05 URRUTIA-NUEVO.indd - Andoaingo Udala
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<strong>URRUTIA</strong> OCHOA, Peio<br />
ciudades que ilustra las portadas de los periódicos. No se produce ningún<br />
tipo de alternancia y en el poder municipal perviven las mismas personas<br />
que monopolizaban el consistorio antes de la aprobación de la Ley de<br />
Elecciones Municipales. En el caso de poblaciones del tamaño de Andoain<br />
no hubo elecciones ni la posibilidad de elegir entre diferentes candidatos,<br />
manteniéndose en el cargo personas de prestigio, término en sí mismo lo<br />
suficientemente difuso para no definir nada y definirlo todo. Quizás sería<br />
interesante delimitar qué intereses impulsaban a estas personas a ocupar<br />
las concejalías y si realmente existían otras personas de diferente sensibilidad<br />
que hubiesen accedido a esos puestos de permitírselo el sistema de<br />
elección.<br />
En el ámbito sindical, todo empieza y termina en el Sindicato Vertical,<br />
fuera de él solo existe la clandestinidad. Los sindicatos de clase fueron los<br />
grandes perdedores de la guerra, y tuvieron que soportar una represión feroz<br />
por su caracterización política y obrerista. El papel de representatividad que<br />
se otorga a los enlaces sindicales es muy reducido, tanto por el método de<br />
elección como por la delimitación extrema de sus funciones: en las relaciones<br />
entre el Sindicato y la empresa el enlace carece de cualquier tipo de<br />
protagonismo, en las relaciones de los trabajadores con la empresa actuará<br />
como mandatario de sus compañeros, imponiendo sus criterios, en definitiva<br />
su papel es el de salvaguarda y garante de la producción como principio y<br />
objetivo último. Las huelgas de 1947 y 1951, partiendo de la situación de<br />
penuria por la carestía de la vida, se convierten en huelgas generales contra<br />
un régimen que tiene su continuidad en entredicho. Una vez superada esta<br />
prueba de fuego el franquismo se esmerará en desmantelar los sindicatos<br />
históricos. Al mismo tiempo, tímidamente, las gentes de las Juventudes de<br />
Acción Católica comienzan a incorporarse a la lucha sindical para alcanzar<br />
mejoras salariales.<br />
La vida cotidiana está presidida por dos formas de represión. Una es el<br />
hambre, que azota a la población fruto del aislamiento y del mercadeo de las<br />
cartillas de racionamiento, que empuja a dilapidar los jornales en el mercado<br />
negro para garantizarse la subsistencia. Otra es la represión en los ámbitos,<br />
evidentemente políticos, pero también culturales (euskera, censura de libros y<br />
películas), morales (la forma de vestir, la forma de relacionarse, la sexualidad,<br />
el mundo del ocio…) que llega a límites insospechados de la mano de las<br />
autoridades civiles y religiosas. La Iglesia está omnipresente y participa con<br />
entusiasmo en todas estas formas de fiscalización y adoctrinamiento, tanto en<br />
lo patriótico, como en lo moral, arrogándose la facultad de ser la medida de<br />
referencia que lo juzga todo, en una formidable labor de culpabilización que<br />
llega a todos y todo el tiempo.