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SWEET & LOW Yael Farache - Acapulco70

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<strong>SWEET</strong> & <strong>LOW</strong><br />

<strong>Yael</strong> <strong>Farache</strong>


The art of losing isn't hard to master;<br />

so many things seem filled with the intent<br />

to be lost that their loss is no disaster.<br />

Lose something every day. Accept the fluster<br />

of lost door keys, the hour badly spent.<br />

The art of losing isn't hard to master.<br />

Then practice losing farther, losing faster:<br />

places, and names, and where it was you meant<br />

to travel. None of these will bring disaster.<br />

I lost my mother's watch. And look! my last, or<br />

next-to-last, of three loved houses went.<br />

The art of losing isn't hard to master.<br />

I lost two cities, lovely ones. And, vaster,<br />

some realms I owned, two rivers, a continent.<br />

I miss them, but it wasn't a disaster.<br />

--Even losing you (the joking voice, a gesture<br />

I love) I shan't have lied. It's evident<br />

the art of losing's not too hard to master<br />

though it may look like (Write it!) like disaster.<br />

- Elizabeth Bishop


POSIBLES TRADUCCIONES DEL TÍTULO DE ESTE LIBRO AL ESPAÑOL<br />

1.- Edulcorante<br />

2.- Sacarina<br />

3.- Hermesetas


A MÍ TAMBIÉN ME DUELE<br />

- - - -<br />

Entré hace diez minutos al concesionario y me encontré con<br />

uno justo en frente de mí. Me pasa lo mismo cada vez que veo<br />

un Volkswagen Escarabajo en cualquier sitio: me paralizo.<br />

Me quedo inmóvil esperando a que algo suceda, esperando a<br />

que ella saque su cabeza por la ventana de conductor y me<br />

grite "Santiago" o uno de esos apodos que le resultan cursis<br />

a cualquiera menos a los que los usan. A veces al verlos (ya<br />

no tanto) me digo a mí mismo: "Este es el momento en el que<br />

ella vuelve, este es el día en el que ella vuelve pidiéndome<br />

perdón. Este es el día en el que la hago llorar." Pero han<br />

pasado más de ocho meses desde la última vez que la vi, así<br />

que cuando veo alguno de esos coches mi corazón ha aprendido a<br />

ahogarse sólo un poquito.<br />

En la vida de Melinda yo era siempre el copiloto. Ella era la<br />

que sorteaba las calles como cromos, la que sabía cambiar una<br />

rueda, la que entendía todos los mapas. A veces se burlaba de<br />

mí: "Santi", me decía, "Santi, no sobrevivirías una semana<br />

si te dejan tirado en la calle" o "Santi, a que no sabes<br />

diferenciar si un bar es gay antes de entrar" y claro que yo<br />

no sabía, yo juraba que lo ponían en la puerta, y ella se<br />

moría de la risa. Se esforzaba por dejar claro en todo momento<br />

que aún a sus 19 años era más experimentada que yo en todo.<br />

Esta mañana, el clima me previno. Iba de camino al banco a<br />

buscar mis cheques, pero con el calor que hacía en la calle<br />

hubiese sido mejor quedarme en mi casa. El resto del día


transcurrió sin imprevistos. El banco estaba lleno de gente,<br />

la fila llegaba hasta la puerta, en el metro los vagones<br />

se habían quedado sin aire acondicionado, y al salir de la<br />

estación el asfalto estaba tan caliente que juraría que me<br />

iba a derretir las suelas de los tenis. Un día como cualquier<br />

otro.<br />

Pero entonces pasó algo que no me esperaba. De camino hacia el<br />

concesionario decidí parar en La Boheme. Saludé a Daniel (el<br />

cajero) y a algunos conocidos. Me puse en la cola de la caja<br />

y Daniel me dijo Hey Santiago, una chama te estaba buscando<br />

¿Quién? ¿Yo que sé? una chama, como de 20 años, pregúntale a<br />

Marga, ella sabe.<br />

Mi cabeza, a millón, trataba de adivinar el nombre. Pensé en<br />

los nombres de las chicas que hubiera querido que me visiten,<br />

las chicas a las que he querido besar alguna vez. Pensé en los<br />

nombres de chicas que no me sorprenderían, los de mis amigas.<br />

Pensé en los nombres de las que alguna vez vinieron a alguna<br />

reunión en mi casa, hasta pensé en la posibilidad de que mi<br />

hermana hubiese venido a Caracas. Después pensé en los nombres<br />

de las chicas que no quería que fueran, pero no eran varias,<br />

era sólo una.<br />

Cuando el último cliente pagó por su café, salió de la fila<br />

y pude ver el mostrador. En él habían pegado un montón de<br />

pegatinas de contribución a la Cruz Roja. "Melinda" decía la<br />

calcomanía del centro. "Melinda" y una carita feliz. En mi<br />

cabeza esta idea parecía una broma de mal gusto. El diálogo<br />

inteior fue algo así: ¿Cómo va a ser Melinda? Digo, Caracas<br />

tiene ¿Qué? ¿Siete millones de habitantes? Tiene que haber<br />

otra Melinda en Caracas. Yo trataba de convencerme de que ésta


era otra Melinda, no la mía pero en el fondo sabía que yo<br />

conocía su letra y que esa era definitivamente la suya.<br />

¿Oíste?, dijo Marga, Melinda te estaba buscando, se fue hace<br />

como dos minutos. Agarré mi café y salí corriendo. Quería ver<br />

qué tan lejos había llegado. Pero la calle me pareció estar<br />

más vacía que nunca, aunque estaba llena de gente.<br />

Así habíamos estado siempre, o lo que a mí me<br />

parecia "siempre" pero que en realidad eran diez meses. Diez<br />

meses jugando al escondite con Melinda. Los encuentros los<br />

propiciaba siempre ella. El único sitio donde yo tenía algo<br />

de control era internet. Revisaba su fotolog, sus perfiles,<br />

le mandaba e-mails esperando sus respuestas, y de su parte<br />

lo único que encontraba eran mensajes suyos tonteando con<br />

otros usuarios. No lo soportaba y me fascinaba, todo al mismo<br />

tiempo. Hasta que un día ella cerró todas sus cuentas y cambió<br />

de e-mail.<br />

La última vez que había sabido algo de ella fue ocho meses<br />

atrás, en otro café. Yo me estaba tomando algo y el camarero<br />

me trajo un papel. "Cuenta bien el vuelto, Santi" decía. Debía<br />

estar muerta de la risa. Yo volteé a todas partes, la busqué<br />

entre las mesas, y en la barra, pero no estaba. Pero cuando me<br />

fui vi el Volkswagen estacionado afuera. Con el dedo (sobre<br />

la mugre) escribí en la ventana del copiloto "A mí también me<br />

duele".<br />

Pero el punto es que yo estaba en el concesionario y el<br />

estúpido Volkswagen también. Una corazonada me hizo mirar<br />

hacia abajo y cuando vi la placa casi me desmayo. Interrogué<br />

al vendedor, lo apunté con el dedo, lo asusté. Entendí que el


dueño anterior se deshizo de él porque había un nuevo Volvo<br />

en su vida y muy poco espacio en el garaje. No era el tipo<br />

de coche que hubiese querido comprar para mí, pero tuve que<br />

hacerlo. Lo compré por orgullo, lo compré por narcisismo, lo<br />

compré por pura maldad, por destruirla, por ganarle una, por<br />

expulsarla para siempre, y muy en el fondo, porque la quería<br />

para mí, a ella y a todo lo que ella hubiera tocado.<br />

Victorioso, me senté en el asiento de conductor, puse las<br />

manos en el volante (mi volante) y salí del concesionario.<br />

Pero cuando estaba por llegar a la autopista el coche se paró<br />

en seco. Intenté girar la llave un par de veces, pero el<br />

motor se ahogaba. Me bajé algo enfadado, llamé a un amigo,<br />

y aunque confieso que no sé nada del tema, mientras venían<br />

a buscarme intenté dar con el problema. Cuando abrí el capó<br />

estaba completamente vacío. Pegado al fondo había algo que no<br />

había visto. Un papel, no, una postal de París. Ponía: “Me fui<br />

para siempre, Santi, el motor está en el maletero.”<br />

Y así, sintiéndome totalmente derrotado, conduje a casa.<br />

(2004)


