libro hombre inconcluso.pdf - Cintras
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de esa época, en una carta a Carlos III (con algunas resonancias que pueden<br />
parecer contemporáneas) escribe textualmente: «Es positivo que la seguridad<br />
de las Américas se ha de medir por la dependencia en que se hallan de la<br />
metrópoli y esta dependencia está fundada en los consumos. El día que contengan<br />
en sí todo lo necesario, su dependencia sería voluntaria y ni las fuerzas<br />
que en ellas tengamos, ni la suavidad del gobierno, ni la más bien administrada<br />
justicia, serán suficientes a asegurar su posesión». (Citado por Eyzaguirre).<br />
Así entonces, luego del estancamiento económico de la primera mitad<br />
del período colonial (fenómeno al cual no es ajena la desaparición -por guerras,<br />
hambrunas, trabajo forzado o sífilis- del 80% de la población aborigen),<br />
en el correr del siglo XVIII se asiste a un limitado pero progresivo crecimiento.<br />
El aprovechamiento de mano de obra barata y la utilización de fondos que,<br />
por ley, pertenecían a los indios que trabajaban en los lavaderos de oro<br />
(“sesmo”), permitió que algunos latifundistas acumularan capital suficiente<br />
para mejorar obras de regadío, diversificar la ganadería o importar artículos<br />
de labranza fabricados en Europa. Participó también en este crecimiento la<br />
intensa actividad agrícola y comercial de los jesuitas (expulsados en 1767),<br />
quienes contaban además con experimentados artesanos alemanes que enseñaron<br />
diversos oficios manuales (cordelería, mueblería, construcción de barcos<br />
menores, relojería, etc.). Las exportaciones, junto con diversificarse (monedas,<br />
cobre, trigo, vino, charqui, sebo) se extendieron al virreinato de la<br />
Plata, aunque la Casa de Contratación de Sevilla siguió prohibiendo el comercio<br />
con otros países económicamente más avanzados.<br />
La expansión de las fuerzas productivas por un lado, y las trabas que a su<br />
mayor desenvolvimiento imponía la metrópoli, por el otro, constituye la contradicción<br />
principal que pone en marcha la independencia de las colonias hispanoamericanas.<br />
En esta empresa fueron ayudados por Inglaterra, principal<br />
potencia capitalista de ese entonces y, por lo mismo, muy interesada en conquistar<br />
nuevos mercados para su abastecimiento de materias primas y para la<br />
colocación de sus manufacturas. Escribe Mariátegui 44 : «Enfocada sobre el<br />
plano de la historia mundial, la independencia sudamericana se presenta decidida<br />
por las necesidades del desarrollo de la civilización occidental o, mejor<br />
dicho, capitalista. El ritmo del fenómeno capitalista tuvo en la elaboración de<br />
la independencia una función menos aparente y ostensible, pero sin duda mucho<br />
más decisiva y profunda, que el eco de la filosofía y la literatura de los<br />
enciclopedistas». Para Chile, la independencia significó el salto de una «economía<br />
reclusa» -como era la colonial- a una «economía de puertas abiertas» a<br />
otras potencias en plena expansión fabril (Pinto 45 ); tan pronto como cinco<br />
meses después de proclamada la Independencia, la 1ª Junta de Gobierno abre<br />
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