulous Victoria de los Ángeles un recital de magnífico<br />
sonido estéreo en el que la gran soprano, acompañada alternativamente por Moore y el egregio Beecham, nos<br />
ofrece obras de diversos autores, de A. Scarlatti, Haendel, Schubert y Brahms a los españoles Turina, Granados,<br />
Guridi y Nin.<br />
Tantas, y tan interesantes, son las nuevas propuestas que adelanta BIS que se impone ser<br />
esquemáticos: aparte de nuevas entregas de las Cantatas de Bach y de un recital de obras<br />
para piano de Anton Bruckner, llegarán nuevas composiciones camerísticas de Nikos<br />
Skalkottas, un divertido registro de canciones de cabaret con obras de Britten, Weill, Höllander y Bolcom, un<br />
espléndido monográfico Purcell de los London Baroque y, por fin, dos obras líricas, género muy poco frecuentado<br />
hasta ahora por este sello: una singular ópera de cámara –La Pasión de Santo Tomás Moro– del compositor norteamericano<br />
Garrett Fisher, y una no menos sugerente ópera en dos actos –El caballero y el dragón– del finlandés<br />
Mikko Heiniö. Ambas, por supuesto, en absoluta primicia discográfica.<br />
Y hablando de novedades operísticas no podemos dejar de mencionar el Attila verdiano<br />
que nos anuncia DYNAMIC. Donato Renzetti, conocido especialista de ópera italiana del<br />
XIX, dirige a la Orquesta del Teatro Verdi de Trieste, con Ferruccio Furlanetto y Dimitra Theodossiou en los papeles<br />
protagonistas. Además, un festival violinístico en el que Ruggiero Ricci compara el sonido de 18 instrumentos<br />
contemporáneos (formato Digibox con libro incluido) y, ya en la serie IDIS, un monográfico Knappertsbusch con<br />
obras de Brahms (3ª) y Haydn (94ª).<br />
Y, por fin, el siempre sorprendente sello alemán CPO nos anuncia –aparte de novedades más «habituales»,<br />
como nuevas obras de cámara de Pftizner, Tríos para piano de Marschner y recuperación de<br />
un nuevo «olvidado» (en este caso las dos primeras sinfonías de Christian Sinding [1856–1941])– dos<br />
interesantísimos registros, a saber: Dirna, melodrama indio en 3 actos de E.T.A. Hoffmann, y Flammen, ópera en un<br />
acto que supuso el bautismo lírico de Frank Schreker y que aquí se ofrece por vez primera en su versión original.<br />
( 2 )<br />
EL TELETIPO<br />
R. WAGNER: El anillo del nibelungo [Edición<br />
completa] / Hotter, Varnay, Leonie Rysanek,<br />
Vickers, Windgassen, Andersson, Greindl,<br />
Wiener, Uhl, Stolze, Von Ilosvay, Gorr,<br />
Kónya, Saedén, Grümmer, Adam, Siebert,<br />
Boese, Hellmann, Scheppan, Lotte Rysanek,<br />
Hoffman, Madeira, Schärtel, Siemeling / Coro<br />
y Orquesta del Festival de Bayreuth. Dir.:<br />
Hans Knappertsbusch (Bayreuth, 1958) /<br />
GOLDEN MELODRAM / Ref.: GM 1.0052<br />
(14 CD) D10 x 14
Carlos Álvarez presenta un magnífico recital de zarzuela en el sello ENSAYO<br />
El barítono y la tiple<br />
E<br />
stábamos el astuto Lucas y yo sentados ante una magnífica fuente<br />
de setas –lactarius deliciosus, pleurotus eryngii, boletus edulis–<br />
cuando, con su sonrisa de Dorian Gray que todavía no ha<br />
emprendido la carrera de desórdenes tan sabiamente descrita por<br />
Thomas de Quincey en El asesinato como una de las bellas artes, me<br />
dijo: «Traigo aquí una cosa que no vas a atreverte a comentar».<br />
Golpeado así en el amor propio, contesté: «¿Cómo que no? Mientras no<br />
sean las Klavierstücke de Stockhausen...». Entonces, el ladino echó<br />
mano a la bolsa que tenía al lado y extrajo de ella el CD que aquí se<br />
reseña. Lo cogí, asombrado, me reí para mis adentros: «¿Tanto misterio<br />
para esto?», y pinché con el tenedor la primera seta de cardo.<br />
Ruego a los parroquianos que ahora me permiten hablar un poco de<br />
mí mismo. Soy español no sólo en el DNI, madrileño de tercera generación,<br />
aunque con ancestros leoneses y riojanos. Tengo por lo menos<br />
diez años más que don Nadir Madriles, benefactor del discófilo y del<br />
lector mediante su página mensual en Scherzo, quien presume de viejales.<br />
Quiero decir con esto que un español –capitalino por más señas–<br />
de mi edad hubo de salir forzosamente aficionado a los toros, zarzuelófilo<br />
y entusiasta del Real Madrid de Di Stefano, Puskas, Rial y, no en<br />
último lugar, don Santiago Bernabeu: sobre esto último dije aquí algo<br />
aún no hace mucho. La musicopatía fue ya una bendición singular que<br />
me cayó del cielo –«esto para ti, majo»–, y la wagnerofilia, la fuente de<br />
la vida que buscaba el anciano lama en Kim de la India y que yo tuve<br />
la suerte de hallar muy pronto en mi camino.<br />
En la llamada Edad de oro del toreo, el escritor y periodista Eugenio<br />
Noel atribuyó todos los males de España en general –Noel fue un regeneracionista<br />
directamente procedente de Joaquín Costa (no de la calle<br />
de tal nombre, claro)– al flamenquismo y a su caldo de cultivo, la fiesta<br />
de los toros. Por otra parte, he conocido personalmente a seres sin<br />
taras mentales evidentes que despotricaban de la zarzuela como la responsable<br />
de la indigencia musical española del siglo XIX y de nuestro<br />
atraso en la cosa. Mientras tanto, Ortega y Gasset afirmaba que los<br />
toros constituyen el suceso común que más intensamente y durante<br />
más tiempo ha hecho más felices a los españoles. Yo me atrevo a apostillar<br />
que ha sido así junto con la zarzuela. Ésta se ha cantado por grupos<br />
de aficionados de todas las regiones de España. Sus argumentos<br />
valencianos y gallegos, catalanes y andaluces, aragoneses y extremeños,<br />
vascos y castellanos; sus tipos, cercanos aún al mundo rural, al<br />
menestral y al urbano de andar por casa; sus ritmos, melodías y canciones<br />
nacidos de nuestro riquísimo folclor, todo esto llegaba y llega<br />
aún directamente al corazón español no corrompido por el menosprecio<br />
de lo propio. Es más, la decadencia de la fiesta, aunque todavía se<br />
venden al año más de sesenta millones de localidades, acosada por el<br />
antitaurinismo global, y el desdichado abandono en que cayó durante<br />
decenios la zarzuela, sí que son un síntoma, a mi juicio, de la ya casi<br />
imparable destrucción del ser, del sentir y del vivir españoles. Aun así,<br />
los toros persisten y la zarzuela ha recuperado posiciones como espectáculo,<br />
sobre todo en su sede de la calle de Jovellanos, de Madrid. No<br />
tengo el menor recato en declarar que entre los mejores actos musicales<br />
que he presenciado hasta ahora durante este año <strong>2001</strong>, por lo<br />
demás nefasto, figura por derecho propio una función de El niño judío:<br />
hacía lustros que no me reía tanto y tan a mi gusto en un teatro, viendo<br />
la escenificación de «De España vengo» y oyendo, cantada con vis<br />
cómica inigualable, la historia de «Desiderio, siempre triste y siempre<br />
serio», iluminado por su rayito de luna. ¡Y cómo reía todo el público!<br />
¡Y qué felices fuimos durante más de dos horas todos los nativos y los<br />
extranjeros, estos un puñado de buenos catadores, que llenábamos<br />
aquella tarde el santuario de nuestro prodigioso género musical autóctono!<br />
Conservo en mi discoteca antigua casi todas las zarzuelas que grabó<br />
Argenta y algunas dirigidas por Sorozábal. No faltan allí registros de<br />
Alfredo Kraus o de Teresa Berganza. He adquirido grabaciones recientes<br />
–El barberillo de Lavapiés o La verbena de la Paloma– y he regalado<br />
copias a queridos amigos alemanes, que me lo agradecieron con<br />
cerveza y un buen Wurstbrot. Me leo de cabo a rabo, para aprender,<br />
los programas de las representaciones que presencio. Por desgracia,<br />
como tengo una voz opaca y nada rica en armónicos, nunca me he<br />
atrevido a cantar, por ejemplo, aquello de «Fiel espada triunfadora», ni<br />
siquiera bajo el chorro de la ducha. Pero ayer sábado, después de<br />
haber oído ya el viernes el recital grabado por Carlos Álvarez, en el<br />
trance del cotidiano lavatorio me puse a berrear: «Dame como el sol<br />
de la mies tu calor, / dame tus caricias, mi bien, / besos calmarán mi<br />
amargura, / besos de tus labios, mujer». En ese momento se abrió la<br />
puerta del cuarto de baño, apareció mi mujer y me dijo: «Calla, que<br />
aún va a llover más. Sal de ahí pronto y te daré otra cosa». Cinco minutos<br />
después empecé a desayunarme con las porras y los churros que mi<br />
legítima había ido a comprar a una churrería del barrio. ¿Cabe un<br />
( 3 )<br />
comienzo de jornada más feliz y más zarzuelero?<br />
El CD de Carlos Álvarez responde a este patrón<br />
bien conocido: el cantante está en plena ascensión<br />
a la fama, un recital de romanzas de zarzuelas será<br />
recibido en consecuencia con expectación, dará<br />
EL DISCO<br />
DEL MES<br />
una imagen castiza del joven artista y divulgará su nombre antes de que<br />
llegue la hora de empeños discográficos mayores; además suena aún su<br />
reciente éxito en el Real como Rigoletto y conviene aumentar la intensidad<br />
de la onda expansiva. Dicho esto, ha de precisarse que el contenido<br />
de la edición es musicalmente muy bueno. La selección está bien<br />
hecha –Guerrero, Sorozábal, Soutullo y Vert, Chapí, Moreno Torroba,<br />
Luna, Guridi– e incluye la relativamente poco conocida «romanza de<br />
Rafael», de Maravilla, de Moreno Torroba, cuyo cálido melodismo<br />
ayuda a que Álvarez consiga aquí uno de sus mejores momentos. Hay<br />
además tres dúos –La del manojo de rosas, La revoltosa, La del soto del<br />
parral–, tres fragmentos instrumentales y un final en punta con la «canción<br />
de Leonello» de La canción del olvido. El programa aparece sabiamente<br />
dosificado para evitar la sensación de monotonía que puede producir<br />
un cantante ya decididamente operístico y que no acude a tranquillos<br />
o golpes de efecto casi propios del género. Lo que nos capta de<br />
inmediato es la calidad baritonal auténtica, sin la menor duda sobre su<br />
condición, y la homogeneidad de la voz en todos los registros: no hay<br />
modificaciones del bello color, tampoco estrechamientos arriba ni falta<br />
de peso abajo. La voz de barítono es la propia del género –manes de<br />
Marcos Redondo, de Luis Sagi Barba y de Manuel Ausensi entre otros–<br />
a distancia de la de tenor, y en este sentido Carlos Álvarez es hoy el<br />
astro solar y entra en comunicación fácil con el oyente. Ya he apuntado<br />
que la línea operística de su canto puede parecer algo apartada de<br />
la tradicional; mas no diría yo que esto sea un defecto. Pero creo que<br />
en el futuro sería bueno para él aparecer de vez en cuando en los escenarios<br />
de la zarzuela, sencillamente para no olvidar las raíces y mantener<br />
el contacto con ese público que no va a encontrar normalmente en<br />
los encopetados escenarios mayores.<br />
Colabora en el programa una soprano de voz cálida y carnosa que<br />
tiende a perder el control en los pasajes fuertes altos –posiblemente la<br />
voz original sea la de una mezzo–, pero que posee la rara virtud de que<br />
se le entiende casi todo lo que canta. Para saber su nombre hay que irse<br />
a la contraportada del cuadernillo, y para ver su foto –es mucho más<br />
guapa que el barítono– también hay que buscar entre las hojas (pocas).<br />
Esto me trae al recuerdo El caballero de la rosa que oí en el Teatro de<br />
la Zarzuela hace ya casi veinte años. Un matrimonio viejísimo y a todas<br />
luces muy adinerado ocupaba sendas butacas dos filas detrás de mí. Yo<br />
me había fijado en la pareja, ella enjoyada y ausente, él elegantón y<br />
rudo. De repente, se oyó la bronca voz del susodicho: «¿Cómo se llama<br />
la tiple?». Silencio. «¡Te estoy diciendo que cómo se llama la tiple!».<br />
Otro silencio. «¡Estás sorda!». Algunos siseos en la sala. «¿Pero me<br />
dices quién es la tiple, desgraciada?». En ese momento cruzó el pasillo<br />
un estupendo melómano y amigo mío, por desgracia ya fallecido en el<br />
ínterin, quien al tiempo que metía el programa de la representación<br />
entre las manos del matusalén casi rugió: «¡Vea usted mismo aquí<br />
quién es la tiple!». Pues bien, la tiple que canta con Carlos Álvarez se<br />
llama Ana Ibarra.<br />
La Orquesta Sinfónica de Galicia es una de las dos punteras hoy en<br />
España, y aunque tiene en plantilla a numerosos extranjeros no hay<br />
duda de que estos saben ya bien lo que es el pulpo a feira, la empanada<br />
de berberechos y el lacón con grelos. Por su parte, Miguel Ortega<br />
dirige con conocimiento del estilo. Ya he dicho que el trabajo es musicalmente<br />
impecable.<br />
Por el contrario, he de reprochar dos cosas a los productores ejecutivos:<br />
las notas de la carpetilla son birriosas, mera publicidad y, además,<br />
mala; la mercadotecnia del producto es un desastre, pues si se<br />
trata de vender en todo el mundo la imagen de Carlos Álvarez y de<br />
nuestra zarzuela, apreciadísima en muchos lugares, no se entiende que<br />
no se haya hecho el esfuerzo de dar la letra de las romanzas en español,<br />
inglés, francés y alemán. Para nosotros, los hispanos que peinamos<br />
canas y nos sabemos de memoria el texto y su solfa, la carencia no<br />
tiene importancia. Pero para el mercado extranjero, este servicio complementario<br />
me parece imprescindible. Las piezas, la orquesta, el<br />
director, el barítono y la tiple merecían haber comparecido ante el<br />
público mejor arropados editorialmente.<br />
Ángel–Fernando Mayo<br />
ZARZUELA GALA – Romanzas para barítono, dúos y piezas orquestales de La rosa del<br />
azafrán, La del manojo de rosas, La del soto del parral, Los gavilanes, La revoltosa,<br />
Maravilla, Molinos de viento, El caserío, Luisa Fernanda y La canción del olvido / Carlos<br />
Álvarez (barítono); Ana Ibarra (soprano) / Orquesta Sinfónica de Galicia. Dir.: Miguel<br />
Ortega / ENSAYO / Ref.: ENY 9811 (1 CD) D3
RICERCAR publica su sexto volumen de El legado de Monteverdi<br />
Petrarquismo musical<br />
Como sexta entrega de «El legado de Monteverdi» se nos ofrece<br />
esta nueva muestra musical del Cancionero de Petrarca<br />
(1304–1374). Pero si nos atenemos a las fechas de nacimiento<br />
de los compositores que integran el volumen, comprobaremos<br />
que unos son anteriores: Bassani, Lambardi, Peri, y otros posteriores<br />
a Monteverdi: Rossi, Trabacci, Gagliano, D’India, Merula,<br />
Presenti, Riccio y Borboni, por lo que no cabe tanto hablar de<br />
«herederos» como de integrantes de aquel curioso fenómeno cultural<br />
que se llamó el Petrarquismo. Desde que Pietro Bembo editara<br />
en Venecia, en 1501, el famoso códice Vaticano Latino 3.195,<br />
que contenía el manuscrito en buena parte autógrafo de las Rerum<br />
vulgarium fragmenta, popularmente conocido como Il Canzoniere,<br />
la fama del Petrarca en vulgar, autor de las más celebradas rimas<br />
amorosas, no cesó de crecer, extendiéndose sus imitadores y seguidores<br />
no sólo por Italia sino por muchos de los países de Europa en<br />
incluso de la América hispana durante los siglos XVI y XVII.<br />
Petrarca era el modelo para los nuevos poetas, y sus Rimas un verdadero<br />
código de amor y un paradigma de perfección formal. Los<br />
poetas valoraron en él la musicalidad de sus versos, y los músicos<br />
no pudieron resistirse a la fascinación de un lenguaje que combinaba<br />
sabiamente los efectos vocálicos y consonánticos con los rítmicos<br />
como expresión de un mundo sentimental de una riqueza<br />
hasta entonces desconocida. Ellos se aplicaron, pues, a la exploración<br />
de ese lenguaje poético, de tan altos valores musicales, con la<br />
pasión y el rigor de unos creadores que en la competencia entre<br />
ellos mismos y con los demás artistas de su época –poetas, pintores,<br />
dramaturgos, arquitectos, etc., tenían el mejor acicate para sus<br />
realizaciones.<br />
De los 366 poemas, entre sonetos, canciones y otras formas breves,<br />
que componen el corpus de las Rimas, en el presente disco se<br />
incluyen 10 textos que se alternan con pequeñas piezas instru-<br />
Polifonía y obras instrumentales españolas de los siglos XVI y XVII, en ARSIS<br />
Cantos de alabanza<br />
Consecuencia inequívoca del creciente interés que en los últimos<br />
años ha despertado la música española, incluso entre nuestros<br />
propios compatriotas, mucho más centrados hasta hace poco en<br />
autores y repertorios más conocidos y por lo tanto más comerciales, es<br />
la aparición en nuestro país de nuevos y audaces sellos discográficos<br />
que van a ir permitiéndonos conocer un legado musical, hasta ahora inédito,<br />
de indudable valor histórico y de una singular calidad técnica. Fiel<br />
a todo lo dicho, el sello ARSIS, que ya nos deslumbró hace algunos<br />
meses con la edición de un compacto consagrado a los maestros de<br />
capilla de la Catedral de Valencia en el siglo XVIII, nos vuelve a sorprender<br />
con un lanzamiento dedicado en exclusiva a la música española<br />
del Siglo de Oro, en el que se nos presentan una diversa variedad de<br />
autores y obras escritas en el quinto tono gregoriano, aquel que según<br />
Pablo Nasarre «...destierra las tristezas, mueve a lágrimas de gozo y alegría...».<br />
Estamos ante una producción que desde los primeros minutos de escucha nos produce una gran emoción<br />
por la belleza de las obras grabadas, desde el soberbio Magnificat de 5º tono a 4 y 6 voces de Melchor<br />
Robledo (ca. 1510–1566), que abre el compacto, ejemplo de destreza contrapuntística del Renacimiento hispano,<br />
al no menos hermoso Tiento de 8º tono de Juan Cabanilles (1644–1712), o la Gaytilla de 6º tono con<br />
dos tiples de Pablo Bruna (1611–1679), sin olvidar el descomunal Magnificat quintus tonus sex vocibus de<br />
Sebastian Aguilera de Heredia (ca. 1565–1627), verdaderos espejos de la gran obra polifónica del mejor arte<br />
Barroco español.<br />
El quinteto de violas Banchetto Musicale, que toma su nombre de la colección de danzas publicada por<br />
Schein en 1617, y en el que participan algunos de los más veteranos intérpretes de la viola da gamba en<br />
España como Itzíar Atutxa o Pere Ros, con la colaboración en las partes vocales de la soprano ibicenca<br />
Estrella Estévez (una verdadera revelación en el panorama actual de la música antigua española) y el tenor<br />
madrileño Miguel Mediano, buenos conocedores ambos del repertorio, nos ofrecen un interesante programa<br />
en el que a las ya citadas calidades y cualidades musicales, debemos añadir una toma sonora de gran nitidez<br />
que contribuye en buena medida a resaltar más aún el sonido aterciopelado, sensual y perfectamente afinado<br />
del conjunto de violas de gamba.<br />
Gracias a sellos como ARSIS y a lanzamientos como éste, la música antigua española menos conocida<br />
pronto habrá de gozar del lugar que por derecho propio le hubiera correspondido desde hace mucho tiempo.<br />
( 4 )<br />
mentales. Los cantados por el<br />
tenor (Stephan Van Dyck)<br />
son el soneto CLVI: I’ vidi in<br />
terra angelici costumi, de<br />
Gagliano; la sextina XXII: A<br />
qualunque animale alberga<br />
in terra, de Landi; y el soneto<br />
XXXV: Solo et pensoso i piú<br />
deserti campi, de Borboni. La soprano (Maria Cristina Kiehr) canta<br />
los sonetos CLIX: In qual parte del ciel, in quale ydea, de Peri; el<br />
LXI: Benedetto sia ‘l giorno, e ‘l mese, e l’anno, y el prologal I: Voi<br />
ch’ascoltate in rime sparse il suono, ambos de D’India; y la primera<br />
estrofa de la última canción, la CCCLXVI: Vergine bella, che di<br />
sol vestita, de Gagliano. Soprano, tenor y bajo (Stephan McLeod)<br />
cantan conjuntamente el soneto CCXLV: Due rose fresche, et colte<br />
in paradiso, de Presenti. El álbum se cierra con el célebre madrigal<br />
de Monteverdi, el soneto CLXIV: Or che ‘l ciel et la terra e ‘l vento<br />
tace, para 2 sopranos, alto, 2 tenores y bajo, con su respectivo<br />
acompañamiento instrumental.<br />
El conjunto es una magnífica muestra del mejor petrarquismo<br />
musical que nos legó la Italia barroca. Una interpretación cálida y<br />
sobria que nos transmite la vigencia de unos textos y una música a<br />
todas luces ejemplares. El único lunar que señalaría en la edición<br />
es incluir algunos de los poemas del ciclo in vita en los del in morte<br />
y viceversa. Resulta un tanto inexplicable y puede con facilidad<br />
inducir a error a lectores y oyentes.<br />
Jacobo Cortines<br />
IL CANZONIERE (El legado de Monteverdi – VI) – Obras de Da Gagliano, Rossi, Peri,<br />
Merula, D’India, Landi, Riccio, Pesenti, Trabacci, Lambardi, Borboni, Bassani y<br />
Monteverdi / Haller, Bertin, Van Elsacker, McLeod / La Fenice / RICERCAR / Ref.:<br />
233402 (1 CD) D2<br />
Francisco de Paula Cañas Gálvez<br />
Y TEMPLANDO POR CUERDAS RUISEÑORES – Polifonía del Renacimiento y obra instrumental española / Obras de Robledo,<br />
Correa D’Arauxo, Bruna, De Cabezón, Di Lasso, Selma y Salaverde, Cabanilles y Aguilera de Heredia / Banchetto Musicale / ARSIS<br />
/ Ref.: ARSIS 4181 (1 CD) D2<br />
GLOSSA<br />
M. D’AGINCOUR: Piezas para clave /<br />
Hervé Niquet (clave) / GLOSSA / Ref.:<br />
GCD 921702 (1 CD) D2 [20% descuento<br />
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M.A. CHARPENTIER: Te Deum / Le<br />
Concert Spirituel. Dir.: Hervé Niquet /<br />
GLOSSA / Ref.: GCD 921603 (1 CD)<br />
D2 [20% descuento ~ Precio especial<br />
de lanzamiento]
Luca Marenzio protagoniza un nuevo<br />
registro madrigalístico de La Venexiana<br />
Madrigales de<br />
la incertidumbre<br />
El conjunto La Venexiana añade un capítulo más a su<br />
colección «El madrigal italiano» que, con la complicidad<br />
del sello GLOSSA, va llenando importantes<br />
vacíos discográficos. En esta última entrega le toca el<br />
turno al Sexto libro de los madrigales de Luca Marenzio,<br />
un autor que ya les ha resultado muy congenial. Su anterior<br />
grabación del Noveno libro de los madrigales de<br />
Marenzio encontró una extraordinaria acogida por parte<br />
de la crítica, quedando como una de las pruebas más<br />
redondas en la discografía del joven grupo italiano.<br />
Hay que decir de antemano que el Sexto libro, publicado<br />
en 1594, todavía se queda lejos de las cimas del<br />
Noveno, cuyo experimentalismo se traducía en algunas<br />
construcciones<br />
de visionario<br />
atrevimiento.<br />
Fue editado al<br />
final de un periodoparticularmenteturbulento<br />
en la vida<br />
del compositor,<br />
cuando, a la<br />
muerte de su<br />
entonces protector,<br />
el cardenal<br />
Luigi d’Este,<br />
siguió para Marenzio<br />
una fase<br />
de incertidumbre<br />
y dificultades. En 1592 el compositor encontró en el<br />
cardenal Cinzio Aldobrandini un nuevo mentor, lo que<br />
condujo dos años más tarde a la publicación de los madrigales<br />
que ahora nos ocupan. En cuanto a los textos utilizados,<br />
Marenzio muestra un progresivo alejamiento de los<br />
tonos «arcádicos» en favor de temáticas introspectivas. El<br />
tono es severo, polifónicamente pleno, con un evidente<br />
gusto por la pintura sonora de palabras clave del texto.<br />
Respecto a la producción anterior, Marenzio revela un<br />
gusto más sobrio, la reducción cuantitativa y cualitativa de<br />
los adornos y los melismas junto con la predilección por<br />
la declamación silábica y homófona del texto. Tendencia<br />
ésta que se irá intensificando en los sucesivos libros de<br />
Marenzio y en el madrigal tardío, y en la que se pueden<br />
detectar los reflejos de la naciente monodía florentina<br />
(recordemos que entre 1588 y 1589 Marenzio estuvo en<br />
Florencia). Sin renunciar a la estructura polifónico–imitativa,<br />
el músico delata su atención por la sensibilidad vertical<br />
de las armonías, tal como queda al descubierto en<br />
Donna de l’alma mia. No faltan momentos de extremo<br />
interés. Entre los más altos podríamos citar Udite lagrimosi,<br />
una pequeña obra maestra de contrapunto disonante y<br />
doloroso, Amor se giusto sei, con su lirismo aéreo, o las<br />
líneas melódicas caprichosas y volátiles de Hor chi, Clori<br />
beata.<br />
En las últimas grabaciones, La Venexiana muestra una<br />
plantilla cada vez más renovada en las voces femeninas,<br />
mientras que mantiene inalterados sus puntos de fuerza en<br />
el bajo Daniele Carnovich, los tenores Sandro Naglia y<br />
Giuseppe Maletto, y sobre todo en el alma mater del<br />
grupo, el contratenor y director Claudio Cavina. Su presencia<br />
aporta un sello de garantía en la continuidad y las<br />
siempre elevadas prestaciones de La Venexiana.<br />
Stefano Russomanno<br />
L. MARENZIO: Sexto Libro de Madrigales, 1594 / La Venexiana / GLOSSA<br />
/ Ref.: GCD 920909 (1 CD) D2 [-20% descuento ~ Precio especial de lanzamiento]<br />
La Orchestra of the Renaissance, de la mano del sello español GLOS-<br />
SA, prosigue su brillante periplo por algunas de las capillas catedralicias<br />
españolas más representativas del Siglo de Oro. En esta ocasión<br />
se han centrado en la reconstrucción<br />
de los oficios lutúrgico–<br />
musicales celebrados en la<br />
Catedral Primada de Toledo<br />
con motivo de la festividad de<br />
la Asunción de la Virgen tal y<br />
como se podría haber realizado<br />
en torno al año 1580. El eje<br />
central de esta científica y<br />
excelente labor de reconstrucción<br />
gira en torno a la misa<br />
Benedicta es caelorum regina<br />
del gran Cristóbal Morales, verdadero<br />
paradigma de los maestros<br />
catedralicios españoles del<br />
siglo XVI. Esta deslumbrante<br />
obra, publicada junto a otras<br />
15 misas más en Roma el año de 1544, está en parte basada en el motete<br />
homónimo de Jean Moutón (ca. 1459–1522), en la melodía gregoriana<br />
del mismo texto, y en algunos momentos, sin duda, en un ejercicio de<br />
sapiencia y elegancia musical, en la versión escrita por Josquin a comienzos<br />
del siglo XVI sobre aquellos mismos versos.<br />
Uno de los aspectos más interesantes de esta grabación podría residir<br />
en la utilización, hasta ahora inédita, de una copia de esta misa conservada<br />
entre los libros de coro de la Catedral Primada. También se han<br />
incluído, como parte integrante del desarrollo litúrgico, dos motetes más<br />
de Morales, Exaltata est Sancta Dei Genitrix (aquí interpretado por los<br />
ministriles altos siguiendo la costumbre española de la época) y Ave<br />
Regina caelorum, que abren y cierran, respectivamente el compacto; también,<br />
en un intento máximo de aproximación musical a lo que debió de<br />
interpretarse en aquella festividad en la ciudad imperial, se han recogido<br />
obras de dos de los maestros de capilla más representativos de la Sede<br />
Primada, Bernardino de Ribera (ca. 1520–1571), del que se ha grabado un<br />
deslumbrante Beata Mater, y Andrés de Torrentes (que lo fue tres veces no<br />
consecutivas; verdadero protagonista del cambio de gustos y repertorios<br />
musicales experimentado en la Catedral de Toledo en torno a la década<br />
de 1540), representado, por su parte, con un impresionante Asperges me,<br />
obra de gran destreza polifónica que en Toledo sólo se habría de cantar<br />
cuando la festividad de la Asunción cayera en domingo y la misa fuera, a<br />
su vez, celebrada por el deán, además de varias piezas sacras interpretadas<br />
únicamente por los ministriles altos como el ya citado Exaltata est<br />
Sancta Dei Genitrix de Morales y el bellísimo Dulcissima Maria de<br />
Francisco Guerrero, apodado el cantor de María, por el gran número de<br />
composiciones dedicadas a la Virgen, para concluir con el místico y conmovedor<br />
motete de Ceballos O pretiosum et admirabile sacramentum,<br />
obras todas que se van alternando con partes de canto llano, procedentes<br />