COLORES DEL SEMÁFORO QUE DESESPERAN POR SU POCA PRECISIÓN,<br />

1.- amarillo<br />

CONFIABILIDAD Y FALTA DE CARÁCTER


ORIENTACIÓN VOCACIONAL<br />

- - - -<br />

Cuando sea grande voy a ser bombero. Conduciré un camión rojo<br />

con una escalera y salvaré a mucha gente.<br />

No, mejor voy a ser un astronauta, para tener un cohete y<br />

viajar al espacio.<br />

Narrador de fútbol. Mejor seré narrador de fútbol para ver<br />

todos los partidos que quiera, porque cuando sea grande no voy<br />

a tener tarea.<br />

Seré karateca, doctor, futbolista, Presidente de los Estados<br />

Unidos.<br />

Voy a ser el mejor hombre de todos los hombres. Más alto y más<br />

peludo y mejor en todo.<br />

Cuando sea grande tendré barba. Mucha barba. Aparecerá por su<br />

cuenta cada dos o tres días, y yo la afeitaré muy bien.<br />

Seré como Alejandro que tiene barba y tiene chicas y siempre<br />

lo escogen de primero en las clases de deporte.<br />

Voy a ser ingeniero civil y estudiaré en la misma universidad<br />

en que estudió mi papá. Allí tienen los mejores profesores y<br />

el mejor pénsum y es la mejor universidad que hay. También<br />

escribiré muy bien y todos querrán leer lo que escribo y


me publicarán un libro y ganaré el Pulitzer. Pero eso será<br />

solamente mi hobby.<br />

Cuando sea grande tendré sexo.<br />

Cantidades increíbles de sexo.<br />

Claro que además del sexo me va a ir mejor en las pruebas de<br />

admisión y entraré en todas las universidades que yo quiera.<br />

Todas querrán becarme.<br />

Podré comprarme un coche y no tendré que ir en metro. Será<br />

un Corvette rojo y yo lo llamaré de cariño "El Vette" y me<br />

sentiré rebelde y siempre joven. Le pondré una rocola de seis<br />

discos para no desperdiciar tanto tiempo buscando en todas las<br />

carpetas de CDs que tendré bajo el asiento del copiloto. No le<br />

pondré calcomanías en el parachoques de estas que pretenden<br />

ser interesantes o graciosas o convencer a todo el que la lee<br />

de que tu religión es mejor porque eso sería de mal gusto.<br />

Cuando sea grande además de tener un Corvette, tendré buen<br />

gusto.<br />

Cuando sea grande podré darle un orgasmo a mi novia.<br />

Terminaré de graduarme, tendré mi propia compañía y ganaré<br />

mucho dinero. La gente se referirá a mí como "Doctor"<br />

o "Licenciado" y yo sonreiré amablemente.<br />

Cuando sea grande no tendré que trabajar para el gobierno<br />

ni ganaré cheques de empresa. Me recuerdan al dinero del<br />

Monopoly. Quizás también gane la lotería y entonces le<br />

compraré un mejor apartamento a mi mujer comenzaré finalmente


mi propio negocio.<br />

Desarrollaré una paz interna más fuerte para que no me den<br />

miedo los hospitales, entenderé que no soy yo el que está<br />

embarazado sino mi esposa, y que los médicos saben lo que<br />

hacen. Cuando sea grande siempre me acordaré de comprar<br />

tabaco suficiente para este tipo de situaciones.<br />

Cuando sea grande sacaré más tiempo para jugar fútbol con<br />

Alejandrito.<br />

Aprenderé a pelear con la compañía de seguros como dios manda<br />

y lograré que me arreglen el motor del "Vette", del Chevette,<br />

digo. Es más, seré tan bueno que lograré que me arreglen la<br />

radio.<br />

También alguien se sentirá orgulloso de mí y yo tendré un<br />

esmokin. Siempre quise un esmokin de esos de tres piezas, muy<br />

a lo James Bond. Luciré tan bien con el esmokin que me darán<br />

la jubilación puntualmente y podré pagar las deudas. No tendré<br />

que hacer filas para eso. En el tiempo libre luego de que me<br />

jubilen, montaré mi propio negocio y tendremos algo más de<br />

dinero ahora que Alejandrito se fue para Londres.<br />

Inventarán mejores productos para el pelo que detengan<br />

completamente la calvicie. Yo seré uno de los primeros<br />

usuarios y me pedirán la foto de "antes" y "después" del<br />

milagro porque mi carisma natural será clave para promocionar<br />

el producto.<br />

Cuando sea grande encontrarán la cura para el cáncer


linfático. Aprenderé a seleccionar mejores esposas que no lo<br />

abandonen a uno a la mitad de la partida y que además sepan<br />

cocinar bien y no tiren la puerta del coche tan fuerte cada<br />

vez que se montan. Sabré mirarla en este estado sin poner cara<br />

de idiota y tendré suficiente dinero para pagarle un funeral<br />

decente.<br />

Me apetecerá afeitarme todos los días y querré salir de la<br />

casa de vez en cuando y no necesitaré tanto tiempo para<br />

levantarme del sillón. Tendré dinero suficiente para pagarme<br />

yo sólo el pasaje a Boston y tendré mas dinero aún para<br />

llevarle muchos regalos a mi nieta. No tendré que volver a<br />

Caracas más.<br />

Cuando sea grande comeré bien porque habrán máquinas<br />

especiales que le prepararán a uno la comida y no tendré que<br />

depender de que alguien venga a prepararme algo con cara de<br />

lástima.<br />

Cuando sea grande aprenderé a controlar los esfínteres y no<br />

tendré que usar pañales.<br />

Cuando sea grande siempre sabré en dónde dejé las gafas y no<br />

me confundiré con el periódico de la semana pasada. Aprenderé<br />

a bañarme solo y sin ayuda y reconoceré a la gente que viene a<br />

visitarme en seguida. Cuando sea grande voy a poder pararme de<br />

la cama.<br />

Cuando sea grande no moriré nunca.<br />

(2003)


COSAS QUE PUDO HACER EL MONSTRUO DE FRANKENSTEIN PARA LLEVAR<br />

UNA VIDA MÁS SANA Y FELIZ<br />

1.- Montar la primera casa del terror del mundo. Él mismo<br />

sería la atracción principal.<br />

2.- Utilizar sus superpoderes para ser un héroe de acción.<br />

El alcalde lo reconocería como el mayor protector de la<br />

comunidad y en un acto público le ofrecerían las llaves de la<br />

ciudad. Quizás con el tiempo incluso las escuelas secundarias<br />

llevarían su nombre.<br />

3.- Aplicar para el programa de televisión Extreme Make Over.<br />

Le darían una reconstrucción facial completa y dientes muy<br />

blancos. Su atractivo físico y fama de estrella de televisión<br />

le conseguiría muchas chicas.<br />

4.- Dar charlas de autoestima y autosuperación en escuelas<br />

secundarias. Mediante su testimonio, miles de chicos en edad<br />

adolescente entenderían que es posible ser feliz a pesar de<br />

las circunstancias.<br />

5.- Unirse al circo<br />

6.- Comprarse un disfraz de vaca y mudarse a La India.<br />

(2004)


ÍNDICE DEL ACLAMADO MANUAL “LITERATURA LATINOAMERICANA PARA<br />

1) De la forma<br />

1.1) El fino arte de lucir intelectual al escribir<br />

DUMMIES”<br />

1.1.1) La regla básica de mientras-más-sílabas-mejor<br />

1.1.2) Cómo sustituir palabras corrientes por<br />

sinónimos difíciles. Diccionario de términos rebuscados<br />

(Escuela de García Márquez)<br />

(Escuela de Cortázar)<br />

1.1.2.1) Técnica de la palabra rebuscada<br />

1.1.2.2) Técnica de la palabra inventada<br />

1.1.3) Del intercalado de frases en otros idiomas:<br />

Cómo lucir verdaderamente políglota sin dominar ningún otro<br />

idioma<br />

1.2.3.1) Uso interesante del francés<br />

1.2) Cómo nombrar a un personaje sin morir en el intento<br />

1.2.1) ¡Puntos extra por apodos extravagantes!<br />

1.2.2) Folklore extremo ¡Domínalo!<br />

1.3) ¿Groserías? ¡También son válidas!<br />

1.3.1) Del término "mierda"<br />

1.3.2) Del término "Carajo"<br />

1.3.3) Del término "vaina"<br />

1.3.4) Groserías poco folkloricas: ¡Evítalas!<br />

1.3.5) Groserías en francés<br />

1.4) Puntúa como los grandes<br />

2) Del contenido<br />

1.4.1) Del uso apropiado de las comas<br />

1.4.2) ¡No más puntos y seguido!<br />

1.4.3) Las oraciones largas son tus amigas<br />

2.1) Aprende a ser verdaderamente latinoamericano


fuentes<br />

2.1.1) Los 5 NO del uso de tecnología<br />

2.1.1.1) Daguerrotipos, cerillas y pluma-<br />

2.1.1.2) Bacinillas<br />

2.1.2) Realismo mágico<br />

2.1.2.1) ¿Qué carajo significa?<br />

2.1.2.2) Realismo mágico: ¿Mito o leyenda?<br />

2.1.3) Locaciones<br />

2.1.3.1) Pueblos olvidados<br />

2.1.3.2) Ciudades en decadencia<br />

2.1.3.3) La selva del Amazonas<br />

2.1.3.4) París<br />

(2004)


CINÉMA VÉRITÉ<br />

- - - -<br />

Si mi viaje fuese una película y yo pudiese retrocederla, no<br />

cambiaría nada. Ni una letra. Aun a sabiendas de que para mí,<br />

este viaje implica dos despedidas.<br />

Voy tarde, pero Maurice dijo que él se encargaría de cargar<br />

con las maletas desde la puerta de la casa hasta el maletero<br />

del taxi, que lo haría él sólo. Sé que se demora a propósito.<br />

Lo hace en parte porque es bastante informal, y en parte<br />

porque todavía no me perdona por la pelea de ayer.<br />

Hago un recuento rápido para asegurarme de que traigo todo<br />

conmigo mientras Maurice mete las maletas una a una en el<br />

maletero, no sin esfuerzo. Aparto mi mirada hacia la ciudad.<br />

Las rejas de las casas dibujan siluetas caligráficas contra<br />

el cielo limpio y las fachadas de los edificios tienen un<br />

color sepia, como las películas viejas, como fotos de la Gran<br />

Depresión en las que todo el mundo tiene caras largas. Odio<br />

las despedidas.<br />

Maurice cierra de golpe la maleta del taxi.<br />

En los segundos que me demora montarme, noto con el rabillo<br />

del ojo que hay algo que no pertenece a este paisaje. Una<br />

mancha roja atraviesa el cielo, una mancha roja que sale desde<br />

la ventana del primer piso y se extiende casi un metro en el<br />

aire. Está flotando. Y cuando me pongo las gafas descubro que<br />

es la bufanda que tejí para Robi.<br />

Si Robi estuviese aquí, probablemente me hubiese llevado las<br />

maletas y los bolsos todo el viaje, me hubiese abierto las<br />

puertas y las sillas, y todo de buena gana. La bufanda la<br />

colgué anoche en la ventana para que se secara luego de la


pelea que tuve con Maurice, y tuve que detener al taxista en<br />

el último minuto para ir corriendo a buscarla. Una parte de mi<br />

hubiera deseado que se quedara en la ventana. Que se quedara<br />

como testimonio, que siguiera ondeando por siempre como una<br />

bandera, reclamando el cielo de París para mí.<br />

El taxi arranca.<br />

La despedida de Maurice fue muy seca. Sin un beso, sin un<br />

abrazo, nada. Es probable que a pesar de todas las promesas,<br />

jamás quiera volver a verme. Al bajarme en el aeropuerto noto<br />

que el color de la bufanda, bajo cierta luz, es exactamente<br />

igual al color de la sangre.<br />

FADE IN:<br />

Había imaginado más de cien veces la escena. Cada vez de<br />

una forma diferente. Algunas más poéticas que otras, algunas<br />

llenas de urgencia. Al principio todas mis fantasías eran<br />

conservadoras, y ocurrían, por supuesto en el aeropuerto.<br />

Pero a medida que avanzaba la espera, mi imaginación se<br />

volvía más y más experimental. En una de ellas estoy en un<br />

parque, pero soy ciego y mi lazarillo la reconoce antes que<br />

yo. La ve llegar a lo lejos y ladra. Sale corriendo. Tumba<br />

un puesto de frutas. Los mangos, las manzanas y las naranjas<br />

vuelan por los aires. Bruno sale disparado como una flecha<br />

del otro lado del desorden y cruza un campo abierto donde<br />

hay un grupo de niños jugando pelota. El niño que chuta el<br />

balón no acierta la portería. Señala al perro que ya va lejos.<br />

Bruno sigue corriendo hasta que la alcanza. Cuando lo hace,<br />

le lame la mano, y la guía a toda prisa hasta el banco en el<br />

que estoy sentado esperando. Ella -que ahora usa boina- entona<br />

un himno solemne en una voz de soprano, con lágrimas en los<br />

ojos. Yo palpo su cara y la encuentro hermosa. La gente del


parque comienza a caminar hacia atrás, como cine de autor.<br />

Nos besamos y ella suspira en mi oído "Más nunca me separaré<br />

de ti" Yo sonrío y le doy un par de palmadas en la cabeza a<br />

Bruno. Caminamos los tres juntos hacia el atardecer.<br />

INTERCUT:<br />

Desde la ventana del avión, las nubes flotan más reales.<br />

Estamos lado a lado, las nubes y yo y siento como si pudiera<br />

estirar mi mano y tocarlas. Son nubes gordas y blancas. Cirro-<br />

cúmulos (creo). En ellas veo grandes bueyes embistiéndose,<br />

carreras de caballos, hombres saltando con jabalinas y tres<br />

mujeres con tutúes practicando una rutina del lago de los<br />

cisnes. Los dos puestos junto a mí están vacíos, y es perfecto<br />

porque puedo arroparme con la manta y acostarme si quiero.<br />

A veces pensaba, estando en París, que los cambios nunca<br />

se detienen y que seguramente cuando volviera, encontraría<br />

Caracas distinta. Aunque sea un poco distinta. La aeromoza<br />

camina a lo largo del pasillo y cuando pasa por mi puesto,<br />

me recuerda que debo apagar mi iPod. Saca un bolso de uno de<br />

los compartimientos y comienza a hacer su demostración de los<br />

chalecos salvavidas y las máscaras de oxígeno. Sin que nadie<br />

se dé cuenta tomo el instructivo de emergencia y la bolsa para<br />

vómitos del bolsillo del asiento, y los meto dentro de mi<br />

cartera. Cecilia 1 – Air France 0<br />

Cuando estamos bajando del avión, la aeromoza se despide<br />

señalando mi bufanda (la que tejí para Robi) y diciendo “Wow,<br />

c’est tres jolie” que significa “que bonito” en francés.<br />

Wow significa wow. Esta bufanda toca una fibra en todos los<br />

franceses porque se parece a la que llevaba El Principito.<br />

Pero a diferencia de él, yo siempre escogería el avión.<br />

INTERCUT:


