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MAQUETACION NOVIEMBRE 2001 - Diverdi

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<strong>Diverdi</strong> entrevista: Juan Carlos Rivera<br />

BOLETÍN BOLETÍN DE INFORMACIÓN INFORMACIÓN DISCOGRÁFICA<br />

DISCOGRÁFICA<br />

AÑO X - Nº 98 - <strong>NOVIEMBRE</strong> <strong>2001</strong><br />

c/ELOY GONZALO, 27 • 28010 MADRID • TFNO.: 914 47 77 24 • FAX: 914 47 85 79<br />

e-mail: diverdi@diverdi.com<br />

El disco disco del mes<br />

ENSAYO presenta un gran recital de zarzuela con Carlos Álvarez y la Sinfónica de Galicia<br />

El esplendor del Toledo tridentino, en GLOSSA<br />

El barítono y la tiple<br />

En MYTO, novedades ~Butterfly, con Scotto y Carreras,<br />

y Réquiem verdiano con Corelli~ y reediciones de Gencer<br />

Bianca Bianca e Falliero, Falliero, de Rossini, Rossini, última última propuesta propuesta de OPERA OPERA RARA RARA<br />

Oro alemán, o la Tetralogía al alcance de todos<br />

Final de viaje: el último Albéniz de Esteban Sánchez, en ENSAYO<br />

Cowell y Feldman, dos grandes americanos en COL LEGNO<br />

W&W W&W prosigue prosigue sus reediciones reediciones jazzísticas jazzísticas de JMT<br />

JMT<br />

Ópera y ballet en los nuevos DVDs de PIONEER


Sellos en Distribución<br />

exclusiva<br />

(Noviembre <strong>2001</strong>)<br />

Los sellos indicados con un ✺<br />

disponen de catálogo gratuito a<br />

disposición de nuestros lectores<br />

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ENSAYO✺<br />

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GLOSSA<br />

GOLDEN MELODRAM✺<br />

KOCH<br />

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MYTO✺<br />

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OPERA RARA✺<br />

OPERA TRES✺<br />

ORFEO✺<br />

PANTON✺<br />

PEARL✺<br />

PIONEER DVD<br />

PREISER✺<br />

RICERCAR<br />

RICORDI<br />

ROMOPHONE✺<br />

STRADIVARIUS✺<br />

SUPRAPHON✺<br />

SYMPHONIA✺<br />

SYMPOSIUM<br />

TESTAMENT✺<br />

TIMPANI✺<br />

WERGO✺<br />

WINTER & WINTER✺<br />

Wagner/Knappertsbusch:<br />

otro Anillo... y van tres<br />

GOLDEN MELODRAM añade a su ya impresionante colección de testimonios wagnerianos,<br />

entre los que brillan con luz propia los ciclos completos que del Anillo<br />

del nibelungo dirigiera Knappertsbusch en 1956 y 1957, una nueva edición de la<br />

monumental tetralogía, en este caso la de 1958. Junto a los ya experimentados Hotter,<br />

Varnay, Windgassen y Greindl, comparecen Leonie Rysanek (sustituyendo a Brouwenstijn<br />

y Nilsson en el papel de Sieglinde) y Jon Vickers (reemplazando a Vinay y Windgassen en<br />

Siegmund). Aunque no podremos, evidentemente, deleitarnos con la imaginativa escenografía<br />

e iluminación de Wieland Wagner, que pasaron a los anales del Festival bayreuthiano,<br />

sí podremos disfrutar de un soberbio sonido monoaural que ha sido reprocesado<br />

con la meticulosidad y el cuidado habituales del sello. Todo ello, claro está, nos lo explicará<br />

como es debido don Ángel–Fernando Mayo en el boletín de diciembre.<br />

relhkñuwerhjafbdfgneyerrk,gbbasngkjmn<br />

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GOLDEN MELODRAM no descansa. Aparte del nuevo Anillo de Knappertsbusch de 1958 que se<br />

anuncia más arriba, nuestro sello wagneriano por excelencia anuncia otro Parsifal del mismo director,<br />

en este caso el que dirigiera en Bayreuth, en 1954, con el reparto habitual en esos años. Vendrán,<br />

asimismo, una Elektra del 71 dirigida por Carlos Kleiber con Martha Mödl, Enriqueta Tarrés y Wolfgang<br />

Windgassen, una Cuarta de Mahler por Klemperer (1956) y un álbum doble en el que Kubelik y Barenboim nos<br />

ofrecen los dos conciertos brahmsianos.<br />

Pero MYTO no se queda atrás. Llegarán un espléndido Aragall con Marton y Pascalis en Tosca<br />

(1977), una Turandot con Nilsson y Di Stefano (1961), uno de los relativamente raros encuentros<br />

entre Sutherland y Cossotto –Norma, 1969, dirigidas por Bonynge–, una primicia de Christa<br />

Ludwig en CD, en el papel de la Ariadna straussiana (1964), y otra novedad en el mismo soporte: Carteri como<br />

Traviata y Valletti en un excelente Alfredo, ambos junto a un magnífico Warren y todos a las órdenes del gran<br />

Monteux (1956).<br />

Y, hablando de voces, más de uno se alegrará de la iniciativa que ha emprendido TESTAMENT para conmemorar<br />

la concesión del premio A Lifetime Achievement de Gramophone a nuestra Victoria de los<br />

Ángeles: el sello británico reedita bajo el título The Fabulous Victoria de los Ángeles un recital de magnífico<br />

sonido estéreo en el que la gran soprano, acompañada alternativamente por Moore y el egregio Beecham, nos<br />

ofrece obras de diversos autores, de A. Scarlatti, Haendel, Schubert y Brahms a los españoles Turina, Granados,<br />

Guridi y Nin.<br />

Tantas, y tan interesantes, son las nuevas propuestas que adelanta BIS que se impone ser<br />

esquemáticos: aparte de nuevas entregas de las Cantatas de Bach y de un recital de obras<br />

para piano de Anton Bruckner, llegarán nuevas composiciones camerísticas de Nikos<br />

Skalkottas, un divertido registro de canciones de cabaret con obras de Britten, Weill, Höllander y Bolcom, un<br />

espléndido monográfico Purcell de los London Baroque y, por fin, dos obras líricas, género muy poco frecuentado<br />

hasta ahora por este sello: una singular ópera de cámara –La Pasión de Santo Tomás Moro– del compositor norteamericano<br />

Garrett Fisher, y una no menos sugerente ópera en dos actos –El caballero y el dragón– del finlandés<br />

Mikko Heiniö. Ambas, por supuesto, en absoluta primicia discográfica.<br />

Y hablando de novedades operísticas no podemos dejar de mencionar el Attila verdiano<br />

que nos anuncia DYNAMIC. Donato Renzetti, conocido especialista de ópera italiana del<br />

XIX, dirige a la Orquesta del Teatro Verdi de Trieste, con Ferruccio Furlanetto y Dimitra Theodossiou en los papeles<br />

protagonistas. Además, un festival violinístico en el que Ruggiero Ricci compara el sonido de 18 instrumentos<br />

contemporáneos (formato Digibox con libro incluido) y, ya en la serie IDIS, un monográfico Knappertsbusch con<br />

obras de Brahms (3ª) y Haydn (94ª).<br />

Y, por fin, el siempre sorprendente sello alemán CPO nos anuncia –aparte de novedades más «habituales»,<br />

como nuevas obras de cámara de Pftizner, Tríos para piano de Marschner y recuperación de<br />

un nuevo «olvidado» (en este caso las dos primeras sinfonías de Christian Sinding [1856–1941])– dos<br />

interesantísimos registros, a saber: Dirna, melodrama indio en 3 actos de E.T.A. Hoffmann, y Flammen, ópera en un<br />

acto que supuso el bautismo lírico de Frank Schreker y que aquí se ofrece por vez primera en su versión original.<br />

( 2 )<br />

EL TELETIPO<br />

R. WAGNER: El anillo del nibelungo [Edición<br />

completa] / Hotter, Varnay, Leonie Rysanek,<br />

Vickers, Windgassen, Andersson, Greindl,<br />

Wiener, Uhl, Stolze, Von Ilosvay, Gorr,<br />

Kónya, Saedén, Grümmer, Adam, Siebert,<br />

Boese, Hellmann, Scheppan, Lotte Rysanek,<br />

Hoffman, Madeira, Schärtel, Siemeling / Coro<br />

y Orquesta del Festival de Bayreuth. Dir.:<br />

Hans Knappertsbusch (Bayreuth, 1958) /<br />

GOLDEN MELODRAM / Ref.: GM 1.0052<br />

(14 CD) D10 x 14


Carlos Álvarez presenta un magnífico recital de zarzuela en el sello ENSAYO<br />

El barítono y la tiple<br />

E<br />

stábamos el astuto Lucas y yo sentados ante una magnífica fuente<br />

de setas –lactarius deliciosus, pleurotus eryngii, boletus edulis–<br />

cuando, con su sonrisa de Dorian Gray que todavía no ha<br />

emprendido la carrera de desórdenes tan sabiamente descrita por<br />

Thomas de Quincey en El asesinato como una de las bellas artes, me<br />

dijo: «Traigo aquí una cosa que no vas a atreverte a comentar».<br />

Golpeado así en el amor propio, contesté: «¿Cómo que no? Mientras no<br />

sean las Klavierstücke de Stockhausen...». Entonces, el ladino echó<br />

mano a la bolsa que tenía al lado y extrajo de ella el CD que aquí se<br />

reseña. Lo cogí, asombrado, me reí para mis adentros: «¿Tanto misterio<br />

para esto?», y pinché con el tenedor la primera seta de cardo.<br />

Ruego a los parroquianos que ahora me permiten hablar un poco de<br />

mí mismo. Soy español no sólo en el DNI, madrileño de tercera generación,<br />

aunque con ancestros leoneses y riojanos. Tengo por lo menos<br />

diez años más que don Nadir Madriles, benefactor del discófilo y del<br />

lector mediante su página mensual en Scherzo, quien presume de viejales.<br />

Quiero decir con esto que un español –capitalino por más señas–<br />

de mi edad hubo de salir forzosamente aficionado a los toros, zarzuelófilo<br />

y entusiasta del Real Madrid de Di Stefano, Puskas, Rial y, no en<br />

último lugar, don Santiago Bernabeu: sobre esto último dije aquí algo<br />

aún no hace mucho. La musicopatía fue ya una bendición singular que<br />

me cayó del cielo –«esto para ti, majo»–, y la wagnerofilia, la fuente de<br />

la vida que buscaba el anciano lama en Kim de la India y que yo tuve<br />

la suerte de hallar muy pronto en mi camino.<br />

En la llamada Edad de oro del toreo, el escritor y periodista Eugenio<br />

Noel atribuyó todos los males de España en general –Noel fue un regeneracionista<br />

directamente procedente de Joaquín Costa (no de la calle<br />

de tal nombre, claro)– al flamenquismo y a su caldo de cultivo, la fiesta<br />

de los toros. Por otra parte, he conocido personalmente a seres sin<br />

taras mentales evidentes que despotricaban de la zarzuela como la responsable<br />

de la indigencia musical española del siglo XIX y de nuestro<br />

atraso en la cosa. Mientras tanto, Ortega y Gasset afirmaba que los<br />

toros constituyen el suceso común que más intensamente y durante<br />

más tiempo ha hecho más felices a los españoles. Yo me atrevo a apostillar<br />

que ha sido así junto con la zarzuela. Ésta se ha cantado por grupos<br />

de aficionados de todas las regiones de España. Sus argumentos<br />

valencianos y gallegos, catalanes y andaluces, aragoneses y extremeños,<br />

vascos y castellanos; sus tipos, cercanos aún al mundo rural, al<br />

menestral y al urbano de andar por casa; sus ritmos, melodías y canciones<br />

nacidos de nuestro riquísimo folclor, todo esto llegaba y llega<br />

aún directamente al corazón español no corrompido por el menosprecio<br />

de lo propio. Es más, la decadencia de la fiesta, aunque todavía se<br />

venden al año más de sesenta millones de localidades, acosada por el<br />

antitaurinismo global, y el desdichado abandono en que cayó durante<br />

decenios la zarzuela, sí que son un síntoma, a mi juicio, de la ya casi<br />

imparable destrucción del ser, del sentir y del vivir españoles. Aun así,<br />

los toros persisten y la zarzuela ha recuperado posiciones como espectáculo,<br />

sobre todo en su sede de la calle de Jovellanos, de Madrid. No<br />

tengo el menor recato en declarar que entre los mejores actos musicales<br />

que he presenciado hasta ahora durante este año <strong>2001</strong>, por lo<br />

demás nefasto, figura por derecho propio una función de El niño judío:<br />

hacía lustros que no me reía tanto y tan a mi gusto en un teatro, viendo<br />

la escenificación de «De España vengo» y oyendo, cantada con vis<br />

cómica inigualable, la historia de «Desiderio, siempre triste y siempre<br />

serio», iluminado por su rayito de luna. ¡Y cómo reía todo el público!<br />

¡Y qué felices fuimos durante más de dos horas todos los nativos y los<br />

extranjeros, estos un puñado de buenos catadores, que llenábamos<br />

aquella tarde el santuario de nuestro prodigioso género musical autóctono!<br />

Conservo en mi discoteca antigua casi todas las zarzuelas que grabó<br />

Argenta y algunas dirigidas por Sorozábal. No faltan allí registros de<br />

Alfredo Kraus o de Teresa Berganza. He adquirido grabaciones recientes<br />

–El barberillo de Lavapiés o La verbena de la Paloma– y he regalado<br />

copias a queridos amigos alemanes, que me lo agradecieron con<br />

cerveza y un buen Wurstbrot. Me leo de cabo a rabo, para aprender,<br />

los programas de las representaciones que presencio. Por desgracia,<br />

como tengo una voz opaca y nada rica en armónicos, nunca me he<br />

atrevido a cantar, por ejemplo, aquello de «Fiel espada triunfadora», ni<br />

siquiera bajo el chorro de la ducha. Pero ayer sábado, después de<br />

haber oído ya el viernes el recital grabado por Carlos Álvarez, en el<br />

trance del cotidiano lavatorio me puse a berrear: «Dame como el sol<br />

de la mies tu calor, / dame tus caricias, mi bien, / besos calmarán mi<br />

amargura, / besos de tus labios, mujer». En ese momento se abrió la<br />

puerta del cuarto de baño, apareció mi mujer y me dijo: «Calla, que<br />

aún va a llover más. Sal de ahí pronto y te daré otra cosa». Cinco minutos<br />

después empecé a desayunarme con las porras y los churros que mi<br />

legítima había ido a comprar a una churrería del barrio. ¿Cabe un<br />

( 3 )<br />

comienzo de jornada más feliz y más zarzuelero?<br />

El CD de Carlos Álvarez responde a este patrón<br />

bien conocido: el cantante está en plena ascensión<br />

a la fama, un recital de romanzas de zarzuelas será<br />

recibido en consecuencia con expectación, dará<br />

EL DISCO<br />

DEL MES<br />

una imagen castiza del joven artista y divulgará su nombre antes de que<br />

llegue la hora de empeños discográficos mayores; además suena aún su<br />

reciente éxito en el Real como Rigoletto y conviene aumentar la intensidad<br />

de la onda expansiva. Dicho esto, ha de precisarse que el contenido<br />

de la edición es musicalmente muy bueno. La selección está bien<br />

hecha –Guerrero, Sorozábal, Soutullo y Vert, Chapí, Moreno Torroba,<br />

Luna, Guridi– e incluye la relativamente poco conocida «romanza de<br />

Rafael», de Maravilla, de Moreno Torroba, cuyo cálido melodismo<br />

ayuda a que Álvarez consiga aquí uno de sus mejores momentos. Hay<br />

además tres dúos –La del manojo de rosas, La revoltosa, La del soto del<br />

parral–, tres fragmentos instrumentales y un final en punta con la «canción<br />

de Leonello» de La canción del olvido. El programa aparece sabiamente<br />

dosificado para evitar la sensación de monotonía que puede producir<br />

un cantante ya decididamente operístico y que no acude a tranquillos<br />

o golpes de efecto casi propios del género. Lo que nos capta de<br />

inmediato es la calidad baritonal auténtica, sin la menor duda sobre su<br />

condición, y la homogeneidad de la voz en todos los registros: no hay<br />

modificaciones del bello color, tampoco estrechamientos arriba ni falta<br />

de peso abajo. La voz de barítono es la propia del género –manes de<br />

Marcos Redondo, de Luis Sagi Barba y de Manuel Ausensi entre otros–<br />

a distancia de la de tenor, y en este sentido Carlos Álvarez es hoy el<br />

astro solar y entra en comunicación fácil con el oyente. Ya he apuntado<br />

que la línea operística de su canto puede parecer algo apartada de<br />

la tradicional; mas no diría yo que esto sea un defecto. Pero creo que<br />

en el futuro sería bueno para él aparecer de vez en cuando en los escenarios<br />

de la zarzuela, sencillamente para no olvidar las raíces y mantener<br />

el contacto con ese público que no va a encontrar normalmente en<br />

los encopetados escenarios mayores.<br />

Colabora en el programa una soprano de voz cálida y carnosa que<br />

tiende a perder el control en los pasajes fuertes altos –posiblemente la<br />

voz original sea la de una mezzo–, pero que posee la rara virtud de que<br />

se le entiende casi todo lo que canta. Para saber su nombre hay que irse<br />

a la contraportada del cuadernillo, y para ver su foto –es mucho más<br />

guapa que el barítono– también hay que buscar entre las hojas (pocas).<br />

Esto me trae al recuerdo El caballero de la rosa que oí en el Teatro de<br />

la Zarzuela hace ya casi veinte años. Un matrimonio viejísimo y a todas<br />

luces muy adinerado ocupaba sendas butacas dos filas detrás de mí. Yo<br />

me había fijado en la pareja, ella enjoyada y ausente, él elegantón y<br />

rudo. De repente, se oyó la bronca voz del susodicho: «¿Cómo se llama<br />

la tiple?». Silencio. «¡Te estoy diciendo que cómo se llama la tiple!».<br />

Otro silencio. «¡Estás sorda!». Algunos siseos en la sala. «¿Pero me<br />

dices quién es la tiple, desgraciada?». En ese momento cruzó el pasillo<br />

un estupendo melómano y amigo mío, por desgracia ya fallecido en el<br />

ínterin, quien al tiempo que metía el programa de la representación<br />

entre las manos del matusalén casi rugió: «¡Vea usted mismo aquí<br />

quién es la tiple!». Pues bien, la tiple que canta con Carlos Álvarez se<br />

llama Ana Ibarra.<br />

La Orquesta Sinfónica de Galicia es una de las dos punteras hoy en<br />

España, y aunque tiene en plantilla a numerosos extranjeros no hay<br />

duda de que estos saben ya bien lo que es el pulpo a feira, la empanada<br />

de berberechos y el lacón con grelos. Por su parte, Miguel Ortega<br />

dirige con conocimiento del estilo. Ya he dicho que el trabajo es musicalmente<br />

impecable.<br />

Por el contrario, he de reprochar dos cosas a los productores ejecutivos:<br />

las notas de la carpetilla son birriosas, mera publicidad y, además,<br />

mala; la mercadotecnia del producto es un desastre, pues si se<br />

trata de vender en todo el mundo la imagen de Carlos Álvarez y de<br />

nuestra zarzuela, apreciadísima en muchos lugares, no se entiende que<br />

no se haya hecho el esfuerzo de dar la letra de las romanzas en español,<br />

inglés, francés y alemán. Para nosotros, los hispanos que peinamos<br />

canas y nos sabemos de memoria el texto y su solfa, la carencia no<br />

tiene importancia. Pero para el mercado extranjero, este servicio complementario<br />

me parece imprescindible. Las piezas, la orquesta, el<br />

director, el barítono y la tiple merecían haber comparecido ante el<br />

público mejor arropados editorialmente.<br />

Ángel–Fernando Mayo<br />

ZARZUELA GALA – Romanzas para barítono, dúos y piezas orquestales de La rosa del<br />

azafrán, La del manojo de rosas, La del soto del parral, Los gavilanes, La revoltosa,<br />

Maravilla, Molinos de viento, El caserío, Luisa Fernanda y La canción del olvido / Carlos<br />

Álvarez (barítono); Ana Ibarra (soprano) / Orquesta Sinfónica de Galicia. Dir.: Miguel<br />

Ortega / ENSAYO / Ref.: ENY 9811 (1 CD) D3


RICERCAR publica su sexto volumen de El legado de Monteverdi<br />

Petrarquismo musical<br />

Como sexta entrega de «El legado de Monteverdi» se nos ofrece<br />

esta nueva muestra musical del Cancionero de Petrarca<br />

(1304–1374). Pero si nos atenemos a las fechas de nacimiento<br />

de los compositores que integran el volumen, comprobaremos<br />

que unos son anteriores: Bassani, Lambardi, Peri, y otros posteriores<br />

a Monteverdi: Rossi, Trabacci, Gagliano, D’India, Merula,<br />

Presenti, Riccio y Borboni, por lo que no cabe tanto hablar de<br />

«herederos» como de integrantes de aquel curioso fenómeno cultural<br />

que se llamó el Petrarquismo. Desde que Pietro Bembo editara<br />

en Venecia, en 1501, el famoso códice Vaticano Latino 3.195,<br />

que contenía el manuscrito en buena parte autógrafo de las Rerum<br />

vulgarium fragmenta, popularmente conocido como Il Canzoniere,<br />

la fama del Petrarca en vulgar, autor de las más celebradas rimas<br />

amorosas, no cesó de crecer, extendiéndose sus imitadores y seguidores<br />

no sólo por Italia sino por muchos de los países de Europa en<br />

incluso de la América hispana durante los siglos XVI y XVII.<br />

Petrarca era el modelo para los nuevos poetas, y sus Rimas un verdadero<br />

código de amor y un paradigma de perfección formal. Los<br />

poetas valoraron en él la musicalidad de sus versos, y los músicos<br />

no pudieron resistirse a la fascinación de un lenguaje que combinaba<br />

sabiamente los efectos vocálicos y consonánticos con los rítmicos<br />

como expresión de un mundo sentimental de una riqueza<br />

hasta entonces desconocida. Ellos se aplicaron, pues, a la exploración<br />

de ese lenguaje poético, de tan altos valores musicales, con la<br />

pasión y el rigor de unos creadores que en la competencia entre<br />

ellos mismos y con los demás artistas de su época –poetas, pintores,<br />

dramaturgos, arquitectos, etc., tenían el mejor acicate para sus<br />

realizaciones.<br />

De los 366 poemas, entre sonetos, canciones y otras formas breves,<br />

que componen el corpus de las Rimas, en el presente disco se<br />

incluyen 10 textos que se alternan con pequeñas piezas instru-<br />

Polifonía y obras instrumentales españolas de los siglos XVI y XVII, en ARSIS<br />

Cantos de alabanza<br />

Consecuencia inequívoca del creciente interés que en los últimos<br />

años ha despertado la música española, incluso entre nuestros<br />

propios compatriotas, mucho más centrados hasta hace poco en<br />

autores y repertorios más conocidos y por lo tanto más comerciales, es<br />

la aparición en nuestro país de nuevos y audaces sellos discográficos<br />

que van a ir permitiéndonos conocer un legado musical, hasta ahora inédito,<br />

de indudable valor histórico y de una singular calidad técnica. Fiel<br />

a todo lo dicho, el sello ARSIS, que ya nos deslumbró hace algunos<br />

meses con la edición de un compacto consagrado a los maestros de<br />

capilla de la Catedral de Valencia en el siglo XVIII, nos vuelve a sorprender<br />

con un lanzamiento dedicado en exclusiva a la música española<br />

del Siglo de Oro, en el que se nos presentan una diversa variedad de<br />

autores y obras escritas en el quinto tono gregoriano, aquel que según<br />

Pablo Nasarre «...destierra las tristezas, mueve a lágrimas de gozo y alegría...».<br />

Estamos ante una producción que desde los primeros minutos de escucha nos produce una gran emoción<br />

por la belleza de las obras grabadas, desde el soberbio Magnificat de 5º tono a 4 y 6 voces de Melchor<br />

Robledo (ca. 1510–1566), que abre el compacto, ejemplo de destreza contrapuntística del Renacimiento hispano,<br />

al no menos hermoso Tiento de 8º tono de Juan Cabanilles (1644–1712), o la Gaytilla de 6º tono con<br />

dos tiples de Pablo Bruna (1611–1679), sin olvidar el descomunal Magnificat quintus tonus sex vocibus de<br />

Sebastian Aguilera de Heredia (ca. 1565–1627), verdaderos espejos de la gran obra polifónica del mejor arte<br />

Barroco español.<br />

El quinteto de violas Banchetto Musicale, que toma su nombre de la colección de danzas publicada por<br />

Schein en 1617, y en el que participan algunos de los más veteranos intérpretes de la viola da gamba en<br />

España como Itzíar Atutxa o Pere Ros, con la colaboración en las partes vocales de la soprano ibicenca<br />

Estrella Estévez (una verdadera revelación en el panorama actual de la música antigua española) y el tenor<br />

madrileño Miguel Mediano, buenos conocedores ambos del repertorio, nos ofrecen un interesante programa<br />

en el que a las ya citadas calidades y cualidades musicales, debemos añadir una toma sonora de gran nitidez<br />

que contribuye en buena medida a resaltar más aún el sonido aterciopelado, sensual y perfectamente afinado<br />

del conjunto de violas de gamba.<br />

Gracias a sellos como ARSIS y a lanzamientos como éste, la música antigua española menos conocida<br />

pronto habrá de gozar del lugar que por derecho propio le hubiera correspondido desde hace mucho tiempo.<br />

( 4 )<br />

mentales. Los cantados por el<br />

tenor (Stephan Van Dyck)<br />

son el soneto CLVI: I’ vidi in<br />

terra angelici costumi, de<br />

Gagliano; la sextina XXII: A<br />

qualunque animale alberga<br />

in terra, de Landi; y el soneto<br />

XXXV: Solo et pensoso i piú<br />

deserti campi, de Borboni. La soprano (Maria Cristina Kiehr) canta<br />

los sonetos CLIX: In qual parte del ciel, in quale ydea, de Peri; el<br />

LXI: Benedetto sia ‘l giorno, e ‘l mese, e l’anno, y el prologal I: Voi<br />

ch’ascoltate in rime sparse il suono, ambos de D’India; y la primera<br />

estrofa de la última canción, la CCCLXVI: Vergine bella, che di<br />

sol vestita, de Gagliano. Soprano, tenor y bajo (Stephan McLeod)<br />

cantan conjuntamente el soneto CCXLV: Due rose fresche, et colte<br />

in paradiso, de Presenti. El álbum se cierra con el célebre madrigal<br />

de Monteverdi, el soneto CLXIV: Or che ‘l ciel et la terra e ‘l vento<br />

tace, para 2 sopranos, alto, 2 tenores y bajo, con su respectivo<br />

acompañamiento instrumental.<br />

El conjunto es una magnífica muestra del mejor petrarquismo<br />

musical que nos legó la Italia barroca. Una interpretación cálida y<br />

sobria que nos transmite la vigencia de unos textos y una música a<br />

todas luces ejemplares. El único lunar que señalaría en la edición<br />

es incluir algunos de los poemas del ciclo in vita en los del in morte<br />

y viceversa. Resulta un tanto inexplicable y puede con facilidad<br />

inducir a error a lectores y oyentes.<br />

Jacobo Cortines<br />

IL CANZONIERE (El legado de Monteverdi – VI) – Obras de Da Gagliano, Rossi, Peri,<br />

Merula, D’India, Landi, Riccio, Pesenti, Trabacci, Lambardi, Borboni, Bassani y<br />

Monteverdi / Haller, Bertin, Van Elsacker, McLeod / La Fenice / RICERCAR / Ref.:<br />

233402 (1 CD) D2<br />

Francisco de Paula Cañas Gálvez<br />

Y TEMPLANDO POR CUERDAS RUISEÑORES – Polifonía del Renacimiento y obra instrumental española / Obras de Robledo,<br />

Correa D’Arauxo, Bruna, De Cabezón, Di Lasso, Selma y Salaverde, Cabanilles y Aguilera de Heredia / Banchetto Musicale / ARSIS<br />

/ Ref.: ARSIS 4181 (1 CD) D2<br />

GLOSSA<br />

M. D’AGINCOUR: Piezas para clave /<br />

Hervé Niquet (clave) / GLOSSA / Ref.:<br />

GCD 921702 (1 CD) D2 [20% descuento<br />

~ Precio especial de lanzamiento]<br />

M.A. CHARPENTIER: Te Deum / Le<br />

Concert Spirituel. Dir.: Hervé Niquet /<br />

GLOSSA / Ref.: GCD 921603 (1 CD)<br />

D2 [20% descuento ~ Precio especial<br />

de lanzamiento]


Luca Marenzio protagoniza un nuevo<br />

registro madrigalístico de La Venexiana<br />

Madrigales de<br />

la incertidumbre<br />

El conjunto La Venexiana añade un capítulo más a su<br />

colección «El madrigal italiano» que, con la complicidad<br />

del sello GLOSSA, va llenando importantes<br />

vacíos discográficos. En esta última entrega le toca el<br />

turno al Sexto libro de los madrigales de Luca Marenzio,<br />

un autor que ya les ha resultado muy congenial. Su anterior<br />

grabación del Noveno libro de los madrigales de<br />

Marenzio encontró una extraordinaria acogida por parte<br />

de la crítica, quedando como una de las pruebas más<br />

redondas en la discografía del joven grupo italiano.<br />

Hay que decir de antemano que el Sexto libro, publicado<br />

en 1594, todavía se queda lejos de las cimas del<br />

Noveno, cuyo experimentalismo se traducía en algunas<br />

construcciones<br />

de visionario<br />

atrevimiento.<br />

Fue editado al<br />

final de un periodoparticularmenteturbulento<br />

en la vida<br />

del compositor,<br />

cuando, a la<br />

muerte de su<br />

entonces protector,<br />

el cardenal<br />

Luigi d’Este,<br />

siguió para Marenzio<br />

una fase<br />

de incertidumbre<br />

y dificultades. En 1592 el compositor encontró en el<br />

cardenal Cinzio Aldobrandini un nuevo mentor, lo que<br />

condujo dos años más tarde a la publicación de los madrigales<br />

que ahora nos ocupan. En cuanto a los textos utilizados,<br />

Marenzio muestra un progresivo alejamiento de los<br />

tonos «arcádicos» en favor de temáticas introspectivas. El<br />

tono es severo, polifónicamente pleno, con un evidente<br />

gusto por la pintura sonora de palabras clave del texto.<br />

Respecto a la producción anterior, Marenzio revela un<br />

gusto más sobrio, la reducción cuantitativa y cualitativa de<br />

los adornos y los melismas junto con la predilección por<br />

la declamación silábica y homófona del texto. Tendencia<br />

ésta que se irá intensificando en los sucesivos libros de<br />

Marenzio y en el madrigal tardío, y en la que se pueden<br />

detectar los reflejos de la naciente monodía florentina<br />

(recordemos que entre 1588 y 1589 Marenzio estuvo en<br />

Florencia). Sin renunciar a la estructura polifónico–imitativa,<br />

el músico delata su atención por la sensibilidad vertical<br />

de las armonías, tal como queda al descubierto en<br />

Donna de l’alma mia. No faltan momentos de extremo<br />

interés. Entre los más altos podríamos citar Udite lagrimosi,<br />

una pequeña obra maestra de contrapunto disonante y<br />

doloroso, Amor se giusto sei, con su lirismo aéreo, o las<br />

líneas melódicas caprichosas y volátiles de Hor chi, Clori<br />

beata.<br />

En las últimas grabaciones, La Venexiana muestra una<br />

plantilla cada vez más renovada en las voces femeninas,<br />

mientras que mantiene inalterados sus puntos de fuerza en<br />

el bajo Daniele Carnovich, los tenores Sandro Naglia y<br />

Giuseppe Maletto, y sobre todo en el alma mater del<br />

grupo, el contratenor y director Claudio Cavina. Su presencia<br />

aporta un sello de garantía en la continuidad y las<br />

siempre elevadas prestaciones de La Venexiana.<br />

Stefano Russomanno<br />

L. MARENZIO: Sexto Libro de Madrigales, 1594 / La Venexiana / GLOSSA<br />

/ Ref.: GCD 920909 (1 CD) D2 [-20% descuento ~ Precio especial de lanzamiento]<br />

