IV PREGÓN MÉDICO DE SEMANA SANTA - Colegio Oficial de ...

SEÑORÍAS,
VUESTRA OPORTUNIDAD
Prof. Rafael Martínez Sierra. Catedrático Emérito UCO. Coleg. nº 14/03378
Sras. y Sres. diputados, es su OPORTUNIDAD histórica para que
millones de niñas y niños vivan. ¿La van a dejar escapar?
Quizás las oportunidades
que la vida
ofrezca a los países,
grupos políticos o individuos,
para hacer algo
extraordinario a favor
de la humanidad, sean
tan pocas, que hacen
doblemente culpables
a quienes, teniéndolas,
las dejan escapar.
Gorbachov decía,
más o menos, que quien
no aprovecha la oportunidad,
cuando se presenta,
para poder tomar
decisiones importantes,
la historia tarde o temprano se lo demandará. Y gracias a esa mentalidad
el muro de Berlín se vino abajo, y con él el rubor de la humanidad,
y se escribió una de las páginas más gloriosas y dignas
de nuestra sociedad contemporánea.
Una vez restituida la convivencia social tras la guerra civil,
Franco perdió la oportunidad de haber firmado, no el perdón, sino
la paz con los republicanos. Evidentemente, de haberlo hecho,
ahora no habría sido descabalgado de los jamelgos de bronce de
la historia.
También se ha reprochado la oportunidad que perdieron los
alemanes de manifestarse en contra de las monstruosidades que las
SS estaban cometiendo, y sabemos de muchos que terminaron sus
días sin haberse liberado del cargo de conciencia por aquel ignominioso
silencio, aquel indomable y cobarde terror que les hacía
marcar con el dedo el zulo donde podían masacrar a sus amigos
indefensos.
No demanda especialmente la historia a los que, humanamente
medrosos, no tienen los mimbres necesarios para arriesgar
sus vidas por los demás. Todos los tribunales de Nuremberg se
muestran con dureza contra los que, sentados en sus poltronas de
oprobio, parapetados en sus bunkers de infamia, sacrificaron a los
más débiles para perpetuar sus confortables y exclusivos delirios,
sin riesgos a perder sus escatológicos privilegios.
La historia no tiene
prisa y, ya lejos o
cercana a los sucesos,
ya estén vivos o
muertos los protagonistas,
los convocará
para mandarlos al
pudridero abominable
del desprecio
de la comunidad que
supo de sus crueldades
o elusión de sus
responsabilidades.
La humanidad, aún
dentro de sus hábitos
más repugnantes, va
evolucionando y suavizando
las costumbres que hieren la piel y la razón, haciéndose
cada vez más intransigente con la crueldad, más generosa en el
perdón, más sensible a responder con justicia a la injusticia.
La impiedad, la voracidad del hombre por el hombre, ejemplarizada
por Caín, han ido evolucionando según lo hacían los
sentimientos del homo sapiens. Y por fortuna ya son pocos los países,
a la cabeza de la civilización, en donde con estupor perdura la
bomba de perfusión continua atiborrada de ansiolíticos, depresores
respiratorios e hipnóticos a dosis dulcemente letales. La pena de
muerte para el adulto avanza firme a su final (a no ser que aparezcan
unos “progresistas” y le metan la marcha atrás).
Con más empeño se acabó con la eugenesia en monte Taygeto
de Esparta, los infanticidios de los indios de la isla de Mal
Hado, los holocaustos desde Herodes a Hitler. Y podemos afirmar
que en las leyes modernas los niños son especialmente protegidos
en los países ricos, aunque en los Estados pobres el hambre los
arrastre al lenocinio y la explotación. ¡Quién no desearía tener la
oportunidad de liberar a los niños de las favelas, de los prostíbulos
de Taiwán; de las ametralladoras a “los hijos del dolor” del Cárter
de Medellín!
Resulta inconmensurable que el útero materno, que la naturaleza
puso sólo para proteger al ser humano en sus primeros meses
de vida, lo hayan convertido, para algunos, en una ratonera, una
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