de cantorales custodiados en la Catedral de Barcelona y el Monasterio de<br />
El Escorial.<br />
Estamos, sin duda, ante un trabajo musicológico de gran precisión técnica<br />
en el que las cuestiones tanto litúrgicas como puramente musicales<br />
se han cuidado en extremo, basándose en buena medida en la ingente<br />
documentación histórica, apenas estudiada, que se conserva en el impresionante<br />
archivo de la Catedral de Toledo (las notas del libreto, en las que<br />
se aportan datos inéditos sobre la actividad musical en esta sede episcopal,<br />
son excelentes). Sobre esta base, y contando con la alta calidad ya<br />
contrastada en anteriores producciones (y también en concierto) de los<br />
cantores y ministriles (la Alta Capella es excepcional) que conforman la<br />
Orchestra of the Renaissance, sólo podemos esperar que una grabación<br />
como ésta, brillante, estimulante, espectacular, emocionante, pulcra y<br />
apasionante, sólo sea uno de los primeros eslabones del largo recorrido<br />
por las capillas musicales, tanto reales como catedralicias, del Quinientos<br />
español.<br />
F.P.C.G.<br />
MISA DE LA ASUNCIÓN – Una reconstrucción musical con obras de De Morales, Ceballos,<br />
Guerrero, Ribera y Torrentes, etc. / Josep Cabré (canto llano) / Orchestra of the Renaissance.<br />
Dir.: Michael Noone / GLOSSA / Ref.: GCD 921404 (1 CD) D2 [-20% descuento ~ Precio especial<br />
de lanzamiento]<br />
( 5 )<br />
Una Misa para la Asunción de la Virgen en la<br />
Catedral de Toledo por la Orchestra of the Renaissance<br />
El esplendor del<br />
Toledo tridentino
Suzuki prosigue su grabación integral<br />
de las cantatas de J.S. Bach en BIS<br />
Más cantatas<br />
En la décimocuarta entrega de su serie de las cantatas bachianas<br />
Masaaki Suzuki continúa explorando las que el cantor compuso<br />
en 1723, recién llegado a Leipzig, eligiendo cuatro que<br />
corresponden a los meses de septiembre y octubre. Consciente o<br />
inconscientemente, pretendía Bach convencer al consejo municipal<br />
de lo acertado de su elección –¿habría llegado a sus oídos que el<br />
regidor A.C. Plaz dijo cuando se<br />
supo que Telemann y Graupner retiraban<br />
su solicitud que «ya que no se<br />
podía contar con los mejores se<br />
tenía que elegir a los mediocres»?– y,<br />
aunque son obras de dimensiones<br />
modestas, realizó en ellas un considerable<br />
despliegue de sus aptitudes<br />
como compositor, quedando patentes,<br />
entre otras cualidades, su dominio<br />
de la escritura fugada, su talento<br />
como melodista y orquestador y su<br />
enorme capacidad para la imaginería<br />
y la evocación musical.<br />
Ignoramos –ni siquiera sabemos si lo<br />
expresaron en público– el juicio de sus superiores. En cualquier<br />
caso, a casi tres siglos de distancia, ya no sería sino una anécdota,<br />
como la misma frase del reticente Plaz. A nosotros nos basta con<br />
admirar la jubilosa BWV 148 y su deslumbrante coro introductorio,<br />
en cuya instrumentación el clarín, dos oboes d’amore y uno da caccia<br />
se suman a la cuerda y el continuo; el recogimiento de la BWV<br />
48, recorrida por el sentimiento de horror al pecado, patente en el<br />
aria de contralto; el clima interrogante, entre la severidad y la magnanimidad<br />
divinas, de la BWV 89, la única del programa, por otra<br />
parte, que no comienza con un coro, sino con un aria (de bajo: otra<br />
peculiaridad) de compleja y brillante instrumentación; y cómo esa<br />
duda se refuerza hasta hacerse casi angustiosa, en la BWV 109, de<br />
elevado dramatismo general.<br />
Suzuki ha debido tomar algunas decisiones sobre detalles problemáticos<br />
(instrumentación de las BWV 148 y 89, modelación del<br />
coro de la BWV 109) que justifica cumplidamente en el folleto. Y<br />
en su interpretación subraya los rasgos expresivos señalados, y de<br />
forma muy particular, el intimismo fervoroso de la BWV 48. La<br />
orquesta –esta vez, sin refuerzos occidentales– y el coro responden<br />
con la precisión y musicalidad de siempre y entre los solistas sobresale,<br />
como era de esperar, el tenor Gerd Türk. Y tanto el contratenor<br />
Robin Blaze –aunque su timbre no sea del gusto de todos– como la<br />
soprano Midori Suzuki y el bajo Chiyuki Urano –estos últimos, con<br />
intervenciones muy breves– alcanzan un nivel envidiable. Un<br />
disco, en conclusión, en la excelente tónica de la integral a que pertenece.<br />
Mariano Acero Ruilópez<br />
J.S. BACH: Integral de las Cantatas (Vol. 14) – Cantatas núms. 48, 89, 109 y 148 / Bach<br />
Collegium Japan. Dir.: Masaaki Suzuki / BIS / Ref.: BIS 1081 (1 CD) D2<br />
[Volúmenes anteriores también disponibles]<br />
Imaginativo programa de obras humorísticas de la familia Bach, en CPO<br />
Música, familia y buen humor<br />
P<br />
or si habíamos olvidado que los innumerables miembros de<br />
la familia Bach demostraron a menudo poseer un agudo sentido<br />
del humor y que, al menos durante algún tiempo, se reunían<br />
cada año para regocijarse y hacer música relajadamente,<br />
alternando lo serio, lo jocoso y hasta lo escabroso, aquí están<br />
Hermann Max (con Das Kleine Konzert, por supuesto) y el sello<br />
CPO para recordárnoslo. No pretende el incansable director hacer<br />
una reconstrucción de lo que podría haber sido una de aquellas<br />
reuniones (sería inútil intentarlo, por lo demás: predominaría la<br />
improvisación), sino simplemente ofrecernos una muestra de la<br />
música vocal humorística escrita por compositores que llevaron el<br />
apellido. No está Johann Sebastian el grande (aunque dejó alguna<br />
que otra prueba de que el humor tampoco le era ajeno). Pero sí su<br />
hijo Johann Christian (1735–1782) y su nieto Wilhelm Friedrich<br />
Ernst (1759–1845). Y de las ramas colaterales, el primo de su padre<br />
Johann Christoph (1642–1703) y el hijo de éste Johann Nicolaus<br />
( 6 )<br />
Hermosa antología instrumental y vocal<br />
de G. Frescobaldi (1583–1643) en BIS<br />
Ahora, Frescobaldi<br />
Por si quedaba algún recoveco de la música barroca sin explorar<br />
por los japoneses, aquí los tenemos, envueltos en italianizante<br />
apelativo (Anthonello, en homenaje al compositor<br />
trecentista Anthonello da Caserta),<br />
interpretando a Frescobaldi. En<br />
realidad, no todos los integrantes<br />
del grupo son japoneses, que de la<br />
cuerda pulsada (tiorba, guitarra<br />
barroca) se ocupa Rafael Bonavita,<br />
uruguayo de nación. Pero no es<br />
sino uno entre cinco: el sol naciente<br />
domina claramente al poniente...<br />
Aunque en esto de la música,<br />
como en tantas otras cosas, el<br />
pasaporte y los rasgos faciales son<br />
elementos muy secundarios, casi<br />
meramente anecdóticos. Y, digámoslo<br />
desde ahora mismo, en<br />
asuntos como la técnica, la comprensión y el espíritu de lo que se<br />
interpreta se muestran tan occidentales como los centros donde<br />
han estudiado (Schola Cantorum Basiliensis, principalmente), los<br />
maestros que han tenido (gente como Bruce Dickey, Jordi Savall<br />
o Christophe Coin) y los grupos en que han tocado (La Petite<br />
Bande, Concerto Vocale o el Ensemble Elyma).<br />
Para esta grabación han seleccionado un puñado de piezas<br />
instrumentales entre las más conocidas de las Canzoni... per<br />
sonare de 1628 (no faltan «La Bernardina», «La Tromboncina» o<br />
«La Lucchesina»), que se intercalan con otras vocales, profanas y<br />
sagradas, de los dos libros de arie... per cantarsi de 1630, completando<br />
el programa un par de fragmentos para clave de las<br />
Toccata de 1615. No es más que una pequeña muestra del inmenso<br />
corpus frescobaldiano, pero extraordinariamente sugestiva y<br />
bella. Y poniendo en práctica la libertad que el compositor dejaba<br />
en este campo, emplean como instrumento fundamental para<br />
el canto la sensual y untuosa corneta (en una ocasión, sustituida<br />
por la flauta dulce) y para el basso, la viola de gamba sobre un<br />
entramado de clave y tiorba (sustituidos ocasionalmente por arpa<br />
o guitarra), el mismo tejido que, con el frecuente añadido de la<br />
viola de gamba, sostiene a la voz en las arias. La soprano Midori<br />
Suzuki desgrana éstas con refinamiento y elegancia (y sin dejar<br />
escapar los matices religiosos allí donde se precisan), proporcionando<br />
el adecuado complemento vocal al sólido, virtuoso y emotivo<br />
cuarteto instrumental –en el que es justo destacar la labor del<br />
cornetista Yoshimichi Hamada– con el que comparte protagonismo.<br />
En definitiva, que los japoneses, con el añadido del uruguayo,<br />
firman una recomendable antología de aquel compositor que<br />
estuvo al servicio del obispo de Roma.<br />
G. FRESCOBALDI: Arias, Toccatas y Canzonas / Ensemble Anthonello / BIS /<br />
Ref.: BIS 1166 (1 CD) D2<br />
M.A.R.<br />
(1669–1753). Cuatro generaciones,<br />
pues, y un denominador<br />
común: la música alegre, ligera,<br />
despreocupada, pero no falta de<br />
inspiración.<br />
De Johann Christoph se ha<br />
elegido un hermoso diálogo<br />
nupcial –para quien esto escribe,<br />
lo mejor del disco– interpretado<br />
en 1694, probablemente con escenificación, en la boda de un hermano<br />
de Johann Sebastian; una obra que combina las frases amorosas<br />
del Cantar de los cantares con la invitación a los asistentes a<br />
comer y beber abundantemente, que también la comida y la bebida<br />
son dones divinos. Lástima que las curiosas y clarificadoras glosas<br />
debidas a Ambrosius, el padre del genio, se presenten únicamente<br />
en alemán y sólo se haya incluido algún fragmento en otros
Sonatas para flauta dulce y oboe de G.F. Haendel (1695–1759) en AMBROISIE<br />
Joyitas<br />
L<br />
a mayoría de los compositores tardobarrocos rindió tributo a la<br />
música de cámara instrumental. En ciertos casos porque, siendo<br />
virtuosos instrumentistas, constituía el vehículo ideal para<br />
sus exhibiciones personales. Otros la compusieron para amigos o<br />
compañeros igualmente virtuosos. Algunos más, con fines docentes.<br />
Y casi todos porque, teniendo una demanda segura y relativamente<br />
amplia de profesionales y aficionados, proporcionaba una buena<br />
oportunidad de conseguir ingresos extras, siempre –entonces y<br />
ahora– bienvenidos. Haendel, por supuesto, no fue una excepción,<br />
aunque no siempre conozcamos con exactitud las circunstancias en<br />
que escribió las no excesivamente abundantes obras que en este<br />
campo nos ha legado.<br />
Poco o nada se sabe de los destinatarios de sus sonatas para oboe<br />
y continuo. Y resulta extraño que hayan sobrevivido sólo tres, cuando<br />
parece que en sus años mozos era éste su instrumento favorito y<br />
más tarde contó en su orquesta con extraordinarios oboístas<br />
(Sammartini, por ejemplo). Mainwaring, su primer biógrafo, afirmó<br />
que se habían perdido muchas de sus obras de juventud; más de una<br />
pieza para oboe habría entre ellas. Sí sabemos, por el contrario, que<br />
cuatro de sus seis sonatas para flauta dulce y continuo fueron<br />
empleadas –¿también concebidas?– para tareas pedagógicas, y llaman<br />
la atención, además de por su sencilla pero luminosa y bella<br />
línea melódica, por su complejo y variado bajo continuo, materia<br />
en que la princesa Ana, su discípula predilecta, llegó a ser consumada<br />
especialista. Las otras dos, denominadas «Sonatas<br />
Fitzwilliam» (nombre de la institución que custodia sus autógrafos)<br />
por su descubridor a mediados del siglo XX, son contemporáneas de<br />
las anteriores (c.1724–26) y pudieron ser compuestas para los solistas<br />
de la orquesta de la Royal Academy of Music. La historia de sus<br />
ediciones antiguas y modernas, salpicada por los pirateos del editor<br />
idiomas más asequibles por<br />
estos pagos en el folleto explicativo<br />
(por lo demás, tan<br />
completo como es habitual en<br />
el sello). Johann Nicolaus,<br />
que dirigía el Collegium<br />
Musicum estudiantil de Jena,<br />
aporta en un delicioso singspiel<br />
una historia escolar de<br />
novatos, burlas y alabanzas al<br />
vino y la cerveza. A Johann<br />
Christian pertenecen dos lieder<br />
juveniles escritos cuando<br />
vivió en Berlín con su medio<br />
hermano Carl Philipp<br />
Emanuel. En uno de ellos, que<br />
ironiza sobre los viajes de un<br />
fantasmón, afloran unos<br />
pocos compases de una de las<br />
sonatas para viola de gamba<br />
del padre: puestos a tomar<br />
prestado, mejor que todo<br />
quede en casa. Y, por último,<br />
Wilhelm Friedrich Ernst está<br />
presente con cuatro obritas en<br />
las que muestra su habilidad<br />
para traducir musicalmente<br />
las humoradas del texto. ¿Hay<br />
que extenderse demasiado en<br />
elogiar la interpretación,<br />
sabiendo quién y a qué grupo<br />
dirige y que al fortepiano, en<br />
los lieder, está Ludger Rémy?<br />
Los solistas vocales, al mismo<br />
nivel. Un disco refrescante.<br />
M.A.R.<br />
EL HUMOR MUSICAL EN LA FAMI-<br />
LIA BACH – Obras de Johann<br />
Nicolaus, Wilhelm Friedrich Ernst,<br />
Johann Christian y Johann Christoph<br />
Bach / Rheinische Kantorei / Das<br />
Kleine Konzert. Dir.: Hermann Max /<br />
CPO / Ref.: 999797–2 (1 CD) D2<br />
( 7 )<br />
Walsh y las interpolaciones<br />
de Chrysander, rebasaría el<br />
espacio de que disponemos.<br />
Todas ellas, especialmente<br />
las sonatas para flauta<br />
dulce, son unas joyitas,<br />
pequeñas obras maestras, y<br />
figuran entre las favoritas<br />
de los modernos intérpretes, muchos de los cuales las han llevado<br />
al disco. El joven sello AMBROISIE nos trae hoy la versión de<br />
Héloïse Gaillard, flautista y oboísta que ya ha dejado en discos anteriores<br />
suficientes pruebas de su valía. Lástima que haya seleccionado<br />
sólo cinco de las sonatas para flauta (falta la HWV 377) y dos de<br />
las de oboe (excluye la HWV 357), dejando espacio vacío en el<br />
disco: si no nos falla la memoria, habría sido la primera doble integral<br />
en CD realizada por el mismo solista (la que Michel Piguet<br />
grabó en 1985 no se ha transferido a este soporte sino fragmentadamente).<br />
Al margen de esto, su interpretación, de la que emana un<br />
inconfundible aroma haendeliano, es sumamente elegante, con<br />
tiempos ajustados y una discreta ornamentación, extrayendo un<br />
sonido carnoso del oboe y finamente sensual de la flauta. Y se beneficia<br />
de un imaginativo bajo continuo servido por sus compañeras<br />
del trío Amarilis, Ophélie Gaillard (violoncelo) y Violaine Cochard<br />
(clave y órgano). Interesante.<br />
M.A.R.<br />
G.F. HAENDEL: 2 Sonatas para oboe; 5 Sonatas para flauta dulce / Héloïse Galliard<br />
(flauta dulce y oboe); Ophélie Gaillard (cello); Violaine Cochard (clave) / AMBROISIE /<br />
Ref.: AMB 9910 (1 CD) D2<br />
Música para viola de gamba de Konrad Höffler (1647–1705?) en SYMPHONIA<br />
La cálida e íntima viola de gamba<br />
No hace mucho tiempo, aun sabiendo que había sido un instrumento muy difundido en su tiempo,<br />
sólo conocíamos a un reducidísimo grupo de compositores que escribieron para viola de<br />
gamba. Poco a poco el paisaje se ha ido poblando de figuras de mayor o menor tamaño, situadas<br />
en primer plano o casi perdidas junto a la línea del horizonte,<br />
delineadas con trazos claros y precisos o apenas esbozadas<br />
en una mancha borrosa –todas, no obstante, necesarias–,<br />
y aunque dista mucho de estar completo, se nos presenta<br />
lleno de vida, movimiento, color y, sobre todo, música,<br />
abundante y buena música. Hoy podemos añadir al cuadro<br />
un nuevo y no diminuto personaje: Konrad Höffler.<br />
Nacido en Nüremberg a mediados del siglo XVII, fue discípulo<br />
de Gabriel Schütz –que nada tenía que ver con el gran<br />
Enrico Sagitarius– y trabajó prácticamente durante toda su<br />
vida en las cortes de Bayreuth y Halle–Weissenfels. Excelente<br />
violagambista, su recuerdo como compositor está vinculado a<br />
Primitiae Chelicae (1695), una serie de doce suites para viola<br />
de gamba y bajo continuo en la que se funden, como era frecuente<br />
en su entorno, las influencias italianas, francesas e<br />
inglesas con las tradiciones autóctonas. Su estructura es la clásica<br />
en los cuatro movimientos de danza (Allemande<br />
–Courante–Sarabande–Giga), precedidos en ocasiones por un preludio (cuando éste no existe, los<br />
intérpretes, con buen criterio, lo han suplido con fragmentos de J. Krieger, para clave, y de J.<br />
Pachelbel, en transcripción para archilaúd) y presentan pasajes melódicos y armónicos, retazos de<br />
estilo improvisatorio y otros de compleja textura polifónica y están sembradas de mil detalles virtuosos...<br />
Todo un desafío para el intérprete que Guido Balestracci, a quien acompaña un sobrio, pero eficiente<br />
equipo al bajo continuo (violón, archilaúd, clave/órgano), resuelve con la difícil facilidad a que<br />
nos tiene acostumbrados, regalándonos con un sonido rico en matices, intimista, cálido, y aterciopelado<br />
y demostrando que es una de las figuras punteras del actual panorama de ese difícil y hermosísimo<br />
instrumento. Aunque no se informa sobre el particular, a los amantes de la viola de gamba nos<br />
gustaría que las Primitiae Chelicae se completaran en breve con la grabación de las seis últimas suites.<br />
M.A.R.<br />
K. HÖFFLER: Primitiae Chelicae – 6 Suites para viola da gamba I–VI / Guido Balestracci (viola da gamba) / SYMPHONIA / Ref.:<br />
SY 01186 (1 CD) D2 [-20% descuento ~ Precio especial de lanzamiento]
Las obras camerísticas para clarinete de Mozart, en interpretación de Dieter Klöcker<br />
Música con destinatario<br />
Este disco del sello CPO se trata de una remasterización de una<br />
grabación efectuada en 1974. Una afortunada recopilación<br />
que tiene como protagonista fundamental un instrumento de<br />
la familia de las maderas, como es el clarinete, al que Mozart dedicó<br />
importantes páginas de su producción y del que salieron sonidos<br />
de belleza sobrecogedora.<br />
Como obra principal el registro integra el<br />
Quinteto para clarinete KV 581 que el músico<br />
salzburgués daría a conocer el 22 de diciembre<br />
de 1789, con Antón Stadler –uno de los mejores<br />
clarinetistas del siglo XVIII, al que iba dedicado–<br />
como solista. La partitura, notabilísima,<br />
estará poseída de la misma atmósfera de despedida<br />
y mórbida belleza que el Concierto para<br />
clarinete KV 622, acabado dos meses antes de<br />
su muerte. Para muchos, la más conmovedora<br />
de sus obras de cámara, teñida de melancolía.<br />
Acompañan al mismo dos movimientos de<br />
Quinteto para el mismo instrumento, piezas<br />
éstas que no se descartan como estudios preliminares<br />
al KV 581. Si el KV 516c sostiene la<br />
misma instrumentación, es decir, el clarinete y el cuarteto de cuerda,<br />
no ocurre así con Movimiento de quinteto, KV 580b, composición<br />
que nos parece particularmente interesante por la gran calidad<br />
de algunos de sus compases. La distribución instrumental se<br />
verá alterada, y al clarinete se unirá el corno di basseto y un trío de<br />
cuerdas.<br />
Hoy no dudamos en afirmar que Mozart creó las excelentes<br />
composiciones para clarinete que se encuentran en su catálogo<br />
gracias a la estimulante personalidad de Stadler, que gozaba en<br />
aquél tiempo de una gran popularidad en Viena. Él sería el destinatario<br />
de las creaciones para el subsodicho instrumento, y el inspirador,<br />
por su arte, del compositor en esa etapa de su madurez y<br />
Uno de los géneros más desatendidos<br />
dentro la ingente producción camerística<br />
de J. Haydn continúa siendo<br />
el de sus tríos para piano. Quizá a ello haya<br />
contribuido que un primer grupo de estas<br />
obras, escritas en torno a 1760 (algunas de<br />
ellas incluso de dudosa atribución), cuando<br />
el joven Haydn trabajaba al servicio del<br />
Conde Morzin, estén todavía impregnadas<br />
de las influencias del último barroco y del<br />
gusto rococó que comenzaba a imponerse<br />
en las músicas cultas del Viejo Continente,<br />
y en los que el papel desempeñando por el<br />
teclado fuera todavía el de mero acompañante,<br />
presentando estas obras, en general,<br />
para algunos musicólogos e intérpretes del<br />
siglo XX, un aspecto de simplicidad, en<br />
cierto modo merecido, que las ha relegado<br />
a una situación de casi olvido hasta nuestros<br />
días. Sin embargo, existe un segundo<br />
(ca. 1770–1783) y tercer grupo (ca.<br />
1784–1794) deTtríos para pianoforte, escritos<br />
en plena madurez compositiva del<br />
maestro, que presentan ya unas características<br />
musicales mucho más cercanas al espíritu<br />
creativo y genial del mejor Haydn, y<br />
han despertado el interés por parte de algunas<br />
compañías discográficas, entre ellas<br />
CPO, que lanza ya el tercer volumen dedicado<br />
a estas obras compuestas por el genio<br />
de Rohrau en los años finales de su carrera<br />
musical. Los cuatro tríos aquí grabados fueron<br />
compuestos a mediados de la década<br />
de 1780 por encargo de los editores londinenses<br />
Longman & Broderip, que terminarían<br />
publicándolos, después de varios años<br />
de litigios provocados por las ediciones<br />
piratas a las que estuvieron sometidos en<br />
varias ciudades europeas, tras el segundo<br />
viaje de Haydn a Gran Bretaña, a finales de<br />
1794, siendo dedicados a la condesa María<br />
Teresa, viuda del Príncipe Pablo Antonio II<br />
de Esterházy. Se trata de obras que nos<br />
muestran el gran talento del Haydn maduro,<br />
donde el teclado ya ocupa un lugar cen-<br />
( 8 )<br />
de su último periodo creador (al igual que, posteriormente,<br />
Bärmann inspirara a Weber o Mühlfeld a Brahms, contribuyendo al<br />
desarrollo del instrumento en cuestión). El presente CD incluye una<br />
obra de Stadler, un Trio en Fa mayor para tres corni di basseto; sabido<br />
es que este instrumentista lo tocaba maravillosamente. El mencionado<br />
artilugio no era ni más ni menos que<br />
un clarinete contralto, de tesitura más grave, y<br />
que estaba acodado en su parte media; gozó de<br />
gran estima hasta los tiempos de Mozart. Este<br />
Trío es susceptible de ser atribuido a Mozart,<br />
dado que la composición no puede dejar de<br />
esconder reminiscencias muy claras de su música,<br />
aunque Stadler conoce bien la materia que<br />
trata. Por otra parte, parece ser que Constanza,<br />
en una carta del 31 de mayo de 1800 dirigida a<br />
un editor, denunciaba que Stadler poseía aún<br />
una copia de unos tríos para el instrumento<br />
mencionado, que pertenecían a Mozart y que<br />
desaparecieron. Posteriormente, el afamado<br />
clarinetista declararía que el baúl donde tenía<br />
ordenado sus papeles le había sido robado. A<br />
partir de ahí que cada cual piense lo que quiera.<br />
Se completa la audición con el Dúo para violín y viola en Si<br />
bemol mayor, KV 424. Fruto de un espíritu de generosidad hacia su<br />
amigo Michael Haydn, es obra de un admirable equilibrio entre los<br />
dos instrumentos, un espléndido juego con las dobles cuerdas.<br />
Interesante disco y de sobrada calidad interpretativa si lo avala el<br />
Consortium Classicum con Dieter Klöcker.<br />
Manuel García Franco<br />
W.A. MOZART: Quinteto para clarinete en la mayor, KV 581; Movimientos de quinteto<br />
KV 516c y 580b – A. STADLER: Trío en fa para 3 corni di bassetto /<br />
Consortium Classicum. Dir.: Dieter Klöcker / CPO / Ref.: 999802–2 (1 CD) D5<br />
Volumen tercero de la integral de los tríos para piano por el Trio 1790, en CPO<br />
El talento del genio<br />
tral y protagonista (no en vano el propio<br />
compositor los calificaba de Sonatas para<br />
tecla), que las hace extremadamente atractivas<br />
para el intérprete y el oyente. Así han<br />
parecido entenderlo los miembros del Trio<br />
1790, verdaderos conocedores del repertorio<br />
de cámara de finales del siglo XVIII y<br />
comienzos del XIX, que nos regalan, una<br />
vez más, la interpretación atinada y repleta<br />
de sutilezas que la música camerística de<br />
Haydn requiere. El medido equilibrio y la<br />
perfecta afinación de instrumentos originales<br />
y su objetiva utilización, en especial del<br />
pianoforte con el veterano Harald Hoeren<br />
al frente, viejo conocido de los seguidores<br />
de CPO, contribuyen a crear el ambiente de<br />
recogimiento y de interior necesario para el<br />
disfrute en toda su plenitud de estas obras<br />
rebosantes de gracia, lirismo y melancolía.<br />
F.P.C.G.<br />
F.J. HAYDN: Integral de los Tríos (Vol. 3)<br />
Tríos Hob. KV:5, XV:18, XV:19 y XV:20 / Trio 1790<br />
CPO / Ref.: 999468–2 (1 CD) D5<br />
También disponibles:<br />
F.J. HAYDN: Integral de los Tríos (Vol. 1) – Tríos Hob.<br />
XV/6, 7, 8, 9 y 10 / Trio 1790 / CPO /<br />
Ref.: 999466–2 (1 CD) D5<br />
F.J. HAYDN: Integral de los Tríos (Vol. 2) – Tríos Hob.<br />
XV:11, 12, 13 y 14 / Trio 1790 / CPO /<br />
Ref.: 999467–2 (1 CD) D5
La Tapiola Sinfonietta nos ofrece dos serenatas<br />
mozartianas, las KV 100 y 361, en BIS<br />
Tras las huellas del<br />
salzburgués alegre<br />
Los nombres de Tapiola Sinfonietta y Jean–Jacques Kantorow van<br />
unidos desde el año 1993, fecha en la que el violinista y director<br />
de orquesta francés resultara elegido director artístico de la<br />
agrupación instrumental finesa. De su buen quehacer al frente de<br />
las partituras del genial Mozart tenemos el ejemplo de sus cuatro<br />
Conciertos para trompa y orquesta, con Christian Lindberg como<br />
solista (BIS–CD–1008). Ahora es<br />
el turno de la serenata, en un<br />
nuevo registro que incluye dos<br />
de las más apetecibles, sugerentes<br />
y deleitosas del maestro de la<br />
Getreidegasse nº 9, me refiero a<br />
la KV 100 y a la denominada<br />
Gran Partita, KV 361 (370 a).<br />
En su orígen, la serenata se<br />
destinó a ser interpretada al<br />
anochecer, teniendo una<br />
vinculación directa con el divertimento<br />
y empleando instrumentos<br />
de cuerda y viento. Así, la<br />
Serenata nº1 en re mayor, KV<br />
100 (compuesta durante el verano<br />
de 1769), recibe de Michael Haydn su influencia más sobresaliente,<br />
siendo en fechas posteriores revisada por el propio compositor,<br />
y añadiéndosele al Finale una nueva variación en forma de<br />
rondó.<br />
En el primero de los movimientos de esta pieza se intercala un<br />
concierto para violín, oboe y trompa, con una ligera tendencia al<br />
modelo antiguo de concerto grosso, alternando los momentos de<br />
tutti y de solo, al estilo de Eberlin y Adlgasser.<br />
La Serenata KV 361 (370 a) nº8, Gran Partita, fue escrita a<br />
comienzos de 1781 en la ciudad de Munich. Las bandas de instrumentos<br />
de viento gozaron de una asombrosa fama y moda en la<br />
Viena de comienzos de 1780 –el mismo emperador poseía una– y<br />
muchas de las óperas de nuestro músico fueron transcritas para<br />
estos conjuntos.<br />
Como una obra maestra se cataloga la Serenata para trece instrumentos<br />
de viento (KV 361), aunque sea actualmente para doce,<br />
añadiéndose un contrabajo. Existen algunas dudas sobre el motivo<br />
de su composición, si fue escrita pensando en su propia celebración<br />
de boda con Constanze Weber o, como parece tener una mayor fiabilidad,<br />
para un concierto benéfico dedicado a su viejo amigo y clarinetista<br />
Anton Stadler ( Bruck an der Leitha, 1753 – Viena, 1812).<br />
Clarinetes y corni di bassetto (similares a los anteriores instrumentos)<br />
dos a dos, siguiendo una trayectoria conjunta que culmina,<br />
proporcionando un verdadero momento de éxtasis en el oyente<br />
durante el tercer movimiento, con una melodiosa introducción<br />