La Orchestra of the Renaissance, de la mano del sello español GLOS-<br />

SA, prosigue su brillante periplo por algunas de las capillas catedralicias<br />

españolas más representativas del Siglo de Oro. En esta ocasión<br />

se han centrado en la reconstrucción<br />

de los oficios lutúrgico–<br />

musicales celebrados en la<br />

Catedral Primada de Toledo<br />

con motivo de la festividad de<br />

la Asunción de la Virgen tal y<br />

como se podría haber realizado<br />

en torno al año 1580. El eje<br />

central de esta científica y<br />

excelente labor de reconstrucción<br />

gira en torno a la misa<br />

Benedicta es caelorum regina<br />

del gran Cristóbal Morales, verdadero<br />

paradigma de los maestros<br />

catedralicios españoles del<br />

siglo XVI. Esta deslumbrante<br />

obra, publicada junto a otras<br />

15 misas más en Roma el año de 1544, está en parte basada en el motete<br />

homónimo de Jean Moutón (ca. 1459–1522), en la melodía gregoriana<br />

del mismo texto, y en algunos momentos, sin duda, en un ejercicio de<br />

sapiencia y elegancia musical, en la versión escrita por Josquin a comienzos<br />

del siglo XVI sobre aquellos mismos versos.<br />

Uno de los aspectos más interesantes de esta grabación podría residir<br />

en la utilización, hasta ahora inédita, de una copia de esta misa conservada<br />

entre los libros de coro de la Catedral Primada. También se han<br />

incluído, como parte integrante del desarrollo litúrgico, dos motetes más<br />

de Morales, Exaltata est Sancta Dei Genitrix (aquí interpretado por los<br />

ministriles altos siguiendo la costumbre española de la época) y Ave<br />

Regina caelorum, que abren y cierran, respectivamente el compacto; también,<br />

en un intento máximo de aproximación musical a lo que debió de<br />

interpretarse en aquella festividad en la ciudad imperial, se han recogido<br />

obras de dos de los maestros de capilla más representativos de la Sede<br />

Primada, Bernardino de Ribera (ca. 1520–1571), del que se ha grabado un<br />

deslumbrante Beata Mater, y Andrés de Torrentes (que lo fue tres veces no<br />

consecutivas; verdadero protagonista del cambio de gustos y repertorios<br />

musicales experimentado en la Catedral de Toledo en torno a la década<br />

de 1540), representado, por su parte, con un impresionante Asperges me,<br />

obra de gran destreza polifónica que en Toledo sólo se habría de cantar<br />

cuando la festividad de la Asunción cayera en domingo y la misa fuera, a<br />

su vez, celebrada por el deán, además de varias piezas sacras interpretadas<br />

únicamente por los ministriles altos como el ya citado Exaltata est<br />

Sancta Dei Genitrix de Morales y el bellísimo Dulcissima Maria de<br />

Francisco Guerrero, apodado el cantor de María, por el gran número de<br />

composiciones dedicadas a la Virgen, para concluir con el místico y conmovedor<br />

motete de Ceballos O pretiosum et admirabile sacramentum,<br />

obras todas que se van alternando con partes de canto llano, procedentes<br />

de cantorales custodiados en la Catedral de Barcelona y el Monasterio de<br />

El Escorial.<br />

Estamos, sin duda, ante un trabajo musicológico de gran precisión técnica<br />

en el que las cuestiones tanto litúrgicas como puramente musicales<br />

se han cuidado en extremo, basándose en buena medida en la ingente<br />

documentación histórica, apenas estudiada, que se conserva en el impresionante<br />

archivo de la Catedral de Toledo (las notas del libreto, en las que<br />

se aportan datos inéditos sobre la actividad musical en esta sede episcopal,<br />

son excelentes). Sobre esta base, y contando con la alta calidad ya<br />

contrastada en anteriores producciones (y también en concierto) de los<br />

cantores y ministriles (la Alta Capella es excepcional) que conforman la<br />

Orchestra of the Renaissance, sólo podemos esperar que una grabación<br />

como ésta, brillante, estimulante, espectacular, emocionante, pulcra y<br />

apasionante, sólo sea uno de los primeros eslabones del largo recorrido<br />

por las capillas musicales, tanto reales como catedralicias, del Quinientos<br />

español.<br />

F.P.C.G.<br />

MISA DE LA ASUNCIÓN – Una reconstrucción musical con obras de De Morales, Ceballos,<br />

Guerrero, Ribera y Torrentes, etc. / Josep Cabré (canto llano) / Orchestra of the Renaissance.<br />

Dir.: Michael Noone / GLOSSA / Ref.: GCD 921404 (1 CD) D2 [-20% descuento ~ Precio especial<br />

de lanzamiento]<br />

( 5 )<br />

Una Misa para la Asunción de la Virgen en la<br />

Catedral de Toledo por la Orchestra of the Renaissance<br />

El esplendor del<br />

Toledo tridentino


Suzuki prosigue su grabación integral<br />

de las cantatas de J.S. Bach en BIS<br />

Más cantatas<br />

En la décimocuarta entrega de su serie de las cantatas bachianas<br />

Masaaki Suzuki continúa explorando las que el cantor compuso<br />

en 1723, recién llegado a Leipzig, eligiendo cuatro que<br />

corresponden a los meses de septiembre y octubre. Consciente o<br />

inconscientemente, pretendía Bach convencer al consejo municipal<br />

de lo acertado de su elección –¿habría llegado a sus oídos que el<br />

regidor A.C. Plaz dijo cuando se<br />

supo que Telemann y Graupner retiraban<br />

su solicitud que «ya que no se<br />

podía contar con los mejores se<br />

tenía que elegir a los mediocres»?– y,<br />

aunque son obras de dimensiones<br />

modestas, realizó en ellas un considerable<br />

despliegue de sus aptitudes<br />

como compositor, quedando patentes,<br />

entre otras cualidades, su dominio<br />

de la escritura fugada, su talento<br />

como melodista y orquestador y su<br />

enorme capacidad para la imaginería<br />

y la evocación musical.<br />

Ignoramos –ni siquiera sabemos si lo<br />

expresaron en público– el juicio de sus superiores. En cualquier<br />

caso, a casi tres siglos de distancia, ya no sería sino una anécdota,<br />

como la misma frase del reticente Plaz. A nosotros nos basta con<br />

admirar la jubilosa BWV 148 y su deslumbrante coro introductorio,<br />

en cuya instrumentación el clarín, dos oboes d’amore y uno da caccia<br />

se suman a la cuerda y el continuo; el recogimiento de la BWV<br />

48, recorrida por el sentimiento de horror al pecado, patente en el<br />

aria de contralto; el clima interrogante, entre la severidad y la magnanimidad<br />

divinas, de la BWV 89, la única del programa, por otra<br />

parte, que no comienza con un coro, sino con un aria (de bajo: otra<br />

peculiaridad) de compleja y brillante instrumentación; y cómo esa<br />

duda se refuerza hasta hacerse casi angustiosa, en la BWV 109, de<br />

elevado dramatismo general.<br />

Suzuki ha debido tomar algunas decisiones sobre detalles problemáticos<br />

(instrumentación de las BWV 148 y 89, modelación del<br />

coro de la BWV 109) que justifica cumplidamente en el folleto. Y<br />

en su interpretación subraya los rasgos expresivos señalados, y de<br />

forma muy particular, el intimismo fervoroso de la BWV 48. La<br />

orquesta –esta vez, sin refuerzos occidentales– y el coro responden<br />

con la precisión y musicalidad de siempre y entre los solistas sobresale,<br />

como era de esperar, el tenor Gerd Türk. Y tanto el contratenor<br />

Robin Blaze –aunque su timbre no sea del gusto de todos– como la<br />

soprano Midori Suzuki y el bajo Chiyuki Urano –estos últimos, con<br />

intervenciones muy breves– alcanzan un nivel envidiable. Un<br />

disco, en conclusión, en la excelente tónica de la integral a que pertenece.<br />

Mariano Acero Ruilópez<br />

J.S. BACH: Integral de las Cantatas (Vol. 14) – Cantatas núms. 48, 89, 109 y 148 / Bach<br />

Collegium Japan. Dir.: Masaaki Suzuki / BIS / Ref.: BIS 1081 (1 CD) D2<br />

[Volúmenes anteriores también disponibles]<br />

Imaginativo programa de obras humorísticas de la familia Bach, en CPO<br />

Música, familia y buen humor<br />

P<br />

or si habíamos olvidado que los innumerables miembros de<br />

la familia Bach demostraron a menudo poseer un agudo sentido<br />

del humor y que, al menos durante algún tiempo, se reunían<br />

cada año para regocijarse y hacer música relajadamente,<br />

alternando lo serio, lo jocoso y hasta lo escabroso, aquí están<br />

Hermann Max (con Das Kleine Konzert, por supuesto) y el sello<br />

CPO para recordárnoslo. No pretende el incansable director hacer<br />

una reconstrucción de lo que podría haber sido una de aquellas<br />

reuniones (sería inútil intentarlo, por lo demás: predominaría la<br />

improvisación), sino simplemente ofrecernos una muestra de la<br />

música vocal humorística escrita por compositores que llevaron el<br />

apellido. No está Johann Sebastian el grande (aunque dejó alguna<br />

que otra prueba de que el humor tampoco le era ajeno). Pero sí su<br />

hijo Johann Christian (1735–1782) y su nieto Wilhelm Friedrich<br />

Ernst (1759–1845). Y de las ramas colaterales, el primo de su padre<br />

Johann Christoph (1642–1703) y el hijo de éste Johann Nicolaus<br />

( 6 )<br />

Hermosa antología instrumental y vocal<br />

de G. Frescobaldi (1583–1643) en BIS<br />

Ahora, Frescobaldi<br />

Por si quedaba algún recoveco de la música barroca sin explorar<br />

por los japoneses, aquí los tenemos, envueltos en italianizante<br />

apelativo (Anthonello, en homenaje al compositor<br />

trecentista Anthonello da Caserta),<br />

interpretando a Frescobaldi. En<br />

realidad, no todos los integrantes<br />

del grupo son japoneses, que de la<br />

cuerda pulsada (tiorba, guitarra<br />

barroca) se ocupa Rafael Bonavita,<br />

uruguayo de nación. Pero no es<br />

sino uno entre cinco: el sol naciente<br />

domina claramente al poniente...<br />

Aunque en esto de la música,<br />

como en tantas otras cosas, el<br />

pasaporte y los rasgos faciales son<br />

elementos muy secundarios, casi<br />

meramente anecdóticos. Y, digámoslo<br />

desde ahora mismo, en<br />

asuntos como la técnica, la comprensión y el espíritu de lo que se<br />

interpreta se muestran tan occidentales como los centros donde<br />

han estudiado (Schola Cantorum Basiliensis, principalmente), los<br />

maestros que han tenido (gente como Bruce Dickey, Jordi Savall<br />

o Christophe Coin) y los grupos en que han tocado (La Petite<br />

Bande, Concerto Vocale o el Ensemble Elyma).<br />

Para esta grabación han seleccionado un puñado de piezas<br />

instrumentales entre las más conocidas de las Canzoni... per<br />

sonare de 1628 (no faltan «La Bernardina», «La Tromboncina» o<br />

«La Lucchesina»), que se intercalan con otras vocales, profanas y<br />

sagradas, de los dos libros de arie... per cantarsi de 1630, completando<br />

el programa un par de fragmentos para clave de las<br />

Toccata de 1615. No es más que una pequeña muestra del inmenso<br />

corpus frescobaldiano, pero extraordinariamente sugestiva y<br />

bella. Y poniendo en práctica la libertad que el compositor dejaba<br />

en este campo, emplean como instrumento fundamental para<br />

el canto la sensual y untuosa corneta (en una ocasión, sustituida<br />

por la flauta dulce) y para el basso, la viola de gamba sobre un<br />

entramado de clave y tiorba (sustituidos ocasionalmente por arpa<br />

o guitarra), el mismo tejido que, con el frecuente añadido de la<br />

viola de gamba, sostiene a la voz en las arias. La soprano Midori<br />

Suzuki desgrana éstas con refinamiento y elegancia (y sin dejar<br />

escapar los matices religiosos allí donde se precisan), proporcionando<br />

el adecuado complemento vocal al sólido, virtuoso y emotivo<br />

cuarteto instrumental –en el que es justo destacar la labor del<br />

cornetista Yoshimichi Hamada– con el que comparte protagonismo.<br />

En definitiva, que los japoneses, con el añadido del uruguayo,<br />

firman una recomendable antología de aquel compositor que<br />

estuvo al servicio del obispo de Roma.<br />

G. FRESCOBALDI: Arias, Toccatas y Canzonas / Ensemble Anthonello / BIS /<br />

Ref.: BIS 1166 (1 CD) D2<br />

M.A.R.<br />

(1669–1753). Cuatro generaciones,<br />

pues, y un denominador<br />

común: la música alegre, ligera,<br />

despreocupada, pero no falta de<br />

inspiración.<br />

De Johann Christoph se ha<br />

elegido un hermoso diálogo<br />

nupcial –para quien esto escribe,<br />

lo mejor del disco– interpretado<br />

en 1694, probablemente con escenificación, en la boda de un hermano<br />

de Johann Sebastian; una obra que combina las frases amorosas<br />

del Cantar de los cantares con la invitación a los asistentes a<br />

comer y beber abundantemente, que también la comida y la bebida<br />

son dones divinos. Lástima que las curiosas y clarificadoras glosas<br />

debidas a Ambrosius, el padre del genio, se presenten únicamente<br />

en alemán y sólo se haya incluido algún fragmento en otros


Sonatas para flauta dulce y oboe de G.F. Haendel (1695–1759) en AMBROISIE<br />

Joyitas<br />

L<br />

a mayoría de los compositores tardobarrocos rindió tributo a la<br />

música de cámara instrumental. En ciertos casos porque, siendo<br />

virtuosos instrumentistas, constituía el vehículo ideal para<br />

sus exhibiciones personales. Otros la compusieron para amigos o<br />

compañeros igualmente virtuosos. Algunos más, con fines docentes.<br />

Y casi todos porque, teniendo una demanda segura y relativamente<br />

amplia de profesionales y aficionados, proporcionaba una buena<br />

oportunidad de conseguir ingresos extras, siempre –entonces y<br />

ahora– bienvenidos. Haendel, por supuesto, no fue una excepción,<br />

aunque no siempre conozcamos con exactitud las circunstancias en<br />

que escribió las no excesivamente abundantes obras que en este<br />

campo nos ha legado.<br />

Poco o nada se sabe de los destinatarios de sus sonatas para oboe<br />

y continuo. Y resulta extraño que hayan sobrevivido sólo tres, cuando<br />

parece que en sus años mozos era éste su instrumento favorito y<br />

más tarde contó en su orquesta con extraordinarios oboístas<br />

(Sammartini, por ejemplo). Mainwaring, su primer biógrafo, afirmó<br />

que se habían perdido muchas de sus obras de juventud; más de una<br />

pieza para oboe habría entre ellas. Sí sabemos, por el contrario, que<br />

cuatro de sus seis sonatas para flauta dulce y continuo fueron<br />

empleadas –¿también concebidas?– para tareas pedagógicas, y llaman<br />

la atención, además de por su sencilla pero luminosa y bella<br />

línea melódica, por su complejo y variado bajo continuo, materia<br />

en que la princesa Ana, su discípula predilecta, llegó a ser consumada<br />

especialista. Las otras dos, denominadas «Sonatas<br />

Fitzwilliam» (nombre de la institución que custodia sus autógrafos)<br />

por su descubridor a mediados del siglo XX, son contemporáneas de<br />

las anteriores (c.1724–26) y pudieron ser compuestas para los solistas<br />

de la orquesta de la Royal Academy of Music. La historia de sus<br />

ediciones antiguas y modernas, salpicada por los pirateos del editor<br />

idiomas más asequibles por<br />

estos pagos en el folleto explicativo<br />

(por lo demás, tan<br />

completo como es habitual en<br />

el sello). Johann Nicolaus,<br />

que dirigía el Collegium<br />

Musicum estudiantil de Jena,<br />

aporta en un delicioso singspiel<br />

una historia escolar de<br />

novatos, burlas y alabanzas al<br />

vino y la cerveza. A Johann<br />

Christian pertenecen dos lieder<br />

juveniles escritos cuando<br />

vivió en Berlín con su medio<br />

hermano Carl Philipp<br />

Emanuel. En uno de ellos, que<br />

ironiza sobre los viajes de un<br />

fantasmón, afloran unos<br />

pocos compases de una de las<br />

sonatas para viola de gamba<br />

del padre: puestos a tomar<br />

prestado, mejor que todo<br />

quede en casa. Y, por último,<br />

Wilhelm Friedrich Ernst está<br />

presente con cuatro obritas en<br />

las que muestra su habilidad<br />

para traducir musicalmente<br />

las humoradas del texto. ¿Hay<br />

que extenderse demasiado en<br />

elogiar la interpretación,<br />

sabiendo quién y a qué grupo<br />

dirige y que al fortepiano, en<br />

los lieder, está Ludger Rémy?<br />

Los solistas vocales, al mismo<br />

nivel. Un disco refrescante.<br />

M.A.R.<br />

EL HUMOR MUSICAL EN LA FAMI-<br />

LIA BACH – Obras de Johann<br />

Nicolaus, Wilhelm Friedrich Ernst,<br />

Johann Christian y Johann Christoph<br />

Bach / Rheinische Kantorei / Das<br />

Kleine Konzert. Dir.: Hermann Max /<br />

CPO / Ref.: 999797–2 (1 CD) D2<br />

( 7 )<br />

Walsh y las interpolaciones<br />

de Chrysander, rebasaría el<br />

espacio de que disponemos.<br />

Todas ellas, especialmente<br />

las sonatas para flauta<br />

dulce, son unas joyitas,<br />

pequeñas obras maestras, y<br />

figuran entre las favoritas<br />

de los modernos intérpretes, muchos de los cuales las han llevado<br />

al disco. El joven sello AMBROISIE nos trae hoy la versión de<br />

Héloïse Gaillard, flautista y oboísta que ya ha dejado en discos anteriores<br />

suficientes pruebas de su valía. Lástima que haya seleccionado<br />

sólo cinco de las sonatas para flauta (falta la HWV 377) y dos de<br />

las de oboe (excluye la HWV 357), dejando espacio vacío en el<br />

disco: si no nos falla la memoria, habría sido la primera doble integral<br />

en CD realizada por el mismo solista (la que Michel Piguet<br />

grabó en 1985 no se ha transferido a este soporte sino fragmentadamente).<br />

Al margen de esto, su interpretación, de la que emana un<br />

inconfundible aroma haendeliano, es sumamente elegante, con<br />

tiempos ajustados y una discreta ornamentación, extrayendo un<br />

sonido carnoso del oboe y finamente sensual de la flauta. Y se beneficia<br />

de un imaginativo bajo continuo servido por sus compañeras<br />

del trío Amarilis, Ophélie Gaillard (violoncelo) y Violaine Cochard<br />

(clave y órgano). Interesante.<br />

M.A.R.<br />

G.F. HAENDEL: 2 Sonatas para oboe; 5 Sonatas para flauta dulce / Héloïse Galliard<br />

(flauta dulce y oboe); Ophélie Gaillard (cello); Violaine Cochard (clave) / AMBROISIE /<br />

Ref.: AMB 9910 (1 CD) D2<br />

Música para viola de gamba de Konrad Höffler (1647–1705?) en SYMPHONIA<br />

La cálida e íntima viola de gamba<br />

No hace mucho tiempo, aun sabiendo que había sido un instrumento muy difundido en su tiempo,<br />

sólo conocíamos a un reducidísimo grupo de compositores que escribieron para viola de<br />

gamba. Poco a poco el paisaje se ha ido poblando de figuras de mayor o menor tamaño, situadas<br />

en primer plano o casi perdidas junto a la línea del horizonte,<br />

delineadas con trazos claros y precisos o apenas esbozadas<br />

en una mancha borrosa –todas, no obstante, necesarias–,<br />

y aunque dista mucho de estar completo, se nos presenta<br />

lleno de vida, movimiento, color y, sobre todo, música,<br />

abundante y buena música. Hoy podemos añadir al cuadro<br />

un nuevo y no diminuto personaje: Konrad Höffler.<br />

Nacido en Nüremberg a mediados del siglo XVII, fue discípulo<br />

de Gabriel Schütz –que nada tenía que ver con el gran<br />

Enrico Sagitarius– y trabajó prácticamente durante toda su<br />

vida en las cortes de Bayreuth y Halle–Weissenfels. Excelente<br />

violagambista, su recuerdo como compositor está vinculado a<br />

Primitiae Chelicae (1695), una serie de doce suites para viola<br />

de gamba y bajo continuo en la que se funden, como era frecuente<br />

en su entorno, las influencias italianas, francesas e<br />

inglesas con las tradiciones autóctonas. Su estructura es la clásica<br />

en los cuatro movimientos de danza (Allemande<br />

–Courante–Sarabande–Giga), precedidos en ocasiones por un preludio (cuando éste no existe, los<br />

intérpretes, con buen criterio, lo han suplido con fragmentos de J. Krieger, para clave, y de J.<br />

Pachelbel, en transcripción para archilaúd) y presentan pasajes melódicos y armónicos, retazos de<br />

estilo improvisatorio y otros de compleja textura polifónica y están sembradas de mil detalles virtuosos...<br />

Todo un desafío para el intérprete que Guido Balestracci, a quien acompaña un sobrio, pero eficiente<br />

equipo al bajo continuo (violón, archilaúd, clave/órgano), resuelve con la difícil facilidad a que<br />

nos tiene acostumbrados, regalándonos con un sonido rico en matices, intimista, cálido, y aterciopelado<br />

y demostrando que es una de las figuras punteras del actual panorama de ese difícil y hermosísimo<br />

instrumento. Aunque no se informa sobre el particular, a los amantes de la viola de gamba nos<br />

gustaría que las Primitiae Chelicae se completaran en breve con la grabación de las seis últimas suites.<br />

M.A.R.<br />

K. HÖFFLER: Primitiae Chelicae – 6 Suites para viola da gamba I–VI / Guido Balestracci (viola da gamba) / SYMPHONIA / Ref.:<br />

SY 01186 (1 CD) D2 [-20% descuento ~ Precio especial de lanzamiento]


Las obras camerísticas para clarinete de Mozart, en interpretación de Dieter Klöcker<br />

Música con destinatario<br />

Este disco del sello CPO se trata de una remasterización de una<br />

grabación efectuada en 1974. Una afortunada recopilación<br />

que tiene como protagonista fundamental un instrumento de<br />

la familia de las maderas, como es el clarinete, al que Mozart dedicó<br />

importantes páginas de su producción y del que salieron sonidos<br />

de belleza sobrecogedora.<br />

Como obra principal el registro integra el<br />

Quinteto para clarinete KV 581 que el músico<br />

salzburgués daría a conocer el 22 de diciembre<br />

de 1789, con Antón Stadler –uno de los mejores<br />

clarinetistas del siglo XVIII, al que iba dedicado–<br />

como solista. La partitura, notabilísima,<br />

estará poseída de la misma atmósfera de despedida<br />

y mórbida belleza que el Concierto para<br />

clarinete KV 622, acabado dos meses antes de<br />

su muerte. Para muchos, la más conmovedora<br />

de sus obras de cámara, teñida de melancolía.<br />

Acompañan al mismo dos movimientos de<br />

Quinteto para el mismo instrumento, piezas<br />

éstas que no se descartan como estudios preliminares<br />

al KV 581. Si el KV 516c sostiene la<br />

misma instrumentación, es decir, el clarinete y el cuarteto de cuerda,<br />

no ocurre así con Movimiento de quinteto, KV 580b, composición<br />

que nos parece particularmente interesante por la gran calidad<br />

de algunos de sus compases. La distribución instrumental se<br />

verá alterada, y al clarinete se unirá el corno di basseto y un trío de<br />

cuerdas.<br />

Hoy no dudamos en afirmar que Mozart creó las excelentes<br />

composiciones para clarinete que se encuentran en su catálogo<br />

gracias a la estimulante personalidad de Stadler, que gozaba en<br />

aquél tiempo de una gran popularidad en Viena. Él sería el destinatario<br />

de las creaciones para el subsodicho instrumento, y el inspirador,<br />

por su arte, del compositor en esa etapa de su madurez y<br />

Uno de los géneros más desatendidos<br />

dentro la ingente producción camerística<br />

de J. Haydn continúa siendo<br />

el de sus tríos para piano. Quizá a ello haya<br />

contribuido que un primer grupo de estas<br />

obras, escritas en torno a 1760 (algunas de<br />

ellas incluso de dudosa atribución), cuando<br />

el joven Haydn trabajaba al servicio del<br />

Conde Morzin, estén todavía impregnadas<br />

de las influencias del último barroco y del<br />

gusto rococó que comenzaba a imponerse<br />

en las músicas cultas del Viejo Continente,<br />

y en los que el papel desempeñando por el<br />

teclado fuera todavía el de mero acompañante,<br />

presentando estas obras, en general,<br />

para algunos musicólogos e intérpretes del<br />

siglo XX, un aspecto de simplicidad, en<br />

cierto modo merecido, que las ha relegado<br />

a una situación de casi olvido hasta nuestros<br />

días. Sin embargo, existe un segundo<br />

(ca. 1770–1783) y tercer grupo (ca.<br />

1784–1794) deTtríos para pianoforte, escritos<br />

en plena madurez compositiva del<br />

maestro, que presentan ya unas características<br />

musicales mucho más cercanas al espíritu<br />

creativo y genial del mejor Haydn, y<br />

han despertado el interés por parte de algunas<br />

compañías discográficas, entre ellas<br />

CPO, que lanza ya el tercer volumen dedicado<br />

a estas obras compuestas por el genio<br />

de Rohrau en los años finales de su carrera<br />

musical. Los cuatro tríos aquí grabados fueron<br />

compuestos a mediados de la década<br />

de 1780 por encargo de los editores londinenses<br />

Longman & Broderip, que terminarían<br />

publicándolos, después de varios años<br />

de litigios provocados por las ediciones<br />

piratas a las que estuvieron sometidos en<br />

varias ciudades europeas, tras el segundo<br />

viaje de Haydn a Gran Bretaña, a finales de<br />

1794, siendo dedicados a la condesa María<br />

Teresa, viuda del Príncipe Pablo Antonio II<br />

de Esterházy. Se trata de obras que nos<br />

muestran el gran talento del Haydn maduro,<br />

donde el teclado ya ocupa un lugar cen-<br />

( 8 )<br />

de su último periodo creador (al igual que, posteriormente,<br />

Bärmann inspirara a Weber o Mühlfeld a Brahms, contribuyendo al<br />

desarrollo del instrumento en cuestión). El presente CD incluye una<br />

obra de Stadler, un Trio en Fa mayor para tres corni di basseto; sabido<br />

es que este instrumentista lo tocaba maravillosamente. El mencionado<br />

artilugio no era ni más ni menos que<br />

un clarinete contralto, de tesitura más grave, y<br />

que estaba acodado en su parte media; gozó de<br />

gran estima hasta los tiempos de Mozart. Este<br />

Trío es susceptible de ser atribuido a Mozart,<br />

dado que la composición no puede dejar de<br />

esconder reminiscencias muy claras de su música,<br />

aunque Stadler conoce bien la materia que<br />

trata. Por otra parte, parece ser que Constanza,<br />

en una carta del 31 de mayo de 1800 dirigida a<br />

un editor, denunciaba que Stadler poseía aún<br />

una copia de unos tríos para el instrumento<br />

mencionado, que pertenecían a Mozart y que<br />

desaparecieron. Posteriormente, el afamado<br />

clarinetista declararía que el baúl donde tenía<br />

ordenado sus papeles le había sido robado. A<br />

partir de ahí que cada cual piense lo que quiera.<br />

Se completa la audición con el Dúo para violín y viola en Si<br />

bemol mayor, KV 424. Fruto de un espíritu de generosidad hacia su<br />

amigo Michael Haydn, es obra de un admirable equilibrio entre los<br />

dos instrumentos, un espléndido juego con las dobles cuerdas.<br />

Interesante disco y de sobrada calidad interpretativa si lo avala el<br />

Consortium Classicum con Dieter Klöcker.<br />

Manuel García Franco<br />

W.A. MOZART: Quinteto para clarinete en la mayor, KV 581; Movimientos de quinteto<br />

KV 516c y 580b – A. STADLER: Trío en fa para 3 corni di bassetto /<br />

Consortium Classicum. Dir.: Dieter Klöcker / CPO / Ref.: 999802–2 (1 CD) D5<br />

Volumen tercero de la integral de los tríos para piano por el Trio 1790, en CPO<br />

