María Merchán Rocamora - casbega

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- Hola chaval, ¿qué te pasa? Y así, Pedro se encontró en mitad de la noche contándoles sus problemas a un perro desconocido que hablaba. Al acabar Pedro con su historia, el perro dijo: -¡Ah! Pero yo puedo llevarte a tu casa. - ¿De verdad? - Si, quédate muy quieto.... Y el perro le mordió una pierna. Pedro despertó y se vio tirado en el sofá, con su hermano pequeño estrenando los dientes en su desprotegida pierna. Entonces su madre dijo: - Niño, deja a tu hermano en paz. Con lo tranquilo que estaba durmiendo...
2º <strong>María</strong> García Díaz Colegio Internacional Meres Meres (Asturias) Nunca pensé que le pudiera deber tanto al tiempo atmosférico. Era sábado y llovía con ganas. Parecía una fría venganza contra alguno de nosotros, contra alguno de mis “sedentarios hermanos” o contra mí. Los tres nos habíamos pasado la mañana quejándonos, porque ya no podríamos salir a jugar al fútbol. Así que, nosotros tres, jóvenes sin alternativas, decidimos encender el televisor y sumergirnos en el mullido sofá del salón. Era una película de serie b, en la que una mujer asesinaba a sus maridos ricos para quedarse así con la fortuna. Nadie hizo ningún comentario, porque no había nada más que hacer. Cuando por fin íbamos a conocer el final de aquel anodino argumento, un fallo en la corriente eléctrica borró la imagen de la pantalla. Estábamos perdidos. Sin tele, ni libros, discos ni revistas, porque se los había llevado ya el camión de la mudanza. Sin embargo, tras un rato de silencio y miradas perdidas, mi hermano Eduardo, el pequeño, tuvo una singular y brillante idea: entre nosotros crearíamos el desenlace de la película, con música, pintura y diálogo. Nos pusimos manos a la obra. Eduardo que tomaba clases de clarinete, pronto se ausentó a su cuarto, desde donde se podía percibir una sencilla aunque bella melodía que describía a la perfección el final que él había elegido. Resultaba increíble cómo aquella perfecta sucesión de escalas, arpegios y matices era capaz de plasmar al propio Eduardo en el aire. Miguel, el mediano, aficionado a la pintura, cogió su caja de pinturas y rápidamente preparó su caballete, con un ímpetu que jamás había percibido en él desde que la adolescencia llamó a su puerta. Allí se quedó conmigo, en el salón. Pude observar su boceto que, con aquel carboncillo tan apagado, describía claramente una lóbrega noche de invierno, empapada de ternura con aquellos dulces trazos pastel que había decidido incluir. Su final estaba claro y sorprendentemente se asemejaba al de Eduardo. De nuevo aquel lienzo reflejaba al pintor, mi hermano. Yo, amante fiel de la literatura me dispuse a crear mi desenlace particular. Inmerso en la trama, conseguí hacerla mía, más profunda y pasional. Finalmente nos reunimos en el salón para disfrutar de nuestras creaciones. Nos sorprendimos al constatar que las tres encajaban a la perfección (no podía ser menos viniendo de tres hermanos).
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Page 3 and 4: 10º Irene Moray Rodríguez Colegio
Page 6 and 7: 12º María Pilar Puerto Camacho I.
Page 8 and 9: tuvo que rendirse. Casi rompe las c
Page 10 and 11: 5º Sara Mosquera Pedreiro Colegio
Page 12 and 13: 7º Rocío Moreira Alvela C.P.I. Al
Page 14 and 15: crema. Eva ansiosa por leerlo lo po
Page 18 and 19: Gozamos al máximo con aquella mezc
Page 20 and 21: triste, acude a mí, yo te acunaré
Page 22 and 23: Pretendía jugar a la famosa videoc

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