libro hombre inconcluso.pdf - Cintras
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podía quemar a cualquier persona porque alguien la delataba como bruja. Junto<br />
con adquirir el método científico, el estudiante de liceo irá desarrollando las<br />
actitudes que lo hicieron posible, actitudes que la humanidad tuvo que desarrollar,<br />
en una larga y no siempre apacible historia, para responder de la validez<br />
de sus conocimientos. Jaspers describe así esa nueva actitud científica:<br />
todo puede ser preguntado, investigado, meditado; distingue lo que se sabe<br />
convincentemente de lo que no se sabe convincentemente; exige determinaciones<br />
claras y precisas y no vagas generalidades; junto con el conocimiento<br />
quiere saber el método seguido para llegar a él, para poseer el sentido y los<br />
límites de ese saber, rechaza el dogmatismo y todo conocimiento no fundamentado<br />
(la lógica dialéctica exigirá la fundamentación en la práctica); la<br />
conciencia de los límites y de lo inacabado de todo conocimiento lleva a la<br />
voluntad, y a la pasión, de saber más. (Ciencia moderna que, a pesar de todo,<br />
no siempre quedará eximida de las contaminaciones y distorsiones que puede<br />
introducir la conciencia ideológica, tema cuya discusión dejamos para más<br />
adelante).<br />
El estudio del desarrollo personal no puede eludir el problema de la desigualdad<br />
que ofrece ese desarrollo. Si la ontogenia reproduce a la filogenia<br />
¿por qué, en el <strong>hombre</strong>, el desarrollo individual no siempre reproduce las<br />
mejores adquisiciones de la especie?, una pregunta quemante que ha sido respondida<br />
desde posiciones muy diferentes. Surge, en primer lugar, la “tentación<br />
cromosómica”: son las distintas disposiciones hereditarias engendradas<br />
por la mutabilidad de los genes -se dice- las que mejor pueden dar cuenta de<br />
las variaciones, en más o en menos, del crecimiento de las capacidades humanas,<br />
un recurso a la biología con el que se ha querido explicar tanto los “dones”<br />
individuales como la superioridad de algunas razas y clases sociales.<br />
Son conocidos los argumentos biológicos que, en un tiempo, se dieron<br />
para probar la supremacía de la raza blanca sobre la negra, por ejemplo, o<br />
dentro de la raza blanca, la superioridad de los pueblos nórdicos sobre los<br />
meridionales, y es también conocida la ninguna validez científica de estos<br />
argumentos, tal como lo expone convincentemente Klineberg en el capítulo<br />
dedicado a las diferencias psicológicas entre los grupos étnicos.<br />
El mismo Klineberg ha recopilado una masa significativa de investigaciones<br />
dirigidas a explorar las diferencias individuales y de clase social en el<br />
grado de desarrollo de la “inteligencia”, al menos la inteligencia tal como se<br />
aprecia y se puede medir con distintas pruebas psicométricas. Sabemos los<br />
reparos y objeciones que se le pueden hacer al concepto de “cuociente inte-<br />
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