El talento del genio<br />

tral y protagonista (no en vano el propio<br />

compositor los calificaba de Sonatas para<br />

tecla), que las hace extremadamente atractivas<br />

para el intérprete y el oyente. Así han<br />

parecido entenderlo los miembros del Trio<br />

1790, verdaderos conocedores del repertorio<br />

de cámara de finales del siglo XVIII y<br />

comienzos del XIX, que nos regalan, una<br />

vez más, la interpretación atinada y repleta<br />

de sutilezas que la música camerística de<br />

Haydn requiere. El medido equilibrio y la<br />

perfecta afinación de instrumentos originales<br />

y su objetiva utilización, en especial del<br />

pianoforte con el veterano Harald Hoeren<br />

al frente, viejo conocido de los seguidores<br />

de CPO, contribuyen a crear el ambiente de<br />

recogimiento y de interior necesario para el<br />

disfrute en toda su plenitud de estas obras<br />

rebosantes de gracia, lirismo y melancolía.<br />

F.P.C.G.<br />

F.J. HAYDN: Integral de los Tríos (Vol. 3)<br />

Tríos Hob. KV:5, XV:18, XV:19 y XV:20 / Trio 1790<br />

CPO / Ref.: 999468–2 (1 CD) D5<br />

También disponibles:<br />

F.J. HAYDN: Integral de los Tríos (Vol. 1) – Tríos Hob.<br />

XV/6, 7, 8, 9 y 10 / Trio 1790 / CPO /<br />

Ref.: 999466–2 (1 CD) D5<br />

F.J. HAYDN: Integral de los Tríos (Vol. 2) – Tríos Hob.<br />

XV:11, 12, 13 y 14 / Trio 1790 / CPO /<br />

Ref.: 999467–2 (1 CD) D5


La Tapiola Sinfonietta nos ofrece dos serenatas<br />

mozartianas, las KV 100 y 361, en BIS<br />

Tras las huellas del<br />

salzburgués alegre<br />

Los nombres de Tapiola Sinfonietta y Jean–Jacques Kantorow van<br />

unidos desde el año 1993, fecha en la que el violinista y director<br />

de orquesta francés resultara elegido director artístico de la<br />

agrupación instrumental finesa. De su buen quehacer al frente de<br />

las partituras del genial Mozart tenemos el ejemplo de sus cuatro<br />

Conciertos para trompa y orquesta, con Christian Lindberg como<br />

solista (BIS–CD–1008). Ahora es<br />

el turno de la serenata, en un<br />

nuevo registro que incluye dos<br />

de las más apetecibles, sugerentes<br />

y deleitosas del maestro de la<br />

Getreidegasse nº 9, me refiero a<br />

la KV 100 y a la denominada<br />

Gran Partita, KV 361 (370 a).<br />

En su orígen, la serenata se<br />

destinó a ser interpretada al<br />

anochecer, teniendo una<br />

vinculación directa con el divertimento<br />

y empleando instrumentos<br />

de cuerda y viento. Así, la<br />

Serenata nº1 en re mayor, KV<br />

100 (compuesta durante el verano<br />

de 1769), recibe de Michael Haydn su influencia más sobresaliente,<br />

siendo en fechas posteriores revisada por el propio compositor,<br />

y añadiéndosele al Finale una nueva variación en forma de<br />

rondó.<br />

En el primero de los movimientos de esta pieza se intercala un<br />

concierto para violín, oboe y trompa, con una ligera tendencia al<br />

modelo antiguo de concerto grosso, alternando los momentos de<br />

tutti y de solo, al estilo de Eberlin y Adlgasser.<br />

La Serenata KV 361 (370 a) nº8, Gran Partita, fue escrita a<br />

comienzos de 1781 en la ciudad de Munich. Las bandas de instrumentos<br />

de viento gozaron de una asombrosa fama y moda en la<br />

Viena de comienzos de 1780 –el mismo emperador poseía una– y<br />

muchas de las óperas de nuestro músico fueron transcritas para<br />

estos conjuntos.<br />

Como una obra maestra se cataloga la Serenata para trece instrumentos<br />

de viento (KV 361), aunque sea actualmente para doce,<br />

añadiéndose un contrabajo. Existen algunas dudas sobre el motivo<br />

de su composición, si fue escrita pensando en su propia celebración<br />

de boda con Constanze Weber o, como parece tener una mayor fiabilidad,<br />

para un concierto benéfico dedicado a su viejo amigo y clarinetista<br />

Anton Stadler ( Bruck an der Leitha, 1753 – Viena, 1812).<br />

Clarinetes y corni di bassetto (similares a los anteriores instrumentos)<br />

dos a dos, siguiendo una trayectoria conjunta que culmina,<br />

proporcionando un verdadero momento de éxtasis en el oyente<br />

durante el tercer movimiento, con una melodiosa introducción<br />

desde la cual aparece repentinamente una larga nota sostenida del<br />

oboe. Con el séptimo y último tiempo, Mozart nos sumerge en la<br />

jocosidad, lo danzable y lo cortesano.<br />

Las cuatro trompas, los dos fagotes y el contrabajo contribuyen a<br />

crear esta atmósfera «mágica» o, simplemente mozartiana.<br />

Tanto la orquesta como su director han demostrado, con su<br />

segundo CD destinado a la figura de Wolfgang Amadeus Mozart, ser<br />

unos completos conocedores de la obra del autor de Don Giovanni.<br />

Las secciones de cuerda y viento coordinan a las mil maravillas, con<br />

refinamiento, precisión y criterio.<br />

Espero que los señores de BIS sepan sacar provecho de la Tapiola<br />

Sinfonietta y de Jean– Jacques Kantorow para enriquecer su escasamente<br />

nutrido catálogo orquestal mozartiano.<br />

Están ustedes ante un disco que hará melómanos a aquellos que<br />

no se consideraban anteriormente así e incrementará en su gusto<br />

por la buena música a aquellos que ya poseían otras versiones de<br />

ambas obras.<br />

Jaime Arroyo Moya<br />

jimmysalieri@terra.es<br />

W.A. MOZART: Serenata para instrumentos de viento, KV 361, Gran Partita; Serenata<br />

nº 1 en re mayor, op. 100 / Tapiola Sinfonietta. Dir.: Jean–Jacques Kantorow / BIS / Ref.:<br />

BIS 1010 (1 CD) D2<br />

( 9 )<br />

Il filosofo di campagna, de Baldassare Galuppi,<br />

una rareza operística de TESTAMENT<br />

La esencia del filósofo<br />

Baldassare Galuppi, que compuso una enorme cantidad de<br />

óperas desde que comenzara su actividad a los dieciséis<br />

años, y cuyas páginas musicales formaron parte de la cotidianeidad<br />

de sus contemporáneos, es hoy apenas una referencia<br />

enciclopédica, a lado de otros compositores coetáenos que<br />

monopolizan más fama, como Gluck o Pergolesi. Galuppi<br />

merece mayor atención, como la están consiguiendo paulatinamente<br />

otros nombres cercanos, temporal y estéticamente,<br />

cual Traetta, Piccinni y Jommelli. La partitura autógrafa de Il<br />

filosofo di campagna<br />

fue descubierta<br />

en el<br />

Museo Británico<br />

a mediados<br />

del siglo pasado<br />

por el musicólogo<br />

Taddeo<br />

Wiel. Ermanno<br />

Wolf–Ferrari,<br />

con ocasión<br />

del bicentenario<br />

del nacimiento<br />

de Carlo<br />

Goldoni, libretista<br />

de la<br />

ópera, realizó<br />

una adaptación<br />

de la misma<br />

que se dio a<br />

conocer en Venecia<br />

en 1954, a doscientos años justos del estreno allá en el<br />

Teatro San Samuele (que tuvo lugar exactamente el 26 de octubre<br />

de 1754). En los años cincuenta del siglo veinte se rescataban<br />

con cierta prudencia estos títulos añejos. De ahí esta adaptación<br />

wolferrarriana, en la que se eliminaron personajes, se<br />

cambiaron arias de lugar y de cantante, se rehicieron los recitativos<br />

(escúchese el de tenor y barítono en pizzicati) y se comprimió<br />

la acción, pero sin que se perdiera la esencia musical y<br />

teatral de la obra. Su interpretación se confió a varios cantantes<br />

del momento, de un carisma y un encanto tan peculiares<br />

como los de Anna Moffo o Rolando Panerai, cuya estela se<br />

mantiene actualmente, a los que se sumaron el enorme talento<br />

escénico–musical del tenor Florindo Andreolli y el bajo todoterreno<br />

que fue Mario Petri, quien acabara su actividad artística<br />

como actor en peplums de Cinecittà. La parte instrumental<br />

y directiva se encomendó a un conjunto casi mìtico de la interpretación<br />

setecentesca de entonces: los Virtuosi de Roma con<br />

su director y creador Renato Fasano. Para quien quiera conocer<br />

a este «filósofo» en su edición más completa puede hacerlo<br />

gracias a la grabación de Bongiovanni de Rovigo 1999, en<br />

una revisión de Franco Piva y con una duración cercana a las<br />

tres horas. Pero si quiere gozar igualmente de una interpretación<br />

fresca, desahogada, regocijante de alguna de las páginas<br />

más selectas de esta encantadora partitura, mejor que acuda a<br />

esta reedición de TESTAMENT (antes de La Voz de su Amo),<br />

con un Panerai magnífico (valga de ejemplo «Vado quell’albero»)<br />

y una sedosa y sensual Anna Moffo, sumados a la gran vis<br />

cómica de Petri dentro de la mejor tradición italiana («La mia<br />

ragion è questa»), además de una deliciosa Lesbina («Son fresca,<br />

son bella») en la voz de Elena Rizzieri, quien años después<br />

intervendría igualmente en otro llamativo rescate: el de La<br />

Clementina de Boccherini. Intérpretes todos que luego podían<br />

pasar a hacer un buen Verdi o un comunicativo Puccini, sin<br />

especializaciones a veces dictadas más por las carencias que<br />

por las virtudes del cantante.<br />

Fernando Fraga<br />

B. GALUPPI: Il filosofo di campagna / Moffo, Rizzieri, Andreolli, Panerai, Petri /<br />

I Virtuosi di Roma. Dir.: Renato Fasano / TESTAMENT / Ref.: SBT 1195 (1 CD) D2


Scotto y Carreras, en una Butterfly «sanfranciscana» de 1974<br />

La Scotto, che piacere!<br />

Renata Scotto y el personaje de Cio–Cio–San en la Madama<br />

Butterfly pucciniana protagonizaron una verdadera historia<br />

de amor, iniciada muy tempranamente en 1953 en el<br />

Teatro Pergolesi de Jesi, siendo de hecho su tercer papel operístico<br />

en escena y acabando por montarlo escénicamente en la<br />

Arena de Verona por ejemplo, con Mietta Sighele de protagonista.<br />

En 1966 la Scotto protagonizó una edición completa en<br />

disco, en compañía de Carlo<br />

Bergonzi y Rolando Panerai,<br />

con la Ópera de Roma y la<br />

soberbia dirección de Sir<br />

John Barbirolli. Un año después,<br />

para la RAI de Turín,<br />

volvía a ser Scotto, en una<br />

menos cuidada edición pero<br />

igualmente emotiva, otra vez<br />

la piccola Butterfly. Con un<br />

señalado cambio de repertorio,<br />

a partir de mediados los<br />

años setenta la soprano de<br />

Savona volvió a protagonizar<br />

para el disco en 1977 otra<br />

lectura completa de la heroína<br />

pucciniana. La voz, ahora más oscura y densa, le permitió<br />

erigir un perfil menos frágil e infantil, pero mucho más emocionante.<br />

Entremedias de estas lecturas aparece ahora una interpretación<br />

en vivo en la Ópera de San Francisco, un escenario<br />

que la cantante privilegió dadas las simpatías y cariño que allí<br />

despertaba. Es una interpretación cantada entre dos papeles verdianos<br />

de soprano auténticamente spinto, la soprano del<br />

Requiem en la Arena de Verona y la Elena de I vespri siciliani<br />

para el Metropolitan, lo que indica el momento vocal de la protagonista.<br />

Con timbre rico y lustroso y unos agudos de una firmeza<br />

pocos veces expuesta con tamaña generosidad (ya a partir<br />

de la peliaguda nota final de Ancora un passo or via), cargado<br />

de esa especie de emoción que era patrimonio exclusivo de<br />

esta artista, la Scotto va edificando esta japonesita única que<br />

compartió laureles con las grandes y mejores intérpretes del<br />

papel. El acto primero de la ópera es para la soprano el más<br />

«cantable», y la Scotto aprovecha esos despliegues melódicos<br />

del dúo con el tenor, consiguiendo un «Vogliatemi bene» de<br />

antología. En el segundo, el expresivo recitativo impone a la<br />

cantante unas dotes de actriz que a la de Savona le sobran,<br />

encontrando instantes de auténtica vibración dramática en la<br />

lectura de la carta y en el patético «Che tua madre», donde la<br />

cantante alcanza cotas tan sublimes como las logradas por<br />

Maria Callas. El tercer acto, de una sencillez de recursos apabullante,<br />

obliga por ello a la actriz a sacar de sí su mayor carga<br />

expresiva, en esas frasecillas donde el matiz ha de ser preciso<br />

para que salga al exterior todo el desaliento de la muchacha.<br />

Escúchese, por ejemplo, el abandono sin retroceso que la Scotto<br />

pone en «Tutto è morto per me, tutto è finito», es la prueba de<br />

que nos hallamos ante una interpretación por encima de cualquier<br />

vulgaridad y rutina. Un sonido excelente ayuda a la renovada<br />

satisfacción estética, que no encuentra el más mínimo desfallecimiento<br />

por parte de esta soprano excepcional. Scotto<br />

encontró en aquellas funciones sanfranciscanas nada menos<br />

que a tres tenores: Jaime Aragall, José Carreras y Giorgio<br />

Merighi. La grabación benefició al segundo de los citados.<br />

Felizmente, porque la belleza de la voz, la musicalidad del<br />

intérprete (es un placer escuchar como recrea sus intervenciones<br />

más melódicas del acto primero) colocan a su Pinkerton<br />

muy por encima del que grabó posteriormente en estudio, y<br />

también como uno de los más fascinantes de la discografía. En<br />

el resto del equipo destaca la Suzuki de la mezzo canadiense<br />

Judith Forst y la labor directiva de un animal de teatro que fue<br />

Kurt Herbert Adler, afecto al escenario de San Francisco durante<br />

muchísimos años y en diversas tareas administrativas y musicales.<br />

G. PUCCINI: Madama Butterfly / Scotto, Carreras, Patrick, Forst, Frank / Coro y<br />

Orquesta de la Opera de San Francisco. Dir.: Kurt Adler (1974) / MYTO / Ref.:<br />

2MCD 013.248 (2 CD) D10 x 2<br />

F.F.<br />

En un recital dedicado a varias interpretaciones en vivo, Melodram<br />

adelantaba algunos fragmentos de la única interpretación que<br />

existe grabada de Franco Corelli de una parte que le iba mucho,<br />

tanto por sensibilidad como por voz y personalidad artística: la del<br />

tenor de la Misa de Requiem de Giuseppe Verdi. Aunque al comienzo<br />

de su carrera discográfica grabara el Ingemisco, sólo se contabiliza<br />

después una interpretación completa del papel. Aclaremos algo<br />

este dato: Marina Boagno, en las notas que acompañan al disco<br />

MYTO, afirma que Corelli sólo cantó una vez esta obra verdiana, no<br />

llegando a término otra prevista<br />

posteriormente con Leonard Bernstein<br />

a causa de una enfermedad del<br />

cantante. Sin embargo, la propia<br />

Boagno como biógrafa del tenor,<br />

señala que en octubre de 1971, en<br />

Hamburgo, Corelli volvería a ofrecer<br />

completo este papel. Que lo<br />

cantara una o dos veces sólo interesa<br />

al maniático o minucioso seguidor<br />

del grandísimo tenor de Ancona.<br />

Lo importante es que ahora<br />

nos llegue esta interpretación de la<br />

costa oeste norteamericana de<br />

1967, donde el tenor tiene a su lado<br />

una compañía de voces potentes,<br />

riquísimas, capaces de cantar con fuerza y empuje, combinando estas<br />

cualidades después con otros momentos de arrebatado lirismo. Es<br />

decir, voces que se equilibren con la sonoridad opulenta y la riqueza<br />

de colores que tenía la del tenor. Son la galesa Gwyneth Jones, entonces<br />

en una situación vocal envidiable, capaz de emitir unos mágicos<br />

pianissimi impensables en ese torrencial sonido sopranil que era el<br />

suyo. La mezzo es Grace Bumbry, donde la sensualidad natural de<br />

una voz de mórbido terciopelo oscuro se mezcla con el recogido e<br />

íntimo sentido del canto religioso, propio de una cantante de una<br />

humanidad universalmente reconocida. El bajo es Ezio Flagello, ya<br />

protagonista de una versión de estudio con Birgit Nilsson, Carlo<br />

Bergonzi, Lily Chookasian y Erich Leinsdorf, que canta sumando autoridad<br />

solemne con acentos de terror y de esperanza, en una de las<br />

interpretaciones más sinceras de esta enérgica y viril parte escrita para<br />

la cuerda masculina grave. La orquesta de Los Ángeles encuentra en<br />

la batuta de Zubin Mehta un respetuoso traductor del conflicto<br />

vida–muerte, desesperación–confianza, terror– serenidad, sensaciones<br />

que se pasean intermitentemente por esta magna partitura verdiana.<br />

Pero el protagonista que mayores atenciones atraerá es, sin duda,<br />

Corelli. ¡Qué voz! ¡Qué generosidad! ¡Qué fortaleza! ¡Qué variedad<br />

de acentos! Para dorar al píldora, se ofrecen como bonus otras interpretaciones,<br />

ahora operísticas y cancioneriles, del fenómeno de<br />

Ancona, en solitario o en compañía de dos colegas del Metropolitan:<br />

la exuberante Renata Tebaldi y la sofisticada Dorothy Kirsten.<br />

( 10 )<br />

Corelli, Jones, Bumbry y Flagello, en un<br />

Réquiem verdiano a las órdenes de Mehta<br />

Corelli se<br />

hace religioso<br />

G. VERDI: Requiem / Jones, Bumbry, Corelli, Flagello / Orquesta Filarmónica de Los<br />

Ángeles. Dir.: Zubin Mehta (1967) / MYTO / Ref.: 2MCD 013.245 (2 CD) D10 x 2<br />

OSTINATO - Obras de<br />

Falconiero, Marini, Merula,<br />

Ortiz, Pachelbel, Purcell,<br />

Rossi, Valente y autores anónimos<br />

/ Hespèrion XXI. Dir.:<br />

Jordi Savall / ALIA VOX /<br />

Ref.: AV 9820 (1 CD) D2<br />

F.F.


Nuevos títulos operísticos en DVD: Aida con Studer y Roméo et Juliette con Alagna y la Vaduva<br />