Le escribí una carta esta mañana. Le hablé de mi taller de<br />

poesía, de mis progresos con el dibujo y del cuadro que quería<br />

pintar para ella. Estaba lloviendo mientras la escribía y<br />

traté de demostrarle que estaba feliz por su viaje:<br />

¡Está lloviendo! Esta lloviendo en oleadas de<br />

vapor. El aire es fresco, húmedo y dulce, y los<br />

árboles ya se están volviendo verdes y fértiles.<br />

El clima aquí está a diez mil kilómetros de<br />

Francia. Tú realmente estás disfrutando París,<br />

Cecilia. Y creo que estás más feliz ahora de<br />

lo que has estado en años. La gente te pregunta<br />

cómo está todo por allá y tú les dices que todo<br />

está muy bien. Que puedes sentirte a ti misma<br />

cambiar, y que ese hecho por sí sólo hace que<br />

haber ido a París se sienta como un evento<br />

esencial.<br />

Creo que te sorprendes a ti misma incluso más<br />

de lo que nos sorprendes a todos. Haz logrado<br />

familiarizarte con calles ajenas lo suficiente<br />

como para poder ir al instituto todos los<br />

días por tu cuenta. Es como cuando estabas en<br />

bachillerato y nos decías a todos que podías<br />

lograr lo que quisieras con suficiente esfuerzo.<br />

Nunca vas a ganarte el Nobel, Ceci. Claro que<br />

sí, sólo tengo que practicar mucho y tener<br />

disciplina.<br />

Cecilia, el asunto de Rouen y el bote me molesta<br />

un poco. Sé que es una de las cosas que tenías<br />

planeadas, pero sacudir salitre y limpiar<br />

cubiertas, no es todo lo que deberías estar


haciendo tu último fin de semana en París. No<br />

quisiera molestarte, lo que sí me gustaría es<br />

que me hables un poco más de tus prácticas ¿Ya<br />

dominas bien la cámara? ¿Qué tal las clases de<br />

guión? Aquí todos estamos ansiosos por ver tus<br />

trabajos. En fin, mándame un beso porque me<br />

quieres.<br />

No quise mencionar nada acerca del concierto de la semana<br />

siguiente, porque temía que leyera entre mis líneas algo de<br />

inseguridad. "Yo sé que planeas ir con esperanzas de conocer<br />

gente más o menos como tú. Estás pensando que quizás entre<br />

una banda y la siguiente, saldrás a donde todos encienden sus<br />

cigarrillos y le sacarás conversación a alguna chica acerca<br />

de su camiseta, o sobre qué le pareció Separation Sunday, o<br />

el hecho de que mencionaron a The Hold Steady en el último<br />

episodio de Lost. Dicho eso, realmente te gustaría que la<br />

chica fuera más bien un hombre y te gustaría que además se<br />

interesara por ti… te gustaría que te preguntara qué te trajo<br />

a este lugar, acerca de dónde vives y en dónde trabajas… te<br />

gustaría que le impresionaran tus historias de diferentes<br />

circunstancias y las inflexiones en el tono de tu voz. Quizás<br />

incluso hasta te diría que conoce un sitio al que puedes<br />

mudarte". Qué horror.<br />

INTERCUT:<br />

Prefiero los modelos que no necesitan de cinta adhesiva porque<br />

es menos pegajoso y más elegante. Tomo el mapa de París y lo<br />

abro de par en par. Las líneas rojas del metro lo recorren<br />

como las venas en un diagrama de anatomía. Mientras hago los<br />

primeros dobleces a cada lado intento imaginar en mi cabeza un<br />

plano de la bolsa quiero plegar. Tomo en cuenta el largo y el


ancho de la bufanda y la forma en la que voy a doblarla para<br />

asegurarme de que va a entrar.<br />

Mi madre corta la cinta adhesiva en pedazos manejables y los<br />

pega en el borde de la mesa. Me pregunta qué fue lo que más<br />

me gustó de París. "El Louvre". Miento. “La Torre Eiffel”.<br />

Miento. “Los Campos Elíseos”, etc. Lo que más me gustó en<br />

realidad fue el cementerio de Montparnasse. No es ningún<br />

asunto mórbido, pero sé que si se lo digo es eso lo que va a<br />

interpretar.<br />

Es divertido ir con el mapa visitando cada una de las tumbas<br />

que consideramos importantes. Para mí fue el mejor de los<br />

museos. La tumba de Cortázar la dejamos de último, y menos<br />

mal que lo hicimos porque nos costó mucho trabajo encontrarla.<br />

Caminamos tanto rato entre las lápidas que comenzaron a<br />

parecerme uñas enterradas en el suelo. Había cruces y<br />

esculturas de ángeles haciéndose eco unas a las otras. Copias<br />

de copias de copias. Por eso pasamos cinco veces frente a la<br />

misma tumba antes de darnos cuenta de que estábamos caminando<br />

en círculos.<br />

Maurice le preguntó a un guardia si podía indicarnos en qué<br />

dirección estaba la tumba de Julio Cortázar, pero el guardia<br />

sólo se encogió de hombros y siguió leyendo el periódico.<br />

Estábamos a punto de darnos por vencido. De pronto escuchamos<br />

unas voces que parecían hablar en español y Maurice tiró de mí<br />

por el brazo. Eran argentinos. Claro que sabían. Ché, nadie<br />

nunca la encuentra. Nos dejaron frente a ella. Resultó ser<br />

una tumba a la que le habíamos pasado por delante más de cien<br />

veces. Los argentinos se despidieron pidiéndonos unos cigarros<br />

que no pudimos negarles. Allí, frente a Cortázar, Maurice<br />

estira su mano y toma la mía.


Tuve que tirar el mapa porque se me rompió mientras trataba de<br />

armar la bolsa. Empiezo de nuevo, esta vez con el panfleto de<br />

emergencia del avión.<br />

FADE IN:<br />

Otro escenario para el reencuentro: Estoy sólo en mi casa y<br />

suena el timbre. He estado todo el día echado en la cama, semi<br />

arropado, releyendo diez veces todos los correos que nos hemos<br />

enviado en la pantalla de mi laptop. El timbre suena de nuevo<br />

y yo me impaciento. Probablemente sea la vecina buscando a mi<br />

mamá, si espero lo suficiente se cansará de llamar a la puerta<br />

y me dejará tranquilo. Aparto la laptop y saco el libro de<br />

Stephen Hawkins que habla sobre temas muy interesantes, pero<br />

el timbre no para de sonar. No puede ser la vecina. Me levanto<br />

y bajo en camiseta y calzoncillos a abrir la maldita puerta y<br />

al ver por la mirilla me quedo tieso de golpe. Un escalofrío<br />

me recorre el cuerpo y mientras tomo las llaves de la mesa<br />

las manos me tiemblan. Me confundo con todas las llaves, y<br />

nos reímos a cada lado de la puerta con risas festivas, casi<br />

explosivas, casi frenéticas. Ella canta del otro lado el coro<br />

de "Here Comes the Sun" y se le quiebra la voz. Finalmente<br />

logro abrir la puerta, ella suelta las maletas en el suelo y<br />

me salta encima, yo la sujeto por sus muslos con mis manos y<br />

nos besamos. Cantamos. Nos besamos. La cámara da una vuelta<br />

de 360 grados a nuestro alrededor. El abrazo es tan apretado<br />

que no me tiembla ni un músculo cuando libero una mano para<br />

cerrar la puerta detrás de nosotros. "Adelanté mi vuelo dos<br />

días, quise sorprenderte ¿Me puedo quedar contigo esta noche?"<br />

Yo la deposito con suavidad sobre la mesa de la cocina y ella<br />

comienza a desabrocharse la camisa, botón por botón con mucha<br />

calma. El contorno de sus tetas parece suave a contraluz, y<br />

se ven un poco más grandes por el peso que ganó en el viaje.


Yo le quito la boina que ahora usa y una fragancia dulce se<br />

desprende de su pelo rubio. Hundo mi cara en su cuello. La<br />

siento por dentro y es húmeda, se siente increíblemente bien.<br />

Cuando llega al orgasmo grita mi nombre catorce veces y yo las<br />

cuento una a una para retrasar el mío. Al final la abrazo y<br />

le digo "Claro que puedes quedarte, no hay nadie en la casa".<br />

Ella me dice una de sus frases herméticas, y sin entender<br />

nada miro su cara, expectante. El maquillaje se le ha corrido<br />

con el sudor y puedo ver claramente cada una de sus pecas<br />

sonriendo con ella como constelaciones de estrellas felices.<br />

Esta fantasía no se va a cumplir porque su vuelo llega hoy<br />

en la noche. Algo no anda bien. En la mañana hablamos por<br />

messenger y le pregunté si podía ir a verla al aeropuerto.<br />

Sus padres no tenían por qué enterarse, no me acercaría ni le<br />

hablaría. Sólo quería verla llegar. Tenía pensado vestirme con<br />

uniforme y llevar un cartel que dijera un nombre en mandarín.<br />

Quería hacerme pasar por un chofer que espera a un gran<br />

comerciante chino y quizás sonreírle furtivamente tras mis<br />

bigotes falsos cuando pasara junto a mí con sus padres. Quería<br />

avisarle para que quizás al llegar buscase mi cara entre la<br />

gente, pero cuando le conté mi plan se puso muy nerviosa. Me<br />

dijo que era demasiado arriesgado, que sus padres seguro se<br />

darían cuenta y que nos meteríamos los dos en un gran lío. Me<br />

hizo jurarle que no iría. Varias veces. Sé que algo no anda<br />

bien y no es sólo por lo que me respondió. Es también porque<br />

en su última carta me escribió varios párrafos hablando de<br />

París. Lo escribió en círculos, sistemáticamente, una carta<br />

bastante larga, como excusándose. Fue solo luego de leerla<br />

varias veces que comprendí que estaba esforzándose en dejar<br />

algo por fuera.<br />

INTERCUT:


