CUENTOS Y APÓLOGOS - Luz Espiritual
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EL REMEDIO OBJETIVO<br />
Isidoro Viana, colaborador, en los servicios de caridad cristiana, no<br />
obstante la devoción con la que se había entregado a los principios<br />
evangélicos, se torturaba infinitamente, ante los golpes de la crítica.<br />
En las sesiones del grupo, vivía quejándose constantemente.<br />
Tan pronto se incorporaba Policarpo, el benefactor espiritual que dirigía<br />
la casa, intervenía Isidoro reclamando:<br />
-¡Hermano Policarpo, estoy exhausto! ¿Qué me aconseja? El mal juicio<br />
me ahoga. Si cumplo mis obligaciones, me llaman adulador; si me aparto del<br />
deber durante algunos minutos, me acusan de perezoso. Si tomo la iniciativa<br />
del bien, me declaran apresurado y, si aguardo la cooperación de alguien, me<br />
clasifican de tardío. ¿Qué hacer?<br />
El mentor desencarnado le daba vueltas al problema, con delicadeza y<br />
acababa aseverando:<br />
-El plano terrestre, mi amigo, aun es de enormes contrastes. La luz es<br />
combatida por las sombras, el mal por el bien. La hostilidad que la ignorancia<br />
nos muestra favorece el trabajo general de esclarecimiento. Tengamos calma y<br />
Prosigamos al servicio de Nuestro Señor, que nos ayudo hasta la cruz.<br />
El compañero lloriqueaba y en la próxima reunión volvía a pedir:<br />
-Hermano Policarpo, ¿quo intentar en favor de la armonía? Mi buena<br />
voluntad es enorme, pero, ¿cómo proceder ante los adversarios gratuitos? La<br />
compañía de esa gente es insoportable. No consigo caminar en paz. Si rindo<br />
culto a la gentileza abriendo el espíritu a la ternura de los amigos, dicen que<br />
soy un explotador de la confianza ajena y si busco aislarme, atento a los<br />
compromisos que asumí, afirman que no paso de ser un orgulloso y mal<br />
hermano.<br />
El protector respondía, tolerante:<br />
-La tarea mi amigo, es así mismo. Quien conoce a Jesús debe disculpar la<br />
liviandad de aquellos que aún no Lo conocen. Por otra parte, la obra de<br />
evangelización de las almas demanda paciencia y perdón, con sacrificio de<br />
nosotros mismos. Si no nos disponemos a sufrir, de algún modo, por la causa<br />
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