Telones cercanos<br />

PIONEER y Covent Garden unieron sus<br />

fuerzas para hacer llegar los espectáculos<br />

del primer escenario operístico<br />

inglés a todos los rincones conocidos del<br />

orbe lírico. Primero permitieron ese acceso<br />

en laserdisc; ahora, en DVD. Esta especie<br />

de acuerdos se hacen, sin duda, previamente,<br />

sobre el papel, suponiéndole al<br />

espectáculo unas cualidades en vías de<br />

captación visual que luego, en la práctica,<br />

pueden no coincidir con los resultados o no<br />

responder a las expectativas.<br />

En la temporada 1993–94 del Covent<br />

Garden se ofrecieron, entre otras, L’italiana<br />

in Algeri (con la Horne, Bruce Ford,<br />

Raimondi y Corbelli, producción de<br />

Ponnelle), Eugene Onegin (con Catherine<br />

Malfitano, Giuseppe Sabbatini y Dmitri<br />

Hvorostovsky), Elektra (con Marton,<br />

Secunde, Lipovsek, producción de Götz<br />

Friedrich y dirección de Thielemann),<br />

Cherubin de Massenet (con María Bayo, la<br />

Gheorghiu, Susan Graham), Fedora (con<br />

Freni y Carreras), Manon (con Leontina<br />

Vaduva y Sabbatini)...<br />

A todas éstas prefirió plasmarse la Aida<br />

verdiana, por el indudable gancho de la<br />

obra en sí y por la presencia de Cheryl<br />

Studer (una de las sopranos a la sazón de<br />

moda) en el papel protagonista, que canta-<br />

ba entonces por primera vez. El resto de los<br />

papeles fueron encomendados a gente más<br />

o menos afín a los repartos de la house: el<br />

animoso Dennis O’Neill como Radamés, el<br />

todoterreno Robert Lloyd como Ramfis y el<br />

respetable barítono rumano Alexandru<br />

Agache, que hacía así su primer Amonasro.<br />

Luciana d’Intino, la única presencia italiana<br />

del equipo, era una sólida e internacionalmente<br />

reconocida Amneris que debutaba in<br />

loco.<br />

La dirección de escena se encomendó a<br />

Elijah Moshinsky, con continuados trabajos<br />

escénicos en el teatro londinense, que se<br />

esforzó en huir de tópicos, pintando un<br />

Egipto desnudo de objetos, de colores más<br />

orientales que africanos, acentuados por el<br />

vestuario de Michael Yeargan que parecía<br />

evocar una China estilizada en lugar de un<br />

Egipto intemporal o concreto. Los ballets se<br />

convirtieron en escenas de mimo, y la marcha<br />

triunfal en lánguidos paseos de comparsería<br />

y coro. Como siempre, la cámara<br />

de Brian Large da sobrada cuenta de lo que<br />

ocurre en el escenario inglés.<br />

Cheryl Studer hace una Aida dulcemente<br />

melancólica y apesadumbrada, O’Neill<br />

un valiente Radamés (traicionado por un<br />

físico liliputiense), Agache un Amonasro de<br />

cierto nivel, Lloyd el esperable Ramfis de<br />

rutina y Mark Beesley un demasiado juvenil<br />

Rey de medios interesantes. La d’Intino es<br />

lo más sobresaliente del reparto con una<br />

voz de calidad, aunque demasiado clara<br />

para Amneris, y un temperamento genuinamente<br />

meridional.<br />

Pocos meses después de esta Aida, se<br />

montó en Covent Garden Roméo et Juliette<br />

de Gounod con uno de los cantantes que<br />

andaban ya camino del olimpo tenoril,<br />

Roberto Alagna, y una soprano rumana<br />

equipada con una nutrida carrera francesa<br />

en papeles líricos y lírico ligeros, Leontina<br />

Vaduva.<br />

La itinerante puesta en escena de<br />

Nicholas Joël se había presentado en<br />

Toulouse, luego en París–Salle Favart, y llegaba<br />

a Londres avalada por el gran éxito<br />

precedente, en el que había colaborado sin<br />

duda el tenor parisino de ascendencia italiana,<br />

y dos sopranos, la rumana ya citada y<br />

la italiana Nuccia Focile.<br />

El desigual Nicholas Joël, capaz de ofrecer<br />

espectáculos magníficos al lado de<br />

obviedades repelentes o aburridas, encontró<br />

en esta bellísima partitura de Gounod<br />

uno de los mayores aciertos de su carrera.<br />

La sencillez de los decorados van conformes<br />

a su efectividad teatral, el estupendo<br />

vestuario de Carlo Tommasi (como el decorado)<br />

se acopla a la atmósfera del drama y<br />

define muy bien a los personajes, que son<br />

movidos por la escena con una eficacia<br />

ejemplar y marcados en gestos y movimientos<br />

con un cuidado inusual. Todo esto<br />

no luciría en imágenes si, tras la cámara, no<br />

estuviera la sapiencia y el buen ojo de Brian<br />

Large.<br />

Por si fuera poco, esta producción<br />

coventgardiana es asimismo extraordinaria<br />

musicalmente. Alagna encuentra en Roméo<br />

el papel de su vida por belleza tímbrica,<br />

colorido juvenil, musicalidad, dicción natural,<br />

valentía instrumental y elegancia de<br />

canto. Incluso físicamente, su Roméo es<br />

creíble y admirable. El mayor elogio a este<br />

gran cantante es compararle con otros<br />

Roméos del pasado. En la confrontación<br />

sale airoso, aunque el modelo tomado sea<br />

Georges Thill, que dejó unos impagables<br />

fragmentos de la obra con la Juliette de<br />

Germaine Feraldy.<br />

No es menos atractiva la labor de la<br />

Vaduva, soprano asociada durante un tiempo<br />

a la carrera del tenor (hasta que apareció<br />

Angela Gheorghiu, rumana como ella), con<br />

cuya voz y arte se equilibraba homogénea<br />

y perfectamente. Leontina Vaduva, actriz<br />

exquisita y profunda, de dicción inmacula-<br />

( 11 )<br />

da, fraseo imaginativo, musicalidad de ley,<br />

hace una Juliette luminosa, ardiente y apasionante.<br />

Esta ópera cuenta con un peligro añadido<br />

al hecho de encontrar una pareja soprano–tenor<br />

de considerable envergadura<br />

canora y actoral: el largo y comprometido<br />

equipo acompañante, con papeles de<br />

imprevista y relevante importancia, como<br />

Stephano (que tiene a su cargo una bellísi-<br />

ma canción), el padre Laurent, Mercutio (a<br />

quien se permite lucirse con la magnífica<br />

balada de la reina Mab) o Capulet.<br />

Todo el equipo, sin excepción, puede<br />

codearse desde su respectiva parte con la<br />

pareja central. François Le Roux pone toda<br />

su sabiduría de melodista insigne para sacar<br />

a la luz no sólo la balada sino el resto de<br />

sus participaciones. Anna Maria Panzarella<br />

hace un Stephano de manual, con un físico<br />

que ayuda incluso a la comprensión del<br />

personaje. Robert Lloyd transmite a Laurent<br />

ternura y acentos de autoridad y tanto el<br />

tenor Paul Charles Clarke (que ahora ya es<br />

una primera figura) como Peter Sidhom<br />

revelan el lado más asociable a las entidades<br />

dramáticas de Tybalt y Capulet.<br />

Estamos ante una joya de la videografía<br />

moderna, sin duda ninguna.<br />

F.F.<br />

G. VERDI: Aida / Studer, D’Intino, O’Neill, Agache,<br />

Lloyd / Orquesta de la Royal Opera House. Dir.: Edward<br />

Downes / PIONEER / Ref.: DVD 8924 (1 DVD) P.V.P.:<br />

5.495 ptas.–<br />

C. GOUNOD: Romeo y Julieta / Alagna, Vaduva, Le<br />

Roux, Clarke, Sidhom / Orquesta de la Royal Opera<br />

House. Dir.: Charles Mackerras / PIONEER / Ref.: DVD<br />

8925 (1 DVD) P.V.P.: 5.995 ptas.–<br />

También disponibles:<br />

G. VERDI: Otello / Domingo, Te Kanawa, Leiferkus,<br />

Leggate, Earle, Powell, Lackner, Beesley / Orquesta de la<br />

Royal Opera House. Dir.: Sir Georg Solti / PIONEER /<br />

Ref.: DVD 8920 (1 DVD) P.V.P.: 5.995 ptas.–<br />

G. VERDI: Stiffelio / Carreras, Howell, Yurisich, Paxton,<br />

Leggate, Atkinson, Malfitano / Orquesta de la Royal<br />

Opera House. Dir.: Edward Downes / PIONEER / Ref.:<br />

DVD Stiffelio (1 DVD) P.V.P.: 5.495 ptas.–


Antonieta Stella, Di Stefano y Gobbi,<br />

en una Traviata milanesa de Tullio Serafin<br />

La Traviata que<br />

Cuando en 1956 La Voz de su Amo<br />

puso a la venta una nueva versión<br />

de La Traviata, en franca competencia<br />

con la de Decca –protagonizada<br />

por Renata Tebaldi, Gianni Poggi y Aldo<br />

Protti– y la de RCA, cantada por Rosanna<br />

Carteri, Cesare Valletti y Leonard Warren,<br />

la primera reacción del público fue la de<br />

perplejidad. Tenor y barítono, orquesta y<br />

coro, director musical y hasta el equipo<br />

de secundarios que formaban parte del<br />

equipo registrador eran los habituales<br />

acompañantes de<br />

Maria Callas. ¡Y la<br />

soprano griega no<br />

formaba parte de la<br />

grabación! La perplejidad<br />

se multiplicaba,<br />

cuando<br />

tras la reacción inicial<br />

venía la pregunta<br />

inmediata: si<br />

Violetta era uno de<br />

los papeles clave<br />

de la cantante, que<br />

acababa de conseguir<br />

con él un triunfo<br />

sin precedentes en La Scala en la producción<br />

de Luchino Visconti, ¿por qué<br />

esa Violetta Valéry no la cantaba la diva<br />

de divas que era artista exclusiva, además,<br />

de La Voz de su Amo? Fueron razones<br />

de simple y vulgar mercantilismo<br />

contractual. Callas había grabado para<br />

Cetra una versión previa (con Francesco<br />

Albanese y Ugo Savarese), y durante un<br />

período de tiempo el contrato le impedía<br />

realizar una nueva versión de la obra verdiana<br />

destinada al disco para otro sello.<br />

Pese a todo, sin desconocer los términos<br />

del contrato, la más sorprendida (y luego<br />

irritada), fue la propia soprano, que como<br />

pataleta consecutiva se enfadó con Tullio<br />

Serafin y le retiró por un tiempo el saludo.<br />

El paso del tiempo puso las cosas en su<br />

sitio. Callas dejó Violettas varias para<br />

satisfacer cualquier gusto: Traviatas opulentas<br />

de voz y de empuje (como la de la<br />

RAI citada o alguna de México), Traviatas<br />

quebradizas y frágiles (como las de<br />

Lisboa o Londres 1958), además de esa<br />

joya de la discografía pirata que es no<br />

sólo uno de los momentos cumbres de la<br />

interpretación callasiana sino posiblemente<br />

la mejor versión de la obra por<br />

parte de soprano: la de La Scala de Milán<br />

1955, con Di Stefano, Bastianini y<br />

Giulini.<br />

El tiempo delimitó espacios también,<br />

dio al césar lo que es del césar y a Dios<br />

lo que es de Dios, pues permitió también<br />

a una excelente intérprete dejar legado<br />

de esta frágil y emotiva heroína verdiana:<br />

Antonietta Stella. La discografía no fue<br />

avara con esta soprano de Perusa, pero si<br />

no fuera por esto que se ha contado, no<br />

alcanzaría la oportunidad de grabar esta<br />

Violetta, con dos acompañantes de enorme<br />

encanto musical y personal y con un<br />

director de la solidez y la eficacia teatra-<br />

no grabó Callas<br />

les de Serafin. El peor defecto de Stella es<br />

haber nacido en 1929, a siete años del<br />

nacimiento de Tebaldi y a seis del de la<br />

Callas, por lo que muchos años de su<br />

carrera tuvo que compartirlos rivalizando<br />

con las dos míticas sopranos. Sin el profundo<br />

talento dramático de Callas, sin la<br />

belleza vocal y la seducción innata de<br />

Tebaldi, Stella ganaba a la primera en<br />

«simpatía» tímbrica, con una voz, positivamente<br />

hablando, más convencional; a<br />

la segunda la superaba en imaginación<br />

escénica y en tener<br />

mejor equilibrados<br />

los tres registros de la<br />

voz. Además, por<br />

otros flancos, la Stella<br />

sufría la competencia<br />

peligrosa de Victoria<br />

de los Ángeles, Leyla<br />

Gencer y Rosanna<br />

Carteri. Sin embargo,<br />

hizo una brillante y<br />

larga carrera y ocupa<br />

un lugar de privilegio<br />

en el recuerdo de los<br />

aficionados.<br />

Bien demuestra su categoría la soprano<br />

en esta Traviata, superando con holgura<br />

el dificultoso acto primero y construyendo<br />

paso a paso, frase a frase, canto<br />

a canto a esa joven delicada y noble,<br />

atormentada y condescendiente, generosa<br />

y sacrificada, atributos propios de su<br />

gigantesca humanidad y no derivados de<br />

cualquier moral religiosa o social al uso,<br />

que es la Violetta Valéry que todos queremos<br />

ver reflejada en la interpretación de<br />

una cantante. Su personificación es tan<br />

convincente como para ofuscar un poco<br />

a sus dos compañeros de equipo, dado<br />

que su papel es de superior entidad musical<br />

y dramática que los de Alfredo y<br />

Germont. Aunque ¿cabe encontrar un<br />

Alfredo más juvenil, apasionante y mórbido<br />

que Di Stefano? La respuesta está en<br />

el disco, no en los comentarios presumiblemente<br />

pródigos del comentarista. Y<br />

¿cabe hallar un Germont más rígido,<br />

entreverado por destellos de ternura y<br />

paternalismo, que el de Gobbi, un fantástico<br />

barítono–actor? Para cualquier duda<br />

sobre ello, es preciso que se escuche la<br />

manera con que le espeta a la soprano<br />

esas tres frases, al comienzo del dúo del<br />

acto segundo, «Non è cio che chiedo...<br />

Pur non basta... È d’uopo!» Jamás se<br />

habrán escuchado con tanto autoritarismo<br />

y tan cruel frialdad. Una Traviata que<br />

vuelve del pasado para emocionarnos el<br />

presente, acercándonos a una época<br />

donde quizás se cantaba técnicamente<br />

peor pero sí se hacía con mayor pasión y<br />

generosidad.<br />

( 12 )<br />

F.F.<br />

G. VERDI: La Traviata / Stella, Di Stefano, Gobbi,<br />

Galassi, Mandelli / Coro y Orquesta del Teatro alla<br />

Scala de Milán. Dir.: Tullio Serafin / TESTAMENT /<br />

Ref.: SBT 2211 (2 CD) D2 x 2<br />

E<br />

El sello TESTAMENT presenta<br />

tres monográficos Souzay<br />

La exquisitez<br />

s siempre una alegría reencontrarse con el<br />

arte de Gérard Souzay, un cantante de<br />

múltiples resortes expresivos, de una versatilidad<br />

rara, de un enorme talento. La prueba<br />

más palpable de que para entonar, decir,<br />

expresar, emocionar, servir a un texto y a una<br />

música no es necesario contar con una gran<br />

voz, ni por volumen, ni por extensión, ni<br />

siquiera por belleza tímbrica. El artista francés<br />

(Angers, 1918), nacido en el seno de una acomodada<br />

familia de músicos, no poseía, en<br />

efecto, un instrumento privilegiado. No tenía,<br />

por ejemplo, la frescura tímbrica de un<br />

Rehkemper, la calidez de un Hüsch, la amplitud<br />

de un Schlusnus, la riqueza monumental<br />

de un Hotter; ni tampoco la sutileza y facilidad<br />

en todos los órdenes y registros de un Dieskau,<br />

de voz irregular pero de mayor encanto. Por<br />

dar unos<br />

cuantos<br />

nombres de<br />

barítonos<br />

que cantaron<br />

mucho<br />

lied, y bien;<br />

como Souzay,<br />

que era<br />

sin duda<br />

campeón<br />

en la mélodie<br />

y la<br />

chanson,<br />

aventajandoclaramente,<br />

pese a sus posibles limitaciones, a sus<br />

colegas de la misma nacionalidad: Mauclair,<br />

Panzera, Bernac, de voces más reducidas, de<br />

menor interés. La de nuestro protagonista, y<br />

esto es algo que ya todo el mundo conoce, era<br />

de rango lírico, de un timbre no específicamente<br />

encantador, algo nasal en ocasiones.<br />

No demasiado extensa y algo forzada en el<br />

agudo, que en ocasiones tenía fibrosidades<br />

cuando no clareaba tenorilmente ante la falta<br />

de una proyección adecuadamente orientada,<br />

de un carne baritonal más robusta. El cantante<br />

solía abrir excesivamente la emisión. Pero,<br />

frente a ello, ¡qué magistral manera de manejar<br />

el aliento, de ligar, de decir, de colorear, de<br />

regular! ¡Y qué soberanos pianísimos en un<br />

falsete o media voz privilegiados! De todo hay<br />

en estos tres discos, que son disfrutables de<br />

arriba a abajo, aun cuando en algunos casos el<br />

artista ande por los sesenta y se note que el<br />

fiato falla y que el timbre anda escaso de lozanía.<br />

Emulando a sus colegas alemanes y austriacos,<br />

el francés nos da una soberana lección<br />

en la interpretación de una escogida selección<br />

de obras maestras de Schumann. Hay detalles<br />

realmente soberanos, como, por individualizar,<br />

ese hermoso pianísimo en Stirb, Lieb und<br />

Freud!, del op. 35 en un momento en el que el<br />

cantante había sobrepasado con creces la cincuentena.<br />

Magistral la recreación, asombrosamente<br />

regulada, de la dramática Stille Tränen<br />

del mismo opus sobre textos de Kerner.<br />

Curioso y divertido el disco dedicado a canciones<br />

populares de las más diversas latitudes,<br />

cada una con su acento, su gracia, su particularidad,<br />

que Souzay atiende con una solicitud<br />

y una versatilidad sólo al alcance de los más


grandes. Una de estas piezas,<br />

Jägerleben, arreglada por<br />

Dorumsgaard, tiene un sorprendente<br />

parecido, en el ritmo y en la melodía,<br />

a la conocida El hijo de las<br />

musas de Schubert. Muy entonada<br />

traducción de dos canciones españolas<br />

armonizadas por Nin, Paño<br />

murciano y Granadina. Hay efectos<br />

maravillosos, de la cosecha del artista,<br />

como ese dulcísimo y casi inaudible<br />

falsete en Karjalan Kunnailla,<br />

arreglada por el citado<br />

Dorumsgaard. El espíritu de las<br />

Bachianas aparece en la pieza de<br />

Villa–Lobos Cançao do carreiro. Las<br />

canciones finales del recital, de<br />

Grieg y Respighi, fueron grabadas<br />

por Souzay en 1983, es decir, a los<br />

65 años. La voz aún se mantiene<br />

aparente y aún tiene fuelle para<br />

regular admirablemente el ya un<br />

tanto temblón sonido. El tercer compacto<br />

está ocupado por páginas del<br />

más rancio abolengo francés. En<br />

estas piezas, de Chausson –Poema<br />

del amor y del mar– y Duparc –algunas<br />

de sus más bellas mélodies–, con<br />

la voz también mayor, en torno a los<br />

sesenta, el artista sortea hábilmente<br />

los peligros, abre en los agudos y<br />

denota esfuerzos suplementarios,<br />

con el consiguiente detrimento para<br />

la calidad del sonido, apreciable de<br />

manera clara en el primer movimiento<br />

de Chausson. Colabora con<br />

mesura la Orquesta de Cámara de la<br />

Radio televisión belga dirigida por<br />

Doneux. Las piezas de Duparc son<br />

recreadas de la forma en que sólo un<br />

francés, y de la estirpe de Souzay y<br />

sus congéneres, puede hacerlo. No<br />

importan en este caso los problemas<br />

puramente vocales. L_invitation au<br />

voyage en particular tiene una lectura<br />

de prodigiosa expresividad.<br />

Papageno<br />

CANTOS DE TIERRAS DIVERSAS – Obras de<br />

Mendelssohn, Kilpinen, Buratti, Mussorgsky,<br />

Ginastera, Guarnieri, Caplet, Liszt, Respighi,<br />

Grieg, Roussel, Massenet y autores populares /<br />

Gérard Souzay (barítono); Dalton Baldwin<br />

(piano) / TESTAMENT / Ref.: SBT 1207 (1 CD)<br />

D2<br />

E. CHAUSSON: Poème de l’amour et de la<br />

mer, Op. 19 [Orquesta de Cámara de la<br />

Radiotelevisión Belga. Dir.: Edgard Doneux] –<br />

H. DUPARC: 12 Canciones [Dalton Baldwin<br />

(piano)] / Gérard Souzay (barítono) / TESTA-<br />

MENT / Ref.: SBT 1208 (1 CD) D2<br />

R. SCHUMANN: 10 Canciones; 12 Poemas,<br />

op. 35; Nachtlied, op. 96/1 / Gérard Souzay<br />

(barítono) / TESTAMENT / Ref.: SBT 1209 (1<br />

CD) D2<br />

Bianca e Falliero, repropuesta por Parry para OPERA RARA<br />

La sombra de Rossini se alarga<br />

Es de emocionar que, en apenas quince<br />

años, una ópera de Rossini olvidada<br />

durante lustros consiga dos lecturas discográficas:<br />

una, extraordinaria; otra, con suficientes<br />

méritos para competir con aquélla y,<br />

hasta por secciones, superarla. Hablamos de<br />

Blanca e Falliero, la última obra que Rossini<br />

destinó a la Scala de Milán, el 26 de diciembre<br />

de 1819, con libreto del luego «belliniano»<br />

Felice Romani. Tras el estreno milanés,<br />

la obra obtuvo la habitual<br />

difusión de las óperas<br />

rossinianas hasta<br />

desaparecer prácticamente<br />

de los escenarios<br />

hacia 1846. En agosto<br />

de 1986 (¡hagan las<br />

cuentas numéricas!) esta<br />

historia veneciana reapareció<br />

con todos los<br />

honores en el Festival<br />

Rossini; un año después<br />

se cantaba en el Miami<br />

Dade Country Auditorium<br />

y en 1989 de nuevo retornaba al<br />

Auditorium Pedrotti de Pésaro. Después de<br />

este radiante y fugaz resurgimiento, la obra<br />

parece haber vuelto al anonimato (injustamente,<br />

claro). Discográficamente hablando,<br />

de manera aislada, páginas del personaje travestido<br />

de Falliero tuvieron ganas de rescatarlas<br />

la siempre inquieta Della Jones, la<br />

intrépida Jennifer Larmore y la sedante<br />

Vesselina Kasarova, mientras que David<br />

Parry grababa para OPERA RARA el cuarteto<br />

del acto segundo «Cielo, il mio labbro ispira».<br />

Pero he ahí que, de nuevo el tándem<br />

OPERA RARA y Parry han unido sus fuerzas y<br />

anhelos artísticos en una nueva grabación<br />

completa de la obra, cuando ya parecía que<br />

sobre ella hubiera caído la peor de las losas<br />

funerarias del olvido.<br />

Volvamos al principo: la grabación extraordinaria<br />

aludida es la toma en vivo en<br />

Pésaro 1986; la que compite posteriormente<br />

con ella es ésta dirigida en estudio por David<br />

Parry en noviembre de 2000. Ambas utilizan<br />

la edición crítica de Gabriele Dotto, aunque<br />

los recitativos de Parry suenan más livianos y<br />

etéreos que los de Renzetti que además del<br />

piano y el chelo utiliza un contrabajo.<br />

La grabación de 1986 reunía un equipo de<br />

ensueño, sobre todo por parte de la contralto<br />

músico (Marilyn Horne) y de baritenor (Chris<br />

Merrit). A esta pareja imbatible se le sumaban<br />

Katia Ricciarelli –en una de las en verdad<br />

pocas heroínas rossinianas con que fue<br />

capaz de emocionarnos y hasta disuadirnos–<br />

y el muchas veces respetable bajo Giorgio<br />

Surjan (o Surian), en el papel menor de<br />

Capellio. Donato Renzetti dirigía con su<br />

peculiar diligencia. Ricordi distribuyó a los<br />

rossinianos nacionales y a los de todo el planeta<br />

esta joya de la discografía del pesarense.<br />

El reto de Parry, ante aquel modelo,<br />

comienza con el dato de ofrecer entera la<br />

partitura, incluyendo los recitativos que<br />

Renzetti cortaba, en complicidad con Pier<br />

Luigi Pizzi, el director de escena. Continúa<br />

con la elección de los cantantes. Jennifer<br />

( 13 )<br />

Larmore vuelve a sacar a la luz las diferencias<br />

de color entre registros de una voz que<br />

por momentos suena, incluso, ahogada.<br />

Graves velados o entubados y agudos resueltos<br />

con diversa calidad se combinan con una<br />

línea de canto segura, una voluntad expresiva<br />

convincente y una pintura del personaje<br />

de perfil realmente atractivo. Pero la joven y<br />

bella mezzo de Atlanta, como si quisiera<br />

confundirnos, es capaz, de repente, de asombrarnos<br />

en el dúo con<br />

Bianca («Va crudel!...<br />

vedrai l’efetto») con una<br />

interpretación ejemplar<br />

de su parte, mientras<br />

que reserva la sorpresa<br />

final para su gran escena<br />

con coro «Tu non sai<br />

qual colpo atroce»,<br />

donde está francamente<br />

brillante.<br />

El tenor Barry Banks es<br />

el Contareno, con la<br />

peliaguda tarea de rivalizar<br />

con los agudos insolentes y los graves<br />

oscuros y rotundos de Merritt. En su salida,<br />

en una magnífica página a dos con Capellio,<br />

precedida por una breve exposición orquestal<br />

que cuenta con una de las modulaciones<br />

más extrañas e intrigantes del genio rossiniano<br />

(y que luego reaparece sosteniendo el<br />

recitativo del bajo), Banks se queda algo<br />

corto, no soporta la comparación. Pero<br />

luego, las cosas cambian a partir de «Figlia<br />

mia», la perorata que lanza a su hija Bianca<br />

para convencerla de que se case con quien<br />

no ama, como suele pasar a menudo en las<br />

mejores familias operísticas italianas. Con<br />

otro tipo de voz, más clara, más de tenore di<br />

grazia, pese a algunos sonidos que parecen<br />

de poco apoyo tímbrico, Banks tiene poco<br />

que envidiar a su colega Merritt. En cuanto a<br />

Majella Cullagh, gracias a esta heroína heredera<br />

directa de la Amenaide de Tancredi y,<br />

algo menos, de Elena en La donna del lago<br />

(con quien comparte escena final), que se<br />

llama Bianca, rubrica las esperanzas ya<br />

anunciadas (y muchas veces cumplidas ya<br />

aquí) de las grabaciones completas de<br />

Maritana de Wallace y Zoraida di Granata de<br />

Donizetti. Además, su voz funde idealmente<br />

con el colorido de la Larmore, logrando<br />

ambas esa deseable siempre comunicación<br />

vocal, en especial, en el distinguido «Questo<br />

istante, mia speranza».<br />

Magnífica la presencia de Ildebrando<br />

d’Arcangelo como Capellio, una inesperada<br />

sorpresa el Doge Priuli del joven bajo Simon<br />

Bailey, y un pequeño pero agradable reencuentro<br />

con el mozartiano y rossiniano<br />

Ryland Davies, son tres comentarios que nos<br />

sirven para celebrar finalmente la aparición<br />

de esta excelente joya del tesoro rossiniano,<br />

un tesoro que sabe custodiar Parry como<br />

mejor puede hacerlo un director serio y preparado,<br />

mimando y coloreando su música.<br />

F.F.<br />

G. ROSSINI: Bianca e Falliero / Cullagh, Larmore, Banks,<br />

D’Arcangelo, Colecchia / Orquesta Filarmónica de<br />

Londres. David Parry / OPERA RARA / Ref.: ORC 20 (3<br />

CD) D1 x 3


Una Walkyria berlinesa, y Rheingold y Siegfried por Karajan en el Bayreuth inaugural de 1951, en MYTO histórico<br />

Cromos repetidos<br />

L<br />

os chavales de mi tiempo coleccionábamos cromos, y las chicas<br />

alfileres con cabezas de colores, que llevaban clavados en<br />

alfileteros de papel, confeccionados por ellas mismas con gran<br />

habilidad. Los cromos eran muy diversos: películas de terror y de<br />

indios, aviones, barcos, animales, educativos y hasta ideológicos.<br />

Recuerdo, y creo que la conservo, una Historia de España que<br />

comenzaba en Altamira y acababa en las glorias del Régimen,<br />

donde cada uno de los 35 reyes godos tenía su viñeta. Esto nos<br />

venía muy bien para memorizarlos, porque saber la terrible lista<br />

que iba desde Ataúlfo al desdichado don Rodrigo era condición<br />

indispensable para aprobar la asignatura histórico–hispánica en<br />

segundo o tercero de bachillerato. Quizá fue allí donde leí por primera<br />

vez esta ominosa leyenda, siempre actual: «Oscuro se presentaba<br />

el reinado de Vitiza».<br />

El caso es que comprábamos el álbum correspondiente, nos<br />

hacíamos la lista numérica de los cromos y semanalmente nos<br />

pasábamos por el quiosco donde también nos proveíamos de tebeos,<br />

para adquirir los sobres con los cromos «nuevos»; y cuando<br />

teníamos efectivamente la fortuna de conseguir alguno que nos faltaba,<br />

lo pegábamos en el álbum y tachábamos su número de la<br />

lista. Los editores, ladinos ellos, imprimían al principio muy pocos<br />

ejemplares de determinados números, para forzar a la chavalería a<br />

comprar más y más sobres. En algunas papelerías<br />

te vendían las piezas más raras a precio de<br />

incunable. También había críos con instinto<br />

comercial, que te cambiaban un cromo goloso<br />

por veinte, treinta o aun más de los corrientes,<br />

pues este capital cromolitográfico nos servía<br />

para otros pagos y trueques y para jugárnoslo a<br />

cara o cruz, dejando deslizarse dos o tres unidades<br />

al suelo tras mantenerlas apoyadas en<br />

una pared a un metro de altura. En cierta ocasión<br />

me regalaron un maravilloso álbum de los<br />

años treinta, de lepidópteros, y allí descubrí que<br />

nuestros cromos –algunas colecciones eran<br />

realmente vistosas– pertenecían ya a tiempos de<br />

decadencia.<br />

Así, los tres álbumes wagnerianos que hoy<br />

me corresponde reseñar no son cromos nuevos, sino repetidos,<br />

pero tampoco podemos llamarlos corrientes, pues todos ellos estaban<br />

agotados en las ediciones anteriores. La Walkyria berlinesa<br />

apareció en MYTO hará ahora unos ocho años, si bien DIVERDI la<br />

importó más tarde, y los registros karajanianos lo hicieron primero<br />

con el sello CETRA, en disco de vinilo, y después con el de HUNT,<br />

ya en formato CD. Al reaparecer ahora en MYTO Historical Line<br />

presentan dos ventajas y un inconveniente: por una parte, están<br />

mejor reprocesados, aunque sin alcanzar las excelencias de GOL-<br />

DEN MELODRAM, y pertenecen además a la gama del llamado<br />

precio medio si bien en su cota superior; por otra parte, se prescinde<br />

del libreto y se suministra sólo un comentario en inglés y en<br />

alemán.<br />

La Walkyria con Fricsay se representó en Berlín cuando faltaban<br />

poco más de cuarenta días para la reapertura del Festival de<br />

Bayreuth, pero no tiene nada que ver con la revolución que preparaban<br />

los hermanos Wagner. La función del día 10 de junio de<br />

1951 fue hiperrealista –después explicaré lo que quiero decir con<br />

esto– y se fundamentó en el pasado no en cuanto a Fricsay ni a<br />

Greindl, pero sí en lo relativo a la producción y al conjunto del<br />

reparto. Maria Müller había nacido en 1898, Paula Buchner lo<br />

había hecho en 1900, Margarete Klose era de 1902, Josef<br />

Herrmann de 1903 y Ludwig Suthaus de 1906: se trataba, pues, de<br />

voces de los años treinta y cuarenta, que habían padecido las<br />

secuelas de la Segunda Guerra Mundial. De nuevo regía el incombustible<br />

Heinz Tietjen los destinos de la Ópera Municipal de<br />

Berlín, la actual Deutsche Oper. Es instructivo volver a leer el<br />

comentario, pues ya vino con la edición MYTO, sobre el mundo de<br />

intrigas, enfados, celos y desplantes que constituía el medio vital<br />

del astuto intendente. Sólo Fricsay (37) pertenecía a la nueva generación<br />

de directores, pues sus colegas se llamaban Karl Rankl,<br />

Arthur Rother y nada menos que Leo Blech (80). Mas esto no significaba<br />

ruptura alguna, pues el gran maestro húngaro procedía<br />

también de la tradición alemana, es decir, no fue un segundo Szell<br />

( 14 )<br />

ni el parigual, prematuramente desaparecido, de Solti. Salvo el preludio<br />

y el final del acto primero, dirigidos con esa precipitación<br />

atosigante que se halla en casi todos, incluido Furtwängler, el<br />

tempo, el fraseo y la construcción son amplios y Fricsay ofrece una<br />

Walkyria más dramática que lírica, en parte también porque la<br />

mayoría de las voces pertenecía al reino de los pesos pesados. De<br />

esta línea se apartaban Herrmann, más barítono que bajo, con<br />

buen timbre y suficiente registro expresivo, aunque la voz le sonaba<br />

demasiado fija, y sobre todo la gran Maria Müller, ya gastada,<br />

pero que aquí se muestra sorprendentemente en mejor estado<br />

vocal que en 1947, cuando cantó en Múnich dirigida por el novato<br />

Solti. Por el contrario, «pesados» eran Suthaus, de voz y hechos<br />

que tienen parentesco con los de Vinay; la Buchner, quien al abrir<br />

fuego con los terribles gritos de las walkyrias parece que no va a<br />

dar la talla y luego nos convence, pese a la oscuridad de una voz<br />

sin esmalte, con su talento dramático; nuestro bien conocido<br />

Greindl, un Hunding de libro; y la eminente Margarete Klose, también<br />

algo gastada, pero en posesión de un timbre de mezzo auténtica<br />

y de una autoridad que hoy no se halla en ninguna Fricka: la<br />

Klose era la diosa, la esposa de Wotan, ofendida por éste y sus hijos<br />

terrenales, que viene a reclamar reparación por las «leyes sagradas<br />

del matrimonio», violentadas. Queda aún aquello del hiperrealismo,<br />

palpable en la grabación: en la partitura<br />

están indicados por Wagner efectos tempestuosos,<br />

viento, relámpagos y truenos, que Tietjen<br />

ofreció con generosidad, pues en la cabalgata<br />

oímos cuatro insólitas tronadas recias y estratégicamente<br />

distribuidas. El efecto es curioso y<br />

presta cierta singularidad al bonito cromo. El<br />

violento corte en el monólogo de Wotan –único<br />

lunar importante en el documento– desde «Der<br />

Liebe fluchtet» hasta «Den Freier erlang ich mir<br />

nicht» deja espacio para el bonus de Suthaus,<br />

donde se aprecia el peso de esta voz y también<br />

su escasa ductilidad.<br />

La historia del Anillo bayreuthiano de 1951<br />

quedó suficientemente contada en la Hoja<br />

parroquial cuando comenté la edición TESTA-<br />

MENT del legendario Ocaso de «Kna». Ahora hay que completarla<br />

con la constancia de algunos incidentes producidos en el segundo<br />

ciclo –Elisabeth Höngen (Fricka) tuvo que ser intervenida de<br />

apendicitis e Ira Malaniuk la sustituyó en El oro del Rin después de<br />

estudiar el papel en cuarenta y ocho horas (1), la amplificación de<br />

la voz de Fafner como dragón falló durante la primera aparición y<br />

luego se pasaron de volumen en la segunda– y con el dato de que<br />

el éxito del Festival permitió prolongarlo improvisadamente una<br />

semana más con varias representaciones de Parsifal y Los maestros<br />

cantores (2). Así, si se considera que Windgassen cantó Froh sólo<br />

en el primer ciclo, es evidente que Karajan se encontró con un<br />

reparto peor cuando llegó el turno de su Rheingold. Este reparto fue<br />

en todo caso muy desigual. Björling debía de haber cantado antes<br />

muy poco el Wotan joven, pues aquí aparece monótono y con<br />

sonidos fijos. Walter Fritz era un Loge inadecuado desde todo<br />

punto de vista. Pflanzl bramó «furiosamente» la parte de Alberich,<br />

para templarse en las jornadas. Bernauer (Froh) fue otra (mala)<br />

solución improvisada. Paula Brivkalne vino, cantó su anodina Freia<br />

y desapareció de Bayreuth con la Ortlinde de 1952. Todo lo demás<br />

sí tuvo gran nivel: allí estaban Weber y Kuën, el terceto de ondinas<br />

era de primera e incluso Ira Malaniuk cumplió con solvencia. Se ha<br />

dicho en relación al Ocaso de «Kna» que éste se había beneficiado<br />

de los ensayos de Karajan y que la impronta del austriaco se<br />

notó en la marcha fúnebre. No hay aquí espacio para demostrarles<br />

a estos sabihondos su ignorancia. Podría argumentarse a contrariis<br />

que algo de «Kna» persistió en el segundo ciclo (por ejemplo, la<br />

aparición del motivo de la espada). Sobre la cuestión de los ensayos<br />

también habría mucho que hablar: ahí está ese impagable testimonio<br />

de la colegialidad reinante aquel verano, la fotografía que<br />

muestra a Karajan y a una asistente sentados al piano de ensayos<br />

mientras «Kna», instalado en la silla de dirección, mira atentamente<br />

al escenario y tiene a mano –bueno, «a pie»– uno de aquellos<br />

pulverizadores de émbolo con el depósito lleno de maloliente<br />

DDT, pues en Bayreuth los mosquitos guardaban relación con el


tamaño de Fafner(3); o la anécdota, transmitida por el<br />

propio salzburgués, de otro ensayo en el que él y<br />

Kojetinski, de voz más que aguardentosa, suplían a<br />

los cantantes<br />

no presentes,<br />

dando así a<br />

«Kna» oportunidad<br />

para una de<br />

sus humoradas:<br />

«Muy<br />

bien, están<br />

ustedes contratados».<br />

Hay asimismoanticipaciones<br />

del alambicadísimo estilo del «dios» Karajan, como la<br />

interminable subida de los nibelungos desde sus cuevas<br />

hasta la superficie de la tierra. Pero si este interesante<br />

Oro del Rin fluctúa o vacila un tanto, Sigfrido<br />

alcanzó una representación lograda e indiscutiblemente<br />

superior, cuestiones de sonido aparte, a los dos<br />

documentos posteriores, relacionados con el Karajan<br />

del Festival salzburgués de Pascua. Ya he anticipado<br />

que Pflanzl se templó; no hay ahora que insistir en la<br />

calidad del Mime de Kuën; Dahlberg asustó al personal<br />

con sus cavernosos acentos; Björling había superado<br />

con distinción la prueba de La Walkyria; Ruth<br />

Siewert no demereció a su lado como Erda; Aldenhoff<br />

dio todo lo que tenía, que no era poco, e incluso se<br />

inventó aquel terrible Do de cierre, que le salió,<br />

como ya he escrito en otro lugar, «a la buena de<br />

Wagner»; y la Varnay estaba tan fresca como una<br />

rosa, con la voz intacta y dispuesta a apabullar a la<br />

clientela. Incluso Wilma Lipp cantó con finura la poética<br />

parte del pájaro del bosque, lo que hace incomprensible<br />

que nunca volviera a Bayreuth. Sobre el<br />

director me limitaré a decir que este Sigfrido forma<br />

con los Maestros de Dresde y con el Tristán de 1952<br />

la trilogía del mejor Wagner que nos ha legado.<br />

Y ahora, ¿a quién le cambio yo las primeras ediciones<br />

en CD de estos cromos repetidos («repes»,<br />

decíamos) por alguno nuevo? Claro que siempre<br />

puedo insertar en Internet un anuncio que diga:<br />

«Cambio Walkyria aguerrida por Catwoman ronroneante»,<br />

y a ver que pasa.<br />

Á.-F.M.<br />

Notas:<br />

(1) Para la Fricka de La Walkyria se acudió a Hanna Ludwig.<br />

(2) Este curioso hecho quizá justifica la desaparición de<br />

Karajan el día de la última función (Maestros) sin necesidad<br />

de buscar la causa en el rumor de que corrió en pos de una<br />

belleza que él había conocido en Bayreuth. Por otra parte,<br />

¡qué bendición llegarse a la taquilla y encontrar a la venta<br />

entradas para esa misma tarde! Aún así, quiero aprovechar<br />

la oportunidad para salir al paso de a quienes a tontas y a<br />

locas afirman sin más que en nuestros días hay que estar en<br />

la lista de espera del Festival siete años, para obtener localidades.<br />

Esto es oficialmente cierto; pero a la persona decidida<br />

que se líe la manta a la cabeza, viaje a Bayreuth y deambule<br />

alrededor del Festspìelhaus con el letrero: «Suche<br />

Karte» (para la función del día) o, por ejemplo: «Suche<br />

Parsifal IV», muy mal tienen que irle las cosas para que no<br />

logre su propósito.<br />

(3) Los mosquitos siguen siendo descomunales, pero apenas<br />

llegan ya hasta el Festspielhaus urbano, rodeado aún en<br />

1951 de campos de centeno y prados.<br />

R. WAGNER: El oro del Rin / Björling, Malaniuk, Fritz, Pflanzl, Kuen,<br />

Weber / Orquesta del Festival de Bayreuth. Dir.: Herbert von Karajan<br />

(1951) / MYTO / Ref.: 2CD011H054 (2 CD) D10 x 2<br />

R. WAGNER: Sigfrido / Aldenhoff, Varnay, Björling, Kuen, Pflanzl /<br />

Orquesta del Festival de Bayreuth. Dir.: Herbert von Karajan (1951) /<br />

MYTO / Ref.: 3CD011H055 (3 CD) D10 x 3<br />

R. WAGNER: La walkyria / Suthaus, Müller, Buchner, Herrmann,<br />

Klose, Frick / Orquesta de la Ópera Estatal de Berlín. Dir.: Ferenc<br />

Fricsay (1951) / MYTO / Ref.: 3CD012H058 (3 CD) D10 x 3<br />

La Gencer canta Donizetti y Verdi, en dos registros MYTO<br />

Por siempre Leyla<br />

Pese a que en muchas ocasiones nos hemos ocupado en este Boletín de<br />

la soprano Leyla Gencer (Ankara, 1924), la escucha de estos dos registros,<br />

distantes entre sí 14 años, vuelve a suscitar perplejidad: ¿cuál era<br />

su voz real? Creo que la respuesta se halla en este Trovador grabado por la<br />

RAI para televisión en 1957. La Gencer poseía una voz de soprano lírica,<br />

clara, de delicado empaste, más bien pequeña pero manejada con maestría<br />

excepcional y emitida de modo natural y<br />

fácil. No se trata sólo de la elegante soltura<br />

en la ejecución de los adornos, como atestigua<br />

un ejemplar «Di tale amor», ni de la<br />

sorprendente facilidad para el pianísimo,<br />

incluso en el sobreagudo (re bemol5 en<br />

«Tacea la notte») sino, sobre todo, en la<br />

capacidad para cantar «D’amor sull’ali»<br />

con legato sin mácula y frasear con una<br />

variedad de colores camaleónica. Un último<br />

ejemplo: la memorable frase «Sei tu dal<br />

ciel disceso?», al final del Acto 2. En conclusión:<br />

una Leonora digna de Callas o de<br />

Leontyne Price (con Mehta), próxima al<br />

ideal verdiano, que vista desde <strong>2001</strong> nos<br />

parece irreal.<br />

Catorce años después la escuchamos en un personaje de escritura no<br />

opuesta a la de Leonora, pero que Gencer liga a sus experiencias, a lo largo<br />

de los años sesenta, con Lady Macbeth, Gioconda, Norma o las reinas donizettianas.<br />

