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Peron. Discursos - La Otra Historia

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crecido sus padres y sus hijos.<br />

Fue entonces cuando la Secretaría de Trabajo y Previsión, fiel a su consigna de hacer, de crear,<br />

de realizar, comenzó su obra.<br />

Y hoy estamos persuadidos de que hemos hecho algo por los que trabajan en esta tierra.<br />

Primero, debimos forjar el instrumento que reemplazaría al viejo Departamento Nacional del<br />

Trabajo, en forma de anular del Trabajo, en forma de anular factores negativos y reconstruirlo<br />

sobre cimientos más sólidos, más realista, más humanos. Ello nos demandó un tiempo costoso en<br />

estudios y en energías, pero sobre la misma marcha comenzó la obra.<br />

<strong>La</strong> Justicia suplanta la lucha de clases<br />

Desde entonces, sobre el frontispicio del antiguo palacio del Concejo Deliberante de la ciudad de<br />

Buenos Aires, pudo haberse estampado esta leyenda: “Esta es la verdadera casa de los hombres<br />

que trabajan”. Y junto a esta leyenda, que abría de par en par las puertas de la sede del Trabajo a<br />

todos los que llegaban hasta él en demanda de justicia para sus derechos desconocidos, esta<br />

afirmación, que fue la consigna severa a la que ajustamos nuestra labor desde entonces:<br />

“Buscamos suprimir la lucha de clases, suplantándola por un acuerdo justo entre obreros y<br />

patrones, al amparo de la justicia que emana del Estado”.<br />

Como lo prometimos al iniciar esta cruzada de Trabajo, hemos defendido “la unidad y<br />

compenetración de propósitos entre patrones, obreros y Estado, como el único medio para<br />

combatir a los verdaderos enemigos sociales, representados por la falsa política, las ideologías<br />

extrañas seas cuales fueren, los falsos apóstoles que se introducen en el gremialismo para<br />

medrar con el engaño y la traición de las masas y las fuerzas ocultas de perturbación del campo<br />

político-internacional”.<br />

<strong>La</strong> Política destruyó los organismos gremiales<br />

Por eso, queremos desterrar los fatídicos gérmenes que los malos políticos inculcaron en los<br />

organismos gremiales para debilitarlos, fraccionarlos y explorarlos en beneficio propio. Por eso<br />

luchamos por desterrar la sofística promesa preelectoral que ha permitido que nuestros obreros<br />

vivan un régimen arcaico y carezcan de garantías frente a un caudillo con hechura del medioevo<br />

que explota su trabajo, le paga con papeles sin valor para que se vea en la necesidad de<br />

entregársele nuevamente a ese patrón mezcla de amo, de negrero y legislador de conveniencia.<br />

Así se explica que el país en materia de legislación social se encuentre en sus comienzos y que<br />

las condiciones y regímenes de trabajo, salarios, descanso, vacaciones, seguros, etc.,<br />

representen verdaderos galimatías destinadas a dar ganancia a los “avenegras” en “perjuicio del<br />

obrero, cuando no a favorecer a los “coimeros y estafadores” que “trabajan” a favor de una<br />

interpretación más o menos maliciosa de una mala ley.<br />

Los extremismos ni nos interesan ni nos atañen<br />

Deseamos también desterrar de los organismos gremiales a los extremistas, para nosotros<br />

ideologías tan exóticas, ya representan un extremo como el otro, porque es lo foráneo, a los que<br />

nosotros los argentinos no hemos jamás sentido inclinación ni apego y porque ellos con un<br />

sedimento de odios ancestrales nos traen sus problemas que no nos interesan ni atañen.<br />

Nosotros buscamos la unión de todos los argentinos y por eso anhelamos disponer de un capital<br />

argentino, para que, en armonía con el trabajo, formen l base de nuestra grandeza industrial y del<br />

bienestar colectivo.<br />

Luchamos porque ese trabajo sea considerado con la dignidad que merece, para que todos<br />

sintamos el deseo y el impulso de honrarnos trabajando y para que nadie, que esté en<br />

condiciones de trabajar, viva sólo para consumir.<br />

Destierro a los agitadores a sueldo<br />

Por eso sostenemos la necesidad de que todo el que trabaja obtenga una compensación moral y<br />

material que le asegure el bienestar a que todos tenemos derecho, como asimismo consideramos<br />

indispensable que las labores se ejerzan en un régimen humano, y alegra, con sus descansos<br />

reparadores, en medios higiénicos, sanos y seguros, y sobre todo, dentro de una gran dignidad y<br />

respeto mutuo.<br />

No queremos agitadores a sueldo verdaderos vampiros sociales, sensibles a los halagos del<br />

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