desde la cual aparece repentinamente una larga nota sostenida del<br />
oboe. Con el séptimo y último tiempo, Mozart nos sumerge en la<br />
jocosidad, lo danzable y lo cortesano.<br />
Las cuatro trompas, los dos fagotes y el contrabajo contribuyen a<br />
crear esta atmósfera «mágica» o, simplemente mozartiana.<br />
Tanto la orquesta como su director han demostrado, con su<br />
segundo CD destinado a la figura de Wolfgang Amadeus Mozart, ser<br />
unos completos conocedores de la obra del autor de Don Giovanni.<br />
Las secciones de cuerda y viento coordinan a las mil maravillas, con<br />
refinamiento, precisión y criterio.<br />
Espero que los señores de BIS sepan sacar provecho de la Tapiola<br />
Sinfonietta y de Jean– Jacques Kantorow para enriquecer su escasamente<br />
nutrido catálogo orquestal mozartiano.<br />
Están ustedes ante un disco que hará melómanos a aquellos que<br />
no se consideraban anteriormente así e incrementará en su gusto<br />
por la buena música a aquellos que ya poseían otras versiones de<br />
ambas obras.<br />
Jaime Arroyo Moya<br />
jimmysalieri@terra.es<br />
W.A. MOZART: Serenata para instrumentos de viento, KV 361, Gran Partita; Serenata<br />
nº 1 en re mayor, op. 100 / Tapiola Sinfonietta. Dir.: Jean–Jacques Kantorow / BIS / Ref.:<br />
BIS 1010 (1 CD) D2<br />
( 9 )<br />
Il filosofo di campagna, de Baldassare Galuppi,<br />
una rareza operística de TESTAMENT<br />
La esencia del filósofo<br />
Baldassare Galuppi, que compuso una enorme cantidad de<br />
óperas desde que comenzara su actividad a los dieciséis<br />
años, y cuyas páginas musicales formaron parte de la cotidianeidad<br />
de sus contemporáneos, es hoy apenas una referencia<br />
enciclopédica, a lado de otros compositores coetáenos que<br />
monopolizan más fama, como Gluck o Pergolesi. Galuppi<br />
merece mayor atención, como la están consiguiendo paulatinamente<br />
otros nombres cercanos, temporal y estéticamente,<br />
cual Traetta, Piccinni y Jommelli. La partitura autógrafa de Il<br />
filosofo di campagna<br />
fue descubierta<br />
en el<br />
Museo Británico<br />
a mediados<br />
del siglo pasado<br />
por el musicólogo<br />
Taddeo<br />
Wiel. Ermanno<br />
Wolf–Ferrari,<br />
con ocasión<br />
del bicentenario<br />
del nacimiento<br />
de Carlo<br />
Goldoni, libretista<br />
de la<br />
ópera, realizó<br />
una adaptación<br />
de la misma<br />
que se dio a<br />
conocer en Venecia<br />
en 1954, a doscientos años justos del estreno allá en el<br />
Teatro San Samuele (que tuvo lugar exactamente el 26 de octubre<br />
de 1754). En los años cincuenta del siglo veinte se rescataban<br />
con cierta prudencia estos títulos añejos. De ahí esta adaptación<br />
wolferrarriana, en la que se eliminaron personajes, se<br />
cambiaron arias de lugar y de cantante, se rehicieron los recitativos<br />
(escúchese el de tenor y barítono en pizzicati) y se comprimió<br />
la acción, pero sin que se perdiera la esencia musical y<br />
teatral de la obra. Su interpretación se confió a varios cantantes<br />
del momento, de un carisma y un encanto tan peculiares<br />
como los de Anna Moffo o Rolando Panerai, cuya estela se<br />
mantiene actualmente, a los que se sumaron el enorme talento<br />
escénico–musical del tenor Florindo Andreolli y el bajo todoterreno<br />
que fue Mario Petri, quien acabara su actividad artística<br />
como actor en peplums de Cinecittà. La parte instrumental<br />
y directiva se encomendó a un conjunto casi mìtico de la interpretación<br />
setecentesca de entonces: los Virtuosi de Roma con<br />
su director y creador Renato Fasano. Para quien quiera conocer<br />
a este «filósofo» en su edición más completa puede hacerlo<br />
gracias a la grabación de Bongiovanni de Rovigo 1999, en<br />
una revisión de Franco Piva y con una duración cercana a las<br />
tres horas. Pero si quiere gozar igualmente de una interpretación<br />
fresca, desahogada, regocijante de alguna de las páginas<br />
más selectas de esta encantadora partitura, mejor que acuda a<br />
esta reedición de TESTAMENT (antes de La Voz de su Amo),<br />
con un Panerai magnífico (valga de ejemplo «Vado quell’albero»)<br />
y una sedosa y sensual Anna Moffo, sumados a la gran vis<br />
cómica de Petri dentro de la mejor tradición italiana («La mia<br />
ragion è questa»), además de una deliciosa Lesbina («Son fresca,<br />
son bella») en la voz de Elena Rizzieri, quien años después<br />
intervendría igualmente en otro llamativo rescate: el de La<br />
Clementina de Boccherini. Intérpretes todos que luego podían<br />
pasar a hacer un buen Verdi o un comunicativo Puccini, sin<br />
especializaciones a veces dictadas más por las carencias que<br />
por las virtudes del cantante.<br />
Fernando Fraga<br />
B. GALUPPI: Il filosofo di campagna / Moffo, Rizzieri, Andreolli, Panerai, Petri /<br />
I Virtuosi di Roma. Dir.: Renato Fasano / TESTAMENT / Ref.: SBT 1195 (1 CD) D2
Scotto y Carreras, en una Butterfly «sanfranciscana» de 1974<br />
La Scotto, che piacere!<br />
Renata Scotto y el personaje de Cio–Cio–San en la Madama<br />
Butterfly pucciniana protagonizaron una verdadera historia<br />
de amor, iniciada muy tempranamente en 1953 en el<br />
Teatro Pergolesi de Jesi, siendo de hecho su tercer papel operístico<br />
en escena y acabando por montarlo escénicamente en la<br />
Arena de Verona por ejemplo, con Mietta Sighele de protagonista.<br />
En 1966 la Scotto protagonizó una edición completa en<br />
disco, en compañía de Carlo<br />
Bergonzi y Rolando Panerai,<br />
con la Ópera de Roma y la<br />
soberbia dirección de Sir<br />
John Barbirolli. Un año después,<br />
para la RAI de Turín,<br />
volvía a ser Scotto, en una<br />
menos cuidada edición pero<br />
igualmente emotiva, otra vez<br />
la piccola Butterfly. Con un<br />
señalado cambio de repertorio,<br />
a partir de mediados los<br />
años setenta la soprano de<br />
Savona volvió a protagonizar<br />
para el disco en 1977 otra<br />
lectura completa de la heroína<br />
pucciniana. La voz, ahora más oscura y densa, le permitió<br />
erigir un perfil menos frágil e infantil, pero mucho más emocionante.<br />
Entremedias de estas lecturas aparece ahora una interpretación<br />
en vivo en la Ópera de San Francisco, un escenario<br />
que la cantante privilegió dadas las simpatías y cariño que allí<br />
despertaba. Es una interpretación cantada entre dos papeles verdianos<br />
de soprano auténticamente spinto, la soprano del<br />
Requiem en la Arena de Verona y la Elena de I vespri siciliani<br />
para el Metropolitan, lo que indica el momento vocal de la protagonista.<br />
Con timbre rico y lustroso y unos agudos de una firmeza<br />
pocos veces expuesta con tamaña generosidad (ya a partir<br />
de la peliaguda nota final de Ancora un passo or via), cargado<br />
de esa especie de emoción que era patrimonio exclusivo de<br />
esta artista, la Scotto va edificando esta japonesita única que<br />
compartió laureles con las grandes y mejores intérpretes del<br />
papel. El acto primero de la ópera es para la soprano el más<br />
«cantable», y la Scotto aprovecha esos despliegues melódicos<br />
del dúo con el tenor, consiguiendo un «Vogliatemi bene» de<br />
antología. En el segundo, el expresivo recitativo impone a la<br />
cantante unas dotes de actriz que a la de Savona le sobran,<br />
encontrando instantes de auténtica vibración dramática en la<br />
lectura de la carta y en el patético «Che tua madre», donde la<br />
cantante alcanza cotas tan sublimes como las logradas por<br />
Maria Callas. El tercer acto, de una sencillez de recursos apabullante,<br />
obliga por ello a la actriz a sacar de sí su mayor carga<br />
expresiva, en esas frasecillas donde el matiz ha de ser preciso<br />
para que salga al exterior todo el desaliento de la muchacha.<br />
Escúchese, por ejemplo, el abandono sin retroceso que la Scotto<br />
pone en «Tutto è morto per me, tutto è finito», es la prueba de<br />
que nos hallamos ante una interpretación por encima de cualquier<br />
vulgaridad y rutina. Un sonido excelente ayuda a la renovada<br />
satisfacción estética, que no encuentra el más mínimo desfallecimiento<br />
por parte de esta soprano excepcional. Scotto<br />
encontró en aquellas funciones sanfranciscanas nada menos<br />
que a tres tenores: Jaime Aragall, José Carreras y Giorgio<br />
Merighi. La grabación benefició al segundo de los citados.<br />
Felizmente, porque la belleza de la voz, la musicalidad del<br />
intérprete (es un placer escuchar como recrea sus intervenciones<br />
más melódicas del acto primero) colocan a su Pinkerton<br />
muy por encima del que grabó posteriormente en estudio, y<br />
también como uno de los más fascinantes de la discografía. En<br />
el resto del equipo destaca la Suzuki de la mezzo canadiense<br />
Judith Forst y la labor directiva de un animal de teatro que fue<br />
Kurt Herbert Adler, afecto al escenario de San Francisco durante<br />
muchísimos años y en diversas tareas administrativas y musicales.<br />
G. PUCCINI: Madama Butterfly / Scotto, Carreras, Patrick, Forst, Frank / Coro y<br />
Orquesta de la Opera de San Francisco. Dir.: Kurt Adler (1974) / MYTO / Ref.:<br />
2MCD 013.248 (2 CD) D10 x 2<br />
F.F.<br />
En un recital dedicado a varias interpretaciones en vivo, Melodram<br />
adelantaba algunos fragmentos de la única interpretación que<br />
existe grabada de Franco Corelli de una parte que le iba mucho,<br />
tanto por sensibilidad como por voz y personalidad artística: la del<br />
tenor de la Misa de Requiem de Giuseppe Verdi. Aunque al comienzo<br />
de su carrera discográfica grabara el Ingemisco, sólo se contabiliza<br />
después una interpretación completa del papel. Aclaremos algo<br />
este dato: Marina Boagno, en las notas que acompañan al disco<br />
MYTO, afirma que Corelli sólo cantó una vez esta obra verdiana, no<br />
llegando a término otra prevista<br />
posteriormente con Leonard Bernstein<br />
a causa de una enfermedad del<br />
cantante. Sin embargo, la propia<br />
Boagno como biógrafa del tenor,<br />
señala que en octubre de 1971, en<br />
Hamburgo, Corelli volvería a ofrecer<br />
completo este papel. Que lo<br />
cantara una o dos veces sólo interesa<br />
al maniático o minucioso seguidor<br />
del grandísimo tenor de Ancona.<br />
Lo importante es que ahora<br />
nos llegue esta interpretación de la<br />
costa oeste norteamericana de<br />
1967, donde el tenor tiene a su lado<br />
una compañía de voces potentes,<br />
riquísimas, capaces de cantar con fuerza y empuje, combinando estas<br />
cualidades después con otros momentos de arrebatado lirismo. Es<br />
decir, voces que se equilibren con la sonoridad opulenta y la riqueza<br />
de colores que tenía la del tenor. Son la galesa Gwyneth Jones, entonces<br />
en una situación vocal envidiable, capaz de emitir unos mágicos<br />
pianissimi impensables en ese torrencial sonido sopranil que era el<br />
suyo. La mezzo es Grace Bumbry, donde la sensualidad natural de<br />
una voz de mórbido terciopelo oscuro se mezcla con el recogido e<br />
íntimo sentido del canto religioso, propio de una cantante de una<br />
humanidad universalmente reconocida. El bajo es Ezio Flagello, ya<br />
protagonista de una versión de estudio con Birgit Nilsson, Carlo<br />
Bergonzi, Lily Chookasian y Erich Leinsdorf, que canta sumando autoridad<br />
solemne con acentos de terror y de esperanza, en una de las<br />
interpretaciones más sinceras de esta enérgica y viril parte escrita para<br />
la cuerda masculina grave. La orquesta de Los Ángeles encuentra en<br />
la batuta de Zubin Mehta un respetuoso traductor del conflicto<br />
vida–muerte, desesperación–confianza, terror– serenidad, sensaciones<br />
que se pasean intermitentemente por esta magna partitura verdiana.<br />
Pero el protagonista que mayores atenciones atraerá es, sin duda,<br />
Corelli. ¡Qué voz! ¡Qué generosidad! ¡Qué fortaleza! ¡Qué variedad<br />
de acentos! Para dorar al píldora, se ofrecen como bonus otras interpretaciones,<br />
ahora operísticas y cancioneriles, del fenómeno de<br />
Ancona, en solitario o en compañía de dos colegas del Metropolitan:<br />
la exuberante Renata Tebaldi y la sofisticada Dorothy Kirsten.<br />
( 10 )<br />
Corelli, Jones, Bumbry y Flagello, en un<br />
Réquiem verdiano a las órdenes de Mehta<br />
Corelli se<br />
hace religioso<br />
G. VERDI: Requiem / Jones, Bumbry, Corelli, Flagello / Orquesta Filarmónica de Los<br />
Ángeles. Dir.: Zubin Mehta (1967) / MYTO / Ref.: 2MCD 013.245 (2 CD) D10 x 2<br />
OSTINATO - Obras de<br />
Falconiero, Marini, Merula,<br />
Ortiz, Pachelbel, Purcell,<br />
Rossi, Valente y autores anónimos<br />
/ Hespèrion XXI. Dir.:<br />
Jordi Savall / ALIA VOX /<br />
Ref.: AV 9820 (1 CD) D2<br />
F.F.
Nuevos títulos operísticos en DVD: Aida con Studer y Roméo et Juliette con Alagna y la Vaduva<br />
Telones cercanos<br />
PIONEER y Covent Garden unieron sus<br />
fuerzas para hacer llegar los espectáculos<br />
del primer escenario operístico<br />
inglés a todos los rincones conocidos del<br />
orbe lírico. Primero permitieron ese acceso<br />
en laserdisc; ahora, en DVD. Esta especie<br />
de acuerdos se hacen, sin duda, previamente,<br />
sobre el papel, suponiéndole al<br />
espectáculo unas cualidades en vías de<br />
captación visual que luego, en la práctica,<br />
pueden no coincidir con los resultados o no<br />
responder a las expectativas.<br />
En la temporada 1993–94 del Covent<br />
Garden se ofrecieron, entre otras, L’italiana<br />
in Algeri (con la Horne, Bruce Ford,<br />
Raimondi y Corbelli, producción de<br />
Ponnelle), Eugene Onegin (con Catherine<br />
Malfitano, Giuseppe Sabbatini y Dmitri<br />
Hvorostovsky), Elektra (con Marton,<br />
Secunde, Lipovsek, producción de Götz<br />
Friedrich y dirección de Thielemann),<br />
Cherubin de Massenet (con María Bayo, la<br />
Gheorghiu, Susan Graham), Fedora (con<br />
Freni y Carreras), Manon (con Leontina<br />
Vaduva y Sabbatini)...<br />
A todas éstas prefirió plasmarse la Aida<br />
verdiana, por el indudable gancho de la<br />
obra en sí y por la presencia de Cheryl<br />
Studer (una de las sopranos a la sazón de<br />
moda) en el papel protagonista, que canta-<br />
ba entonces por primera vez. El resto de los<br />
papeles fueron encomendados a gente más<br />
o menos afín a los repartos de la house: el<br />
animoso Dennis O’Neill como Radamés, el<br />
todoterreno Robert Lloyd como Ramfis y el<br />
respetable barítono rumano Alexandru<br />
Agache, que hacía así su primer Amonasro.<br />
Luciana d’Intino, la única presencia italiana<br />
del equipo, era una sólida e internacionalmente<br />
reconocida Amneris que debutaba in<br />
loco.<br />
La dirección de escena se encomendó a<br />
Elijah Moshinsky, con continuados trabajos<br />
escénicos en el teatro londinense, que se<br />
esforzó en huir de tópicos, pintando un<br />
Egipto desnudo de objetos, de colores más<br />
orientales que africanos, acentuados por el<br />
vestuario de Michael Yeargan que parecía<br />
evocar una China estilizada en lugar de un<br />
Egipto intemporal o concreto. Los ballets se<br />
convirtieron en escenas de mimo, y la marcha<br />
triunfal en lánguidos paseos de comparsería<br />
y coro. Como siempre, la cámara<br />
de Brian Large da sobrada cuenta de lo que<br />
ocurre en el escenario inglés.<br />
Cheryl Studer hace una Aida dulcemente<br />
melancólica y apesadumbrada, O’Neill<br />
un valiente Radamés (traicionado por un<br />
físico liliputiense), Agache un Amonasro de<br />
cierto nivel, Lloyd el esperable Ramfis de<br />
rutina y Mark Beesley un demasiado juvenil<br />
Rey de medios interesantes. La d’Intino es<br />
lo más sobresaliente del reparto con una<br />
voz de calidad, aunque demasiado clara<br />
para Amneris, y un temperamento genuinamente<br />
meridional.<br />
Pocos meses después de esta Aida, se<br />
montó en Covent Garden Roméo et Juliette<br />
de Gounod con uno de los cantantes que<br />
andaban ya camino del olimpo tenoril,<br />
Roberto Alagna, y una soprano rumana<br />
equipada con una nutrida carrera francesa<br />
en papeles líricos y lírico ligeros, Leontina<br />
Vaduva.<br />
La itinerante puesta en escena de<br />
Nicholas Joël se había presentado en<br />
Toulouse, luego en París–Salle Favart, y llegaba<br />
a Londres avalada por el gran éxito<br />
precedente, en el que había colaborado sin<br />
duda el tenor parisino de ascendencia italiana,<br />
y dos sopranos, la rumana ya citada y<br />
la italiana Nuccia Focile.<br />
El desigual Nicholas Joël, capaz de ofrecer<br />
espectáculos magníficos al lado de<br />
obviedades repelentes o aburridas, encontró<br />
en esta bellísima partitura de Gounod<br />
uno de los mayores aciertos de su carrera.<br />
La sencillez de los decorados van conformes<br />
a su efectividad teatral, el estupendo<br />
vestuario de Carlo Tommasi (como el decorado)<br />
se acopla a la atmósfera del drama y<br />
define muy bien a los personajes, que son<br />
movidos por la escena con una eficacia<br />
ejemplar y marcados en gestos y movimientos<br />
con un cuidado inusual. Todo esto<br />
no luciría en imágenes si, tras la cámara, no<br />
estuviera la sapiencia y el buen ojo de Brian<br />
Large.<br />
Por si fuera poco, esta producción<br />
coventgardiana es asimismo extraordinaria<br />
musicalmente. Alagna encuentra en Roméo<br />
el papel de su vida por belleza tímbrica,<br />
colorido juvenil, musicalidad, dicción natural,<br />
valentía instrumental y elegancia de<br />
canto. Incluso físicamente, su Roméo es<br />
creíble y admirable. El mayor elogio a este<br />
gran cantante es compararle con otros<br />
Roméos del pasado. En la confrontación<br />
sale airoso, aunque el modelo tomado sea<br />
Georges Thill, que dejó unos impagables<br />
fragmentos de la obra con la Juliette de<br />
Germaine Feraldy.<br />
No es menos atractiva la labor de la<br />
Vaduva, soprano asociada durante un tiempo<br />
a la carrera del tenor (hasta que apareció<br />
Angela Gheorghiu, rumana como ella), con<br />
cuya voz y arte se equilibraba homogénea<br />
y perfectamente. Leontina Vaduva, actriz<br />
exquisita y profunda, de dicción inmacula-<br />
( 11 )<br />
da, fraseo imaginativo, musicalidad de ley,<br />
hace una Juliette luminosa, ardiente y apasionante.<br />
Esta ópera cuenta con un peligro añadido<br />
al hecho de encontrar una pareja soprano–tenor<br />
de considerable envergadura<br />
canora y actoral: el largo y comprometido<br />
equipo acompañante, con papeles de<br />
imprevista y relevante importancia, como<br />
Stephano (que tiene a su cargo una bellísi-<br />
ma canción), el padre Laurent, Mercutio (a<br />
quien se permite lucirse con la magnífica<br />
balada de la reina Mab) o Capulet.<br />
Todo el equipo, sin excepción, puede<br />
codearse desde su respectiva parte con la<br />
pareja central. François Le Roux pone toda<br />
su sabiduría de melodista insigne para sacar<br />
a la luz no sólo la balada sino el resto de<br />
sus participaciones. Anna Maria Panzarella<br />
hace un Stephano de manual, con un físico<br />
que ayuda incluso a la comprensión del<br />
personaje. Robert Lloyd transmite a Laurent<br />
ternura y acentos de autoridad y tanto el<br />
tenor Paul Charles Clarke (que ahora ya es<br />
una primera figura) como Peter Sidhom<br />
revelan el lado más asociable a las entidades<br />
dramáticas de Tybalt y Capulet.<br />
Estamos ante una joya de la videografía<br />
moderna, sin duda ninguna.<br />
F.F.<br />
G. VERDI: Aida / Studer, D’Intino, O’Neill, Agache,<br />
Lloyd / Orquesta de la Royal Opera House. Dir.: Edward<br />
Downes / PIONEER / Ref.: DVD 8924 (1 DVD) P.V.P.:<br />
5.495 ptas.–<br />
C. GOUNOD: Romeo y Julieta / Alagna, Vaduva, Le<br />
Roux, Clarke, Sidhom / Orquesta de la Royal Opera<br />
House. Dir.: Charles Mackerras / PIONEER / Ref.: DVD<br />
8925 (1 DVD) P.V.P.: 5.995 ptas.–<br />
También disponibles:<br />
G. VERDI: Otello / Domingo, Te Kanawa, Leiferkus,<br />
Leggate, Earle, Powell, Lackner, Beesley / Orquesta de la<br />
Royal Opera House. Dir.: Sir Georg Solti / PIONEER /<br />
Ref.: DVD 8920 (1 DVD) P.V.P.: 5.995 ptas.–<br />
G. VERDI: Stiffelio / Carreras, Howell, Yurisich, Paxton,<br />
Leggate, Atkinson, Malfitano / Orquesta de la Royal<br />
Opera House. Dir.: Edward Downes / PIONEER / Ref.:<br />
DVD Stiffelio (1 DVD) P.V.P.: 5.495 ptas.–
Antonieta Stella, Di Stefano y Gobbi,<br />
en una Traviata milanesa de Tullio Serafin<br />
La Traviata que<br />
Cuando en 1956 La Voz de su Amo<br />
puso a la venta una nueva versión<br />
de La Traviata, en franca competencia<br />
con la de Decca –protagonizada<br />
por Renata Tebaldi, Gianni Poggi y Aldo<br />
Protti– y la de RCA, cantada por Rosanna<br />
Carteri, Cesare Valletti y Leonard Warren,<br />
la primera reacción del público fue la de<br />
perplejidad. Tenor y barítono, orquesta y<br />
coro, director musical y hasta el equipo<br />
de secundarios que formaban parte del<br />
equipo registrador eran los habituales<br />
acompañantes de<br />
Maria Callas. ¡Y la<br />
soprano griega no<br />
formaba parte de la<br />
grabación! La perplejidad<br />
se multiplicaba,<br />
cuando<br />
tras la reacción inicial<br />
venía la pregunta<br />
inmediata: si<br />
Violetta era uno de<br />
los papeles clave<br />
de la cantante, que<br />
acababa de conseguir<br />
con él un triunfo<br />
sin precedentes en La Scala en la producción<br />
de Luchino Visconti, ¿por qué<br />
esa Violetta Valéry no la cantaba la diva<br />
de divas que era artista exclusiva, además,<br />
de La Voz de su Amo? Fueron razones<br />
de simple y vulgar mercantilismo<br />
contractual. Callas había grabado para<br />
Cetra una versión previa (con Francesco<br />
Albanese y Ugo Savarese), y durante un<br />
período de tiempo el contrato le impedía<br />
realizar una nueva versión de la obra verdiana<br />
destinada al disco para otro sello.<br />
Pese a todo, sin desconocer los términos<br />
del contrato, la más sorprendida (y luego<br />
irritada), fue la propia soprano, que como<br />
pataleta consecutiva se enfadó con Tullio<br />
Serafin y le retiró por un tiempo el saludo.<br />
El paso del tiempo puso las cosas en su<br />
sitio. Callas dejó Violettas varias para<br />
satisfacer cualquier gusto: Traviatas opulentas<br />
de voz y de empuje (como la de la<br />
RAI citada o alguna de México), Traviatas<br />
quebradizas y frágiles (como las de<br />
Lisboa o Londres 1958), además de esa<br />
joya de la discografía pirata que es no<br />
sólo uno de los momentos cumbres de la<br />
interpretación callasiana sino posiblemente<br />
la mejor versión de la obra por<br />
parte de soprano: la de La Scala de Milán<br />
1955, con Di Stefano, Bastianini y<br />
Giulini.<br />
El tiempo delimitó espacios también,<br />
dio al césar lo que es del césar y a Dios<br />
lo que es de Dios, pues permitió también<br />
a una excelente intérprete dejar legado<br />
de esta frágil y emotiva heroína verdiana:<br />
Antonietta Stella. La discografía no fue<br />
avara con esta soprano de Perusa, pero si<br />
no fuera por esto que se ha contado, no<br />
alcanzaría la oportunidad de grabar esta<br />
Violetta, con dos acompañantes de enorme<br />
encanto musical y personal y con un<br />
director de la solidez y la eficacia teatra-<br />
no grabó Callas<br />
les de Serafin. El peor defecto de Stella es<br />
haber nacido en 1929, a siete años del<br />
nacimiento de Tebaldi y a seis del de la<br />
Callas, por lo que muchos años de su<br />
carrera tuvo que compartirlos rivalizando<br />
con las dos míticas sopranos. Sin el profundo<br />
talento dramático de Callas, sin la<br />
belleza vocal y la seducción innata de<br />
Tebaldi, Stella ganaba a la primera en<br />
«simpatía» tímbrica, con una voz, positivamente<br />
hablando, más convencional; a<br />
la segunda la superaba en imaginación<br />
escénica y en tener<br />
mejor equilibrados<br />
los tres registros de la<br />
voz. Además, por<br />
otros flancos, la Stella<br />
sufría la competencia<br />
peligrosa de Victoria<br />
de los Ángeles, Leyla<br />
Gencer y Rosanna<br />
Carteri. Sin embargo,<br />
hizo una brillante y<br />
larga carrera y ocupa<br />
un lugar de privilegio<br />
en el recuerdo de los<br />
aficionados.<br />
Bien demuestra su categoría la soprano<br />
en esta Traviata, superando con holgura<br />
el dificultoso acto primero y construyendo<br />
paso a paso, frase a frase, canto<br />
a canto a esa joven delicada y noble,<br />
atormentada y condescendiente, generosa<br />
y sacrificada, atributos propios de su<br />
gigantesca humanidad y no derivados de<br />
cualquier moral religiosa o social al uso,<br />
que es la Violetta Valéry que todos queremos<br />
ver reflejada en la interpretación de<br />
una cantante. Su personificación es tan<br />
convincente como para ofuscar un poco<br />
a sus dos compañeros de equipo, dado<br />
que su papel es de superior entidad musical<br />
y dramática que los de Alfredo y<br />
Germont. Aunque ¿cabe encontrar un<br />
Alfredo más juvenil, apasionante y mórbido<br />
que Di Stefano? La respuesta está en<br />
el disco, no en los comentarios presumiblemente<br />
pródigos del comentarista. Y<br />
¿cabe hallar un Germont más rígido,<br />
entreverado por destellos de ternura y<br />
paternalismo, que el de Gobbi, un fantástico<br />
barítono–actor? Para cualquier duda<br />
sobre ello, es preciso que se escuche la<br />
manera con que le espeta a la soprano<br />
esas tres frases, al comienzo del dúo del<br />
acto segundo, «Non è cio che chiedo...<br />
Pur non basta... È d’uopo!» Jamás se<br />
habrán escuchado con tanto autoritarismo<br />
y tan cruel frialdad. Una Traviata que<br />
vuelve del pasado para emocionarnos el<br />
presente, acercándonos a una época<br />
donde quizás se cantaba técnicamente<br />
peor pero sí se hacía con mayor pasión y<br />
generosidad.<br />
( 12 )<br />
F.F.<br />
G. VERDI: La Traviata / Stella, Di Stefano, Gobbi,<br />
Galassi, Mandelli / Coro y Orquesta del Teatro alla<br />
Scala de Milán. Dir.: Tullio Serafin / TESTAMENT /<br />
Ref.: SBT 2211 (2 CD) D2 x 2<br />
E<br />
El sello TESTAMENT presenta<br />
tres monográficos Souzay<br />
La exquisitez<br />
s siempre una alegría reencontrarse con el<br />
arte de Gérard Souzay, un cantante de<br />
múltiples resortes expresivos, de una versatilidad<br />
rara, de un enorme talento. La prueba<br />
más palpable de que para entonar, decir,<br />
expresar, emocionar, servir a un texto y a una<br />
música no es necesario contar con una gran<br />
voz, ni por volumen, ni por extensión, ni<br />
siquiera por belleza tímbrica. El artista francés<br />
(Angers, 1918), nacido en el seno de una acomodada<br />
familia de músicos, no poseía, en<br />
efecto, un instrumento privilegiado. No tenía,<br />
por ejemplo, la frescura tímbrica de un<br />
Rehkemper, la calidez de un Hüsch, la amplitud<br />
de un Schlusnus, la riqueza monumental<br />
de un Hotter; ni tampoco la sutileza y facilidad<br />
en todos los órdenes y registros de un Dieskau,<br />
de voz irregular pero de mayor encanto. Por<br />
dar unos<br />
cuantos<br />
nombres de<br />
barítonos<br />
que cantaron<br />
mucho<br />
lied, y bien;<br />
como Souzay,<br />
que era<br />
sin duda<br />
campeón<br />
en la mélodie<br />
y la<br />
chanson,<br />
aventajandoclaramente,<br />
pese a sus posibles limitaciones, a sus<br />
colegas de la misma nacionalidad: Mauclair,<br />
Panzera, Bernac, de voces más reducidas, de<br />
menor interés. La de nuestro protagonista, y<br />
esto es algo que ya todo el mundo conoce, era<br />
de rango lírico, de un timbre no específicamente<br />
encantador, algo nasal en ocasiones.<br />
No demasiado extensa y algo forzada en el<br />
agudo, que en ocasiones tenía fibrosidades<br />
cuando no clareaba tenorilmente ante la falta<br />
de una proyección adecuadamente orientada,<br />
