42382308-De-La-Dictadura-a-La-Democracia-Gene-Sharp_copia
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<strong>La</strong> oferta por una dictadura de “paz” a través de negociaciones con la oposición<br />
democrática es, desde luego, bastante poco ingeniosa. <strong>La</strong> violencia podría ser<br />
terminada inmediatamente por los dictadores mismos, si sólo fuesen capaces de<br />
dejar de combatir a su propio pueblo. Podrían por su propia iniciativa y sin regateos<br />
restaurar el respeto por la dignidad y los derechos humanos, liberar a los presos<br />
políticos, terminar la tortura, parar las operaciones militares, retirarse del gobierno,<br />
y disculparse con el pueblo.<br />
Cuando la dictadura es fuerte pero existe una resistencia irritante, los dictadores<br />
pueden querer negociar con la oposición para que se rinda bajo el engaño de “hacer<br />
la paz”. El llamado a negociar puede sonar atractivo, pero graves peligros pueden<br />
estar al acecho en la sala de negociaciones.<br />
En otra situación, cuando la oposición es excepcionalmente fuerte y la dictadura está<br />
genuinamente amenazada, los dictadores pueden buscar negociar para rescatar lo<br />
más posible de su control y riqueza. En ningún caso los demócratas deben ayudar a<br />
los dictadores a lograr sus metas.<br />
Los demócratas deben estar alertas a la posibilidad de trampas que pueden ser parte<br />
del proceso de negociación de los dictadores. El llamado a negociar, cuando asuntos<br />
básicos de libertades políticas están en juego, puede ser un esfuerzo por los<br />
dictadores para inducir a los demócratas a rendirse pacíficamente mientras que la<br />
violencia por parte de la dictadura continúa. En esos tipos de conflicto el único papel<br />
adecuado para las negociaciones puede ocurrir al final de una lucha decisiva cuando<br />
el poder de los dictadores ha sido completamente destruido y ellos buscan<br />
salvoconducto a un aeropuerto internacional.<br />
El poder y la justicia en las negociaciones<br />
Si este juicio parece un comentario muy crudo sobre las negociaciones, entonces un<br />
poco del romanticismo asociado con ellas tiene que ser moderado. Se requiere<br />
pensar claramente sobre cómo operar las negociaciones.<br />
“Negociación” no quiere decir que dos facciones se sienten juntas en una base de<br />
igualdad a discutir y resolver las diferencias que produjeron el conflicto entre ellos.<br />
Dos verdades deben recordarse. Primero, en negociaciones la relativa justicia de los<br />
puntos y objetivos en conflicto no es lo que determina el contenido del acuerdo<br />
negociado. Segundo, el contenido del acuerdo negociado es en gran parte<br />
determinado por la capacidad de poder de cada grupo en la contienda.<br />
Muchas preguntas difíciles tienen que ser consideradas. ¿Qué puede cada grupo<br />
hacer en una fecha futura para obtener sus objetivos si no se llega a un acuerdo en<br />
la mesa de negociaciones? ¿Qué puede hacer cada grupo después de que se llega a<br />
un acuerdo si el otro grupo rompe su palabra y usa sus fuerzas disponibles para<br />
apoderarse de sus objetivos a pesar del acuerdo?<br />
En negociaciones no se llega a un acuerdo a través de la evaluación de los buenos y<br />
malos puntos de los asuntos en cuestión. Mientras que éstos pueden ser discutidos,