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EL REGRESO DEL HIJO PRÓDIGO - Dios te llama

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omántica de Rembrandt, hizo que me plan<strong>te</strong>ara si alguna vez había<br />

<strong>te</strong>nido lugar en él algo parecido a la Queda claro por los estudios<br />

recien<strong>te</strong>s acerca de las relaciones de Rembrandt con sus mecenas,<br />

quienes le encargaban y le compraban las obras, y con su familia y<br />

amigos, que era una persona de trato muy difícil. Schwartz lo describe<br />

como un<br />

Así pues, Rembrandt era conocido por actuar de forma egoísta,<br />

arrogan<strong>te</strong> y vengativa. Donde mejor se demueslra esto es<br />

considerando la forma como trató a Geertje Dircx, con la que convivió<br />

seis años. Utilizó al hermano de Geertje, para El resultado fue el<br />

confinamiento de Geertje en una institución mental. Cuando por fin<br />

llegó el momento de poder salir,<br />

Duran<strong>te</strong> el año 1649, cuando empezaron a sucederle estos hechos<br />

trágicos, Rembrandt estaba tan obsesionado con ellos que no pintó<br />

nada. Es en es<strong>te</strong> momento cuando surge un Rembrandt nuevo, un<br />

hombre perdido en su amargura, deseoso de venganza, y capaz de<br />

cualquier traición.<br />

Es difícil aceptar a es<strong>te</strong> Rembrandt. Resulta mucho más fácil<br />

simpatizar con un personaje lujurioso que se complace en los placeres<br />

hedonistas del mundo y que, de repen<strong>te</strong>, vuelve a casa, y se convier<strong>te</strong><br />

en una persona muy espiritual. Pero apreciar a un hombre<br />

profundamen<strong>te</strong> resentido, que malgasta gran par<strong>te</strong> de su tiempo en<br />

pleitos y que se aleja de la gen<strong>te</strong> con su comportamiento arrogan<strong>te</strong>, es<br />

mucho más duro. Y sin embargo, ésta fue una par<strong>te</strong> de su vida, una<br />

par<strong>te</strong> que no puedo ignorar.<br />

Rembrandt es tanto el hijo mayor como el menor. Cuando, en los<br />

últimos años de su vida, pintó a los dos hermanos en su Regreso del<br />

Hijo Pródigo, había llevado una vida en la que no le eran extraños ni<br />

el extravío del hijo menor ni el del mayor. Los dos necesitaban<br />

sanación y perdón. Los dos necesitaban volver a casa. Los dos<br />

necesitaban el abrazo de un padre misericordioso. Pero queda claro<br />

por la historia y por el cuadro, que la conversión más difícil fue la del<br />

que se quedó en casa.<br />

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