de un carne baritonal más robusta. El cantante<br />
solía abrir excesivamente la emisión. Pero,<br />
frente a ello, ¡qué magistral manera de manejar<br />
el aliento, de ligar, de decir, de colorear, de<br />
regular! ¡Y qué soberanos pianísimos en un<br />
falsete o media voz privilegiados! De todo hay<br />
en estos tres discos, que son disfrutables de<br />
arriba a abajo, aun cuando en algunos casos el<br />
artista ande por los sesenta y se note que el<br />
fiato falla y que el timbre anda escaso de lozanía.<br />
Emulando a sus colegas alemanes y austriacos,<br />
el francés nos da una soberana lección<br />
en la interpretación de una escogida selección<br />
de obras maestras de Schumann. Hay detalles<br />
realmente soberanos, como, por individualizar,<br />
ese hermoso pianísimo en Stirb, Lieb und<br />
Freud!, del op. 35 en un momento en el que el<br />
cantante había sobrepasado con creces la cincuentena.<br />
Magistral la recreación, asombrosamente<br />
regulada, de la dramática Stille Tränen<br />
del mismo opus sobre textos de Kerner.<br />
Curioso y divertido el disco dedicado a canciones<br />
populares de las más diversas latitudes,<br />
cada una con su acento, su gracia, su particularidad,<br />
que Souzay atiende con una solicitud<br />
y una versatilidad sólo al alcance de los más
grandes. Una de estas piezas,<br />
Jägerleben, arreglada por<br />
Dorumsgaard, tiene un sorprendente<br />
parecido, en el ritmo y en la melodía,<br />
a la conocida El hijo de las<br />
musas de Schubert. Muy entonada<br />
traducción de dos canciones españolas<br />
armonizadas por Nin, Paño<br />
murciano y Granadina. Hay efectos<br />
maravillosos, de la cosecha del artista,<br />
como ese dulcísimo y casi inaudible<br />
falsete en Karjalan Kunnailla,<br />
arreglada por el citado<br />
Dorumsgaard. El espíritu de las<br />
Bachianas aparece en la pieza de<br />
Villa–Lobos Cançao do carreiro. Las<br />
canciones finales del recital, de<br />
Grieg y Respighi, fueron grabadas<br />
por Souzay en 1983, es decir, a los<br />
65 años. La voz aún se mantiene<br />
aparente y aún tiene fuelle para<br />
regular admirablemente el ya un<br />
tanto temblón sonido. El tercer compacto<br />
está ocupado por páginas del<br />
más rancio abolengo francés. En<br />
estas piezas, de Chausson –Poema<br />
del amor y del mar– y Duparc –algunas<br />
de sus más bellas mélodies–, con<br />
la voz también mayor, en torno a los<br />
sesenta, el artista sortea hábilmente<br />
los peligros, abre en los agudos y<br />
denota esfuerzos suplementarios,<br />
con el consiguiente detrimento para<br />
la calidad del sonido, apreciable de<br />
manera clara en el primer movimiento<br />
de Chausson. Colabora con<br />
mesura la Orquesta de Cámara de la<br />
Radio televisión belga dirigida por<br />
Doneux. Las piezas de Duparc son<br />
recreadas de la forma en que sólo un<br />
francés, y de la estirpe de Souzay y<br />
sus congéneres, puede hacerlo. No<br />
importan en este caso los problemas<br />
puramente vocales. L_invitation au<br />
voyage en particular tiene una lectura<br />
de prodigiosa expresividad.<br />
Papageno<br />
CANTOS DE TIERRAS DIVERSAS – Obras de<br />
Mendelssohn, Kilpinen, Buratti, Mussorgsky,<br />
Ginastera, Guarnieri, Caplet, Liszt, Respighi,<br />
Grieg, Roussel, Massenet y autores populares /<br />
Gérard Souzay (barítono); Dalton Baldwin<br />
(piano) / TESTAMENT / Ref.: SBT 1207 (1 CD)<br />
D2<br />
E. CHAUSSON: Poème de l’amour et de la<br />
mer, Op. 19 [Orquesta de Cámara de la<br />
Radiotelevisión Belga. Dir.: Edgard Doneux] –<br />
H. DUPARC: 12 Canciones [Dalton Baldwin<br />
(piano)] / Gérard Souzay (barítono) / TESTA-<br />
MENT / Ref.: SBT 1208 (1 CD) D2<br />
R. SCHUMANN: 10 Canciones; 12 Poemas,<br />
op. 35; Nachtlied, op. 96/1 / Gérard Souzay<br />
(barítono) / TESTAMENT / Ref.: SBT 1209 (1<br />
CD) D2<br />
Bianca e Falliero, repropuesta por Parry para OPERA RARA<br />
La sombra de Rossini se alarga<br />
Es de emocionar que, en apenas quince<br />
años, una ópera de Rossini olvidada<br />
durante lustros consiga dos lecturas discográficas:<br />
una, extraordinaria; otra, con suficientes<br />
méritos para competir con aquélla y,<br />
hasta por secciones, superarla. Hablamos de<br />
Blanca e Falliero, la última obra que Rossini<br />
destinó a la Scala de Milán, el 26 de diciembre<br />
de 1819, con libreto del luego «belliniano»<br />
Felice Romani. Tras el estreno milanés,<br />
la obra obtuvo la habitual<br />
difusión de las óperas<br />
rossinianas hasta<br />
desaparecer prácticamente<br />
de los escenarios<br />
hacia 1846. En agosto<br />
de 1986 (¡hagan las<br />
cuentas numéricas!) esta<br />
historia veneciana reapareció<br />
con todos los<br />
honores en el Festival<br />
Rossini; un año después<br />
se cantaba en el Miami<br />
Dade Country Auditorium<br />
y en 1989 de nuevo retornaba al<br />
Auditorium Pedrotti de Pésaro. Después de<br />
este radiante y fugaz resurgimiento, la obra<br />
parece haber vuelto al anonimato (injustamente,<br />
claro). Discográficamente hablando,<br />
de manera aislada, páginas del personaje travestido<br />
de Falliero tuvieron ganas de rescatarlas<br />
la siempre inquieta Della Jones, la<br />
intrépida Jennifer Larmore y la sedante<br />
Vesselina Kasarova, mientras que David<br />
Parry grababa para OPERA RARA el cuarteto<br />
del acto segundo «Cielo, il mio labbro ispira».<br />
Pero he ahí que, de nuevo el tándem<br />
OPERA RARA y Parry han unido sus fuerzas y<br />
anhelos artísticos en una nueva grabación<br />
completa de la obra, cuando ya parecía que<br />
sobre ella hubiera caído la peor de las losas<br />
funerarias del olvido.<br />
Volvamos al principo: la grabación extraordinaria<br />
aludida es la toma en vivo en<br />
Pésaro 1986; la que compite posteriormente<br />
con ella es ésta dirigida en estudio por David<br />
Parry en noviembre de 2000. Ambas utilizan<br />
la edición crítica de Gabriele Dotto, aunque<br />
los recitativos de Parry suenan más livianos y<br />
etéreos que los de Renzetti que además del<br />
piano y el chelo utiliza un contrabajo.<br />
La grabación de 1986 reunía un equipo de<br />
ensueño, sobre todo por parte de la contralto<br />
músico (Marilyn Horne) y de baritenor (Chris<br />
Merrit). A esta pareja imbatible se le sumaban<br />
Katia Ricciarelli –en una de las en verdad<br />
pocas heroínas rossinianas con que fue<br />
capaz de emocionarnos y hasta disuadirnos–<br />
y el muchas veces respetable bajo Giorgio<br />
Surjan (o Surian), en el papel menor de<br />
Capellio. Donato Renzetti dirigía con su<br />
peculiar diligencia. Ricordi distribuyó a los<br />
rossinianos nacionales y a los de todo el planeta<br />
esta joya de la discografía del pesarense.<br />
El reto de Parry, ante aquel modelo,<br />
comienza con el dato de ofrecer entera la<br />
partitura, incluyendo los recitativos que<br />
Renzetti cortaba, en complicidad con Pier<br />
Luigi Pizzi, el director de escena. Continúa<br />
con la elección de los cantantes. Jennifer<br />
( 13 )<br />
Larmore vuelve a sacar a la luz las diferencias<br />
de color entre registros de una voz que<br />
por momentos suena, incluso, ahogada.<br />
Graves velados o entubados y agudos resueltos<br />
con diversa calidad se combinan con una<br />
línea de canto segura, una voluntad expresiva<br />
convincente y una pintura del personaje<br />
de perfil realmente atractivo. Pero la joven y<br />
bella mezzo de Atlanta, como si quisiera<br />
confundirnos, es capaz, de repente, de asombrarnos<br />
en el dúo con<br />
Bianca («Va crudel!...<br />
vedrai l’efetto») con una<br />
interpretación ejemplar<br />
de su parte, mientras<br />
que reserva la sorpresa<br />
final para su gran escena<br />
con coro «Tu non sai<br />
qual colpo atroce»,<br />
donde está francamente<br />
brillante.<br />
El tenor Barry Banks es<br />
el Contareno, con la<br />
peliaguda tarea de rivalizar<br />
con los agudos insolentes y los graves<br />
oscuros y rotundos de Merritt. En su salida,<br />
en una magnífica página a dos con Capellio,<br />
precedida por una breve exposición orquestal<br />
que cuenta con una de las modulaciones<br />
más extrañas e intrigantes del genio rossiniano<br />
(y que luego reaparece sosteniendo el<br />
recitativo del bajo), Banks se queda algo<br />
corto, no soporta la comparación. Pero<br />
luego, las cosas cambian a partir de «Figlia<br />
mia», la perorata que lanza a su hija Bianca<br />
para convencerla de que se case con quien<br />
no ama, como suele pasar a menudo en las<br />
mejores familias operísticas italianas. Con<br />
otro tipo de voz, más clara, más de tenore di<br />
grazia, pese a algunos sonidos que parecen<br />
de poco apoyo tímbrico, Banks tiene poco<br />
que envidiar a su colega Merritt. En cuanto a<br />
Majella Cullagh, gracias a esta heroína heredera<br />
directa de la Amenaide de Tancredi y,<br />
algo menos, de Elena en La donna del lago<br />
(con quien comparte escena final), que se<br />
llama Bianca, rubrica las esperanzas ya<br />
anunciadas (y muchas veces cumplidas ya<br />
aquí) de las grabaciones completas de<br />
Maritana de Wallace y Zoraida di Granata de<br />
Donizetti. Además, su voz funde idealmente<br />
con el colorido de la Larmore, logrando<br />
ambas esa deseable siempre comunicación<br />
vocal, en especial, en el distinguido «Questo<br />
istante, mia speranza».<br />
Magnífica la presencia de Ildebrando<br />
d’Arcangelo como Capellio, una inesperada<br />
sorpresa el Doge Priuli del joven bajo Simon<br />
Bailey, y un pequeño pero agradable reencuentro<br />
con el mozartiano y rossiniano<br />
Ryland Davies, son tres comentarios que nos<br />
sirven para celebrar finalmente la aparición<br />
de esta excelente joya del tesoro rossiniano,<br />
un tesoro que sabe custodiar Parry como<br />
mejor puede hacerlo un director serio y preparado,<br />
mimando y coloreando su música.<br />
F.F.<br />
G. ROSSINI: Bianca e Falliero / Cullagh, Larmore, Banks,<br />
D’Arcangelo, Colecchia / Orquesta Filarmónica de<br />
Londres. David Parry / OPERA RARA / Ref.: ORC 20 (3<br />
CD) D1 x 3
Una Walkyria berlinesa, y Rheingold y Siegfried por Karajan en el Bayreuth inaugural de 1951, en MYTO histórico<br />
Cromos repetidos<br />
L<br />
os chavales de mi tiempo coleccionábamos cromos, y las chicas<br />
alfileres con cabezas de colores, que llevaban clavados en<br />
alfileteros de papel, confeccionados por ellas mismas con gran<br />
habilidad. Los cromos eran muy diversos: películas de terror y de<br />
indios, aviones, barcos, animales, educativos y hasta ideológicos.<br />
Recuerdo, y creo que la conservo, una Historia de España que<br />
comenzaba en Altamira y acababa en las glorias del Régimen,<br />
donde cada uno de los 35 reyes godos tenía su viñeta. Esto nos<br />
venía muy bien para memorizarlos, porque saber la terrible lista<br />
que iba desde Ataúlfo al desdichado don Rodrigo era condición<br />
indispensable para aprobar la asignatura histórico–hispánica en<br />
segundo o tercero de bachillerato. Quizá fue allí donde leí por primera<br />
vez esta ominosa leyenda, siempre actual: «Oscuro se presentaba<br />
el reinado de Vitiza».<br />
El caso es que comprábamos el álbum correspondiente, nos<br />
hacíamos la lista numérica de los cromos y semanalmente nos<br />
pasábamos por el quiosco donde también nos proveíamos de tebeos,<br />
para adquirir los sobres con los cromos «nuevos»; y cuando<br />
teníamos efectivamente la fortuna de conseguir alguno que nos faltaba,<br />
lo pegábamos en el álbum y tachábamos su número de la<br />
lista. Los editores, ladinos ellos, imprimían al principio muy pocos<br />
ejemplares de determinados números, para forzar a la chavalería a<br />
comprar más y más sobres. En algunas papelerías<br />
te vendían las piezas más raras a precio de<br />
incunable. También había críos con instinto<br />
comercial, que te cambiaban un cromo goloso<br />
por veinte, treinta o aun más de los corrientes,<br />
pues este capital cromolitográfico nos servía<br />
para otros pagos y trueques y para jugárnoslo a<br />
cara o cruz, dejando deslizarse dos o tres unidades<br />
al suelo tras mantenerlas apoyadas en<br />
una pared a un metro de altura. En cierta ocasión<br />
me regalaron un maravilloso álbum de los<br />
años treinta, de lepidópteros, y allí descubrí que<br />
nuestros cromos –algunas colecciones eran<br />
realmente vistosas– pertenecían ya a tiempos de<br />
decadencia.<br />
Así, los tres álbumes wagnerianos que hoy<br />
me corresponde reseñar no son cromos nuevos, sino repetidos,<br />
pero tampoco podemos llamarlos corrientes, pues todos ellos estaban<br />
agotados en las ediciones anteriores. La Walkyria berlinesa<br />
apareció en MYTO hará ahora unos ocho años, si bien DIVERDI la<br />
importó más tarde, y los registros karajanianos lo hicieron primero<br />
con el sello CETRA, en disco de vinilo, y después con el de HUNT,<br />
ya en formato CD. Al reaparecer ahora en MYTO Historical Line<br />
presentan dos ventajas y un inconveniente: por una parte, están<br />
mejor reprocesados, aunque sin alcanzar las excelencias de GOL-<br />
DEN MELODRAM, y pertenecen además a la gama del llamado<br />
precio medio si bien en su cota superior; por otra parte, se prescinde<br />
del libreto y se suministra sólo un comentario en inglés y en<br />
alemán.<br />
La Walkyria con Fricsay se representó en Berlín cuando faltaban<br />
poco más de cuarenta días para la reapertura del Festival de<br />
Bayreuth, pero no tiene nada que ver con la revolución que preparaban<br />
los hermanos Wagner. La función del día 10 de junio de<br />
1951 fue hiperrealista –después explicaré lo que quiero decir con<br />
esto– y se fundamentó en el pasado no en cuanto a Fricsay ni a<br />
Greindl, pero sí en lo relativo a la producción y al conjunto del<br />
reparto. Maria Müller había nacido en 1898, Paula Buchner lo<br />
había hecho en 1900, Margarete Klose era de 1902, Josef<br />
Herrmann de 1903 y Ludwig Suthaus de 1906: se trataba, pues, de<br />
voces de los años treinta y cuarenta, que habían padecido las<br />
secuelas de la Segunda Guerra Mundial. De nuevo regía el incombustible<br />
Heinz Tietjen los destinos de la Ópera Municipal de<br />
Berlín, la actual Deutsche Oper. Es instructivo volver a leer el<br />
comentario, pues ya vino con la edición MYTO, sobre el mundo de<br />
intrigas, enfados, celos y desplantes que constituía el medio vital<br />
del astuto intendente. Sólo Fricsay (37) pertenecía a la nueva generación<br />
de directores, pues sus colegas se llamaban Karl Rankl,<br />
Arthur Rother y nada menos que Leo Blech (80). Mas esto no significaba<br />
ruptura alguna, pues el gran maestro húngaro procedía<br />
también de la tradición alemana, es decir, no fue un segundo Szell<br />
( 14 )<br />
ni el parigual, prematuramente desaparecido, de Solti. Salvo el preludio<br />
y el final del acto primero, dirigidos con esa precipitación<br />
atosigante que se halla en casi todos, incluido Furtwängler, el<br />
tempo, el fraseo y la construcción son amplios y Fricsay ofrece una<br />
Walkyria más dramática que lírica, en parte también porque la<br />
mayoría de las voces pertenecía al reino de los pesos pesados. De<br />
esta línea se apartaban Herrmann, más barítono que bajo, con<br />
buen timbre y suficiente registro expresivo, aunque la voz le sonaba<br />
demasiado fija, y sobre todo la gran Maria Müller, ya gastada,<br />
pero que aquí se muestra sorprendentemente en mejor estado<br />
vocal que en 1947, cuando cantó en Múnich dirigida por el novato<br />
Solti. Por el contrario, «pesados» eran Suthaus, de voz y hechos<br />
que tienen parentesco con los de Vinay; la Buchner, quien al abrir<br />
fuego con los terribles gritos de las walkyrias parece que no va a<br />
dar la talla y luego nos convence, pese a la oscuridad de una voz<br />
sin esmalte, con su talento dramático; nuestro bien conocido<br />
Greindl, un Hunding de libro; y la eminente Margarete Klose, también<br />
algo gastada, pero en posesión de un timbre de mezzo auténtica<br />
y de una autoridad que hoy no se halla en ninguna Fricka: la<br />
Klose era la diosa, la esposa de Wotan, ofendida por éste y sus hijos<br />
terrenales, que viene a reclamar reparación por las «leyes sagradas<br />
del matrimonio», violentadas. Queda aún aquello del hiperrealismo,<br />
palpable en la grabación: en la partitura<br />
están indicados por Wagner efectos tempestuosos,<br />
viento, relámpagos y truenos, que Tietjen<br />
ofreció con generosidad, pues en la cabalgata<br />
oímos cuatro insólitas tronadas recias y estratégicamente<br />
distribuidas. El efecto es curioso y<br />
presta cierta singularidad al bonito cromo. El<br />
violento corte en el monólogo de Wotan –único<br />
lunar importante en el documento– desde «Der<br />
Liebe fluchtet» hasta «Den Freier erlang ich mir<br />
nicht» deja espacio para el bonus de Suthaus,<br />
donde se aprecia el peso de esta voz y también<br />
su escasa ductilidad.<br />
La historia del Anillo bayreuthiano de 1951<br />
quedó suficientemente contada en la Hoja<br />
parroquial cuando comenté la edición TESTA-<br />
MENT del legendario Ocaso de «Kna». Ahora hay que completarla<br />
con la constancia de algunos incidentes producidos en el segundo<br />
ciclo –Elisabeth Höngen (Fricka) tuvo que ser intervenida de<br />
apendicitis e Ira Malaniuk la sustituyó en El oro del Rin después de<br />
estudiar el papel en cuarenta y ocho horas (1), la amplificación de<br />
la voz de Fafner como dragón falló durante la primera aparición y<br />
luego se pasaron de volumen en la segunda– y con el dato de que<br />
el éxito del Festival permitió prolongarlo improvisadamente una<br />
semana más con varias representaciones de Parsifal y Los maestros<br />
cantores (2). Así, si se considera que Windgassen cantó Froh sólo<br />
en el primer ciclo, es evidente que Karajan se encontró con un<br />
reparto peor cuando llegó el turno de su Rheingold. Este reparto fue<br />
en todo caso muy desigual. Björling debía de haber cantado antes<br />
muy poco el Wotan joven, pues aquí aparece monótono y con<br />
sonidos fijos. Walter Fritz era un Loge inadecuado desde todo<br />
punto de vista. Pflanzl bramó «furiosamente» la parte de Alberich,<br />
para templarse en las jornadas. Bernauer (Froh) fue otra (mala)<br />
solución improvisada. Paula Brivkalne vino, cantó su anodina Freia<br />
y desapareció de Bayreuth con la Ortlinde de 1952. Todo lo demás<br />
sí tuvo gran nivel: allí estaban Weber y Kuën, el terceto de ondinas<br />
era de primera e incluso Ira Malaniuk cumplió con solvencia. Se ha<br />
dicho en relación al Ocaso de «Kna» que éste se había beneficiado<br />
de los ensayos de Karajan y que la impronta del austriaco se<br />
notó en la marcha fúnebre. No hay aquí espacio para demostrarles<br />
a estos sabihondos su ignorancia. Podría argumentarse a contrariis<br />
que algo de «Kna» persistió en el segundo ciclo (por ejemplo, la<br />
aparición del motivo de la espada). Sobre la cuestión de los ensayos<br />
también habría mucho que hablar: ahí está ese impagable testimonio<br />
de la colegialidad reinante aquel verano, la fotografía que<br />
muestra a Karajan y a una asistente sentados al piano de ensayos<br />
mientras «Kna», instalado en la silla de dirección, mira atentamente<br />
al escenario y tiene a mano –bueno, «a pie»– uno de aquellos<br />
pulverizadores de émbolo con el depósito lleno de maloliente<br />
DDT, pues en Bayreuth los mosquitos guardaban relación con el
tamaño de Fafner(3); o la anécdota, transmitida por el<br />
propio salzburgués, de otro ensayo en el que él y<br />
Kojetinski, de voz más que aguardentosa, suplían a<br />
los cantantes<br />
no presentes,<br />
dando así a<br />
«Kna» oportunidad<br />
para una de<br />
sus humoradas:<br />
«Muy<br />
bien, están<br />
ustedes contratados».<br />
Hay asimismoanticipaciones<br />
del alambicadísimo estilo del «dios» Karajan, como la<br />
interminable subida de los nibelungos desde sus cuevas<br />
hasta la superficie de la tierra. Pero si este interesante<br />
Oro del Rin fluctúa o vacila un tanto, Sigfrido<br />
alcanzó una representación lograda e indiscutiblemente<br />
superior, cuestiones de sonido aparte, a los dos<br />
documentos posteriores, relacionados con el Karajan<br />
del Festival salzburgués de Pascua. Ya he anticipado<br />
que Pflanzl se templó; no hay ahora que insistir en la<br />
calidad del Mime de Kuën; Dahlberg asustó al personal<br />
con sus cavernosos acentos; Björling había superado<br />
con distinción la prueba de La Walkyria; Ruth<br />
Siewert no demereció a su lado como Erda; Aldenhoff<br />
dio todo lo que tenía, que no era poco, e incluso se<br />
inventó aquel terrible Do de cierre, que le salió,<br />
como ya he escrito en otro lugar, «a la buena de<br />
Wagner»; y la Varnay estaba tan fresca como una<br />
rosa, con la voz intacta y dispuesta a apabullar a la<br />
clientela. Incluso Wilma Lipp cantó con finura la poética<br />
parte del pájaro del bosque, lo que hace incomprensible<br />
que nunca volviera a Bayreuth. Sobre el<br />
director me limitaré a decir que este Sigfrido forma<br />
con los Maestros de Dresde y con el Tristán de 1952<br />
la trilogía del mejor Wagner que nos ha legado.<br />
Y ahora, ¿a quién le cambio yo las primeras ediciones<br />
en CD de estos cromos repetidos («repes»,<br />
decíamos) por alguno nuevo? Claro que siempre<br />
puedo insertar en Internet un anuncio que diga:<br />
«Cambio Walkyria aguerrida por Catwoman ronroneante»,<br />
y a ver que pasa.<br />
Á.-F.M.<br />
Notas:<br />
(1) Para la Fricka de La Walkyria se acudió a Hanna Ludwig.<br />
(2) Este curioso hecho quizá justifica la desaparición de<br />
Karajan el día de la última función (Maestros) sin necesidad<br />
de buscar la causa en el rumor de que corrió en pos de una<br />
belleza que él había conocido en Bayreuth. Por otra parte,<br />
¡qué bendición llegarse a la taquilla y encontrar a la venta<br />
entradas para esa misma tarde! Aún así, quiero aprovechar<br />
la oportunidad para salir al paso de a quienes a tontas y a<br />
locas afirman sin más que en nuestros días hay que estar en<br />
la lista de espera del Festival siete años, para obtener localidades.<br />
Esto es oficialmente cierto; pero a la persona decidida<br />
que se líe la manta a la cabeza, viaje a Bayreuth y deambule<br />
alrededor del Festspìelhaus con el letrero: «Suche<br />
Karte» (para la función del día) o, por ejemplo: «Suche<br />
Parsifal IV», muy mal tienen que irle las cosas para que no<br />
logre su propósito.<br />
(3) Los mosquitos siguen siendo descomunales, pero apenas<br />
llegan ya hasta el Festspielhaus urbano, rodeado aún en<br />
1951 de campos de centeno y prados.<br />
R. WAGNER: El oro del Rin / Björling, Malaniuk, Fritz, Pflanzl, Kuen,<br />
Weber / Orquesta del Festival de Bayreuth. Dir.: Herbert von Karajan<br />
(1951) / MYTO / Ref.: 2CD011H054 (2 CD) D10 x 2<br />
R. WAGNER: Sigfrido / Aldenhoff, Varnay, Björling, Kuen, Pflanzl /<br />
Orquesta del Festival de Bayreuth. Dir.: Herbert von Karajan (1951) /<br />
MYTO / Ref.: 3CD011H055 (3 CD) D10 x 3<br />
R. WAGNER: La walkyria / Suthaus, Müller, Buchner, Herrmann,<br />
Klose, Frick / Orquesta de la Ópera Estatal de Berlín. Dir.: Ferenc<br />
Fricsay (1951) / MYTO / Ref.: 3CD012H058 (3 CD) D10 x 3<br />
La Gencer canta Donizetti y Verdi, en dos registros MYTO<br />
Por siempre Leyla<br />
Pese a que en muchas ocasiones nos hemos ocupado en este Boletín de<br />
la soprano Leyla Gencer (Ankara, 1924), la escucha de estos dos registros,<br />
distantes entre sí 14 años, vuelve a suscitar perplejidad: ¿cuál era<br />
su voz real? Creo que la respuesta se halla en este Trovador grabado por la<br />
RAI para televisión en 1957. La Gencer poseía una voz de soprano lírica,<br />
clara, de delicado empaste, más bien pequeña pero manejada con maestría<br />
excepcional y emitida de modo natural y<br />
fácil. No se trata sólo de la elegante soltura<br />
en la ejecución de los adornos, como atestigua<br />
un ejemplar «Di tale amor», ni de la<br />
sorprendente facilidad para el pianísimo,<br />
incluso en el sobreagudo (re bemol5 en<br />
«Tacea la notte») sino, sobre todo, en la<br />
capacidad para cantar «D’amor sull’ali»<br />
con legato sin mácula y frasear con una<br />
variedad de colores camaleónica. Un último<br />
ejemplo: la memorable frase «Sei tu dal<br />
ciel disceso?», al final del Acto 2. En conclusión:<br />
una Leonora digna de Callas o de<br />
Leontyne Price (con Mehta), próxima al<br />
ideal verdiano, que vista desde <strong>2001</strong> nos<br />
parece irreal.<br />
Catorce años después la escuchamos en un personaje de escritura no<br />
opuesta a la de Leonora, pero que Gencer liga a sus experiencias, a lo largo<br />
de los años sesenta, con Lady Macbeth, Gioconda, Norma o las reinas donizettianas.<br />
Para todas ellas empleaba y emplea en Lucrezia Borgia una emisión<br />
más oscura y «cupa», menos libre y natural, y apoyada con frecuencia<br />
–excesiva, diría yo– en el golpe de glotis, todo ello orientado a oscurecer un<br />
timbre claro en origen, y adaptarlo a la sicología de un personaje que busca<br />
siempre el misterio. Pese a todo, la Gencer sigue brillando en el canto de agilidad,<br />
como demuestra en «Com’è bello» y en el final alternativo que cantó<br />
en La Scala con Raimondi en 1970, ofrecido por MYTO como propina; en<br />
Bérgamo, 1971, la Gencer canta el original y se suprime la gran escena «Era<br />
desso il figlio mio». En toda ocasión refleja magistralmente esa dualidad entre<br />
lo frágil y lo implacable, ese misterio que<br />
rodea cualquier aparición de Lucrecia, y<br />
que la convierten en uno de los grandes<br />
personajes de Donizetti. Todo ello, en<br />
suma, hace de la Borgia de Gencer una<br />
referencia a la que sólo cabe oponer la<br />
deslumbrante perfección de la primera<br />
Caballé (RCA), vocalmente superior pero<br />
menos creíble en lo dramático. Junto a la<br />
Gencer, un reparto de provincia pero no<br />
desdeñable, a condición de olvidar el<br />
Gennaro de Kraus y el Orsini de Horne.<br />
Umberto Grilli y Anna Maria Rota cumplen<br />
muy correctamente, al igual que<br />
Casarini, bien guiados por Adolfo<br />
Camozzo, que obtiene buen rendimiento de los conjuntos bergamascos.<br />
En Il Trovatore, Gencer está rodeada de voces fenomenales de los 50,<br />
pero ninguna alcanza su altura como cantante. A veces se le acerca la<br />
Barbieri, cuando olvida el énfasis verista; y es entonces cuando más lucen su<br />
voz, aún espléndida en 1957, y su alta escuela, que le permitió ser una estupenda<br />
Azucena. Del Monaco canta mejor de lo previsible «Ah sì ben mio»,<br />
hace una «Pira» espectacular (aunque medio tono baja) y consigue algunas<br />
frases imperiosas de imponente efecto; pero no es un Manrico ideal, pues<br />
ensucia su legato de modo casi continuo, con aspiraciones. Otro tanto cabe<br />
decir de Bastianini, cuya línea noble se desluce por falta de matices; pero la<br />
voz es incomparable. Bastante bien Clabassi como Ferrando. Previtali no<br />
puede competir con Karajan o Mehta, pero concierta con maestría los conjuntos<br />
de la RAI. La grabación, de estudio, suena muy bien. Como bonus,<br />
MYTO propone un dúo de la Forza entre Del Monaco y Guichandut, interesante<br />
pero de muy deficiente sonido.<br />
( 15 )<br />
Roberto Andrade<br />
G. DONIZETTI: Lucrezia Borgia / Gencer, Grilli, Rota, Casarini, Sebastian, Manganotti / Coro y<br />
Orquesta del Teatro Donizetti de Bérgamo. Dir.: Adolfo Camozzo (1971) / MYTO / Ref.: 2MCD<br />
013.246 (2 CD) D10 x 2<br />
G. VERDI: Il trovatore / Gencer, Del Monaco, Bastianini, Barbieri, Clabassi, Cesarini / Coro y<br />
Orquesta de la RAI de Milán. Dir.: Fernando Previtali (1957) / MYTO / Ref.: 2MCD 013.247 (2 CD)<br />