Cuando termino de armar la bolsa de Robi, las otras cuatro ya<br />

se me hacen mucho más fáciles. Reúno todos los regalos que<br />

traje para mis amigos y los pongo sobre la mesa. Relleno las<br />

bolsas, una a una con ellos. Por último, tomo la bufanda roja<br />

y la doblo con meticulosidad. La meto dentro del panfleto de<br />

emergencia del avión que ahora es una bolsa. Cuando termino,<br />

apago la luz y me acuesto. Intento dormir pero el sueño no<br />

llega. Doy vueltas y vueltas en la cama.<br />

La tumba en sí no era magnífica. Era, más bien,<br />

insignificante. Quizás por eso fue que no la vimos. Era<br />

solamente un pedazo rectangular de mármol blanco. En una<br />

esquina tenía un hueco y estaba coronada por una modesta torre<br />

de discos color cobre. De un lado decía "Julio Cortázar" y del<br />

otro "Carol Dunlop". Yo le pregunté a Maurice quién era Carol<br />

Dunlop y él me dijo que fue su última esposa. Maurice sacó un<br />

chicle de canela del bolsillo de su pantalón y se lo comió.<br />

Yo me quité las gafas, las limpié con su camisa, las revisé a<br />

contraluz y me las volví a poner. Encendí un cigarro. Maurice<br />

miró a la tumba.<br />

“Me parece muy fuerte que esta sea su tumba”, dijo, y se frotó<br />

las manos.<br />

“Sus parientes deben ser unos desconsiderados, yo le hubiese<br />

hecho una tumba increíble”.<br />

“Sí, pero quién puede culparlos. Seguramente muchos de sus<br />

cuentos tratan acerca de ellos, seguro ventiló todos los<br />

trapos sucios. Los escritores no son de fiar.”<br />

Maurice y yo nos guardamos las manos en los bolsillos. La<br />

temperatura había bajado unos cuantos grados desde que<br />

llegamos y nos obligaba a permanecer muy quietos.<br />

“Deberíamos traerles flores”. Mis palabras sonaron un poco más


cursis de lo que habían sonado en mi cabeza.<br />

“Sí, estaría bien traer algunas, pero la regresar no vamos a<br />

encontrar la tumba ni de coña.”<br />

Del bolso saqué una madeja de lana, de las que había estado<br />

usando para tejer la bufanda. "Eres como Mary Poppins", me<br />

dijo él. Yo le respondí que los dos éramos como Hanzel y<br />

Gretel: dos niños perdidos en un desierto y tomados de la<br />

mano. Amarré el hilo a los discos de la tumba y fuimos<br />

desenrollándolo lentamente en dirección a la puerta más<br />

cercana. Viendo hacia atrás podía ver la línea que salía de<br />

mi mano y nos conectaba a Cortázar. Una línea roja tan recta,<br />

tan tensa, que parecía pintada con rotulador y una regla. No<br />

dijimos nada al pasar por en frente del guardia, que había<br />

dejado el periódico y se estaba quedando dormido. Maurice y<br />

yo caminábamos muy juntos, lado a lado, tratando de<br />

aprovechar el calor. Yo iba soltando el hilo lentamente,<br />

aunque tenía suficiente como para darle tres vueltas a la<br />

ciudad.<br />

Llegamos a la floristería cuando estaban por cerrar, pero<br />

Maurice los convenció de que nos dejaran pasar. No tenían ya<br />

flores sueltas, así que decidimos comprar una maceta de barro<br />

con margaritas rojas. Maurice se ofreció a pagar por ellas,<br />

pero yo insistí en pagar entre los dos a partes iguales,<br />

para que Julio Cortázar supiera que el regalo era de ambos.<br />

Volvimos sobre nuestros pasos. Como se estaba haciendo oscuro,<br />

al entrar al cementerio los guardias nos miraron raro. La<br />

noche le daba al cementerio un aire mucho más siniestro y casi<br />

falso, como de utilería. El humo que salía de nuestras bocas<br />

me recordó a una película. Le pregunté a Maurice si él creía<br />

que estábamos muertos y no nos habíamos dado cuenta aún. "Qué


gótico por tu parte".<br />

Con la ayuda del hilo conseguimos fácilmente la tumba, y casi<br />

me arrepentí de haberlo usado, de no habernos perdido de<br />

nuevo, entre las tumbas, pero de noche. Cuando llegamos al pie<br />

de la lápida, Maurice sacó la maceta de la bolsa y la colocó<br />

junto a la tumba. Yo saqué mi pintura de labios roja, me pinté<br />

los labios, me senté con las piernas cruzadas frente al mármol<br />

de la tumba, cerré los ojos, presioné mis labios suavemente<br />

contra el mármol.<br />

Ni Maurice ni yo sentimos la necesidad de decir una sola<br />

palabra, ni tampoco de volver a discutir el episodio. En el<br />

camino de regreso amarramos el hilo a la reja para que nadie<br />

volviera a perderse.<br />

INTERCUT:<br />

Abro el clóset y saco la camisa nueva, la de los botones<br />

raros y me la llevo abajo para plancharla. La veré en unas<br />

horas. Mientras bajo las escaleras me pregunto qué tanto<br />

habrá cambiado ella. Los viajes cambian a las personas. Llegó<br />

hace tres días, pero ha estado muy ocupada con su familia y<br />

otros compromisos y no hemos podido vernos. Me seco la mano<br />

derecha con el bóxer. Enciendo la luz del cuarto del servicio<br />

y extiendo la camisa de la forma más pareja posible. No está<br />

demasiado arrugada, pero es mejor plancharla de todas maneras.<br />

En la noche tiene planeada una reunión con todos nuestros<br />

amigos, pero me dijo que podíamos vernos más temprano.<br />

Nos veremos en Bellas Artes, a las cuatro. Dijo que quería<br />

caminar un rato antes de verme. Al terminar guardo la plancha<br />

y subo a mi cuarto. Coloco la camisa sobre la cama con cuidado<br />

para no arrugarla. ¿Qué clase de regalos me habrá traído?<br />

Saco el pantalón marrón y un par de medias azules. Pienso


ponerme los mocasines de cuero que ella nunca antes ha visto.<br />

Como no estuvo aquí para mi cumpleaños, y no pudo llamarme<br />

por teléfono, me prometió que me traería lo mejor que pudiera<br />

encontrar para mí. Me voy a la ducha y espero a que el agua se<br />

caliente.<br />

Trato de imaginar el escenario real: llego y ella está de pie<br />

esperándome, con una caja envuelta en papel de regalo. Yo la<br />

veo desde lejos y corremos en direcciones opuestas, hacia<br />

el mismo punto. Yo la tomo por la cintura y le doy vueltas.<br />

Ella me mira directamente a los ojos con sus ojos azules como<br />

tratando de descubrir un enigma milenario sin solución. Nos<br />

besamos y todo lo que está alrededor se nubla, como en las<br />

películas románticas de la década pasada.<br />

INTERCUT:<br />

Un grupo de hippies ha acomodado un tarantín en el medio<br />

de la vía. Venden sandalias de cuero, piedras de cuarzo<br />

talladas, pendientes. Más allá siguen en pie los puestos<br />

de películas piratas. Yo llevo el regalo bien seguro en mi<br />

bolso, y el bolso bien seguro entre mi hombro y mi pulgar por<br />

precaución. Desde el fondo, desde el Rajatabla, camina un<br />

grupo de boy scouts con sus franelas verdes y sus pañoletas<br />

azules. Ha llovido y yacen quietos los testimonios en el<br />

suelo, en forma de charcos. Avanzan las patrullas, a lo lejos,<br />

adelante. Esquivo un charco. Avanzan las patrullas al toque<br />

del tambor... adelante. Encuentro un banco vacío en la plaza<br />

y me siento. Le echo la culpa del cansancio al calor, todavía<br />

recuerdo el frío de mediados de otoño en París, y las caras de<br />

la gente bebiendo café detrás de las ventanas los bares.<br />

Yo también bebía café en esas noches frías en las que las<br />

calles de París parecían estar bañadas por una luz amarilla


como de celuloide. El calor de un local puede ser muy<br />

reconfortante. Maurice me invitaba con frecuencia a un café<br />

que estaba cerca de la casa. La camarera, en sus treinta,<br />

caminaba muy despacio.<br />

En una oportunidad en ese café Maurice y yo retomamos la<br />

conversación del cementerio. Estabamos sentados uno frente<br />

al otro, yo ni siquiera me había quitado el abrigo del frío<br />

que tenía. Maurice tomó un sorbo de café, y yo puse mis manos<br />

alrededor de la taza de chocolate que me había pedido. Podía<br />

sentir el calor del chocolate a través de la porcelana. "Te<br />

equivocaste de historia", me dijo.<br />

“¿Qué historia?"<br />

"Hanzel y Gretel".<br />

"¿Qué pasa con ellos?" Tomé un sorbo sin quitarle la mirada a<br />

Maurice, y luego me limpié la comisura de los labios con una<br />

servilleta.<br />

"Ellos no se guiaban con un hilo, ellos dejaban migajas de<br />

pan. No somos Hanzel y Gretel. Tú eres Ariadne".<br />

Yo crucé las piernas. "¿Y tú eres el Minotauro?"<br />

"No. Yo soy Teseo, tonta.” Dijo Maurice y señalando en<br />

dirección al cementerio continuó: “El Minotauro descansa en<br />

paz."<br />

Maurice, sonrió satisfecho. Yo me quité el abrigo. Varios<br />

metros más atrás, la mesonera hablaba con el hombre de la caja<br />

y a través de las vitrinas, en París titilaban todas las luces<br />

de neón.<br />

INTERCUT:<br />

Aparco el coche y me doy prisa. Ella me está esperando en<br />

el Ateneo. En mi cabeza repaso los cinco o seis discursos


de bienvenida que había estado ensayando toda la noche. Sé<br />

que aunque los preparé bien, igual me tomará por sorpresa su<br />

llegada y me quedaré sin palabras, porque siempre me sucede<br />

cuando veo algo hermoso. Cruzo la esquina y ya desde lejos<br />

puedo verla. No trae una boina. Tiene la cabeza gacha y está<br />

sentada como indio en el suelo. Creo que está leyendo. Acelero<br />

el paso.<br />

INTERCUT:<br />

Estoy leyendo un libro en francés porque esa fue la<br />

recomendación de Maurice para que no me olvidara del idioma.<br />

El sol me molesta un poco la vista y tengo que levantarme<br />

y cambiar de posición para hacer algo de sombra sobre las<br />

páginas del libro. Del bolsillo saco mi móvil para ver si<br />

alguien me escribió un mensaje y marco las páginas del libro<br />

con un ticket del metro. Muevo la cabeza de un lado al otro<br />

y de arriba abajo para liberar la tensión del cuello. Echo<br />

un vistazo a mi alrededor pero no veo a nadie. Vuelvo a mi<br />

lectura. El francés es un idioma que a diferencia de lo que<br />

todos creen me resulta feo y gutural. Me resulta incluso<br />

ordinario y cursi. Pero si uno ya lo ha aprendido, es bueno<br />

tratar de recordarlo siempre.<br />

Los últimos días en París fueron extraños. No quería quedarme<br />

más tiempo, pero tampoco quería regresar a Caracas. Me sentía<br />

en una especie de limbo sentimental. Traté de enumerar las<br />

razones por las cuales no quería regresar, y apartando la<br />

inseguridad, la delincuencia y los problemas políticos, sólo<br />

pude pensar en otra razón. En el momento me sentí culpable<br />

por pensar en eso y traté de alejar el pensamiento de mi<br />

cabeza con todas mis fuerzas, pero mientras más intentaba<br />

desprenderme de él, más terreno parecía ganar en mi cabeza.


