Redalyc.Música y ciudad: definiciones, procesos y prospectivas
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<strong>Música</strong> y <strong>ciudad</strong>: <strong>definiciones</strong>, <strong>procesos</strong> y <strong>prospectivas</strong><br />
igualmente idóneos para un argumento sobre la globalización. La música<br />
resulta útil para mostrar el permanente trasvase entre los cuatro órdenes o<br />
marcos (la interacción cotidiana, el mercado, el Estado y los movimientos<br />
sociales) que a juicio de Hannerz organizan el tráfico de significados en un<br />
ecúmene global (1998: 220).<br />
Así, la música se manifiesta como un potente heurístico de descubrimiento en<br />
un contexto donde tales conexiones, precisamente por su índole global, no<br />
vienen prefiguradas de antemano. Hannerz alude a los rastafaris de<br />
Ámsterdam, quienes resultan ser en buena parte originarios de Surinam,<br />
guayaneses-holandeses de segunda generación. La identificación a través<br />
del reggae jamaicano permite construir una cultura negra en la metrópoli que<br />
conecta insospechadamente la Guayana y Las Antillas en su común<br />
condición de ex-colonias (Hannerz 1998). Lo interesante no es que la música<br />
sea vehículo de un imaginario (siempre lo ha sido), sino el hecho de que<br />
permita visualizar el proceso de globalización como conexión entre periferias<br />
a través de un centro (Surinam-Amsterdam-Jamaica). El contexto urbano no<br />
es necesariamente el único productor de cultura global, pero sí el más<br />
importante entre sus agencias intermediadoras.<br />
Otros autores desde fuera de la etnomusicología están haciendo referencias<br />
pertinentes al papel de lo musical en la cultura urbana. Renato Ortiz, por<br />
ejemplo, toma las oposiciones ideológicas generadas por el rock (rock vs.<br />
enka en Japón, rock vs. samba en Brasil, rock vs. estilo chansoniere en<br />
Francia) como expresión paradigmática a nivel nacional de un proceso<br />
supranacional de mundialización (1994: 202). Y García Canclini, en un bello<br />
texto titulado “Narrar la multiculturalidad”, utiliza metafóricamente la sintonía<br />
musical en la radio del automóvil como síntoma de la construcción privatizada<br />
de la cotidianeidad urbana en las mega<strong>ciudad</strong>es y del uso fragmentado de<br />
sus espacios, en la lógica del videoclip:<br />
"Como en los videoclips, andar por la <strong>ciudad</strong> es mezclar músicas y relatos<br />
diversos en la intimidad del auto y con los ruidos externos (...) Todo es denso y<br />
fragmentario. Como en los videos, se ha hecho la <strong>ciudad</strong> saqueando imágenes<br />
de todas partes, en cualquier orden. Para ser un buen lector de la vida urbana<br />
hay que plegarse al ritmo y gozar las visiones efímeras" (García Canclini 1995:<br />
101).<br />
En resumen, he partido de la paradoja de una inicial marginalidad de la<br />
música urbana en la tradición etnomusicológica para acabar subrayando, a la<br />
inversa, su centralidad como lugar privilegiado desde el que comprender los<br />
<strong>procesos</strong> de transformación cultural en marcha. Como etnomusicólogo,<br />
siempre pienso en la música como ese lugar estratégico. Pero bajo