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Redalyc.Música y ciudad: definiciones, procesos y prospectivas

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<strong>Música</strong> y <strong>ciudad</strong>: <strong>definiciones</strong>, <strong>procesos</strong> y <strong>prospectivas</strong><br />

Probablemente esta definición haya quedado anticuada. Pero lo que interesa<br />

destacar de ella son ciertos rasgos que caracterizan bien los avatares del<br />

concepto de "música urbana" en relación con el modus operandi<br />

etnomusicológico. Primero, fija la actividad de la etnomusicología al estudio<br />

de tipos específicos de música -un rasgo heredado de la musicología<br />

comparada. Segundo, lo hace por yuxtaposición, de tal modo que el objeto<br />

resultante constituye una summa aditiva de tipos musicales. Tercero, al<br />

contrario de <strong>definiciones</strong> anteriores, como la de J. Kunst, que había excluído<br />

expresamente el estudio en este campo tanto del arte occidental como de la<br />

música popular ("de entretenimiento"), la definición de Krader sí abarca<br />

"algunas tradiciones urbanas".<br />

Es significativo el escaso interés que desde hace dos décadas suscita este<br />

tipo de acotaciones exhaustivas. Es como si constituyera la culminación de<br />

una manera de razonar a la que ya difícilmente podemos adherirnos, aunque<br />

sólo sea por el hecho de que la misma inclusión de la música urbana en la<br />

lista de tipos musicales -un tanto a regañadientes y por la puerta de atrás- la<br />

volvió imposible.<br />

Lo que quiero decir es que resulta paradójico colocar como una suerte de<br />

agregado marginal, al final de la definición, a aquellas músicas procedentes<br />

de los centros de poder. Como si, por una especie de zoom invertido, la<br />

etnomusicología sólo se hubiera aprestado a visibilizar el centro desde los<br />

márgenes -a partir de las periferias de un sistema de legitimidad musical.<br />

Acaso lo ha hecho tan sólo cuando los márgenes quedaron suficientemente<br />

al descubierto como manifestaciones donde también el centro (colonial,<br />

nacional, y urbano) estaba irremediablemente presente de forma explícita y<br />

audible. Del mismo modo que los <strong>procesos</strong> de descolonización urbanizaron y<br />

modernizaron (vertiginosa y desigualmente) los países del llamado Tercer<br />

Mundo, sus músicas "entraron en representación" (usando la expresión de<br />

Stuart Hall), irrumpiendo en la escena musical cotidiana de las <strong>ciudad</strong>es<br />

metropolitanas (cf. Hall 1995). Y así también hubo de hacerlo el discurso que<br />

se ocupaba de ellas.<br />

Hay una segunda paradoja. El añadido de "música urbana", yuxtapuesto a<br />

otras "músicas" (la folklórica, la tribal, etc.), parecería estar destinado a<br />

precisar el objeto de la etnomusicología. En realidad, su efecto es el<br />

contrario: lo diluye. Así, en las <strong>definiciones</strong> de Kunst o Krader, "música<br />

urbana" significa, entre otras cosas, la "música culta" de las <strong>ciudad</strong>es; pero<br />

también es "música comercial", así como "tradición urbana", es decir, tres<br />

cosas manifiestamente dispares.<br />

Esa ambigüedad no es casual. Es que la inclusión del concepto de música

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