D10 x 2
Hace muchos años vi en la tienda<br />
–relojería, pequeñas joyas– de un<br />
amigo de mi padre unos gemelos de<br />
camisa de color rojo pardo, esto es, cobrizos.<br />
Pregunté por qué tenían este color, y<br />
me dijeron que eran de oro alemán.<br />
Después, aunque en el bachillerato se me<br />
dio bien la mineralogía, no he prestado<br />
atención a estas cosas, pues aunque sí me<br />
gusta verlas no me atraen las joyas. Sin<br />
embargo, por lo que luego se dirá, últimamente<br />
he intentado averiguar algo sobre la<br />
naturaleza del rojizo oro alemán. Mi conclusión<br />
provisional es que se trata del llamado<br />
oro de Nuremberg, en cuya aleación<br />
hay fuerte proporción de cobre, pues tiene<br />
sólo catorce quilates (1). Mas ya digo que<br />
soy lego en la materia y puedo así andar<br />
aquí descaminado.<br />
Por otra parte, a punto de cerrar en abril<br />
pasado la segunda edición de mi Guía de<br />
Wagner (2), un amigo que además es creyente<br />
y de paso da su importancia a cada<br />
peseta –pronto tendrá que dársela a cada<br />
céntimo de euro– me comentó que se había<br />
hecho con un Anillo completo, dirigido por<br />
Günther Neuhold, que además de ser dignísimo<br />
en sí costaba menos que los duros<br />
antiguos de Cádiz, de los que todos se hacían<br />
lenguas y nadie los había visto. Así, lo<br />
recogí en la Guía, advirtiendo al lector mi<br />
carencia de datos directos en ese momento.<br />
Ahora resulta que DIVERDI ha decidido<br />
distribuirlo aquí en regla, y esta decisión ha<br />
de ser alabada ya como una obra de beneficencia,<br />
pues el estuche con las cuatro<br />
cajas sale al mercado al en verdad increíble<br />
precio de 4.590 pesetas, esto es, los catorce<br />
CDs cuestan lo mismo que una unidad y<br />
media de esas presuntas maravillas que hoy<br />
aparecen llenas de ínfulas y a menudo<br />
carentes de sustancia. Algún escéptico me<br />
devolverá lo de las monedas gaditanas,<br />
diciéndome que nadie da duros a peseta.<br />
Bien, vayamos al grano.<br />
Este Anillo procede de la Ópera (Teatro<br />
estatal) de Karlsruhe, la antigua capital del<br />
gran ducado de Baden. Ha sido grabado allí<br />
durante representaciones dadas entre abril<br />
de 1993 y noviembre de 1995. Como todas<br />
las capitales alemanas, Karlsruhe tenía su<br />
Teatro de la Corte. Wagner oyó allí por primera<br />
vez a Ludwig Schnorr von Carolsfeld<br />
(Lohengrin) y en seguida empezó a preparar<br />
con él, en Biebrich, la parte de Tristán, pues<br />
el gran duque Federico I le había ofrecido<br />
su teatro para el estreno de la acción<br />
(Wagner dixit), el cual no tuvo al fin lugar<br />
por discrepancias insalvables entre Wagner<br />
y su antiguo amigo Eduard Devrient, en<br />
aquella época –1862– dramaturgo, intendente<br />
y escenógrafo en esta institución.<br />
Con el paso del tiempo el Reposo de Carlos<br />
(Karlsruhe) se convirtió en un importante<br />
centro de comunicaciones fluvial, ferroviario<br />
y rodado. Por ello la ciudad fue arrasada<br />
por la aviación aliada y supongo que<br />
también quedaría destruido el viejo teatro<br />
granducal, pues se levantaba sólo a quinientos<br />
metros de la estación de ferrocarril<br />
central. Además, la constitución del land de<br />
Württenberg–Baden inclinó la capitalidad<br />
Un Anillo wagneriano en inigualables condiciones de relación calidad–precio<br />
Oro alemán<br />
del lado de la pujante Stuttgart. Karlsruhe es<br />
hoy, pues, una ciudad de provincias, industrial,<br />
sin atractivos turísticos como las de las<br />
cercanas Baden–Baden y Heidelberg. Las<br />
actividades de su Ópera no son difundidas<br />
ni comentadas internacionalmente. En fin,<br />
côté province, como suelen decir los<br />
empingorotados escribientes de<br />
L’Avant–Scène Opéra.<br />
Por tanto, la condición provinciana alemana<br />
es lo que caracteriza en primer lugar<br />
a este Anillo: orquesta disciplinada, conocedora,<br />
más capacitada para las partes fuertes,<br />
en las que predomina el metal, que<br />
para las delicadas, que asociamos con la<br />
madera y la cuerda; reparto casi sin figuras<br />
ni nombres conocidos, pero en general<br />
también disciplinado y solvente, en el que<br />
sólo Markku Tervo, Hagen, y en menor<br />
grado Tiny Peters, Pájaro del bosque, quedan<br />
por debajo de la media; un kapellmeister<br />
sólido, buen concertador, que no se permite<br />
casi ni una sola libertad métrica y hace<br />
tocar las notas al pie de la letra, aunque a<br />
veces se le vaya la mano en la intensidad<br />
–por ejemplo, los inmisericordes timbalazos<br />
que acompañan a la llegada de<br />
Waltraute– e incurre en determinadas prácticas<br />
convertidas hoy en tópico: amplio y<br />
solemne preludio de El oro del Rin, Viaje de<br />
Sigfrido por el Rin desbocado. Neuhold<br />
carece de la capacidad para diferenciar las<br />
atmósferas y hacer progresar dramáticamente<br />
la dilatada acción, la cual, por otra<br />
parte, le dura las catorce horas también<br />
habituales hoy. Quizá lo peor sea el carácter<br />
cómico del final del primer acto de<br />
Sigfrido –¿tuvo que ver algo en ello el desconocido<br />
régisseur?– y el tufo a grand opéra<br />
que dejan los dos primeros actos de El<br />
ocaso de los dioses.<br />
¡Pues está usted poniéndonos atractivas<br />
las cosas!, dirá quizá el escéptico de los<br />
duros a cuatro reales. Nada de eso, caballero,<br />
me limito a explicar un poco lo que<br />
aquí no se puede pedir y encontrar, esto es,<br />
un olmo que dé peras. Pero oídas por separado<br />
las cuatro obras –este Anillo no debe<br />
oírse como ciclo en cuatro veladas consecutivas,<br />
sino espaciado– no sólo no se sufre<br />
martirio alguno, sino que a veces se disfruta,<br />
permítaseme la comparación, como<br />
cuando se chatea con clarete. Así, El oro<br />
del Rin tiene buen nivel, es homogéneo,<br />
está expuesto con claridad y no desmerece<br />
al lado de los grabados en los últimos veinte<br />
años, con la excepción del tan promete-<br />
( 16 )<br />
dor –el ciclo quedó truncado– que<br />
Dohnányi comandó en Cleveland: lo que<br />
se echa a faltar es que Loge, no mal cantado<br />
por Hans–Jörg Weinschenk, no se eleve<br />
a la condición de protagonista. La Walkyria<br />
sorprende también por su calidad media<br />
tanto en la orquesta como en la escena.<br />
Eduard Cook canta Siegmund con bello<br />
timbre y notable calidad en los registros<br />
central y agudo; en el segundo acto se aprecia<br />
ya el escaso desarrollo de los graves,<br />
quizá por tratarse de un cantante joven, que<br />
es su mayor lastre al hacer después un<br />
Siegfried del Ocaso decente pero corto.<br />
Más importante parece su Sieglinde,<br />
Gabriela Maria Ronge, otra voz joven y<br />
grata, quien además consigue dar relevancia<br />
a Gutrune y a la Tercera Norna. Frode<br />
Olsen, Hunding de voz potente pero no<br />
oscura, convence con su actuación, en la<br />
que se perciben la distancia inicial, la creciente<br />
desconfianza y la ferocidad final en<br />
presencia del enemigo. Muy bien para los<br />
tiempos que corren John Wegner como<br />
Wotan: los excelentes agudos al final de su<br />
arenga a Brünnhilde son la confirmación de<br />
alguien que mantiene el mismo nivel en el<br />
prólogo, en esta jornada y en la siguiente: si<br />
este hombre tiene prestancia escénica y no<br />
ha decaído vocalmente desde que actuó en<br />
Karlsruhe, parece que podría aspirar a salir<br />
del côté province. También mantiene el<br />
mismo nivel continuo Carla Pohl,<br />
Brünnhilde, de expresividad más limitada o<br />
contenida, pero no fatigada. Con todo, lo<br />
mejor se halla en la estupenda Fricka de<br />
Zlatomira Nikolova, cantante hecha, cálida,<br />
con autoridad, quien luego vuelve a<br />
convencer como Segunda Norna y como<br />
Waltraute: la escena de las dos walkyrias va<br />
a más y quizá puede ser destacada como el<br />
momento más logrado en todo este Anillo.<br />
Como ya anticipé, Sigfrido y El ocaso<br />
son desiguales, aunque tampoco faltan aquí<br />
los logros. El Sigfrido de Wolfgang<br />
Neumann es joven, claramente baritonal,<br />
falto de color personal y pobre artísticamente,<br />
incluso he anotado «algo cursi y<br />
tontorrón». Hubiera sido un milagro que<br />
estuviera oculto en Karlsruhe al menos otro<br />
Kollo o Jerusalem de los buenos (relativamente)<br />
tiempos; mas este caballero no hace<br />
daño al oído, no hace desear que se calle y<br />
deje de martirizarnos. Los dos nibelungos,<br />
Oleg Bryjak y Hans–Jörg Weinschenk, elevan<br />
aquí algo el discreto nivel del prólogo<br />
–donde Mime es Michael Nowak, inferior a<br />
Weinschenk–, el Fafner (con bocina) de<br />
Simon Yang resulta adecuadamente cavernoso,<br />
el ave de Tiny Peters no es jilguero o<br />
mirlo, sino cuclillo, y la famosa Ortrun<br />
Wenkel, que también canta la Primera<br />
Norna, da calidad a Erda, sobre todo cuando<br />
anuncia el final a Wotan. También son<br />
cantantes conocidos Bodo Brinkmann, el<br />
Gunther de Kupfer y Barenboim en<br />
Bayreuth, y Mette Ejsing, la actual Erda en<br />
el Anillo de Flimm. Del Hagen de Tervo ya<br />
dije que con él baja el nivel: es de lamentar,<br />
porque el papel tiene suma importancia.<br />
Una curiosidad es que, en El oro del<br />
Rin, Wilja Ernst– Masuraitis se hace cargo
de Fricka y de Flosshilde; como esto es impracticable<br />
en la escena final salvo trucaje en cuestión<br />
de segundos, hay que deducir que aquí hay un<br />
error o que están ensambladas las tomas de al<br />
menos dos representaciones (3). Concluiré con el<br />
elogio del Terceto de ondinas, entre las que destaca<br />
Doris Brüggemann (Woglinde), y del octeto de<br />
walkyrias, en el que también se oye a la notable<br />
Nikolova (Waltraute).<br />
La ingeniería de sonido responde al estándar<br />
actual. La presentación es buena, obviamente sin<br />
los libretos, pero sí con un comentario general y<br />
las correspondientes sinopsis en cinco idiomas, lo<br />
que revela el propósito de Bella Vista de llegar a<br />
un público amplio; curiosamente, la traducción al<br />
español, anónima, es la más confusa, empezando<br />
ya por el título: El Anello [sic] del Nibelungo. Es<br />
una lástima que no se dé información alguna<br />
sobre la personalidad del director y de sus cantantes;<br />
pero no puede pedirse más a cambio de 959<br />
duros. Aquí hay oro rojizo, oro de Nuremberg (o<br />
Karlsruhe) con mucho(s) cobre(s), pero con su<br />
poco de metal noble. Aquí tienen su oportunidad<br />
quienes quieran iniciarse en los misterios del<br />
Anillo sin realizar dispendios, los jóvenes que aún<br />
dependen del bolsillo paterno, los pensionistas<br />
como nuestro viejo amigo el lobo wagneriano y,<br />
como se leía en los carteles de toros en la época<br />
de la oprobiosa, los militares sin graduación.<br />
También deberían aprovecharla los<br />
Conservatorios y escuelas y colegios públicos,<br />
concertados y privados; pero esto me parece que<br />
suena a música celestial. Por último, a los wagnerianos<br />
de pro e incluso a los «creyentes», que<br />
estas Navidades tendrán que hacer cálculos en<br />
presencia del soberbio Anillo de 1958, sensacionalmente<br />
reprocesado, puede interesarles esta<br />
Tetralogía como complemento e incluso para,<br />
mediante la práctica de «la elegancia social del<br />
regalo», ayudar a hacer afición, que buena falta<br />
hace. ¡Ah, se me olvidaba! Mi querido don<br />
Escéptico, aquí no se le engaña. Haga usted profesión<br />
de fe y compre su parte de este oro alemán.<br />
Me lo agradecerá, si no le parece mal, con un<br />
euro de plata.<br />
Á.-F.M.<br />
(1) Veit Pogner es orfebre en Nuremberg. Wagner no da<br />
detalles sobre su actividad. ¿Mas utilizaría en sus trabajos<br />
el oro autóctono? La cuestión parece menor, pero<br />
quizá daría algo de sí, pues en El oro del Rin se habla<br />
siempre de anillo rojizo; sólo en una ocasión se le adjetiva<br />
como amarillo.<br />
(2) Esta segunda edición, que se distingue de la primera<br />
por un círculo azul que lo advierte en la cubierta y también<br />
por su peso y volumen (120 páginas más), apenas<br />
merecerá cuatro líneas aquí y allá. Así, con toda desfachatez,<br />
pero en legítima defensa, aprovecho la oportunidad<br />
para dejar constancia de su aparición y de que contiene<br />
varias mejoras.<br />
(3) Según la acotación escénica, Wotan lleva de la mano<br />
a Fricka al empezar a pisar el arcoiris. Sólo se me ocurre<br />
que durante la intervención de Loge –«A su fin corren»–<br />
los dioses se acerquen a las bambalinas y allí se produzca<br />
el cambio de Fricka por su doble. Esto me parece<br />
escena–ficción pura y dura. En el segundo Anillo bayreuthiano<br />
de Wieland Wagner, todos los dioses descendían<br />
de la plataforma y desaparecían, pero esto sucedía<br />
sólo después de la segunda intervención de Loge<br />
–«¡Vosotras, ahí, en el agua!»– y las subsiguientes risas<br />
de la tropa divina. Loge (Windgassen) se quedaba sólo,<br />
con los brazos cruzados, rodeado de un gran halo rojizo<br />
y mirando al público: cuadro impresionante. En<br />
Karlsruhe, me quedo con la conclusión de que no hubo<br />
escamoteo, sino parche técnico.<br />
R. WAGNER: El anillo del Nibelungo [Edición completa] /<br />
Wegner, Hannula, Muraro, Weinschenk, Bryjak, Nowak, Yang,<br />
Smith, Ernst–Masuraitis, Floeren, Ejsing, Brüggemann, Vode,<br />
Cooke, Olsen, Ronge, Pohl, Nikolova, Chalker, Egler, O’Brien,<br />
Kempa, Wullkopf, Neumann, Wenkel, Peters, Brinkmann, Tervo<br />
/ Orquesta Estatal de Baden y Coro del Teatro Estatal de<br />
Karlsruhe. Dir.: Günther Neuhold / Comentario y sinopsis en<br />
cinco idiomas / TIM / Ref.: 205200 (14 Cds) P.V.P.: 4.590 ptas.–<br />
Como muchos otros italianos, Giuseppe Di Stefano (Catania, 1921) sufrió los<br />
rigores de la Segunda Guerra Mundial y, cuando ésta ya terminaba, pasó<br />
unos meses internado en un campo de refugiados en Suiza. Su voz maravillosa<br />
fue advertida por el capellán castrense y, al poco tiempo, comenzó a grabar<br />
para la radio de la Suisse Romande. Varios sellos han publicado en parte tales<br />
registros; el último fue Tetasment (SBT 1096, comentado en el número 56 de este<br />
Boletín). Ahora, PREISER recupera las grabaciones<br />
realizadas entre 1944 y 1946, que<br />
recogen una voz llena de hechizo o embrujo.<br />
Tal sería nuestra traducción de la canción de<br />
Tosti, Malía, válida para describir una voz que<br />
no busca imponerse al oyente, como las de<br />
Corelli o Del Monaco, sino seducirle con su<br />
riqueza armónica, con su dulzura y su ductilidad<br />
para el matiz.<br />
Peter Hutchinson, redactor del texto que<br />
acompañaba el CD Testament, ha recopilado<br />
todo el material disponible en la Radio Suisse<br />
Romande relativo al joven Di Stefano.<br />
También ha redactado unos textos de presentación<br />
entusiastas, aunque a veces discutibles.<br />
El primero de los dos CD se titula Joyas inéditas<br />
y contiene 17 números del Paganini de Lehár cantados en francés, en nueve<br />
de los cuales interviene Di Stefano. Los compañeros de reparto son aceptables, y<br />
la Orquesta de la Radio de Lausana (Suisse Romande) toca bien bajo la batuta de<br />
Victor Desarzens. Pero lo más atractivo, en mi opinión, son las nueve canciones<br />
acompañadas con piano u orquestina, entre ellas Musica proibita, Dicitencello<br />
vuje, Visione veneziana y, cómo no, O sole mio, tan hermosas, tan radiantes del<br />
sol mediterráneo que brillaba en esta voz privilegiada, como admirablemente<br />
cantadas. Los registros datan todos de 1946, y suenan de modo aceptable, con<br />
muy buena presencia vocal.<br />
El otro CD, titulado Tesoros tempranos, se acompaña también de un comentario<br />
de Peter Hutchinson y de un breve y útil resumen de los textos cantados. Lo<br />
componen siete fragmentos de ópera y quince canciones de Bixio, Gastaldon y<br />
otros autores. Uno destacaría las dos de Tosti, Ideale y L’ultima canzone, preciosas<br />
ambas, en la primera de las cuales Di Stefano prodiga unas medias voces fascinantes,<br />
un tanto al estilo de Fleta, no siempre ortodoxas pero invariablemente<br />
cautivadoras. Novedad en la discografía del tenor es el célebre dúo de Pescadores<br />
de perlas que Di Stefano canta con un sonoro barítono llamado Marchiò. Muy<br />
bella también la Serenata de Mascagni, el «Lamento de Federico» y el «Adiós a<br />
la vida». En todos los títulos, la dicción de «Pippo» tiene esa inusitada claridad<br />
que siempre le conocimos, y la calidez de su fraseo era ya entonces la misma que<br />
iba a prodigar a lo largo de toda su carrera. Conviene reiterar que estos registros<br />
de 1945 son diferentes de los incluidos en el CD Testament antes mencionado.<br />
Estos dos compactos confirman que la voz del joven Di Stefano fue la más<br />
bella de posguerra en la cuerda de tenor y que, en estos años mozos, cantaba de<br />
modo cautivador. Los aficionados más veteranos acaso aún recuerden una Manon<br />
en la que su voz de oro se unió a la de Victoria de los Ángeles y un Rigoletto con<br />
Carlos Guichandut, óperas que pudieron escucharse en algunas afortunadas ciudades<br />
españolas, a finales de los años 40. ¡Qué tiempos!<br />
( 17 )<br />
PREISER presenta dos monográficos<br />
Di Stefano con grabaciones de 1943–1946<br />
Malía<br />
R.A.<br />
GIUSEPPE DI STEFANO – Joyas inéditas / Grabaciones de autores diversos (1943–46) / PREISER / Ref.:<br />
93426 (1 CD) D2<br />
GIUSEPPE DI STEFANO – Tesoros tempranos / Grabaciones de autores diversos (1943–46) / PREISER /<br />
Ref.: 93432 (1 CD) D2<br />
C.C. DE CASTRO: Obras orquestales<br />
/ O.F. de Gran Canaria / Dirs.:<br />
Adrian Leaper y José Ramón<br />
Encinar / COL LEGNO / Ref.: WWE<br />
20202 (1 CD) D1<br />
LUIS DE PABLO: Música de<br />
cámara / Trío; Retratos y trnascripciones<br />
(I); Compostela; Cuatro<br />
fragmentos de Kiu; Federico<br />
Mompou in memoriam / Diversos<br />
intérpretes / COL LEGNO / Ref.:<br />
WWE 20046 (1 CD) D1<br />
FESTIVAL DONAUESCHINGEN<br />
2000 - Diversos autores, obras e<br />
intérpretes / Primeras grabaciones<br />
mundiales / COL LEGNO / Ref.:<br />
WWE 20201 (4 CD) D1 x 4
Obras de Mozart y Beethoven, en cuatro discos TESTAMENT dedicados a Solomon<br />
La verdad de un mito<br />
Solomon, nombre artístico<br />
de Solomon Cutner<br />
(1901–1988), es no sólo el<br />
mejor pianista inglés de todos los<br />
tiempos –con perdón de Sir<br />
Clifford Curzon y Dame Myra<br />
Hess– sino uno de los mitos de la<br />
interpretación musical del siglo<br />
XX. Protegido de Mathilde<br />
Verne, su escuela sería, por<br />
tanto, la de la mismísima Clara<br />
Schumann. Por la vía Lazare<br />
Levy emparentaría con Clara Haskil y Monique Haas –como Ivonne<br />
Loriod o Anne Queffélec, posteriores a él. Es decir, mayoría abrumadoramente<br />
femenina en el árbol genealógico de un artista a<br />
quien se ha asociado siempre mucho más con la elegancia, la delicadeza,<br />
la huida del poderío sonoro, es decir, con cualidades que<br />
podrían pertenecer más a las que a los pianistas –poniendo en lo<br />
que digo todo el cuidado del mundo para no ser confundido con<br />
alguien políticamente incorrecto. Solomon poseía, y estos discos<br />
que recupera TESTAMENT con excelentes grabaciones estéreo y<br />
mono de mediados de los cincuenta así lo prueban, un extraordinario<br />
sentido de la construcción de la obra, la veía en su conjunto con<br />
una inteligencia admirable para irla construyendo con similar cuidado.<br />
Cualidades expresivas como el rubato o las dinámicas no perjudican<br />
jamás el conjunto, el fraseo es siempre elegante, lejos de<br />
cualquier afectación, y el piano es un primus inter pares ligado, y no<br />
enfrentado, a una orquesta con la que colabora, no riñe. Refinado,<br />
noble, son calificativos que se han aplicado con acierto a la manera<br />
interpretativa de Solomon. No estaría uno tan de acuerdo con<br />
quien le ha tachado de austero, tal vez para ligarle a otra leyenda<br />
igualmente truncada –la enfermedad retiró a Solomon de las salas<br />
de concierto a los cincuenta y cuatro años–: Dinu Lipatti.<br />
Para Bryce Morrison, el Mozart de Solomon es apolíneo y reservado,<br />
mientras que su Beethoven luce dionisíaco y elemental. La<br />
verdad es que, en efecto, el Mozart es tal cual, pero no sé si en<br />
Beethoven no cabría hablar igualmente de un desarrollo de esa<br />
reserva mozartiana, de una conclusión positiva, afirmadora, interior<br />
( 18 )<br />
y compartible al mismo tiempo,<br />
de las cualidades expresivas de<br />
la forma clásica. No podía ser de<br />
otro modo en alguien tan poco<br />
dado a una efusión que no venga<br />
de la mismísima escritura, que<br />
no se revele desde el estilo. En<br />
ese sentido, cabría hablar de<br />
Solomon como de un pianista<br />
esencialmente poético, y entre<br />
todas las muestras de las que<br />
están repletos estos discos uno<br />
destacaría especialmente el inicio del Concierto nº 4 de Beethoven<br />
como ejemplo evidente. Es verdad que el acompañamiento de<br />
André Cluytens colabora con atención extrema, no en vano el belga<br />
era un beethoveniano de primera categoría. Él es el mejor director<br />
de los tres que aquí sirven a Solomon, pero tampoco está mal recuperar<br />
las calidades de Ackermann –algo más que el servidor de la<br />
Schwarzkopf en las operetas que Walter Legge preparó para su<br />
mujer en los buenos tiempos de EMI– y reivindicar a Herbert<br />
Menges, el más injustamente olvidado de los directores de orquesta<br />
ingleses. En fin, no se pierdan ustedes estos discos, que serán una<br />
revelación para muchos y un placer para todos.<br />
Luis Suñén<br />
L. VAN BEETHOVEN: Concierto para piano nº 1 en do mayor, op. 15; Concierto para<br />
piano nº 2 en si bemol mayor, op. 19 / Solomon (piano) / Orquesta Philharmonia. Dirs.:<br />
Herbert Menges y André Cluytens / TESTAMENT / Ref.: SBT 1219 (1 CD) D2<br />
L. VAN BEETHOVEN: Concierto para piano nº 3 en do menor, op. 37; Concierto para<br />
piano nº 4 en sol mayor, op. 58 / Solomon (piano) / Orquesta Philharmonia. Dirs.:<br />
Herbert Menges y André Cluytens / TESTAMENT / Ref.: SBT 1220 (1 CD) D2<br />
L. VAN BEETHOVEN: Concierto para piano nº 5 en mi bemol mayor, op. 73, Emperador<br />
– W.A. MOZART: Sonatas para piano núms. 11 en la mayor y 17 en re mayor, KV 331<br />
y 576 / Solomon (piano) / Orquesta Philharmonia. Dir.: Herbert Menges / TESTAMENT<br />
/ Ref.: SBT 1221 (1 CD) D2<br />
W.A. MOZART: Concierto para piano nº 15 en si bemol mayor; Concierto para piano<br />
nº 23 en la mayor, KV 488; Concierto para piano nº 24 en do menor, KV 491 / Solomon<br />
(piano) / Orquesta Philharmonia. Dirs.: Otto Ackermann y Herbert Menges / TESTA-<br />
MENT / Ref.: SBT 1222 (1 CD) D2<br />
Los dos septetos de Alexander Ernst Fesca (1820–1849): una magnífica primicia de CPO<br />
Brumas de otoño<br />
Niño prodigio, pianista de reconocido talento durante sus años de mocedad, afamado compositor de óperas en su juventud, la prematura<br />
muerte de Alexander Ernst Fesca, cuando tan sólo contaba con 29 años de edad (lo que no fue óbice para dejarnos un<br />
legado de más de 60 obras entre piezas instrumentales y vocales de gran calidad que abarcan casi todos los géneros de moda en<br />
le época), quizás haya sido, en gran medida, la causante de que un músico con sus cualidades haya<br />
pasado casi de puntillas por la historia de la música. Los dos septetos para piano, oboe, trompa, violín,<br />
violoncello y bajo que ahora presentamos (publicados en torno a 1842 con los números de opus<br />
26 y 28, respectivamente), ambos escritos en tonalidades menores, son, sin duda, dignos continuadores<br />
de un género que tuvo sus primeros y más destacados ejemplos en las obras de Beethoven,<br />
Ries, Hummel o Moscheles, y que acaso de la mano de Fesca alcanzara su madurez. Se trata, en<br />
todo caso, de obras camerísticas de gran intensidad musical que nos muestran por momentos el lado<br />
más técnico de un Fesca genial, innovador y desbordante del que emanan sin cesar las ideas melódicas<br />
y armónicas más audaces y bellas, pero también su vertiente humana, posiblemente también<br />
la más íntima, perfectamente plasmada en la emotiva melancolía y dulce delicadeza de sus movimientos<br />
lentos que nos evocan todo un mundo imaginario de ensueños, de fantasías oníricas, de<br />
paisajes otoñales y brumosos (Andante con moto del septeto número 2), tan próximos al espíritu<br />
romántico del compositor, y en la desbordante alegría juvenil de los rápidos, donde la pasión desenfrenada<br />
y una escritura musical de gran talento se mezclan formando un conjunto de inusitada y elegante<br />
belleza (Finale. Allegro con fuoco del septeto número 1, con un solo de violín inolvidable).<br />
Los componentes del Linos–Ensemble, habituales en CPO, nos proponen una versión muy equilibrada,<br />
apasionada y hasta genial en la que el perfecto desarrollo de cada una de las voces (en especial<br />
el piano, verdadero protagonista en las dos obras, magníficamente interpretado por Konstanze<br />
Eickhorst), la elegancia del conjunto sonoro, unidas al interés de unas obras desconocidas pero maestras en su género, convierten este<br />
compacto en uno de los referentes indiscutibles para todos los amantes de la música de cámara del primer Romanticismo alemán.<br />
A.E. FESCA: Septeto nº 1 en do menor, op. 26; Septeto nº 2 en re menor, op. 28 / Linos– Ensemble / CPO / Ref.: 999617–2 (1 CD) D5<br />
El Conde de Bonaplata
PIONEER presenta los ballets de Chaikovski La bella durmiente y Cascanueces en soporte DVD<br />
Vástagos de la rivalidad<br />
E<br />
l antagonismo no siempre engendra discordia,<br />
sino, a veces, fructuosos logros.<br />
De la competencia entre los dos templos<br />
de la danza rusa en la época zarista –el<br />
Bolshói de Moscú y el Mariinski de San<br />
Petersburgo– brotaron los tres ballets compuestos<br />
por Piotr I. Chaikovski, retoños de<br />
imperecedera fama diferentes en carácter,<br />
devenidos en auténticos clásicos y canónicos<br />
ejemplos para sucesivos cultores del género<br />
como Stravinski y Prokófiev, merced a una<br />
música de superior empaque a la funcional y<br />
mediocre habitualmente escrita para la danza<br />
decimonónica, por entonces reducida a mero<br />
espectáculo decorativo. Primero el teatro<br />
moscovita encargó al compositor –en aquel<br />
tiempo dispuesto a alejarse de la ópera a<br />
causa de las limitaciones<br />
impuestas<br />
por la palabra, y<br />
proclive hacia el<br />
ballet en gracia a<br />
su tendencia a la<br />
infinitud espacial–<br />
el alegórico Lébedinoie<br />
ózero («El<br />
lago de los cisnes»),<br />
que se estrenó<br />
el 20 de febrero<br />
de 1877.<br />
Iván Vsévolozhski,<br />
director de los<br />
Teatros Imperiales,<br />
tenía el deseo<br />
–acaso originado<br />
por la velada pugna antedicha– de un nuevo<br />
ballet de Chaikovski destinado al coliseo<br />
petersburgués que se inspirase en La bella<br />
durmiente del bosque, de Charles Perrault.<br />
Entre diciembre de 1888 y septiembre de<br />
1889, el no siempre deprimido y gemebundo<br />
Petia ultimó la partitura comisionada, ateniéndose<br />
a las pautas del coreógrafo y libretista<br />
marsellés Marius Petipa, inspector de la<br />
Danza e incuestionable regidor del Ballet<br />
imperial ruso desde 1859. Tuvo lugar la creación<br />
de Spiashchaia krasávitsa («La bella durmiente»),<br />
Op. 66, en un prólogo y tres actos,<br />
el 15 de enero de 1890 en el previsto<br />
