Libro Muerte al amanecer def.pmd - Salta

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Y en ese momento, en un relámpago de recuerdos, se me apareció el campo de Queseras del Medio de avances y retiradas para atacar de nuevo. Y siguiendo la táctica de mi general Páez, comenzamos con los ataques consecutivos, hasta derrotarlos en desbandada. Con dolor por ser la primera vez que luchábamos contra compañeros colombianos, pues el Voltígeros estuvo con nosotros en Boyacá. Venció nuestra astucia llanera a la disciplina de O’Connor, con sus filas paralelas de lanceros y tiradores. Mi coronel Burdet O’Connor, debo reconocerlo, era un verdadero militar, al igual que mi coronel Felipe Braun, de la mejor escuela europea. Ese día me sentí muy orgulloso de haber vencido a un militar de tanta escuela, mientras cabalgábamos con nuestros muertos doblados sobre las sillas. Hasta que divisamos a Salta, atrayéndonos con la blancura de sus torres en un cielo tan azul. Y como sabíamos que su gobernador era el general Juan Antonio Álvarez Arenales, nuestro conocido desde cuando lo tratamos en el ejército de San Martín, nos confiamos en su amistad y con banderas blancas de paz, entramos a la ciudad, la bella ciudad argentina que se ganó mi corazón». [80]
Capítulo IX «Tal como lo habíamos pensado, el general Álvarez Arenales nos recibió con bondad y comprensión después de escuchar con paciencia los motivos de nuestra fuga de Bolivia. Nos dio alimentación y cuartel; y el día en que llegó el coronel O’Connor a pedirle su cooperación para nuestra extradición, con carta del mariscal Sucre, Álvarez Arenales se la negó porque eso correspondía al gobierno superior. Además, ya nos había incorporado como soldados regulares del ejército provincial. Lo que aceptamos, pues en Salta nos curaron los heridos del encuentro con O’Connor y nos ayudaron a sepultar tres de nuestros muertos. Y Álvarez Arenales fue tan solidario con nosotros que protestó ante el gobierno boliviano, por el paso de sus tropas extranjeras, sin autorización, en territorio argentino.» [81]
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FUNDACIÓN CULTURAL BARINAS
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Muerte al amanecer
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JOSÉ LEÓN TAPIA Muerte al amanece
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Presentación Esta primera edición
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Prólogo Asumir el desafío de un p
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Entre esos animales que llegaron co
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¡Qué largo viaje! Poblado de luch
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La felicidad de la escritura Borges
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Desde el primer momento le aclaré
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Capítulo I El calabozo de Salta, e
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Pero de repente, revivió la mañan
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carero, de milagro no morí porque
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el viento de las patas de los cabal
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Capítulo II Sin poder evitarlo le
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la barbarie provinciana que debía
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Permanecieron entre La Rioja, Catam
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Guardatinajas Intacta fisonomía de
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sus sabanas de querencia y a su rí
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Posteriormente, por Internet locali
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