Siento unos dedos en mi hombro y me volteo, pero no veo a<br />

nadie más que a un mendigo a varios metros de mí. Espero que<br />

el mendigo no me haya lanzado nada, y reviso el suelo a mi<br />

alrededor para ver si fue una fruta que cayó de algún árbol<br />

cercano o qué. Pero no veo nada. Cuando voy a volver a la<br />

lectura, siento una figura al lado mío. Es Robi, que con<br />

lágrimas en los ojos me toma la cara y me besa. A mí me cuesta<br />

reaccionar y sé que estoy actuando como una idiota. Cuando<br />

finalmente nos separamos, Robi me mira a los ojos.<br />

“Hola”, le digo, y aparto la mirada.<br />

“Estás preciosa, Ceci”, me dice y busca de nuevo mi boca para<br />

besarla.<br />

Le digo: “Te traje un regalo”.<br />

“Te cortaste el pelo”, dice él y me pasa la mano por la<br />

cabeza.<br />

“Sí”, le digo y miro hacia el suelo.<br />

Robi toma el regalo y lo abre. No hace ningún gesto al ver la<br />

bolsa. Saca de ella la bufanda y la extiende, la alisa con las<br />

palmas de sus manos.<br />

“Es una bufanda”, me dice.<br />

Le digo: “La tejí yo”.<br />

“ Qué bien”, me dice. “Eres hábil”.<br />

“¿No te gusta?”, le digo.<br />

Dice: “No, no es eso” y vuelve a doblar la bufanda en cuatro.<br />

Le digo: “¿Entonces?”<br />

“Cecilia, vivimos en Caracas”, me dice.<br />

Apoyo mi mano en el suelo, me levanto. Robi se levanta detrás<br />

y se intenta poner la bufanda. Comienzo a caminar. Robi me


detiene por el hombro.<br />

“Ceci... tampoco es para tanto, me gusta la bufanda, palabra”,<br />

me dice.<br />

Robi me mira con los mismos ojos que ponen los venados antes<br />

de ser atropellados por un automóvil. La bufanda le cuelga<br />

estúpidamente sobre un hombro.<br />

Ya no hay marcha atrás. Termino con él y me despido sin darle<br />

muchas explicaciones, pero en el fondo siempre pensé que en mi<br />

caso Cortázar no era el minotauro, el minotauro estaba frente<br />

a mí. Y ahora sí, descansaba en paz.<br />

Si mi viaje a París fuese una película y yo pudiera<br />

retrocederla, no cambiaría absolutamente nada. Aun cuando<br />

la despedida de Robi fue la más triste. Si esto fuese una<br />

película es aquí donde irían los créditos.<br />

(2006)<br />

FADE TO BLACK:


