Libro Muerte al amanecer def.pmd - Salta
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Guardamos silencio, en la emboscada que le habíamos<br />
preparado por el paso angosto de la casa de la señora<br />
V<strong>al</strong>divieso y antes de llegar a la c<strong>al</strong>le, oímos el grito<br />
de <strong>al</strong>erta de uno de los suyos: ¡Mi comandante, aquí<br />
hay gente!<br />
Reconózc<strong>al</strong>os, ordenó López Matute.<br />
Y en ese momento escuchamos un disparo. El de uno<br />
de los soldados míos que desde la bocamina había sido<br />
visto, <strong>al</strong> asomarse por la curiosidad de ver <strong>al</strong> enemigo.<br />
Y en lo que el cabo que venía a hacer el reconocimiento<br />
se acercó, le disparó, bajándolo del cab<strong>al</strong>lo.<br />
Dieron todos media vuelta y marcharon en buen orden,<br />
con el comandante cubriendo la retaguardia, con<br />
cargas y cargas lanceras.<br />
Mandé tocar la corneta ordenando reunión por la derecha<br />
y por la izquierda, para hacerles creer que estaban<br />
cercados por mayores fuerzas, pero ni siquiera me<br />
hicieron caso.<br />
No pudimos <strong>al</strong>canzarlos en nuestras m<strong>al</strong>as mulas, lo<br />
que nos costó la muerte de varios de los míos, cada vez<br />
que nos atacaban <strong>al</strong> comenzar nuestra persecución en<br />
un solo cuerpo. Éramos veinticinco contra ciento setenta<br />
soldados experimentados.<br />
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