Para todas ellas empleaba y emplea en Lucrezia Borgia una emisión<br />

más oscura y «cupa», menos libre y natural, y apoyada con frecuencia<br />

–excesiva, diría yo– en el golpe de glotis, todo ello orientado a oscurecer un<br />

timbre claro en origen, y adaptarlo a la sicología de un personaje que busca<br />

siempre el misterio. Pese a todo, la Gencer sigue brillando en el canto de agilidad,<br />

como demuestra en «Com’è bello» y en el final alternativo que cantó<br />

en La Scala con Raimondi en 1970, ofrecido por MYTO como propina; en<br />

Bérgamo, 1971, la Gencer canta el original y se suprime la gran escena «Era<br />

desso il figlio mio». En toda ocasión refleja magistralmente esa dualidad entre<br />

lo frágil y lo implacable, ese misterio que<br />

rodea cualquier aparición de Lucrecia, y<br />

que la convierten en uno de los grandes<br />

personajes de Donizetti. Todo ello, en<br />

suma, hace de la Borgia de Gencer una<br />

referencia a la que sólo cabe oponer la<br />

deslumbrante perfección de la primera<br />

Caballé (RCA), vocalmente superior pero<br />

menos creíble en lo dramático. Junto a la<br />

Gencer, un reparto de provincia pero no<br />

desdeñable, a condición de olvidar el<br />

Gennaro de Kraus y el Orsini de Horne.<br />

Umberto Grilli y Anna Maria Rota cumplen<br />

muy correctamente, al igual que<br />

Casarini, bien guiados por Adolfo<br />

Camozzo, que obtiene buen rendimiento de los conjuntos bergamascos.<br />

En Il Trovatore, Gencer está rodeada de voces fenomenales de los 50,<br />

pero ninguna alcanza su altura como cantante. A veces se le acerca la<br />

Barbieri, cuando olvida el énfasis verista; y es entonces cuando más lucen su<br />

voz, aún espléndida en 1957, y su alta escuela, que le permitió ser una estupenda<br />

Azucena. Del Monaco canta mejor de lo previsible «Ah sì ben mio»,<br />

hace una «Pira» espectacular (aunque medio tono baja) y consigue algunas<br />

frases imperiosas de imponente efecto; pero no es un Manrico ideal, pues<br />

ensucia su legato de modo casi continuo, con aspiraciones. Otro tanto cabe<br />

decir de Bastianini, cuya línea noble se desluce por falta de matices; pero la<br />

voz es incomparable. Bastante bien Clabassi como Ferrando. Previtali no<br />

puede competir con Karajan o Mehta, pero concierta con maestría los conjuntos<br />

de la RAI. La grabación, de estudio, suena muy bien. Como bonus,<br />

MYTO propone un dúo de la Forza entre Del Monaco y Guichandut, interesante<br />

pero de muy deficiente sonido.<br />

( 15 )<br />

Roberto Andrade<br />

G. DONIZETTI: Lucrezia Borgia / Gencer, Grilli, Rota, Casarini, Sebastian, Manganotti / Coro y<br />

Orquesta del Teatro Donizetti de Bérgamo. Dir.: Adolfo Camozzo (1971) / MYTO / Ref.: 2MCD<br />

013.246 (2 CD) D10 x 2<br />

G. VERDI: Il trovatore / Gencer, Del Monaco, Bastianini, Barbieri, Clabassi, Cesarini / Coro y<br />

Orquesta de la RAI de Milán. Dir.: Fernando Previtali (1957) / MYTO / Ref.: 2MCD 013.247 (2 CD)<br />

D10 x 2


Hace muchos años vi en la tienda<br />

–relojería, pequeñas joyas– de un<br />

amigo de mi padre unos gemelos de<br />

camisa de color rojo pardo, esto es, cobrizos.<br />

Pregunté por qué tenían este color, y<br />

me dijeron que eran de oro alemán.<br />

Después, aunque en el bachillerato se me<br />

dio bien la mineralogía, no he prestado<br />

atención a estas cosas, pues aunque sí me<br />

gusta verlas no me atraen las joyas. Sin<br />

embargo, por lo que luego se dirá, últimamente<br />

he intentado averiguar algo sobre la<br />

naturaleza del rojizo oro alemán. Mi conclusión<br />

provisional es que se trata del llamado<br />

oro de Nuremberg, en cuya aleación<br />

hay fuerte proporción de cobre, pues tiene<br />

sólo catorce quilates (1). Mas ya digo que<br />

soy lego en la materia y puedo así andar<br />

aquí descaminado.<br />

Por otra parte, a punto de cerrar en abril<br />

pasado la segunda edición de mi Guía de<br />

Wagner (2), un amigo que además es creyente<br />

y de paso da su importancia a cada<br />

peseta –pronto tendrá que dársela a cada<br />

céntimo de euro– me comentó que se había<br />

hecho con un Anillo completo, dirigido por<br />

Günther Neuhold, que además de ser dignísimo<br />

en sí costaba menos que los duros<br />

antiguos de Cádiz, de los que todos se hacían<br />

lenguas y nadie los había visto. Así, lo<br />

recogí en la Guía, advirtiendo al lector mi<br />

carencia de datos directos en ese momento.<br />

Ahora resulta que DIVERDI ha decidido<br />

distribuirlo aquí en regla, y esta decisión ha<br />

de ser alabada ya como una obra de beneficencia,<br />

pues el estuche con las cuatro<br />

cajas sale al mercado al en verdad increíble<br />

precio de 4.590 pesetas, esto es, los catorce<br />

CDs cuestan lo mismo que una unidad y<br />

media de esas presuntas maravillas que hoy<br />

aparecen llenas de ínfulas y a menudo<br />

carentes de sustancia. Algún escéptico me<br />

devolverá lo de las monedas gaditanas,<br />

diciéndome que nadie da duros a peseta.<br />

Bien, vayamos al grano.<br />

Este Anillo procede de la Ópera (Teatro<br />

estatal) de Karlsruhe, la antigua capital del<br />

gran ducado de Baden. Ha sido grabado allí<br />

durante representaciones dadas entre abril<br />

de 1993 y noviembre de 1995. Como todas<br />

las capitales alemanas, Karlsruhe tenía su<br />

Teatro de la Corte. Wagner oyó allí por primera<br />

vez a Ludwig Schnorr von Carolsfeld<br />

(Lohengrin) y en seguida empezó a preparar<br />

con él, en Biebrich, la parte de Tristán, pues<br />

el gran duque Federico I le había ofrecido<br />

su teatro para el estreno de la acción<br />

(Wagner dixit), el cual no tuvo al fin lugar<br />

por discrepancias insalvables entre Wagner<br />

y su antiguo amigo Eduard Devrient, en<br />

aquella época –1862– dramaturgo, intendente<br />

y escenógrafo en esta institución.<br />

Con el paso del tiempo el Reposo de Carlos<br />

(Karlsruhe) se convirtió en un importante<br />

centro de comunicaciones fluvial, ferroviario<br />

y rodado. Por ello la ciudad fue arrasada<br />

por la aviación aliada y supongo que<br />

también quedaría destruido el viejo teatro<br />

granducal, pues se levantaba sólo a quinientos<br />

metros de la estación de ferrocarril<br />

central. Además, la constitución del land de<br />

Württenberg–Baden inclinó la capitalidad<br />

Un Anillo wagneriano en inigualables condiciones de relación calidad–precio<br />

Oro alemán<br />

del lado de la pujante Stuttgart. Karlsruhe es<br />

hoy, pues, una ciudad de provincias, industrial,<br />

sin atractivos turísticos como las de las<br />

cercanas Baden–Baden y Heidelberg. Las<br />

actividades de su Ópera no son difundidas<br />

ni comentadas internacionalmente. En fin,<br />

côté province, como suelen decir los<br />

empingorotados escribientes de<br />

L’Avant–Scène Opéra.<br />

Por tanto, la condición provinciana alemana<br />

es lo que caracteriza en primer lugar<br />

a este Anillo: orquesta disciplinada, conocedora,<br />

más capacitada para las partes fuertes,<br />

en las que predomina el metal, que<br />

para las delicadas, que asociamos con la<br />

madera y la cuerda; reparto casi sin figuras<br />

ni nombres conocidos, pero en general<br />

también disciplinado y solvente, en el que<br />

sólo Markku Tervo, Hagen, y en menor<br />

grado Tiny Peters, Pájaro del bosque, quedan<br />

por debajo de la media; un kapellmeister<br />

sólido, buen concertador, que no se permite<br />

casi ni una sola libertad métrica y hace<br />

tocar las notas al pie de la letra, aunque a<br />

veces se le vaya la mano en la intensidad<br />

–por ejemplo, los inmisericordes timbalazos<br />

que acompañan a la llegada de<br />

Waltraute– e incurre en determinadas prácticas<br />

convertidas hoy en tópico: amplio y<br />

solemne preludio de El oro del Rin, Viaje de<br />

Sigfrido por el Rin desbocado. Neuhold<br />

carece de la capacidad para diferenciar las<br />

atmósferas y hacer progresar dramáticamente<br />

la dilatada acción, la cual, por otra<br />

parte, le dura las catorce horas también<br />

habituales hoy. Quizá lo peor sea el carácter<br />

cómico del final del primer acto de<br />

Sigfrido –¿tuvo que ver algo en ello el desconocido<br />

régisseur?– y el tufo a grand opéra<br />

que dejan los dos primeros actos de El<br />

ocaso de los dioses.<br />

¡Pues está usted poniéndonos atractivas<br />

las cosas!, dirá quizá el escéptico de los<br />

duros a cuatro reales. Nada de eso, caballero,<br />

me limito a explicar un poco lo que<br />

aquí no se puede pedir y encontrar, esto es,<br />

un olmo que dé peras. Pero oídas por separado<br />

las cuatro obras –este Anillo no debe<br />

oírse como ciclo en cuatro veladas consecutivas,<br />

sino espaciado– no sólo no se sufre<br />

martirio alguno, sino que a veces se disfruta,<br />

permítaseme la comparación, como<br />

cuando se chatea con clarete. Así, El oro<br />

del Rin tiene buen nivel, es homogéneo,<br />

está expuesto con claridad y no desmerece<br />

al lado de los grabados en los últimos veinte<br />

años, con la excepción del tan promete-<br />

( 16 )<br />

dor –el ciclo quedó truncado– que<br />

Dohnányi comandó en Cleveland: lo que<br />

se echa a faltar es que Loge, no mal cantado<br />

por Hans–Jörg Weinschenk, no se eleve<br />

a la condición de protagonista. La Walkyria<br />

sorprende también por su calidad media<br />

tanto en la orquesta como en la escena.<br />

Eduard Cook canta Siegmund con bello<br />

timbre y notable calidad en los registros<br />

central y agudo; en el segundo acto se aprecia<br />

ya el escaso desarrollo de los graves,<br />

quizá por tratarse de un cantante joven, que<br />

es su mayor lastre al hacer después un<br />

Siegfried del Ocaso decente pero corto.<br />

Más importante parece su Sieglinde,<br />

Gabriela Maria Ronge, otra voz joven y<br />

grata, quien además consigue dar relevancia<br />

a Gutrune y a la Tercera Norna. Frode<br />

Olsen, Hunding de voz potente pero no<br />

oscura, convence con su actuación, en la<br />

que se perciben la distancia inicial, la creciente<br />

desconfianza y la ferocidad final en<br />

presencia del enemigo. Muy bien para los<br />

tiempos que corren John Wegner como<br />

Wotan: los excelentes agudos al final de su<br />

arenga a Brünnhilde son la confirmación de<br />

alguien que mantiene el mismo nivel en el<br />

prólogo, en esta jornada y en la siguiente: si<br />

este hombre tiene prestancia escénica y no<br />

ha decaído vocalmente desde que actuó en<br />

Karlsruhe, parece que podría aspirar a salir<br />

del côté province. También mantiene el<br />

mismo nivel continuo Carla Pohl,<br />

Brünnhilde, de expresividad más limitada o<br />

contenida, pero no fatigada. Con todo, lo<br />

mejor se halla en la estupenda Fricka de<br />

Zlatomira Nikolova, cantante hecha, cálida,<br />

con autoridad, quien luego vuelve a<br />

convencer como Segunda Norna y como<br />

Waltraute: la escena de las dos walkyrias va<br />

a más y quizá puede ser destacada como el<br />

momento más logrado en todo este Anillo.<br />

Como ya anticipé, Sigfrido y El ocaso<br />

son desiguales, aunque tampoco faltan aquí<br />

los logros. El Sigfrido de Wolfgang<br />

Neumann es joven, claramente baritonal,<br />

falto de color personal y pobre artísticamente,<br />

incluso he anotado «algo cursi y<br />

tontorrón». Hubiera sido un milagro que<br />

estuviera oculto en Karlsruhe al menos otro<br />

Kollo o Jerusalem de los buenos (relativamente)<br />

tiempos; mas este caballero no hace<br />

daño al oído, no hace desear que se calle y<br />

deje de martirizarnos. Los dos nibelungos,<br />

Oleg Bryjak y Hans–Jörg Weinschenk, elevan<br />

aquí algo el discreto nivel del prólogo<br />

–donde Mime es Michael Nowak, inferior a<br />

Weinschenk–, el Fafner (con bocina) de<br />

Simon Yang resulta adecuadamente cavernoso,<br />

el ave de Tiny Peters no es jilguero o<br />

mirlo, sino cuclillo, y la famosa Ortrun<br />

Wenkel, que también canta la Primera<br />

Norna, da calidad a Erda, sobre todo cuando<br />

anuncia el final a Wotan. También son<br />

cantantes conocidos Bodo Brinkmann, el<br />

Gunther de Kupfer y Barenboim en<br />

Bayreuth, y Mette Ejsing, la actual Erda en<br />

el Anillo de Flimm. Del Hagen de Tervo ya<br />

dije que con él baja el nivel: es de lamentar,<br />

porque el papel tiene suma importancia.<br />

Una curiosidad es que, en El oro del<br />

Rin, Wilja Ernst– Masuraitis se hace cargo


de Fricka y de Flosshilde; como esto es impracticable<br />

en la escena final salvo trucaje en cuestión<br />

de segundos, hay que deducir que aquí hay un<br />

error o que están ensambladas las tomas de al<br />

menos dos representaciones (3). Concluiré con el<br />

elogio del Terceto de ondinas, entre las que destaca<br />

Doris Brüggemann (Woglinde), y del octeto de<br />

walkyrias, en el que también se oye a la notable<br />

Nikolova (Waltraute).<br />

La ingeniería de sonido responde al estándar<br />

actual. La presentación es buena, obviamente sin<br />

los libretos, pero sí con un comentario general y<br />

las correspondientes sinopsis en cinco idiomas, lo<br />

que revela el propósito de Bella Vista de llegar a<br />

un público amplio; curiosamente, la traducción al<br />

español, anónima, es la más confusa, empezando<br />

ya por el título: El Anello [sic] del Nibelungo. Es<br />

una lástima que no se dé información alguna<br />

sobre la personalidad del director y de sus cantantes;<br />

pero no puede pedirse más a cambio de 959<br />

duros. Aquí hay oro rojizo, oro de Nuremberg (o<br />

Karlsruhe) con mucho(s) cobre(s), pero con su<br />

poco de metal noble. Aquí tienen su oportunidad<br />

quienes quieran iniciarse en los misterios del<br />

Anillo sin realizar dispendios, los jóvenes que aún<br />

dependen del bolsillo paterno, los pensionistas<br />

como nuestro viejo amigo el lobo wagneriano y,<br />

como se leía en los carteles de toros en la época<br />

de la oprobiosa, los militares sin graduación.<br />

También deberían aprovecharla los<br />

Conservatorios y escuelas y colegios públicos,<br />

concertados y privados; pero esto me parece que<br />

suena a música celestial. Por último, a los wagnerianos<br />

de pro e incluso a los «creyentes», que<br />

estas Navidades tendrán que hacer cálculos en<br />

presencia del soberbio Anillo de 1958, sensacionalmente<br />

reprocesado, puede interesarles esta<br />

Tetralogía como complemento e incluso para,<br />

mediante la práctica de «la elegancia social del<br />

regalo», ayudar a hacer afición, que buena falta<br />

hace. ¡Ah, se me olvidaba! Mi querido don<br />

Escéptico, aquí no se le engaña. Haga usted profesión<br />

de fe y compre su parte de este oro alemán.<br />

Me lo agradecerá, si no le parece mal, con un<br />

euro de plata.<br />

Á.-F.M.<br />

(1) Veit Pogner es orfebre en Nuremberg. Wagner no da<br />

detalles sobre su actividad. ¿Mas utilizaría en sus trabajos<br />

el oro autóctono? La cuestión parece menor, pero<br />

quizá daría algo de sí, pues en El oro del Rin se habla<br />

siempre de anillo rojizo; sólo en una ocasión se le adjetiva<br />

como amarillo.<br />

(2) Esta segunda edición, que se distingue de la primera<br />

por un círculo azul que lo advierte en la cubierta y también<br />

por su peso y volumen (120 páginas más), apenas<br />

merecerá cuatro líneas aquí y allá. Así, con toda desfachatez,<br />

pero en legítima defensa, aprovecho la oportunidad<br />

para dejar constancia de su aparición y de que contiene<br />

varias mejoras.<br />

(3) Según la acotación escénica, Wotan lleva de la mano<br />

a Fricka al empezar a pisar el arcoiris. Sólo se me ocurre<br />

que durante la intervención de Loge –«A su fin corren»–<br />

los dioses se acerquen a las bambalinas y allí se produzca<br />

el cambio de Fricka por su doble. Esto me parece<br />

escena–ficción pura y dura. En el segundo Anillo bayreuthiano<br />

de Wieland Wagner, todos los dioses descendían<br />

de la plataforma y desaparecían, pero esto sucedía<br />

sólo después de la segunda intervención de Loge<br />

–«¡Vosotras, ahí, en el agua!»– y las subsiguientes risas<br />

de la tropa divina. Loge (Windgassen) se quedaba sólo,<br />

con los brazos cruzados, rodeado de un gran halo rojizo<br />

y mirando al público: cuadro impresionante. En<br />

Karlsruhe, me quedo con la conclusión de que no hubo<br />

escamoteo, sino parche técnico.<br />

R. WAGNER: El anillo del Nibelungo [Edición completa] /<br />

Wegner, Hannula, Muraro, Weinschenk, Bryjak, Nowak, Yang,<br />

Smith, Ernst–Masuraitis, Floeren, Ejsing, Brüggemann, Vode,<br />

Cooke, Olsen, Ronge, Pohl, Nikolova, Chalker, Egler, O’Brien,<br />

Kempa, Wullkopf, Neumann, Wenkel, Peters, Brinkmann, Tervo<br />

/ Orquesta Estatal de Baden y Coro del Teatro Estatal de<br />

Karlsruhe. Dir.: Günther Neuhold / Comentario y sinopsis en<br />

cinco idiomas / TIM / Ref.: 205200 (14 Cds) P.V.P.: 4.590 ptas.–<br />

Como muchos otros italianos, Giuseppe Di Stefano (Catania, 1921) sufrió los<br />

rigores de la Segunda Guerra Mundial y, cuando ésta ya terminaba, pasó<br />

unos meses internado en un campo de refugiados en Suiza. Su voz maravillosa<br />

fue advertida por el capellán castrense y, al poco tiempo, comenzó a grabar<br />

para la radio de la Suisse Romande. Varios sellos han publicado en parte tales<br />

registros; el último fue Tetasment (SBT 1096, comentado en el número 56 de este<br />

Boletín). Ahora, PREISER recupera las grabaciones<br />

realizadas entre 1944 y 1946, que<br />

recogen una voz llena de hechizo o embrujo.<br />

Tal sería nuestra traducción de la canción de<br />

Tosti, Malía, válida para describir una voz que<br />

no busca imponerse al oyente, como las de<br />

Corelli o Del Monaco, sino seducirle con su<br />

riqueza armónica, con su dulzura y su ductilidad<br />

para el matiz.<br />

Peter Hutchinson, redactor del texto que<br />

acompañaba el CD Testament, ha recopilado<br />

todo el material disponible en la Radio Suisse<br />

Romande relativo al joven Di Stefano.<br />

También ha redactado unos textos de presentación<br />

entusiastas, aunque a veces discutibles.<br />

El primero de los dos CD se titula Joyas inéditas<br />

y contiene 17 números del Paganini de Lehár cantados en francés, en nueve<br />

de los cuales interviene Di Stefano. Los compañeros de reparto son aceptables, y<br />

la Orquesta de la Radio de Lausana (Suisse Romande) toca bien bajo la batuta de<br />

Victor Desarzens. Pero lo más atractivo, en mi opinión, son las nueve canciones<br />

acompañadas con piano u orquestina, entre ellas Musica proibita, Dicitencello<br />

vuje, Visione veneziana y, cómo no, O sole mio, tan hermosas, tan radiantes del<br />

sol mediterráneo que brillaba en esta voz privilegiada, como admirablemente<br />

cantadas. Los registros datan todos de 1946, y suenan de modo aceptable, con<br />

muy buena presencia vocal.<br />

El otro CD, titulado Tesoros tempranos, se acompaña también de un comentario<br />

de Peter Hutchinson y de un breve y útil resumen de los textos cantados. Lo<br />

componen siete fragmentos de ópera y quince canciones de Bixio, Gastaldon y<br />

otros autores. Uno destacaría las dos de Tosti, Ideale y L’ultima canzone, preciosas<br />

ambas, en la primera de las cuales Di Stefano prodiga unas medias voces fascinantes,<br />

un tanto al estilo de Fleta, no siempre ortodoxas pero invariablemente<br />

cautivadoras. Novedad en la discografía del tenor es el célebre dúo de Pescadores<br />

de perlas que Di Stefano canta con un sonoro barítono llamado Marchiò. Muy<br />

bella también la Serenata de Mascagni, el «Lamento de Federico» y el «Adiós a<br />

la vida». En todos los títulos, la dicción de «Pippo» tiene esa inusitada claridad<br />

que siempre le conocimos, y la calidez de su fraseo era ya entonces la misma que<br />

iba a prodigar a lo largo de toda su carrera. Conviene reiterar que estos registros<br />

de 1945 son diferentes de los incluidos en el CD Testament antes mencionado.<br />

Estos dos compactos confirman que la voz del joven Di Stefano fue la más<br />

bella de posguerra en la cuerda de tenor y que, en estos años mozos, cantaba de<br />

modo cautivador. Los aficionados más veteranos acaso aún recuerden una Manon<br />

en la que su voz de oro se unió a la de Victoria de los Ángeles y un Rigoletto con<br />

Carlos Guichandut, óperas que pudieron escucharse en algunas afortunadas ciudades<br />

españolas, a finales de los años 40. ¡Qué tiempos!<br />

( 17 )<br />

PREISER presenta dos monográficos<br />

Di Stefano con grabaciones de 1943–1946<br />

Malía<br />

R.A.<br />

GIUSEPPE DI STEFANO – Joyas inéditas / Grabaciones de autores diversos (1943–46) / PREISER / Ref.:<br />

93426 (1 CD) D2<br />

GIUSEPPE DI STEFANO – Tesoros tempranos / Grabaciones de autores diversos (1943–46) / PREISER /<br />

Ref.: 93432 (1 CD) D2<br />

C.C. DE CASTRO: Obras orquestales<br />

/ O.F. de Gran Canaria / Dirs.:<br />

Adrian Leaper y José Ramón<br />

Encinar / COL LEGNO / Ref.: WWE<br />

20202 (1 CD) D1<br />

LUIS DE PABLO: Música de<br />

cámara / Trío; Retratos y trnascripciones<br />

(I); Compostela; Cuatro<br />

fragmentos de Kiu; Federico<br />

Mompou in memoriam / Diversos<br />

intérpretes / COL LEGNO / Ref.:<br />

WWE 20046 (1 CD) D1<br />

FESTIVAL DONAUESCHINGEN<br />

2000 - Diversos autores, obras e<br />

intérpretes / Primeras grabaciones<br />

mundiales / COL LEGNO / Ref.:<br />

WWE 20201 (4 CD) D1 x 4


Obras de Mozart y Beethoven, en cuatro discos TESTAMENT dedicados a Solomon<br />

La verdad de un mito<br />

Solomon, nombre artístico<br />

de Solomon Cutner<br />

(1901–1988), es no sólo el<br />

mejor pianista inglés de todos los<br />

tiempos –con perdón de Sir<br />

Clifford Curzon y Dame Myra<br />

Hess– sino uno de los mitos de la<br />

interpretación musical del siglo<br />

XX. Protegido de Mathilde<br />

Verne, su escuela sería, por<br />

tanto, la de la mismísima Clara<br />

Schumann. Por la vía Lazare<br />

Levy emparentaría con Clara Haskil y Monique Haas –como Ivonne<br />

Loriod o Anne Queffélec, posteriores a él. Es decir, mayoría abrumadoramente<br />

femenina en el árbol genealógico de un artista a<br />

quien se ha asociado siempre mucho más con la elegancia, la delicadeza,<br />

la huida del poderío sonoro, es decir, con cualidades que<br />

podrían pertenecer más a las que a los pianistas –poniendo en lo<br />

que digo todo el cuidado del mundo para no ser confundido con<br />

alguien políticamente incorrecto. Solomon poseía, y estos discos<br />

que recupera TESTAMENT con excelentes grabaciones estéreo y<br />

mono de mediados de los cincuenta así lo prueban, un extraordinario<br />

sentido de la construcción de la obra, la veía en su conjunto con<br />

una inteligencia admirable para irla construyendo con similar cuidado.<br />

Cualidades expresivas como el rubato o las dinámicas no perjudican<br />

jamás el conjunto, el fraseo es siempre elegante, lejos de<br />

cualquier afectación, y el piano es un primus inter pares ligado, y no<br />

enfrentado, a una orquesta con la que colabora, no riñe. Refinado,<br />

noble, son calificativos que se han aplicado con acierto a la manera<br />

interpretativa de Solomon. No estaría uno tan de acuerdo con<br />

quien le ha tachado de austero, tal vez para ligarle a otra leyenda<br />

igualmente truncada –la enfermedad retiró a Solomon de las salas<br />

de concierto a los cincuenta y cuatro años–: Dinu Lipatti.<br />

Para Bryce Morrison, el Mozart de Solomon es apolíneo y reservado,<br />

mientras que su Beethoven luce dionisíaco y elemental. La<br />

verdad es que, en efecto, el Mozart es tal cual, pero no sé si en<br />

Beethoven no cabría hablar igualmente de un desarrollo de esa<br />

reserva mozartiana, de una conclusión positiva, afirmadora, interior<br />

( 18 )<br />

y compartible al mismo tiempo,<br />

de las cualidades expresivas de<br />

la forma clásica. No podía ser de<br />

otro modo en alguien tan poco<br />

dado a una efusión que no venga<br />

de la mismísima escritura, que<br />

no se revele desde el estilo. En<br />

ese sentido, cabría hablar de<br />

Solomon como de un pianista<br />

esencialmente poético, y entre<br />

todas las muestras de las que<br />

están repletos estos discos uno<br />

destacaría especialmente el inicio del Concierto nº 4 de Beethoven<br />

como ejemplo evidente. Es verdad que el acompañamiento de<br />

André Cluytens colabora con atención extrema, no en vano el belga<br />

era un beethoveniano de primera categoría. Él es el mejor director<br />

de los tres que aquí sirven a Solomon, pero tampoco está mal recuperar<br />

las calidades de Ackermann –algo más que el servidor de la<br />

Schwarzkopf en las operetas que Walter Legge preparó para su<br />

mujer en los buenos tiempos de EMI– y reivindicar a Herbert<br />

Menges, el más injustamente olvidado de los directores de orquesta<br />

ingleses. En fin, no se pierdan ustedes estos discos, que serán una<br />

revelación para muchos y un placer para todos.<br />

Luis Suñén<br />

L. VAN BEETHOVEN: Concierto para piano nº 1 en do mayor, op. 15; Concierto para<br />

piano nº 2 en si bemol mayor, op. 19 / Solomon (piano) / Orquesta Philharmonia. Dirs.:<br />

Herbert Menges y André Cluytens / TESTAMENT / Ref.: SBT 1219 (1 CD) D2<br />

L. VAN BEETHOVEN: Concierto para piano nº 3 en do menor, op. 37; Concierto para<br />

piano nº 4 en sol mayor, op. 58 / Solomon (piano) / Orquesta Philharmonia. Dirs.:<br />

Herbert Menges y André Cluytens / TESTAMENT / Ref.: SBT 1220 (1 CD) D2<br />

L. VAN BEETHOVEN: Concierto para piano nº 5 en mi bemol mayor, op. 73, Emperador<br />

– W.A. MOZART: Sonatas para piano núms. 11 en la mayor y 17 en re mayor, KV 331<br />

y 576 / Solomon (piano) / Orquesta Philharmonia. Dir.: Herbert Menges / TESTAMENT<br />

/ Ref.: SBT 1221 (1 CD) D2<br />

W.A. MOZART: Concierto para piano nº 15 en si bemol mayor; Concierto para piano<br />

nº 23 en la mayor, KV 488; Concierto para piano nº 24 en do menor, KV 491 / Solomon<br />

(piano) / Orquesta Philharmonia. Dirs.: Otto Ackermann y Herbert Menges / TESTA-<br />

MENT / Ref.: SBT 1222 (1 CD) D2<br />

Los dos septetos de Alexander Ernst Fesca (1820–1849): una magnífica primicia de CPO<br />

Brumas de otoño<br />

Niño prodigio, pianista de reconocido talento durante sus años de mocedad, afamado compositor de óperas en su juventud, la prematura<br />

muerte de Alexander Ernst Fesca, cuando tan sólo contaba con 29 años de edad (lo que no fue óbice para dejarnos un<br />

legado de más de 60 obras entre piezas instrumentales y vocales de gran calidad que abarcan casi todos los géneros de moda en<br />

le época), quizás haya sido, en gran medida, la causante de que un músico con sus cualidades haya<br />

pasado casi de puntillas por la historia de la música. Los dos septetos para piano, oboe, trompa, violín,<br />

violoncello y bajo que ahora presentamos (publicados en torno a 1842 con los números de opus<br />

26 y 28, respectivamente), ambos escritos en tonalidades menores, son, sin duda, dignos continuadores<br />

de un género que tuvo sus primeros y más destacados ejemplos en las obras de Beethoven,<br />