PUZZLE PARA ARMAR<br />

- - - -<br />

Fue mi hermano el que me lo dió. El paquete con el puzzle y los<br />

chocolates. Me los dió mi hermano y no paró de fastidiarme en<br />

toda la semana. "Pero si yo me vine solo, Manuel, ya te lo dije".<br />

Es verdad, me vine sólo. Salí del propedéutico como a las 8 y me<br />

vine sólo. No había nadie conmigo en el taxi. Él me dijo que ella<br />

le dijo que fue el jueves. Y precisamente, el jueves me vine yo<br />

solo. Verdaderamente, Manuel nunca me cree nada de lo que le digo.<br />

Entonces llega y me dice, me dice "Eso, levantándote tipas en los<br />

taxis". Que no, coño, que me vine sólo. "Y estaba burda de buena,<br />

Jorgito, era una catirota así, qué galán." Y dale con lo mismo.<br />

Ahora, si yo hubiera sido el tipo del taxi, seguro que me acordaba.<br />

Eso está claro. Uno recuerda a las catirotas así, uno las recuerda<br />

y lo usa más tarde. Está claro eso. Pero yo no recuerdo a ninguna<br />

catirota así que haya compartido el taxi conmigo el jueves pasado.<br />

Es más, no recuerdo que ninguna catira haya compartido el taxi<br />

conmigo nunca. Estaban buenos los chocolates. Estaban buenos, eran<br />

italianos, seguro le costaron caros. También armé el puzzle. Las<br />

piezas eran blancas y sólo tenían letras y números.<br />

Pobre catira, se confundió de casa. Me dejó el paquete a mí. Debe<br />

ser muy valiente. Yo creo que yo no me atrevería a dejarle un<br />

paquete a una desconocida, ni siquiera a una conocida que me guste,<br />

de pana. Me dió como paja responderle. Dejó su correo en la nota del<br />

puzzle, pero ni de vaina, ¿Qué iba a decirle? "Mira, catira, catira<br />

linda, valiente catira, yo no soy el tipo del taxi. El tipo del taxi<br />

es otro tipo. Otro que no soy yo. Me comí los chocolates, catira, lo<br />

siento, pero estaban muy buenos. Armé el rompecabezas, es una idea<br />

un poco cursi, pero gracias." Seguro que me odiaría.<br />

Una vez, en la cantina del colegio, casi me enamoro de una chama


que estaba en la cola. Me enamoré por cinco minutos. Luego se fue.<br />

La chama de la cantina era catira pero no era así sino así. Era<br />

muy linda. Luego bajé toda la semana a la cantina esperando a que<br />

volviera pero nunca volvió la desgraciada. Las catiras, sean así<br />

o así, nunca vuelven. Me pregunto que hizo el del taxi para que<br />

ella volviera. Porque si las catiras volvieran así de fácil, todos<br />

tendríamos una, incluyéndome. Yo saldría con ella a todos lados. Yo<br />

y mi catira. Todos verían a mi catira con envidia.<br />

Debería responderle. ¿Y si le respondo y luego consigue al tipo del<br />

taxi? ¿Y si le respondo y me dice "Oye, gracias por responderme,<br />

Jorge, que lindo eres, Jorge, quiero salir contigo y regalarte<br />

chocolates y dejarte puzzles y volver a ti, Jorge ¿El tipo del<br />

taxi? No, eso ya no importa, ya no quiero a ningún tipo de ningún<br />

taxi, sólo te quiero a ti, Jorge, Jorgito, quiero dejarte noticas y<br />

chocolaticos y salir contigo y darte besos, Jorgito." Que bella la<br />

catira. Pero yo no me monté con nadie en el taxi el jueves. Ni con<br />

una catira ni con nadie.<br />

¿Y si le escribo y me dice "No, no quiero nada contigo, maldito,<br />

dame mis chocolates, sinvergüenza, falta de respeto. Dame mis<br />

chocolates, infeliz. No me interesa tu nombre, dámelos"? La muy<br />

perra, seguro me diría eso. Mejor no le digo nada, que se joda.<br />

***<br />

Normalmente yo no haría eso. Es muy arriesgado. Pero es tan bello.<br />

Yo estaba en la cola de los taxis del Unicentro. Para llegar a mi<br />

casa siempre es lo mismo. Agarra la camionetica, la camionetica<br />

ful de gente, ¿No? Tu agarra tu camionetica y busca puesto y la<br />

vieja con la bolsas que te empuja y tu "Pero señora" y ella que ni<br />

se disculpa. Entonces la camionetica, que tienen unos choferes muy<br />

amargados, llega el chofer y pega el frenazo y tu pegas la cara de<br />

la axila del tipo de tu izquierda. El tipo de tu izquierda siempre


es un negrote sudado de todo el día de trabajo que aprovecha el<br />

frenazo para verte todo y se ríe el obrero ese, con sus dientes<br />

todos puercos, y uno piensa: "Oiga, señor, oiga, no me mire así,<br />

que yo también tengo una madre, ¿Oyó? Yo también tengo una madre.<br />

Mire, no se haga el loco, ¿Qué? ¿Le gustaría que le miraran así a<br />

su madre? ¿Ah? ¿Le gustaría que le vieran todo y pusieran esa cara?<br />

¿Ah? Es con Usted" Verdaderamente.<br />

Bueno, luego el metro y luego los taxis del Unicentro. Los taxis<br />

del Unicentro son taxis colectivos. Uno se para en la cola de<br />

los taxis y ellos van llamando. Que si para La Urbina, o para<br />

Terrazas, o a la Miranda, o llaman para Horizonte. Uno se monta con<br />

muchos desconocidos que van para donde uno va y cada uno paga mil<br />

quinientos por un puesto y así todos salen ganando. Yo vivo en La<br />

Urbina. Entonces uno se para ahí y hace su cola y espera su turno. Y<br />

yo llegué ese día a la peor hora. La peor de todas que es tipo a las<br />

6, 7. La cola era de un kilómetro, lo juro. Llegaba hasta la parada<br />

de autobuses a una cuadra.<br />

Total que yo me paro ahí y me pongo a pensar que como que ya es<br />

hora, ¿No? ya es hora de que me den carro porque francamente, esta<br />

colita todos los días. Todos los días la colita y la otra colita y<br />

la otra colita. Los días están compuestos principalmente de colitas.<br />

Esto no es vida. Y mis viejos que la cosa está apretada. Y luego<br />

mi papá vá y se compra una moto. Pero bueno es su plata y ya, ¿No?<br />

Bueno.<br />

Entonces yo en la cola y el tipo que tenía atrás tenía un maletín.<br />

Era un Viejo tipo ejecutivo con su chaqueta y sus canas y su<br />

maletín, más solo que la una. Volteaba para arriba a las ventanas<br />

del gimnasio del centro comercial donde las tipas y las amas de<br />

casa están siempre fajadas haciendo bailoterapia. Estaban en mallas<br />

las mujeres del gimnasio, ¿No? y el tipo viéndolas. Sinceramente.<br />

Seguro tenían puesto que si un merengue de Olga Tañón, porque cómo


se meneaban, quizás era reggaetón. No sabría decirlo con seguridad<br />

porque yo venía oyendo música.<br />

Yo siempre vengo oyendo música. Me encanta. Siempre que pienso en<br />

Dios me parece que no es del todo listo. Dios ha debido ponerle<br />

banda sonora al mundo, el mundo sería muchísimo mejor si tuviera<br />

banda sonora. Pero no cualquier banda sonora, Olga Tañón, por<br />

ejemplo, no me gusta, sería terrible como banda sonora. Si Olga<br />

Tañon fuese la banda sonora, el mundo sería como las películas<br />

mexicanas de bajo presupuesto. Hay música y hay música. La música<br />

que sí me gusta es la que vengo oyendo yo. Porque uno no va a<br />

venir oyendo algo que no le gusta. Claro, ¿No? Entonces detrás del<br />

viejo ejecutivo del maletín llega y se para el Chico Más Bello del<br />

Planeta. Así, como si fuera cualquier persona. Llega y se para ahí,<br />

a medio metro. Y vamos a estar claros en una cosa: Quizás para<br />

usted, o para una estética común, este chico no sería el Chico Más<br />

Bello del Planeta. Sería sólo un chamo y ya. Con un leve problema de<br />

acné, quizás. Pero él era El Chico Más Bello del Planeta aunque los<br />

demás no se dieran cuenta.<br />

Venía oyendo música como yo. Me encanta cuando los extraños vienen<br />

oyendo música porque me pongo a imaginarme qué están oyendo y es muy<br />

divertido. Entonces él venía oyendo la música que le gusta a él.<br />

Igual como yo venía oyendo música. Pero yo no venía oyendo la música<br />

que le gusta a él sino la que me gusta a mí. Bueno, entonces se para<br />

ahí con su camisa de cuadritos amarilla, porque el Niño Más Bello<br />

del Planeta no podría vestirse de otra forma. Con su camisa y sus<br />

audífonos. Y ya yo sé que seguro estaba oyendo música muy fina. Si<br />

su vida tuviera banda sonora, seguramente sería música muy bonita,<br />

seguro folk, seguro Bob Dylan o Vashti Bunyan y yo también estaba<br />

allí muerta de la pena sin poder quitarle la mirada al piso, que<br />

cosas.<br />

Uno nunca se atreve a darle la cara a las cosas demasiado bonitas o


demasiado feas. Uno mira para abajo, al piso, y ya. Un parapléjico,<br />

uno mira al piso. El Niño Más Bello del Planeta, uno mira al piso.<br />

Lo que es la pena. Y yo veía al piso pero pendiente ¿No? Así con<br />

el rabillo del ojo, pues. Pero viendo al piso. Y de pronto me doy<br />

cuenta de que el Niño Más Bello del Planeta me está viendo a mí.<br />

Me está viendo y con curiosidad. Probablemente es por mi corte de<br />

pelo. Seguramente es por eso que me estaba viendo, pensaba yo, pero<br />

me seguía viendo y levanté un poco la mirada para ver si sonreía,<br />

y nos vimos un poquito. Yo sentí que me iba poniendo toda roja y<br />

que un calorcito me subía por el cuello y me mordía la cara y la<br />

nariz, y no me quedó más remedio que sonreir, reirme, siempre me río<br />

cuando estoy muy nerviosa. Mirando el piso. Hay que ver lo que es la<br />

pena. Creo que el viejo ejecutivo se dió cuenta de toda la situación<br />

porque me veía como con lástima y se reía, se reía de mí, qué rabia.<br />

Entonces como que me tocó el turno en los taxis, ¿No? porque ya<br />

se me iba olvidando que a todas estas yo estaba en una cola para<br />

agarrar un taxi. Entonces me toca el turno. Me tenía que tocar algun<br />

día. Y yo digo que para La Urbina y él dice que para La Urbina, y<br />

yo ya no podía creerme que iba a compartir el taxi con el Niño Más<br />

Bello del Planeta.<br />

Pero como son las cosas, como es el mundo de despiadado que el viejo<br />

ejecutivo, el yuppie, el mirón, el sádico ése, también iba para La<br />

Urbina y se sentó en el medio. Seguro que lo hizo a propósito eso de<br />

sentarse en el medio. Si él no podía quedarse con ninguna mujer en<br />

mallas, ¿Por qué iba a permitir que yo me quedara con el Niño Más<br />

Bello del Planeta? Y nada, se sentó ahí con su estúpido maletín y su<br />

cara de wallstreet y su chaqueta y sus canas y su risa. Los viejos<br />

ejecutivos nunca entienden nada. Bueno, mentira, sí entienden.<br />

Entienden los números y tal, las acciones, los teléfonos con manos<br />

libres. Las raíces cuadradas. De eso entienden.<br />

Total que el Niño Más Bello del Planeta y yo tuvimos que vernos


de lejos. Recuerdo que en un momento, los dos estiramos la mano<br />

para pagar y casi rozo la suya. Y a mí me pareció que aunque el<br />

taxi se estaba moviendo estabamos todos estancados. Estacionados.<br />

O de retroceso. Que nadie llegaría a ningún sitio nunca. Que la<br />

gente corre en círculos sin darse cuenta. Esperando llegar a alguna<br />

parte. No se dan cuenta, no nos damos cuenta, estamos estacionados.<br />

Y entonces llegamos a su casa, ¿No? Y él se baja y con gestos de<br />

resignación nos movemos, él hacia la reja roja y yo dentro del taxi,<br />

con destino a ninguna parte. La banda sonora de momentos como este,<br />

es el silencio. A veces, Dios acierta un poco.<br />

***<br />

Yo de verdad que no la entiendo. De pana. No entiendo nada, para<br />

nada, o sea, si tu ves a un tipo bello y el te mira a tí, pana, tu<br />

agarras y haces algo. Le pides la hora al tipo, o un yesquero, o le<br />

dices: "Oye, qué calor, qué clima" yo qué sé, cualquier vaina, uno<br />

se inventa algo, pero la galla esta nada. Nada de nada. Nada, pana.<br />

Y yo le dije, porque se lo dije, le dije, nada marica, vas, le dejas<br />

algo, un disquito o una cita o la letra de alguna canción que te<br />

guste, algo de los Doors, pana, Jim Morrison tiene unas letras, uf,<br />

no, no puedo con Jim y la galla esta me dice que no, que va a pensar<br />

que está loca. Que es una creepy y yo le digo que no, pana. No va a<br />

pensar nada.<br />

Yo lo hice una vez. Le dejé regalos en la puerta a mi ex antes de<br />

conocerlo. Le dejé los regalos como por dos meses. Luego me jodió<br />

la vida, ¿No? pero ese no es el punto, el punto es otro. El punto<br />

es que al menos lo intenté. No me quedé con las ganas, pues ¿Y<br />

sabes lo que me dijo? Qué tontica, me dijo "Mira, Coqui, mira" me<br />

dijo "Va a pensar que tengo mi cuarto forrado con fotos suyas que si<br />

en la parada de autobús, en la panadería pidiendo un cachito. Va a<br />

pensar que soy una desbalanceada mental, una enferma" y yo le dije<br />

que no sea tonta, que yo la acompaño, y ella que no que va a pensar


que estoy loca y yo que no y ella que sí y luego la convencí. Le<br />

dije "Si quieres yo se la pego en la puerta. Si te da tanta pena, yo<br />

lo hago". Yo sí, a mi no me da pena, ella es mi amiga. Entonces ella<br />

dijo OK y fuimos, ¿No?<br />

Tenías que verla a la pobre, sudando. Había preparado un<br />

rompecabezas que pintó de blanco con spray y pensaba anotarle encima<br />

a las piezas. Se tardó como una hora pensando lo que iba a escribir.<br />

Yo hubiera puesto la letra de una canción de Jim Morrison. Algo<br />

así, a ella le daba cosa sonar intensa, entonces colocó algo más<br />

personal.<br />

Total que me bajo y ella se baja conmigo y le quería dejar los Bacci<br />

y el puzzle pegados a la puerta con teipe. A la puerta de la casa.<br />

Y yo le digo que el clima, ¿No? Que el clima y la gente que pasa,<br />

uno no puede confiar en la gente, son Baccis. Hay que tocar el<br />

timbre. Y ella que ni de vaina. El timbre, le dije. Y ella “es un<br />

intercomunicador”, ¿Y qué? "¿Y si sale él?", me dice, y yo "mejor" y<br />

ella "No entiendes nada". Entonces le dije que se fuera al carro y<br />

ya, que yo toco. Y ella se mete en el carro y sube las ventanas y se<br />

esconde debajo del asiento. Honestamente, ni que fuéramos a robar un<br />

banco.<br />

Entonces toco y me atiende alguien ahí que y que no me va a abrir<br />

y yo que sí, que abras, que tengo algo para el chamo de la casa.<br />

Y el que si como sabe él que no es una bomba y yo que coño pana,<br />

no es una bomba, pana, es una nota y unos chocolates. Y él que si<br />

como sabe que no es un secuestrador, que si estoy segura de que<br />

no soy un comando de las FARC y yo que dale, que abras, son sólo<br />

unos inocentes chocolates, una inocente notica, vale. Y que no, que<br />

los lance por encima del muro. Paranoide... y yo "Mira, no es una<br />

pelotica de goma, ¿OK? Son chocolates, se quiebran." Entonces llega<br />

y me abre la puerta sólo un poquito y me mira de arriba a abajo y<br />

seguro que era el jardinero o algo así porque vaya qué pinta y qué


modales. Honestamente. Entonces el jardinero y que "Dámelo, pues",<br />

¿Dámelo pues?, ¿Qué es eso? Pero se lo doy y le digo: "Mira, le<br />

dices que son de la niña con la que compartió el taxi ayer" Y el<br />

jardinero me tranca la puerta así, sin desperdirse. Jardineros...<br />

son todos iguales.<br />

***<br />

Lo injusto de todo es que te quitan las oportunidades. Así. Te las<br />

arrancan de las manos. Te dan una ventana, sí, seguro, pero luego<br />

te la cierran de golpe. Sin más. Uno piensa "Seguro que esta vez<br />

sí", pero no. Era sólo para mantenerte alerta. ¿Sabes cuando uno ve<br />

a una extraña en la calle y ella te mira y tú sabes, en ese breve<br />

instante, sabes, que si se conocieran, si le dijeras tu nombre<br />

y ella te dijera el suyo, tú sabes que podrían completarse. Que<br />

podrían reir y llorar y abrazarse y hacer que la vida fuera un poco<br />

más tolerable, un poco menos vacía. Tú lo sabes. Pero luego cambia<br />

el semáforo. O se cierran las puertas del ascensor. O simplemente<br />

sigues tu camino y ella el suyo y se pierden de nuevo para siempre.<br />

El destino definitivamente es una mierda. Una cochinada. Una<br />

inmundicia. Si ella se hubiera bajado antes todo hubiese sido<br />

diferente. Pero no, ahí mete la mano el destino y uno es el que se<br />

baja antes. Y uno dice. Uno piensa: "¿Qué hubiese pasado si...?",<br />

pero no. Y: "¿Qué tal si?", pero tampoco. ¿Qué tal si le hubiera<br />

dicho: "Hola, hola, ¿Tienes novio? ¿No? ¿Tienes nombre? ¿Alicia?<br />

Mucho gusto, Alicia, soy Carlos." Pero no. Nada de eso. Nada.<br />

Ella tenía una carpeta. La abrazaba así como si fuera la víctima<br />

de un naufragio. Ella y su carpeta y sus ojos que se escurren<br />

y su pelo negro que absorbe toda la luz. Pero su carpeta y yo<br />

pensando "Abrázame a mí, abrázame". Y la carpeta y ella y yo tan<br />

lejos y tan cerca. Y ya pasó una semana y ella que no vuelve a<br />

aparecer en los taxis. ¿Qué le va a hacer uno, no? Así son las


cosas. Uno se va conformando con sus objetos y su destino y su<br />

universidad y su música. Ah, pero la música...<br />

(2005)


