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Roberto Arlt TRATADO DE LA DELINCUENCIA - El Ortiba

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¿Y no lo han asesinado todavía al engañador? me preguntarán ustedes.<br />

No, todavía no lo han muerto. Y lo más curioso es que siempre encuentra una explicación para<br />

sus pérdidas. Una vez dijo que la ruleta de Montevideo estaba mal, otra que el candidato lo<br />

había engañado no llevando el suficiente dinero para resistir los números que se negaban, otra<br />

que no ganó por estar nervioso, y así siempre en sujeto encuentra una razón para justificar y<br />

hallar lógico el no haber ganado. Claro está que es lógico que esto suceda; pero al damnificado<br />

no debe parecerle así, y, sin embargo, al tío no lo descalabran.<br />

Dateros<br />

No creo necesario insistir en la psicología del engañador engañado. Ya me he ocupado otras<br />

veces. Ahora bien; estos hombres, el día que se convencen de que su sistema sólo era bondadoso<br />

para permitirles pasar quince días en la buena, y el resto del mes en la mala, estos sujetos<br />

se convierten en dateros. Aquel personaje lívido y mugriento, que con una libretita en la mano<br />

merodea en torno de las mesas donde se juega, y le dice al jugador que dispone de dinero, con<br />

tono misterioso y profético: ! Vea, señor: el número tal se ha negado cincuenta y ¡cinco veces.<br />

Aquí tengo las jugadas anotadas. Juéguele a ese número, que va a ganar.<br />

Y el otro apuesta, y a veces gana y entonces aparta de su ganancia unos pesos. Es la propina<br />

para el datero, para el hombre que, cuando fue joven, la fue de haragán metafísico, cuando<br />

adulto, de inventor de sistemas, y ahora que es anciano, es esto: datero.<br />

[<strong>El</strong> Mundo, 11 de marzo de 1929]<br />

<strong>El</strong> abogado en los entierros<br />

Ayer, por la tarde, me llamó un señor por teléfono. He aquí sus palabras:<br />

He leído su nota sobre el individuo que se desayuna con la columna necrológica de los diarios.<br />

¿Por qué no escribe sobre los abogados que concurren, a granel, a los entierros de los comerciantes<br />

y gentes que pueden dejar una herencia, y también sobre el precio de la leche que está<br />

muy cara y es pura agua?<br />

Pero como a mí me parecen menos ponzoñosos los abogados que los bautizadores de la leche,<br />

me ocuparé de los primeros, que los segundos buenos cristianos son, y no sólo que lo son en la<br />

intención, sino también en los hechos, pues adulteran un litro de agua con un cuartito de leche,<br />

y si yo fuera lechero, también lo haría, que menos sabrosa es el agua sin leche que el agua<br />

con leche.

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