Ries, Hummel o Moscheles, y que acaso de la mano de Fesca alcanzara su madurez. Se trata, en<br />

todo caso, de obras camerísticas de gran intensidad musical que nos muestran por momentos el lado<br />

más técnico de un Fesca genial, innovador y desbordante del que emanan sin cesar las ideas melódicas<br />

y armónicas más audaces y bellas, pero también su vertiente humana, posiblemente también<br />

la más íntima, perfectamente plasmada en la emotiva melancolía y dulce delicadeza de sus movimientos<br />

lentos que nos evocan todo un mundo imaginario de ensueños, de fantasías oníricas, de<br />

paisajes otoñales y brumosos (Andante con moto del septeto número 2), tan próximos al espíritu<br />

romántico del compositor, y en la desbordante alegría juvenil de los rápidos, donde la pasión desenfrenada<br />

y una escritura musical de gran talento se mezclan formando un conjunto de inusitada y elegante<br />

belleza (Finale. Allegro con fuoco del septeto número 1, con un solo de violín inolvidable).<br />

Los componentes del Linos–Ensemble, habituales en CPO, nos proponen una versión muy equilibrada,<br />

apasionada y hasta genial en la que el perfecto desarrollo de cada una de las voces (en especial<br />

el piano, verdadero protagonista en las dos obras, magníficamente interpretado por Konstanze<br />

Eickhorst), la elegancia del conjunto sonoro, unidas al interés de unas obras desconocidas pero maestras en su género, convierten este<br />

compacto en uno de los referentes indiscutibles para todos los amantes de la música de cámara del primer Romanticismo alemán.<br />

A.E. FESCA: Septeto nº 1 en do menor, op. 26; Septeto nº 2 en re menor, op. 28 / Linos– Ensemble / CPO / Ref.: 999617–2 (1 CD) D5<br />

El Conde de Bonaplata


PIONEER presenta los ballets de Chaikovski La bella durmiente y Cascanueces en soporte DVD<br />

Vástagos de la rivalidad<br />

E<br />

l antagonismo no siempre engendra discordia,<br />

sino, a veces, fructuosos logros.<br />

De la competencia entre los dos templos<br />

de la danza rusa en la época zarista –el<br />

Bolshói de Moscú y el Mariinski de San<br />

Petersburgo– brotaron los tres ballets compuestos<br />

por Piotr I. Chaikovski, retoños de<br />

imperecedera fama diferentes en carácter,<br />

devenidos en auténticos clásicos y canónicos<br />

ejemplos para sucesivos cultores del género<br />

como Stravinski y Prokófiev, merced a una<br />

música de superior empaque a la funcional y<br />

mediocre habitualmente escrita para la danza<br />

decimonónica, por entonces reducida a mero<br />

espectáculo decorativo. Primero el teatro<br />

moscovita encargó al compositor –en aquel<br />

tiempo dispuesto a alejarse de la ópera a<br />

causa de las limitaciones<br />

impuestas<br />

por la palabra, y<br />

proclive hacia el<br />

ballet en gracia a<br />

su tendencia a la<br />

infinitud espacial–<br />

el alegórico Lébedinoie<br />

ózero («El<br />

lago de los cisnes»),<br />

que se estrenó<br />

el 20 de febrero<br />

de 1877.<br />

Iván Vsévolozhski,<br />

director de los<br />

Teatros Imperiales,<br />

tenía el deseo<br />

–acaso originado<br />

por la velada pugna antedicha– de un nuevo<br />

ballet de Chaikovski destinado al coliseo<br />

petersburgués que se inspirase en La bella<br />

durmiente del bosque, de Charles Perrault.<br />

Entre diciembre de 1888 y septiembre de<br />

1889, el no siempre deprimido y gemebundo<br />

Petia ultimó la partitura comisionada, ateniéndose<br />

a las pautas del coreógrafo y libretista<br />

marsellés Marius Petipa, inspector de la<br />

Danza e incuestionable regidor del Ballet<br />

imperial ruso desde 1859. Tuvo lugar la creación<br />

de Spiashchaia krasávitsa («La bella durmiente»),<br />

Op. 66, en un prólogo y tres actos,<br />

el 15 de enero de 1890 en el previsto<br />

Mariinski con la asistencia del zar Aleksandr<br />

III, el cual invitó al compositor a su palco y<br />

festejó con unción real el ballet, calificándolo<br />

simplonamente de «muy bonito». Pese a la<br />

fastuosidad versallesca de los decorados y el<br />

vestuario, las infinitas posibilidades de la contrastante<br />

coreografía, la excelencia de los bailarines<br />

–entre los que figuraba Maria, la hija<br />

de Petipa, encarnando al hada Lila– y la magnitud<br />

imperial del evento, el público reaccionó<br />

sin entusiasmo y acogió con tibios aplausos<br />

la elaborada revisión del cuento de hadas.<br />

Después de varios remozamientos, en<br />

1945 se estableció en Londres la compañía<br />

británica de danza de mayor prestigio contemporáneo:<br />

entonces con el nombre de<br />

Sadler’s Wells Ballet y en 1957 rebautizada<br />

con su actual denominación de Royal Ballet,<br />

que duraderamente sería dirigida por su fundadora,<br />

la bailarina irlandesa Ninette de<br />

Valois (en realidad, llamada Edris Stannus).<br />

PIONEER presenta una producción de La bella<br />

durmiente creada para el Royal Ballet por<br />

Anthony Dowell (antiguo y destacado astro de<br />

la troupe ya retirado), grabada para la televisión<br />

por Colin Nears en la londinense Royal<br />

Opera House, e inicialmente editada en 1994.<br />

Utiliza esta versión la coreografía original de<br />

Petipa, con adiciones debidas a Frederick<br />

Ashton (veterano bailarín y coreógrafo),<br />

Kenneth MacMillan (en los años sesenta director<br />

del ballet de la Ópera de Berlín occidental)<br />

y Feodor Lopokov. Es de lamentar la supresión<br />

de varias escenas como en el tercer acto la<br />

Variación de Cenicienta y el Príncipe, la<br />

ausencia de ambos en el Paso de carácter,<br />

además de la de Pulgarcito, sus hermanos y el<br />

ogro. Entre los bailarines solistas destacan la<br />

frágil a fuer de filiforme Aurora de Viviana<br />

Durante, la gracilidad de Benazir Hussein en<br />

el hada Lila y el atractivo aplomo de Zoltán<br />

Solymosi (aquí príncipe Florimundo en vez de<br />

Désiré); aunque el principal reclamo lo constituye<br />

la impactante caracterización del propio<br />

Anthony Dowell cual pérfida y tremebundamente<br />

pavorosa hada Carabosse. Asimismo<br />

el lujoso vestuario, la evocativa escenografía<br />

rococó de caprichosas perspectivas con móviles<br />

decorados y el tejido musical de la<br />

Orchestra of the Royal House, estilan una<br />

luminosa y placentera velada.<br />

Principiando 1891 recibió Chaikovski un<br />

nuevo encargo de Vsévolozhski destinado al<br />

Mariinski: la composición de una ópera en un<br />

acto y un ballet feérico basado en un libreto<br />

de Petipa, según la adaptación de Dumas<br />

padre del cuento de E.T.A. Hoffmann El cascanueces<br />

y el rey de los ratones. A Piotr no le<br />

seducía la idea de tal ballet, por lo que logró<br />

aplazar su entrega para la temporada siguiente.<br />

Esbozó el primer acto, emprendió en primavera<br />

una gira por Europa y América –donde<br />

inauguró el Carnegie Hall neoyorquino– y<br />

regresó a Rusia apeteciéndole introducir en su<br />

pieza danzada la celesta, instrumento que<br />

acababa de descubrir en París. Reanudó la<br />

escritura, que le ocupó hasta abril de 1892,<br />

acuciado por sus sempiternas dudas acerca<br />

del valor de su música, para él inferior a la del<br />

título precedente. Una enfermedad de Petipa<br />

hizo que su segundo maestro de baile, Lev<br />

Ivánov, llevase a término la coreografía. Antes<br />

de que la partitura estuviese concluida, su<br />

autor dio a conocer públicamente una Suite<br />

orquestal en marzo. Finalmente, el telón del<br />

Mariinski se levantó el 18 de diciembre de<br />

1892 para ofrecer un programa formado, en la<br />

primera parte, por su postrera ópera Iolanta,<br />

dirigida por Eduard Nápravnik; y en la segunda<br />

por su último ballet, Shchelkunchik<br />

(«Cascanueces»), Op. 71, dividido en dos<br />

actos y ejecutado bajo la batuta de Riccardo<br />

Drigo. Supuso la función un acontecimiento<br />

cortesano que nuevamente contó con la presencia<br />

aprobatoria del zar y una moderada<br />

aclamación por parte de los espectadores. Si<br />

bien se celebró la profusión de sensitivas y<br />

encantadoras melodías, no gustaron decorados<br />

ni vestuario por encontrarlos faltos de<br />

gusto, y a la célebre Antonietta dell’Era, que<br />

bailaba el hada Confite, se le imputó falta de<br />

ligereza y seducción. En el curso del tiempo la<br />

obra ha cautivado irresistiblemente a las<br />

audiencias, erigida en paradigma de la danza<br />

romántica, y tentado a «creadores» de variopinta<br />

laya, como a Maurice Béjart en su<br />

reciente experimento ególatra para el Ballet<br />

de Lausanne, aquí rememorado del repositorio<br />

de lo equívoco.<br />

Propone PIONEER la concienzuda y convincente<br />

producción ideada para el<br />

Birmingham Royal Ballet por Sir Peter Wright<br />

(anglosajón que desarrolló una importante<br />

actividad en el Ballet de Munich), el cual<br />

aporta aditamentos propios y de Vincent<br />

( 19 )<br />

Redmon a la primitiva<br />

coreografía de<br />

Ivánov. Se trata de<br />

una realización bella<br />

y brillante dentro del<br />

patrón tradicional,<br />

desde los elegantes<br />

decorados oscuros<br />

mas no lúgubres<br />

hasta el suntuoso<br />

vestuario de sobrias al par que cálidas tonalidades,<br />

realzada por una idónea luminotecnia.<br />

Registrada para la BBC por la experta cámara<br />

del ubicuo Derek Bailey en 1990, en el marco<br />

teatral del Birmingham Hippodrome, el auditorio<br />

premia con calurosos aplausos el viaje<br />

de Clara al reino de las golosinas cabalgando<br />

un ave voladora que abre el segundo acto, en<br />

señal de reconocimiento a la utilización de<br />

maquinaria en beneficio de la fascinación<br />

escénica. Desafortunadamente, en este acto<br />

se persiste en la reprobable práctica de suprimir<br />

en el Divertissement la escena de «Madre<br />

cigüeña y los payasos». La orquesta Royal<br />

Ballet Sinfonia es dirigida, igual que la de La<br />

bella durmiente, por el ducho y diligente<br />

Barry Wordsworth. Encabeza el cartel de bailarines<br />

la figura arrolladora de Irek<br />

Mujamédov en la veste del príncipe<br />

Cascanueces, ahora en la sazón de su granada<br />

madurez. En los años ochenta fue un astro fulgurante<br />

en el firmamento del Bolshói, donde,<br />

con completa identificación, contundente<br />

seguridad y prodigiosamente musculada técnica,<br />

encarnó tanto papeles clásicos de<br />

Minkus y Chaikovski como modernos de<br />

Prokófiev, Shostakóvich, Jachaturián y<br />

Melikov; antes de unirse, en los años noventa,<br />

a los bailarines soviéticos en su «evacuación»<br />

hacia la tierra de promisión del consumismo y<br />

establecerse en Londres para consolidar su<br />

reputación en Occidente. A sus flancos, no<br />

desmerecen las notables prestaciones de la<br />

etérea Sandra Madgwick como Clara o de la<br />

alípede hada Confite de Miyako Yoshida.<br />

Con anterioridad PIONEER había permitido<br />

apreciar las cualidades artísticas de Viviana<br />

Durante, Zoltán Solymosi e Irek Mujamédov<br />

en sus intervenciones en el título Gala homenaje<br />

a Chaikovski. Ahora sus nuevas referencias,<br />

servidas con una definición de imagen<br />

de gran calidad en formato para pantalla de<br />

TV normal y excelente sonido estéreo de dos<br />

canales, espectacular Dolby digital y apoteósico<br />

Surround envolvente de seis canales, proporcionan<br />

el gozo de dos sesiones memorables.<br />

José Luis Gómez Lozano<br />

P.I. TCHAIKOVSKY: La bella durmiente [Ballet] /<br />

Durante, Solymosi, Dowell, Hussein, Tuckett, McGorian<br />

/ Orquesta de la Royal Opera House. Dir.: Barry<br />

Wordsworth / Coreografía: Marius Petipa / Menú y libreto<br />

en castellano / PIONEER / Ref.: DVD 8926 (1 DVD)<br />

P.V.P.: 5.995 ptas.–<br />

P.I. TCHAIKOVSKY: Cascanueces [Ballet] /<br />

Mukhamedov, Yoshida, Cipolla, Madgwick / Orquesta<br />

del Royal Ballet de Birmingham. Dir.: Barry Wordsworth<br />

/ Coreografía: Peter Wright, Lev Ivanov, Vincent Redmon<br />

/ Menú y libreto en castellano / PIONEER / Ref.: DVD<br />

8927 (1 DVD) P.V.P.: 5.995 ptas.–<br />

También disponible:<br />

GALA TRIBUTE TO TCHAIKOVSKY – Homenaje de la<br />

Royal Opera House y el Royal Ballet a la vida y obra de<br />

P.I. Tchaikovsky / Dirs.: Edward Downes, Barry<br />

Wordsworth, Stephen Barlow y Plácido Domingo /<br />

Subtítulos en castellano / PIONEER / Ref.: DVD 8922 (1<br />

DVD) P.V.P.: 5.495 ptas.–


Paavo Berglund presenta una integral<br />

sinfónica brahmsiana, en ONDINE<br />

Forma y lirismo<br />

Sorprende encontrar a un director como Berglund (Helsinki,<br />

1929) dirigiendo música de Brahms. Siempre se le asocia,<br />

con razón, a Sibelius (ha grabado tres veces la integral de las<br />

Sinfonías), Nielsen, Shostakovich o, incluso, los checos. Es un<br />

maestro sólido, de los pocos que, por cierto, sujetan la batuta con<br />

la mano izquierda, formado en Finlandia y Centroeuropa, afincado<br />

durante años en el Reino Unido. Músico serio, de criterios firmes,<br />

que suele dar en la diana en partituras de corte rapsódico,<br />

de contrastados colores, y que mantiene habitualmente una línea<br />

constructiva asentada en pautas muy seguras. No es detallista, lo<br />

suyo es el concepto amplio, la gran curva, el dibujo general. Es a<br />

veces curiosamente claro, no ya de gesto, sino en lo que respecta<br />

a la realización de complejos contrapuntos, bien que por su<br />

mímica, su pesada actitud<br />

en el podio, el espectro<br />

tímbrico de sus texturas,<br />

pudiera parecer más lógico<br />

lo contrario. Las características<br />

directoriales de<br />

Berglund están presentes,<br />

para bien y para mal, en<br />

estas versiones de las<br />

Sinfonías de Brahms tocadas<br />

por la Orquesta de<br />

Cámara de Europa, conjunto<br />

con el que ha trabajado<br />

mucho y con el que<br />

ha registrado, por ejemplo,<br />

su tercera integral de<br />

Sibelius. El estilo de Berglund es hosco, concentrado en la forma<br />

y no tanto en el fondo, exento de gracia y sobre todo de lirismo,<br />

de hálito poético, algo tan importante en estas obras del compositor<br />

hamburgués. Es lógico así que algunos de esos momentos<br />

esenciales y claves de esas partituras se le escapen pese a la<br />

buena –no siempre excelente: ahí están esos compases irregulares<br />

del Fugato del Andante de la nº 4– ejecución de la orquesta, que<br />

a veces se nos antoja demasiado liviana, falta de densidad y de<br />

anchura –lo que no está reñido con la transparencia– para dar con<br />

la almendra de tantos compases: frase de la cuerda que abre el<br />

Allegro final de la Primera Sinfonía, coda del Allegro inicial de la<br />

Cuarta, por ejemplo. El comienzo de esta última obra es un caso<br />

claro de esas carencias poéticas: la célebre frase no sale de la<br />

nada, se presenta así, de improviso, con un comienzo y un final,<br />

lo que rompe ese efecto milagroso previsto por el compositor y<br />

obtenido por algunos –no muchos– directores. Paradójicamente<br />

hay instantes en los que se peca por exceso, como en el no menos<br />

conocido Poco allegretto de la Tercera, cuya famosa cantilena<br />

aparece enfáticamente acentuada en la última parte del compás.<br />

El tono, entre soñador y misterioso, nocturnal, del Andante de la<br />

Sinfonía postrera tampoco acaba de ser localizado y todo nos<br />

suena prosaico. Ninguna o poca gracia por su parte en el Scherzo<br />

de la Segunda, con esa apoyatura tan difícil a veces de definir sin<br />

pasarse, aunque hay que reconocer que el trío está realizado con<br />

tino y con la ligereza requerida. Porque en esa ligereza y sobre<br />

todo claridad de voces es en lo que más destaca esta integral.<br />

Seguimos perfectamente la evolución temática y contrapuntística<br />

del primer movimiento de la Sinfonía nº 4, cuyo Finale, esa soberana<br />

Passacaglia, está muy bien trabajado; bien que, como decimos<br />

existan otras limitaciones que impiden otorgar carácter de<br />

grande a la interpretación. Para quien quiera tener una reproducción<br />

clara más que minuciosa, bien expuesta antes que extraordinariamente<br />

tocada, medida más que poética, hasta cierto punto<br />

rigurosa en lo formal antes que alentadora del poderoso lirismo<br />

que albergan estas composiciones, estas interpretaciones son<br />

recomendables. La sonoridad general, en lo que puede estimarse<br />

buena grabación desde un punto de vista técnico, es un tanto<br />

áspera.<br />

Papageno<br />

J. BRAHMS: Integral de las 4 Sinfonías / Orquesta de Cámara de Europa. Dir.: Paavo<br />

Berglund / ONDINE / Ref.: ODE 990–2T (3 CD) D2 x 3<br />

( 20 )<br />

Primicia sibeliana de ONDINE: ¿el maestro a la batuta?<br />

Queremos tanto a Jean<br />

Este CD puede servir de introducción a Sibelius o de epígrafe de<br />

toda su obra. Es un buen resumen, y no va mal acompañado al<br />

final, con una obra ultrawagneriana de quien fue su maestro,<br />

Robert Kajanus (1856–1933). La inclusión de un poema sinfónico<br />

de Kajanus indica que no estamos ante el típico disco con antología,<br />

y examinando y escuchando (y disfrutando) el contenido comprendemos<br />

que se trata de un compendio que propone un sentido.<br />

El sentido es que Wagner, omnipresente y hasta castrante (no porque<br />

la obra de Wagner lo pretendiera, sino porque los discípulos a<br />

menudo se castran ante la inspiración, el hontanar o el magisterio<br />

como un sacerdote de Cibeles), es el punto de partida del estro de<br />

Sibelius. Y que ese estro supo muy pronto huir del modelo y hacer<br />

algo muy distinto: es ya el<br />

Sibelius de las grandes frases,<br />

del concepto propio de desarrollo,<br />

de la inclusión de elementos<br />

populares de una<br />

manera totalmente opuesta a<br />

la de sus contemporáneos<br />

nacionalistas más viejos del<br />

continente, y sin parangón en<br />

los de la generación de<br />

Bartók y compañía, porque<br />

en éstos la sensibilidad era<br />

más moderna.<br />

Si leemos el furioso, el<br />

bilioso ataque de T. W.<br />

Adorno a Sibelius en un escrito de los años treinta que se recogió<br />

en su libro Impromptus, y si al mismo tiempo escuchamos el sentido<br />

de este CD, podemos llegar a una conclusión muy distinta a la<br />

de sus contemporáneos, sin duda estupefactos ante lo inusitado, lo<br />

injusto, lo desproporcionado del ataque. Esa conclusión es: a<br />

Adorno –que, pese a disfraces ideológicos freudomarxistas, practicaba<br />

un fundamentalismo xenófobo de carácter musical, no ya<br />

eurocentrista, sino germanocentrista– lo que le fastidia es que se<br />

huya de la tradición wagneriana y se invente una propia en la que<br />

el concepto de armonía, melodía, frase, desarrollo y otros por el<br />

estilo sean ajenos a la fuente que les dio nacimiento. Tanto Sibelius<br />

como el odiado Stravinski –autor de La historia del soldado, obra<br />

que le fascinaba a Adorno, que luchaba con sus cilicios para huir<br />

de tentaciones como ésa; inútilmente– demuestran que la descomposición<br />

cromática no es el único camino, que hay muchos caminos,<br />

algunos opuestos y disolventes, y para eso desarrolla toda una<br />

inquisición que tiene por objeto la eliminación histórica de los acusados;<br />

inútilmente.<br />

No vamos a referirnos aquí a las obras que recoge este CD, piezas<br />

ampliamente conocidas por quien se haya acercado siquiera un<br />

poco a Sibelius, significativas todas ellas del cómo y del qué de<br />

Sibelius en cuanto forma y en cuanto objetivos, de un nacionalismo<br />

nada étnico, nunca enojoso en sus expresiones melódicas y danzantes.<br />

Certifiquemos con ellas, eso sí, la victoria de Sibelius contra<br />

inquisidores y filisteos. En alguna ocasión hemos oído que si<br />

Sibelius está en el repertorio y es tan popular (entre comillas, claro)<br />

es porque se empeñaron en ello los británicos. Bueno, pues habrá<br />

que agradecérselo a los británicos.<br />

Quien lea los créditos verá que se trata también de una antología<br />

de recursos interpretativos de la más veterana tradición de<br />

Sibelius, con algún especialista de más o menos nueva generación.<br />

Lógicamente, las interpretaciones son de altura, alguna de ellas<br />

modélica (En Saga, por Franck y «sus suecos»). Destaca, claro está,<br />

la interpretación del Andante festivo en la batuta del propio<br />

Sibelius, en cierto momento de comienzos de 1939, año horrible<br />

entre otros muchos de por entonces. No se conservan registros en<br />

que Sibelius sea intérprete, así que éste tiene un interés especial, y<br />

no sólo para fetichistas y mitómanos. El maestro ya se ha sumido en<br />

el silencio desde hace tiempo, y le quedan casi veinte años de vida.<br />

¿Se había creído las acusaciones de tanto moderno, de tanto inquisidor,<br />

de tanto listo?<br />

Santiago Martín Bermúdez<br />

SIBELIUS FAVOURITES – En Saga [Dir.: Mikko Franck]; La hija de Pohjola [Dir.:<br />

Tuomas Ollila]; Impromptu; El amante [Virtuosi di Kuhmo]; Andante Festivo [1ª grabación<br />

mundial – Orquesta de la Radio Finesa. Dir.: Jean Sibelius] - R. KAJANUS: Aino [1ª<br />

grabación mundial] / ONDINE / Ref.: ODE 992–2 (1 CD) D2


R<br />

esulta estimulante, ahora que todo el mundo parece alardear<br />

un día sí y otro también de estar descubriendo nuevas músicas<br />

de Albéniz, comprobar cómo el inolvidable gran pianista<br />

Esteban Sánchez grabó ya en los años sesenta y setenta piezas del<br />

compositor de sus amores que nadie hasta entonces había tocado.<br />

El compacto maravilloso e imprescindible que ahora acaba de editar<br />

ENSAYO recoge algunas de estas ejemplares grabaciones albenicianas,<br />

últimas de las producidas por el inquieto Antonio Armet,<br />

fundador y alma máter del admirable sello barcelonés.<br />

Los registros fueron realizados entre<br />

1973 y 1974, en Barcelona, y brindan, junto a<br />

versiones de absoluta referencia de obritas tan<br />

conocidas como la Pavana–capricho, el Tango<br />

en la menor o la muy grabada Torre Bermeja,<br />

otras obras bastante menos difundidas o incluso<br />

entonces discográficamente inéditas, como la<br />

Quinta Sonata en sol bemol mayor o las once<br />

páginas que integran la deliciosa colección<br />

Recuerdos de viaje.<br />

Esteban, que adoraba y conocía como nadie<br />

los entresijos de la creación albeniciana, se<br />

sumerge en el mundo neoscarlattiano y al<br />

mismo tiempo decimonónico de la estupenda<br />

Quinta Sonata de Albéniz, cuya ausencia en los<br />

perezosos programas de la mayoría de los pianistas<br />

españoles –que parecen empeñados en ceñir sus incursiones<br />

en la obra de este autor a las cuatro páginas de siempre– resulta<br />

verdaderamente imperdonable. Esteban Sánchez imparte con esta<br />

grabación ejemplar una lección del mejor pianismo, pero también<br />

de inteligente amplitud de miras y sensibilidad hacía nuestro propio<br />

patrimonio musical. Sus generosos medios de gran pianista y<br />

excelso artista sirven una lectura plagada de poesía, belleza y gracia<br />

dieciochesca. Ya desde los primeros compases del Allegro non<br />

troppo inicial se siente la contagiosa sinceridad y convicción con<br />

que el inolvidable músico extremeño asumía estos ignorados pentagramas.<br />

El Minueto del Gallo es llevado a cien por hora (probablemente<br />

así lo querría Albéniz, que encabezó la partitura con un<br />

veloz Allegro assai), mientras que el bellísimo tercer movimiento<br />

cobra en manos de Esteban una dimensión que poco tiene que<br />

envidiar a las más hermosas páginas «lentas» de Chopin,<br />

Schumann o Liszt. El Allegro final se convierte en un arrollador y<br />

cristalino festín scarlattialbeniciano en el que parece confluir lo<br />

E<br />

ENSAYO publica un nuevo recital de obras del autor de Iberia<br />

El último Albéniz de Esteban Sánchez<br />

l organista y compositor húngaro Zsigmond Szathmáry (1939)<br />

ha adaptado para su instrumento una de las piezas más colosales<br />

del sinfonismo romántico, la Sinfonía nº 9, Del nuevo<br />

mundo, compuesta por Antonín Leopold Dvorák (1841–1904). La<br />

elaboración se llevó a cabo en Nueva York entre<br />

el 19 de diciembre de 1892 y el 24 de marzo de<br />

1893. El estreno se efectuaría en diciembre, con<br />

la Orquesta Filarmónica de la ciudad en donde<br />

fuera compuesta, con Anton Seidl en la batuta. El<br />

propio Dvorák escribiría: «Es el espíritu de la<br />

música nativa americana el que he tratado de<br />

reproducir en mi nueva sinfonía. Y no he empleado<br />

ninguna de las melodías. Sencillamente he<br />

escrito temas originales incorporando las peculiaridades<br />

de la música india y usando tales temas<br />

como objetos centrales los he desarrollado con<br />

todos los recursos de los ritmos, la armonía y el<br />

contrapunto modernos y el color orquestal».<br />

La adaptación efectuada por Szathmáry, es muy apropiada en<br />

pasajes como el segundo tema del primer movimiento, en el tercer<br />

tema de este mismo tiempo –en donde la similitud con el espiritual<br />

Swing Loe, Sweet Chariot es considerable– en el Scherzo… El músico<br />

bohemio puntualizó: «Estos temas bellos y variados son el producto<br />

de la tierra. Son norteamericanos. Son las canciones folclóricas<br />

de Norteamérica y vuestros compositores deben recurrir a ellos.<br />

En las melodías negras de Norteamérica encuentro todo lo necesa-<br />

( 21 )<br />

mejor de la música española.<br />

Por incomprensible que parezca, únicamente dos pianistas han<br />

llevado a los estudios de grabación la evocadora colección<br />

Recuerdos de viaje, compuesta entre los años 1886 y 1887 y que<br />

incluye dos piezas tan populares como Puerta de Tierra y Rumores<br />

de la caleta. Ambos registros proceden de los años setenta. El de la<br />

cretense Rena Kyriakou (1918), apareció publicado inmerso en su<br />

admirable y voluminosa edición de grabaciones albenicianas editada<br />

en los años setenta por el sello estadounidense<br />

VOX (SVBX–5403) y permanece aún inédito<br />

en el digital mundo del disco compacto.<br />

La vibrante y extravertida versión de Esteban<br />

Sánchez, ahora rescatada en este nuevo compacto<br />

íntegramente dedicado a Albéniz, se<br />

caracteriza por su equilibrio y lozanía. Dentro<br />

siempre de un pianismo de la mejor clase y de<br />

esa estilizada y congénita elegancia que siempre<br />

distinguió el arte del insigne pianista extremeño,<br />

confluyen armoniosamente el mundo<br />

dieciochesco tan amado por Albéniz como el<br />

incipiente influjo nacionalista que enmarca el<br />

carácter popular de estas siete piezas. Esteban<br />

casi hace oler el mar, sentir la atmósfera nazarita<br />

de la Alhambra o vislumbrar un fresco y cristalino<br />

amanecer a través de una realización cargada<br />

de color, calor y riqueza descriptiva. Pocas cosas tan gratificantes<br />

en la perezosa discografía española como emprender este<br />

viaje verdaderamente cargado de recuerdos y evocaciones guiado<br />

por las manos únicas de este intérprete irrepetible.<br />

La nueva joya discográfica, que se extiende a lo largo de 61’44»<br />

y se ilustra con un bien documentado texto de Luis Suñén, se completa<br />

con tres fragantes miniaturas. La Pavana– capricho, Torre<br />

Bermeja y el Tango en la menor encuentran sus mejores y más<br />

absolutas referencias. Sólo Alicia de Larrocha en las dos primeras<br />

páginas alcanza el nivel de fascinación, autenticidad y frescura de<br />

este imparangonable Albéniz.<br />

Justo Romero<br />

justito@arrakis.es<br />

I. ALBÉNIZ: Recuerdos de viaje; Sonata nº 5; Pavana–Capricho; Tango en la menor;<br />

Torre Bermeja / Esteban Sánchez (piano) / ENSAYO / Ref.: ENY 9740 (1 CD) D3<br />

BIS propone una curiosa transcripción para órgano de la 9ª Sinfonía de Dvorák<br />

Un nuevo mundo con aromas del pasado<br />

rio para producir una escuela de música grande y noble».<br />

Pese a lo peculiar del registro, la versión orquestal logra atrapar<br />

al oyente en medio de una amalgama de sonidos, de matices, de ritmos<br />

que el órgano no llega a «imitar». No digo que al sentarse a<br />

escuchar este compacto el melómano quede<br />

defraudado o se sienta engañado, únicamente<br />

opino que su versión tradicional consigue embaucar<br />

al oído con una mayor facilidad.<br />

Este CD se complementa con un fragmento de<br />

Silhouettes, op. 8 (1879) y dos extractos de<br />

Poetické nálady, op. 85 (1889). Piezas, ambas,<br />

originariamente escritas para piano. En cuanto al<br />

instrumento de la Iglesia de San Petrus Canisius<br />

(Freidrichshafen), es un órgano construido por<br />

Gerald Woehl en 1997, de sonido cálido y preciso.<br />

Un pasado lejano vuelve a nosotros mediante la<br />

melodía del órgano, pero nos trae también algo<br />

nuevo, una visión distinta de una pieza por todos conocida. Muy<br />

interesante.<br />

J.A.M.<br />

jimmysalieri@terra.es<br />

A. DVORÁK: Sinfonía nº 9 en mi menor, op. 95, Del Nuevo Mundo [transcripción para<br />

órgano de Zsigmond Szathmáry / Zsigmond Szathmáry (órgano) / BIS / Ref.: BIS 1168 (1<br />