El pueblo esquimal de<br />

los inuit se asentó<br />

en las regiones<br />

árticas de América,<br />

Groenlandia y Siberia<br />

junto a los primeros<br />

protoamerindios de<br />

Asia. Se estima que<br />

en estas regiones<br />

viven hoy en día<br />

cerca de 100.000<br />

personas.<br />

La mayor fuente de<br />

alimento de los<br />

inuit proviene de<br />

la caza, y por eso<br />

han desarrollado<br />

un estilo de vida<br />

nómada, siguiendo<br />

las migraciones de<br />

sus presas. Los<br />

animales que cazan<br />

suelen ser focas,<br />

osos y ballenas.<br />

Sin embargo, los<br />

inuit dependen<br />

AURORA BOREAL<br />

- - - -<br />

Vista desde<br />

abajo, la<br />

postura de los<br />

libros es firme.<br />

Parecen un<br />

regimiento de<br />

soldados en<br />

posición de<br />

saludo izando<br />

alguna bandera<br />

imaginaria. Los<br />

lomos descansan<br />

en el último<br />

estante de la<br />

biblioteca<br />

alternando sus<br />

colores desde el<br />

orden alfabético<br />

que le han<br />

impuesto sus<br />

títulos. A la<br />

corta distancia<br />

de medio metro<br />

es posible<br />

identificar cada<br />

color con<br />

precisión. Si<br />

nos separara de<br />

12 de marzo<br />

Naím entró a mi<br />

oficina hoy y cerró<br />

la puerta. “me<br />

acordé mucho de ti<br />

ayer”, me dijo. Yo<br />

levanté la mirada<br />

del informe de<br />

Daniel (creemos que<br />

es epilepsia) y le<br />

sonreí. Ella me<br />

contó que está muy<br />

deprimida y está<br />

pensando que en vez<br />

de hacer la maestría<br />

en educación, que<br />

sería mejor hacer un<br />

curso de<br />

azafata. “¿Pero tú<br />

estás loca, chica?”<br />

le dije, “Tienes una<br />

niña pequeña y vas a<br />

estar pasando un día<br />

aquí y dos allá. No<br />

puede ser.” Ella<br />

cambió el tema. “Me<br />

acordé de ti ayer en<br />

el aeropuerto cuando<br />

fui a buscar a mi<br />

primo. Había una<br />

familia despidiendo<br />

a su hijo que se iba<br />

a vivir a Miami.<br />

Toda la familia<br />

estaba triste, pero<br />

en especial la mamá,<br />

la mamá lloraba con<br />

más fuerza, como si<br />

se le estuviera<br />

yendo el alma. El<br />

muchacho, que tiene


completamente del<br />

medio ambiente, y los<br />

recursos suelen ser<br />

escasos.<br />

La supervivencia<br />

para una familia<br />

inuit es una cuestión<br />

muy difícil. Cada<br />

persona hace el mayor<br />

esfuerzo posible por<br />

procurarse su propio<br />

alimento, su propio<br />

abrigo y por cubrir<br />

sus necesidades<br />

básicas. Usualmente<br />

la productividad<br />

de un inuit basta<br />

únicamente para<br />

alimentarse a sí<br />

mismo.<br />

Los niños varones son<br />

vistos por el resto<br />

de la tribu como<br />

una gran bendición,<br />

puesto que aunque<br />

deberán alimentarlos<br />

y cuidarlos durante<br />

años antes de que<br />

puedan procurarse<br />

su alimento, en el<br />

futuro se convertirán<br />

ellos una vasta<br />

pradera, si el<br />

mueble estuviese<br />

a varios metros<br />

de distancia,<br />

veríamos en<br />

cambio una<br />

mancha lejana,<br />

homogénea y<br />

marrón. Pero nos<br />

encontramos<br />

cerca. De<br />

izquierda a<br />

derecha el<br />

panorama: verde,<br />

verde más claro,<br />

amarillo, azul<br />

claro, cobalto,<br />

azul marino, un<br />

color similar al<br />

morado, marrón,<br />

etc. Son tomos<br />

gruesos,<br />

probablemente<br />

enciclopedias o<br />

manuales de<br />

algún tipo. Una<br />

mano se acerca a<br />

ellos con el<br />

dedo índice<br />

extendido.<br />

como la edad de tu<br />

hijo Jorge, se<br />

despidió y se fue<br />

arrastrando la<br />

maleta. Bueno, para<br />

qué te cuento, esa<br />

señora se quedó<br />

llorando ahí,<br />

aferrándose a la<br />

barandilla, e<br />

incluso cuando la<br />

mano del muchacho ya<br />

ni se veía a lo<br />

lejos, la señora se<br />

quedó ahí, como si<br />

con ese gesto<br />

pudiera irse con<br />

él.” Naím terminó de<br />

contarme eso y ya<br />

estaba llorando. Yo<br />

saqué un papel y le<br />

anoté un<br />

número. “Toma,<br />

llama, terapia<br />

solidaria”, le dije,<br />

porque ella se puso<br />

a llorar<br />

identificándose<br />

conmigo y yo ni<br />

siquiera estaba<br />

llorando.<br />

15 de marzo<br />

Jorge no me escribe<br />

ni me coge el<br />

teléfono. Voy a tener<br />

que decirle a su<br />

papá que elimine el<br />

plan de llamadas al<br />

extranjero porque<br />

para qué vamos a<br />

pagar por un servicio<br />

que nunca usamos. A<br />

veces pienso que no<br />

me extraña y que no<br />

le interesa hablar


en cazadores que<br />

contribuirán a la<br />

productividad de<br />

la familia. Sin<br />

embargo, tan pronto<br />

como el niño inuit<br />

está en capacidad<br />

de trabajar, se le<br />

ceden labores menores<br />

como la confección<br />

de abrigos y otros<br />

trabajos manuales.<br />

Posteriormente el<br />

niño inuit aprenderá<br />

las técnicas de caza<br />

de la tribu y se<br />

integrará al grupo de<br />

cazadores.<br />

En el caso de<br />

los ancianos, es<br />

diferente. Un anciano<br />

inuit consume más<br />

recursos de los que<br />

está en capacidad de<br />

producir. En tiempos<br />

de escasez, los<br />

ancianos inuit no<br />

pueden ser mantenidos<br />

por la tribu y<br />

representan una carga<br />

para el resto de la<br />

MANUAL<br />

DIAGNÓSTICO Y<br />

ESTADÍSTICO DE<br />

TRASTORNOS<br />

MENTALES DSM IV.<br />

Color vinotinto,<br />

letras doradas.<br />

El dedo recorre<br />

los lomos<br />

lentamente,<br />

pasando revista.<br />

LAS PERVERSIONES<br />

EN LA PRÁCTICA<br />

PSICOANALÍTICA.<br />

Color blanco,<br />

letras negras.<br />

Desde la puerta<br />

del estudio es<br />

posible notar,<br />

aún teniéndola<br />

de espaldas y<br />

sobre la<br />

escalera, como<br />

su espalda se<br />

contrae un poco<br />

debajo de la<br />

bata de motivos<br />

florales. En el<br />

piso hay una<br />

montaña de<br />

libros en<br />

conmigo. Pero me he<br />

desprendido mucho de<br />

toda la situación. Es<br />

casi como si no me<br />

importara. Creo que<br />

debería tratar eso<br />

la próxima sesión.<br />

Pienso que en el<br />

fondo sí me importa y<br />

el desprendimiento es<br />

superficial, falso.<br />

No sé que hacer con<br />

él. Pedro se va a<br />

Miami la semana que<br />

viene a terminar<br />

de arreglar lo del<br />

negocio. Quizá pueda<br />

hablar con él y ver<br />

qué es lo que le<br />

pasa.<br />

20 de marzo<br />

A veces siento mucha<br />

rabia.<br />

21 de marzo<br />

Hoy se fue Pedro<br />

para Miami. La casa<br />

está sola. Voy a<br />

aprovechar que se<br />

fue para limpiar<br />

el estudio, es<br />

increíble la cantidad<br />

de porquería que<br />

tiene acumulada. Lo<br />

peor es su eterno<br />

complejo de Napoleón,<br />

conquistando todos<br />

los espacios de<br />

la casa con sus<br />

herramientas. Hasta<br />

los está poniendo en<br />

el cuarto de Jorge.<br />

Yo me enfadé y tuve<br />

que decirle que en


familia, pues los<br />

alimentos que sobran<br />

deben ser utilizados<br />

para alimentar a<br />

los infantes o para<br />

mantener a los<br />

cazadores en mejores<br />

condiciones para<br />

traer comida a los<br />

demás. De manera que<br />

en muchos casos,<br />

los mismos ancianos<br />

inuit abandonan a<br />

sus familias y se<br />

alejan caminando, a<br />

través de kilómetros<br />

de nieve, hasta<br />

encontrar un sitio<br />

tranquilo donde<br />

esperar a la muerte.<br />

Este ritual recibe<br />

el nombre de<br />

Guovssahasah, la<br />

misma palabra que<br />

utilizan los inuit<br />

para denominar el<br />

fenómeno de la<br />

aurora boreal. Su<br />

significado podría<br />

traducirse como "El<br />

sol que brilla<br />

desorden.<br />

Los hombros de<br />

la mujer se<br />

alzan y después<br />

caen, caen,<br />

caen. Su dedo da<br />

con lo que<br />

estaba buscando.<br />

PRINCIPIOS<br />

PSICOLÓGICOS DEL<br />

ANÁLISIS<br />

INFANTIL. Color<br />

gris, letras<br />

azul marino. El<br />

libro gira sobre<br />

uno de sus<br />

vértices cuando<br />

el dedo lo<br />

extrae del<br />

estante y lo<br />

deja caer. Cae<br />

pesado dibujando<br />

una línea recta<br />

antes de dar<br />

con un PLAF!<br />

sobre la pila de<br />

compatriotas en<br />

el suelo. En el<br />

espacio que<br />

ocupaba el libro<br />

el cuarto de Jorge<br />

no. Que el hecho de<br />

que se haya ido no<br />

transforma su cuarto<br />

en un depósito. De<br />

todas formas no<br />

me hizo caso. Voy<br />

a aprovechar para<br />

limpiar el estudio,<br />

y sacaré mis libros<br />

de ahí. Hay que ir<br />

dando pasos pequeños<br />

para poder tomar las<br />

decisiones grandes.<br />

Los pondré en una<br />

de las maletas por<br />

el momento. Esta<br />

sensación es casi<br />

surreal.<br />

22 de marzo<br />

La sesión de hoy fue<br />

excelente. Le conté<br />

a Ana acerca de mi<br />

renovado interés por<br />

la cocina y de<br />

ciertas decisiones<br />

que quiero tomar. Yo<br />

sé que no va a ser<br />

sencillo, pero como<br />

le dije durante la<br />

sesión: yo no quiero<br />

depender de nadie.<br />

Yo no quiero<br />