Mariinski con la asistencia del zar Aleksandr<br />
III, el cual invitó al compositor a su palco y<br />
festejó con unción real el ballet, calificándolo<br />
simplonamente de «muy bonito». Pese a la<br />
fastuosidad versallesca de los decorados y el<br />
vestuario, las infinitas posibilidades de la contrastante<br />
coreografía, la excelencia de los bailarines<br />
–entre los que figuraba Maria, la hija<br />
de Petipa, encarnando al hada Lila– y la magnitud<br />
imperial del evento, el público reaccionó<br />
sin entusiasmo y acogió con tibios aplausos<br />
la elaborada revisión del cuento de hadas.<br />
Después de varios remozamientos, en<br />
1945 se estableció en Londres la compañía<br />
británica de danza de mayor prestigio contemporáneo:<br />
entonces con el nombre de<br />
Sadler’s Wells Ballet y en 1957 rebautizada<br />
con su actual denominación de Royal Ballet,<br />
que duraderamente sería dirigida por su fundadora,<br />
la bailarina irlandesa Ninette de<br />
Valois (en realidad, llamada Edris Stannus).<br />
PIONEER presenta una producción de La bella<br />
durmiente creada para el Royal Ballet por<br />
Anthony Dowell (antiguo y destacado astro de<br />
la troupe ya retirado), grabada para la televisión<br />
por Colin Nears en la londinense Royal<br />
Opera House, e inicialmente editada en 1994.<br />
Utiliza esta versión la coreografía original de<br />
Petipa, con adiciones debidas a Frederick<br />
Ashton (veterano bailarín y coreógrafo),<br />
Kenneth MacMillan (en los años sesenta director<br />
del ballet de la Ópera de Berlín occidental)<br />
y Feodor Lopokov. Es de lamentar la supresión<br />
de varias escenas como en el tercer acto la<br />
Variación de Cenicienta y el Príncipe, la<br />
ausencia de ambos en el Paso de carácter,<br />
además de la de Pulgarcito, sus hermanos y el<br />
ogro. Entre los bailarines solistas destacan la<br />
frágil a fuer de filiforme Aurora de Viviana<br />
Durante, la gracilidad de Benazir Hussein en<br />
el hada Lila y el atractivo aplomo de Zoltán<br />
Solymosi (aquí príncipe Florimundo en vez de<br />
Désiré); aunque el principal reclamo lo constituye<br />
la impactante caracterización del propio<br />
Anthony Dowell cual pérfida y tremebundamente<br />
pavorosa hada Carabosse. Asimismo<br />
el lujoso vestuario, la evocativa escenografía<br />
rococó de caprichosas perspectivas con móviles<br />
decorados y el tejido musical de la<br />
Orchestra of the Royal House, estilan una<br />
luminosa y placentera velada.<br />
Principiando 1891 recibió Chaikovski un<br />
nuevo encargo de Vsévolozhski destinado al<br />
Mariinski: la composición de una ópera en un<br />
acto y un ballet feérico basado en un libreto<br />
de Petipa, según la adaptación de Dumas<br />
padre del cuento de E.T.A. Hoffmann El cascanueces<br />
y el rey de los ratones. A Piotr no le<br />
seducía la idea de tal ballet, por lo que logró<br />
aplazar su entrega para la temporada siguiente.<br />
Esbozó el primer acto, emprendió en primavera<br />
una gira por Europa y América –donde<br />
inauguró el Carnegie Hall neoyorquino– y<br />
regresó a Rusia apeteciéndole introducir en su<br />
pieza danzada la celesta, instrumento que<br />
acababa de descubrir en París. Reanudó la<br />
escritura, que le ocupó hasta abril de 1892,<br />
acuciado por sus sempiternas dudas acerca<br />
del valor de su música, para él inferior a la del<br />
título precedente. Una enfermedad de Petipa<br />
hizo que su segundo maestro de baile, Lev<br />
Ivánov, llevase a término la coreografía. Antes<br />
de que la partitura estuviese concluida, su<br />
autor dio a conocer públicamente una Suite<br />
orquestal en marzo. Finalmente, el telón del<br />
Mariinski se levantó el 18 de diciembre de<br />
1892 para ofrecer un programa formado, en la<br />
primera parte, por su postrera ópera Iolanta,<br />
dirigida por Eduard Nápravnik; y en la segunda<br />
por su último ballet, Shchelkunchik<br />
(«Cascanueces»), Op. 71, dividido en dos<br />
actos y ejecutado bajo la batuta de Riccardo<br />
Drigo. Supuso la función un acontecimiento<br />
cortesano que nuevamente contó con la presencia<br />
aprobatoria del zar y una moderada<br />
aclamación por parte de los espectadores. Si<br />
bien se celebró la profusión de sensitivas y<br />
encantadoras melodías, no gustaron decorados<br />
ni vestuario por encontrarlos faltos de<br />
gusto, y a la célebre Antonietta dell’Era, que<br />
bailaba el hada Confite, se le imputó falta de<br />
ligereza y seducción. En el curso del tiempo la<br />
obra ha cautivado irresistiblemente a las<br />
audiencias, erigida en paradigma de la danza<br />
romántica, y tentado a «creadores» de variopinta<br />
laya, como a Maurice Béjart en su<br />
reciente experimento ególatra para el Ballet<br />
de Lausanne, aquí rememorado del repositorio<br />
de lo equívoco.<br />
Propone PIONEER la concienzuda y convincente<br />
producción ideada para el<br />
Birmingham Royal Ballet por Sir Peter Wright<br />
(anglosajón que desarrolló una importante<br />
actividad en el Ballet de Munich), el cual<br />
aporta aditamentos propios y de Vincent<br />
( 19 )<br />
Redmon a la primitiva<br />
coreografía de<br />
Ivánov. Se trata de<br />
una realización bella<br />
y brillante dentro del<br />
patrón tradicional,<br />
desde los elegantes<br />
decorados oscuros<br />
mas no lúgubres<br />
hasta el suntuoso<br />
vestuario de sobrias al par que cálidas tonalidades,<br />
realzada por una idónea luminotecnia.<br />
Registrada para la BBC por la experta cámara<br />
del ubicuo Derek Bailey en 1990, en el marco<br />
teatral del Birmingham Hippodrome, el auditorio<br />
premia con calurosos aplausos el viaje<br />
de Clara al reino de las golosinas cabalgando<br />
un ave voladora que abre el segundo acto, en<br />
señal de reconocimiento a la utilización de<br />
maquinaria en beneficio de la fascinación<br />
escénica. Desafortunadamente, en este acto<br />
se persiste en la reprobable práctica de suprimir<br />
en el Divertissement la escena de «Madre<br />
cigüeña y los payasos». La orquesta Royal<br />
Ballet Sinfonia es dirigida, igual que la de La<br />
bella durmiente, por el ducho y diligente<br />
Barry Wordsworth. Encabeza el cartel de bailarines<br />
la figura arrolladora de Irek<br />
Mujamédov en la veste del príncipe<br />
Cascanueces, ahora en la sazón de su granada<br />
madurez. En los años ochenta fue un astro fulgurante<br />
en el firmamento del Bolshói, donde,<br />
con completa identificación, contundente<br />
seguridad y prodigiosamente musculada técnica,<br />
encarnó tanto papeles clásicos de<br />
Minkus y Chaikovski como modernos de<br />
Prokófiev, Shostakóvich, Jachaturián y<br />
Melikov; antes de unirse, en los años noventa,<br />
a los bailarines soviéticos en su «evacuación»<br />
hacia la tierra de promisión del consumismo y<br />
establecerse en Londres para consolidar su<br />
reputación en Occidente. A sus flancos, no<br />
desmerecen las notables prestaciones de la<br />
etérea Sandra Madgwick como Clara o de la<br />
alípede hada Confite de Miyako Yoshida.<br />
Con anterioridad PIONEER había permitido<br />
apreciar las cualidades artísticas de Viviana<br />
Durante, Zoltán Solymosi e Irek Mujamédov<br />
en sus intervenciones en el título Gala homenaje<br />
a Chaikovski. Ahora sus nuevas referencias,<br />
servidas con una definición de imagen<br />
de gran calidad en formato para pantalla de<br />
TV normal y excelente sonido estéreo de dos<br />
canales, espectacular Dolby digital y apoteósico<br />
Surround envolvente de seis canales, proporcionan<br />
el gozo de dos sesiones memorables.<br />
José Luis Gómez Lozano<br />
P.I. TCHAIKOVSKY: La bella durmiente [Ballet] /<br />
Durante, Solymosi, Dowell, Hussein, Tuckett, McGorian<br />
/ Orquesta de la Royal Opera House. Dir.: Barry<br />
Wordsworth / Coreografía: Marius Petipa / Menú y libreto<br />
en castellano / PIONEER / Ref.: DVD 8926 (1 DVD)<br />
P.V.P.: 5.995 ptas.–<br />
P.I. TCHAIKOVSKY: Cascanueces [Ballet] /<br />
Mukhamedov, Yoshida, Cipolla, Madgwick / Orquesta<br />
del Royal Ballet de Birmingham. Dir.: Barry Wordsworth<br />
/ Coreografía: Peter Wright, Lev Ivanov, Vincent Redmon<br />
/ Menú y libreto en castellano / PIONEER / Ref.: DVD<br />
8927 (1 DVD) P.V.P.: 5.995 ptas.–<br />
También disponible:<br />
GALA TRIBUTE TO TCHAIKOVSKY – Homenaje de la<br />
Royal Opera House y el Royal Ballet a la vida y obra de<br />
P.I. Tchaikovsky / Dirs.: Edward Downes, Barry<br />
Wordsworth, Stephen Barlow y Plácido Domingo /<br />
Subtítulos en castellano / PIONEER / Ref.: DVD 8922 (1<br />
DVD) P.V.P.: 5.495 ptas.–
Paavo Berglund presenta una integral<br />
sinfónica brahmsiana, en ONDINE<br />
Forma y lirismo<br />
Sorprende encontrar a un director como Berglund (Helsinki,<br />
1929) dirigiendo música de Brahms. Siempre se le asocia,<br />
con razón, a Sibelius (ha grabado tres veces la integral de las<br />
Sinfonías), Nielsen, Shostakovich o, incluso, los checos. Es un<br />
maestro sólido, de los pocos que, por cierto, sujetan la batuta con<br />
la mano izquierda, formado en Finlandia y Centroeuropa, afincado<br />
durante años en el Reino Unido. Músico serio, de criterios firmes,<br />
que suele dar en la diana en partituras de corte rapsódico,<br />
de contrastados colores, y que mantiene habitualmente una línea<br />
constructiva asentada en pautas muy seguras. No es detallista, lo<br />
suyo es el concepto amplio, la gran curva, el dibujo general. Es a<br />
veces curiosamente claro, no ya de gesto, sino en lo que respecta<br />
a la realización de complejos contrapuntos, bien que por su<br />
mímica, su pesada actitud<br />
en el podio, el espectro<br />
tímbrico de sus texturas,<br />
pudiera parecer más lógico<br />
lo contrario. Las características<br />
directoriales de<br />
Berglund están presentes,<br />
para bien y para mal, en<br />
estas versiones de las<br />
Sinfonías de Brahms tocadas<br />
por la Orquesta de<br />
Cámara de Europa, conjunto<br />
con el que ha trabajado<br />
mucho y con el que<br />
ha registrado, por ejemplo,<br />
su tercera integral de<br />
Sibelius. El estilo de Berglund es hosco, concentrado en la forma<br />
y no tanto en el fondo, exento de gracia y sobre todo de lirismo,<br />
de hálito poético, algo tan importante en estas obras del compositor<br />
hamburgués. Es lógico así que algunos de esos momentos<br />
esenciales y claves de esas partituras se le escapen pese a la<br />
buena –no siempre excelente: ahí están esos compases irregulares<br />
del Fugato del Andante de la nº 4– ejecución de la orquesta, que<br />
a veces se nos antoja demasiado liviana, falta de densidad y de<br />
anchura –lo que no está reñido con la transparencia– para dar con<br />
la almendra de tantos compases: frase de la cuerda que abre el<br />
Allegro final de la Primera Sinfonía, coda del Allegro inicial de la<br />
Cuarta, por ejemplo. El comienzo de esta última obra es un caso<br />
claro de esas carencias poéticas: la célebre frase no sale de la<br />
nada, se presenta así, de improviso, con un comienzo y un final,<br />
lo que rompe ese efecto milagroso previsto por el compositor y<br />
obtenido por algunos –no muchos– directores. Paradójicamente<br />
hay instantes en los que se peca por exceso, como en el no menos<br />
conocido Poco allegretto de la Tercera, cuya famosa cantilena<br />
aparece enfáticamente acentuada en la última parte del compás.<br />
El tono, entre soñador y misterioso, nocturnal, del Andante de la<br />
Sinfonía postrera tampoco acaba de ser localizado y todo nos<br />
suena prosaico. Ninguna o poca gracia por su parte en el Scherzo<br />
de la Segunda, con esa apoyatura tan difícil a veces de definir sin<br />
pasarse, aunque hay que reconocer que el trío está realizado con<br />
tino y con la ligereza requerida. Porque en esa ligereza y sobre<br />
todo claridad de voces es en lo que más destaca esta integral.<br />
Seguimos perfectamente la evolución temática y contrapuntística<br />
del primer movimiento de la Sinfonía nº 4, cuyo Finale, esa soberana<br />
Passacaglia, está muy bien trabajado; bien que, como decimos<br />
existan otras limitaciones que impiden otorgar carácter de<br />
grande a la interpretación. Para quien quiera tener una reproducción<br />
clara más que minuciosa, bien expuesta antes que extraordinariamente<br />
tocada, medida más que poética, hasta cierto punto<br />
rigurosa en lo formal antes que alentadora del poderoso lirismo<br />
que albergan estas composiciones, estas interpretaciones son<br />
recomendables. La sonoridad general, en lo que puede estimarse<br />
buena grabación desde un punto de vista técnico, es un tanto<br />
áspera.<br />
Papageno<br />
J. BRAHMS: Integral de las 4 Sinfonías / Orquesta de Cámara de Europa. Dir.: Paavo<br />
Berglund / ONDINE / Ref.: ODE 990–2T (3 CD) D2 x 3<br />
( 20 )<br />
Primicia sibeliana de ONDINE: ¿el maestro a la batuta?<br />
Queremos tanto a Jean<br />
Este CD puede servir de introducción a Sibelius o de epígrafe de<br />
toda su obra. Es un buen resumen, y no va mal acompañado al<br />
final, con una obra ultrawagneriana de quien fue su maestro,<br />
Robert Kajanus (1856–1933). La inclusión de un poema sinfónico<br />
de Kajanus indica que no estamos ante el típico disco con antología,<br />
y examinando y escuchando (y disfrutando) el contenido comprendemos<br />
que se trata de un compendio que propone un sentido.<br />
El sentido es que Wagner, omnipresente y hasta castrante (no porque<br />
la obra de Wagner lo pretendiera, sino porque los discípulos a<br />
menudo se castran ante la inspiración, el hontanar o el magisterio<br />
como un sacerdote de Cibeles), es el punto de partida del estro de<br />
Sibelius. Y que ese estro supo muy pronto huir del modelo y hacer<br />
algo muy distinto: es ya el<br />
Sibelius de las grandes frases,<br />
del concepto propio de desarrollo,<br />
de la inclusión de elementos<br />
populares de una<br />
manera totalmente opuesta a<br />
la de sus contemporáneos<br />
nacionalistas más viejos del<br />
continente, y sin parangón en<br />
los de la generación de<br />
Bartók y compañía, porque<br />
en éstos la sensibilidad era<br />
más moderna.<br />
Si leemos el furioso, el<br />
bilioso ataque de T. W.<br />
Adorno a Sibelius en un escrito de los años treinta que se recogió<br />
en su libro Impromptus, y si al mismo tiempo escuchamos el sentido<br />
de este CD, podemos llegar a una conclusión muy distinta a la<br />
de sus contemporáneos, sin duda estupefactos ante lo inusitado, lo<br />
injusto, lo desproporcionado del ataque. Esa conclusión es: a<br />
Adorno –que, pese a disfraces ideológicos freudomarxistas, practicaba<br />
un fundamentalismo xenófobo de carácter musical, no ya<br />
eurocentrista, sino germanocentrista– lo que le fastidia es que se<br />
huya de la tradición wagneriana y se invente una propia en la que<br />
el concepto de armonía, melodía, frase, desarrollo y otros por el<br />
estilo sean ajenos a la fuente que les dio nacimiento. Tanto Sibelius<br />
como el odiado Stravinski –autor de La historia del soldado, obra<br />
que le fascinaba a Adorno, que luchaba con sus cilicios para huir<br />
de tentaciones como ésa; inútilmente– demuestran que la descomposición<br />
cromática no es el único camino, que hay muchos caminos,<br />
algunos opuestos y disolventes, y para eso desarrolla toda una<br />
inquisición que tiene por objeto la eliminación histórica de los acusados;<br />
inútilmente.<br />
No vamos a referirnos aquí a las obras que recoge este CD, piezas<br />
ampliamente conocidas por quien se haya acercado siquiera un<br />
poco a Sibelius, significativas todas ellas del cómo y del qué de<br />
Sibelius en cuanto forma y en cuanto objetivos, de un nacionalismo<br />
nada étnico, nunca enojoso en sus expresiones melódicas y danzantes.<br />
Certifiquemos con ellas, eso sí, la victoria de Sibelius contra<br />
inquisidores y filisteos. En alguna ocasión hemos oído que si<br />
Sibelius está en el repertorio y es tan popular (entre comillas, claro)<br />
es porque se empeñaron en ello los británicos. Bueno, pues habrá<br />
que agradecérselo a los británicos.<br />
Quien lea los créditos verá que se trata también de una antología<br />
de recursos interpretativos de la más veterana tradición de<br />
Sibelius, con algún especialista de más o menos nueva generación.<br />
Lógicamente, las interpretaciones son de altura, alguna de ellas<br />
modélica (En Saga, por Franck y «sus suecos»). Destaca, claro está,<br />
la interpretación del Andante festivo en la batuta del propio<br />
Sibelius, en cierto momento de comienzos de 1939, año horrible<br />
entre otros muchos de por entonces. No se conservan registros en<br />
que Sibelius sea intérprete, así que éste tiene un interés especial, y<br />
no sólo para fetichistas y mitómanos. El maestro ya se ha sumido en<br />
el silencio desde hace tiempo, y le quedan casi veinte años de vida.<br />
¿Se había creído las acusaciones de tanto moderno, de tanto inquisidor,<br />
de tanto listo?<br />
Santiago Martín Bermúdez<br />
SIBELIUS FAVOURITES – En Saga [Dir.: Mikko Franck]; La hija de Pohjola [Dir.:<br />
Tuomas Ollila]; Impromptu; El amante [Virtuosi di Kuhmo]; Andante Festivo [1ª grabación<br />
mundial – Orquesta de la Radio Finesa. Dir.: Jean Sibelius] - R. KAJANUS: Aino [1ª<br />
grabación mundial] / ONDINE / Ref.: ODE 992–2 (1 CD) D2
R<br />
esulta estimulante, ahora que todo el mundo parece alardear<br />
un día sí y otro también de estar descubriendo nuevas músicas<br />
de Albéniz, comprobar cómo el inolvidable gran pianista<br />
Esteban Sánchez grabó ya en los años sesenta y setenta piezas del<br />
compositor de sus amores que nadie hasta entonces había tocado.<br />
El compacto maravilloso e imprescindible que ahora acaba de editar<br />
ENSAYO recoge algunas de estas ejemplares grabaciones albenicianas,<br />
últimas de las producidas por el inquieto Antonio Armet,<br />
fundador y alma máter del admirable sello barcelonés.<br />
Los registros fueron realizados entre<br />
1973 y 1974, en Barcelona, y brindan, junto a<br />
versiones de absoluta referencia de obritas tan<br />
conocidas como la Pavana–capricho, el Tango<br />
en la menor o la muy grabada Torre Bermeja,<br />
otras obras bastante menos difundidas o incluso<br />
entonces discográficamente inéditas, como la<br />
Quinta Sonata en sol bemol mayor o las once<br />
páginas que integran la deliciosa colección<br />
Recuerdos de viaje.<br />
Esteban, que adoraba y conocía como nadie<br />
los entresijos de la creación albeniciana, se<br />
sumerge en el mundo neoscarlattiano y al<br />
mismo tiempo decimonónico de la estupenda<br />
Quinta Sonata de Albéniz, cuya ausencia en los<br />
perezosos programas de la mayoría de los pianistas<br />
españoles –que parecen empeñados en ceñir sus incursiones<br />
en la obra de este autor a las cuatro páginas de siempre– resulta<br />
verdaderamente imperdonable. Esteban Sánchez imparte con esta<br />
grabación ejemplar una lección del mejor pianismo, pero también<br />
de inteligente amplitud de miras y sensibilidad hacía nuestro propio<br />
patrimonio musical. Sus generosos medios de gran pianista y<br />
excelso artista sirven una lectura plagada de poesía, belleza y gracia<br />
dieciochesca. Ya desde los primeros compases del Allegro non<br />
troppo inicial se siente la contagiosa sinceridad y convicción con<br />
que el inolvidable músico extremeño asumía estos ignorados pentagramas.<br />
El Minueto del Gallo es llevado a cien por hora (probablemente<br />
así lo querría Albéniz, que encabezó la partitura con un<br />
veloz Allegro assai), mientras que el bellísimo tercer movimiento<br />
cobra en manos de Esteban una dimensión que poco tiene que<br />
envidiar a las más hermosas páginas «lentas» de Chopin,<br />
Schumann o Liszt. El Allegro final se convierte en un arrollador y<br />
cristalino festín scarlattialbeniciano en el que parece confluir lo<br />
E<br />
ENSAYO publica un nuevo recital de obras del autor de Iberia<br />
El último Albéniz de Esteban Sánchez<br />
l organista y compositor húngaro Zsigmond Szathmáry (1939)<br />
ha adaptado para su instrumento una de las piezas más colosales<br />
del sinfonismo romántico, la Sinfonía nº 9, Del nuevo<br />
mundo, compuesta por Antonín Leopold Dvorák (1841–1904). La<br />
elaboración se llevó a cabo en Nueva York entre<br />
el 19 de diciembre de 1892 y el 24 de marzo de<br />
1893. El estreno se efectuaría en diciembre, con<br />
la Orquesta Filarmónica de la ciudad en donde<br />
fuera compuesta, con Anton Seidl en la batuta. El<br />
propio Dvorák escribiría: «Es el espíritu de la<br />
música nativa americana el que he tratado de<br />
reproducir en mi nueva sinfonía. Y no he empleado<br />
ninguna de las melodías. Sencillamente he<br />
escrito temas originales incorporando las peculiaridades<br />
de la música india y usando tales temas<br />
como objetos centrales los he desarrollado con<br />
todos los recursos de los ritmos, la armonía y el<br />
contrapunto modernos y el color orquestal».<br />
La adaptación efectuada por Szathmáry, es muy apropiada en<br />
pasajes como el segundo tema del primer movimiento, en el tercer<br />
tema de este mismo tiempo –en donde la similitud con el espiritual<br />
Swing Loe, Sweet Chariot es considerable– en el Scherzo… El músico<br />
bohemio puntualizó: «Estos temas bellos y variados son el producto<br />
de la tierra. Son norteamericanos. Son las canciones folclóricas<br />
de Norteamérica y vuestros compositores deben recurrir a ellos.<br />
En las melodías negras de Norteamérica encuentro todo lo necesa-<br />
( 21 )<br />
mejor de la música española.<br />
Por incomprensible que parezca, únicamente dos pianistas han<br />
llevado a los estudios de grabación la evocadora colección<br />
Recuerdos de viaje, compuesta entre los años 1886 y 1887 y que<br />
incluye dos piezas tan populares como Puerta de Tierra y Rumores<br />
de la caleta. Ambos registros proceden de los años setenta. El de la<br />
cretense Rena Kyriakou (1918), apareció publicado inmerso en su<br />
admirable y voluminosa edición de grabaciones albenicianas editada<br />
en los años setenta por el sello estadounidense<br />
VOX (SVBX–5403) y permanece aún inédito<br />
en el digital mundo del disco compacto.<br />
La vibrante y extravertida versión de Esteban<br />
Sánchez, ahora rescatada en este nuevo compacto<br />
íntegramente dedicado a Albéniz, se<br />
caracteriza por su equilibrio y lozanía. Dentro<br />
siempre de un pianismo de la mejor clase y de<br />
esa estilizada y congénita elegancia que siempre<br />
distinguió el arte del insigne pianista extremeño,<br />
confluyen armoniosamente el mundo<br />
dieciochesco tan amado por Albéniz como el<br />
incipiente influjo nacionalista que enmarca el<br />
carácter popular de estas siete piezas. Esteban<br />
casi hace oler el mar, sentir la atmósfera nazarita<br />
de la Alhambra o vislumbrar un fresco y cristalino<br />
amanecer a través de una realización cargada<br />
de color, calor y riqueza descriptiva. Pocas cosas tan gratificantes<br />
en la perezosa discografía española como emprender este<br />
viaje verdaderamente cargado de recuerdos y evocaciones guiado<br />
por las manos únicas de este intérprete irrepetible.<br />
La nueva joya discográfica, que se extiende a lo largo de 61’44»<br />
y se ilustra con un bien documentado texto de Luis Suñén, se completa<br />
con tres fragantes miniaturas. La Pavana– capricho, Torre<br />
Bermeja y el Tango en la menor encuentran sus mejores y más<br />
absolutas referencias. Sólo Alicia de Larrocha en las dos primeras<br />
páginas alcanza el nivel de fascinación, autenticidad y frescura de<br />
este imparangonable Albéniz.<br />
Justo Romero<br />
justito@arrakis.es<br />
I. ALBÉNIZ: Recuerdos de viaje; Sonata nº 5; Pavana–Capricho; Tango en la menor;<br />
Torre Bermeja / Esteban Sánchez (piano) / ENSAYO / Ref.: ENY 9740 (1 CD) D3<br />
BIS propone una curiosa transcripción para órgano de la 9ª Sinfonía de Dvorák<br />
Un nuevo mundo con aromas del pasado<br />
rio para producir una escuela de música grande y noble».<br />
Pese a lo peculiar del registro, la versión orquestal logra atrapar<br />
al oyente en medio de una amalgama de sonidos, de matices, de ritmos<br />
que el órgano no llega a «imitar». No digo que al sentarse a<br />
escuchar este compacto el melómano quede<br />
defraudado o se sienta engañado, únicamente<br />
opino que su versión tradicional consigue embaucar<br />
al oído con una mayor facilidad.<br />
Este CD se complementa con un fragmento de<br />
Silhouettes, op. 8 (1879) y dos extractos de<br />
Poetické nálady, op. 85 (1889). Piezas, ambas,<br />
originariamente escritas para piano. En cuanto al<br />
instrumento de la Iglesia de San Petrus Canisius<br />
(Freidrichshafen), es un órgano construido por<br />
Gerald Woehl en 1997, de sonido cálido y preciso.<br />
Un pasado lejano vuelve a nosotros mediante la<br />
melodía del órgano, pero nos trae también algo<br />
nuevo, una visión distinta de una pieza por todos conocida. Muy<br />
interesante.<br />
J.A.M.<br />
jimmysalieri@terra.es<br />
A. DVORÁK: Sinfonía nº 9 en mi menor, op. 95, Del Nuevo Mundo [transcripción para<br />
órgano de Zsigmond Szathmáry / Zsigmond Szathmáry (órgano) / BIS / Ref.: BIS 1168 (1<br />
CD) D2
Versiones originales de los conciertos para piano y orquesta Primero y Cuarto, de Rajmáninov, en ONDINE<br />
El origen genuino de su especie<br />
L<br />
ograr una obra perfectamente acabada es la ambición legítima de<br />
todo autor. Tal aspiración resulta en muchas ocasiones entelequia<br />
ilusoria, por lo que algunos de ellos se empeñan en revisar sus creaciones<br />
tiempo después de concluidas apelando al perfeccionismo. A<br />
pesar de que una de las bases de la genialidad es la insatisfacción, pulir<br />
y retocar implica modificar y alterar las primitivas intenciones. Inclusive<br />
las simples correcciones de las deficiencias técnicas patentes en una<br />
pieza, desvirtúan la visión del nivel alcanzado por el autor en la etapa<br />
de su elaboración. Una desmedida reforma puede derivar a un imprudente<br />
rehacimiento. Por ende, cada una de las obras es fruto de la circunstancia<br />
de su artífice. Pretender cohonestar en ellas las motivaciones<br />
primigenias con los logros de posteriores estratos evolutivos, posibilita<br />
realzarlas mas también tergiversarlas en una versión definitiva completamente<br />
diferente de la inicial.<br />
Consciente de que lo original es más genuino, el sello ONDINE recupera<br />
las primeras versiones de dos composiciones de Sergéi V.<br />
Rajmáninov (1873–1943), este talento tripartito (director de orquesta,<br />
pianista y compositor) a veces denostado por el morbo contagioso de su<br />
sentimentalismo, algunas de cuyas fluidas (y no sólo fáciles) melodías<br />
han sido porfiadamente manipuladas, trivializadas y vulgarizadas ad<br />
nauseam. Se remonta el Concierto para piano y orquesta nº 1 en fa sostenido<br />
menor, Op. 1 a sus primordios profesionales: a la época en que<br />
estudiaba con Tanéiev y Arenski, y precede en un año a su primera<br />
ópera Aleko, completada en diecisiete días, que le valió una medalla de<br />
oro en su graduación en el Conservatorio de Moscú. En el curso de las<br />
dos últimas semanas de mayo de 1890 escribió Rajmáninov el primer<br />
movimiento del Concierto, pero tuvo que interrumpir su prosecución<br />
para realizar una transcripción para piano a cuatro manos de La bella<br />
durmiente, de Chaikovski. Reanudada la composición entre marzo y<br />
julio del año siguiente, la concluyó aceleradamente trabajando infatigable<br />
desde las cinco de la mañana hasta las ocho de la tarde. Tras dedicarla<br />
a su primo Aleksandr I. Ziloti, pianista discípulo de Liszt y «buen<br />