CD) D2


Versiones originales de los conciertos para piano y orquesta Primero y Cuarto, de Rajmáninov, en ONDINE<br />

El origen genuino de su especie<br />

L<br />

ograr una obra perfectamente acabada es la ambición legítima de<br />

todo autor. Tal aspiración resulta en muchas ocasiones entelequia<br />

ilusoria, por lo que algunos de ellos se empeñan en revisar sus creaciones<br />

tiempo después de concluidas apelando al perfeccionismo. A<br />

pesar de que una de las bases de la genialidad es la insatisfacción, pulir<br />

y retocar implica modificar y alterar las primitivas intenciones. Inclusive<br />

las simples correcciones de las deficiencias técnicas patentes en una<br />

pieza, desvirtúan la visión del nivel alcanzado por el autor en la etapa<br />

de su elaboración. Una desmedida reforma puede derivar a un imprudente<br />

rehacimiento. Por ende, cada una de las obras es fruto de la circunstancia<br />

de su artífice. Pretender cohonestar en ellas las motivaciones<br />

primigenias con los logros de posteriores estratos evolutivos, posibilita<br />

realzarlas mas también tergiversarlas en una versión definitiva completamente<br />

diferente de la inicial.<br />

Consciente de que lo original es más genuino, el sello ONDINE recupera<br />

las primeras versiones de dos composiciones de Sergéi V.<br />

Rajmáninov (1873–1943), este talento tripartito (director de orquesta,<br />

pianista y compositor) a veces denostado por el morbo contagioso de su<br />

sentimentalismo, algunas de cuyas fluidas (y no sólo fáciles) melodías<br />

han sido porfiadamente manipuladas, trivializadas y vulgarizadas ad<br />

nauseam. Se remonta el Concierto para piano y orquesta nº 1 en fa sostenido<br />

menor, Op. 1 a sus primordios profesionales: a la época en que<br />

estudiaba con Tanéiev y Arenski, y precede en un año a su primera<br />

ópera Aleko, completada en diecisiete días, que le valió una medalla de<br />

oro en su graduación en el Conservatorio de Moscú. En el curso de las<br />

dos últimas semanas de mayo de 1890 escribió Rajmáninov el primer<br />

movimiento del Concierto, pero tuvo que interrumpir su prosecución<br />

para realizar una transcripción para piano a cuatro manos de La bella<br />

durmiente, de Chaikovski. Reanudada la composición entre marzo y<br />

julio del año siguiente, la concluyó aceleradamente trabajando infatigable<br />

desde las cinco de la mañana hasta las ocho de la tarde. Tras dedicarla<br />

a su primo Aleksandr I. Ziloti, pianista discípulo de Liszt y «buen<br />

amigo» de Chaikovski, el mismo Rajmáninov ofreció la ejecución preliminar<br />

del primer movimiento en un concierto de estudiantes, celebrado<br />

en el Conservatorio moscovita el 29 de marzo de 1892 bajo la batuta<br />

del propio director de la institución, Vasili I. Safónov. Ese mismo año<br />

publicó Gutheil la obra que, si lógicamente adolece de falta de madurez,<br />

desde los primeros compases manifiesta ya los rasgos de su inconfundible<br />

melodismo orientado hacia el pasado, amalgamados con una<br />

frescura que comporta indicios de genio. Hacia 1900 el compositor no<br />

se sentía satisfecho del todo con la obra, y en 1908 decidió revisarla por<br />

juzgar su orquestación aún peor que la música. Fue su última labor llevada<br />

a cabo en suelo natío, en el otoño de 1917, poco antes de abandonar<br />

Rusia para siempre con su familia el día de Nochebuena, aprovechando<br />

un contrato para tocar en Estocolmo. Hay quienes reputan<br />

esta revisión la más lograda de cuantas efectuó en sus obras –el Trío elegíaco<br />

nº 2 (1893), la Segunda sonata para piano (1913), el Cuarto concierto<br />

para piano y orquesta (1927), la Tercera sinfonía (1936), además<br />

de diversas canciones y piezas para piano–, por haber dotado de sutileza<br />

al previo ensayo inmaduro. No obstante la transformación, la partitura<br />

no alcanzó el éxito esperado por su autor, sin llegar tampoco a<br />

E<br />

stos dos conciertos para dos pianos<br />

no están entre lo más conocido de<br />

la producción concertística del<br />

compositor, entre otras cosas porque el<br />

excepcional nivel alcanzado en las<br />

obras de madurez de este género, muy<br />

especialmente el Op. 64 para violín<br />

(1844), pero también el Concierto para piano Op. 40 (1837), las han<br />

dejado en un –comprensible– segundo plano. Comparativamente,<br />

claro, lo están, especialmente porque el discurso se hace ocasionalmente<br />

demasiado largo, pero las obras que se nos ofrecen en este disco<br />

no dejan de asombrarnos, como las Sinfonías para cuerda, como testimonios<br />

de una madurez y talento excepcionales en un muchacho que<br />

apenas empezaba la adolescencia cuando las escribió (contaba catorce<br />

y quince años, respectivamente, cuando los compuso). Cierto, son<br />

obras construidas sobre el molde del clasicismo vienés (la influencia de<br />

Beethoven se aprecia bien en el comienzo del segundo movimiento del<br />

primer concierto), y la música es a menudo superficial –¿qué otra cosa<br />

cabe esperar de un muchacho de esa edad?– por lo que el sello perso-<br />

( 22 )<br />

constituir un inapelable fracaso.<br />

Comenzó Rajmáninov la<br />

gestación de su Concierto nº 4<br />

en sol menor, Op. 40 en 1914,<br />

flanqueado por las obras corales<br />

Kolokola («Las campanas»)<br />

y Vsenoshchnoe bdenie<br />

(«Vísperas»), y hubo de interrumpirla<br />

durante más de doce<br />

años. Consiguió retomarla y<br />

acabarla una vez superado un<br />

prolongado período de silencio<br />

creativo debido a presiones<br />

nutricias y anímicas. Acerca de ella consultó confidencialmente al compositor<br />

Nikolái K. Métner, amigo y supuesto dedicatario de esta partitura<br />

que finaliza de modo abrupto con soportables sonoridades siniestras.<br />

Bajo apremiantes exigencias de programación, tuvo lugar su desastroso<br />

estreno el 18 de marzo de 1927 a cargo de la Orquesta de Filadelfia,<br />

suscitando entre los americanos una gélida acogida y desfavorables juicios<br />

críticos. Incluso sometida a variados recortes y rectificaciones por<br />

su autor, la opinión pública siguió mostrándose adversa. Finalmente,<br />

Rajmáninov presentó en 1941 su última versión, que entrañaba amputaciones,<br />

reescritura de pasajes y drásticas enmiendas. Bien que algunos<br />

músicos consideran el Concierto demasiado especulativo, animado por<br />

la búsqueda de nuevas maneras o tímidamente aproximativo a la<br />

corriente neoclásica, otros lo estiman una de las mejores obras para<br />

piano y orquesta del autor, junto con la Rapsodia sobre un tema de<br />

Paganini (1934).<br />

ONDINE anuncia su registro del Cuarto concierto como la primicia<br />

mundial de la versión original, pero ya en 1991 Chandos grabó esta edición<br />

de 1927 con el pianista estadounidense William Black y la<br />

Orquesta Sinfónica de Islandia, regidos por Ígor Buketov, amigo personal<br />

de Rajmáninov. Las grabaciones de los conciertos Primero y Cuarto<br />

han sido realizadas por ONDINE con relumbrante brillantez técnica en<br />

24 bites, en el marco de la Sala Finlandia de Helsinki el pasado marzo.<br />

Domina con pericia el teclado el moscovita de veinticuatro años<br />

Alexander Ghindin, galardonado en 1994 en el Concurso Chaikovski y<br />

en 1999 en el bruselense Reina Elizabeth, escoltado por la Orquesta<br />

Filarmónica de Helsinki. Dirige el conjunto con autoridad de especialista<br />

un Vladímir Ashkenazy de sesenta y cuatro años, quien en calidad<br />

de pianista nos ha legado sus célebres registros de los cuatro Conciertos<br />

de Rajmáninov, datados en la década de los setenta bajo la batuta de<br />

Previn y en la sucesiva a las órdenes de Haitink. ¡Hocemos en el terreno<br />

del lirismo postromántico ruso, reclinados en el decadentismo!<br />

J.L.G.L.<br />

S. RACHMANINOV: Concierto para piano nº 1 [Versión original]; Concierto para piano<br />

nº 4, op. 40 [Versión original – Primera grabación mundial] / Alexander Ghindin (piano)<br />

/ Orquesta Filarmónica de Helsinki. Dir.: Vladimir Ashkenazy / ONDINE / Ref.: ODE<br />

977– 2 (1 CD) D2<br />

Los conciertos para dos pianos de Mendelssohn, por la pareja Uriarte–Mrongovius<br />

El talento del adolescente<br />

nal de Mendelssohn, tal como lo conocemos de las obras mencionadas<br />

al principio, aún no es evidente. Cierto es también que, a la luz del<br />

manuscrito, el joven Mendelssohn parece haber sufrido considerablemente<br />

con la orquestación. Pero el encanto, la brillantez, efusividad y<br />

elegancia, están ahí, y por tanto, son obras que merece la pena conocer<br />

y cuya escucha es grata. Uriarte–Mrongovius son, además, intérpretes<br />

de la mayor garantía. Perfectamente cohesionados, sus interpretaciones<br />

tienen por igual brillantez y encanto lírico, elegancia expresiva<br />

y belleza sonora. Wit y la Sinfónica de Bamberg acompañan con<br />

absoluta corrección y la grabación es excelente. Así las cosas, los mendelssohnianos<br />

de pro no deben dudar ante esta oportunidad de conocer<br />

otras obras juveniles, no demasiado transitadas, del autor de la<br />

Italiana.<br />

Rafael Ortega Basagoiti<br />

F. MENDELSSOHN: Concierto para dos pianos y orquesta en mi mayor; Concierto<br />

para dos pianos y orquesta en la bemol mayor / Begoña Uriarte, Karl–Hermann<br />

Mrongovius (piano) / Orquesta Sinfónica de Bamberg. Dir.: Antoni Wit / ARTS<br />

AUDIOPHILE / Ref.: 47621-2 (1 CD) D6


Alexander Lokshin (1920–1987), un nuevo autor<br />

de nuestro tiempo para el catálogo BIS<br />

Amebas rusas<br />

Catorce años después de su muerte, llega por fin alguna grabación<br />

de obras de este dodecafónico ruso, uno más de los típicos casos<br />

(Karamazov, Nosyrev, y tantos otros) donde la cultura musical<br />

soviet coartó la libertad creativa y la individualidad mediante el boicot<br />

primero, y el destierro a Siberia en segundo lugar. Si los soviets denominaban<br />

burguesa y formalista a la música atonal, por ser incomprensible<br />

para el pueblo llano (y tenían toda la razón, sí señor), Lokshin podría<br />

ser perfectamente considerado el ejemplo simbólico de todo aquello<br />

que rechazaban. Por eso, tras la escucha por parte de las grandes autoridades<br />

musicales especializadas de su poema sinfónico «Las Flores del<br />

Mal», se comentó que cómo un músico joven educado en la era soviet<br />

podía basarse en una obra tan decadente. Acto seguido se le dio un<br />

bonito puesto de trabajo en<br />

Novosibirsk, Siberia, por cierto<br />

encantadora ciudad (y es que es verdad,<br />

por eso los rusos se quejan<br />

ahora de que el Estado ya no les da<br />

trabajo).<br />

Pues bien, en esa fría gorad, Lokshin<br />

se dedica a componer música para<br />

el teatro, el cine, la radio y algunas<br />

misas (eso dice el libreto del CD, yo<br />

no comprendo bien esto último, y<br />

más aún porque Lokshin era judío).<br />

A pesar de la prohibición gubernativa<br />

de que sus obras fueran interpretadas,<br />

Sasha llega a componer hasta<br />

once sinfonías, ninguna de las cuales<br />

llega a ser conocida hasta que el director Rudolf Barshai se larga de<br />

Rusia con las partituras de su amigo bajo el brazo. Esta Cuarta es la<br />

única que no lleva texto. Muy influenciada por el atonalismo blando de<br />

Berg, esta sugestiva obra, subtitulada «stretta» por su brevedad, es una<br />

especie de ameba en crecimiento, en la que partiéndose de un misterioso<br />

tema inicial, se produce una metamorfosis en sucesivas variaciones<br />

que evolucionan en orquestación (por cierto, soberbia) y complejidad.<br />

Todos los instrumentos están tratados con igual importancia, como<br />

si fueran constantes solistas potenciales. Lokshin quiere reflejar en su<br />

prisma musical la expresión del mundo en movimiento, manifestación<br />

de un eterno ciclo de la vida.<br />

En las «Tres Escenas de Fausto», el texto lo puso Boris Pasternak, traduciendo<br />

libremente a Goethe, mientras hacía cura de reposo en la clínica<br />

del Dr. Zhivago. Denominada a veces por él mismo esta obra como<br />

su «Duodécima sinfonía», o como «Ópera de cámara», en esta centelleante<br />

y expresionista autodeclaración de locura de Margarita, la soprano<br />

checa Vanda Tabery llega al paroxismo de sus cuerdas vocales, en<br />

37 minutos de exaltación de sentimientos imposibles, a lo largo de un<br />

crucero sinfónico vocal que va desde el Cabo de la Desesperación hasta<br />

la Isla de la Fiebre.<br />

Mel Smith–Window<br />

A. LOKSHIN: Sinfonía nº 4, Sinfonia stretta; Tres escenas del Fausto de Goethe / Vanda<br />

Tabery (soprano) / Orquesta Filarmónica de Bremen. Dir.: Michel Swierczewski / BIS / Ref.:<br />

BIS 1156 (1 CD) D2<br />

CIACCONA - El gozo de la música en<br />

la Italia del siglo XVII / Obras de<br />

Merula, Frescobaldi, Selma y<br />

Salaverde, Monteverdi, Rossi,<br />

Bartolotti, D’India, Ferrari, Storace,<br />

Falconieri y Kapsberger / Ensemble<br />

Anthonello. Dir.: Yoshimichi Hamada<br />

/ SYMPHONIA / Ref.: SY 01187 (1<br />

CD) D2<br />

( 23 )<br />

Magnífica colección de obras corales del siglo XX,<br />

a cargo de la Schola Heidelberg<br />

Luces y sombras<br />

de las voces<br />

En principio fue la luz. Al escuchar este magnífico disco de<br />

BIS, podríamos tomar la expresión al pie de la letra. Pese<br />

a los treinta y cinco años que han transcurrido desde su<br />

estreno, Lux aeterna, de Ligeti, sigue confirmándose como<br />

uno de los puntos de arranque en la renovación del repertorio<br />

para coro a lo largo del siglo XX. Magno ejemplo de las<br />

técnicas «micropolifónicas» utilizadas por el autor a mediados<br />

de los años sesenta, la pieza está construida a partir de<br />

estratos polifónicos muy finos y disonantes que se superponen<br />

hasta diluirse en una única colada sonora de color uniforme.<br />

Pero no se trata sólo de una innovación técnica. Lux aeterna<br />

contribuyó a abrir la puerta al entendimiento de la voz como<br />

color puro, luminosidad<br />

incorpórea que prescinde<br />

de la definición puntual de<br />

las alturas. Y como cada<br />

elemento acaba reclamando<br />

su contrario, dos años<br />

después a la luz siguió la<br />

noche. En Nuits, Iannis<br />

Xenakis exploraba las<br />

tinieblas, el lado oscuro de<br />

la plantilla coral. En homenaje<br />

a los prisioneros de<br />

todas las dictaduras, el<br />

compositor escribía un<br />

inusitado y extraordinario<br />

«madrigal en negro», con aullidos, glissandi y efectos rítmicos<br />

de las voces. Las pautas expresivas y los medios utilizados<br />

eran distintos a los de Ligeti pero al mismo tiempo complementarios.<br />

Alrededor de este binomio de piezas, los miembros de la<br />

Schola Heidelberg han construido una historia del repertorio<br />

para coro a lo largo del siglo XX. Años más tarde, se descubrió<br />

que Lux aeterna había tenido a un entonces desconocido<br />

antecesor en los Tre canti sacri de Giacinto Scelsi: piezas de<br />

extrema finura y que trabajan coordenadas parecidas a las de<br />

Ligeti, al explorar las microvariaciones del sonido. De Scelsi<br />

también se incluye en el disco TKRDG, para voces masculinas,<br />

3 percusionistas y guitarras amplificadas. En esta segunda<br />

obra, el compositor italiano insiste en los aspectos rituales y<br />

percutidos del lenguaje, aquí reducido a simples fonemas. En<br />

su Ave Maria, de 1991, el japonés Hosokawa realiza un punto<br />

de fusión entre las conquistas tímbricas y de escritura de Ligeti<br />

y Scelsi, y la lentitud oriental del recorrido sonoro, que se abre<br />

gradualmente hacia regiones de serena luminosidad.<br />

En un frente opuesto, se sitúan aquellas obras de raíz dodecafónica<br />

o serial, en las que la investigación de los autores se<br />

concentran en el lirismo de un flujo melódico ordenado por<br />

alturas. Empezando por la intacta y cándida pureza de los<br />

Lieder, op. 18 y op. 19 de Anton Webern. Los contrastes entre<br />

luz y sombra se producen de nuevo al pasar por el sombrío<br />

De Profundis de Schoenberg, mientras que los seriales Two<br />

Settings, de René Leibowitz, intentan buscar un punto mediano<br />

entre los dos extremos anteriores, en nombre del visionario<br />

misticismo de William Blake. Veinte años más tarde, deutsche<br />

tänze de Cornelius Schwer toma conciencia de la afasia y<br />

la crisis de los lenguajes, en una pieza en la que el texto de<br />

Brecht se reduce a un fragmentado murmullo de sonidos<br />

hablados y cantados.<br />

Un programa muy inteligente en interpretaciones excelentes,<br />

para un disco –como ya apuntamos– magnífico. En breve,<br />

una de esas experiencias que hacen bien a la música contemporánea.<br />

S.R.<br />

NOCHES... BLANCAS COMO LOS LIRIOS – Obras para coro y diversos instrumentos<br />

de Hosokawa, Scelsi, Schönberg, Leibowitz, Webern, Schwehr, Xenakis<br />

y Ligeti / Schola Heidelberg / ensemble aisthesis. Dir.: Walter Nussbaum / BIS /<br />

Ref.: BIS 1090 (1 CD) D2


DIVERDI: ¿Cómo y cuándo se produjo su interés por la música<br />

antigua y, más concretamente, por la música para instrumentos de<br />

cuerda pulsada?<br />

J.C. RIVERA: Desde mis estudios de guitarra en el conservatorio de<br />

Sevilla me interesé especialmente por el repertorio antiguo: las<br />

obras para vihuela que yo tocaba en la guitarra me parecían maravillosas,<br />

pero intuía que aquella música debía interpretarse de otra<br />

manera. Mi afición por el repertorio antiguo se convirtió en pasión<br />

el día en que por primera vez tuve la ocasión de escuchar un laúd<br />

en vivo. El abandono de la guitarra clásica se produce casi inmediatamente,<br />

y eso que en aquel momento comenzaba para mí una<br />

prometedora carrera como solista, después de haber conseguido<br />

varios premios en concursos y numerosas proposiciones de conciertos.<br />

D: En su carrera musical se observa una continua ampliación de<br />

perspectivas a través de sus incursiones en repertorios que requieren<br />

distintos instrumentos, desde la vihuela hasta la guitarra renacentista<br />

y barroca, desde el laúd a la tiorba. ¿Puede hablarnos de<br />

este recorrido?<br />

J.C.R.: Recuerdo que comencé a estudiar el<br />

repertorio renacentista del laúd y la vihuela,<br />

pero al poco tiempo adquirí un laúd barroco y<br />

me sedujeron tanto su sonido y su música que<br />

pasé unos siete u ocho años trabajándolo a<br />

fondo y haciendo fundamentalmente recitales<br />

con dicho instrumento. Más tarde me sentí más<br />

en consonancia con el hermoso mundo de la<br />

vihuela, tanto por la belleza intrínseca del sonido<br />

del instrumento como por la cultura de la<br />

época en que alcanzó su plenitud. Al mismo<br />

tiempo, y por necesidades profesionales, la tiorba<br />

y la guitarra barroca empezaron a ser mis<br />

amigas inseparables en el ámbito del continuo.<br />

De ahí a trabajar el repertorio solista para ambos instrumentos<br />

había un solo paso y los dos discos grabados para LINDORO son<br />

consecuencia directa de ello.<br />

D: ¿Podría hablarnos de la aventura que le supuso realizar una<br />

transcripción para chitarrone de tres de las Suites para Violoncello<br />

de Juan S. Bach?<br />

J.C.R.: Pues, como bien dice, fue toda una aventura. Es verdad que<br />

tenía la referencia fundamental de la versión del Bach de su V Suite<br />

de violoncello al laúd, pero este instrumento es muy diferente de<br />

la tiorba, y los retos técnicos que conllevaba la adaptación a este<br />

último eran muy grandes. De hecho, tuve que cambiar mi técnica<br />

de mano derecha para poder abordar las dificultades que presentan<br />

estas obras, pues la técnica habitual no me era suficiente. En el<br />

terreno estrictamente musical tuve muy en cuenta las transcripciones<br />

que en la época hizo para la tiorba Robert de Visée de músicas<br />

de Couperin o Lully, pues una de mis preocupaciones principales<br />

era hacer una versión idiomática explicitando todas las armonías,<br />

tal como es habitual en un instrumento armónico, que a menudo<br />

subyacen ocultas en la obra violoncelística de Bach.<br />

D: Pero, el hecho de llegar a realizar esa transcripción ¿supone una<br />

experiencia Bach anterior?<br />

DIVERDI ENTREVISTA<br />

Juan Carlos Rivera<br />

Juan Carlos Rivera nace en Alcalá de Guadaira (Sevilla) en 1957. Realizó sus estudios musicales en el Conservatorio Superior de Música<br />

de Sevilla con un brillante expediente académico jalonado de premios. Su interés por la música antigua fue temprano, y decidió trabajar<br />

el repertorio de los instrumentos de cuerda pulsada, comenzando así una carrera que le ha llevado a actuar en toda Europa,<br />

Centroamérica, Estados Unidos y Norte de África. Su primera aventura discográfica se remonta al año 1992, y desde entonces ha grabado<br />

una veintena de discos de los que habría que destacar los grabados como solista para los sellos ALMAVIVA y LINDORO, si bien sus<br />

trabajos con Al Ayre Español, Poema Harmonico y Marta Almajano han merecido también unas excelentes críticas. Las dos incursiones<br />

en el repertorio barroco internacional dentro del sello Lindoro han tenido una estupenda acogida y esperamos nuevos trabajos suyos en<br />

lo sucesivo.<br />

( 24 )<br />

J.C.R.: Hubiera sido imposible realizar una transcripción coherente<br />

sin haber trabajado con anterioridad otras muchas obras de<br />

Bach. Yo había estudiado todas sus obras para laúd y tocado en<br />

concierto repetidamente las suites BWV 995, la BWV 1006 para<br />

violín en su versión para laúd y la Sonata BWV 1001 para violín,<br />

además de haber tocado el continuo con la tiorba en muchas obras<br />

de Bach, entre ellas todos los recitativos del Evangelista y varias<br />

arias de La Pasión según San Mateo. Sin el conocimiento de los<br />

recursos armónicos propios del lenguaje bachiano que me proporcionó<br />

este trabajo de continuista difícilmente podría haber emprendido<br />

con garantías el reto de estas transcripciones.<br />

D: Háblenos de lo que ha supuesto en su discografía este disco de<br />

las Suites BWV 1007, 1008 y 1009. ¿ Podemos tener esperanza de<br />

que realice en una segunda entrega el resto de este ciclo bachiano?<br />

J.C.R.: Siendo Bach una de las figuras claves en la historia de la<br />

música occidental, no podía dejar de hacer un disco dedicado a su<br />

obra. Para mí supuso un gran esfuerzo, pues estuve trabajando<br />

estas tres suites durante un larguísimo período de tiempo, revisando<br />

una y otra vez el trabajo de transcripción,<br />

estudiando todos los detalles de articulación en<br />

los diferentes manuscritos, adaptando mi técnica<br />

a las dificultades que en un principio parecían<br />

insalvables. Respondiendo a la segunda<br />

parte de su pregunta le diré que la tentación es<br />

fuerte porque además de que estas otras suites<br />

me apasionan tanto o más que las ya grabadas,<br />

me ha animado mucho la excelente acogida<br />

del disco en mercados tan exigentes como el<br />

norteamericano o el japonés. Le puedo decir<br />

que el trabajo de base está hecho, pero quiero<br />

madurar suficientemente las obras antes de llevarla<br />

al disco.<br />

D: Después de esta experiencia bachiana, vuelve<br />

por así decirlo al repertorio de raíz española, esta vez con su<br />

disco «Armoniosi Concerti sopra la chitarra spagnuola», ¿ podría<br />

hablarnos de su génesis?<br />

J.C.R.: El repertorio elegido para este disco fue consecuencia del<br />

encargo por parte del festival Los Siglos de Oro, de Caja Madrid,<br />

de un recital de música española de la época de Velázquez. A propuesta<br />

tan estimulante no tenía otra alternativa que ofrecer músicas<br />

que imaginamos pudiera el pintor haber escuchado en sus viajes<br />

por Italia, porque hacer Gaspar Sanz o Santiago de Murzia, aparte<br />

de recurso fácil y manido, me parecía totalmente inadecuado por<br />

ser autores tardíos que no encajaban en la época velazqueña. Se<br />

me dio carta blanca para elegir el programa más adecuado, y después<br />

de haber trabajado a fondo prácticamente todo el repertorio<br />

italiano para tiorba y guitarra de la época me decidí por lo que más<br />

tarde daría lugar al disco, en el que ciertamente podemos apreciar<br />

raíces españolas en algunas de las obras, sobre todo en chaconas,<br />

canarios, caponas...<br />

D: La magnífica acogida de crítica que ha tenido este disco ¿ le<br />

confirma en la elección de compositores, en la visión interpretativa<br />

y en el enriquecimiento y novedad que supone el acompañamiento<br />

de dos intérpretes más?<br />

J.C.R.: Siempre es agradable y estimulante que los críticos alaben


tu trabajo, te anima a<br />

seguir esforzándote.<br />

En cuanto a la elección<br />

de los compositores,<br />

realmente no<br />

he creído necesitar la<br />

opinión de los críticos<br />

pues estaba muy<br />

seguro de la excelencia<br />

de la música<br />

seleccionada. Otra<br />

cuestión muy distinta<br />

es la de hacerme<br />

acompañar en algunas<br />

piezas por dos<br />

excelentes intérpretes<br />

como son Consuelo Navas y Antonio García, pues no estando<br />

escritos originalmente tales acompañamientos los críticos<br />

o el público aficionado pueden estar o no de acuerdo con el<br />

añadido. No obstante, creo que el resultado es altamente<br />

satisfactorio y desde luego hemos trabajado al detalle el estilo<br />

de cada autor para hacer la versión más adecuada. En mi<br />

trabajo, siempre he sido muy respetuoso con el autor y su<br />

obra, y como intérprete no me siento más que un vehículo<br />

necesario para que sus músicas puedan ser escuchadas. Entre<br />

otras cosas, de ahí mi obsesión por reflejar claramente las<br />

«diabólicas» articulaciones de un autor como Kapsperger,<br />

que en una lectura superficial de su obra pueda inducirnos<br />

incluso a pensar que existan errores en las tablaturas. Nada<br />

más lejos de la realidad: un estudio en profundidad de su<br />

estilo nos da luz para entender unas figuraciones métricas y<br />

giros melódicos que parecen más bien sacados de obras del<br />

siglo XX que no de la primera mitad del XVII.<br />

D: ¿Podría hablarnos de su interés por la música española del<br />

Renacimiento y primer Barroco? ¿ Qué rasgos de esta música<br />

despiertan su interés?<br />

J.C.R.: La música del Renacimiento español siempre ha sido<br />

un repertorio fundamental en mi carrera. De hecho, ahí están<br />

los tres discos de vihuela que he grabado para ALMAVIVA.<br />

En el último año y medio me he interesado especialmente<br />

por el repertorio polifónico tanto del Renacimiento como del<br />

primer Barroco y para trabajar este repertorio he creado el<br />

grupo «La Correnta», con el que puedo realizar ensayos regulares<br />

para dotarlo de un sonido propio y empastado. De la<br />

música española de esos tiempos me seduce todo: desde la<br />

elección por parte de los compositores de textos de los mejores<br />

poetas coetáneos, la perfección de estilo contrapuntístico<br />

de autores conocidos tanto como de otros injustamente olvidados,<br />

la gracia y expresividad de tantos y tantos villancicos<br />

y tonos humanos, hasta la música de los riquísimos archivos<br />

catedralicios de Hispanoamérica.<br />

D: Finalmente, ¿puede hablarnos de sus proyectos más inmediatos?<br />

J.C.R.: En la actualidad estoy muy volcado en la música española<br />

a la que hace referencia su pregunta anterior. Entre otras<br />

cosas el grupo «La Correnta» va a presentarse en importantes<br />

festivales el próximo año con repertorio estrictamente español<br />

e iberoamericano del Renacimiento y primer Barroco y<br />

espero ofrecer una visión interesante del mismo. Por supuesto<br />

sigo trabajando con el grupo «Poema Harmonico», del<br />

que saldrá al mercado en breve un disco en el sello LINDO-<br />

RO por completo dedicado al compositor francés Louis<br />

Gabriel Guillemain. También estoy profundizando en el<br />

camino emprendido con el disco «Armoniosi Concerti» en el<br />

sentido de preparar nuevas músicas junto a colegas de la<br />

cuerda pulsada que espero vean la luz en disco en el año<br />

próximo.<br />

ARMONIOSI CONCERTI para la guitarra española / Obras de Kapsberger,<br />

Pellegrini, Negri, Caroso, Corbetta, Castaldi, Bartolotti y Piccinini / Juan Carlos<br />

Rivera (tiorba y guitarra barroca) / LINDORO / Ref.: MPC 0707 (1 CD) D2<br />

También disponible:<br />

J.S. BACH: 3 Suites BWV 1007, 1008, 1009 / Juan Carlos Rivera (chitarrone) /<br />

