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CUENTOS Y APÓLOGOS - Luz Espiritual

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EN EL CAMINO DEL AMOR<br />

En Jerusalén, en los alrededores del Templo, una mujer muy adornada<br />

encontró a un nazareno de ojos fascinantes, y lucidos, de cabellos delicados y<br />

melancólica sonrisa, y se fijo en él extrañamente.<br />

Arrebatada por la onda de simpatía que se irradiaba de él, corrigió los<br />

dobleces de la túnica muy alba, puso en su mirada una indecible expresión de<br />

dulzura y, dejando percibir, en los movimientos del frágil cuerpo, la visible<br />

pasión que la poseyera súbitamente, se acercó al desconocido y le habló,<br />

susurrante:<br />

—Joven, las flores de Séforis me llenaron el ánfora del corazón con<br />

deliciosos perfumes. Tengo la felicidad a tu disposición, en mi tienda de<br />

esencias finas...<br />

Le indicó extensa villa, cercada de rosas, a la sombra de arboleda<br />

acogedora, y añadió:<br />

—Innumerables peregrinos cansados me procuran en busca del reposo<br />

que reconforta. En mi primavera juvenil, encuentran el placer que representa<br />

la corona de la vida. Y es que ni el lirio del valle no tiene la caricia de mis<br />

brazos, ni la sabrosa granada posee la miel de mis labios. ¡Ven y ve! Te daré un<br />

lecho suave, tapetes dorados y vino embriagante... ¡Te acariciaré la frente<br />

abatida y te curaré el cansancio del largo viaje! i Descansarás tus pies en<br />

aguade nardos y oirás, feliz, las arpas y los laudes de mi jardín. Tengo a mi<br />

servicio músicos y danzarinas, ejercitados en ilustres palacios!...<br />

Ante la incomprensible mudez del viajero, volvió a suplicar, después de<br />

una breve pausa:<br />

—Joven, ¿por qué no respondes? Descubrí en tus ojos una llama<br />

diferente y procedo así porque te amo. Tengo sed de un afecto que me llene la<br />

vida. ¡Atiéndeme! ¡Atiéndeme!...<br />

Él parecía no percibir la vibración febril con que semejantes palabras<br />

eran pronunciadas y, notándole la expresión fisonómica indefinible, la<br />

vendedora de esencias añadió un tanto contrariada:<br />

— ¿No vendrás?<br />

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