amigo» de Chaikovski, el mismo Rajmáninov ofreció la ejecución preliminar<br />
del primer movimiento en un concierto de estudiantes, celebrado<br />
en el Conservatorio moscovita el 29 de marzo de 1892 bajo la batuta<br />
del propio director de la institución, Vasili I. Safónov. Ese mismo año<br />
publicó Gutheil la obra que, si lógicamente adolece de falta de madurez,<br />
desde los primeros compases manifiesta ya los rasgos de su inconfundible<br />
melodismo orientado hacia el pasado, amalgamados con una<br />
frescura que comporta indicios de genio. Hacia 1900 el compositor no<br />
se sentía satisfecho del todo con la obra, y en 1908 decidió revisarla por<br />
juzgar su orquestación aún peor que la música. Fue su última labor llevada<br />
a cabo en suelo natío, en el otoño de 1917, poco antes de abandonar<br />
Rusia para siempre con su familia el día de Nochebuena, aprovechando<br />
un contrato para tocar en Estocolmo. Hay quienes reputan<br />
esta revisión la más lograda de cuantas efectuó en sus obras –el Trío elegíaco<br />
nº 2 (1893), la Segunda sonata para piano (1913), el Cuarto concierto<br />
para piano y orquesta (1927), la Tercera sinfonía (1936), además<br />
de diversas canciones y piezas para piano–, por haber dotado de sutileza<br />
al previo ensayo inmaduro. No obstante la transformación, la partitura<br />
no alcanzó el éxito esperado por su autor, sin llegar tampoco a<br />
E<br />
stos dos conciertos para dos pianos<br />
no están entre lo más conocido de<br />
la producción concertística del<br />
compositor, entre otras cosas porque el<br />
excepcional nivel alcanzado en las<br />
obras de madurez de este género, muy<br />
especialmente el Op. 64 para violín<br />
(1844), pero también el Concierto para piano Op. 40 (1837), las han<br />
dejado en un –comprensible– segundo plano. Comparativamente,<br />
claro, lo están, especialmente porque el discurso se hace ocasionalmente<br />
demasiado largo, pero las obras que se nos ofrecen en este disco<br />
no dejan de asombrarnos, como las Sinfonías para cuerda, como testimonios<br />
de una madurez y talento excepcionales en un muchacho que<br />
apenas empezaba la adolescencia cuando las escribió (contaba catorce<br />
y quince años, respectivamente, cuando los compuso). Cierto, son<br />
obras construidas sobre el molde del clasicismo vienés (la influencia de<br />
Beethoven se aprecia bien en el comienzo del segundo movimiento del<br />
primer concierto), y la música es a menudo superficial –¿qué otra cosa<br />
cabe esperar de un muchacho de esa edad?– por lo que el sello perso-<br />
( 22 )<br />
constituir un inapelable fracaso.<br />
Comenzó Rajmáninov la<br />
gestación de su Concierto nº 4<br />
en sol menor, Op. 40 en 1914,<br />
flanqueado por las obras corales<br />
Kolokola («Las campanas»)<br />
y Vsenoshchnoe bdenie<br />
(«Vísperas»), y hubo de interrumpirla<br />
durante más de doce<br />
años. Consiguió retomarla y<br />
acabarla una vez superado un<br />
prolongado período de silencio<br />
creativo debido a presiones<br />
nutricias y anímicas. Acerca de ella consultó confidencialmente al compositor<br />
Nikolái K. Métner, amigo y supuesto dedicatario de esta partitura<br />
que finaliza de modo abrupto con soportables sonoridades siniestras.<br />
Bajo apremiantes exigencias de programación, tuvo lugar su desastroso<br />
estreno el 18 de marzo de 1927 a cargo de la Orquesta de Filadelfia,<br />
suscitando entre los americanos una gélida acogida y desfavorables juicios<br />
críticos. Incluso sometida a variados recortes y rectificaciones por<br />
su autor, la opinión pública siguió mostrándose adversa. Finalmente,<br />
Rajmáninov presentó en 1941 su última versión, que entrañaba amputaciones,<br />
reescritura de pasajes y drásticas enmiendas. Bien que algunos<br />
músicos consideran el Concierto demasiado especulativo, animado por<br />
la búsqueda de nuevas maneras o tímidamente aproximativo a la<br />
corriente neoclásica, otros lo estiman una de las mejores obras para<br />
piano y orquesta del autor, junto con la Rapsodia sobre un tema de<br />
Paganini (1934).<br />
ONDINE anuncia su registro del Cuarto concierto como la primicia<br />
mundial de la versión original, pero ya en 1991 Chandos grabó esta edición<br />
de 1927 con el pianista estadounidense William Black y la<br />
Orquesta Sinfónica de Islandia, regidos por Ígor Buketov, amigo personal<br />
de Rajmáninov. Las grabaciones de los conciertos Primero y Cuarto<br />
han sido realizadas por ONDINE con relumbrante brillantez técnica en<br />
24 bites, en el marco de la Sala Finlandia de Helsinki el pasado marzo.<br />
Domina con pericia el teclado el moscovita de veinticuatro años<br />
Alexander Ghindin, galardonado en 1994 en el Concurso Chaikovski y<br />
en 1999 en el bruselense Reina Elizabeth, escoltado por la Orquesta<br />
Filarmónica de Helsinki. Dirige el conjunto con autoridad de especialista<br />
un Vladímir Ashkenazy de sesenta y cuatro años, quien en calidad<br />
de pianista nos ha legado sus célebres registros de los cuatro Conciertos<br />
de Rajmáninov, datados en la década de los setenta bajo la batuta de<br />
Previn y en la sucesiva a las órdenes de Haitink. ¡Hocemos en el terreno<br />
del lirismo postromántico ruso, reclinados en el decadentismo!<br />
J.L.G.L.<br />
S. RACHMANINOV: Concierto para piano nº 1 [Versión original]; Concierto para piano<br />
nº 4, op. 40 [Versión original – Primera grabación mundial] / Alexander Ghindin (piano)<br />
/ Orquesta Filarmónica de Helsinki. Dir.: Vladimir Ashkenazy / ONDINE / Ref.: ODE<br />
977– 2 (1 CD) D2<br />
Los conciertos para dos pianos de Mendelssohn, por la pareja Uriarte–Mrongovius<br />
El talento del adolescente<br />
nal de Mendelssohn, tal como lo conocemos de las obras mencionadas<br />
al principio, aún no es evidente. Cierto es también que, a la luz del<br />
manuscrito, el joven Mendelssohn parece haber sufrido considerablemente<br />
con la orquestación. Pero el encanto, la brillantez, efusividad y<br />
elegancia, están ahí, y por tanto, son obras que merece la pena conocer<br />
y cuya escucha es grata. Uriarte–Mrongovius son, además, intérpretes<br />
de la mayor garantía. Perfectamente cohesionados, sus interpretaciones<br />
tienen por igual brillantez y encanto lírico, elegancia expresiva<br />
y belleza sonora. Wit y la Sinfónica de Bamberg acompañan con<br />
absoluta corrección y la grabación es excelente. Así las cosas, los mendelssohnianos<br />
de pro no deben dudar ante esta oportunidad de conocer<br />
otras obras juveniles, no demasiado transitadas, del autor de la<br />
Italiana.<br />
Rafael Ortega Basagoiti<br />
F. MENDELSSOHN: Concierto para dos pianos y orquesta en mi mayor; Concierto<br />
para dos pianos y orquesta en la bemol mayor / Begoña Uriarte, Karl–Hermann<br />
Mrongovius (piano) / Orquesta Sinfónica de Bamberg. Dir.: Antoni Wit / ARTS<br />
AUDIOPHILE / Ref.: 47621-2 (1 CD) D6
Alexander Lokshin (1920–1987), un nuevo autor<br />
de nuestro tiempo para el catálogo BIS<br />
Amebas rusas<br />
Catorce años después de su muerte, llega por fin alguna grabación<br />
de obras de este dodecafónico ruso, uno más de los típicos casos<br />
(Karamazov, Nosyrev, y tantos otros) donde la cultura musical<br />
soviet coartó la libertad creativa y la individualidad mediante el boicot<br />
primero, y el destierro a Siberia en segundo lugar. Si los soviets denominaban<br />
burguesa y formalista a la música atonal, por ser incomprensible<br />
para el pueblo llano (y tenían toda la razón, sí señor), Lokshin podría<br />
ser perfectamente considerado el ejemplo simbólico de todo aquello<br />
que rechazaban. Por eso, tras la escucha por parte de las grandes autoridades<br />
musicales especializadas de su poema sinfónico «Las Flores del<br />
Mal», se comentó que cómo un músico joven educado en la era soviet<br />
podía basarse en una obra tan decadente. Acto seguido se le dio un<br />
bonito puesto de trabajo en<br />
Novosibirsk, Siberia, por cierto<br />
encantadora ciudad (y es que es verdad,<br />
por eso los rusos se quejan<br />
ahora de que el Estado ya no les da<br />
trabajo).<br />
Pues bien, en esa fría gorad, Lokshin<br />
se dedica a componer música para<br />
el teatro, el cine, la radio y algunas<br />
misas (eso dice el libreto del CD, yo<br />
no comprendo bien esto último, y<br />
más aún porque Lokshin era judío).<br />
A pesar de la prohibición gubernativa<br />
de que sus obras fueran interpretadas,<br />
Sasha llega a componer hasta<br />
once sinfonías, ninguna de las cuales<br />
llega a ser conocida hasta que el director Rudolf Barshai se larga de<br />
Rusia con las partituras de su amigo bajo el brazo. Esta Cuarta es la<br />
única que no lleva texto. Muy influenciada por el atonalismo blando de<br />
Berg, esta sugestiva obra, subtitulada «stretta» por su brevedad, es una<br />
especie de ameba en crecimiento, en la que partiéndose de un misterioso<br />
tema inicial, se produce una metamorfosis en sucesivas variaciones<br />
que evolucionan en orquestación (por cierto, soberbia) y complejidad.<br />
Todos los instrumentos están tratados con igual importancia, como<br />
si fueran constantes solistas potenciales. Lokshin quiere reflejar en su<br />
prisma musical la expresión del mundo en movimiento, manifestación<br />
de un eterno ciclo de la vida.<br />
En las «Tres Escenas de Fausto», el texto lo puso Boris Pasternak, traduciendo<br />
libremente a Goethe, mientras hacía cura de reposo en la clínica<br />
del Dr. Zhivago. Denominada a veces por él mismo esta obra como<br />
su «Duodécima sinfonía», o como «Ópera de cámara», en esta centelleante<br />
y expresionista autodeclaración de locura de Margarita, la soprano<br />
checa Vanda Tabery llega al paroxismo de sus cuerdas vocales, en<br />
37 minutos de exaltación de sentimientos imposibles, a lo largo de un<br />
crucero sinfónico vocal que va desde el Cabo de la Desesperación hasta<br />
la Isla de la Fiebre.<br />
Mel Smith–Window<br />
A. LOKSHIN: Sinfonía nº 4, Sinfonia stretta; Tres escenas del Fausto de Goethe / Vanda<br />
Tabery (soprano) / Orquesta Filarmónica de Bremen. Dir.: Michel Swierczewski / BIS / Ref.:<br />
BIS 1156 (1 CD) D2<br />
CIACCONA - El gozo de la música en<br />
la Italia del siglo XVII / Obras de<br />
Merula, Frescobaldi, Selma y<br />
Salaverde, Monteverdi, Rossi,<br />
Bartolotti, D’India, Ferrari, Storace,<br />
Falconieri y Kapsberger / Ensemble<br />
Anthonello. Dir.: Yoshimichi Hamada<br />
/ SYMPHONIA / Ref.: SY 01187 (1<br />
CD) D2<br />
( 23 )<br />
Magnífica colección de obras corales del siglo XX,<br />
a cargo de la Schola Heidelberg<br />
Luces y sombras<br />
de las voces<br />
En principio fue la luz. Al escuchar este magnífico disco de<br />
BIS, podríamos tomar la expresión al pie de la letra. Pese<br />
a los treinta y cinco años que han transcurrido desde su<br />
estreno, Lux aeterna, de Ligeti, sigue confirmándose como<br />
uno de los puntos de arranque en la renovación del repertorio<br />
para coro a lo largo del siglo XX. Magno ejemplo de las<br />
técnicas «micropolifónicas» utilizadas por el autor a mediados<br />
de los años sesenta, la pieza está construida a partir de<br />
estratos polifónicos muy finos y disonantes que se superponen<br />
hasta diluirse en una única colada sonora de color uniforme.<br />
Pero no se trata sólo de una innovación técnica. Lux aeterna<br />
contribuyó a abrir la puerta al entendimiento de la voz como<br />
color puro, luminosidad<br />
incorpórea que prescinde<br />
de la definición puntual de<br />
las alturas. Y como cada<br />
elemento acaba reclamando<br />
su contrario, dos años<br />
después a la luz siguió la<br />
noche. En Nuits, Iannis<br />
Xenakis exploraba las<br />
tinieblas, el lado oscuro de<br />
la plantilla coral. En homenaje<br />
a los prisioneros de<br />
todas las dictaduras, el<br />
compositor escribía un<br />
inusitado y extraordinario<br />
«madrigal en negro», con aullidos, glissandi y efectos rítmicos<br />
de las voces. Las pautas expresivas y los medios utilizados<br />
eran distintos a los de Ligeti pero al mismo tiempo complementarios.<br />
Alrededor de este binomio de piezas, los miembros de la<br />
Schola Heidelberg han construido una historia del repertorio<br />
para coro a lo largo del siglo XX. Años más tarde, se descubrió<br />
que Lux aeterna había tenido a un entonces desconocido<br />
antecesor en los Tre canti sacri de Giacinto Scelsi: piezas de<br />
extrema finura y que trabajan coordenadas parecidas a las de<br />
Ligeti, al explorar las microvariaciones del sonido. De Scelsi<br />
también se incluye en el disco TKRDG, para voces masculinas,<br />
3 percusionistas y guitarras amplificadas. En esta segunda<br />
obra, el compositor italiano insiste en los aspectos rituales y<br />
percutidos del lenguaje, aquí reducido a simples fonemas. En<br />
su Ave Maria, de 1991, el japonés Hosokawa realiza un punto<br />
de fusión entre las conquistas tímbricas y de escritura de Ligeti<br />
y Scelsi, y la lentitud oriental del recorrido sonoro, que se abre<br />
gradualmente hacia regiones de serena luminosidad.<br />
En un frente opuesto, se sitúan aquellas obras de raíz dodecafónica<br />
o serial, en las que la investigación de los autores se<br />
concentran en el lirismo de un flujo melódico ordenado por<br />
alturas. Empezando por la intacta y cándida pureza de los<br />
Lieder, op. 18 y op. 19 de Anton Webern. Los contrastes entre<br />
luz y sombra se producen de nuevo al pasar por el sombrío<br />
De Profundis de Schoenberg, mientras que los seriales Two<br />
Settings, de René Leibowitz, intentan buscar un punto mediano<br />
entre los dos extremos anteriores, en nombre del visionario<br />
misticismo de William Blake. Veinte años más tarde, deutsche<br />
tänze de Cornelius Schwer toma conciencia de la afasia y<br />
la crisis de los lenguajes, en una pieza en la que el texto de<br />
Brecht se reduce a un fragmentado murmullo de sonidos<br />
hablados y cantados.<br />
Un programa muy inteligente en interpretaciones excelentes,<br />
para un disco –como ya apuntamos– magnífico. En breve,<br />
una de esas experiencias que hacen bien a la música contemporánea.<br />
S.R.<br />
NOCHES... BLANCAS COMO LOS LIRIOS – Obras para coro y diversos instrumentos<br />
de Hosokawa, Scelsi, Schönberg, Leibowitz, Webern, Schwehr, Xenakis<br />
y Ligeti / Schola Heidelberg / ensemble aisthesis. Dir.: Walter Nussbaum / BIS /<br />
Ref.: BIS 1090 (1 CD) D2
DIVERDI: ¿Cómo y cuándo se produjo su interés por la música<br />
antigua y, más concretamente, por la música para instrumentos de<br />
cuerda pulsada?<br />
J.C. RIVERA: Desde mis estudios de guitarra en el conservatorio de<br />
Sevilla me interesé especialmente por el repertorio antiguo: las<br />
obras para vihuela que yo tocaba en la guitarra me parecían maravillosas,<br />
pero intuía que aquella música debía interpretarse de otra<br />
manera. Mi afición por el repertorio antiguo se convirtió en pasión<br />
el día en que por primera vez tuve la ocasión de escuchar un laúd<br />
en vivo. El abandono de la guitarra clásica se produce casi inmediatamente,<br />
y eso que en aquel momento comenzaba para mí una<br />
prometedora carrera como solista, después de haber conseguido<br />
varios premios en concursos y numerosas proposiciones de conciertos.<br />
D: En su carrera musical se observa una continua ampliación de<br />
perspectivas a través de sus incursiones en repertorios que requieren<br />
distintos instrumentos, desde la vihuela hasta la guitarra renacentista<br />
y barroca, desde el laúd a la tiorba. ¿Puede hablarnos de<br />
este recorrido?<br />
J.C.R.: Recuerdo que comencé a estudiar el<br />
repertorio renacentista del laúd y la vihuela,<br />
pero al poco tiempo adquirí un laúd barroco y<br />
me sedujeron tanto su sonido y su música que<br />
pasé unos siete u ocho años trabajándolo a<br />
fondo y haciendo fundamentalmente recitales<br />
con dicho instrumento. Más tarde me sentí más<br />
en consonancia con el hermoso mundo de la<br />
vihuela, tanto por la belleza intrínseca del sonido<br />
del instrumento como por la cultura de la<br />
época en que alcanzó su plenitud. Al mismo<br />
tiempo, y por necesidades profesionales, la tiorba<br />
y la guitarra barroca empezaron a ser mis<br />
amigas inseparables en el ámbito del continuo.<br />
De ahí a trabajar el repertorio solista para ambos instrumentos<br />
había un solo paso y los dos discos grabados para LINDORO son<br />
consecuencia directa de ello.<br />
D: ¿Podría hablarnos de la aventura que le supuso realizar una<br />
transcripción para chitarrone de tres de las Suites para Violoncello<br />
de Juan S. Bach?<br />
J.C.R.: Pues, como bien dice, fue toda una aventura. Es verdad que<br />
tenía la referencia fundamental de la versión del Bach de su V Suite<br />
de violoncello al laúd, pero este instrumento es muy diferente de<br />
la tiorba, y los retos técnicos que conllevaba la adaptación a este<br />
último eran muy grandes. De hecho, tuve que cambiar mi técnica<br />
de mano derecha para poder abordar las dificultades que presentan<br />
estas obras, pues la técnica habitual no me era suficiente. En el<br />
terreno estrictamente musical tuve muy en cuenta las transcripciones<br />
que en la época hizo para la tiorba Robert de Visée de músicas<br />
de Couperin o Lully, pues una de mis preocupaciones principales<br />
era hacer una versión idiomática explicitando todas las armonías,<br />
tal como es habitual en un instrumento armónico, que a menudo<br />
subyacen ocultas en la obra violoncelística de Bach.<br />
D: Pero, el hecho de llegar a realizar esa transcripción ¿supone una<br />
experiencia Bach anterior?<br />
DIVERDI ENTREVISTA<br />
Juan Carlos Rivera<br />
Juan Carlos Rivera nace en Alcalá de Guadaira (Sevilla) en 1957. Realizó sus estudios musicales en el Conservatorio Superior de Música<br />
de Sevilla con un brillante expediente académico jalonado de premios. Su interés por la música antigua fue temprano, y decidió trabajar<br />
el repertorio de los instrumentos de cuerda pulsada, comenzando así una carrera que le ha llevado a actuar en toda Europa,<br />
Centroamérica, Estados Unidos y Norte de África. Su primera aventura discográfica se remonta al año 1992, y desde entonces ha grabado<br />
una veintena de discos de los que habría que destacar los grabados como solista para los sellos ALMAVIVA y LINDORO, si bien sus<br />
trabajos con Al Ayre Español, Poema Harmonico y Marta Almajano han merecido también unas excelentes críticas. Las dos incursiones<br />
en el repertorio barroco internacional dentro del sello Lindoro han tenido una estupenda acogida y esperamos nuevos trabajos suyos en<br />
lo sucesivo.<br />
( 24 )<br />
J.C.R.: Hubiera sido imposible realizar una transcripción coherente<br />
sin haber trabajado con anterioridad otras muchas obras de<br />
Bach. Yo había estudiado todas sus obras para laúd y tocado en<br />
concierto repetidamente las suites BWV 995, la BWV 1006 para<br />
violín en su versión para laúd y la Sonata BWV 1001 para violín,<br />
además de haber tocado el continuo con la tiorba en muchas obras<br />
de Bach, entre ellas todos los recitativos del Evangelista y varias<br />
arias de La Pasión según San Mateo. Sin el conocimiento de los<br />
recursos armónicos propios del lenguaje bachiano que me proporcionó<br />
este trabajo de continuista difícilmente podría haber emprendido<br />
con garantías el reto de estas transcripciones.<br />
D: Háblenos de lo que ha supuesto en su discografía este disco de<br />
las Suites BWV 1007, 1008 y 1009. ¿ Podemos tener esperanza de<br />
que realice en una segunda entrega el resto de este ciclo bachiano?<br />
J.C.R.: Siendo Bach una de las figuras claves en la historia de la<br />
música occidental, no podía dejar de hacer un disco dedicado a su<br />
obra. Para mí supuso un gran esfuerzo, pues estuve trabajando<br />
estas tres suites durante un larguísimo período de tiempo, revisando<br />
una y otra vez el trabajo de transcripción,<br />
estudiando todos los detalles de articulación en<br />
los diferentes manuscritos, adaptando mi técnica<br />
a las dificultades que en un principio parecían<br />
insalvables. Respondiendo a la segunda<br />
parte de su pregunta le diré que la tentación es<br />
fuerte porque además de que estas otras suites<br />
me apasionan tanto o más que las ya grabadas,<br />
me ha animado mucho la excelente acogida<br />
del disco en mercados tan exigentes como el<br />
norteamericano o el japonés. Le puedo decir<br />
que el trabajo de base está hecho, pero quiero<br />
madurar suficientemente las obras antes de llevarla<br />
al disco.<br />
D: Después de esta experiencia bachiana, vuelve<br />
por así decirlo al repertorio de raíz española, esta vez con su<br />
disco «Armoniosi Concerti sopra la chitarra spagnuola», ¿ podría<br />
hablarnos de su génesis?<br />
J.C.R.: El repertorio elegido para este disco fue consecuencia del<br />
encargo por parte del festival Los Siglos de Oro, de Caja Madrid,<br />
de un recital de música española de la época de Velázquez. A propuesta<br />
tan estimulante no tenía otra alternativa que ofrecer músicas<br />
que imaginamos pudiera el pintor haber escuchado en sus viajes<br />
por Italia, porque hacer Gaspar Sanz o Santiago de Murzia, aparte<br />
de recurso fácil y manido, me parecía totalmente inadecuado por<br />
ser autores tardíos que no encajaban en la época velazqueña. Se<br />
me dio carta blanca para elegir el programa más adecuado, y después<br />
de haber trabajado a fondo prácticamente todo el repertorio<br />
italiano para tiorba y guitarra de la época me decidí por lo que más<br />
tarde daría lugar al disco, en el que ciertamente podemos apreciar<br />
raíces españolas en algunas de las obras, sobre todo en chaconas,<br />
canarios, caponas...<br />
D: La magnífica acogida de crítica que ha tenido este disco ¿ le<br />
confirma en la elección de compositores, en la visión interpretativa<br />
y en el enriquecimiento y novedad que supone el acompañamiento<br />
de dos intérpretes más?<br />
J.C.R.: Siempre es agradable y estimulante que los críticos alaben
tu trabajo, te anima a<br />
seguir esforzándote.<br />
En cuanto a la elección<br />
de los compositores,<br />
realmente no<br />
he creído necesitar la<br />
opinión de los críticos<br />
pues estaba muy<br />
seguro de la excelencia<br />
de la música<br />
seleccionada. Otra<br />
cuestión muy distinta<br />
es la de hacerme<br />
acompañar en algunas<br />
piezas por dos<br />
excelentes intérpretes<br />
como son Consuelo Navas y Antonio García, pues no estando<br />
escritos originalmente tales acompañamientos los críticos<br />
o el público aficionado pueden estar o no de acuerdo con el<br />
añadido. No obstante, creo que el resultado es altamente<br />
satisfactorio y desde luego hemos trabajado al detalle el estilo<br />
de cada autor para hacer la versión más adecuada. En mi<br />
trabajo, siempre he sido muy respetuoso con el autor y su<br />
obra, y como intérprete no me siento más que un vehículo<br />
necesario para que sus músicas puedan ser escuchadas. Entre<br />
otras cosas, de ahí mi obsesión por reflejar claramente las<br />
«diabólicas» articulaciones de un autor como Kapsperger,<br />
que en una lectura superficial de su obra pueda inducirnos<br />
incluso a pensar que existan errores en las tablaturas. Nada<br />
más lejos de la realidad: un estudio en profundidad de su<br />
estilo nos da luz para entender unas figuraciones métricas y<br />
giros melódicos que parecen más bien sacados de obras del<br />
siglo XX que no de la primera mitad del XVII.<br />
D: ¿Podría hablarnos de su interés por la música española del<br />
Renacimiento y primer Barroco? ¿ Qué rasgos de esta música<br />
despiertan su interés?<br />
J.C.R.: La música del Renacimiento español siempre ha sido<br />
un repertorio fundamental en mi carrera. De hecho, ahí están<br />
los tres discos de vihuela que he grabado para ALMAVIVA.<br />
En el último año y medio me he interesado especialmente<br />
por el repertorio polifónico tanto del Renacimiento como del<br />
primer Barroco y para trabajar este repertorio he creado el<br />
grupo «La Correnta», con el que puedo realizar ensayos regulares<br />
para dotarlo de un sonido propio y empastado. De la<br />
música española de esos tiempos me seduce todo: desde la<br />
elección por parte de los compositores de textos de los mejores<br />
poetas coetáneos, la perfección de estilo contrapuntístico<br />
de autores conocidos tanto como de otros injustamente olvidados,<br />
la gracia y expresividad de tantos y tantos villancicos<br />
y tonos humanos, hasta la música de los riquísimos archivos<br />
catedralicios de Hispanoamérica.<br />
D: Finalmente, ¿puede hablarnos de sus proyectos más inmediatos?<br />
J.C.R.: En la actualidad estoy muy volcado en la música española<br />
a la que hace referencia su pregunta anterior. Entre otras<br />
cosas el grupo «La Correnta» va a presentarse en importantes<br />
festivales el próximo año con repertorio estrictamente español<br />
e iberoamericano del Renacimiento y primer Barroco y<br />
espero ofrecer una visión interesante del mismo. Por supuesto<br />
sigo trabajando con el grupo «Poema Harmonico», del<br />
que saldrá al mercado en breve un disco en el sello LINDO-<br />
RO por completo dedicado al compositor francés Louis<br />
Gabriel Guillemain. También estoy profundizando en el<br />
camino emprendido con el disco «Armoniosi Concerti» en el<br />
sentido de preparar nuevas músicas junto a colegas de la<br />
cuerda pulsada que espero vean la luz en disco en el año<br />
próximo.<br />
ARMONIOSI CONCERTI para la guitarra española / Obras de Kapsberger,<br />
Pellegrini, Negri, Caroso, Corbetta, Castaldi, Bartolotti y Piccinini / Juan Carlos<br />
Rivera (tiorba y guitarra barroca) / LINDORO / Ref.: MPC 0707 (1 CD) D2<br />
También disponible:<br />
J.S. BACH: 3 Suites BWV 1007, 1008, 1009 / Juan Carlos Rivera (chitarrone) /<br />
LINDORO / Ref.: MPC 0704 (1 CD) D2<br />
De adolescente, Ernst Toch ya era un completo degenerado, pues<br />
se iba a su habitación, solo, por la noche, antes de lo normal,<br />
para hacer cositas. Lo que los nazis, y Decca, no sabían cuando<br />
le aplicaron ese calificativo, los primeros como discriminatorio y<br />
los segundos como operación de marketing, es que lo que hacía Toch<br />
era empollarse a fondo los cuartetos de Mozart, cuyas partituras se<br />
había comprado en una edición de<br />
bolsillo sin que sus padres lo supieran.<br />
Toch vivía en una familia muy<br />
pobre, y sus padres querían que<br />
fuera algo económicamente rentable,<br />
como por ejemplo médico. Por<br />
otra parte, tampoco estaba la situación<br />
como para pedir una beca de<br />
estudios musicales para un niño<br />
judío, así que Toch, autodidacta,<br />
tuvo que aprender a componer a<br />
solas.<br />
Este aprendizaje a través de<br />
Mozart, copiando una y otra vez<br />
todos sus cuartetos, primero con la<br />
partitura al lado y más tarde de<br />
memoria, puede que sea la causa de esta cristalinidad de los cuartetos<br />
de Toch. Los dos que se nos ofrecen en este compacto, interpretados<br />
espléndidamente por el Cuarteto Buchberger, son mucho más interesantes<br />
por el momento que sus sinfonías (otra de las integrales que prosigue<br />
en CPO), ya que tenemos que tener en cuenta que éstas esconden<br />
una cierta falta de imaginación tras un telón de estruendo sonoro<br />
enardecido por instrumentos extravagantes. Por el contrario, los cuartetos<br />
son puros, sencillos y diáfanos. Casi 25 años separan unas obras<br />
de otras.<br />
El nº 11, compuesto en Alemania en 1924, utiliza sigilosamente el<br />
atonalismo, pero lo hace de una manera tan sutil que casi no nos<br />
damos cuenta, ya que la estructura es de perfecta forma sonata, y a<br />