LINDORO / Ref.: MPC 0704 (1 CD) D2<br />

De adolescente, Ernst Toch ya era un completo degenerado, pues<br />

se iba a su habitación, solo, por la noche, antes de lo normal,<br />

para hacer cositas. Lo que los nazis, y Decca, no sabían cuando<br />

le aplicaron ese calificativo, los primeros como discriminatorio y<br />

los segundos como operación de marketing, es que lo que hacía Toch<br />

era empollarse a fondo los cuartetos de Mozart, cuyas partituras se<br />

había comprado en una edición de<br />

bolsillo sin que sus padres lo supieran.<br />

Toch vivía en una familia muy<br />

pobre, y sus padres querían que<br />

fuera algo económicamente rentable,<br />

como por ejemplo médico. Por<br />

otra parte, tampoco estaba la situación<br />

como para pedir una beca de<br />

estudios musicales para un niño<br />

judío, así que Toch, autodidacta,<br />

tuvo que aprender a componer a<br />

solas.<br />

Este aprendizaje a través de<br />

Mozart, copiando una y otra vez<br />

todos sus cuartetos, primero con la<br />

partitura al lado y más tarde de<br />

memoria, puede que sea la causa de esta cristalinidad de los cuartetos<br />

de Toch. Los dos que se nos ofrecen en este compacto, interpretados<br />

espléndidamente por el Cuarteto Buchberger, son mucho más interesantes<br />

por el momento que sus sinfonías (otra de las integrales que prosigue<br />

en CPO), ya que tenemos que tener en cuenta que éstas esconden<br />

una cierta falta de imaginación tras un telón de estruendo sonoro<br />

enardecido por instrumentos extravagantes. Por el contrario, los cuartetos<br />

son puros, sencillos y diáfanos. Casi 25 años separan unas obras<br />

de otras.<br />

El nº 11, compuesto en Alemania en 1924, utiliza sigilosamente el<br />

atonalismo, pero lo hace de una manera tan sutil que casi no nos<br />

damos cuenta, ya que la estructura es de perfecta forma sonata, y a<br />

pesar de todo, se capta cierto optimismo, cierta liberación y paz interior<br />

descargada. En los años 20 este cuarteto tuvo bastante éxito en<br />

Europa y Estados Unidos, lo que no es de extrañar, ya que su conjunto<br />

resulta bastante impactante, más que nada por la sensación de no<br />

saber a qué atenerse, sumado a momentos de gran espectacularidad<br />

(no sé si es apropiada esta palabra al referirse a un cuarteto), especialmente<br />

en el antológico Vivace molto y en su final fulgurante.<br />

Sin embargo, todo es oscuridad y tenebrismo en el Cuarteto 13,<br />

escrito en Estados Unidos en 1953. Toch emplea sin reparos la técnica<br />

dodecafónica (parece mentira cuántos compositores siguieron utilizando<br />

algo tan desfasado e insoportable hasta casi los setenta). Pero,<br />

lógicamente, se dio cuenta a mitad de la composición de que utilizar<br />

técnica tan estúpida, y que ya entonces nadie aguantaba, mermaba<br />

considerablemente las posibilidades expresivas de su música. Así que<br />

utilizó finalmente el dodecafonismo en los pasajes más patéticos, lo<br />

que según el libreto de CPO ocasionó un escándalo entre los puristas<br />

seguidores de Schönberg. Toch consideró el experimento un éxito, ya<br />

que sus admiradores ni se enteraron de que había dodecafonismo en<br />

esta obra. La verdad es que imaginar a dodecafonistas norteamericanos<br />

escandalizados en los años cincuenta da terreno para escribir un<br />

guión de ciencia–ficción. ¿Cómo debían de ser estos señores? ¿Qué<br />

costumbres tendrían?<br />

El Cuarteto nº 13 no es tan brillante como el 11, pero está vigorosamente<br />

construido y, si no eres propenso a depresiones, resulta muy<br />

interesante. Yo, en concreto, lo escuché la tarde del 11 de septiembre<br />

y casi me da algo, parecía compuesto especialmente para ese día, con<br />

su impresión de pesimismo total, unida a constantes alusiones de sirenas<br />

de ambulancias. De sonido vibrante y juvenil, el Cuarteto<br />

Buchberger, de Frankfurt am Main, comunica con la máxima expresividad<br />

obras tan complicadas de equilibrar, en una interpretación subyugante.<br />

( 25 )<br />

Tras las sinfonías, CPO acomete los cuartetos<br />

de Ernst Toch (1887–1964)<br />

Un cuarteto<br />

de degenerados<br />

M.S.-W.<br />

E. TOCH: Cuarteto para cuerda nº 11, op. 34; Cuarteto para cuerda nº 13, op. 74 / Cuarteto<br />

Buchberger / CPO / Ref.: 999687–2 (1 CD) D5


La música completa para violín<br />

de Arne Nordheim (n. 1931)<br />

Este violín vino<br />

del espacio<br />

exterior<br />

Este tal Nordheim es el compositor noruego<br />

contemporáneo de más prestigio internacional,<br />

y con razón, pues su Concierto para<br />

cello (llamado «Tenebrae»), el de oboe (llamado<br />

«Boomerang»), y sobre todo éste para violín y<br />

orquesta, son obras impactantes, de espléndida<br />

factura, que recuerdan mucho a otros tiempos en<br />

los que la música era entretenida. Nordheim<br />

explora por igual neoclacisismo y serialismo, y<br />

también gusta de adecuar sonidos electrónicos a<br />

los tradicionales.<br />

Y además<br />

lo hace de una<br />

manera funcional<br />

e inteligente,<br />

pues la atmósferavoluble<br />

de estos<br />

«Cuadros de<br />

una Exposición<br />

de Paul<br />

Klee», titulados<br />

«Partita para<br />

Paul», para violín<br />

y sintetizadores,<br />

generan una atmósfera sónica y antigravitatoria<br />

mediante la distorsión, difuminación o<br />

estiramento en el tiempo del sonido del violín,<br />

que ya en esta breve pieza utiliza todos los recursos<br />

más virtuosos posibles, a la manera de un<br />

Ysaÿe interplanetario.<br />

Con los pies más en tierra tenemos un dúplex,<br />

pero este no es para entrar a vivir, sino para violín<br />

y cello, y como protagonista soberano del<br />

compacto, este monumento dedicado al tema de<br />

la lucha entre el bien y el mal, la luz y la oscuridad,<br />

que es el Concierto para violín y orquesta.<br />

Esta obra rezuma modernidad por los cuatro costados:<br />

pocas veces hemos escuchado combinaciones<br />

instrumentales y rítmicas más llamativas e<br />

innovadoras al mismo tiempo. En ella se combinan,<br />

por lo tanto, elementos estilísticos de vanguardia<br />

con otros procedentes de la tradición<br />

romántica. A una ya nutrida orquesta se le añaden<br />

tres grupos diferentes de percusión que<br />

imprimen a la pieza insospechadas posibilidades<br />

de color. El violín tiene la posibilidad de demostrar<br />

el límite de sus posibilidades técnicas.<br />

Agotado debió quedar el joven violinista Peter<br />

Herresthal, que por cierto se permite su propia<br />

cadenza, absolutamente imposible.<br />

En este Concierto, que Nordhem define como<br />

«una larga canción de funeral», asistimos a un<br />

inmenso viaje espacio–temporal, cual tripulantes<br />

de la «Enterprise», desde el Barroco al período<br />

romántico, y de allí hasta el caótico lenguaje de<br />

la música contemporánea. Especial mención<br />

para el clarinete, que juega un especial papel, a<br />

la manera de pícaro escudero contrapuntísticamente<br />

opuesto al diablesco y demencial solista.<br />

M.S.-W.<br />

A. NORDHEIM: Integral de la obra para violín – Concierto para<br />

violín; Duplex, para violín y cello; Partita para Paul; Peter<br />

Herresthal (violín) y otros solistas / Orquesta Sinfónica de<br />

Stavanger. Dir.: Eivind Aadland / BIS / Ref.: BIS 1212 (1 CD) D2<br />

Dos clásicos y un inédito en formato digital componen<br />

la nueva entrega jazzística de WINTER & WINTER<br />

Segunda hornada<br />

de reediciones JMT<br />

El suculento programa de reediciones<br />

JMT prosigue con una triple entrega<br />

compuesta por dos títulos clásicos del<br />

sello alemán, protagonizados por Steve<br />

Coleman y Cassandra Wilson, y una atractiva<br />

rareza, inédita hasta ahora en formato<br />

digital.<br />

Hay que rastrear a fondo<br />

la historia del jazz para<br />

encontrar una pareja de<br />

improvisadores tan distinguida<br />

y peculiar como<br />

la que formaban Jay<br />

Clayton y Jerry Granelli.<br />

El carácter excepcional<br />

de este dúo no se debe<br />

únicamente a la inusual<br />

suma de voz y percusión<br />

que proponen, sino a la<br />

originalidad y frescura<br />

con que la alianza trata<br />

el material escogido en<br />

su Sound Songs (grabado<br />

en diciembre de 1985).<br />

El título del disco no<br />

puede ser más exacto y<br />

descriptivo: las canciones<br />

trascienden los límites<br />

convencionales para<br />

convertirse en sonidos<br />

puros que eluden cualquier<br />

categorización.<br />

Clayton, tan familiarizada<br />

con la interpretación<br />

ortodoxa de standards<br />

jazzísticos como con la<br />

improvisación libre y las<br />

innovaciones vocales<br />

que Berio puso en boca<br />

de Cathy Berberian,<br />

resulta ideal para este<br />

proyecto especulativo<br />

pero siempre revelador<br />

que Granelli, dueño de<br />

un envidiable currículo<br />

en el que figuran colaboraciones con músicos<br />

del calibre de Hampton Hawes y<br />

Ornette Coleman, apoya con exquisita discreción,<br />

siempre alerta para crear atmósferas<br />

sugerentes y crear ritmos invitadores y<br />

flexibles. Sound Songs, basado en composiciones<br />

espontáneas con excepción de<br />

una evocadora versión del Good Bye Pork<br />

Pie Hat de Charles Mingus, merece una<br />

especial bienvenida porque, además, es el<br />

único documento disponible del preciso<br />

entendimiento artístico de la pareja.<br />

Otra idea bien distinta alienta el disco<br />

de Steve Coleman que ahora recupera JMT.<br />

On The Edge Of Tomorrow (1986) supuso<br />

una vigorosa vuelta de tuerca en la trayectoria<br />

de este saxofonista de Chicago interesado<br />

en todas las variantes de música<br />

negra, tanto las de sustancia puramente<br />

acústica como las de vocación netamente<br />

eléctrica. Coleman ha demostrado después<br />

que es bien capaz de sacar lúcidas conclusiones<br />

de ambas, pero en su segundo disco<br />

para la etiqueta alemana, el primero al<br />

frente de su grupo Five Elements, parecía<br />

particularmente interesado en combinar<br />

las posibilidades de los metales tradicionales<br />

con la de ciertos instrumentos eléctricos,<br />

y de encontrar un cauce más abstracto<br />

y significativo para la declamación rapera.<br />

On The Edge Of tomorrow puede con-<br />

( 26 )<br />

siderarse el punto de partida de una apasionante<br />

trayectoria que todavía hoy sigue<br />

devorando etapas con pantagruélico apetito<br />

creativo. El disco tiene el atractivo adicional<br />

de contar con la participación de<br />

Cassandra Wilson, protagonista de la tercera<br />

reedición JMT.<br />

La cantante de Jackson,<br />

Mississippi, era en las<br />

fechas que grabó Point<br />

Of View una estricta<br />

seguidora de las reglas<br />

estéticas del movimiento<br />

M–Base, y no es extraño<br />

que Coleman, su principal<br />

promotor, le devolviese<br />

la cortesía en el que<br />

significaba el primer<br />

disco de la dama para el<br />

sello germano. Además<br />

del saxofonista, Wilson<br />

está arropada con esmero<br />

casi paternal por el veterano<br />

Grachan Moncur III,<br />

un soberbio trombonista<br />

de olvidado talento (sus<br />

discos Evolution y Some<br />

Other Stuff son dos<br />

recónditas joyas del catálogo<br />

Blue Note). El sector<br />

joven de la plantilla se<br />

completa con Jean–Paul<br />

Bourelly, camaleónico<br />

guitarrista; Lonnie<br />

Pláxico, tan seguro y confortable<br />

con el contrabajo<br />

como con el bajo eléctrico;<br />

y Mark Johnson, todo<br />

un experto en ritmos<br />

complejos. En tan selecta<br />

compañía, Cassandra<br />

demuestra que era ya una<br />

vocalista impregnada de<br />

fragancias sureñas y decidida<br />

buscadora de futuros<br />

tentadores a través de su cabal comprensión<br />

del blues. Escucharla con atención es<br />

toda una experiencia.<br />

Federico González<br />

CASSANDRA WILSON – Point Of View / Cassandra<br />

Wilson (voz); Steve Coleman (saxofón alto);<br />

Grachan Moncur III (trombón); Jean–Paul Bourelly<br />

(guitarra); Lonnie Plaxico (bajo); Mark Johnson<br />

(batería) / WINTER & WINTER – JMT EDITION /<br />

Ref.: 919004–2 (1 CD) P.V.P.: 2.995 ptas.-<br />

STEVE COLEMAN & 5 ELEMENTS – On The Edge Of<br />

Tomorrow / Steve Coleman (voz, saxofón alto);<br />

Graham Haynes (trompeta); Cassandra Wilson (voz);<br />

Geri Allen (sintetizador); Kelvyn Bell (guitarra eléctrica,<br />

voz); Kevin Bruce Harris (bajo, voz); Marvin<br />

«Smitty» Smith y Mark Johnson (percusión, batería) /<br />

WINTER & WINTER – JMT EDITION / Ref.:<br />

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JAY CLAYTON & JERRY GRANELLI – Sound Songs<br />

/Jay Clayton (voz); Jerry Granelli (batería y percusión)<br />

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También disponibles:<br />

THE STEVE COLEMAN GROUP – Motherland Pulse<br />

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HERBERT ROBERTSON – Transparency / WINTER<br />

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JANE IRA BLOOM & FRED HERSCH – As One /<br />

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COL LEGNO desvela el legado pianístico de Henry (Dixon) Cowell (1897–1965)<br />

Viaje al país del cluster<br />

Pocas obras tan ciclópeas y, a la vez, tan ignoradas como la del<br />

californiano Henry Cowell. Anclado cronológicamente a mitad de<br />

camino entre la generación de Ives y la de Cage, constituye el<br />

ejemplo acabado de compositor más conocido por sus ensayos teóricos,<br />

sus innovaciones técnicas y sus múltiples actividades docentes que por<br />

su propia obra musical; Cowell comenzó a estudiar violín a los cuatro<br />

años y a componer a los once. Ya había escrito un centenar de obras<br />

cuando en 1914 se formó con Charles Seeger –el futuro esposo de la<br />

genial compositora Ruth Crawford– en la Universidad de California.<br />

Muy pronto alcanzó notoriedad en los círculos más vanguardistas por su<br />

innovadora técnica de escritura pianística, que incluía el empleo masivo<br />

de clusters (esos «racimos» de notas muy próximas, ejecutados con<br />

el puño o la palma de la mano, y que con Stockhausen llegarán hasta el<br />

antebrazo ¿recuerdan a Pollini en mangas de camisa en su recital madrileño<br />

de hace dos años?).<br />

Pero Cowell no permaneció, como algunos de sus compatriotas,<br />

ajeno a la revolución que en la Europa de entreguerras se estaba gestando.<br />

Entre 1923 y 1933 realizó cinco giras por el viejo continente que<br />

le permitieron entablar amistad con Bartók, Berg y Schnabel, estudiar en<br />

Berlín con Schönberg y ser el primer compositor norteamericano invitado<br />

a visitar la Unión Soviética en 1929. El inquieto músico inventó nuevos<br />

métodos de notación musical y, con Theremin, creó un primitivo<br />

instrumento electrónico denominado rhythmicon al tiempo que, en la<br />

década de los treinta, se convertía en verdadero precursor de las técnicas<br />

aleatorias y se interesaba igualmente por la música persa, india y<br />

japonesa y la cultura musical primitiva americana. Fue amigo y biógrafo<br />

de Charles Ives y enseñó en la Universidad de Columbia contando<br />

entre sus alumnos a Gershwin y Cage. Si todo esto y mucho más bastaría<br />

para colmar toda una vida musical, Cowell compuso; y compuso<br />

nada menos que casi ¡un millar! de obras entre las que se cuentan veintiuna<br />

sinfonías, varios conciertos, una asombrosa cantidad de música de<br />

cámara, piezas para órgano, obras vocales y corales y hasta una ópera<br />

incompleta, O’Higgins of chile (1947– 1950). Si el noventa y nueve por<br />

ciento de este inabarcable legado se ha evaporado por los desagües del<br />

olvido, su importantísimo corpus pianístico merece una más que urgen-<br />

Markus Hinterhäuser, que<br />

ya ha grabado para este<br />

mismo sello otras obras<br />

para piano del período de madurez<br />

de Morton Feldman, nos ofrece<br />

ahora una excepcional oportunidad<br />

para adentrarse en la evolución<br />

de la exquisita escritura del músico<br />

neoyorquino, que falleció en 1987<br />

dejándonos una obra sencillamente<br />

enorme, admirable por su vastedad, calidad e interés artístico.<br />

A mi modo de ver, la música de Feldman configura un abierto<br />

camino de reflexión hacia una refinada depuración formal libre de<br />

retórica, abstracta, esencial, que nos conduce directamente a planos de<br />

intangible y estática belleza con esa sencilla elegancia que destila la<br />

sabiduría. En paralelo a los hallazgos y propuestas de sus íntimos amigos,<br />

los pintores abstractos de la Escuela de Nueva York, Feldman,<br />

como músico visual, fue desentrañando la compleja ambigüedad de la<br />

superficie, situándose en un espacio intermedio de tensado equilibrio<br />

que trata de reconciliar pares de conceptos opuestos; de modo que si<br />

estructura sus composiciones mediante diseños regulares o repetitivos,<br />

su propia intuición se encarga de añadir irregularidad, haciéndolas discurrir<br />

en los márgenes de lo imprevisible, de la sorpresa, rompiendo<br />

simetrías para producir sutilísimas desproporciones. La cuidada emisión<br />

del sonido en el espacio, que fluctúa libremente entre lo tonal y<br />

atonal, no se concibe sin el valor musical del silencio, del intervalo. Y,<br />

naturalmente, ¿no es hacia la quietud adonde se dirigen esos serenos<br />

movimientos llenos de delicadeza? Un atractivo halo de misterio, una<br />

secreta vibración, envuelve la meditativa música de Feldman. El arte,<br />

tal y como diría Chikamatsu, vive en el delgado margen que separa lo<br />

real de lo irreal.<br />

La transición del expresionismo abstracto al minimalismo late de<br />

forma genuina en Piano and orchestra (1975). La flexibilidad de la<br />

superficie es explorada por Feldman experimentando gradaciones,<br />

transiciones, novedosas articulaciones de tempo y diversas posibilidades<br />

tímbricas, anunciando en determinados pasajes su incursión en los<br />

modelos repetitivos de desarrollo posterior. Un juego interior de tami-<br />

( 27 )<br />

te recuperación a la que sin duda contribuirá<br />

esta extraordinaria y trascendental<br />

grabación en la que, a través de<br />

algunas de sus obras más representativas<br />

para piano solo o con orquesta,<br />

podemos acceder por vez primera en<br />

unas condiciones interpretativas y sonoras<br />

difícilmente superables a este universo<br />

extravagante y profético, personalísimo y fascinante, hecho de primitivismo<br />

y sofisticación, de armonías politonales y contrapuntos disonantes,<br />

y provisto de la más inimaginable exuberancia sonora. Quienes<br />

gusten del recuerdo de las raíces folklóricas americanas e irlandesas –el<br />

padre de Cowell procedía de este país– encontrarán claras referencias<br />

en los Four Irish Tales para piano y orquesta, The Tides of Manaunaun o<br />

el bellísimo Concerto Piccolo. Los degustadores de manjares exóticos<br />

paladearán los ecos lejanos del gamelán en The Hero Sun (1922) o el<br />

sorprendete augurio del Final de la Turangalîla de Messiaen en The Lilt<br />

of the Reel (1928/1940). Los partidarios de un lenguaje de mayor abstracción<br />

podrán hallarlo en la espléndida Sinfonietta (1928), que<br />

Webern dirigió en Viena en 1932. Y los fanáticos del pianismo tumultuoso<br />

y agresivo, percutivo y disonante que en aquella misma época –la<br />

década de los veinte– en la lejanísima Unión Soviética, practicaban<br />

maestros como Roslavets o Mossolov, tendrán aquí su disco de cabecera.<br />

Tan indispensable –en lo que supone de recuperación de uno de los<br />

pilares ocultos de la vanguardia americana, al que John Cage llamó<br />

«Ábrete Sésamo de la Nueva Música en América»– como para cualquier<br />

estudioso de la contemporánea «generación perdida» supondría el descubrimiento<br />

de un texto inédito de E.E. Cummings o Thomas Wolfe. Así<br />

de claro.<br />

Jean Marie Viardot<br />

H.(D.) COWELL: Concierto para piano y orquesta; Irish Jig (Allegro rubato); Domnu, la<br />

madre de las aguas; Cuatro cuentos irlandeses; 3 Leyendas; Sinfonietta; Concerto piccolo<br />

/ Stefan Litwin (piano) / Orquesta Sinfónica de la Radio de Saarbrücken.Dir.:<br />

Michael Stern / COL LEGNO / Ref.: WWE 20064 (1 CD) D1<br />

El piano de Morton Feldman, de nuevo en COL LEGNO<br />

El ángel sin memoria<br />

zadas luces y sombras alberga un diálogo fondo–figura de gran interés<br />

y, en esta ocasión, tomado en vivo entre el piano de Hinterhäuser y la<br />

orquesta RSO Frankfurt que dirige el español Arturo Tamayo. A propósito<br />

de esta pieza, Feldman hacía alusión al ángel sin memoria citado<br />

en el Talmud para declarar cómo precisamente la ruptura de ésta, la<br />

proximidad a un estado de amnesia, es lo que posibilita que su escritura<br />

no se detenga y atienda a lo esencial en cada momento. La estructura<br />

repetitiva minimalista genera un espacio sin memoria, en suspenso,<br />

apelando al presente que el compositor emplea para crear ese<br />

clima introspectivo de apariencia estática (aunque de gran movilidad<br />

interna) que le caracteriza.<br />

Y así ocurre también con Piano, de 1977, obra en la que un envolvente<br />

sereno y de apariencia humilde contiene una compleja estructura<br />

formada por la unión y superposición de diferentes temas a modo de<br />

collage, contrastes entre densos acordes y finas líneas, y texturas en<br />

pianissimo que se van desenvolviendo en un amplio registro y distintos<br />

tempi, colocando el listón muy alto para el intérprete. Feldman<br />

comunica en voz baja, requiere un alto grado de intimidad y exige del<br />

oyente (y del intérprete) una concentración máxima para saborear un<br />

bellísimo continuo musical próximo a la frontera del silencio.<br />

En 1986, nueve años más tarde, escribirá la que es su última obra<br />

para piano, Palais de Mari que, junto con Triadic Memories y For<br />

Bunita Marcus forman una trilogía esencial por su radicalidad y caudal<br />

poético. En esta ascética obra, las sombras y el gesto dramático del<br />

expresionismo abstracto se despejan definitivamente al encuentro de<br />

una nueva luz más nítida, clara y transparente, de delicados colores y<br />

contrastes. La estructura se apoya en motivos más leves, evolucionando<br />

abiertamente, de nuevo, en pianissimo, con un intervalo más dilatado,<br />

flotantes, ingrávidos (memoria del pintor Mark Rothko) utilizando<br />

el pedal para proporcionar a cada nota limpia vibración, dejándolas<br />

desvanecerse y diluirse en el espacio irradiando quietud, consumando<br />

de forma conmovedora el poético acto de su extinción.<br />

Manuel Luca de Tena<br />

M. FELDMAN: Piano and Orchestra; Palais de Mari; Piano / Markus Hinterhäuser<br />

(piano) / RSO Frankfurt. Dir.: Arturo Tamayo / COL LEGNO / Ref.: WWE 20070 (1 CD)<br />

D1


Arturo Tamayo y la Filarmónica de Luxemburgo, en un monográfico Xenakis para TIMPANI<br />

Inolvidable Xenakis<br />

Hace cosa de un año saludábamos en esta misma hoja la aparición del primer volumen de los dos que, consagrados a la obra orquestal<br />

de Iannis Xenakis, se anunciaban en el sello TIMPANI a cargo de Arturo Tamayo al frente de la Filarmónica de Luxemburgo. En su<br />

momento calificamos aquel registro como ejemplar e imprescindible: dé el lector por repetidos los encomios y encarecimientos entonces<br />

escritos, aplicándolos ahora a la grabación que acaba de hacerse pública y que completa (como también anunciábamos, bien que fuera<br />

con una anticipación excesiva, ya que ha tardado más de siete meses en materializarse) el centón de obras orquestales del autor grecofrancés,<br />

del que solamente cabe lamentar su brevedad (ocho composiciones en total), aunque hay que reconocer que no pueden estar mejor elegidas,<br />

tanto por representar todos los períodos creativos de la madurez del músico (desde Antikhton, de 1971, hasta Roaï, veinte años posterior) como<br />

por la altísima calidad de todas las obras seleccionadas, más de la mitad de las cuales estaban disográficamente inéditas. En el caso del volumen<br />

que ahora se comenta, casi puede incluirse en tal categoría la ya citada Antikheton (inicialmente se había anunciado Synaphaï) cuyo único<br />

registro, debido a Edgar Howarth, fue grabado por Decca hace ya un cuarto de siglo y (que uno sepa) no se transfirió a compacto, resultando<br />

hoy por completo inhallable. Se trata de un ballet escrito para Balanchine (que ya había coreografiado Metastaseis y Pithopraktha a finales de<br />

los sesenta) inspirado en una metáfora pitagórica (la otra Tierra invisible que duplica la visible) cuya escritura nace a partir de juegos topológicos.<br />

Los años ochenta (los más prolíficos del autor en el ámbito orquestal) están representados por Lichens (una de las primeras obras basadas en<br />

lo que, en nuestra anterior reseña, denominábamos algoritmos dendríticos) y por Shaar, escrita para cuerdas y una de sus más felices partituras<br />

constituidas por glissandi de diferente amplitud y duración, que transcriben una multiplicidad de campos vectoriales: campos de velocidades<br />

de gradiente variable que modulan el espacio acústico desde diferentes perspectivas simultáneas, llevando a un notable extremo de elaboración<br />

lo que en aquella pieza augural denominada Metastaseis había sido una idea puramente intuitiva (genial, eso sí), derivada del análisis de<br />

las proyecciones ortogonales de superficies regladas que, pocos años después, daban lugar a esa fascinante intersección de tres conoides abiertos<br />

de hormigón pretensado que articulaban el Pabellón Philips de la Expo de Bruselas de 1958 (y que significó la ruptura entre Xenakis y Le<br />

Corbusier): ahí, en una visión sin precedentes, la música, arte del tiempo (y una música concreta: justamente Metastaseis), había engendrado<br />

un espacio físico inmóvil, preciso y mensurable, demostrando hasta qué extremo era correcta la célebre afirmación de Goethe: la Arquitectura<br />

es Música petrificada.<br />

Pero el punto culminante del registro, como no podía ser menos, viene dado por Jonchaies: obra maestra absoluta del siglo recién concluido<br />

y, probablemente, la obra máxima de Xenakis en el terreno orquestal. Aquí, el compositor ha dado un paso fundamental en su técnica de<br />

escritura, abandonando sus procedimientos gráficos iniciales para aplicar las funciones de la estocástica markoviana a la descripción de los<br />

movimientos brownianos (los de las moléculas de un gas) en función de cuyas colisiones múltiples e impredecibles pueden expresarse la presión,<br />

la temperatura y las demás funciones de estado. Si identificamos la unidad de volumen con la correspondiente amplitud del espacio acústico<br />

elegido (que se modula de acuerdo con la teoría de cribas según una distribución de escalas que no se reproducen a la octava, ideada por<br />

el autor) y hacemos corresponder las diferentes variables con los parámetros musicales (alturas, duraciones, formas de ataque, densidades, dinámicas,<br />

color instrumental...) obtenemos una música que, al tiempo que es el exacto reflejo del esqueleto de un proceso físico preciso (la expansión<br />

simultánea de diferentes masas gaseosas: nubes de diferentes colores y espesores que se interpenetran, por buscar un símil visualmente<br />

inteligible), traza líneas, volúmenes y superficies que poseen igualmente un significado estrictamente musical que se justifica y explica por sí<br />

mismo. De ahí esa fascinante ramificación polifónica con que se abre la composición y en la que, además de una suerte de difracción de campos<br />

de velocidades y de choques de partículas (unísonos en diferentes registros simultáneos), hay un maravilloso juego de glissandi que recuperan<br />

desde una nueva perspectiva la dimensión melódica, y en los que, por momentos, es perfectamente posible leer verdaderas líneas modales<br />

(Re, con tercera mayor, segunda menor, quinta disminuida y sin sexta), en una superposición a seis partes reales que juega con las inversiones<br />

y retrogradaciones de un material que prolifera incesantemente.<br />

De las versiones discográficas existentes, la de Tamayo, cuarta hasta el presente y única realizada en estudio que uno sepa, resulta ser, con<br />

diferencia, la de mayor nitidez y transparencia, y también la más cuidadosamente matizada: el bruitismo que, en ocasiones, acarrea la difícil<br />

escritura de Xenakis, se ha reducido aquí al mínimo, devolviendo una imagen orquestal harto más diáfana y menos abigarrada que aquella a<br />

la que solemos estar habituados. Habituados escuchando discos, se entiende: como bien dice Stéphane Topakian al hablar de la grabación en<br />

las notas que acompañan al disco (con artículos excelentes de Halbreich de Rof Gehlhaar y Nouritza Matossian –la biógrafa del compositor–<br />

y de Rudolf Frisius, vaya lujo de libreto), «cualquier grabación de esta especie de tsunami sonoros resulta forzosamente frustrante, y sólo puede<br />

incitar al oyente a buscar la experiencia de la escucha en vivo». Profunda verdad que la realidad diaria hace impensable, toda vez que las<br />

orquestas (y los adocenados públicos que normalmente van a escucharlas) siguen sin otro horizonte, al parecer, que la Cuarta de Tchaikovsky<br />

o el Concierto de Aranjuez. Y así va el mundo.<br />

I. XENAKIS: Obras para gran orquesta ~ (Vol. II)<br />

Jonchaies; Antikhthon; Shaar*; Lichens*<br />

[*] 1ª grabación mundial<br />

Orquesta Filarmónica de Luxemburgo. Dir.: Arturo Tamayo<br />

TIMPANI / Ref.: 1C1062 (1 CD) D2<br />

por José Luis Téllez<br />

Edita y realiza: DIVERDI, S.L. - Imprime: ESTUDIO - Dep. legal: M-10066-94

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