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capaz de obligarme a dormir hasta las cinco de la tarde. Al despertar<br />
me golpeo la cabeza con los puños o contra los barrotes de la cama.<br />
Mientras lo hago no puedo pensar. No puedo sentir. Ni siquiera me<br />
doy cuenta de si no puedo pensar o no puedo sentir. Sencillamente<br />
no pienso, no siento. Me concentro tan sólo en la percepción del<br />
dolor. Del ruido del dolor. Del ruido de mi mano contra el dolor. Del<br />
ruido de la madera de mi cama contra el dolor. Es fascinante ese<br />
intervalo de ausencia total de sensibilidad. Como una habitación<br />
esférica de dos metros de diámetro completamente blanca. Es la<br />
ausencia de esquinas, de suelo, de techo, de puertas, de ventanas,<br />
de colores, de formas, de perspectiva, de horizonte. Es el reposo. Si<br />
me detengo no es más que por aburrimiento, no porque no pueda<br />
soportarlo. Me aburro muy pronto de todo lo que hago. Después me<br />
aíslo en esa especie de horrible calambre eléctrico que se produce al<br />
arrancarse los cabellos. Estiro hasta notar como se humedecen mis<br />
ojos, y en el preciso instante en que empieza a resbalar una lágrima<br />
por mi mejilla, estiro brutalmente en un último y definitivo impulso. Y<br />
mi mano queda llena de pelo. Cuando la abro parece que llevo un<br />
animalito estrangulado. Lo más importante de este ejercicio corporal<br />
son las lágrimas. Lágrimas vacías de contenido. Lágrimas<br />
fisiológicamente puras o puramente fisiológicas. No como las tuyas.<br />
Tú sigue. Sigue llorando. El mío es un buen método para controlar la<br />
producción de llanto a mi antojo prescindiendo de la pena, la<br />
angustia, la rabia, el odio, el amor y el miedo. En resumen,<br />
prescindiendo del fin del mundo. Y de ese alma maldita que no existe<br />
y que me han obligado a cargar. Me exigen un alma por libro. Qué<br />
más quisiera yo que ese volátil divino no fuera un invento. Me<br />
encadenaron a la fuerza. Ahora que no se quejen de mis obras. Los<br />
días que estoy loco no como ni meo apenas. Si me entran ganas lo<br />
soluciono con la mayor rapidez posible para volver a internarme en<br />
mi templo y entregarme por entero al disfrute de mi patología. ¿Hay<br />
algo más divertido que un cerebro infectado? Puedo destruir a la