terminar como mis<br />

padres, siendo una<br />

carga para mis<br />

hijos. Ana me dijo<br />

que estoy padeciendo<br />

el síndrome del nido<br />

vacío. Y yo le<br />

respondí que no es<br />

el caso, que esto no<br />

es la pareja<br />

reencontrándose<br />

después de los hijos


intensamente en el<br />

cielo por la mañana<br />

o por la noche",<br />

similar a Aurora,<br />

la palabra latina<br />

para el amanecer.<br />

Pero esta palabra<br />

se podría traducir<br />

también como "El<br />

fuego encendido<br />

por un pájaro, el<br />

arrendajo funesto".<br />

Este término también<br />

se refiere a la luz<br />

audible, aunque no<br />

existe ninguna prueba<br />

científica de un<br />

sonido audible salido<br />

de la aurora.<br />

La utilización de<br />

la misma palabra<br />

para denominar al<br />

ritual de la muerte<br />

de los ancianos y<br />

la aurora boreal<br />

tiene una explicación<br />

relacionada con el<br />

mundo espiritual.<br />

Los inuit creen que<br />

el espíritu de los<br />

ancianos muertos<br />

hay ahora un<br />

hueco, un<br />

espacio vacío.<br />

El libro que<br />

estaba<br />

inmediátamente a<br />

su izquierda, y<br />

que solía<br />

apoyarse en él<br />

pierde el<br />

balance y cae<br />

derribado sobre<br />

UNA CONTRIBUCIÓN<br />

A LA<br />

PSICOGÉNESIS DE<br />

LOS TICS, color<br />

negro, letras<br />

grises, que<br />

estaba de pie<br />

justamente del<br />

otro lado del<br />

hueco que dejó<br />

el caído. La<br />

mano va<br />

recorriendo<br />

ahora con más<br />

rapidez,<br />

extrayendo<br />

libros y<br />

lanzándolos al<br />

suelo. GRAN<br />

y mirándose cara a<br />

cara de nuevo. Aquí<br />

no hay reencuentro.<br />

Yo siento que ya he<br />

hecho todo lo que he<br />

podido. Me mantuve<br />

firme, fui siempre<br />

conciliadora, creo<br />

que he sido una<br />

buena madre y una<br />

buena esposa. A<br />

veces me siento<br />

cansada de ser<br />

siempre la que tiene<br />

que ajustarse. No sé<br />

si estoy preparada<br />

para las decisiones<br />

que tengo que tomar.<br />

23 de marzo<br />

Hoy logré hablar con<br />

Jorge. Todo está<br />

bien.<br />

25 de marzo<br />

Hoy le dediqué todo<br />

el día a limpiar<br />

el estudio y sacar<br />

mis libros. Dejé<br />

el televisor de la<br />

sala encendido para<br />

sentirme acompañada.<br />

Empecé sacando mis<br />

libros<br />

favoritos y los que<br />

sé que voy a<br />

necesitar, porque no<br />

voy a poder<br />

llevármelos todos,<br />

al menos no todos de<br />

una vez. Los fui<br />

sacando de los<br />

estantes y<br />

lanzándolos al suelo<br />

sin mucho cuidado.


sube al cielo y sus<br />

actividades son<br />

visibles desde la<br />

tierra. Los Inuit de<br />

la zona de la Bahía<br />

de Hudson creen que<br />

los espíritus que<br />

habían padecido una<br />

muerte voluntaria,<br />

así como cuervos,<br />

se sitúan sobre un<br />

camino peligroso,<br />

sosteniendo antorchas<br />

para guiar los<br />

pasos de los recién<br />

llegados.<br />

ENCICLOPEDIA DE<br />

LA ANTROPOLOGÍA<br />

SOCIAL se abre<br />

en el trayecto,<br />

sus hojas se<br />

abren en el aire<br />

y por un segundo<br />

es un pájaro<br />

estirándo sus<br />

alas. De sus<br />

hojas cae una<br />

flor plana, una<br />

trinitaria.<br />

Color rosado,<br />

tallo negro. Que<br />

se había estado<br />

secando dentro<br />

del libro quién<br />

sabe desde<br />

cuando.<br />

Finalmente cae<br />

el libro lomo<br />

abajo sobre la<br />

pila de los<br />

caídos, sobre<br />

las bajas. Los<br />

hombros de la<br />

mujer se alzan.<br />

Caen, caen,<br />

caen. Coge el<br />

trapo con<br />

Cuando me bajé de la<br />

escalera para poner<br />

los libros en la<br />

maleta, me di cuenta<br />

de que de uno de<br />

ellos se había caído<br />

una trinitaria.<br />

Tiene que haberse<br />

caído del libro de<br />

antropología social<br />

porque fue el único<br />

que cayó abierto y<br />

tenía los bordes de<br />

la flor impresos en<br />

la página. Lo que<br />

son las ironías, la<br />

página donde estaba<br />

la flor era un<br />

ensayo sobre la<br />

cultura esquimal y<br />

su relación con la<br />

muerte. Es la<br />

perfecta<br />

sincronicidad de<br />

Jung. Con la flor No<br />

supe muy bien qué<br />

hacer, ni siquiera<br />

recuerdo en qué<br />

momento la puse ahí<br />

ni tampoco cuándo la<br />

arranqué. De todas<br />

formas la tomé por<br />

el tallo con cuidado<br />

para que no se<br />

deshiciera y pensé<br />

en lo rápido que<br />

pasa el tiempo, en<br />

lo poco concientes<br />

que estamos de eso<br />

cuando somos<br />

jóvenes. En la forma<br />

en que los sueños se<br />

aplacan y se secan.<br />

Y como todo, todo,<br />

al final se resume<br />

en las despedidas.<br />

Después me acerqué a


alcohol y limpia<br />

los espacios<br />

vacíos en el<br />

estante.<br />

(2006)<br />

la ventana, la abrí<br />

y solté la flor, que<br />

se fue planeando por<br />

el aire hasta<br />

perderse en la<br />

lejanía.


EJERCICIO DE DESCRIPCIÓN DE<br />

LENGUAJE 101<br />

- - - -<br />

Al dibujar lo más importante es la proporción. El hombre<br />

promedio mide siete cabezas mientras que la mujer mide seis,<br />

pero ella mide sólo cinco y medio. No sé si es porque es muy<br />

bajita o porque su cabeza es demasiado grande.<br />

Cuando uno ya tiene la estatura marcada en el papel, procede<br />

a escoger una postura para el esqueleto. Es preferible evitar<br />

posiciones cliché como un cuerpo completamente de frente o de<br />

perfil o incluso combinaciones raras de ambas porque entonces<br />

puede terminar pareciendo un jeroglífico de alguna pirámide<br />

egipcia. Ella es un buen personaje porque tiene una postura un<br />

poco desgarbada, como si siempre cargara un bolso sobre los<br />

hombros.<br />

Al terminar de dibujar el esqueleto de palitos, uno le agrega<br />

el cuerpo (a mí me gusta comenzar por el torso). Como ella es<br />

una mujer, se le deben colocar senos sobre las costillas que<br />

dibujamos. Sus senos son redondos, medianos. Su cintura es<br />

fina.<br />

Si uno está satisfecho con el torso, puede pasar a dibujar las<br />

extremidades. Se dibujan los brazos y piernas como un montón<br />

de óvalos, o como dice mi profesor de dibujo "salchichas"<br />

que se hacen más finas o más gruesas en las articulaciones.<br />

Los brazos de ella cuelgan a lo largo del cuerpo y sus dedos<br />

se enroscan en un cigarro a medio fumar. Los cigarros miden


siempre 3/4 de un dedo índice promedio, pero como ella fuma<br />

Belmont, los suyos son más cortos.<br />

Las piernas en cambio son carnosas. No quise darle piernas<br />

flacas como las de las actrices rubias que aparecen en series<br />

de televisión. Las nalgas son anchas pero no demasiado, y para<br />

no sentirme tan mal la cubrí con un bluejean gastado.<br />

Una vez que tenemos el dibujo básico trazado podemos comenzar<br />

a agregar los detalles que son la parte más divertida. Si<br />

usted no esta satisfecho con lo que lleva hasta ahora puede<br />

borrarlo o comenzar de cero con una hoja nueva.<br />

Cuando se trata de detalles yo comienzo con el cabello. Mi<br />

personaje tiene el cabello corto, negro y matte. Le da un aire<br />

un poco descuidado pero resalta su aspecto alternativo. A ella<br />

no le gustaría que le dijeran alternativa. Luego vienen sus<br />

ojos. Son grandes como los de un animé japonés. Si quisiera<br />

dibujarla como en las series animadas japonesas le pondria<br />

dos moños, botas de robot y un fondo espacial. Pero la estoy<br />

dibujando de una forma más tradicional.<br />

La nariz es pequeña y la trazo con tres pequeños círculos. La<br />

nariz debe ubicarse en la mitad del espacio que hay entre los<br />

ojos y la barbilla. Los ojos deben ocupar la mitad del espacio<br />

que hay entre el extremo superior del óvalo y la barbilla.<br />

Todo esto es muy técnico pero hay que colocar las cosas en el<br />

lugar apropiado.<br />

La barbilla es un proyecto de curva. La dibujo con una línea<br />

apenas más cerrada que la de la cabeza. Tiene un lunar


entre la barbilla y el labio inferior. Las bocas se dibujan<br />

con cuatro pequeñas lágrimas, pero no la de ella. Su labio<br />

superior es apenas más grueso que una simple línea. Parece<br />

que le hubieran abierto la boca de un machetazo. Su boca no<br />

sonríe ni se frunce, más bien está ahí, sentada sobre la media<br />

barbilla como si no tuviera más nada que hacer.<br />

Luego colocamos las cejas, las pestañas, las orejas y<br />

perfeccionamos el cuello que debe nacer en la base de la<br />

cabeza y ensancharse hasta conectarla con el torso.<br />

Una vez hecho esto, podemos oscurecer las líneas que vamos a<br />

usar y calcar el dibujo con tinta negra. A veces, si usted se<br />

quiere dedicar a dibujar tiras cómicas, deberá usar globos de<br />

texto. Los globos de texto no son más que óvalos blancos con<br />

un triángulo que apunta hacia la boca del personaje. Dentro<br />

del globo va el texto que usted escoja. El globo de texto de<br />

ella dice: "Basta de estos ejercicios de lenguaje 101"<br />

(2004)


RECONOCIMIENTOS<br />

- - - -<br />

A las buenas personas que trabajan en la Bigot, a pesar de las<br />

advertencias en los empaques.

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