pesar de todo, se capta cierto optimismo, cierta liberación y paz interior<br />
descargada. En los años 20 este cuarteto tuvo bastante éxito en<br />
Europa y Estados Unidos, lo que no es de extrañar, ya que su conjunto<br />
resulta bastante impactante, más que nada por la sensación de no<br />
saber a qué atenerse, sumado a momentos de gran espectacularidad<br />
(no sé si es apropiada esta palabra al referirse a un cuarteto), especialmente<br />
en el antológico Vivace molto y en su final fulgurante.<br />
Sin embargo, todo es oscuridad y tenebrismo en el Cuarteto 13,<br />
escrito en Estados Unidos en 1953. Toch emplea sin reparos la técnica<br />
dodecafónica (parece mentira cuántos compositores siguieron utilizando<br />
algo tan desfasado e insoportable hasta casi los setenta). Pero,<br />
lógicamente, se dio cuenta a mitad de la composición de que utilizar<br />
técnica tan estúpida, y que ya entonces nadie aguantaba, mermaba<br />
considerablemente las posibilidades expresivas de su música. Así que<br />
utilizó finalmente el dodecafonismo en los pasajes más patéticos, lo<br />
que según el libreto de CPO ocasionó un escándalo entre los puristas<br />
seguidores de Schönberg. Toch consideró el experimento un éxito, ya<br />
que sus admiradores ni se enteraron de que había dodecafonismo en<br />
esta obra. La verdad es que imaginar a dodecafonistas norteamericanos<br />
escandalizados en los años cincuenta da terreno para escribir un<br />
guión de ciencia–ficción. ¿Cómo debían de ser estos señores? ¿Qué<br />
costumbres tendrían?<br />
El Cuarteto nº 13 no es tan brillante como el 11, pero está vigorosamente<br />
construido y, si no eres propenso a depresiones, resulta muy<br />
interesante. Yo, en concreto, lo escuché la tarde del 11 de septiembre<br />
y casi me da algo, parecía compuesto especialmente para ese día, con<br />
su impresión de pesimismo total, unida a constantes alusiones de sirenas<br />
de ambulancias. De sonido vibrante y juvenil, el Cuarteto<br />
Buchberger, de Frankfurt am Main, comunica con la máxima expresividad<br />
obras tan complicadas de equilibrar, en una interpretación subyugante.<br />
( 25 )<br />
Tras las sinfonías, CPO acomete los cuartetos<br />
de Ernst Toch (1887–1964)<br />
Un cuarteto<br />
de degenerados<br />
M.S.-W.<br />
E. TOCH: Cuarteto para cuerda nº 11, op. 34; Cuarteto para cuerda nº 13, op. 74 / Cuarteto<br />
Buchberger / CPO / Ref.: 999687–2 (1 CD) D5
La música completa para violín<br />
de Arne Nordheim (n. 1931)<br />
Este violín vino<br />
del espacio<br />
exterior<br />
Este tal Nordheim es el compositor noruego<br />
contemporáneo de más prestigio internacional,<br />
y con razón, pues su Concierto para<br />
cello (llamado «Tenebrae»), el de oboe (llamado<br />
«Boomerang»), y sobre todo éste para violín y<br />
orquesta, son obras impactantes, de espléndida<br />
factura, que recuerdan mucho a otros tiempos en<br />
los que la música era entretenida. Nordheim<br />
explora por igual neoclacisismo y serialismo, y<br />
también gusta de adecuar sonidos electrónicos a<br />
los tradicionales.<br />
Y además<br />
lo hace de una<br />
manera funcional<br />
e inteligente,<br />
pues la atmósferavoluble<br />
de estos<br />
«Cuadros de<br />
una Exposición<br />
de Paul<br />
Klee», titulados<br />
«Partita para<br />
Paul», para violín<br />
y sintetizadores,<br />
generan una atmósfera sónica y antigravitatoria<br />
mediante la distorsión, difuminación o<br />
estiramento en el tiempo del sonido del violín,<br />
que ya en esta breve pieza utiliza todos los recursos<br />
más virtuosos posibles, a la manera de un<br />
Ysaÿe interplanetario.<br />
Con los pies más en tierra tenemos un dúplex,<br />
pero este no es para entrar a vivir, sino para violín<br />
y cello, y como protagonista soberano del<br />
compacto, este monumento dedicado al tema de<br />
la lucha entre el bien y el mal, la luz y la oscuridad,<br />
que es el Concierto para violín y orquesta.<br />
Esta obra rezuma modernidad por los cuatro costados:<br />
pocas veces hemos escuchado combinaciones<br />
instrumentales y rítmicas más llamativas e<br />
innovadoras al mismo tiempo. En ella se combinan,<br />
por lo tanto, elementos estilísticos de vanguardia<br />
con otros procedentes de la tradición<br />
romántica. A una ya nutrida orquesta se le añaden<br />
tres grupos diferentes de percusión que<br />
imprimen a la pieza insospechadas posibilidades<br />
de color. El violín tiene la posibilidad de demostrar<br />
el límite de sus posibilidades técnicas.<br />
Agotado debió quedar el joven violinista Peter<br />
Herresthal, que por cierto se permite su propia<br />
cadenza, absolutamente imposible.<br />
En este Concierto, que Nordhem define como<br />
«una larga canción de funeral», asistimos a un<br />
inmenso viaje espacio–temporal, cual tripulantes<br />
de la «Enterprise», desde el Barroco al período<br />
romántico, y de allí hasta el caótico lenguaje de<br />
la música contemporánea. Especial mención<br />
para el clarinete, que juega un especial papel, a<br />
la manera de pícaro escudero contrapuntísticamente<br />
opuesto al diablesco y demencial solista.<br />
M.S.-W.<br />
A. NORDHEIM: Integral de la obra para violín – Concierto para<br />
violín; Duplex, para violín y cello; Partita para Paul; Peter<br />
Herresthal (violín) y otros solistas / Orquesta Sinfónica de<br />
Stavanger. Dir.: Eivind Aadland / BIS / Ref.: BIS 1212 (1 CD) D2<br />
Dos clásicos y un inédito en formato digital componen<br />
la nueva entrega jazzística de WINTER & WINTER<br />
Segunda hornada<br />
de reediciones JMT<br />
El suculento programa de reediciones<br />
JMT prosigue con una triple entrega<br />
compuesta por dos títulos clásicos del<br />
sello alemán, protagonizados por Steve<br />
Coleman y Cassandra Wilson, y una atractiva<br />
rareza, inédita hasta ahora en formato<br />
digital.<br />
Hay que rastrear a fondo<br />
la historia del jazz para<br />
encontrar una pareja de<br />
improvisadores tan distinguida<br />
y peculiar como<br />
la que formaban Jay<br />
Clayton y Jerry Granelli.<br />
El carácter excepcional<br />
de este dúo no se debe<br />
únicamente a la inusual<br />
suma de voz y percusión<br />
que proponen, sino a la<br />
originalidad y frescura<br />
con que la alianza trata<br />
el material escogido en<br />
su Sound Songs (grabado<br />
en diciembre de 1985).<br />
El título del disco no<br />
puede ser más exacto y<br />
descriptivo: las canciones<br />
trascienden los límites<br />
convencionales para<br />
convertirse en sonidos<br />
puros que eluden cualquier<br />
categorización.<br />
Clayton, tan familiarizada<br />
con la interpretación<br />
ortodoxa de standards<br />
jazzísticos como con la<br />
improvisación libre y las<br />
innovaciones vocales<br />
que Berio puso en boca<br />
de Cathy Berberian,<br />
resulta ideal para este<br />
proyecto especulativo<br />
pero siempre revelador<br />
que Granelli, dueño de<br />
un envidiable currículo<br />
en el que figuran colaboraciones con músicos<br />
del calibre de Hampton Hawes y<br />
Ornette Coleman, apoya con exquisita discreción,<br />
siempre alerta para crear atmósferas<br />
sugerentes y crear ritmos invitadores y<br />
flexibles. Sound Songs, basado en composiciones<br />
espontáneas con excepción de<br />
una evocadora versión del Good Bye Pork<br />
Pie Hat de Charles Mingus, merece una<br />
especial bienvenida porque, además, es el<br />
único documento disponible del preciso<br />
entendimiento artístico de la pareja.<br />
Otra idea bien distinta alienta el disco<br />
de Steve Coleman que ahora recupera JMT.<br />
On The Edge Of Tomorrow (1986) supuso<br />
una vigorosa vuelta de tuerca en la trayectoria<br />
de este saxofonista de Chicago interesado<br />
en todas las variantes de música<br />
negra, tanto las de sustancia puramente<br />
acústica como las de vocación netamente<br />
eléctrica. Coleman ha demostrado después<br />
que es bien capaz de sacar lúcidas conclusiones<br />
de ambas, pero en su segundo disco<br />
para la etiqueta alemana, el primero al<br />
frente de su grupo Five Elements, parecía<br />
particularmente interesado en combinar<br />
las posibilidades de los metales tradicionales<br />
con la de ciertos instrumentos eléctricos,<br />
y de encontrar un cauce más abstracto<br />
y significativo para la declamación rapera.<br />
On The Edge Of tomorrow puede con-<br />
( 26 )<br />
siderarse el punto de partida de una apasionante<br />
trayectoria que todavía hoy sigue<br />
devorando etapas con pantagruélico apetito<br />
creativo. El disco tiene el atractivo adicional<br />
de contar con la participación de<br />
Cassandra Wilson, protagonista de la tercera<br />
reedición JMT.<br />
La cantante de Jackson,<br />
Mississippi, era en las<br />
fechas que grabó Point<br />
Of View una estricta<br />
seguidora de las reglas<br />
estéticas del movimiento<br />
M–Base, y no es extraño<br />
que Coleman, su principal<br />
promotor, le devolviese<br />
la cortesía en el que<br />
significaba el primer<br />
disco de la dama para el<br />
sello germano. Además<br />
del saxofonista, Wilson<br />
está arropada con esmero<br />
casi paternal por el veterano<br />
Grachan Moncur III,<br />
un soberbio trombonista<br />
de olvidado talento (sus<br />
discos Evolution y Some<br />
Other Stuff son dos<br />
recónditas joyas del catálogo<br />
Blue Note). El sector<br />
joven de la plantilla se<br />
completa con Jean–Paul<br />
Bourelly, camaleónico<br />
guitarrista; Lonnie<br />
Pláxico, tan seguro y confortable<br />
con el contrabajo<br />
como con el bajo eléctrico;<br />
y Mark Johnson, todo<br />
un experto en ritmos<br />
complejos. En tan selecta<br />
compañía, Cassandra<br />
demuestra que era ya una<br />
vocalista impregnada de<br />
fragancias sureñas y decidida<br />
buscadora de futuros<br />
tentadores a través de su cabal comprensión<br />
del blues. Escucharla con atención es<br />
toda una experiencia.<br />
Federico González<br />
CASSANDRA WILSON – Point Of View / Cassandra<br />
Wilson (voz); Steve Coleman (saxofón alto);<br />
Grachan Moncur III (trombón); Jean–Paul Bourelly<br />
(guitarra); Lonnie Plaxico (bajo); Mark Johnson<br />
(batería) / WINTER & WINTER – JMT EDITION /<br />
Ref.: 919004–2 (1 CD) P.V.P.: 2.995 ptas.-<br />
STEVE COLEMAN & 5 ELEMENTS – On The Edge Of<br />
Tomorrow / Steve Coleman (voz, saxofón alto);<br />
Graham Haynes (trompeta); Cassandra Wilson (voz);<br />
Geri Allen (sintetizador); Kelvyn Bell (guitarra eléctrica,<br />
voz); Kevin Bruce Harris (bajo, voz); Marvin<br />
«Smitty» Smith y Mark Johnson (percusión, batería) /<br />
WINTER & WINTER – JMT EDITION / Ref.:<br />
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JAY CLAYTON & JERRY GRANELLI – Sound Songs<br />
/Jay Clayton (voz); Jerry Granelli (batería y percusión)<br />
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También disponibles:<br />
THE STEVE COLEMAN GROUP – Motherland Pulse<br />
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HERBERT ROBERTSON – Transparency / WINTER<br />
& WINTER – JMT EDITION / Ref.: 919002–2 (1 CD)<br />
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JANE IRA BLOOM & FRED HERSCH – As One /<br />
WINTER & WINTER – JMT EDITION / Ref.:<br />
919003–2 (1 CD) P.V.P.: 2.995 ptas.-
COL LEGNO desvela el legado pianístico de Henry (Dixon) Cowell (1897–1965)<br />
Viaje al país del cluster<br />
Pocas obras tan ciclópeas y, a la vez, tan ignoradas como la del<br />
californiano Henry Cowell. Anclado cronológicamente a mitad de<br />
camino entre la generación de Ives y la de Cage, constituye el<br />
ejemplo acabado de compositor más conocido por sus ensayos teóricos,<br />
sus innovaciones técnicas y sus múltiples actividades docentes que por<br />
su propia obra musical; Cowell comenzó a estudiar violín a los cuatro<br />
años y a componer a los once. Ya había escrito un centenar de obras<br />
cuando en 1914 se formó con Charles Seeger –el futuro esposo de la<br />
genial compositora Ruth Crawford– en la Universidad de California.<br />
Muy pronto alcanzó notoriedad en los círculos más vanguardistas por su<br />
innovadora técnica de escritura pianística, que incluía el empleo masivo<br />
de clusters (esos «racimos» de notas muy próximas, ejecutados con<br />
el puño o la palma de la mano, y que con Stockhausen llegarán hasta el<br />
antebrazo ¿recuerdan a Pollini en mangas de camisa en su recital madrileño<br />
de hace dos años?).<br />
Pero Cowell no permaneció, como algunos de sus compatriotas,<br />
ajeno a la revolución que en la Europa de entreguerras se estaba gestando.<br />
Entre 1923 y 1933 realizó cinco giras por el viejo continente que<br />
le permitieron entablar amistad con Bartók, Berg y Schnabel, estudiar en<br />
Berlín con Schönberg y ser el primer compositor norteamericano invitado<br />
a visitar la Unión Soviética en 1929. El inquieto músico inventó nuevos<br />
métodos de notación musical y, con Theremin, creó un primitivo<br />
instrumento electrónico denominado rhythmicon al tiempo que, en la<br />
década de los treinta, se convertía en verdadero precursor de las técnicas<br />
aleatorias y se interesaba igualmente por la música persa, india y<br />
japonesa y la cultura musical primitiva americana. Fue amigo y biógrafo<br />
de Charles Ives y enseñó en la Universidad de Columbia contando<br />
entre sus alumnos a Gershwin y Cage. Si todo esto y mucho más bastaría<br />
para colmar toda una vida musical, Cowell compuso; y compuso<br />
nada menos que casi ¡un millar! de obras entre las que se cuentan veintiuna<br />
sinfonías, varios conciertos, una asombrosa cantidad de música de<br />
cámara, piezas para órgano, obras vocales y corales y hasta una ópera<br />
incompleta, O’Higgins of chile (1947– 1950). Si el noventa y nueve por<br />
ciento de este inabarcable legado se ha evaporado por los desagües del<br />
olvido, su importantísimo corpus pianístico merece una más que urgen-<br />
Markus Hinterhäuser, que<br />
ya ha grabado para este<br />
mismo sello otras obras<br />
para piano del período de madurez<br />
de Morton Feldman, nos ofrece<br />
ahora una excepcional oportunidad<br />
para adentrarse en la evolución<br />
de la exquisita escritura del músico<br />
neoyorquino, que falleció en 1987<br />
dejándonos una obra sencillamente<br />
enorme, admirable por su vastedad, calidad e interés artístico.<br />
A mi modo de ver, la música de Feldman configura un abierto<br />
camino de reflexión hacia una refinada depuración formal libre de<br />
retórica, abstracta, esencial, que nos conduce directamente a planos de<br />
intangible y estática belleza con esa sencilla elegancia que destila la<br />
sabiduría. En paralelo a los hallazgos y propuestas de sus íntimos amigos,<br />
los pintores abstractos de la Escuela de Nueva York, Feldman,<br />
como músico visual, fue desentrañando la compleja ambigüedad de la<br />
superficie, situándose en un espacio intermedio de tensado equilibrio<br />
que trata de reconciliar pares de conceptos opuestos; de modo que si<br />
estructura sus composiciones mediante diseños regulares o repetitivos,<br />
su propia intuición se encarga de añadir irregularidad, haciéndolas discurrir<br />
en los márgenes de lo imprevisible, de la sorpresa, rompiendo<br />
simetrías para producir sutilísimas desproporciones. La cuidada emisión<br />
del sonido en el espacio, que fluctúa libremente entre lo tonal y<br />
atonal, no se concibe sin el valor musical del silencio, del intervalo. Y,<br />
naturalmente, ¿no es hacia la quietud adonde se dirigen esos serenos<br />
movimientos llenos de delicadeza? Un atractivo halo de misterio, una<br />
secreta vibración, envuelve la meditativa música de Feldman. El arte,<br />
tal y como diría Chikamatsu, vive en el delgado margen que separa lo<br />
real de lo irreal.<br />
La transición del expresionismo abstracto al minimalismo late de<br />
forma genuina en Piano and orchestra (1975). La flexibilidad de la<br />
superficie es explorada por Feldman experimentando gradaciones,<br />
transiciones, novedosas articulaciones de tempo y diversas posibilidades<br />
tímbricas, anunciando en determinados pasajes su incursión en los<br />
modelos repetitivos de desarrollo posterior. Un juego interior de tami-<br />
( 27 )<br />
te recuperación a la que sin duda contribuirá<br />
esta extraordinaria y trascendental<br />
grabación en la que, a través de<br />
algunas de sus obras más representativas<br />
para piano solo o con orquesta,<br />
podemos acceder por vez primera en<br />
unas condiciones interpretativas y sonoras<br />
difícilmente superables a este universo<br />
extravagante y profético, personalísimo y fascinante, hecho de primitivismo<br />
y sofisticación, de armonías politonales y contrapuntos disonantes,<br />
y provisto de la más inimaginable exuberancia sonora. Quienes<br />
gusten del recuerdo de las raíces folklóricas americanas e irlandesas –el<br />
padre de Cowell procedía de este país– encontrarán claras referencias<br />
en los Four Irish Tales para piano y orquesta, The Tides of Manaunaun o<br />
el bellísimo Concerto Piccolo. Los degustadores de manjares exóticos<br />
paladearán los ecos lejanos del gamelán en The Hero Sun (1922) o el<br />
sorprendete augurio del Final de la Turangalîla de Messiaen en The Lilt<br />
of the Reel (1928/1940). Los partidarios de un lenguaje de mayor abstracción<br />
podrán hallarlo en la espléndida Sinfonietta (1928), que<br />
Webern dirigió en Viena en 1932. Y los fanáticos del pianismo tumultuoso<br />
y agresivo, percutivo y disonante que en aquella misma época –la<br />
década de los veinte– en la lejanísima Unión Soviética, practicaban<br />
maestros como Roslavets o Mossolov, tendrán aquí su disco de cabecera.<br />
Tan indispensable –en lo que supone de recuperación de uno de los<br />
pilares ocultos de la vanguardia americana, al que John Cage llamó<br />
«Ábrete Sésamo de la Nueva Música en América»– como para cualquier<br />
estudioso de la contemporánea «generación perdida» supondría el descubrimiento<br />
de un texto inédito de E.E. Cummings o Thomas Wolfe. Así<br />
de claro.<br />
Jean Marie Viardot<br />
H.(D.) COWELL: Concierto para piano y orquesta; Irish Jig (Allegro rubato); Domnu, la<br />
madre de las aguas; Cuatro cuentos irlandeses; 3 Leyendas; Sinfonietta; Concerto piccolo<br />
/ Stefan Litwin (piano) / Orquesta Sinfónica de la Radio de Saarbrücken.Dir.:<br />
Michael Stern / COL LEGNO / Ref.: WWE 20064 (1 CD) D1<br />
El piano de Morton Feldman, de nuevo en COL LEGNO<br />
El ángel sin memoria<br />
zadas luces y sombras alberga un diálogo fondo–figura de gran interés<br />
y, en esta ocasión, tomado en vivo entre el piano de Hinterhäuser y la<br />
orquesta RSO Frankfurt que dirige el español Arturo Tamayo. A propósito<br />
de esta pieza, Feldman hacía alusión al ángel sin memoria citado<br />
en el Talmud para declarar cómo precisamente la ruptura de ésta, la<br />
proximidad a un estado de amnesia, es lo que posibilita que su escritura<br />
no se detenga y atienda a lo esencial en cada momento. La estructura<br />
repetitiva minimalista genera un espacio sin memoria, en suspenso,<br />
apelando al presente que el compositor emplea para crear ese<br />
clima introspectivo de apariencia estática (aunque de gran movilidad<br />
interna) que le caracteriza.<br />
Y así ocurre también con Piano, de 1977, obra en la que un envolvente<br />
sereno y de apariencia humilde contiene una compleja estructura<br />
formada por la unión y superposición de diferentes temas a modo de<br />
collage, contrastes entre densos acordes y finas líneas, y texturas en<br />
pianissimo que se van desenvolviendo en un amplio registro y distintos<br />
tempi, colocando el listón muy alto para el intérprete. Feldman<br />
comunica en voz baja, requiere un alto grado de intimidad y exige del<br />
oyente (y del intérprete) una concentración máxima para saborear un<br />
bellísimo continuo musical próximo a la frontera del silencio.<br />
En 1986, nueve años más tarde, escribirá la que es su última obra<br />
para piano, Palais de Mari que, junto con Triadic Memories y For<br />
Bunita Marcus forman una trilogía esencial por su radicalidad y caudal<br />
poético. En esta ascética obra, las sombras y el gesto dramático del<br />
expresionismo abstracto se despejan definitivamente al encuentro de<br />
una nueva luz más nítida, clara y transparente, de delicados colores y<br />
contrastes. La estructura se apoya en motivos más leves, evolucionando<br />
abiertamente, de nuevo, en pianissimo, con un intervalo más dilatado,<br />
flotantes, ingrávidos (memoria del pintor Mark Rothko) utilizando<br />
el pedal para proporcionar a cada nota limpia vibración, dejándolas<br />
desvanecerse y diluirse en el espacio irradiando quietud, consumando<br />
de forma conmovedora el poético acto de su extinción.<br />
Manuel Luca de Tena<br />
M. FELDMAN: Piano and Orchestra; Palais de Mari; Piano / Markus Hinterhäuser<br />
(piano) / RSO Frankfurt. Dir.: Arturo Tamayo / COL LEGNO / Ref.: WWE 20070 (1 CD)<br />
D1
Arturo Tamayo y la Filarmónica de Luxemburgo, en un monográfico Xenakis para TIMPANI<br />
Inolvidable Xenakis<br />
Hace cosa de un año saludábamos en esta misma hoja la aparición del primer volumen de los dos que, consagrados a la obra orquestal<br />
de Iannis Xenakis, se anunciaban en el sello TIMPANI a cargo de Arturo Tamayo al frente de la Filarmónica de Luxemburgo. En su<br />
momento calificamos aquel registro como ejemplar e imprescindible: dé el lector por repetidos los encomios y encarecimientos entonces<br />
escritos, aplicándolos ahora a la grabación que acaba de hacerse pública y que completa (como también anunciábamos, bien que fuera<br />
con una anticipación excesiva, ya que ha tardado más de siete meses en materializarse) el centón de obras orquestales del autor grecofrancés,<br />
del que solamente cabe lamentar su brevedad (ocho composiciones en total), aunque hay que reconocer que no pueden estar mejor elegidas,<br />
tanto por representar todos los períodos creativos de la madurez del músico (desde Antikhton, de 1971, hasta Roaï, veinte años posterior) como<br />
por la altísima calidad de todas las obras seleccionadas, más de la mitad de las cuales estaban disográficamente inéditas. En el caso del volumen<br />
que ahora se comenta, casi puede incluirse en tal categoría la ya citada Antikheton (inicialmente se había anunciado Synaphaï) cuyo único<br />
registro, debido a Edgar Howarth, fue grabado por Decca hace ya un cuarto de siglo y (que uno sepa) no se transfirió a compacto, resultando<br />
hoy por completo inhallable. Se trata de un ballet escrito para Balanchine (que ya había coreografiado Metastaseis y Pithopraktha a finales de<br />
los sesenta) inspirado en una metáfora pitagórica (la otra Tierra invisible que duplica la visible) cuya escritura nace a partir de juegos topológicos.<br />
Los años ochenta (los más prolíficos del autor en el ámbito orquestal) están representados por Lichens (una de las primeras obras basadas en<br />
lo que, en nuestra anterior reseña, denominábamos algoritmos dendríticos) y por Shaar, escrita para cuerdas y una de sus más felices partituras<br />
constituidas por glissandi de diferente amplitud y duración, que transcriben una multiplicidad de campos vectoriales: campos de velocidades<br />
de gradiente variable que modulan el espacio acústico desde diferentes perspectivas simultáneas, llevando a un notable extremo de elaboración<br />
lo que en aquella pieza augural denominada Metastaseis había sido una idea puramente intuitiva (genial, eso sí), derivada del análisis de<br />
las proyecciones ortogonales de superficies regladas que, pocos años después, daban lugar a esa fascinante intersección de tres conoides abiertos<br />
de hormigón pretensado que articulaban el Pabellón Philips de la Expo de Bruselas de 1958 (y que significó la ruptura entre Xenakis y Le<br />
Corbusier): ahí, en una visión sin precedentes, la música, arte del tiempo (y una música concreta: justamente Metastaseis), había engendrado<br />
un espacio físico inmóvil, preciso y mensurable, demostrando hasta qué extremo era correcta la célebre afirmación de Goethe: la Arquitectura<br />
es Música petrificada.<br />
Pero el punto culminante del registro, como no podía ser menos, viene dado por Jonchaies: obra maestra absoluta del siglo recién concluido<br />
y, probablemente, la obra máxima de Xenakis en el terreno orquestal. Aquí, el compositor ha dado un paso fundamental en su técnica de<br />
escritura, abandonando sus procedimientos gráficos iniciales para aplicar las funciones de la estocástica markoviana a la descripción de los<br />
movimientos brownianos (los de las moléculas de un gas) en función de cuyas colisiones múltiples e impredecibles pueden expresarse la presión,<br />
la temperatura y las demás funciones de estado. Si identificamos la unidad de volumen con la correspondiente amplitud del espacio acústico<br />
elegido (que se modula de acuerdo con la teoría de cribas según una distribución de escalas que no se reproducen a la octava, ideada por<br />
el autor) y hacemos corresponder las diferentes variables con los parámetros musicales (alturas, duraciones, formas de ataque, densidades, dinámicas,<br />
color instrumental...) obtenemos una música que, al tiempo que es el exacto reflejo del esqueleto de un proceso físico preciso (la expansión<br />
simultánea de diferentes masas gaseosas: nubes de diferentes colores y espesores que se interpenetran, por buscar un símil visualmente<br />
inteligible), traza líneas, volúmenes y superficies que poseen igualmente un significado estrictamente musical que se justifica y explica por sí<br />
mismo. De ahí esa fascinante ramificación polifónica con que se abre la composición y en la que, además de una suerte de difracción de campos<br />
de velocidades y de choques de partículas (unísonos en diferentes registros simultáneos), hay un maravilloso juego de glissandi que recuperan<br />
desde una nueva perspectiva la dimensión melódica, y en los que, por momentos, es perfectamente posible leer verdaderas líneas modales<br />
(Re, con tercera mayor, segunda menor, quinta disminuida y sin sexta), en una superposición a seis partes reales que juega con las inversiones<br />
y retrogradaciones de un material que prolifera incesantemente.<br />
De las versiones discográficas existentes, la de Tamayo, cuarta hasta el presente y única realizada en estudio que uno sepa, resulta ser, con<br />
diferencia, la de mayor nitidez y transparencia, y también la más cuidadosamente matizada: el bruitismo que, en ocasiones, acarrea la difícil<br />
escritura de Xenakis, se ha reducido aquí al mínimo, devolviendo una imagen orquestal harto más diáfana y menos abigarrada que aquella a<br />
la que solemos estar habituados. Habituados escuchando discos, se entiende: como bien dice Stéphane Topakian al hablar de la grabación en<br />
las notas que acompañan al disco (con artículos excelentes de Halbreich de Rof Gehlhaar y Nouritza Matossian –la biógrafa del compositor–<br />
y de Rudolf Frisius, vaya lujo de libreto), «cualquier grabación de esta especie de tsunami sonoros resulta forzosamente frustrante, y sólo puede<br />
incitar al oyente a buscar la experiencia de la escucha en vivo». Profunda verdad que la realidad diaria hace impensable, toda vez que las<br />
orquestas (y los adocenados públicos que normalmente van a escucharlas) siguen sin otro horizonte, al parecer, que la Cuarta de Tchaikovsky<br />
o el Concierto de Aranjuez. Y así va el mundo.<br />
I. XENAKIS: Obras para gran orquesta ~ (Vol. II)<br />
Jonchaies; Antikhthon; Shaar*; Lichens*<br />
[*] 1ª grabación mundial<br />
Orquesta Filarmónica de Luxemburgo. Dir.: Arturo Tamayo<br />
TIMPANI / Ref.: 1C1062 (1 CD) D2<br />
por José Luis Téllez<br />
Edita y realiza: DIVERDI, S.L. - Imprime: ESTUDIO - Dep. legal: M-10066-94